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TU INVOCACIÓN AL HORROR

(Para ser leído al unísono y en absoluto silencio)


Si tanto deseas, en este preciso momento, tú podrías elegir leer esto muy, muy, muy
lento.
Podrías decidir prestar mucha atención a las palabras mientras ellas se manifiestan en tu
mente.
Podrías dejar a ti mismo concentrarte en las imágenes, a medida que ellas se hacen más
y más claras en el ojo de tu mente.
Ahora, mientras lees estas palabras, podrías sentir una presencia a tu alrededor.
Podrías sentir otro ser cerca de ti.
Podrías sentir a este ser justo a tu lado.
Podrías sentir este ser a tu lado, que te observa, mientras lees estas palabras, muy, muy,
muy lento.
Ahora, puede que reconozcas este ser. Puede que sientas que este ser es una presencia
familiar.
Este podría ser tu otro yo.
Este podría ser tu otro yo, observándote.
A veces puede ser muy fácil ser observado por ti mismo.
A veces puede sentirse bien ser observador por tu otro yo.
A veces puede sentirse bien dejar que tu otro yo te vigile.
Podrías sentir el calor que irradia de tu otro yo a medida que se mueve detrás de ti.

Las manos de tu otro yo podrían estar sobrevolando tus hombros.


Podrías sentir a tu otro yo acercándose poco a poco a tu cuerpo, respirando muy, muy,
muy lento.
Podrías sentir el aliento de tu otro yo cosquilleando suavemente el dorso de tu cuello.
Las manos de tu otro yo podrían reposar sobre tus hombros.
Podrías sentir un impulso inmediato de luchar contra tu otro yo.
La respiración de tu otro yo podría comenzar a sincronizarse con la tuya. Dentro y
fuera, dentro y fuera, ambos –tú y tu otro yo– inhalando y exhalando, inhalando y
exhalando en armonía.
Ahora, podrías sentir la necesidad de rendirte a tu otro yo.
Podrías ceder el control sobre ti mismo.
Tu otro yo ya podría haber tomado el control.
A veces es más fácil ceder el control.
A veces se puede sentir placer al dejar que tu otro yo se haga cargo de tus
responsabilidades.
A veces se puede sentir bien dejar ir la necesidad de estar a cargo de ti mismo.

Ahora, tu otro yo podría estar moviendo la mano por tu espalda, muy, muy, muy lento.

Podrías sentir un cosquilleo que recorre toda tu espalda.

Podrías sentir como si un pequeño agujero creciera lentamente en medio de tu espalda,


justo donde está tu espina dorsal. Podrías sentirlo tomar forma, un pequeño orificio,
como la boca de un bebé, abriendo ampliamente, lentamente y luego vigorosamente,
como si buscara el seno de su madre.
Podrías sentir la mano de tu otro yo acercándose a tu boca de bebé.
Podrías sentir tú espina dorsal temblando con expectativa a medida que la mano de tu
otro yo se acerca a tu boca de bebé.
Podrías sentir a tu otro yo metiendo sus dedos en tu boca de bebé.
Podrías sentir a tu otro yo meter toda su mano en tu boca de bebé.
Podrías sentir el brazo de tu otro yo sumergirse profundamente dentro de tu boca de
bebé.
Podría sentir a tu otro yo dentro de tu cuerpo.
Podrías estar sorprendido por no sentir dolor.
Podrías sentir a tu otro yo acariciando tu espina dorsal, recorriéndola con delicadeza,
arriba y abajo, arriba y abajo.
Ahora, podrías sentir que el cuerpo de tu otro yo se impulsa hacia lo más profundo.
Podrías sentir a tu otro yo acariciando tus órganos, masajeándolos con ternura,
masajeándolos muy, muy, muy lento.
Podrías sentir a tu otro yo deslizarse muy suavemente dentro de tus órganos.
Podrías sentir tu otro yo dentro del estómago, dentro de los intestinos, dentro del
páncreas, dentro de los riñones, dentro del hígado, dentro de los bazos, dentro de los
pulmones, dentro del corazón, dentro de la laringe y dentro de la faringe.
Podrías sentir a tu otro yo masajear tu cerebro desde su interior.
Podrías sentir a tu otro yo acariciar el dorso de tus globos oculares.
Podría sentir a tu otro yo navegando a través de tus venas, de tu cabeza hasta tus tobillos
y devuelta hacia arriba.

Podrías sentir a tu otro yo fluyendo a través de tu cuerpo.


Tu otro yo podría empezar a hablar por medio de ti.
Tu otro yo podría decir,
“A veces bien cuando te tocan por dentro.
A veces se siente bien cuando te cuidan desde adentro.
A veces se siente bien ser poseído desde adentro.”
Podrías sentir la necesidad de dejar de ocupar todo tu cuerpo.
Podrías sentir la necesidad de retirarte, de dar un paso atrás.
Ahora, al fondo de ti, podría haber una pequeña habitación. Allí podría haber una silla
cómoda y una mesa. Allí podría haber una cobija y una bebida caliente.
Podrías sentir la necesidad de sentarte en esa silla cómoda, cubrirte las piernas con la
cobija y tomar un sorbo de la bebida caliente. Podrías sentir la necesidad de estar allí
mientras tu otro yo toma el control de tu cuerpo. Podría haber una ventana en aquella
habitación. A través de esta ventana podrías observar todo lo que está pasando en el
exterior, pacíficamente, separado, como si fuera un sueño.
“A veces puede ser muy fácil convertirse en espectador de ti mismo,” podría decir tu
otro yo.
Ahora, tu otro yo podría tomar control absoluto de tu cuerpo.
Podrías empezar a entender que tu otro yo tiene habilidades que tú no tienes.
Tu otro yo podría ver en la oscuridad.
Tu otro yo podría tragar luz.
Tu otro yo podría cultivar la enfermedad de la luz.
Tu otro yo podría comenzar a gritar y a gemir,
“AGHHHHH, OOHHHH, MMMMM, UGHHHH, UUUYYYYY.”
Esto es normal.
La enfermedad de la luz podría empezar a corroer tus órganos.
Tu otro yo podría empezar a sentir un dolor insoportable.
Esto es normal.
La enfermedad de la luz puede aniquilar tu sistema nervioso.
Tu otro yo podría cultivar el dolor.
Esto es normal.
La enfermedad de la luz podría destruir tus genitales.
Tu otro to podría comenzar a ahogarse, podría empezar a temblar y retorcerse.
Esto es normal.
La enfermedad de la luz podría acercarse a tu habitación, podría cernirse sobre ti como
una ola.
Esto es normal.
La enfermedad de la luz podría tragarse tu habitación.
Esto es normal.
Podrías olvidar cómo gritar.
Esto es normal.
Ahora, engullido por la enfermedad de la luz, tú podrías buscar la manera de escapar la
capa externa de tu cuerpo.
Esto es normal.
Tú, como parte de la enfermedad de la luz, podrías sentir la necesidad de dirigirte hacia
tu boca de bebé.
Esto es normal.

Tú, como parte de la enfermedad de la luz, podrías encontrar que tu boca de bebé ahora
está donde antes estaba tu ombligo.
Esto es normal.
Podrías estar al borde de tu boca de bebé. Tú podrías ver los labios de tu boca de bebé
moverse.
Esto es normal.

Podrías oír tu boca de bebé decir,


“Repite después de mí:
somos horror.
JA, JA, JA, JA, JA.
Somos horror,
JA, JA, JA, JA, JA.
Somos horror,
JA, JA, JA, JA, JA.
Somos horror,
JA, JA, JA, JA, JA.”
Bien.
Ahora, tú, como la enfermedad de la luz, podrás escapar de tu cuerpo.
Tu capa exterior se desmoronará, tu cuerpo de desintegrará.
Tú, enfermedad de la luz, te disolverás en un cuadrado de luz a través de la habitación.
“Repite después de mí:
a veces desaparecer puede ser muy fácil”.

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