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Difusión: La Espada del Inmortal

Texto de Javier Maldonado Quiroga (@manodesombra)

La Espada del Inmortal (Mugen no jūnin en japonés), es un manga que debería estar en las estanterías
de todo lector aficionado a la cultura japonesa, las historias de samuráis y la fantasía. Claro, en relación
con esto último, es preciso que nos saquemos de la cabeza esa oxidada idea de lo fantástico asociado
tan solo a elfos, dragones y caballeros medievales, pues sabemos que hay bastante más que eso. O en
otras palabras, no solo en Europa se escribe fantasía. Personalmente, y de ahí el motivo de esta entrada,
siento un profundo interés por las culturas orientales y su propio concepto de lo que es lo fantástico. No
hay que olvidar “El Cuento del Cortador de Bambú”, el relato que inaugura lo que sería la literatura
fantástica japonesa, narración donde se cuenta la historia de la princesa Kaguyahime, que vino de la
luna y que fue encontrada por un viejo leñador.

Pero bueno, dejando las divagaciones de lado, Hiroaki Samura, autor que ha ejercido una gran
influencia en mi imaginario personal, creó una historia totalmente alucinante donde se entremezclan el
japón histórico con el japón fantástico. La Espada del Inmortal se sitúa en el siglo XVIII, en pleno
gobierno del Shogunato Tokugawa, una época en que los samuráis perdieron gran parte de sus
privilegios debido a la pacificación del país, donde una orden de guerreros de elite ya no era tan
necesaria como antes. Esto dio pie a que solo unos pocos samuráis se mantuvieran como vasallos
directos del Shogun, dejando al resto pocas opciones entre las que se encontraban el convertirse en
matones a sueldo de otros Daymio, retirarse a una vida rural o elegir ser un ronin o samurái sin amo.
Manji es precisamente uno de estos últimos, un espadachín sin ninguna atadura, ni familiar ni moral.
De hecho, carece de cualquier código de honor y ni hablar del bushido. Al inicio del manga nos lo
muestran como un tipo cínico, al que poco parece importarle lo que pase con el mundo mientras tenga
la panza llena y una chica guapa con la que pasar la noche. Sin embargo, Manji esconde un secreto. En
su cuerpo se encuentran ocultos unos gusanos llamados Kessenchu, gusanos que le volverían inmortal.
Este regalo se lo habría otorgado una anciana monja budista de más de 800 años, al ver en él un
potencial poco común. Es así como Manji, arrepentido de todas las muertes que ha causado a lo largo
de su vida, jura acabar con mil bandidos, como una manera de purgar sus pecados. Obviamente esto no
pasa de un día para otro, pero en el manga se resume en un par de viñetas en retrospectiva. La gracia
está en que, si Manji logra acabar con estos mil bandidos, es probable, y solo probable, que los gusanos
desaparezcan, permitiéndole recuperar su mortalidad, pues sabemos que la mortalidad siempre termina
siendo una carga. Ahora bien, la inmortalidad de Manji no es perfecta ya que puede ser herido, y a
veces muy severamente, pero puede regenerarse después de unas horas. A modo de ejemplo, si en algún
combate le amputan una pierna, los gusanos se encargarán de volver a unirla con el resto de las
músculos y tejidos, siempre que este logre poner la extremidad a salvo.

Tomando en cuenta lo anterior podemos hacer un paralelismo entre Manji y Kenshin Himura, ya que
ambos desean dejar atrás la vida de asesino, sin embargo, sus motivaciones son muy distintas ya que las
razones del primero parecen, en principio, un poco más egoistas que las del vagabundo de la cicatriz en
forma de cruz. No obstante, esto mismo lo vuelve un personaje de gran potencial, pues lo aleja de la
imágen clásica del protagonista sin ningún tipo de vacilación moral. Este es, de hecho, uno de los
puntos a destacar del manga ya que acá cada personaje es desarrollado con detalle, mostrándonos su
pasado y las razones por las que actúa de determinada forma: ni los malos son tan malos ni los buenos
son tan buenos.

Ahora, la historia en si comienza cuando Manji conoce a Rin Asano, una adolescente huerfana de
dieciseis años, cuyo padre, un maestro samurái de la escuela Mutenichi-ryu, fue asesinado por los
miembros de una nueva escuela, el Itto-ryu. Y claro, Rin necesita a un espadachín que la ayude a
vengarse, y Manji necesita villanos para poder cumplir su juramento, por lo que ambos deciden
emprender su camino juntos, camino en el que se toparán con un montón de problemas, pues los
miembros del Itto-ryu no son rivales a tomar a la ligera. De hecho, Kagehisa Anotsu, líder de esta
escuela, se encuentra entre los antagonistas más carismáticos que he leído, pues no es un simple tipo
que quiera matar porque si, sino que alguien que busca refundar el arte de la espada, ablandado tras los
años de paz.

Ahora, debo aclarar que este manga no es para cualquier tipo de lector. Cuando más arriba hablaba de
fantasía espero no se hayan imaginado un mundo tipo Studio Ghibli, pues no está ni cerca de eso. En la
Espada del Inmortal se encontrarán con escenas realmente violentas y sangre y amputaciones por
doquier. Pero la violencia no es gratuita, ya que refleja una época en que la razón muchas veces se
demostraba con la espada en la mano y donde las injusticias estaban a la orden del día.

Si me preguntan mi opinión, este es un manga excelente, con un estilo de diseño de personajes que,
personalmente, me gusta mucho. Cada viñeta es en si misma una pequeña obra de arte, con un trabajo
de entintado de gran nivel. Destaco principalmente las secuencias de peleas, bastante detalladas y
realistas (dentro de lo que se puede esperar de un manga) y con una variada muestra de armas y estilos
de combate.

Como decía en un principio, no solo de caballeros, elfos y dragones vive el lector de fantasía.

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