Se remontan en la Antigüedad clásica especialmente la grecorromana, ya que en
el seno de esa sociedad mediterránea surgieron muchos de los grandes pensadores de Occidente.
Filósofos como Sócrates y Platón, en el siglo V y IV a. C., se hicieron importantes
preguntas respecto de qué cosa es ser humano, y llegaron a la conclusión de que debía existir un “alma” que contraponer al cuerpo, y que en la primera residían los aspectos mentales, intelectuales y morales del individuo, mientras que el segundo era la sede de las pasiones y los aspectos más “animales” del ser humano. Esta oposición entre cuerpo y alma, o más bien cuerpo y mente, fue fundamental para la cultura occidental y muchas religiones, como el cristianismo, lo tomaron al pie de la letra. También permitió la aparición de los estudios médicos del cuerpo, muchos de los cuales tuvieron también inicios antiguos, distinguiendo conforme pasaban los siglos cada vez más lo que era una dolencia corpórea, de lo que era una dolencia “del espíritu”. Para ello, desde luego, hubo que superar el paradigma religioso del cristianismo medieval, que atribuía cualquier enfermedad que no fuera estrictamente corpórea, a la posesión demoníaca u otras explicaciones de tipo místico. El rezo y el exorcismo eran el método más común para lidiar con las dolencias. Sin embargo, habían sobrevivido numerosos tratados antiguos al respecto, como la famosa teoría de los cuatro humores, que suponía las enfermedades como producto de un desbalance de los cuatro fluidos fundamentales del cuerpo humano: sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla.
Después el término “psicología” surgió durante el Renacimiento occidental,
retomando la herencia pagana grecorromana. Se formó, justamente, por las palabras griegas psyché, “alma”, y logos, “discurso”. Gracias a este reencuentro de Occidente consigo mismo, y a la obra de filósofos como René Descartes (1596- 1650), Baruch Espinoza (1632-1677) o John Locke (1632-1704), quienes ahondaron y cuestionaron la dicotomía cuerpo/alma, el panorama moderno estuvo listo para que se dieran los primeros pasos hacia la formalización de las ciencias, y entre ellas, la psicología.
La psicología “científica”, es decir, la psicología moderna, nació en el siglo XIX, de
la mano del incremento en los saberes médicos y biológicos, sobre todo neurológicos y psicofisiológicos. Los estudios de científicos como Gustav Fechner (1801-1887), Paul Pierre Broca (1824-1880) y Carl Wernicke (1848-1905) fueron clave en ese sentido.