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Roberto Schmit

(compilador)

Caudillos, política e instituciones


en los orígenes de la Nación Argentina

Autores:
Mónica Alabart
Raquel Bressan
Mariana Alicia Pérez
Roberto Schmit
Caudillos, política e instituciones en los orígenes de la Nación Argentina /
Mónica Alabart ... [et.al.] ; compilado por Roberto Schmit. - 1a ed. -
Los Polvorines : Universidad Nacional de General Sarmiento, 2015.
238 p. ; 21x15 cm. - (Humanidades)

ISBN 978-987-630-200-5

1. Historia Argentina. I. Alabart, Mónica II. Schmit, Roberto, comp.


CDD 982

Fecha de catalogación: 25/03/2015

© Universidad Nacional de General Sarmiento, 2015


J. M. Gutiérrez 1150, Los Polvorines (B1613GSX)
Prov. de Buenos Aires, Argentina
Tel.: (54 11) 4469-7578
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Andrés Espinosa - Departamento de Publicaciones - UNGS
Corrección: Gabriela Laster

Hecho el depósito que marca la Ley 11723


Prohibida su reproducción total o parcial
Derechos reservados

Impreso en Docuprint S. A.
Calle Taruarí 123 (C1071AAC) Ciudad de Buenos Aires, Argentina,
en el mes de abril de 2015.
Tirada: 550 ejemplares.
Índice

Agradecimientos ......................................................................................... 9
Introducción............................................................................................. 11
Capítulo 1. El poder político provincial y el cambio institucional /
Roberto Schmit......................................................................................... 25
Capítulo 2. Articulaciones políticas e institucionales en Entre Ríos /
Roberto Schmit......................................................................................... 51
Capítulo 3. Derechos y obligaciones: del consenso al disenso /
Roberto Schmit......................................................................................... 61
Capítulo 4. Propiedad, trabajo y justicia en la campaña /
Roberto Schmit y Mónica Alabart ............................................................ 83
Capítulo 5. Los desbandes de Basualdo y Toledo: hacia la fractura
del federalismo entrerriano /
Mónica Alabart ...................................................................................... 101
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos:
el periódico La Democracia de Gualeguaychú (1863-1867) /
Mariana Alicia Pérez................................................................................ 133
Capítulo 7. El federalismo entrerriano en el escenario nacional /
Roberto Schmit....................................................................................... 161
Capítulo 8. Interacciones de la política local, regional y nacional
en la formación de la red vial en el Litoral /
Raquel Bressan........................................................................................ 193
Epílogo. Las múltiples tensiones del federalismo entrerriano.................... 215
Bibliografía.............................................................................................. 225
Capítulo 6
Un baluarte liberal en Entre Ríos:
el periódico La Democracia de
Gualeguaychú (1863-1867)*
Mariana Alicia Pérez

La caída del régimen de Rosas en 1852 estuvo acompañada de profundos cam-


bios en la vida política de las provincias rioplatenses. El fin del unanimismo
supuso, entre otras cuestiones, la incorporación a la arena política de nuevos
actores y el florecimiento del debate público, legitimado por la adhesión ge-
neralizada de las elites a una ideología liberal republicana que consideraba la
“libertad de opinión” entre los pilares básicos del nuevo orden político. Como
parte de estas transformaciones en la cultura política, se produjo un fuerte
crecimiento de la prensa periódica en cuanto herramienta privilegiada de los
grupos o facciones políticas para la intervención en el debate político. En las
principales ciudades se fundaron periódicos auspiciados por distintos grupos
políticos para crear “opinión” a favor de sus intereses, al tiempo que oficiaban
de espacio de discusión sobre temas de notoriedad pública local, provincial o
nacional.
En Entre Ríos, al igual que en el resto del país, la prensa se multiplicó luego
de 1852.1 En la década anterior a la caída de Rosas, apenas se habían publicado
en la provincia siete periódicos, de los cuales tres habían surgido en los meses

*
Una versión anterior de este trabajo fue presentada en las XIV Jornadas Interescuelas-Departamentos
de Historia, Mendoza, octubre de 2013.
1
La información sobre la prensa entrerriana en la década de 1840 y durante la Confederación
Argentina la hemos extraído de Aníbal Vázquez, Periódicos y periodistas de Entre Ríos, Paraná,
Dirección de Cultura de Entre Ríos, 1970.

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Mariana Alicia Pérez

anteriores a la batalla de Caseros como voceros del nuevo posicionamiento de


Urquiza frente a Rosas. La situación varió radicalmente tras la derrota de este
y el comienzo de la construcción de un nuevo orden político nacional. Así,
durante el período de la Confederación Argentina, se publicaron en la provincia
al menos 22 periódicos. La enorme mayoría era de carácter político y muchos
fueron financiados por el gobierno de la Confederación, aunque también
existieron periódicos opositores. Algunos tuvieron muy corta vida, sobre todo
los que surgieron en los turbulentos meses anteriores a la batalla de Pavón y
a la caída del gobierno de Derqui, cuya existencia no superó medio año (o ni
siquiera un mes, como La Patria Argentina, que fue censurado tras la edición
de su segundo número). Pero otros fueron editados durante varios años, entre
los que se destacó El Nacional Argentino, el periódico oficial del gobierno de la
Confederación dirigido en los primeros tiempos por Juan María Gutiérrez y
publicado en la ciudad de Paraná entre los años 1852 y 1860.2
En los años posteriores, el número de periódicos continuó creciendo. En
los nueve años que median entre la disolución de la Confederación, en 1861,
y la rebelión de López Jordán, en 1870, la cantidad de periódicos editados
en la provincia ascendió a 31. El desarrollo sostenido de los centros urbanos
y, sobre todo, la creciente conflictividad política que atravesaba la provincia
explican este crecimiento.
Durante esta etapa, con la excepción de tres periódicos “literarios” de corta
existencia (El Alba y El Cóndor de Gualeguaychú y La Juventud de Concepción
del Uruguay) y del Boletín Comercial de Gualeguaychú, que fue editado durante
unos meses en 1866, todos los periódicos publicados fueron de carácter político-
partidario. La gran mayoría era de signo claramente federal y recibía subsidios
del gobierno, préstamos de Urquiza y la generosa suscripción de ejemplares
por parte de funcionarios y de las principales figuras del federalismo local.
A pesar de que se esperaba que estos periódicos contribuyesen a fortalecer la
gobernabilidad en la provincia y la unidad del federalismo, lo cierto es que pau-
latinamente varios de ellos fueron adoptando una postura crítica a las políticas
de Urquiza, no obstante lo cual no perdieron apoyo financiero por parte del

2 
El Nacional Argentino es conocido también por la trayectoria intelectual y política de quienes
fueron sus principales colaboradores. Siguieron a J. M Gutiérrez en la dirección Alfredo Du
Gatry, Lucio V. Mansilla, Francisco Bilbao y Juan Francisco Seguí. Además, escribieron, entre
otros, Juan Bautista Alberdi, Vicente Quesada, Olegario Andrade, Benjamín Victorica y Carlos
Guido Spano.

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Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

caudillo.3 Asimismo, se editaban unos pocos periódicos abiertamente opositores


a Urquiza y a los federales de Entre Ríos. Su existencia demuestra la amplitud
y complejidad que había adquirido el debate político en la provincia y también
la amplia legitimidad del ideario liberal de respeto a la libertad de opinión,
que Urquiza y los principales líderes del federalismo intentaban respetar. Sin
embargo, no fueron excepcionales las ocasiones durante la década de 1860 en
las que se procuró censurarlos.4
El estudio de la prensa en la segunda mitad del siglo xix ha sido abordado
con fructíferos resultados por la historiografía en las últimas dos décadas. Im-
portantes trabajos han indagado sobre las características del género periodístico,
la constitución de un público lector, la relación de los periodistas y los editores
con los gobiernos y con las facciones políticas, la vinculación de la prensa con la
“opinión pública”, las prácticas electorales y la movilización política, entre otros
aspectos. Desde diferentes perspectivas, estos trabajos coinciden en definir a la
prensa como un actor clave del sistema político decimonónico y en señalar la
estrecha relación existente entre la prensa y la política, sobre todo en los años
comprendidos entre la caída de Rosas y la década de 1870 inclusive.5 Si bien
la mayoría de las investigaciones publicadas versan sobre el caso porteño, la
relación entre prensa y política en diferentes espacios del interior de la Argentina
ha comenzado a ser objeto de la historiografía, aunque para el caso de la pro-
vincia de Entre Ríos estas cuestiones aún no han sido tratadas en profundidad.6

3 
Un ejemplo claro de esta tendencia son los periódicos federales de Gualeguaychú, El Pueblo
Entrerriano, El Porvenir y La Regeneración.
4 
Tal es el caso, por ejemplo, del periódico El Litoral, cuyo redactor principal, Evaristo Carriego,
fue expulsado de la provincia en junio de 1865 por sus “anárquicos y desmovilizadores artículos”
en momentos de reclutamiento de tropas para la guerra del Paraguay, junio de 1865, AGN-AU.
Legajo 1736.
5 
La literatura sobre esta temática es abundante. Para el caso argentino ver, por ejemplo, Marta
Bonaudo, “De la opinión publicada a la opinión pública. La prensa como lugar de representa-
ción y conflicto”, en Marta Bonaudo (dir.), Imaginarios y prácticas de un orden burgués, tomo
I, Rosario, Prohistoria, 2005, pp. 71-95; Alejandro Eujanián, “La cultura: público, autores y
editores”, en Marta Bonaudo (dir.), Nueva historia argentina. Liberalismo, Estado y orden burgués,
Buenos Aires, Sudamericana, pp. 545-605; Tulio Halperín Donghi, José Hernández y sus mundos.
Op. cit.; Alberto Lettieri, La república de la opinión: política y opinión pública en Buenos Aires,
Buenos Aires, Biblos, 1999; Elías Palti, El tiempo de la política. El siglo xix reconsiderado, Buenos
Aires, Siglo XXI, 2007, especialmente el capítulo 3; Hilda Sábato, La política en las calles. Entre
el voto y la movilización. Buenos Aires, 1862-1880. Op. cit.
6 
Para el caso entrerriano, Aníbal Vázquez, Periódicos y periodistas de Entre Ríos. Op. cit.; Juan
Carlos Borques, Ensayos históricos sobre la prensa de Gualeguaychú, Gualeguaychú, 1919.

135
Mariana Alicia Pérez

En las siguientes páginas analizaremos algunos aspectos de la relación entre


la prensa y la política en Entre Ríos durante los convulsionados años posteriores
a la caída de la Confederación, mediante el estudio del periódico La Democracia
de la ciudad de Gualeguaychú.
La Democracia fue fundado en 1863 por un pequeño grupo de liberales
partidarios del presidente Mitre, que habían emprendido la tarea de propagar las
ideas del partido liberal en pos de contribuir a la erosión del poder de Urquiza
en la provincia y del partido federal a nivel local y en el conjunto del país. Hasta
1867 (momento de su desaparición) fue el principal órgano propagandístico del
partido liberal en Entre Ríos. Al igual que toda la prensa política de la década
de 1860, el periódico no fue concebido como un simple ámbito de difusión
de ideas, sino como un espacio de construcción de poder, de disputa política y
articulación partidaria. Como parte de un proyecto político, La Democracia fue
uno de los ámbitos, tal vez el más importante, a través de los cuales los liberales
proyectaban entrar de lleno en la arena política entrerriana.

La prensa en Gualeguaychú
Durante los años posteriores a Pavón, la vitalidad de la prensa fue particular-
mente intensa en Gualeguaychú. En ese período se publicaron nueve perió-
dicos, seis de carácter político-partidario, dos literarios y uno de información
comercial y financiera.7
Tal número de publicaciones era notablemente alto para una ciudad que
no llegaba a los 10.000 habitantes en 1869; lo que muestra las aspiraciones
modernizantes de la notabilidad local en una época en la que la prensa em-
pezaba a ser concebida como un instrumento insoslayable para el progreso y
la modernización del país. En este sentido, Gualeguaychú era la ciudad más
“cosmopolita” de la provincia, estaba fuertemente vinculada económica y cul-
turalmente con Buenos Aires y Montevideo, su puerto tenía una importante
actividad comercial y era asiento de agentes consulares. Asimismo, su población
tenía un alto componente de inmigrantes europeos; se calcula que hacia fines
de la década de 1860, la mitad de la población de la ciudad era originaria de

7 
La Democracia (1863-1867), El Pueblo Entrerriano (1862-1867), El Alba (1864), El Porvenir
(1864-1867), El Eco de la Juventud (1867), La Regeneración (1867-1870), El País (1867-1870),
El Cóndor (1867), El Boletín Comercial de Gualeguaychú (1866).

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Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

Europa. Entre ellos se destacaban los italianos, que incluso habían publicado
un periódico a finales de la década de 1850 llamado L’Italia.8
Allí existía desde mediados de la década de 1850 un activo grupo de li-
berales que abiertamente se oponían a las políticas de Urquiza. Alentados por
el avasallante avance del partido liberal en las provincias del interior, en los
últimos meses de 1862 se propusieron comenzar las gestiones para editar un
periódico con el fin principal de “propagar las ideas liberales” y “hacer oposición
al general [Urquiza]” en la provincia de Entre Ríos. La noticia, que circuló
rápidamente, trajo preocupación en las filas de los federales entrerrianos, que
juzgaron importante dar aviso inmediato al gobernador.9
El proyecto se concretó el 1 de enero de 1863. Ese día se editó el primer
número del nuevo periódico, que fue bautizado con el nombre La Democracia.
Sin interrupciones, el periódico se editó tres veces por semana hasta febrero
de 1867. Su primer director fue Eulogio Enciso, un abogado, periodista y fiel
militante del partido liberal y del presidente Mitre, que se había trasladado
especialmente desde Buenos Aires para participar en el proyecto.
La edición de un periódico liberal no era del todo novedosa en la provincia
ni en la ciudad. Con ayuda financiera llegada desde Buenos Aires, en el año
1858 los liberales de Gualeguaychú habían editado durante unos meses La
Esperanza de Entre Ríos y durante el año 1860 habían publicado El Eco de Entre
Ríos.10 La Democracia era la continuación de esos proyectos y la mayoría de
los colaboradores de dichos periódicos formaron parte de este. La semejanza
también es patente en el hecho de que uno de los nombres barajados para el
nuevo periódico había sido “La Esperanza de Entre Ríos, segunda época”.11
Sin embargo, el contexto había cambiado. A diferencia de las experiencias
anteriores, ahora los liberales de Gualeguaychú contaban con el apoyo de la
facción dominante en la política nacional y sus perspectivas de incidir en la
vida política local eran más fuertes que antaño.

8 
Se trata del primer periódico de las colectividades de inmigrantes europeos en la provincia. Se
empezó a editar en el año 1859, pero desconocemos la fecha de su desaparición. La presencia de
genoveses –que se ocupaban sobre todo en el comercio fluvial– es importante desde la década
de 1830 en la región. Sobre los italianos en el Litoral ver, por ejemplo, Griselda Tarragó, De
la vera del mar a la orilla del río: navegantes y comerciantes en el Plata y el Paraná (1820-1860),
Rosario, Prohistoria, 2011.
9 
Olegario Andrade a Francisco F. Fernández. AGN-AU. Legajo 1713.
10 
Aníbal S. Vázquez, Periódicos y periodistas de Entre Ríos. Op. cit., pp. 82-83.
11 
Olegario Andrade a Francisco F. Fernández. AGN-AU. Legajo 1713.

137
Mariana Alicia Pérez

La aparición de La Democracia supuso también un cambio importante en


la prensa de Entre Ríos. No existía entonces ningún periódico en la provincia
que apoyase la política porteña ni que criticase la figura de Urquiza ni al partido
federal. Si bien el federalismo era duramente atacado por la prensa liberal de
Buenos Aires y otras provincias, no había voces locales que representaran esas
posturas. Esto obligó a los redactores de los periódicos federales, antes centrados
en la disputa política nacional, a polemizar también con actores locales y sobre
la realidad política entrerriana.

La Democracia y los liberales entrerrianos


¿Quiénes editaban La Democracia y, por lo tanto, formaban el grupo principal
de los “liberales” en Gualeguaychú?
Hasta 1865 bajo el nombre del periódico aparece la leyenda: “Eulogio
Enciso, redactor principal”. En efecto, Enciso fue el encargado de dirigir los
primeros años del periódico y era quien redactaba los editoriales y varias notas
cortas por número, que firmaba con sus iniciales. Nació en Buenos Aires en
1828, ciudad donde cursó estudios en derecho. En 1863 ya tenía probada ex-
periencia militante en Buenos Aires en las filas del partido liberal. Era amigo
personal de Lucio Mansilla y Dardo Rocha, con quienes había compartido la
redacción de La Espada de Lavalle, un periódico de fuerte tendencia porteñista
y antifederal editado en la década de 1850. Presumiblemente, participó en las
batallas de Cepeda y Pavón (así parece indicarlo la inclusión de sus poemas en
un libro que reúne poesías de jóvenes porteños que “lucharon por la libertad”
en dichas batallas).12 En 1865 abandonó la redacción del periódico para partir al
frente paraguayo, donde tuvo una participación destacada. A partir de entonces,
los editoriales pasaron a ser redactados por diversos autores que firmaban con
seudónimos y el “editor responsable” consignado bajo el nombre del periódico
fue “M. Lapalma” (con cuya biografía no contamos hasta el momento). Luego
de marzo de 1866 –por motivos que desconocemos–, su nombre desapareció
de la portada y no fue reemplazado por ningún otro.
Es más difícil conocer la identidad del resto de los colaboradores del pe-
riódico puesto que, siguiendo la tradición de la época, las notas se firmaban
con seudónimo. Sin embargo, gracias al interés que despertaba el periódico

12 
Según reza en la dedicatoria inicial del libro editado por Tomás Giraldez, Poesías de jóvenes
argentinos, Buenos Aires, 1863.

138
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

en sus oponentes políticos, hemos podido reconstruir la identidad de algunos


redactores.13 Un grupo, en el que estaban Marcelino Escalada, Honoré Roustán,
José Lefebre, E. Cortines y Bernardo Goyri, tenía una reconocida trayectoria
antifederal y había participado en la redacción de los dos periódicos de tendencia
liberal publicados con anterioridad en la ciudad.14 A ellos se sumaron, para la
redacción de La Democracia, Emilio Onrubia, Juan Casacuberta y Luis Vidal.
Estos hombres formaban parte del grupo de notables de la ciudad. Todos
participaban como propietarios en el comercio o la industria local (la excepción
tal vez era Enciso, que había sido “importado” de Buenos Aires para dedicarse a
la edición del periódico)15 y tenían una activa participación en la vida pública,
fundamentalmente, como miembros de las numerosas asociaciones de la so-
ciedad civil que, con distintos objetivos, se crearon en la ciudad durante estos
años: en la sociedad de socorros mutuos, en la comisión para la construcción
del nuevo templo, en la comisión de lucha contra el cólera, en la sociedad por
la “protección de la instrucción de la juventud de Gualeguaychú”, la “sociedad
de fomento” y en la Sociedad de Recreo Argentino, el espacio de sociabilidad
reservado a la pequeña elite local fundado a principios de la década de 1860.16
Algunos de ellos eran, además, dramaturgos o poetas, actividad por la que
lograron cierta fama en años posteriores fuera de la provincia.17 Asimismo, dos
de sus redactores eran agentes consulares: Luis Vidal, de Brasil, y José Lefebre,
13 
Desde luego, es también de suma importancia la información brindada por el canónigo
Borques sobre la prensa de Gualeguaychú, en gran parte basada en relatos de contemporáneos a
la publicación de los periódicos (Juan Carlos Borques, Ensayos históricos sobre la prensa de Guale-
guaychú. Op. cit.). Asimismo, parte de la información sobre la biografía de los redactores la hemos
obtenido en Vicente Cutolo, Nuevo diccionario biográfico argentino, Buenos Aires, ELCHE, 1968.
14 
Marcelino Escalada era hijo de exiliados rosistas y recién luego de la batalla de Caseros se afincó
en Gualeguaychú. José Lefebre y Honoré Roustán habían participado activamente en la defensa
del sitio de Montevideo por parte de las tropas de Rosas. Luego de caída la confederación rosista
en 1852 se radicaron en Entre Ríos.
15 
Por ejemplo, Marcelino Escalada fue en la década de 1860 proveedor del ejército entrerriano y
a partir de la guerra del Paraguay pasó a proveer al ejército nacional, lo que le permitió acumular
una gran fortuna. Honoré Roustán era agente de la compañía de vapores La Salteña; la familia de
Juan Casacuberta (que era, además, administrador de correos) era accionista en otra compañía
de vapores que también prestaba servicios en el puerto de Gualeguaychú; José Lefebre tenía una
hojalatería; José Cortinez era comerciante y hacendado.
16 
Como dato llamativo, vale la pena destacar que José Lefebre fue el fundador en 1855 de la
Sociedad de Socorros Mutuos de Gualeguaychú, la primera en fundarse en la Argentina y era su
presidente en el momento de la aparición de La Democracia.
17 
Me refiero a Emilio Onrubia, Bernardo Goyri y Honoré Roustán, este último era un conocido
dibujante.

139
Mariana Alicia Pérez

de Francia. Lo cual sumaba argumentos a los federales que gustaban definir a


La Democracia como “prensa extranjera”.
Durante los primeros meses, La Democracia se editó en la imprenta Del
Comercio, que había sido traída desde Buenos Aires en 1859 para editar la
ya citada La Esperanza de Entre Ríos también de tendencia liberal.18 En junio
de 1863 ya contaba con imprenta propia, en la calle Salta, con maquinaria
importada de Brasil a efectos de publicar el periódico.
Si bien desde sus páginas La Democracia siempre se jactó de financiarse a
través de las suscripciones y la venta de avisos (en contraste con sus oponentes,
que eran subsidiados por el gobierno de la provincia), otras voces señalaban
que en realidad se financiaba gracias a la ayuda del presidente Mitre, que
habría facilitado el dinero necesario para la puesta en funcionamiento de la
imprenta y el salario mensual de Eulogio Enciso.19 Otros rumores indicaban
que Mateo García de Zúñiga se había comprometido a la compra de un nú-
mero importante de ejemplares a cambio de que el periódico defendiese su
postura en un complicado pleito por la propiedad de tierras en la provincia.20
Aunque no podemos saber cuán ciertas son estas afirmaciones (ni tampoco las
de La Democracia sobre su independencia económica), sin duda muestran lo
que era habitual y esperado por los actores de la época: la prensa dependía de
los subsidios que podía obtener de parte de las facciones o partidos y de los
gobiernos. Es totalmente verosímil que La Democracia haya gozado de la ayuda
financiera de Buenos Aires y de la compra generosa de ejemplares por parte de
sus partidarios locales.
Desde ya que es muy difícil establecer el número de lectores que tenía el
periódico. En medio de polémicas sobre la representatividad de las ideas de uno
u otro periódico, La Democracia y El Pueblo Entrerriano21 publicaban cifras de
suscriptores para demostrar el grado de aceptación de sus ideas. Así, La Demo-
cracia se jactaba en enero de 1863 de tener 230 suscriptores y un mes más tarde
anunciaba a sus lectores que el periódico contaba con 400 suscriptores y 2000
lectores, cifra muy improbable y objeto de largas burlas por parte de sus rivales

18 
Aníbal Vázquez, Periódicos y periodistas de Entre Ríos. Op. cit., p. 82.
19 
Francisco F. Fernández a Olegario Andrade. AGN-AU. Legajo 1846.
20 
Olegario Andrade a Francisco F. Fernández. AGN-AU. Legajo 1846. Mateo de Zúñiga,
quien había sido gobernador de la provincia en la década de 1820, era uno de los principales
terratenientes del departamento de Gualeguaychú.
21 
Periódico de tendencia federal publicado en Gualeguaychú entre 1862 y 1867 en la imprenta
Entrerriana, propiedad de Eugenio Gómez. En su redacción participaban, entre otros, Olegario
Andrade y Francisco F. Fernández.

140
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

periodísticos.22 A pesar de que no conocemos la cantidad real de suscriptores,


podemos inferir que La Democracia fue leída por un número importante de
personas en la ciudad y en otros lugares de la provincia. Un indicio interesante
es el espacio y cantidad de avisos publicados. En enero de 1863, los avisos
ocupaban dos columnas de la última página (cada una se dividía en cuatro co-
lumnas); dos meses más tarde, ocupaban la totalidad de la última página y, en
el mes de diciembre, los avisos ya ocupaban también entre dos y tres columnas
de la anteúltima página. Esta cantidad de avisos se mantuvo casi igual hasta la
desaparición del diario en 1867 y superaba en número a los publicados en los
periódicos que competían con La Democracia, el ya citado El Pueblo Entrerriano
y El Porvenir –editado a partir de 1864–.23 Asimismo, la publicación habitual
de solicitadas concernientes a conflictos entre notables de la localidad (y que
afectaban al honor de los involucrados) es señal de que la palabra publicada
podía llegar a un importante número de personas.
Como fiel exponente de su época, La Democracia no tenía como objetivo
principal informar a los lectores, sino convencerlos de las virtudes de su posición
política y del error de las opiniones y prácticas de los contrarios, en este caso,
la facción federal. Por lo tanto, la polémica era el eje del periódico y atravesaba
casi la totalidad de las notas y comentarios publicados en sus páginas; el sentido
de lo publicado solo adquiere pleno significado en contraste con los discursos
de los periódicos federales.
El grueso de las discusiones se desarrollaba con los redactores de los pe-
riódicos rivales editados en la ciudad, pero también con otros de la provincia,
sobre todo, con El Uruguay, periódico oficial editado en la capital, Concepción
del Uruguay. Los temas de discusión eran variados e incluían tanto cuestiones
de la política local como problemas de la política nacional del momento. Y
se plasmaban en largos editoriales o “colaboraciones” que pretendían reflejar
cierta capacidad erudita de los redactores y también en notas cortas con un
vocabulario coloquial en las que se ridiculizaba a figuras del partido federal
y/o a los redactores de los periódicos contrarios. La polémica continuaba en
la publicación de cartas o solicitadas de particulares que expresaban sus quejas
y –menos frecuentemente– sus elogios por el desempeño de los funcionarios
provinciales o de la Nación. En ocasiones el periódico se constituía también en
22 
Además, sostenía que El Pueblo Entrerriano tenía apenas 130 suscriptores, en su mayoría
funcionarios del gobierno provincial. Estas cifras no eran desmentidas por El Pueblo Entrerriano,
por lo que tal vez fuesen algo cercanas a la realidad.
23 
El Porvenir fue fundado por Olegario Andrade como consecuencia de su alejamiento de la
redacción de El Pueblo Entrerriano por desavenencias con el dueño del periódico, Eugenio Gómez.

141
Mariana Alicia Pérez

un espacio para la disputa privada mediante la publicación de cartas y solicitadas


de los sujetos involucrados en una rencilla, mientras que los otros periódicos
hacían lo propio con los demás contendientes.24

En las vías del progreso y la civilización


La Democracia decía representar las opiniones y sentires del “pueblo”, el que
había encontrado con la aparición del diario un espacio para manifestarse. El
periódico se presentaba así como un órgano que reflejaba la “opinión pública”
(“la voz del pueblo”) y también como un instrumento de transformación de la
sociedad. En palabras de los redactores, La Democracia era “del pueblo y para
el pueblo”.25
El programa ofrecido a los lectores seguía los lineamientos básicos de la
ideología liberal del siglo xix. El periódico se mostraba como un instrumento
para fomentar el progreso y la civilización en los pueblos de la república. Su
propósito era:
Empujar a los pueblos en la ancha vía de progreso y prosperidad que
se abre ante ellos, propender al desarrollo moral, intelectual y material,
aproximándolos al ideal de la perfección que es la ley de las sociedades;
hacerlos dignos de tomar un asiento honorífico en el gran concierto de
las naciones civilizadas del universo; he aquí el fin que deben proponerse
todos los que tengan el orgullo de haber nacido en la patria de Moreno,
Rivadavia y Varela […]. Siendo la libertad la condición de todo progreso,
de todo adelanto y de toda civilización, nuestra bandera será la bandera
de la libertad.26
Especialmente durante el primer año, el periódico ofrecía a los lectores un
programa de modernización de la provincia, que si bien no excluía cuestiones

24 
En general, se trataba de conflictos por cuestiones comerciales o patrimoniales; aunque otro
tipo de rencillas también era reproducido en los periódicos. Por ejemplo, en 1863 una serie de
cartas que polemizaban en torno a la veracidad de un rumor que indicaba que el señor Bobe,
receptor de Rentas de Concordia, tenía amantes; o en 1866 dos parteras de la ciudad mantuvieron
un largo conflicto público por establecer cuál de ellas tenía los títulos valederos para ejercer su
oficio. Es muy probable, también, que tras varias de estas publicaciones subyaciera el objetivo
de deslegitimar a algún oponente político.
25 
Esta es una expresión recurrente en las notas del periódico, especialmente en los primeros
números.
26 
“Nuestro propósito”, en La Democracia, 1/1/1863.

142
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

referentes al “progreso material”, era fundamentalmente político (una vez


iniciada la Guerra del Paraguay, la atención principal viró hacia ese conflicto y
sus incidencias en la política nacional).27
En distintas “colaboraciones”, se expresaban los lineamientos que la pro-
vincia debería seguir en pos de obtener el tan deseado progreso. Según La De-
mocracia, este jamás sería alcanzado si no se eliminaban primero el despotismo
y la arbitrariedad en las prácticas de gobierno en Entre Ríos y para ello era
necesario que “el pueblo no haga prescindencia de sus derechos”.28 La libertad
de imprenta era esencial en este propósito puesto que solo una prensa libre
podía hacer conocer al pueblo sus derechos y denunciar las arbitrariedades del
gobierno. Este, por su parte, debía dar a publicidad todos sus actos para que
pudieran ser juzgados por la ciudadanía.
Uno de los males de la provincia era que no contaba con ciudadanos
formados, para lo cual era necesario el fomento de la educación. Muy a tono
con las ideas predominantes en la época, La Democracia pregonaba que la
educación era “la base de la civilización”. Solo un pueblo educado conocía sus
deberes y derechos, podía hacer frente a los despotismos y lograr el progreso.
De esta forma, entre enero y marzo de 1863 se publicaron extensos artículos
que –amén de argumentar en pos de los beneficios indudables de un pueblo
educado– proponían un programa de “educación popular” para la provincia.
La creación de ciudadanos mediante la educación debía ser acompañada de
una mayor participación política en el marco de la construcción de un sistema
institucional en el que los pueblos o departamentos ganasen autonomía frente
a los poderes provinciales. Aquí podemos hallar ciertos ecos de los postulados
sarmientinos sobre el sistema municipal concebido como la célula básica de los
Estados, en cuyo marco se expresan los intereses de los ciudadanos.29 Aunque
es posible que tal insistencia del periódico obedeciera también a razones de
pragmatismo político: solo a escala local, los liberales podían aspirar a construir
poder a corto o mediano plazo en la provincia. De esta forma, por ejemplo, el
periódico dio gran espacio a la discusión de los términos de una posible “ley
de municipalidades” que eliminaba la figura del jefe político y proponía un
27 
La atención al “progreso material” en el periódico se daba sobre todo en la publicación de
noticias que daban cuenta del desarrollo de nueva infraestructura (construcción de ferrocarriles
o muelles), el descubrimiento de técnicas para el refinamiento de ganado o para el mejoramiento
de la agricultura, etcétera.
28 
“Elecciones”, en La Democracia, 16/1/1863.
29 
Natalio Botana, La tradición republicana. Alberdi, Sarmiento y las ideas políticas de su tiempo,
Buenos Aires, Sudamericana, 1997, pp. 338-405.

143
Mariana Alicia Pérez

gobierno con funcionarios elegidos por los ciudadanos de cada departamento


(la ley finalmente no fue aprobada por la oposición de Urquiza). Para La De-
mocracia, la aprobación de esta ley suponía la posibilidad de coartar el poder
omnímodo que ejercía el jefe político y, a través de él, el ejecutivo provincial
sobre cada uno de los pueblos que componían la provincia. Asimismo, el pe-
riódico inició una campaña para que se instalara en Gualeguaychú un juzgado
de primera instancia para eliminar la dependencia que el departamento tenía
de Concepción del Uruguay en esta materia (lo cual lo llevó a polemizar con
El Uruguay, que defendía las prerrogativas de la capital de la provincia).
Por otro lado, era necesario también cambiar las prácticas electorales. Los
ciudadanos de la provincia debían tener una mayor participación política y se
debía terminar con la larga tradición de imposición del candidato oficial a los
votantes. En pos de ese objetivo, en diversas notas se predicaban los beneficios
de la creación de “clubes electorales” para la discusión y propuestas de candi-
daturas. En 1863, ante la inminente elección para diputados provinciales, La
Democracia instaba a sus lectores y al “pueblo” de Gualeguaychú: “… háganse
clubs, discútanse los candidatos y elevemos al poder la expresión genuina del
pueblo, del que crea que puede hacer su felicidad, velando por sus intereses”.30
Además, un “candidato nacido del pueblo”31 (en el doble sentido de surgido
del voto de los ciudadanos y representante de los intereses locales) sería, para la
lógica de los liberales, “un hombre progresista, amigo del país, de ideas liberales,
ajeno a los odios mezquinos de provincialismo, de sano corazón, que subido al
poder, mande con la ley y no a su antojo”.32
En este escenario de construcción del progreso, los inmigrantes europeos
eran centrales para el periódico. Ya en el primer número, quienes editaban
La Democracia se definían como “partidarios ardientes de la parte extranjera
de la sociedad, de ese elemento civilizador y progresista que acude en busca
de bienestar procurando por trabajo” para los que ofrecían la publicación de
un boletín especial de noticias de Europa. Entre la comunidad extranjera, los
italianos tenían una particular relevancia para el periódico y eran interpelados
en cuanto “liberales” y seguidores de Giuseppe Garibaldi. La identificación de
La Democracia con la comunidad italiana es tributaria directa de los vínculos
que unían en Buenos Aires al partido liberal con los italianos residentes en esa
ciudad. La prensa liberal porteña solía comparar la lucha política de Mitre con

30 
“Seamos republicanos”, en La Democracia, 21/7/1863.
31 
“Elecciones”, en La Democracia, 1/2/1863.
32 
“Seamos republicanos”, en La Democracia, 21/7/1863

144
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

la de Garibaldi por la unidad italiana y la comunidad italiana de Buenos Aires


colaboraba abiertamente con el partido liberal.33
Además, la importancia otorgada a la inmigración europea se manifestaba,
por ejemplo, en la preocupación por consignar la cantidad de inmigrantes que
iban arribando mes a mes al puerto de Buenos Aires. Mediante pequeños suel-
tos, los lectores de Gualeguaychú podían informarse de la promisoria llegada
de nuevos habitantes al país: “por la barca francesa Collao habían llegado 76
inmigrantes”; “se espera de un momento a otro 60 inmigrantes de Génova”,34
etcétera. También, en las notas que lamentaban la escasez de europeos que ele-
gían la provincia para asentarse a pesar de sus riquezas naturales y la facilidad
de sus ríos para el comercio.
Asimismo, dado que la disputa política era presentada como el enfrenta-
miento entre “la civilización y la barbarie”, las referencias a los valores positivos
de Europa y a los europeos como agentes de civilización y como sujetos clave
en la derrota del “atraso” y las “costumbres bárbaras” constituían uno de los
núcleos centrales de la línea editorial. A su vez, este discurso era acompañado
de otro que insistía en la importancia que tenían para Gualeguaychú los euro-
peos residentes en la ciudad y abogaba por su plena integración en la sociedad
local. Por ejemplo, con motivo de los festejos por un nuevo aniversario de la
Revolución de Mayo, un redactor escribía:
Los Sres. extranjeros que estén vinculados al país por afecciones de familia,
o por una larga residencia en la tierra hospitalaria donde su laboriosidad
han alcanzado un porvenir, tienen derecho como los argentinos al regocijo
público, y, no dudamos, que unos y otros sentiremos un grato placer al oír
entonar el Himno Nacional Argentino por nuestros hijos.35
La ponderación positiva de Europa y los europeos, si bien no estaba ausen-
te, era muy marginal en los discursos de los periódicos federales, abocados de
lleno a una política de oposición a Buenos Aires y en defensa de las autonomías
provinciales. Es más, a diferencia de La Democracia, que utilizaba el término
“extranjero” como equivalente a “inmigrante europeo”, los periódicos federales
le daban en determinados contextos otro significado y con una carga peyorativa.
Con frecuencia, el término era utilizado para identificar a quienes apoyaban
33 
David Rock, La construcción del Estado y los movimientos políticos en la Argentina, 1860-1916,
Buenos Aires, Prometeo, 2006, pp. 53-56. La Democracia otorgaba espacio destacado a las noticias
de Italia y especialmente a las referidas a Garibaldi.
34 
“Noticias generales”, en La Democracia, 11/1/1863 y 13/12/1863.
35 
“25 de Mayo”, en La Democracia, 24/4/1863.

145
Mariana Alicia Pérez

la política mitrista puesto que los federales concebían como imposible que los
nacidos en Entre Ríos apoyasen una política que proponía la “servidumbre”
de la provincia.
Por otro lado, consideraban el discurso pro europeo de La Democracia
como la expresión de una política aduladora y casi servil hacia Europa y reivin-
dicaban aquellos gestos de Rosas por preservar la independencia política de las
provincias del Plata.36 De esta forma, definían a La Democracia como “prensa
extranjera” y denunciaban que solo era leída por “unos cuantos extranjeros” sin
interés alguno en los destinos de la provincia.37 La Democracia, por su parte,
interpretaba estas acusaciones como manifestaciones de aversión a la civilización
y extremaba sus expresiones de orgullo por tener entre sus lectores a la mayoría
de la población extranjera de la ciudad (aunque, se aclaraba, el grueso de los
lectores del periódico eran entrerrianos).
En suma, en las bases del progreso en la provincia yacían el imperio de
la ley, la libertad de opinión, elecciones libres y una ciudadanía “civilizada”
consciente de sus derechos y obligaciones y portadora de valores y costumbres
europeas. Pero, según La Democracia, un gran obstáculo se interponía entre el
progreso y el atraso: los federales.

Combatir la anarquía y la barbarie


Casi como un cliché se reiteran a lo largo de los cuatro años de existencia del
periódico las imágenes de un partido federal que, devenido en facción, aglutinaba
en su seno todos los males que aquejaban a la república.
Insertos en una polémica constante con El Pueblo Entrerriano y con El
Porvenir, los redactores de La Democracia no escatimaban duras definiciones
hacia la facción política rival: “ordas de asesinos”; “obreros de la anarquía”;
“herederos del trapejo ensangrentado de Rosas”, eran algunos de los epítetos
con los que gustaban describir a los federales. En sintonía absoluta con el
discurso antifederal desplegado por el partido unitario desde hacía décadas, el
federalismo era representado como la barbarie, el despotismo, la anarquía y el
atraso. En contraposición, el partido liberal encarnaba la civilización, el imperio
de la ley, la unión nacional y el progreso. La formulación de estos antagonismos
36 
Por ejemplo, “Ni odio ni adulación”, en El Porvenir, 20/6/1866. A pesar del discurso marca-
damente pro europeo, La Democracia mantuvo una firme opinión en contra de la agresión de
España a Perú en 1864.
37 
Por ejemplo, “¿Cuántos son?”, en El Pueblo Entrerriano, 6/3/1863.

146
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

no era exclusiva de la prensa liberal. Sin embargo, la antinomia “civilización


vs. barbarie” formaba parte del repertorio común de la argumentación política
de la época y era una herramienta muy usual para deslegitimar al contrario.
Así, este tipo de argumentación estaba presente también en los periódicos de
cuño federal; la diferencia radicaba en cómo se definían los grupos y qué lugar
ocupaban unos u otros en el esquema.38
Claramente, para los redactores de La Democracia, la batalla de Pavón y
la llegada de Mitre a la presidencia suponían el comienzo de una nueva etapa
en la historia argentina, definida por el triunfo definitivo del progreso, del
imperio de la ley, de la paz y la unión de la república. El partido liberal y el
gobierno nacional representaban los intereses de todas las provincias y el sentir
de los “buenos argentinos”. Por el contrario, los federales expresaban el pasado
y pregonaban la anarquía y la desunión de las provincias.
De esta forma, la constante prédica de El Pueblo Entrerriano y El Porvenir
contra lo que consideraban el avasallamiento de las autonomías provinciales y
el carácter represivo del gobierno del presidente Mitre era interpretada por los
redactores de La Democracia como la supervivencia de un anticuado “provin-
cialismo” y como la expresión del “espíritu de facción” que había dividido a la
república durante décadas y que se negaba a desaparecer.39
Ciegos o impotentes frente a los cambios irreversibles que se estaban pro-
duciendo en la república, los federales no querían otra cosa que la guerra con
el gobierno nacional para volver al orden político anterior, cuando reinaba la
anarquía y era posible gobernar fuera de la ley y sin el apoyo de la ciudadanía.40
De esta forma, de triunfar no harían más que imponer sus tradicionales formas
de ejercicio político, marcadas por la concentración del poder en la figura de los
caudillos “prescindiendo de todas las formas y todos los principios”, transgre-

38 
Sobre la antinomia “civilización y barbarie” como estructurante del discurso político deci-
monónico, ver Maristella Svampa, El dilema argentino. Civilización o barbarie, Buenos Aires,
Taurus. 2006. Un análisis en la prensa del período, en María José Navajas, “Polémicas y con-
flictos en torno a la Guerra del Paraguay: los discursos de la prensa en Tucumán, Argentina
(1864-1869)”, en Nuevo Mundo Mundos Nuevos, coloquios, 2009 [en línea]. Puesto en línea:
15/1/2009. Consultado: 25/6/2012.
39 
Así, por ejemplo, ante los resquemores de los periódicos federales por el traspaso de las rentas
aduaneras a la esfera del gobierno nacional, Eulogio Enciso escribía: “… predicar el provincialismo
exagerado es predicar la desunión, es marchar a la anarquía, es querer la guerra, sin que haya para
hacerla ningún pretexto”. “El Provincialismo”, en La Democracia, 18/3/1863.
40 
La cronología sobre el fin de ese pasado de anarquía y despotismo no es del todo precisa. En
algunas notas termina con la derrota de Rosas, en otras con la batalla de Pavón.

147
Mariana Alicia Pérez

diendo “todos los derechos del ciudadano” y realizando “ejecuciones bárbaras


al compás de la resbalosa”.41
Era tarea primordial del partido de “la libertad” luchar contra el “círculo
raquítico” que propugnaba la guerra para volver al pasado: “[debemos] impedir
siempre la anarquía, horrible monstruo que después de defundir por todo; el
llanto y la desolación, engendra casi siempre otro más cruel y sanguinario aún,
la tiranía que todo anonada, envilece y aniquila”.42
Para los redactores de La Democracia, los federales no representaban el
verdadero sentir del pueblo entrerriano que no quería la guerra ni “odiaba a un
pueblo hermano” (Buenos Aires) y apenas expresaban el deseo de un “pequeño
círculo” cuya actividad política estaba guiada por el “egoísmo de unos pocos”.
Además, y sobre todo, en esta lucha los liberales contaban con la certeza de
la legitimidad de su postura. El gobierno de Mitre actuaba de acuerdo con
la Constitución jurada por la totalidad los pueblos de la república. Quienes
proponían el llamado a la desobediencia al gobierno nacional, sencillamente
actuaban fuera de la ley: “La cuestión está resuelta legalmente, sino al gusto de
los obreros de la destrucción, conforme a los deseos e intereses de los pueblos
Argentinos. Lo repetimos: solo [les] queda un camino: LA REVOLUCIÓN”.43
Por último, La Democracia señalaba el discurso “disolvente” de la prensa
federal como una de las causas principales del atraso en el que estaba sumida
la provincia a pesar de sus grandes riquezas naturales. En palabras del editor,
“… el mal que nos aqueja proviene de la prédica sediciosa de la prensa, que
mantiene en continua alarma al pueblo, incitándolo a la rebelión, lo que pone
en desconfianza el extranjero que en el exterior leen estos periódicos”.44 En 1863
un cronista notaba que, sin seguridad sobre la paz, “los capitales y la inmigración
huyen de esta provincia”. Cuatro años más tarde, el lamento continuaba: Entre
Ríos “decae día a día, por la falta de brazos y por la paralización que se nota en
todos los ramos del comercio, de la industria y de la agricultura”.45
Pero además del discurso anarquizante de la prensa, había otro responsable
de la crisis y decadencia de la provincia. Urquiza y sus prácticas autocráticas de
ejercicio del poder eran el otro mal que impedía que el progreso se concretara.

41 
“Sobre la cuestión histórica”, en La Democracia, 20/2/1863.
42 
“Unión, paz y libertad”, en La Democracia, 3/2/1863
43 
“No hay de qué”, en La Democracia, 16/1/1863
44 
“La decadencia de Entre Ríos”, 9/1/1867.
45 
“Empieza a dar sus frutos”, 11/3/1863; “La decadencia de Entre Ríos”, 9/1/1867; “No con-
siguen sus fines”, 28/9/1866.

148
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

La figura de Urquiza
A diferencia de otras figuras constantemente invocadas por el periódico, que
reunían cualidades enteramente virtuosas (Rivadavia, Mitre) o que, por el con-
trario, representaban la esencia de los males que habían aquejado a la Argentina
(Rosas, Peñaloza), la figura del general Urquiza se presentaba más ambivalente.
Por un lado, Urquiza era el jefe del partido federal y antiguo aliado del
“tirano” Rosas. Esta cualidad era constantemente señalada por los redactores,
envueltos en la disputa por definir quiénes eran los verdaderos autores de la caída
de Rosas en 1852: si Urquiza como jefe del ejército que lo derrotó en Caseros
o si los “proscriptos” del partido unitario. Para La Democracia, no había dudas
de que estos últimos eran los verdaderos artífices de la caída del gobernador de
la provincia de Buenos Aires: cuando Urquiza se encontraba todavía “al servicio
del tirano Rosas”, los exiliados en Montevideo luchaban denodadamente por
la libertad de la patria. De esta forma, Urquiza era presentado como un sujeto
que oportunamente se sumó a la cruzada por la libertad sin que esta haya sido
su auténtica bandera.46 Puesto que Urquiza en realidad representaba al “par-
tido del caudillaje”, en Entre Ríos no se respetaban las garantías a la libertad
individual ni a la propiedad privada, la ley era “violada constantemente” y la
prosperidad material era inexistente. Esta situación llevaba más de treinta años
sin cambios puesto que desde hacía ese tiempo gobernaba “el partido rojo,
con el General Urquiza a la cabeza”. Urquiza era, entonces, responsable de la
existencia de un aparato institucional arcaico propio de las provincias bajo un
régimen autocrático (la renuencia del caudillo a eliminar a los jefes políticos y a
reformar el sistema electoral era denunciada con vehemencia por los redactores
de La Democracia como un ejemplo de su tendencia casi natural al despotis-
mo) y de la consecuente perduración de las prácticas autoritarias y arbitrarias
de los distintos funcionarios provinciales, los que eran definidos como meros
servidores del caudillo. Por lo tanto, el verdadero progreso de la provincia no
podría ser alcanzado mientras Urquiza siguiese en el poder.
Sin embargo, el caudillo tenía la virtud de mantener una “conducta sumisa
y respetuosa frente al gobierno nacional”.47 En efecto, a partir de 1862 Urqui-
za eligió la política de respeto y subordinación a las autoridades nacionales.
Esta política contrastaba vivamente con los discursos de parte del federalismo
46 
Existe, por otro lado, un silencio sobre el período de Urquiza como presidente de la Confede-
ración Argentina en marcado contraste con los discursos de los periódicos de tendencia federal
que hacen hincapié en esa etapa del accionar político del caudillo.
47 
“Vamos contestando”, en La Democracia, 11/1/1863.

149
Mariana Alicia Pérez

entrerriano, que incitaban a la rebelión contra el gobierno de Mitre. Las discre-


pancias se acentuaron aún más luego de iniciada la guerra del Paraguay, cuando
el grueso del federalismo se alineó con los intereses paraguayos, mientras que
Urquiza siguió fiel al gobierno nacional y apoyó la guerra. Estas diferencias
dentro del partido federal eran retomadas por La Democracia para denostar a sus
enemigos más acérrimos: “los anarquistas”, es decir, los federales que proponían
una política de impugnación absoluta al gobierno de Mitre y cuyas ideas eran
expresadas por los dos periódicos rivales de La Democracia en Gualeguaychú.
Así, en numerosas notas, los redactores del periódico contrastaban la “actitud
pacífica” del jefe del partido con la sostenida por sus pretendidos seguidores.
El recurso de mostrar las diferencias dentro del federalismo aumentó luego de
1865, cuando la atención al conflicto paraguayo devino en el interés central
del periódico y las referencias al “patriotismo” de Urquiza, en contraste con las
posturas a favor del “sultán paraguayo” de los federales entrerrianos, se transfor-
maron en uno de los argumentos preferidos de La Democracia para deslegitimar
a sus antagonistas políticos. En consonancia, a partir de 1865 menguaron las
críticas hacia su figura y las causas del atraso evidente de la provincia fueron
exclusivamente atribuidas a la propaganda “disolvente” de la prensa federal. Sin
embargo, la política seguida por Urquiza no lo transformó –a los ojos de los
propios liberales de Gualeguaychú– en un franco aliado. Por el contrario, tal
como La Democracia señalaba con insistencia, Urquiza continuaba financiando
los periódicos que abiertamente se oponían a la guerra y a la política de Mitre
y que incluso, con cada vez menos disimulo, censuraban su propio accionar
como jefe del partido federal. Esto era algo desconcertante:
Pero lo que nadie alcanza a comprender es como esa prensa, que la opinión
pública señala como sostenida por el gobierno y el general Urquiza, se
exprese en términos tan insolentes y con un lenguaje indigno de escritores
decentes, cuando el gobierno y el General Urquiza en sus actos oficiales se
muestran adictos a la política del Presidente de la República y cooperan al
triunfo sobre López. […] Es tan chocante esta contradicción que la mente
se resiste a creer en tamaño embolismo.48
Las contradicciones dentro del partido federal eran cada vez más evidentes
y parecían confundir incluso a sus oponentes políticos.49

“¿Qué quieren?”, en La Democracia, 8/8/1866.


48 

Sobre la crisis dentro del partido federal entrerriano, ver Amalia Duarte, Urquiza y López Jor-
49 

dán. Op. cit. y Roberto Schmit, “El poder político entrerriano en la encrucijada de cambio…”.
Op. cit., pp. 119-145.

150
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

Los límites del proyecto liberal en Entre Ríos


En noviembre de 1862, apenas conocida la noticia de la pronta edición de
un periódico liberal en Gualeguaychú, El Pueblo Entrerriano inició una dura
campaña contra el que sería su próximo rival. En notas generalmente breves,
los redactores dejaban claras sus opiniones negativas sobre la nueva publicación:
para ellos, no sería más que un órgano de propaganda liberal que se proponía
“civilizar” la provincia de Entre Ríos y defender los intereses de Buenos Aires.
Una vez aparecido La Democracia, las críticas arreciaron. Según El Pueblo
Entrerriano, no era más que “un periódico importado de afuera, con escritores
y elementos extraños”50 y sus redactores, a pesar de sus palabras de elogio al
pueblo de Entre Ríos, apenas podían disimular el desprecio que sentían hacia
la provincia y sus habitantes, plenamente identificados con el federalismo.
La prédica descalificatoria desplegada por El Pueblo Entrerriano (a la que
se sumaron otros periódicos de la provincia) sin duda obedecía a las reglas
periodísticas de la época: la prensa era el reflejo de las prácticas políticas impe-
rantes, en las que primaba la desautorización absoluta del oponente político.
Sin embargo, tal actitud es síntoma de cierto temor por los efectos “disolventes”
que la aparición de La Democracia podría tener en la política entrerriana. En
efecto, los planes de publicar un periódico liberal en Gualeguaychú habían
traído gran preocupación en las filas del federalismo entrerriano. Un mes antes
de su salida, varios actores, vinculados a la política y a la prensa de la provincia,
manifestaban en correspondencia privada sus temores frente al nuevo periódico,
que estimaban “propagaría ideas disolventes” y sembraría “una mala semilla”
en el “pueblo entrerriano”.51
La preocupación no se limitaba a los efectos negativos que la propaganda
liberal tendría sobre el federalismo en Entre Ríos, también corrían rumores
sobre otros planes políticos de los liberales en los que el periódico sería un
instrumento más para conseguir sus fines. Según los federales, los liberales de
Gualeguaychú presionarían para que se destituyese a los federales de los empleos
públicos nacionales en la provincia (y bregarían para que solo liberales ocupasen
esos puestos) e intervendrían en las elecciones para suceder a Urquiza en la

50 
“Vamos contestando”, en El Pueblo Entrerriano, 7/1/1863.
51 
Francisco F. Fernández a Olegario Andrade. AGN-AU. Legajo 1846. La misma preocupación
se observa en la correspondencia de Urquiza con Andrade y con Luciano González a fines de
1862 (AGN-AU. Legajo 1713).

151
Mariana Alicia Pérez

gobernación (un rumor señalaba que propondrían la candidatura del general


Hornos como gobernador).52
Los temores frente a las posibilidades políticas de los liberales resultaron, en
gran medida, infundados. Los liberales no lograron construir una red política
lo suficientemente fuerte como para intervenir en las elecciones y disputar el
poder a nivel local. A pesar de las prédicas en pos de la formación de “clubes
políticos”, estos nunca se concretaron (según las crónicas de El Pueblo Entre-
rriano, los intentos en tal dirección no pasaron de reuniones a las que asistió
una decena de personas).53 Tampoco lograron concertar apoyos para presentar
candidatos en ninguna elección (en 1863, cuando se debió elegir un candidato
por el departamento para diputado provincial, Eulogio Enciso, en un acto
meramente simbólico, se presentó como candidato y recibió un único voto,
presumiblemente el suyo).
Un poco más de suerte tuvieron en el objetivo de desplazar a los federales
de los puestos en la administración pública nacional. Juan Casacuberta, redac-
tor del periódico y uno de los más fervientes liberales, consiguió el puesto de
administrador de correos luego de que el anterior, de abierta simpatía federal,
fuese destituido. Asimismo, Emilio Onrubia, quien también colaboraba en la
redacción de La Democracia, fue nombrado vista de aduana en 1863, para lo
cual fue desplazado de ese puesto un conocido federal de la ciudad.54
Los intentos por extender sus redes políticas más allá del espacio del de-
partamento de Gualeguaychú tuvieron un éxito acotado. Si bien a partir de
1865 en Gualeguay se editó un periódico que contaba con las simpatías de La
Democracia y en el que escribían algunos de sus redactores,55 este departamento
estaba política y económicamente muy vinculado a Gualeguaychú, por lo que la
publicación de dicho periódico no expresa la expansión de la influencia liberal
hacia un nuevo espacio, sino la consolidación de las redes políticas y económi-
52 
Por ejemplo, “La empleomanía”, en El Pueblo Entrerriano, 3/12/1862; “¿Qué hay de nuevo?”,
en El Pueblo Entrerriano, 30/11/1862. Francisco F. Fernández a Olegario Andrade. AGN-AU.
Legajo 1846.
53 
“Reunión electoral”, en El Pueblo Entrerriano, 6/3/1863.
54 
Este nombramiento produjo amargas críticas por parte de O. Andrade, que lo interpretaba
como un avance de los porteños sobre la provincia de Entre Ríos. Olegario Andrade a J. J.
Urquiza, AGN-FU. Legajo 1716.
55 
Nos referimos al periódico El Gualeguay. Según Aníbal Vázquez, este periódico se habría editado
desde principios de la década de 1860. Sin embargo, hacia 1865 tomó un claro rol opositor,
lo cual se aprecia en las notas elogiosas publicadas en La Democracia y en la correspondencia
de Urquiza y Victorica. Este cambio coincide con la asunción como redactor principal de Juan
Cruz Medina, conocido opositor a Urquiza y al partido federal.

152
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

cas ya existentes.56 Por otro lado, a fines de 1864 los liberales trasladaron parte
de una imprenta desde esa ciudad a Victoria para fundar un periódico al que
llamaron El Amigo del Pueblo57 y cuyo redactor principal fue Emilio Onrubia
(a quien nos referimos antes).58 Posiblemente la elección de Victoria para
fundar un nuevo periódico se debiese a los vínculos que Onrubia tenía allí,
puesto que uno de los accionistas del nuevo periódico era su tío, Gregorio de
la Puente.59 De modo similar a lo sucedido cuando apareció La Democracia, la
creación de este periódico provocó cierto resquemor entre los federales. Según
Julio Victorica, se trataba de otro “papelucho asqueroso como La Democracia”
cuyo objetivo era “sembrar la discordia en este pueblo [Victoria] para extender
la política salvaje unitaria”.60 Semanas más tarde, corrieron rumores de que
el periódico contaba con un gran número de “accionistas”, lo que provocó la
preocupación de Urquiza y la consecuente solicitud de explicaciones al jefe
político, que desmintió la popularidad de El Amigo del Pueblo.61 No obstante
la inquietud provocada tras la aparición del periódico en las filas de federalis-
mo, no encontramos indicios de que los liberales hayan logrado incidir con
efectividad en la política de Victoria.
A pesar de los límites de los liberales para integrarse al poder político pro-
vincial, sin duda la presencia de La Democracia era irritante y hasta percibida
como peligrosa por los federales. Por ejemplo, en marzo de 1863, el jefe político
de entonces, Reinaldo Villar, inició las gestiones para acusar judicialmente a La
Democracia por el contenido de una solicitada sobre el maestro de la escuela
pública local, el señor Landa. Según Villar, el periódico había insultado al pueblo
de Gualeguaychú y de no poner límites a sus publicaciones pronto la vida en
el departamento sería peor que la llevada por “los salvajes de la pampa”. En el
mismo mes, Waldino Urquiza (hijo del gobernador) y Mariano Martínez (jefe
político de Concordia) acusaron judicialmente al periódico de difamación por
las notas publicadas de daban cuenta de la participación activa de ambos en una
protesta violenta (“mazohorcada”) contra los funcionarios de la administración

56 
De hecho, tanto en La Democracia como en los periódicos federales, las noticias sobre Gualeguay
ocupaban un lugar destacado y cada periódico tenía un corresponsal en dicho departamento.
57 
Aníbal Vázquez, Periódicos y periodistas de Entre Ríos. Op. cit., p. 102.
58 
Ibídem.
59 
José María Victorica a Urquiza, enero de 1865. AGN, Fondo Victorica. Legajo 3137.
60 
Ibídem.
61 
Pedro Caminos a Urquiza, enero de 1865. AGN-AU. Legajo 1732.

153
Mariana Alicia Pérez

nacional en Concordia.62 Si bien ambas acusaciones no prosperaron, son muestra


de que lo publicado, lejos de ser inocuo, tenía efectos sobre la vida política local.
Junto con la palabra publicada en el periódico, los liberales intervenían en
la política por otros medios con resultados también irritantes para sus opo-
nentes. Los cafés de la ciudad eran ámbitos habituales de sociabilidad política,
los liberales se reunían en el café del Hotel Italia en la calle 24 de Enero, los
federales en el Café Republicano en la calle India Muerta. Allí se conversaba de
política y se solía poner en duda la honorabilidad de los rivales y sus familias.
Por ejemplo, El Pueblo Entrerriano en su campaña contra La Democracia solía
denunciar la baja moralidad de sus redactores, a los que acusaba, entre otras
cosas, de reunirse todas las tardes en un café en el que “con el mayor descaro se
ocupan en difamar la honra de las familias y vecinos de Gualeguaychú”.63 De
esta forma, las rencillas personales entre liberales y federales no eran infrecuentes.
Unas semanas antes de la aparición de La Democracia, uno de sus redactores,
Juan Casacuberta, tuvo un fuerte entredicho con uno de los redactores princi-
pales de El Pueblo Entrerriano, Olegario Andrade, que derivó en una demanda
judicial de este último.64 En el mes de abril de 1863, otro redactor e impor-
tante comerciante de Gualeguaychú, Juan Cortines, tuvo un enfrentamiento
con el jefe de policía, al que incluso amenazó con un arma. En diciembre de
1865, Romualdo Hermelo, sargento mayor del ejército entrerriano, intentó
asesinar primero a Juan Cortines en su negocio y luego a Luis Vidal cuando
este se hallaba jugando al billar en el Hotel Italia. Los enfrentamientos entre
los liberales y el sargento mayor no eran recientes, La Democracia atacaba su
figura con frecuencia dado que Hermelo era un conocido partidario de López
Jordán, contrario a la guerra con Paraguay y sospechoso de alentar los desbandes
de Toledo. Aparentemente, la furia del sargento mayor se desencadenó cuando
fue licenciado luego de los sucesos de Toledo y regresó a Gualeguaychú. Allí se
enteró de que dos sujetos desconocidos se habían presentado en su casa para
darle a su mujer –que estaba encinta– la noticia falsa de que Urquiza lo había
pasado por las armas. En base a su enfrentamiento con el periódico, no dudó
en identificar a los redactores de este como los autores de la pesada broma.65
62 
“Acusación”, en La Democracia, 11/3/1863. Urquiza a Manuel Leiva, marzo 1863. AGN-AU.
Legajo 1715.
63 
“Son audaces e insolentes”, en El Pueblo Entrerriano, 4/3/1863.
64 
A pesar de que existen varias cartas y notas periodísticas que aluden al incidente, en ninguna
se explica en qué consistió el supuesto ataque y dichos injuriosos de Casacuberta hacia Andrade.
65 
Reinaldo Villar a Justo J. Urquiza. AGN-AU. Legajo 1799. José Cortinez a José Haedo,
Luis Vidal a José Haedo, diciembre de 1865. Archivo Histórico de la Provincia de Entre Ríos

154
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

El encono hacia el círculo liberal no era exclusivo de un grupo de figuras


del partido federal, sino que estaba presente en gran parte de la sociedad de
Gualeguaychú. La prédica de La Democracia era contraria a la larga tradición
de defensa de la autonomía provincial y a un marcado sentimiento antiporte-
ño presente en la sociedad entrerriana. Los redactores del periódico eran bien
conscientes del escollo que esto suponía para su propuesta política y ya desde el
primer número dedicaron un espacio importante a refutar las acusaciones dirigi-
das a La Democracia de “periódico extranjero” y al partido liberal de “porteño”.
El periódico, que no ocultaba el origen porteño de su redactor principal ni sus
simpatías por Buenos Aires, sostenía que su patria “era el universo entero” y no
se cansaba de señalar que todas las provincias (con especial énfasis en Buenos
Aires) eran “hermanas”. En contraste con sus oponentes políticos que se iden-
tificaban fundamentalmente como “entrerrianos”, su identidad política no se
correspondía con un espacio territorial, sino que era propia de “los hombres
honrados” y de “buenas ideas”.66 En la misma línea argumentativa, en la que la
identidad provinciana era marginal o incluso censurada como la rémora de un
pasado a superar, el periódico enfatizaba sus simpatías hacia los europeos que
residían en la provincia, los cuales eran definidos como agentes fundamentales
de la civilización y el progreso.
El discurso europeizante del periódico despertó el apoyo de una parte
importante de la comunidad europea en la ciudad. Un indicio importante lo
constituyen los avisos publicados. Entre ellos hay un número considerable de
avisos dirigidos a los extranjeros residentes en Gualeguaychú, en los que se
comunica la partida de buques hacia Europa, se publicita a los agentes que
venden la prensa de la comunidad italiana y española editada en Buenos Aires
o se anuncian actividades de las colectividades de inmigrantes.67 En contraste,
estos tipos de anuncios estaban totalmente ausentes en la prensa federal.
Por otro lado, durante la guerra del Paraguay, La Democracia se volvió vocero
de los grupos que apoyaban la guerra. Junto con notas, editoriales y solicitadas
favorables al conflicto con Paraguay, el periódico publicitaba la compra de cua-
dros alusivos a los triunfos de los ejércitos de la Alianza y de retratos de militares

[AHPER], Serie XII, Jefatura Política, Legajo 6, Reinaldo Villar al gobernador Domínguez,
diciembre de 1865.
66 
“Al pueblo Entrerriano”, en La Democracia, 1/1/1863.
67 
Algunos avisos incluso están escritos en italiano. Es interesante también el hecho de que uno
de los agentes que vendían periódicos de las colectividades extranjeras era un redactor de La
Democracia, Juan Casacuberta. Luis Vidal, por su parte, era el agente del periódico Correo de
Ultramar, publicación dedicada a noticias europeas editado en Buenos Aires.

155
Mariana Alicia Pérez

caídos en el frente paraguayo (devenidos en héroes de la causa nacional) y sus


redactores eran los principales organizadores de los festejos públicos por los
triunfos de los aliados (amén de que –al menos– dos de ellos, Emilio Onrubia
y Eulogio Enciso, se alistaron como voluntarios para luchar en el frente). Ade-
más, La Democracia colaboraba con ahínco en las colectas para los inválidos
de guerra y subrayaba la poca disposición de sus rivales periodísticos para el
éxito de tales empresas solidarias.68 Los europeos –sobre todo los miembros de
la colectividad italiana– apoyaban la guerra y participaban activamente en los
actos organizados para festejar los triunfos de los ejércitos aliados. Esta práctica
era duramente criticada por los periódicos federales y fuertemente aplaudida
por La Democracia, que consideraba a esos extranjeros “verdaderos patriotas”
y “defensores de la causa nacional” en contraste con la actitud de quienes se
oponían a la guerra, los cuales eran calificados de “traidores a la patria”.69
Por el contrario, el grueso de la sociedad entrerriana repudiaba la política
seguida por el gobierno nacional e interpretaba el conflicto con el Paraguay
como una expresión más de la secular lucha de partidos que enfrentaba a los
unitarios (o porteños) con los federales. Para gran parte de los entrerrianos, tras
la invasión del general Flores al Uruguay y el posterior comienzo de la guerra de
la Triple Alianza estaban los intereses de Buenos Aires, ajenos a los de Entre Ríos.
El sitio de Paysandú por parte de las tropas brasileñas a favor del general
Flores produjo gran rechazo entre los entrerrianos. Luego de la derrota de los
blancos, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay se convirtieron en refugio
de emigrados orientales, que desplegaron una activa práctica política contra
el partido colorado y los liberales, en consonancia con grupos de federales
críticos a Urquiza. Del mismo modo, la guerra del Paraguay fue muy resistida.
La prensa federal, sobre todo la de Gualeguaychú, fue vocera activa de dicha
disconformidad y los desbandes del ejército entrerriano de Basualdo y Toledo
en 1865, la expresión máxima de la oposición del pueblo entrerriano a la guerra.
En este contexto, el discurso de La Democracia, favorable a los colorados
y a la Triple Alianza contra Paraguay, resultaba muy irritante para el federa-
lismo local. En tal sentido, la agresión por parte del sargento mayor Hermelo
no fue un hecho aislado y podemos suponer que fue la expresión extrema de
una serie de pequeños enfrentamientos que involucraban a los redactores del
periódico y otros simpatizantes del partido liberal con sujetos identificados

68 
El contraste con los periódicos federales es notable.
69 
“Acto patriótico de la comunidad italiana”, en La Democracia, 8/6/1866; “Contraste chocan-
te”, en La Democracia, 27/6/1866; “¿Quiénes son los traidores?”, en El Porvenir, 22/6/1866.

156
Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

con el federalismo en la provincia.70 Aunque las agresiones no siempre eran


individuales. En noviembre de 1864 (en pleno desarrollo desarrollo del sitio
brasileño a Paysandú) se organizó una manifestación contra el ya citado Luis
Vidal, vicecónsul de Brasil y uno de los principales redactores de La Democracia.
La violencia de los manifestantes casi culminó en el asalto a la imprenta, lo
cual fue impedido por las autoridades.71 De esta forma, el saqueo e incendio
de la imprenta de La Democracia por un grupo de desconocidos en la noche de
carnaval de 1867 no fue sorpresivo, sino la consecuencia de la intensificación
de la conflictividad política en la provincia.
Esta se expresaba en la radicalización de los discursos contrarios al gobierno
de Mitre y de las críticas hacia Urquiza en la prensa local. La prédica favorable
al Paraguay y los llamados constantes a la revuelta contra el gobierno nacional
llevaron a que, a fines de enero de 1867, este último ordenara al gobernador
Domínguez la clausura El Eco de Entre Ríos y El Paraná (periódicos editados
en Paraná) y de los rivales de La Democracia en Gualeguaychú, El Porvenir y
El Pueblo Entrerriano.72
La clausura de dichos periódicos fue un triunfo efímero de los liberales,
que no sospechaban lo que el futuro le deparaba al de ellos. Como vimos, en
la noche del 4 de febrero, la imprenta fue destruida, lo cual supuso el fin de la
edición de La Democracia. Los autores del hecho nunca fueron oficialmente
identificados; por lo tanto, no hubo castigos. Es muy probable que las autori-
dades no hayan buscado con demasiada energía –a pesar de las declaraciones
del jefe político en las que manifestaba su repudio a los hechos y su promesa de
un rápido esclarecimiento–. En esta ocasión, liberales y federales coincidían en
señalar la pasividad de las autoridades locales frente a los desmanes. Una nota
publicada en La Tribuna de Buenos Aires denunciaba que la policía “pasó por

70 
El apoyo de la colectividad italiana a la guerra parece haber sido casi unánime. Esto se aprecia
en las notas críticas que los periódicos federales publicaban sobre quienes apoyaban la guerra en
Gualeguyachú, en las que las referencias a las manifestaciones públicas de los italianos a favor
de la guerra son recurrentes.
71 
Correspondencia entre Rufino Elizalde y el gobernador Domínguez (3/11/1864 y 8/11/1864)
y nota de la delegación Imperial del Brasil a Rufino Elizalde (6/11/1864), en Documentos relativos
a la organización nacional de la República Argentina, Tomo II, Buenos Aires, Facultad de Filosofía
y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1912, pp. 95-98.
72 
Reinaldo Villar a Nicanor Molinas, 3/2/1867. AHPER, Serie XII, Gobierno, Jefatura Política.
Nota de Guillermo Rawson al gobernador Domínguez, 26/1/1867, en Documentos relativos a la
organización nacional de la República Argentina. Op. cit., p. 109.

157
Mariana Alicia Pérez

la imprenta en el momento del incendio y ni se paró a informarse” y que “el


sacristán se negó a tocar fuego cuando fue requerido para ello”.73
Por su parte, Olegario Andrade, desde las columnas de La Regeneración
(periódico federal editado en lugar del clausurado El Porvenir) y con evidente
ironía, se preguntaba cómo era posible que no hubiese testigos para identificar
a los autores del hecho considerando que ocurrió durante la noche de carnaval
–cuando las familias se retiran tarde a sus hogares– y en un lugar céntrico de
la ciudad. No había dudas de que la destrucción de la imprenta contaba con
la simpatía del “pueblo de todas las clases y todas las condiciones sociales”.74
En un sentido similar, pero sin admitir que los saqueadores contaban con
la simpatía del “pueblo”, La Tribuna señalaba que en los desmanes habían
participado tanto personas “de posición respetable” como “gente insignificante
de la chusma” de la ciudad. El Nacional, por su parte, describía el hecho como
“una pueblada de entrerrianos y emigrados orientales”.75
También los periódicos acordaban en las razones que habían llevado a la
destrucción de la imprenta: la política pro porteña y pro brasileña llevada a
cabo por La Democracia. Tal discurso resultaba intolerable en una sociedad
fuertemente marcada por la identidad federal, en la que sobresalía la defensa
de la autonomía provincial y un sentimiento antiporteño. El proyecto liberal
de sentar las bases para una oposición al régimen de Urquiza, sin vínculo con
las tradiciones políticas entrerrianas y por fuera de la estructura política local,
se revelaba imposible. La verdadera amenaza al poder del caudillo solo se podría
gestar dentro del partido federal y estallaría apenas tres años más tarde.

73 
“Mazhorcada”, en La Tribuna, 10/3/1867.
74 
“La destrucción de la imprenta La Democracia”, en La Regeneración, 6/3/1867.
75 
La Tribuna, 10/3/1867. La misma versión se publicó en La Nación Argentina, 10/3/1867.
El Nacional 13/3/1867.

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Capítulo 6. Un baluarte liberal en Entre Ríos

Cuadro 6.1. Periódicos editados en Entre Ríos, 1840-1870

Periódico Período de Ciudad


publicación
Durante la confederación rosista
El Sentimiento Entrerriano 1840 Paraná
El Correo 1841 Paraná
El Federal Entrerriano 1842-1851 Paraná
El Iris Argentino 1851-1852 Paraná
La Voz del Pueblo 1852 Paraná
El Progreso de Entre Ríos 1849-1851 Gualeguaychú
El Federal Entrerriano 1851-1852 Gualeguaychú
Durante la Confederación Argentina
(1852-1861)
El Nacional Argentino 1852-1860 Paraná
El Eco del Litoral 1852-1856 Gualeguaychú
El Mercantil 1856-? Gualeguaychú
La Época 1858-1859 Gualeguaychú
El Duende 1858 Gualeguaychú
La Esperanza de Entre Ríos 1858 Gualeguaychú
L’Italia 1859-? Gualeguaychú
El Eco de Entre Ríos 1860 Gualeguaychú
El Boletín Comercial 1859-? Gualeguaychú
El Porvenir de Entre Ríos 1850 Concepción del Uruguay
La Regeneración 1850-1852 Concepción del Uruguay
El Uruguay 1855-? Concepción del Uruguay
La Chispa 1858-? Concepción del Uruguay
El Progresista 1856-1860? Concordia
El Paraná 1861 Paraná
La Revista del Paraná 1861 Paraná
La Luz 1861 Paraná
El Correo Argentino 1861 Paraná
La Soberanía del Pueblo 1861 Paraná
La Patria Argentina 1861 Paraná
El Eco de Entre Ríos 1860-1862 Gualeguaychú
El Pueblo 1861-1862 Gualeguaychú

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Mariana Alicia Pérez

Periódico Período de Ciudad


publicación
Desde el gobierno de Mitre hasta la rebelión de López Jordán (1862-1870)
El Soldado Entrerriano 1863 Paraná
El Patriota 1862 Paraná
El Litoral 1862-1865? Paraná
El Argentino 1863 Paraná
El Paraná 1864-1867 Paraná
El Eco de Entre Ríos 1866-1867 Paraná
El Paraguay 1867-? Paraná
El Zángano 1867-? Paraná
El Comercio 1867-? Paraná
El Centinela Católico 1867-? Paraná
El Pueblo Entrerriano 1862-1867 Gualeguaychú
La Democracia 1863-1867 Gualeguaychú
El Porvenir 1864-1867 Gualeguaychú
El Alba 1864 Gualeguaychú
El Cóndor 1867 Gualeguaychú
La Regeneración 1867-1870 Gualeguaychú
Boletín Comercial de 1867 Gualeguaychú
Gualeguaychú
El País 1867-1870 Gualeguaychú
El Eco de la Juventud 1867 Gualeguaychú
El Uruguay 1860-1862 Concepción del Uruguay
El Diario de la Tarde 1862 Concepción del Uruguay
El Uruguay 1863-1870 Concepción del Uruguay
La Prensa Entrerriana 1866-? Concepción del Uruguay
La Juventud 1864 Concepción del Uruguay
El Republicano 1864 Concordia
El Amigo del Pueblo 1865-? Victoria
El Gualeguay 1860-? Gualeguay
El Progreso 1866 Gualeguay
Democracia 1866 Gualeguay
La Actualidad 1867 Gualeguay
El Gualeguay 1868-? Gualeguay
Fuentes: Vázquez (1970) y Borques (1919)

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