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La película
La cinta tiene una duración de aproximadamente una hora y está hecha a base de
montajes, archivos y material confiscado del Japón. Sumándose a esto la gran
experiencia de Frank Capra como director, quién haciendo gala de su sabiduría, juega
con la transición de imágenes, los efectos de sonido y la narrativa, logrando que el
público se quede enganchado a pesar de ser una película antigua a blanco y negro.
No obstante, no se puede negar su carácter propagandístico, la intención de la
película es aumentar la valía estadounidense y al mismo tiempo describir al Japón
como una sociedad con una cosmovisión distinta, con su propio sistema de valores,
costumbres, religión, etc.
Al igual que en las cruzadas esta guerra para ambos lados se vivió como una “misión”.
Los estadounidenses defendían ,además de su país, toda la cultura occidental
cristiana, y esto se plasma incisivamente en el “meta-análisis” cultural de la película,
ya que se estudia a los japoneses bajo la luz de muchas de las ciencias occidentales,
buscando así un respaldo racional al conflicto; mientras que para los japoneses la
guerra era considerada como una misión sagrada relacionada a su religión el
sintoísmo, lo que ellos conocían como el “Shinto” o “camino sagrado”, en el cual se
justificaba la expansión del japón , en nombre del Emperador y por ellos , a las “8
esquinas de la tierra” también llamado “Hakkō ichiu”(curioso que no eran los únicos
pensando así en esta época- ya que se consideraban así mismos una raza superior al
ser descendientes directos de los dioses).
El sintoísmo es tal vez la clave más importante para poder entender al Japón de esa
época de manera longitudinal y transversal. La formación del sintoísmo está más
relacionada a la historia y política del Japón que a la propia cultura. Sucesos históricos
e intereses de grupos hicieron del Emperador - en ese momento Hirohito- el
representante de todos los poderes del estado y la religión, una figura para unir a todo
el pueblo japonés. Como la sangre que recorre el cuerpo, el sintoísmo irrigó la política,
el sistema de valores y la cultura - deporte, educación, trabajo- por mucho tiempo.
Durante décadas – por no decir todas desde 1870- los ciudadanos japoneses
respiraban sintoísmo como oxígeno, una nación bajo un mismo pensamiento y una
sola misión. Además, en el Japón de esa época, no solo confluían la religión, cultura, y
política bajo un mismo sistema, sino también la violencia, con la presencia de grupos
mafiosos como la “Sociedad del Dragón Negro” que se encargaba de “acomodar” a la
gente que pensaba diferente o era considerada una amenaza.
Pues es así como el “arte de dirigir bien” se plasma como la máquina bien aceitada del
pueblo del Japón, el cual estaba preparado mentalmente para hacer frente a cualquier
guerra o morir en el intento - lo que se traduce en la estrategia militar de los Kamikaze
y los hombres bomba tan conocida-.
El “shinto” permitió la glorificación del Emperador y del soldado, una “cultura samurái
masiva”, en cierta forma fascista. La resistencia del ejército japonés y del pueblo,
además de las tácticas usadas en la guerra están impregnadas con este matiz, algo
indudablemente difícil de comprender para otras culturas, cosa que Capra quiso
retratar en su película y, de hecho, terminó consiguiéndolo.