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¿El arte de la traición o el arte de saber dirigir?

Película: Know your enemy: Japan. Director: Frank Capra. Estrenada el 9 de


agosto de 1945. Por: Andrea Gordillo.
Hace ya casi 80 años, el 8 de diciembre de 1941 Franklin D. Roosevelt pronunció el
conocido “discurso de la infamia” después del ataque japonés a la base naval de Pearl
Harbor. En él, la palabra infamia, no solo manifestaba el sentir del pueblo
estadounidense frente a tal acto, sino también marcaría por los siguientes años la
manera en que ambos países y sus habitantes se relacionarían entre sí; “Know your
enemy” o “Conoce a tu enemigo” en español, no es una frase extraña para muchos de
nosotros ya que es usada de manera coloquial en situaciones de conflictos o
competencia entre personas. ¿Se imaginan la envergadura con la que resuena esta
frase en un conflicto armado? Muchos prejuicios y generalización hicieron que
ciudadanos estadounidenses de origen japonés sufrieran por el racismo desatado
contra ellos, además de ser arrestados y deportados a campos de internamiento
desde 1942 a 1948 -incluso años después de haber terminado la guerra- por el
gobierno norteamericano. 

Los seres humanos frente a lo desconocido, extraño o diferente experimentan


sentimientos de miedo e irritabilidad, puesto que su capacidad predictiva sobre lo que
sucederá se ve reducida, esto también se aplica al “comportamiento del otro”. Estados
Unidos no se quedó paralizado por el miedo, por el contrario, fue curioso y buscó
entender la mente de su contrincante para tomar decisiones y escribir su historia. ¿A
ojos de quién podríamos entender toda una guerra? ¿Es la versión americana de la
historia más veraz que la japonesa? En base a este contexto es que Frank Capra filmó
su película “Know your enemy: Japan” (1945).

La película

La cinta tiene una duración de aproximadamente una hora y está hecha a base de
montajes, archivos y material confiscado del Japón. Sumándose a esto la gran
experiencia de Frank Capra como director, quién haciendo gala de su sabiduría, juega
con la transición de imágenes, los efectos de sonido y la narrativa, logrando que el
público se quede enganchado a pesar de ser una película antigua a blanco y negro.
No obstante, no se puede negar su carácter propagandístico, la intención de la
película es aumentar la valía estadounidense y al mismo tiempo describir al Japón
como una sociedad con una cosmovisión distinta, con su propio sistema de valores,
costumbres, religión, etc.

Un dato curioso es que la película se demoró más de lo esperado y no llegó a


estrenarse a tiempo. Es más, su estreno coincidió con la caída de la segunda bomba
atómica sobre Nagasaki. Además de ello, el director tuvo que hacer un disclaimer
inicial sobre su contenido a pedido del gobierno estadounidense por la cercanía a los
juicios de Tokio (1946-1948), y en mi opinión tal vez porque eran más conscientes de
los prejuicios en los que habían caído y el gran impacto que podría generar entre el
público al aumentar más la xenofobia ya palpable.

Choque de mentalidades y el arte de saber dirigir.

Al igual que en las cruzadas esta guerra para ambos lados se vivió como una “misión”.
Los estadounidenses defendían ,además de su país, toda la cultura occidental
cristiana, y esto se plasma incisivamente en el “meta-análisis” cultural de la película,
ya que se estudia a los japoneses bajo la luz de muchas de las ciencias occidentales,
buscando así un respaldo racional al conflicto; mientras que para los japoneses la
guerra era considerada como una misión sagrada relacionada a su religión el
sintoísmo, lo que ellos conocían como el “Shinto” o “camino sagrado”, en el cual se
justificaba la expansión del japón , en nombre del Emperador y por ellos , a las “8
esquinas de la tierra” también llamado “Hakkō ichiu”(curioso que no eran los únicos
pensando así en esta época- ya que se consideraban así mismos una raza superior al
ser descendientes directos de los dioses).

El sintoísmo es tal vez la clave más importante para poder entender al Japón de esa
época de manera longitudinal y transversal. La formación del sintoísmo está más
relacionada a la historia y política del Japón que a la propia cultura. Sucesos históricos
e intereses de grupos hicieron del Emperador - en ese momento Hirohito- el
representante de todos los poderes del estado y la religión, una figura para unir a todo
el pueblo japonés. Como la sangre que recorre el cuerpo, el sintoísmo irrigó la política,
el sistema de valores y la cultura - deporte, educación, trabajo- por mucho tiempo.
Durante décadas – por no decir todas desde 1870- los ciudadanos japoneses
respiraban sintoísmo como oxígeno, una nación bajo un mismo pensamiento y una
sola misión. Además, en el Japón de esa época, no solo confluían la religión, cultura, y
política bajo un mismo sistema, sino también la violencia, con la presencia de grupos
mafiosos como la “Sociedad del Dragón Negro” que se encargaba de “acomodar” a la
gente que pensaba diferente o era considerada una amenaza.

Pues es así como el “arte de dirigir bien” se plasma como la máquina bien aceitada del
pueblo del Japón, el cual estaba preparado mentalmente para hacer frente a cualquier
guerra o morir en el intento - lo que se traduce en la estrategia militar de los Kamikaze
y los hombres bomba tan conocida-.

El “shinto” permitió la glorificación del Emperador y del soldado, una “cultura samurái
masiva”, en cierta forma fascista. La resistencia del ejército japonés y del pueblo,
además de las tácticas usadas en la guerra están impregnadas con este matiz, algo
indudablemente difícil de comprender para otras culturas, cosa que Capra quiso
retratar en su película y, de hecho, terminó consiguiéndolo.

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