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En memoria del médico: Dr. Luis Octavio Gutiérrez M.

“¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas a Marte y no hace nada para
detener el asesinato de un ser humano?”. José Saramago

1 Juan 3:12
No seamos como Caín que, por ser del maligno, asesinó a su hermano. ¿Y por qué lo hizo?
Porque sus propias obras eran malas, y las de su hermano justas.

A Propósito de Semana Tan... tatatatatata...

La memoria no existe en un país que olvida fácilmente, un país de olvidos o de


indiferencias: los años, años pasados y venideros dentro mi asombro de tristes eventos, de
llantos que se escapan en una bandera tricolor tejida con hilos de sangre.

El país que ahora escribo, es un recuerdo sin las semillas que somos ahora, quizás, por la
acribillada sombra que yace en la fosa. Se ahoga de nuevo la utopía de las palabras, las
ausencias de los hermanos desaparecidos, que viven en la distancia de las lágrimas de sus
seres amados.

Bajo el árbol que custodia, imponente el horizonte, quedan en el limbo los Dioses
protectores que no pudieron jamás impedir las masacres, quedan también los adioses y las
esperanzas eternas de las madres a la espera de un nuevo amanecer y un pronto regreso.

Después algo estará cicatrizando en lo imposible, rostros perfumados de venganzas,


anuncios de crónicas sin dolientes, nuevos héroes que desean cambiar la injusticia criminal
como dicen los de arriba, puro cuento rosa.

Todavía, quedan pedazos de quejidos de tiempos, de tortura que aún se escuchan, no sé,
donde quedaron los huesos ni las carroñas de los cuerpos, a donde han ido sus fantasmas...
No sé.

Cómo un carrusel de parque, el mundo gira disfrazado de sonrisas, hago inventario de


hambre y sed ahora, escruto desde mi imaginación cada día de dolor de aquellos que no
sabemos donde están, busco los despojos y las migajas escritas con la savia de nuestras
venas, veo sin ver, la corroída pared de fusilamiento, estoy sin estar en el cuarto clandestino
de la tortura y leo sin leer los nombres de aquellos que ya no son nombres, sino ene, ene,
enes del dolor y muerte

La crónica no miente, son las voces, son los pasos, que todas las noches nadan por el río
con la ilusión de que alguien los salve eso lo dicen algunos por ahí que han visto los
espantos; al final las evidencias no son claras, esta histeria de injusticia y miseria por los
siglos de los siglos es historia sencillamente para los periódicos amarillistas.
Alguien, la mano negra por ejemplo recibe órdenes, y de nuevo provoca el llanto, regala
flores negras para los dolientes, entonces el presente se repite con la canción fúnebre de
ayer, con otro aniversario que no sana y celebra de alguna manera la congratulación de las
heridas; pues la palabra patria entonces es sinónimo de cementerio.

Pero mientras terminaba este texto, mi dolor despreciado por la indiferencia de los siglos de
los siglos... Un poeta cualquiera recitaba estos versos

A la hora
de los siglos
de los siglos
cadáveres
antiguos.

Otro cuerpo
con el estigma
de un olor
rancio,
otra historia
que será contada
en este lugar
de tinieblas.

Es tarde
caen hojas,
sólo hay vacío.

El último vestigio
fue un almuerzo.

Son
las dos menos diez,
el punto
del crimen
sin alarma.

La calle,
es ahora
el cementerio,
o el pequeño
refugio
de un fósil...

J.M.O.G.
️ ️COLOMBIA ️ ️.
️ ️ ️ ️ ️ ️ ️ ️ ️

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