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consolación” Mateo 5:4.
Los cristianos tienen por lo menos tres cosas que los hacen llorar —que tocan sus
corazones hasta tal punto que se afligen y pueden llegar a llorar. Dios quiere que la
gente sea sensible al sufrimiento, dolor y tormento causado por el pecado (el
nuestro o el de otros) y que sea compasiva con aquellos que lloran la pérdida de sus
seres queridos.
Dios tiene un plan fabuloso que va a permitir que todos los que estén dispuestos se
puedan arrepentir y sean salvos. Él quiere darnos vida eterna sin más lamentos.
Este plan incluye el sacrificio y la resurrección de nuestro Salvador Jesucristo
(Apocalipsis 13:8; 1 Corintios 15:3-4).
Isaías profetizó que el Mesías fue ungido “a consolar a todos los enlutados; a
ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo
en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado” (Isaías 61:2-3).
(Lea más acerca de las buenas noticias del plan de Dios, que da esperanza a todos,
en nuestros artículos “Esperanza en Cristo”, “Nuestra esperanza para el futuro” y
“Esperanza para los que no la tienen”).
Hay múltiples aspectos de ese plan que sirven para consolar a los seguidores de
Cristo incluso en ese momento en que pueden estar sufriendo. Aquí hay tres:
A través del cumplimiento del plan de Dios, los que lloran “recibirán consolación”.
Ahora que hemos analizado la Bienaventuranza, veamos por qué es difícil para
nosotros aplicar esta característica y cómo podemos hacerlo a pesar de la dificultad.
Esto es lo que muchos han intentado hacer. Entre ellos estaba el rey Salomón, el
rey sabio y rico que tenía todo lo que podía desear. Pero mirando hacia atrás en su
vida, dijo: “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque aquello
es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón. Mejor es el
pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón. El
corazón de los sabios está en la casa del luto; más el corazón de los insensatos, en la
casa en que hay alegría” (Eclesiastés 7:2-4).
El llanto permite que la gente tome la vida con más seriedad —de una manera que
invita al cambio y conlleva al crecimiento. De esta manera, los que lloran son
verdaderamente bendecidos, a pesar de lo que muchos piensan (Lucas 6:21, 25;
Santiago 4:8-10).
Cómo es el lamento
Un corazón sobrio y afligido contará sus días, teniendo en cuenta que esta vida
física no es eterna (Salmos 90:12). El lamento, ya sea por arrepentimiento,
compasión o pérdida, puede llevar a la reflexión interior. Esto permite el
autoexamen y un mayor crecimiento espiritual.
Teniendo en cuenta todo esto, podemos ver por qué Jesús dijo: “Bienaventurados
los que lloran” (Mateo 5:4). Puede encontrar una perspectiva general de todas las
bienaventuranzas y sus enlaces en nuestro artículo “Bienaventuranzas: las claves
para la verdadera felicidad”.