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LA HISTORIA DEL PEINADO

El cabello, aunque distintivo de cada persona, ha tenido a lo largo de la historia una


importante carga sociocultural. Como sucede hoy día, en el Romanticismo el peinado
fue fundamental para la construcción de la imagen personal, y junto con las joyas o los
ricos vestidos, una forma de distinción y representación social.
La ostentación de algunos diseños del siglo XVIII y principios del XIX harían necesarios
los servicios de un experto peluquero. Por ello, el arreglo del cabello aristocrático poco
tuvo que ver con el que mostraban las clases más populares. Con todo, este dejó cierta
impronta en las modas de las damas elegantes, que incorporaron a su tocador
peinetas y mantillas de blondas.
A medida que avanzó el siglo las formas se irían suavizando, coincidiendo con el
ascenso y asentamiento de la burguesía, dando paso a peinados más sencillos,
especialmente en el universo femenino.
España, que en otras épocas había sido creadora de tendencias, recibiría en el siglo XIX
la influencia de los dos grandes centros de la moda europea, París y Londres. El
afrancesamiento en las costumbres tendría también su reflejo en la moda, en la que el
peinado sería una parte esencial. Indumentaria y arreglo del cabello irían de la mano
hasta el punto de que determinadas vestimentas se asociarían a un tipo u otro de
peinado. Por su parte, las tendencias inglesas se introdujeron a través del país vecino,
por lo que llegaron tamizadas por la visión gala de las mismas.
EL PEINADO FEMENINO
Las revistas femeninas y de moda contribuyeron a la difusión de las nuevas tendencias
en el arreglo del cabello de las damas. A medida que avanzaba la centuria, las crónicas
de los grandes eventos, que incluían las descripciones de las indumentarias y peinados
más sobresalientes, se fueron enriqueciendo con la inserción de figurines e
ilustraciones, lo que resultó clave para la divulgación de la moda.
Los peinados variarían dependiendo del momento del día, pero sobre todo según la
ocasión, siendo los más exuberantes los que se reservaban para el baile.
El cabello recogido sería una de las señas de identidad de la época. En las décadas de
1820 y 1830 estos recogidos aumentarían de tamaño e irían escalando también a
zonas más elevadas de la cabeza, con creaciones repletas de artificiosidad y fantasía.
Las décadas siguientes se caracterizaron por la vuelta a la sobriedad, configurando el
peinado burgués y contribuyendo a la democratización de este.
Desde finales de los años 20 el peinado femenino se fue complicando, especialmente
el de baile, ganando altura e introduciendo llamativos aderezos. En el peinado de la
infanta Luisa Carlota, la importante diadema joya en dos alturas permite jugar con las
posiciones de las lazadas. Podemos observar completo el ave del paraíso, animal
especialmente apreciado en la peluquería de la época por la belleza de su plumaje.
El supuesto retrato de Lucía del Riego representa una de las variantes más elegantes
de mediados de la década de 1820 y principios de la de 1830: dejar caer dos grupos
espesos de bucles sobre las sienes, con el cabello dividido por medio de una raya. Estas
guedejas se denominaron tufos y generalmente se presentaban crespadas. El peinado
se remataba con cocas o lazadas en la parte superior, que se formaban separando los
mechones de pelo según el número de estas que se quisiese conseguir. Cada uno de
esos mechones se batía, es decir, se cardaba, procurando que quedara liso en la parte
exterior, sin ningún acolchado.
El peinado más característico en la década de los 40 será el peinado en bandós (del
francés bandeaux). En realidad, el término aludía a las diferentes partes en las que se
podía dividir el cabello, pero desde 1832 se utilizará para hablar de cada uno de los
lados, divididos por la raya o las rayas centrales. Avanzados los 40 el bandós se referirá
al peinado dividido en dos partes, generalmente lisas, con un recogido posterior y
bajo. Este peinado pondría fin a dos décadas de extravagancia y fantasía, simplificando
las formas al extremo. Los primeros años se llevará completamente liso y plano,
cubriendo total o parcialmente las orejas, y aderezado apenas con alguna flor o alguna
blonda de encaje. Es, por ejemplo, el peinado que luce Isabel II en su niñez y
adolescencia, ya que este estilismo duró largos años. Poco a poco, el bandós se fue
«bufando», es decir, ahuecando, dando lugar en la década de los 50 a peinados más
voluminosos, como el que observamos en este retrato atribuido a Esquivel.
LA HISTORIA DEL ‘MANICURE’ A TRAVÉS DE LOS AÑOS
Este arte surgió hace más de 5000 años, la etimología de la palabra ‘manicura’,
proviene del latín ‘manus’ (manos) y ‘cura’ (cuidado). Como el resto del maquillaje,
esta práctica surgió en el Antiguo Egipto, donde los faraones utilizaban henna para
decorar sus uñas. Cuenta la leyenda, que llevar las uñas largas y pintadas era sinónimo
de un estatus social elevado y, por órdenes de la reina Nefertiti, llevar uñas de color
rojo era exclusivo de la nobleza; esa regla aplicaba tanto para hombres como mujeres.
En China sucedía lo mismo, pero la dinastia Zohu fue la que dio pie a utilizar tonos
metálicos y un poco más llamativos. En aquel entonces, los esmaltes de uñas eran
elaborados a base de cera de abeja, clara de huevo y goma arábiga.
En el siglo XIX, las uñas puntiagudas en forma de óvalo eran las que destacaban,
incluso, las mujeres acostumbraban a lavarlas con aceites aromáticos y a pintarlas en
tonos claros con el fin de representar una especie de naturalidad.
En el siglo XX fue cuando comenzaron a surgir los esmaltes de uñas, aquí fue donde
Coco Chanel estableció la uña corta y colorida, pero esto sólo aplicaba para las clases
sociales altas.
Tiempo después en las década de los 50’s y 60’s, el movimiento hippie propuso
nuevos colores, vivos y llenos de diseños con el fin de representar la actitud de esa
época. Desde ese entonces, el miedo a innovar en cuanto a tendencias, colores y
diseños se fue perdiendo poco a poco.
En esta época, se dejo de utilizar uñas puntiagudas, sustituyéndolas por las largas y
ovaladas que fueron el boom de aquellos tiempos.
Tiempo después en las década de los 50’s y 60’s, el movimiento hippie propuso
nuevos colores, vivos y llenos de diseños con el fin de representar la actitud de esa
época. Desde ese entonces, el miedo a innovar en cuanto a tendencias, colores y
diseños se fue perdiendo poco a poco.
En esta época, se dejó de utilizar uñas puntiagudas, sustituyéndolas por las largas y
ovaladas que fueron el boom de aquellos tiempos.
Hoy en día, el nail art es una tendencia que prevalece, generalmente los tonos
cambian de acuerdo a la temporada. Desde el año 2000, las mujeres optaron por
utilizar uñas más cortas con una estructura natural. Limarlas de forma cuadrada se
consideraba de alguna manera un estilo recatado y femenino; por lo menos eso es lo
que pensaba la princesa Diana.
Actualmente, existe un estilo de uñas para cada persona, hay quienes las prefieren
largas y coloridas, o quienes optan por llevarlas de la manera más natural posible. Su
arreglo representa la personalidad de cada persona y la diversidad entre los estilos es
lo que las hace únicas.
HISTORIA DE LA PEDICURA
Los primeros indicios de la pedicura se encuentran en Hippokrates (460-377 a.C.).
En la antigüedad y en la edad media, el cuidado de los pies ha tenido una prioridad
muy alta.
Cerca de 700 años desp. de Cristo se encuentran los primeros documentos escritos
sobre el cuidado de los pies.
Desde, aproximadamente, el siglo 12 se originaba la profesión de barbero, que tenía a
la vez en funcionamiento una casa de baños, afeitaba, dirigía cirugías menores, extraía
dientes, eleminaba callos, berrugas y duricias.
La combinación del tratamiento de los pies y los dientes duró mucho tiempo.
El tratamiento técnicamente correcto fue descrito por primera vez en el siglo 18 en la
literatura. El tratamiento de una uña encarnada fue descrito por primera vez por
DIONIS (1707) en su libro.
En Francia fue publicado el primer trabajo de una Pedicura en el año 1762 de
“ROUSSELOT”.
Tanto en Inglaterra como en Francia, en círculos aristocráticos, se apreciaban mucho
los pies bien cuidados.
HISTORIA DEL TRATAMIENTO CAPILAR
El tratamiento Capilar es usado para las mujeres de todos los tipos, tiempos, porque
desde el momento que la mujer siente el encanto natural de presentar unrostro que
resalte sus facciones, descubrieron que el cabello es un complemento muy importante
en el arreglo personal, es así como el cabello requiere un tratamiento y cuidado
especial que lo permitanconservarlo y mantenerlo sano.
Según la historia en los primeros tiempos el tratamiento capilar se efectuaba mediante
el uso de productos naturales como hierbas, frutas y grasa de animales, seconsideraba
el tratamiento como partida de la medicina.
En la actualidad los científicos han logrado grandes avances en la química la cual ha
favorecido a la cosmética capilar destinada a la fabricación de diversos productos a fin
que contribuyan a la salud del cabello.
¿Qué es el tratamiento capilar?
El tratamiento capilar es un proceso que se aplica al cabello y cuero cabelludo, ayudará
al cabello a proporcionarle una buena apariencia y una buena lustrocidad que va a
compensar sequedad que puedan tener los cabellos maltratados a causa de los tintes,
decolorantes, permanentes, laceados, etc.
El empleo de productos muy fuertes o alcalinos que pueden destruir la estructura
queratinica.
El proceso del tratamiento capilar es de gran importancia ya que puede corregir ciertas
anomalías que presentan el tallo capilar y el cuero cabelludo. Entre los muchos
productos que se pueden utilizar son precisos los que resulten más adecuados para
cada caso.

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