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EL ES EL PASTOR

Es muy fácil decir que el Señor es nuestro pastor, lo que parece menos fácil es decir que somos
ovejas de su redil. Lo primero afirma una relación de fe y esperanza; lo segundo reclama un
compromiso y una buena disposición a comprometernos con Dios. La afirmación de nuestra fe en
Cristo nos compromete a tenerle como amo y dueño absoluto de nuestra vida. El que desea la
protección del buen pastor tiene que obedecer su voluntad. La segunda parte del primer verso es
una declaración de serenidad absoluta: Nada me faltará. Bien podemos decir que lo tenemos y
vivimos al cuidado del Señor como buen pastor. El salmista afirma por su propia experiencia que
Dios es un proveedor fiel: Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su
descendencia que mendigue pan (Salmo 37:25). ¡Qué maravillosa experiencia!

Considerando la fragilidad nuestra, es muy fácil sufrir desalientos y llegar hasta el desánimo total.
Para que nuestra vida no se derrumbe el Señor nos ofrece aliento, apoyo y dirección…
confortando nuestra alma. No siempre somos conducidos en la dirección más emocionante.
Quizás tengamos alguna dificultad para aceptar su decisión, pero asegura que, … me guía por
sendas de justicia. Vivir y hacer justicia es parte importante de nuestra de nuestra relación con el
buen pastor.
En este salmo encontramos las características de un buen pastor que cuida de sus ovejas. El
ganado es conducido por arrieros, las ovejas son llevadas por “pastores”, ¿Cuál es la diferencia
entre un arriero y un pastor? El arriero empuja, acosa, agita, maltrata al ganado para conducirlo al
lugar del encierro. El pastor guía, protege, conforta, conduce a sus ovejas a través del camino a un
lugar de reposo y descanso. Cuando cometes un error, el arriero te condena, te censura, te critica.
El pastor te consuela, te anima, te restablece. Cuando tienes problemas, el arriero te confunde, te
precipita, te aprieta, el pastor te conforta, te fortalece, te tranquiliza. En medio de una noche
oscura el arriero te asusta, te espanta, te atemoriza. El pastor te ilumina, te alumbra, te
entusiasma. Jesús dijo “El ladrón (arriero) no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he
venido para que tengas vida y vida en abundancia.” ¿Prefieres a un arriero o a un pastor?

Jesús es el Buen Pastor que guía el rebaño. Él sabe de dónde venimos y para dónde vamos. Él
conoce el camino y como buen conductor, orienta a todos los que lo aman para que cumplan su
propósito.

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