Está en la página 1de 4

LA IGLESIA Y LA CULTURA

La palabra “cultura” proviene del latín “cultus” y significa cultivar, nos da la imagen de
una tierra hermosa, agradable a la vista, un horizonte ordenado y lleno de frutos, una tierra
con surcos perfectamente organizados, no hay desorden, no es salvaje o inhóspito. Por
tanto la cultura, en relación con el hombre, es “su tierra” humana que da frutos, que educa,
es la pasión y el fructificar de lo que hay en el hombre, su signo de presencia, hecho en
sentidos, razón y libertad, un fenómeno propio del hombre.

La Razón Frente a La Realidad

La cultura humana es también la tentativa de relación del hombre con la realidad en todos
sus factores, dicha tentativa de relación no es mecánica pues en ella está presente el
desarrollo maduro de la razón humana en el encuentro de la realidad, del reconocimiento
de un significado que trasciende más allá de lo medible, es decir, del quiénes somos, de
dónde procedemos, cuál es nuestro propósito, del origen de todo, del misterio, de Dios.
Si no se reconoce el significado de la realidad, no habrá experiencia de ella, no habrá
cultura.

En consecuencia, cultura es la vida cotidiana (lo efímero) del hombre en la tentativa de


una relación con el Infinito, el Misterio, con Dios; por lo tanto, cultura no es sólo la
experiencia de algunos eruditos, de algunos cultos o sabios.

Aún, la cultura científica, entendida como la investigación desinteresada sobre los datos
de la realidad, presupone la existencia de una inteligibilidad de la misma realidad dada
por la presencia en ella de un sentido, de un logos que da origen a todas las cosas.

La Verdadera Dimensión De La Cultura Humana

Como se mencionó anteriormente, la cultura humana es sólo una tentativa, una tentativa
buena pero impotente al momento de establecer un nexo entre la realidad efímera y lo
eterno, es más bien como una petición o una súplica.

Solo la presencia de Dios hecho carne, en la historia del hombre, asegura a la palabra
“cultura” su entera y total dimensión. (Juan 1: 14)
Un Peligro Creciente

Sin duda, el drama creciente de estos tiempos es la ruptura de la cultura y el evangelio,


ruptura buscada y producida por el modernismo que abraza la falta de relación entre la
vida cotidiana del hombre y el cristianismo. Peligro que no se refiere en sí al aumento de
los pecados en el mundo sino más bien al hecho de que los tiempos modernos ya no
tienen relaciones reales con el acontecimiento cristiano, pues han renunciado a todo el
cristianismo… y mucho peor aún, el mismo cristianismo se está volviendo “moderno”.
Como lo mencionara Péguy, en su escrito Verónica, 2008, p. 157, “los modernos son los
primeros hombres después de Jesús, sin Jesús”.

Según Péguy, el problema mayor radica en negar dentro del cristianismo la revelación de
Dios en el tiempo, negar el misterio y la acción de la Gracia Divina en la historia. Esto es
muy triste pues sólo la Gracia Divina pone en relación total y completa a la razón y la
libertad del hombre con el cristianismo. Sin la Gracia Divina, las verdades eternas, solo
sería meros conocimientos gnósticos que jamás se harían realidad en la historia humana.
(1° Corintios 1: 18- 21)

¿Es pues el Cristianismo, Una Cultura?

Actualmente se ha querido convertir al cristianismo en una cultura, sin embargo, la fe


cristiana es más que eso, pues no termina en el anuncio verbal de las verdades cristianas,
sino que va más allá, hacia la experiencia personal de la realidad de un Cristo resucitado,
experiencia que asombra, conmueve y corresponde a las preguntas existenciales
profundas del hombre, esto no es un enunciado cultural, sino una realidad divina que se
revela gratuitamente al hombre.

El cristianismo no es una cultura, la salvación no coincide solo con el conocimiento de


unas verdades y doctrinas sino con un encuentro personal y participativo del hombre y
Dios, reducir el cristianismo a una “cultura” es la pretensión del pensamiento gnóstico
de todos los tiempos: mera razón y no realidad. (Hebreos 4: 12)

Históricamente, después del primer milenio de la iglesia cristiana se ha intentado


identificar el “evangelio” con una cultura cristiana, hecho que ha tratado de mermar la
universalidad de éste. Esto se debió a que se redujo el acontecimiento cristiano a doctrinas
universitarias o normas canónicas olvidando lo dicho por San Agustín en su De civitate
Dei “un acontecimiento cristiano encontrado por la Gracia inmerecida de los que viven
de la gracia de Cristo”.

Así está claro que, el cristianismo no es ni debe ser una cultura, pues de llegar a serlo, se
opondría quizás a otras culturas, perdiendo su sentido de universalidad. Desde este punto
de vista, se puede reflexionar que todos los sufrimientos y tragedias producidos a los
pueblos nativos en las diversas expediciones de descubrimientos de culturas en los
diferentes continentes se debieron a una mala identificación del cristianismo como una
cultura y por ende a un inadecuado acercamiento del encuentro cristiano hacia ellos.

Finalmente, se pude concluir que el cristianismo es un acontecimiento dentro de las


culturas, que la dinámica cultural de la fe cristiana no es, en su núcleo, sólo doctrinas,
esquemas, o estructuras, son las buenas nuevas de salvación de Dios para todo hombre,
no un mero conocimiento cultural sino que es el mismo Señor Jesucristo, un encuentro
personal con Él, la restauración de una relación con Dios y la participación dentro de su
cuerpo que es la iglesia. (2° Corintios 5:19: Efesios 2: 19-22). El cristianismo no es fruto
del esfuerzo metafísico, deductivo, racional, cultural o religiosos del hombre pues es algo
imprevisto, imprevisible e inmerecido, no deducible de factores culturales anteriores. El
nexo entre lo Eterno y lo efímero no es, por tanto, la tentativa impotente de la razón
humana, tentativa que es la descripción de “cultura” y religiosidad humana; el nexo entre
el Significado Último de la realidad y la misma realidad vivida por el hombre, es un
acontecimiento de gracia que sorprende al hombre, la presencia misma de Dios hecho
carne entre nosotros: Cristo. Y Cristo no es cultura.

También podría gustarte