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XVI I CONGRESO NACI ONA DE ARQUEOLOGÍ A ARGENTI NA

11 al 15 de octubre de 2010

Mendoza, Argentina

Simposio 24 : Prácticas “post-aprovisionamiento” de recursos


vegetales: una perspectiva paleoetnobotánica integradora.

Coordinadoras: Dra. Aylén Capparelli, Dra. Verónica Lema


Departamento Científico de Arqueología, Laboratorio de Etnobotánica y Botánica
Aplicada, FCNYM – UNLP, CONI CET

La manera en que las sociedades se apropian y transforman -material y


simbólicamente- de ciertos componentes del entorno natural con el que se relacionan
ha sido estudiada en la arqueología argentina de varias formas, aún no del todo
integradas. Esta problemática se abordó fundamentalmente a través de la
reconstrucción y análisis de las cadenas operativas en la confección de artefactos
líticos, del estudio de fuentes de aprovisionamiento de materias primas, de estudios de
faenamiento de presas animales y de la “litificación” del paisaje, entre otros. En el caso
del componente vegetal, creemos que abordar esta temática desde el estudio de las
prácticas “post-aprovisionamiento” constituiría una forma de integrar información
proveniente de varios aspectos relacionados. En los estudios arqueobotánicos
desarrollados en el Viejo Mundo se emplea el término post-harvest para agrupar todos
los procesos y tratamientos a los que son sometidas las plantas tras ser cosechadas o
recolectadas. Esto incluye el estudio tanto del transporte de las mismas al
asentamiento o a otros lugares donde serán procesadas, como de los tratamientos
(molienda, hervido, tostado, etc.) vinculados al consumo, la conservación y/ o el
almacenamiento de plantas y sus derivados (Wills et al. 1998, Wollstonecroft 2004). La
ventaja que este término posee con respecto a otros, como por ejemplo el de
“procesamiento”, es que post-harvest permite considerar en su análisis, además de a
las plantas alimenticias, a aquellas que no lo son (i.e. las empleadas en la construcción
de viviendas, estructuras de almacenaje, herramientas, vestimenta, entre otras)
(Capparelli 2009) y, de este modo, integrar tanto plantas silvestres como
domesticadas, cultivadas como espontáneas, a toda la gama de prácticas culturales en
las cuales pueden verse implicadas.
La manera en que los recursos vegetales son empleados y tratados tras su colecta se
relaciona con aspectos más abarcativos de los grupos sociales, tales como dieta, salud,
criterios de selección, opciones tecnológicas, toma de decisiones, trayectorias de uso,
actividades domésticas vs. públicas, prácticas alimenticias, patrones de organización
social, movilidad y uso del paisaje, entre otros. A consecuencia de esto último,
recientes investigaciones han resaltado el rol que estas actividades post colecta han
tenido en los cambios sociales, económicos y ecológicos acontecidos en sociedades
pasadas.
En este tipo de estudios la reconstrucción de las prácticas que siguieron al
aprovisionamiento de vegetales puede hacerse a través del estudio directo de los
restos arqueológicos en general -y arqueobotánicos en particular- procedentes de sitios
y contextos diversos. Estos análisis incluyen estudios tales como presencia/ ausencia de
ciertos taxa, frecuencia, ubicuidad, órganos y tejidos presentes en diversos contextos
y/ o artefactos, patrones de depositación diferencial, análisis distribucionales y
espaciales, etc. Otra vía para generar modelos o hipótesis a contrastar son los
estudios actualísticos. Esta clase de estudios incluyen ensayos experimentales
tendientes a reproducir procesamientos y técnicas que -se asume- se aplicaron a las
plantas en el pasado, y estudios etnoarqueológicos en comunidades humanas actuales
con el fin de analizar el impacto que ciertas prácticas poseen en la conformación de los
conjuntos arqueológicos vinculados a las etapas post-aprovisionamiento.
Dentro de esta propuesta que contempla abordar el estudio de las mencionadas
prácticas post- aprovisionamiento de recursos vegetales, la temática del simposio es
abarcativa, incluyendo estudios entre grupos con diversos modos de vida (desde
recolectores hasta productores), aproximaciones actualísticas, análisis de macro y
microrrestos arqueobotánicos y de artefactos asociados a su procesamiento, estudios
de paisaje y estructura de sitio, entre otros. Asimismo se contempla la inclusión de
trabajos de corte teórico que inviten a la reflexión en torno a las categorías de análisis
que se usan en esta clase de estudios, perspectivas integradoras entre diversos
abordajes arqueológicos, aportes de otras disciplinas y propuestas novedosas en el
modo de indagar y plantear este tipo de aproximaciones.

Bibliografía

-Capparelli A. (2009) I ntra-site comparison of the archaeoethnobotanical evidence of El Shincal:


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Work Group for Palaeoethnobotany Symposium, May 2004, Girona, Spain.
DESGRANANDO LAS PANOJAS: APROXIMACIÓN ETNOBOTÁNICA Y ETNOARQUEOLÓGICA
DEL PROCESAMIENTO DE QUINOA EN NOR LIPEZ (POTOSÍ, BOLIVIA)
López M. Laura*

INTRODUCCIÓN

La quinoa (Chenopodium quinoa W.) es un pseudocereal que es cultivado y procesado para su consumo desde
tiempos muy tempranos (ca. 4000 AP) a lo largo de Los Andes. Se caracteriza por su adaptabilidad a climas
fríos, de alta sequía y de suelos salinos, como por su aporte nutritivo a la alimentación humana. Pocas regiones
aún conservan los métodos tradicionales de procesamiento de dicho cultígeno, métodos que nos pueden ayudar a
vislumbrar las diferentes actividades en niveles arqueológicos.

Con el objetivo principal de elaborar modelos que ayuden a interpretar las quinoas provenientes de diferentes
contextos y sitios arqueológicos, en este trabajo presentamos los datos obtenidos de estudios etnobotánicos y
etnoarqueológicos realizados en el Altiplano boliviano. Asimismo, presentamos el registro arqueobotánico de
dos sitios arqueológicos emplazados en la misma región de estudio. Ambos se caracterizan por registrar quinoa
en contextos de almacenaje, pero la evidencia registra variaciones que serán evaluadas.

AREA DE ESTUDIO

La región de Lípez, ubicada en el sector sur del altiplano boliviano, se extiende entre el Salar de Uyuni y la
frontera meridional de Bolivia. Abarca a las provincias Nor Lípez, Sud Lípez y Enrique Baldivieso
(Departamento Potosí), ubicadas a 3850 m. s. m. (Arellano López 2000) (Figura 1). La zona norte, área que
comprende las cuencas de drenaje de los ríos Quetena-Grande de Lípez con dirección al Salar de Uyuni, es
considerada la más apta para el asentamiento humano permanente por presentar temperaturas moderadas y de
mayor humedad (Nielsen 1998). Es allí donde se centraron los estudios del presente trabajo, más específicamente
en una de las poblaciones asentadas en la península de Colcha K. Dicha península se ubica en el extremo sur-
oeste del Salar de Uyuni, a 20° Lat. S y 67° Long. W. (Fig. 1) y es recorrida por el río Colcha K, el cual
construyó un pequeño valle configurando quebradas y terrazas de sedimentos cuaternarios donde se crearon
microambientes aptos para la agricultura. Posee una temperatura media de 9oC y precipitaciones de 200 mm
anuales, principalmente estivales. Su rango altitudinal oscila entre 3700 y 4000 m s. m. (Arellano López 2000).

Figura 1. Área de estudio.

La población vegetal está integrada por tres áreas definidas: bofedal, tolar y pajonal. Los bofedales por sobre los
3800 msnm, soportan una densa vegetación para los animales de pastoreo, encontrando especies pertenecientes a
los géneros Calamagrostis, Distichlis, Festuca y Oxichloe. El tolar se compone de aquellos arbustos resinosos y
leñosos denominados comúnmente tolas incluyendo a especies como tola (Lepidophyllumm quadrangulare
(Meyen) Benth. & Hook), añahuaya (Adesmia spinosissima Meyen) y pichana (Fabiana densa Remy), junto a
gramíneas de ciclo anual como Munroa sp. y Eragrostis sp. Por último encontramos al pajonal dominado por

*
Cátedra y Laboratorio de Prehistoria y Arqueología. CONICET. mllopezdepaoli@yahoo.com.ar
gramíneas de los géneros Stipa sp., Festuca sp. y Calamagrostis sp. Existen reducidos bosques dominados por
especies del género Polylepis sp., aunque se hacen presentes en muchos lugares otras leñosas como Buddleja,
Clethra, Gynoxys, Podocarpus o Prumnopitys (Arellano López 2000; Kessler 2006; Nielsen 1998; Tomka 1994).

MATERIALES Y MÉTODOS

La quinoa (Chenopodium quinoa W.) se cultiva a lo largo de los Andes, mostrando una amplia distribución en
cuanto a forma y diversidad de genotipos, principalmente alrededor del Lago Titicaca en Perú y Bolivia. La
especie fue adaptada a diferentes condiciones agroclimáticas, edáficas y culturales, haciendo que la planta
presente una amplia adaptación desde el nivel del mar hasta los 4000 m de altitud. Sin embargo su mejor
producción se logra en el rango de los 2500-3800 msnm, con una precipitación de 250 a 500 mm anuales y a una
temperatura media de 5-14°C (Maughan et al. 2004; Mujica y Jacobsen 2006). Está considerada como uno de los
alimentos más completos para la nutrición humana, principalmente por poseer proteínas de alta calidad en el
reino vegetal (12-16%) y por sus altas proporciones de aminoácidos esenciales (Cusack 1984; Mujica y Jacobsen
2006; Repo-Carrasco et al. 2003; Romo et al 2006). Si bien se consumen principalmente sus granos, la
utilización de esta especie puede extenderse en ocasiones a sus hojas en ensaladas cuando aún están frescas o en
potajes cuando ya están secas. En medicina, hojas, tallos y granos son empleados por sus propiedades
cicatrizantes, desinflamantes y analgésicos (Romo et al 2006).

Para cumplimentar el objetivo propuesto, hemos trabajado con los habitantes del Villa Candelaria, poblado
emplazado a orillas del Salar de Uyuni a 3600 m sobre el mar. La población está constituida por unas 30 a 40
unidades domésticas, algunas de residencia permanente y otras solo con su regreso solo durante el período de
cultivar y de cosechar. Allí aún se conservan los conocimientos tradiciones sobre cómo y dónde cultivar su
principal producto, la quinoa, para obtener los mejor resultados en la cosecha. Durante diversos trabajos de
campo realizados en el período 2007-2009, pudimos evidenciar las diferentes etapas que dicho trabajo conlleva y
así evaluar las posibilidades de su identificación a nivel arqueológico.

La metodología empleada siguió los criterios standard, implementando los conceptos expuestos por Martin
(1995), Cotton (1998) y David y Kramer (2001). La información registrada provino de entrevistas abiertas y
semi-estructuradas, y la observación directa y participante. Los datos fueron registrados mediante grabaciones
(MP3), libreta de campo y fotografías. Fueron 9 los entrevistados, correspondientes a diferentes unidades
domésticas, quienes expresaron sus conocimientos sobre las prácticas de cosecha y post-cosecha adquiridos de
sus padres y/o abuelos. Se muestrearon cada una de las etapas que involucra desde el desgranado de la panoja
hasta su embolsado para el almacenamiento, registrando las condiciones de los granos como los desechos que se
van produciendo. Estos fueron observados y clasificados bajo lupa binocular de 3 a 60x. Se tomaron como
muestra de análisis 100 granos en cada etapa para su comparación.

ANALISIS ETNOBOTÁNICO/ETNOARQUEOLÓGICO

El procesamiento de la quinoa, luego de su cosecha y secado, conlleva diferentes etapas. Comienza con el
desgranado de las panojas sobre la kallana, estructura cuadrada o rectangular de tierra pisoneada revestida en
piedra-lajas y barro dentro del campo de cultivo (actualmente se suele evitar el reacondicionamiento de la
kallana extendiendo una lona sobre ella) efectuando el pisado sobre los granos para su desprendimiento. Así, se
desechan los tallos mayores de la planta y se comienza el frotado de los granos que aun no se hayan desprendido
con las manos sobre la falda. Paso siguiente es la ubicación en el centro de la kallana de los granos resultantes y
se golpea con la huajcana, palo de madera de cardón ensanchado en uno de sus extremos, finalizando así el
desgranado. Se procede al trillado con una zaranda, eliminando los desechos mayores. Se continúa con el
venteado y colado para solo recuperar los granos. El venteado con un plato de loza dejando caer los granos sobre
un aguayo, tejido de lana de llama, los cuales se van limpiando de aquellos restos pequeños de la panoja tras el
paso de una brisa no muy suave ni muy fuerte. El colado se realiza con un colador, los cuales permiten eliminar
ramas pequeñas y hojas. Lo resultante es guardado en costales de lana de llama y/o bolsas de polietileno para su
traslado y almacenamiento en el pueblo.
Un caso particular que se reflejó durante el trabajo en el campo fue el guardado de los granos en costales antes
del venteado y colado, es decir sin completar la limpieza. Este hecho se debió a la finalización del día, y ante el
temor de un regreso al pueblo durante la noche, se efectuó el guardado para terminar el procesamiento en el área
habitacional.

Los resultados del análisis en cada etapa se exponen en las tablas 1 y 2. Podemos observar que, si bien la
mayoría de los granos de quinoa van perdiendo parte del pericarpio a medida que avanza el procesamiento del
desgranado, esta pérdida por lo general no pasa del 50% del pericarpio total del grano al final del proceso. Solo
un 3% de los granos presentó menos del 50% del pericarpio que los recubre, y no se registran granos que hayan
perdido totalmente el mismo (Tabla 2). Es llamativo que al final del proceso de desgranado no se presentaron
granos con perigonio en las muestras analizadas para el presente trabajo. Sin embargo, éstos sí estuvieron
presentes en escasas cantidades (0-5%) en otras muestras de granos almacenados para su posterior mejoramiento
y analizadas en trabajos previos (López et al 2010). Estas diferencias menores probablemente se deban al empleo
de una fuerza diferencial en el desgranado entre las personas encargadas de dicha tarea. Asimismo, los residuos
que comprenden los tallos y hojas principalmente, varían en sus dimensiones. Consideramos que tales
diferencias son posibles de observar en los sitios arqueológicos, aquellos macrorrestos botánicos que se
contextualizan en áreas de almacenamiento.

ETAPA TALLOS RAQUIS HOJAS GRANOS POLVILLO


INFRUCTESCENCIA
Desgranado Se presentan gruesos y De color amarillo y verde. De color amarillo Se presentan con un diámetro No presenta.
finos (diámetro máx. Algunos poseen granos y verde. medio de 2,2mm. Color
4,3mm y min. 1,5mm). inmaduros encerradas por el Fragmentos blanco/crema y
perigonio. grandes y ocasionalmente rosa. De
pequeños. perisperma harinoso, solo 1
vítreo.
Trillado No presenta. De color amarillo y 1 verde Amarillas y verdes De igual características Hojas muy
con granos inmaduros. fragmentadas. anteriores. fragmentadas y
estructura interior del
tallo.

Desecho: tallos granos Desecho: amarillos y Desecho: muy Desecho: no presenta. Desecho: fragmentos
y pequeños, algunos verdes, con algunos granos fragmentadas. de hojas e interior del
solo fragmentos inmaduros. tallo.
longitudinales.
Venteado No posee. De igual características No posee.
anteriores. Solo maduros.

Desechos: amarillos. Sin Desechos: muy Desechos: muy pequeños.


granos inmaduros en el fragmentadas.
perigonio.
Colado De igual características
anteriores. Solo maduros.

Desecho: tallos muy Desecho: amarillos y Desecho: Desechos: muy pequeños. Desechos: fragmentos
finitos. algunos con granos fragmentos muy de hojas.
inmaduros. pequeños.
Tabla 1. Presencia de restos botánicos en cada etapa.

QUINOA C/ PERIG. S/PERIG. PERIC. ENTERO PERIC. +50% PERIC. -50% MADUR. INMADUR.
DESGRANADA 13 87 66 34 -- 92 8
TRILLADA 4 96 41 59 -- 99 1
VENTEADA -- -- 35 65 100 --
COLADA -- -- 27 69 3 100 --
Tabla 2. Características de los granos de quinoa.

ANALISIS ARQUEOLÓGICO

Para evaluar si los datos adquiridos en el análisis etnoarqueológico son aplicables a nivel arqueológico,
realizamos el análisis de pseudocereales obtenidos de dos sitios emplazado en la región de estudio (Figura 1).
Por sus características, se ubican cronológicamente dentro del Período de Desarrollos Regionales tardío (1250-
1450 d.C. [Nielsen y Berberián 2005) y/o Inka (1450-1535 d.C.), atribuidos a la cultura Mallku definida por
Arellano y Berberián (1981).

El primero de ellos es el sitio Lojo, emplazado en cercanías del poblado de Atulcha. La excavación se concentró
en aberturas construidas en las formaciones rocosas. Cada abertura, cuyo vano de entrada es de forma
cuadrangular de aproximadamente 45 cm de lado, desembocaba en cámaras articuladas, algunas diferenciadas
con pasillos, que se adentraban en la formación rocosa. Sus paredes se constituían de dos maneras diferentes: 1-
con la misma roca de soporte y 2-con rocas unidas con argamasa de barro, a veces conteniendo tirantes de
cardón. Presentaban sedimentos, cuyas profundidades hasta la roca madre era no mayor a 30 cm. La extracción
del material macrobotánico se realizó mediante la excavación de cuadrículas de 20x20 cm en aquellas cámaras
donde el potencial de sedimento posibilitó la realización de un sondeo. El sedimento fue cernido con zaranda de
malla de 1 mm para una efectiva recuperación de restos botánicos.

Todos los macrorrestos fueron identificados como quinoa (Chenopodium quinua W.), en un total de 171 granos.
Todos se presentan deshidratados permitiendo obtener con facilidad sus caracteres cuali-cuantitativos. Se
presentan quinoas con una media de 2,10 mm y un rango de 1,30 a 2,50 mm. Corresponden a distintas landraces
determinándose la presencia de pericarpios crema, gris/blanco, rosado y morado, como también sin pericarpio.
Observamos la presencia del 90,64% con pericarpio entero o parte del éste (cubriendo al grano en +50%) y
9,36% sin pericarpio. No se registra la presencia de requises de la panoja ni hojas.

El segundo de los sitios es Cueva del Diablo. Éste, que consta de más de 40 cámaras de planta subcircular o
irregular construidas al interior de una gran cueva, fue excavado masivamente por los vecinos de la comunidad
de Aguaquiza, , en la península de Colcha K (Norte de Lípez). Varias de las cámaras se presentan actualmente
como construcciones semisubterráneas, mientras que otras se levantan sobre el nivel actual del sedimento de la
cueva. Todas ellas poseen vanos cuadrangulares de aproximadamente 40 x 40 cm. Las muestras analizadas se
obtuvieron de una de las estructuras que, según informantes locales, no había sido vaciada en su totalidad. Una
fecha radiocarbónica realizadas sobre tallos y granos pertenecientes a esta muestra arrojó un resultado de 565±50
AP, confirmando el carácter prehispánico del material y dando cierto respaldo a la información brindada por los
pobladores.

Los macrorrestos fueron identificados como quinoa, en un total de 46 granos, y al igual que en el caso anterior se
presentan desecados. Se presentan dos grupos de una media de 1,70 mm y 2,10 mm, con rangos de 1,40 y 1,80
mm para el primer grupo y 1,90 y 2,30 mm para el segundo grupo. Las landraces no son tan variadas,
presentándose solo pericarpios color crema y ladrillo. Observamos que la presencia del 95,65% con pericarpio
entero o parte de éste y 4,35% sin pericarpio.

Este sitio reflejó la presencia de tallos en un total 28 fragmentos. Se presentan dos colores definidos: amarillo
(71,4%) y púrpuras (28,6%). Como característica general, todos poseen estrías bien diferenciadas y se identifican
claramente yemas de crecimiento. El diámetro medio de estos tallitos (1,30 mm) permite inferir que
corresponden a la sección de inflorescencia en la planta de Chenopodium sp. Asimismo, se recuperaron hojas
que se presentan en tres colores definidos: amarillas, verdes y púrpuras. Por su grado de fragmentación no es
posible un análisis completo de sus características, pero si se infiere que son de pequeño tamaño determinado por
la venación principal, la cual no se presenta estriada, por la observación en algunos fragmentos de la finalización
del limbo demarcando parte de la forma de la hoja, y por el pecíolo de menos de 1 mm presente en algunos
fragmentos. A pesar de estas pocas características, se puede inferir que corresponderían a las hojas que
componen la panoja de Chenopodium sp. Se presentan restos de los raquis de infructescencia (panoja), que
corresponden a ramificaciones de primer orden, identificados como Chenopodium sp. Éstos son de color
amarillo claro, presentan estrías (a veces no muy visibles) y no superan el milímetro de diámetro. Poseen muchas
ramificaciones de segundo orden en cuyas finalizaciones se observan dos casos: 1-presencia de perigonio con su
correspondiente fruto no desarrollado (inmaduro), y 2-finalización trunca, exponiendo una superficie de
abscisión ocasionada tras el desprendimiento del perigonio con el fruto ya desarrollado.
Observando el registro arqueobotánico de ambos sitios, claramente se refleja la diferencia. El sitio Lojo presenta
quinoas en contexto de almacenamiento cuyo proceso de desgranado y limpieza de los granos ha sido completo.
En cambio, la presencia de gran número de ráquises y fragmentos de hoja de la panoja con los granos
recuperados de Cueva del Diablo permite inferir que se almacenaron granos cuyo venteado y colado fue omitido
o postergado para otra ocasión (esta situación de postergación de dicha etapas de procesamiento fue observada
incluso durante el desarrollo de las investigaciones etnobotánicas en la región, y se dan particularmente en los
casos donde la persona repentinamente debe dedicar su tiempo a otras actividades).

Es llamativo en ambos sitios el porcentaje de quinoas sin pericarpio, cuya presencia no fue registrada a nivel
etnobotánico durante estas etapas de procesamiento. En cambio, estudios anteriores demuestran que este rasgo es
indicador de que los granos han sido “mejorados”, es decir procesados con el fin de su desaponización (López et
al 2010). Es poco probable que la ausencia de pericarpio se deba a cuestiones taxonómicas, debido a que el
desgaste por fricción con la aplicación de una fuerza mayor fue dado durante el desgranado de la panoja siendo
improbable que el simple rose entre los granos produzca la desaparición del pericarpio. Asimismo, la presencia
de roedores está evidenciada tanto en granos con pericarpio como sin él, produciendo solo la ausencia del
embrión en granos. Por lo cual pensamos que en los silos, a demás de almacenar quinoas sin mejoramiento, se
han guardado quinoas ya desaponizadas. Es decir que esta área de almacenamiento habría tenido un uso
múltiple, para guardar tanto productos en sus primeros estadios de procesamiento como para aquellos ya
procesados, listos para ser consumidos dentro de un corto tiempo (entre los dos y tres meses aproximadamente,
según lo expresado por los entrevistados). Podemos pensar que posibles roturas de los costales que los contenían
produjo la mezcla de los productos.

CONSIDERACIONES FINALES

Tras los estudios etnobotánicos y etnoarqueológicos realizados podemos observar que las etapas que conlleva el
procesamiento del desgranado de las panojas de quinoa hasta su almacenamiento final presentan diferencias
tanto en las características de los granos, ante la pérdida de estructuras (principalmente el pericarpio) en
diferentes proporciones como también los desechos (tallo, infructescencia y hojas) que se producen.

Así, analizando los macrorrestos botánicos de dos sitios arqueológicos, que se corresponden al mismo contexto
(almacenamiento de granos) se evidencian diferencias, no solo en los landraces que se cultivaban sino también
en las condiciones de guardado del producto. Por alguna razón aun desconocida, quienes comenzaron a limpiar
las panojas del sitio Cueva del Diablo no concluyeron su actividad, almacenando los granos no limpios (sin
venteado ni colado).

El trabajo etnobotánico con observación participante y etnoarqueológico resulta de suma importancia para
dilucidar no solo las actividades efectuadas en el pasado, sino también posibles excepciones a la regla realizadas,
que en el caso actual reflejado solo se debió a la falta de luz solar, pero que ninguno de los entrevistados dio a
conocer que este tipo de situación fuese posible de presentarse, dejando inconcluso su labor.

AGRADECIMIENTOS

Expreso mi agradecimiento a mi director A. Nielsen y mi co-directora A. Capparelli por su dirección en las


diferentes etapas de elaboración de este trabajo. A D. Bertero y M. Bruno por su ayuda en el análisis de las
quinoas arqueológicas. A mis compañeros J. Guagliardo, J. Avalos y F. Avila y a las comunidades de Colcha K.
A la ANPCyT (PICT 30051) por su financiamiento económico.

BIBLIOGRAFIA

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LA MADERA DE CONSTRUCCIÓN EN LAS LOCALIDADES DE LA CIÉNAGA Y ASAMPAY
(VALLE DE HUALFÍN. CATAMARCA)

Valencia, María Celeste* y Marcos Fernandez*

En el presente se exponen los resultados de los estudios realizados sobre muestras de carbón procedentes
de cuatro sitios arqueológicos emplazados a ambas márgenes del río Hualfín en las localidades de La
Ciénaga y Asampay. Se trata de dos sitios de altura ubicados sobre lomas y dos sitios localizados en
zonas bajas, todos adscriptos a la entidad cultural Belén.

El objetivo del presente consiste en definir las prácticas sociales respecto al aprovisionamiento de
maderas con fines constructivos en distintos contextos locales e interpretar su variación en las
modalidades de uso a nivel inter-sitio.

Se han examinaron un total de 23 troncos de entre 15 y 3 cm de diámetro los cuales corresponden a vigas
y postes de material leñoso. Las identificaciones taxonómicas se efectuaron mediante análisis
antracológicos, se realizaron estudios de abundancia relativa de los géneros empleados para la
consecución de distintas funciones estructurales y se realizaron controles del estado sanitario de las
maderas estudiadas.

Los análisis realizados y los resultados obtenidos evidencian el uso para la construcción con fines
estructurales de los géneros Prosopis sp y Geoffroea decorticans. Asimismo se han detectado diferencias
en lo referente al estado sanitario de las maderas en los sitios desde la ausencia o escasez de galerías de
xilófagos hasta daños significativos. Estos datos permiten hacer inferencias acerca de la frecuencia que
presentan los distintos géneros en cada uno de los sitios; la función que habría cumplido cada género en la
construcción, en el momento en el que se produjeron los eventos de incendio, el conocimiento de las
poblaciones Belén respecto de las maderas utilizadas en la construcción.

*
Laboratorio de Análisis Cerámico. Facultad de Ciencias Naturales y Museo. U.N.L.P.
QUEMAR, COMER Y CONSTRUIR EN EL AMBATO DEL PRIMER MILENIO.
Mors, Verónica A* – Marconetto, María Bernarda∗∗.

Un aspecto que llama la atención es la alta frecuencia de uso del género Prosopis en los contextos analizados,
tanto para el sitio Piedras Blancas como para otros sitios del valle, este género presenta las mayores frecuencias.
Por otra parte la identificación de macrorrestos vegetales recuperados en Piedras Blancas, demostró que además,
eran consumidos sus frutos. Este taxón, a diferencia de otros, había cubierto muchas de las necesidades que
puede cubrir un árbol. Se lo empleó para comer, construir y quemar.

Todas estas actividades involucran diferentes formas de abastecimiento. La obtención de frutos está vinculada
claramente a la recolección; el abastecimiento de leña para fogones domésticos podría implicar la tala, no
obstante basándonos en análisis realizados, creemos que gran parte de estos fuegos se alimentaron con la
recolección de la poda natural del monte; Por el contrario, la marcada selección observada en fogones artesanales
hace pensar en tala, o tal vez poda selectiva; en cuanto a la obtención de maderas para la construcción,
dependiendo de los tamaños requeridos debieron talarse árboles y cortarse selectivamente ramas grandes.

Ante esta riqueza en las prácticas de aprovisionamiento de este taxón, pensamos que un análisis de caracteres
ultraestructurales de la anatomía del leño puede llevarnos más allá de la identificación a nivel de género y
permitirnos una discusión más amplia respecto a la gestión de Prosopis en nuestra área de investigación.

*
Museo de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba - Av. H.
Yrigoyen 174 (5000) Córdoba, Argentina. E-mail: veromors@yahoo.com.ar

∗∗
CONICET - Museo de Antropología, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba
- Av. H. Yrigoyen 174 (5000) Córdoba, Argentina. E-mail: marconet@ffyh.unc.edu.ar
LA EXPERIMENTACIÓN COMO FORMA DE APROXIMACIÓN A LA TAFONOMÍA
DEL REGISTRO ANTRACOLÓGICO
1Aguirre, M.G. y 2Rodríguez, M. F.
1 FCN e IML (UNT). Miguel Lillo 205, 4000. San Miguel de Tucumán.
2 Instituto de Botánica Darwinion. Labardén 200. 1642, San Isidro, Buenos Aires.

INTRODUCCIÓN
Los estudios antracológicos llevados a cabo en distintos sitios arqueológicos de la localidad de
Antofagasta de la Sierra (Catamarca-Argentina) permitieron identificar las especies leñosas
utilizadas como combustible, el radio de captación de las mismas y las asociaciones vegetales de
procedencia. Los restos son diversos en cuanto a la cronología y el tipo de asentamiento del cual
proceden. Esto suscitó interrogantes que requieren estudios actualísticos tales como la arqueología
experimental, además de la identificación taxonómica de las especies arqueológicas. Al estudiar los
restos carbonizados ¿estamos analizando todos los taxones quemados o solo los últimos taxones
agregados al fuego? ¿Qué tipo de factores intervienen en la composición taxonómica de los
fogones? Una vía útil para abordar estas preguntas es también la que ofrece el análisis contextual.

Partiendo de estos cuestionamientos y sobre la base de considerar a los carbones contenidos en los
fogones como la etapa final de una secuencia de acciones antrópicas que comienzan con la
recolección de leña y termina con la presencia del arqueólogo como un agente más de acción sobre
el contexto arqueológico, el objetivo general de este trabajo es describir la reacción de ciertas
especies leñosas ante la acción del fuego. Al mismo tiempo, indagar los factores naturales y
antrópicos que intervienen en la composición de un fogón arqueológico. Para esto, se planteó un
diseño de experimentación que incluyó la recolección y quema de especies leñosas actuales que
crecen en el área de estudio y la posterior identificación taxonómica de los restos carbonizados.

Área de estudio
Antofagasta de la Sierra se encuentra en la Puna Salada (Troll, 1958), sector meridional con
grandes salares y escasos cursos de agua (Cabrera, 1976). Desde el punto de vista fitogeográfico, el
área de estudio pertenece a la Provincia Puneña del Dominio Andino en donde la vegetación
dominante es la estepa arbustiva (Cabrera, 1976; Cabrera & Willink, 1980). Por encima de los 3800
msnm, se desarrolla un pastizal de gramíneas que corresponde a la asociación vegetal del pajonal,
mientras que por debajo de los 3800 msnm comienza el tolar. El cauce del Río Las Pitas se
caracteriza por presentar una cubierta de gramíneas y juncáceas que conforman la vega (Rodríguez,
2000).

ANTECEDENTES
A comienzos de la década del 80 comenzaron a plantearse en nuestro país investigaciones
dentro del marco de la arqueología experimental cuyo objetivo era poder explicar aspectos
relacionados con distintas características de los restos arqueológicos. Los experimentos que se
desarrollan en arqueología tienen como finalidad descubrir, describir, explicar y predecir
aspectos relacionados con distintas clases de vestigios arqueológicos (Nami, 1991). Hasta el
momento, no habían sido realizados estudios experimentales de esta índole en el área de estudio.
Por lo tanto, este trabajo constituye el punto de partida hacia un nuevo modo de indagar el
registro arqueobotánico en relación con el uso de los recursos leñosos en el pasado.

Para abordar esta investigación, es importante considerar los taxones leñosos recuperados en
fogones de los sitios arqueológicos del área. En Quebrada Seca 3, se identificaron las siguientes
especies: Adesmia horrida Gillies ex Hook. & Arn., Parastrephia lucida (Meyen) Cabrera, P.
quadrangularis (Meyen) Cabrera, Fabiana punensis S. C. Arroyo, F. bryoides Phil. y Baccharis
incarum Wedd. Estos taxones fueron mencionados por los pobladores del área en diversas
entrevistas etnobotánicas realizadas. Por otra parte, Senecio santelicis Phil. y Sisymbrium
philippianum I. M. Johnst también fueron recuperadas en los fogones, sin embargo no se
registraron en las mencionadas entrevistas. Es posible que las mismas hayan sido utilizadas para
iniciar la combustión (Rodríguez, 2000).

En el sitio Punta de la Peña 9 los resultados indican el uso de cuatro especies: Acantholippia
deserticola (Phil.) Moldenke, Adesmia horrida, Parastrephia quadrangularis y Fabiana
bryoides. El taxón más abundante, al igual que en QS3, es A. horrida. Su elevado poder calórico
y su abundancia en el área pueden explicar este hecho (Rodríguez, 2004). Estas especies fueron
recuperadas en otros sitios del área de estudio, tales como Cueva Salamanca 1, Punta de la Peña
3, Punta de la Peña 4 y Punta de la Peña 11. Los mismos están situados en la asociación vegetal
del tolar, al igual que PP9; QS3 se encuentra en el pajonal (Rodríguez, 2000).

En el curso medio del río Las Pitas, las especies utilizadas en el sitio Peñas Chicas 1.3 son:
Adesmia sp., Acantholippia sp., Parastrephia sp. y Fabiana sp. (Aguirre, 2007). El análisis de
los carbones, dispersos y concentrados, recuperados en la Estructura 3 del sitio Puna de la Peña
9.I dan cuenta de los siguientes taxones: Adesmia horrida, A. subterranea Clos., Baccharis
incarum, Fabiana sp., F. punensis, F. bryoides, Parastrephia sp., Ephedra brean Phil., Senecio
santelicis, Sysimbrium philippianum, Acantholippia deserticola, Atriplex imbricata y
Chuquiraga atacamensis O. Kunze (Aguirre, 2009).

Procesos de formación del registro antracológico


Diferentes procesos intervienen en la formación de conjuntos de plantas carbonizadas: uso
intencional y casual de combustible, plantas alimenticias quemadas durante la preparación de
comidas, forrajes o plantas alimenticias quemadas accidentalmente, plantas quemadas durante
limpiezas de estructuras y quema de plantas infestadas, las tres primeras corresponden a
situaciones cotidianas, mientras que el resto son eventos poco frecuentes (Van der Veen, 2007).
Por otro lado, las técnicas de recuperación de carbón en el campo y los análisis de laboratorio
pueden intervenir introduciendo variabilidad en los resultados. Estos factores inciden en la
composición de las muestras analizadas (Marconetto, 2008).

Marconetto (2008) considera que los procesos tafonómicos son aquellos que afectan al carbón
una vez que pasaron de la biósfera a la litósfera, partiendo de la definición de tafonomía que
engloba todos los procesos que modifican los restos orgánicos después de su muerte (Gifford,
1981; Lyman, 1994). Así por ejemplo, la madera pasa por procesos combustión y carbonización
hasta su reducción a ceniza. Debido a su consistencia y a sus propiedades físicas, la misma es
una clase de vestigio propenso a ser afectado por diversos agentes y a sufrir los efectos de la
fragmentación (durante el proceso de combustión y aquella producida por el manejo del fogón)
y la migración (Shipman, 1981; Marconetto, 2008).

Estos agentes son: el viento que puede actuar una vez finalizada la combustión o durante la
misma, transportando el material fuera de su contexto original; el agua en relación con la
migración de los carbones por el efecto de lavado y arrastre que produce la lluvia; la
temperatura, ya que los cambios y la amplitud térmica diaria afectan al material provocando
fragmentación espontánea. Finalmente, los agentes bióticos a través de la acción de animales,
insectos y raíces, que pueden provocar tanto migraciones como fracturas (Scott et al., 2000;
Marconetto, 2008).
METODOLOGÍA
En arqueología experimental las variables que se consideran en un experimento son un tema
fundamental. Al ser esta disciplina una ciencia fáctica, sus variables también lo son y las
mismas deben se medidas y controladas según los problemas que se intente resolver (Nami,
1991). En el diseño de esta experimentación se consideró que las variables constantes
corresponden a: altitud sobre el nivel del mar, taxones a quemar y peso de los mismos. Las
actividades se llevaron a cabo en el área de estudio. En cuanto a las variables, no-constantes
(aquellas no controlables), se tomaron en cuenta principalmente los factores climáticos:
temperatura ambiente al momento de encender fuego y circulación de viento. Otro punto
considerado fue el momento de dar por iniciado y terminado el experimento y en este sentido la
decisión fue dejar que el fuego se apagara naturalmente. Dado que el objetivo general es
determinar el modo en que cada especie responde ante el fuego, nos pareció adecuado no
intervenir en el mantenimiento y apagado del fuego.

Las especies leñosas seleccionadas para las quemas son aquellas que, de acuerdo con la
información etnobotánica, se usan actualmente como leña en el área de estudio. Se consideraron
también los taxones identificados en fogones arqueológicos del área (Rodríguez, 2000, 2004;
Aguirre, 2007, 2009). La procedencia de dichas especies fue variada. Se obtuvieron tallos secos
de Quínoa -Chenopodium quinoa Willd.- de la huerta de la familia Morales y tallos de Tola -
Parastrephia lucida- de la vega del Río Las Pitas y Rica-rica -Acantholippia desertícola- de una
de las terrazas de dicho río. Del sector de la pampa de las peñas proceden: Tramontana -
Ephedra breana Phil.-, Lejía -Baccharis incarum-, Cachiyuyo -Atriplex imbricata (Moq.) D.
Dietr.-, Añahua -Adesmia horrida, Tolilla -Fabiana punensis y Leña de lagarto o Pata de perdiz
-Fabiana bryoides.

Con respecto a C. quinoa, la decisión de quemar tallos de esta especie estuvo guiada por
investigaciones que también estamos llevando a cabo en relación con el rol de esta especie en la
localidad tanto en el pasado como actualmente. Se recuperaron microrrestos (Babot, 2004) y
semillas (Rodriguez et. al. 2006) de esta especie; no obstante, el registro de tallos es mucho
menos frecuente en los sitios en estudio. Por este motivo, el uso de tallos como forraje o como
elementos desechables que se eliminan quemándose se plantea como hipótesis.

La temperatura de los fuegos fue medida con termocupla en el centro de los fogones y de las
quemas puntuales. Las quemas se realizaron en la localidad de Punta de la Peña, Antofagasta de
la Sierra a 3600 msnm. La temperatura ambiente al momento de realizar los fogones fue de
20ºC - 25ºC a la sombra. Se realizaron quemas puntuales de cada una de las especies (Tabla 1) y
también se diseñó un fogón en cubeta y otro en piso sin ningún tipo de preparación. Las quemas
puntuales se realizaron en el fogón en cubeta. Tanto en las quemas puntuales como en los
fogones, el fuego quedó al reparo parcial de un bloque mediano de ignimbritas. La cubeta fue
delimitada por una hilera de piedras de una altura aproximada de 10 cm. Cada especie
recolectada fue pesada (Tablas 1 y 2) y en ambos tipos de fogones se quemó el mismo peso de
leña (1840,88 g). En el caso de las quemas puntuales se consideraron otros dos taxones: Badre -
Neosparton ephedroides Griseb.- y Chuchar -Sysimbrium philippianum-, pero éstos no se
pudieron quemar en los fogones por dificultades logísticas que se presentaron durante el
desarrollo de la experimentación.

Para ambos fogones se consideró como tiempo de duración de los mismos el comienzo de las
llamas y como final la desaparición de las mismas (brasas). Se tomó la temperatura a cada
minuto, teniendo en cuenta a la vez las variaciones de la intensidad del viento durante los
experimentos. Una vez que los ensayos terminaron, se levantó la ceniza y los carbones.
Finalmente, estos últimos fueron pesados y se identificaron taxonómicamente los macrorrestos
Taxones Peso Nº fragmentos Nº fragmentos
quemados en inicial en recuperados en recuperados en
fogones gramos Fogón cubeta Fogón piso
Rica-rica 309,45 10 8
Tolilla 303,85 16 11
Leña de
272,45 5 no
lagarto
Lejía 259,97 16 2
Añahua 254 5 9
Quínoa 202,07 no no
Cachiyuyo 193,15 25 8
Tola 192,13 5 no
Tramontana 162,63 6 1
Tabla 1

RESULTADOS

La Tabla 2 corresponde a los valores de tiempo, temperatura y peso final registrados en las
quemas puntuales de las especies; en los Gráficos 1 y 2 se registran los valores para los fogones
en cubeta y en piso.

Taxones Duración Peso total


Temperatura Peso inicial en Porcentaje de
quemados del fuego final en
ºC gramos peso perdido
puntualmente (minutos) gramos
Tola 20 600 269,43 -* -*
Rica-rica 15 488 180,08 2,1 98,84
Tolilla 5 485 162,93 1,19 99,27
Badre 3 448 100,91 0,4 99,61
Lejía 2 473 49,11 5,5 88,81
Leña de lagarto 6 250 42,85 16,08 62,48
Añahua 4 424 90,8 10,32 88,64
Chuchar 1 155 9,86 1,99 79,82
Tramontana 5 270 64,74 58,42 9,77
Quínoa 1 155 24,14 19,55 19,02
Tabla 2
*Por motivos climáticos esta muestra no pudo recolectarse.

 Gráfico 1
 Gráfico 2
Se recuperó un peso final de 116, 55 g (ceniza: 109, 64 g; carbones y tallos: 6, 91 g) en el fogón
en cubeta; el peso inicial quemado fue de 1840,88 g. Por otro lado, en el fogón en piso del peso
inicial (1840,88 g) se recuperó un peso final de 60,49 g (ceniza 40,9g; carbones y tallos 19,59
g).

En el fogón en cubeta se recuperaron también especímenes aff. Acantholippia desertícola (2) y


aff. Baccharis incarum (1). También hay otros no identificados: 32 en el fogón en cubeta y 11
en el fogón en piso. Esta última categoría incluye, para ambas situaciones, aquellos restos que
no resistieron la aplicación de fuerza al intentar fracturarlos y en consecuencia se desintegraron
impidiendo su identificación.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Los datos obtenidos a través de este diseño experimental son preliminares y dependientes de los
objetivos planteados y las variables consideradas. El proceso de combustión, si bien es
destructivo, no produce variaciones importantes en la microestructura de la madera. Valorar los
efectos de la combustión sobre las maderas es útil para establecer la representatividad de los
datos antracológicos (Piqué i Huerta, 1999).

Los valores de temperatura obtenidos en el fogón en cubeta son regulares, mientras que la
temperatura del fogón en piso es irregular y alcanza valores más elevados. Por este motivo, el
acondicionamiento de las áreas de combustión es un elemento a tener en cuenta al valorar la
combustión de las maderas. Además, se recuperó un mayor peso de material en el fogón en
cubeta que en el piso.

Por otra parte, asociada con el proceso de combustión, se destaca la fracturación intensa de la
madera carbonizada debida a la reducción del volumen inicial de la misma (Piqué i Huerta,
1999). Luego del análisis de los residuos recuperados en ambos tipos de fogones, comprobamos
que los restos de C. quinoa están ausentes y no se recuperó Fabiana bryoides en el fogón en
piso. Los resultados antracológicos obtenidos en diversos sitios del área indican por ejemplo,
que Adesmia horrida es la especie más abundante en Punta de la Peña 9.I (Rodríguez, 2004) y
en Peñas Chicas 1.3 (Aguirre, 2007). De los 254 g iniciales que se quemaron de esta especie, se
recolectaron sólo 5 fragmentos en el fogón en cubeta y 9 en el fogón en piso. En cambio, los
fragmentos mejor representados luego de realizar los ensayos son: Atriplex imbricada (peso
inicial: 193,15 g, 25 fragmentos en fogón en cubeta) y Fabiana punensis (303,85 g peso inicial,
11 fragmentos recuperados en fogón en piso). Entre el peso inicial de leña quemada y los restos
recuperados arqueológicamente, han actuado una serie de factores biológicos, antrópicos y
naturales favoreciendo o no la preservación de los restos carbonosos. Consideramos que el tipo
de estructura donde se realiza el fuego, la combinación de especies quemadas, la ejecución de
fuego al aire libre y el constante e intenso viento de la puna son los principales factores
actuantes en la generación de los resultados obtenidos.

Este tipo de análisis, aún con resultados iniciales, abre la posibilidad de entrecruzar el diseño
experimental de fogones con investigaciones referidas a actividades tecnológicas, tales como los
estudios minero-metalúrgicos y aquellos que analizan la producción cerámica y la confección de
artefactos en la puna.

BIBLIOGRAFÍA
Aguirre, M. G. 2007. Arqueobotánica del sitio Peñas Chicas 1.3 (Antofagasta de la Sierra,
Catamarca, Argentina). En B. Marconetto, M. P. Babot, & Oliszewski (Compiladoras),
Paleoetnobotánica del cono sur: estudios de casos y propuestas metodológicas, pp.179-195.
Ferreyra Editores. Museo de Antropología FF y H. Universidad Nacional de Córdoba.
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CONOCIENDO LAS PLANTAS DE LOS CAZADORES RECOLECTORES DE LA PAMPA

María Gabriela Musaubach*1 y Anabela Plos**

INTRODUCCIÓN

En el centro sur de la provincia de La Pampa se están realizando estudios arqueobotánicos, en el marco de un


proyecto de investigación orientado a distintos objetivos: usos diversos de las plantas, dieta y paleoambiente,
entre otros. Los contextos de los que proceden los materiales que forman parte del análisis arqueobotánico son
la Localidad Arqueológica Tapera Moreira (STM) y el sitio Chenque I correspondientes a poblaciones
cazadoras-recolectoras. STM está ubicada sobre la cuenca del Río Curacó en el Departamento Curacó, en la
Provincia de La Pampa. La secuencia cronológica-cultural comienza hace 4600 años y se extiende hasta
momentos históricos (Berón 2004). El sitio Chenque I es una estructura funeraria múltiple, en el acceso al
Valle de Las Pinturas dentro del Parque Nacional Lihué Calel. El sitio está conformado por una gran
estructura superficial de rocas de 210,42 m2. El número mínimo de individuos es 216 dentro la superficie
excavada (49m2). El rango de fechados radiocarbónicos de uso del sitio es 1050 a 320 años AP (Berón 2004,
Luna 2008).

El primer paso en la investigación arqueobotánica consiste en la confección de la colección de referencia de


plantas de la zona en estudio. A fin de complementar dicha colección y en base a una lista publicada en
Apuntes para la Flora de La Pampa (Covas 1964-1978), se confeccionó una base de datos de recursos
vegetales potencialmente utilizables en el área de estudio. Esta base se fue ampliando con nueva información,
a partir de los datos que aportan el folcklore pampeano y fuentes etnohistóricas e históricas (Zeballos 1960,
De la Cruz 1969, Martínez Crovetto 1963 y 1968, Steibel 1997, Covas 1999, Rapoport y Ladio 1999 y
Mansilla 2006, entre otros). El objetivo del presente trabajo es contribuir a la etnobotánica del centro sud de
La Pampa y reunir información que aporte datos para los estudios arqueobotánicos actualmente en curso.

Si bien la mayor parte del sudeste de La Pampa es desértico, existen lugares puntuales (por ejemplo las
Sierras de Lihue Calel) donde las condiciones locales difieren, de manera tal que se amplía el rango de
recursos botánicos potenciales que ofrece la zona. A mayor cantidad de ambientes, más zonas de ecotono1
estarán presentes. Dado que nuestra zona de estudio, se caracteriza por formas xerófitas, decidimos aplicar la
clasificación de Oppenheimer (1960 en Fahn & Cutler 1992) como una primera aproximación para catalogar
los recursos vegetales potencialmente utilizables. Las formas que reconoce son seis: plantas bulbosas o
rizomatosas (geofitas) por ejemplo Arjona tuberosa Cav. var. tandiliensis (Kuntze) G. Dawson y Oxalis
conorrhiza Jacq.; plantas esclerófilas o siempre verdes, Chuquiraga erinacea D. Don subsp. erinacea, Larrea
sp y Schinus sp; plantas leñosas que pierden o reemplazan hojas, Opuntia sp; plantas áfilas no suculentas,
Monttea aphylla (Miers) Benth. et Hook. var. aphylla, Ephedra ochreata Miers.; plantas con suculencias en
hojas, tallos o raíces, Allenrolfea sp. y plantas que sobreviven a la deshidratación (plantas reviviscentes). En
esta clasificación se diferencian las plantas según su estrategia para sobrevivir a la sequía. En función de
nuestros objetivos, destacamos aquellas que poseen estructuras anatómicas modificadas en raíz, tallo y hoja lo
cual le permite a las plantas almacenar agua y nutrientes. Consideramos que debido a estas características,
este tipo de plantas pudieron haber sido aprovechadas por los grupos cazadores recolectores pampeanos
durante todo el año, mediante la implementación de diferentes prácticas de recolección: técnicas de acceso,
obtención, y su posterior procesamiento. Por otro lado, es importante considerar como recurso potencial a las
poáceas, ya que si bien no es un grupo que pertenezca a la clasificación de xerófitas de Oppenheimer, las
gramíneas pueden clasificarse en invernales y estivales. Las invernales son resistentes a las heladas,
                                                            
*
CONICET. Museo Etnográfico J. B. Ambrosetti. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Moreno 350 (1091).
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. E-mail: gabrielamusa@yahoo.com.ar
**
CONICET. División Plantas Vasculares. Museo de Ciencias Naturales de La Plata, Universidad de La Plata. Paseo del Bosque s/n. E-
mail: plos@fcnym.unlp.edu.ar
1
Ecotono: es un lugar donde los componentes ecológicos están en tensión. Es la zona de transición entre dos o más comunidades
ecológicas (ecosistemas) distintas. Generalmente conviven especies de dos o más comunidades pero pueden encontrarse organismos
propios (Odum y Barret 2006).
fructifican en verano/otoño y, aún en las perennes, hay rebrotes. Son recursos forrajeros de invierno. En
cambio, las estivales son sensibles a las heladas y constituyen recursos forrajeros de verano. En La Pampa, el
número de especies estivales e invernales es equilibrado, como es característico de las regiones templadas
(Rúgulo de Agrassar et al. 2005). En Argentina existen unas 1200 especies de gramíneas de las cuales 269 se
encuentran en la provincia de La Pampa. Allí, se constituye como la familia más importante con 187 (69%)
taxones nativos, 36 de los cuales presentan nombre común. Actualmente, representan un importante recurso
forrajero (Bromus brevis Nees, Poa lanuginosa Poir., entre otros), se utilizan como material de construcción,
para aplicaciones medicinales (Elionorus muticus (Spreng.) Kuntze.), o para la fabricación de instrumentos
musicales (Cortaderia selloana (Schult. & Schult.f.) Asch. & Graebn.) (Rúgulo de Agrassar et al. 2005).

Estudios de ecología isotópica realizados en restos humanos pertenecientes al cementerio Chenque I


demostraron que las personas tenían una dieta mixta que incluía recursos cárnicos, vegetales C3, C4, CAM, y/o
recursos marinos, en base a la distribución difusa de los valores isotópicos de δ13C y δ15N (Berón et al.
2009). A fin de determinar cuáles serían algunos de éstos recursos vegetales consumidos por el hombre o los
animales consumidos por él, es importante conocer la vía fotosintética presente en las especies incluidas en la
base de datos. Los mamíferos herbívoros actuales exhiben una fuerte preferencia en sus dietas por plantas C3.
La base para una herbivoría diferencial C3/C4 está relacionada con la distribución de las proteínas foliares. En
plantas C3, la mayor concentración de proteínas se da en las células del mesófilo, las cuales tienen una pared
celular delgada. En contraste, la mayor concentración de proteínas en las hojas de plantas C4 está en las
células de la vaina, las cuales presentan paredes celulares gruesas (Ehleringer y Cerling 2001). En general, las
especies C3 son abundantes en áreas húmedas, sombrías y con baja irradiancia solar, en regiones templadas y
zonas de alta montaña. Las especies C4 habitan áreas xerofíticas, con gran irradiancia solar (Ehleringer 1978,
Rúgulo de Agrassar et al. 2005). En cuanto a la elevación, los exponentes de la vía C4 son frecuentes a bajas
elevaciones (donde es más cálido y seco). Entre los 1100-1600 m.s.n.m, la abundancia relativa de ambos tipos
es similar (Llano 2009). Sin embargo existen especies C4 que pueden competir exitosamente en ambientes
fríos o sombríos (Caldwell et al. 1977). El rango de temperatura para la transición de la
dominancia/abundancia de uno de los tipos metabólicos sobre otro es de 20-28ºC para el hemisferio norte
(Ehleringer et al. 1997) y de 23-28ºC en el hemisferio sur (Cavagnaro 1988). La precipitación y su
distribución estacional también influyen en la abundancia relativa de las plantas con diferente vía fotosintética
(Llano 2009). Las especies con vía C3 se desarrollan normalmente a bajas temperaturas y altas humedades;
siendo lo inverso para las especies de la vía C4 (Williams III 1974). Sin embargo, los factores que determinan
la presencia de la vía C4 entre mono o dicotiledóneas son diferentes, la aridez muestra mayor correlación para
las dicotiledóneas, mientras que las monocotiledóneas se correlacionan con temperaturas altas (Ehleringer et
al. 1997). Las plantas CAM están particularmente bien adaptadas a ambientes semiáridos, logrando fijar CO2
con una pérdida mínima de agua. Presentan células del mesófilo notablemente de mayor tamaño que las vías
C3 y C4 además de una gran vacuola rodeada de una fina capa de citoplasma (Edwards y Walker 1983).

MATERIALES Y MÉTODOS

Al momento de confeccionar la base de datos se tuvieron en cuenta los siguientes criterios. Sólo se incluyeron
especies nativas y endémicas, y que su distribución comprendiera a la provincia de La Pampa. En algunos
casos se infirieron ciertos usos de las plantas en base a las características morfológicas y fisiológicas,
considerando a las mismas como potenciales recursos tanto alimenticios, como medicinales (para humanos y
animales) y/o construcción. Asumimos que aquellas plantas a las que les fueron asignadas un nombre común,
fue debido a que poseían alguna utilidad o significado para los grupos humanos. Así mismo, se tuvieron en
cuenta los usos registrados en trabajos etnobotánicos referidos a grupos etnográficos o etnohistóricos de los
géneros y especies presentes en nuestra lista.

El ordenamiento sistemático seguido corresponde al indicado por el Catálogo de Plantas Vasculares para el
Cono Sur (Zuloaga et al. 2008). Para determinar la vía fotosintética de las especies incluidas en la base de
datos, se realizaron cortes morfológicos y revisión bibliográfica (Smith y Epstein 1971, Ehleringer et al. 1997,
Mazzola et al. 2008, Llano 2009 y Martínez et al. 2009). La diferenciación de las vías fotosintéticas se realizó
en base a la estructura foliar: si los cortes transversales de hojas presentan estructura dorsiventral o isolateral,
corresponden a la vía C3, si hallamos una estructura kranz es C4 y si la estructura es homogénea corresponde a
la vía CAM. Se trabajó con material de herbario perteneciente a la colección del Herbario LP y a la colecta
personal de M. G. Musaubach. Se removieron hojas, se rehidrataron y se realizaron cortes a mano alzada a la
altura de la vena media. Dichos cortes se clarificaron con hipoclorito de sodio al 5% y se colorearon con
Safranina 1% y Azul Astra 1% (Rocha Martins et al. 2006). Fueron montados con glicerina para su
observación en un microscopio óptico marca Nikon, modelo Eclipse E200 y las fotografías fueron tomadas
con una cámara marca Nikon, montada sobre dicho microscopio. Posteriormente, los datos de las imágenes
fueron volcados a diagramas de acuerdo a la simbología de Metcalfe y Chalk (1957).

RESULTADOS Y DISCUSIONES

Hasta el momento fueron incluidos 172 taxones en la base de datos de recursos vegetales potencialmente
utilizados en el centro sud de La Pampa. Se obtuvieron datos en relación a la vía fotosintética de 63 de los
taxones (36,6 %), en tanto que 51 taxones (30 %) presentaron usos etnobotánicos. Estos usos documentan una
diversidad de etapas relacionadas a la obtención de recursos, que incluían el machacado, la molienda, la
fermentación de frutos para obtener bebidas alcohólicas, o el freído en grasa de potro en el caso de las plantas
alimenticias. En relación a las plantas con fines medicinales, se las utilizaba reducidas a cenizas y/o
pulverizadas junto con otras hierbas a modo de ungüento (por ejemplo Atriplex undulata (Moq.) D.Dietr.-
zampa crespa), mediante masticación y salivación para quitar los principios activos (por ejemplo Acmella
decumbens (Sm.) R. K. Jansen var. decumbens -  matadiente), o se realizaba una decocción y se utilizaba el
agua o vapores obtenidos durante el proceso para realizar las curaciones (por ejemplo Prosopis strombulifera
(Lam.) Benth. var. strombulifera - retortuño). Gusinde (1936), enumera y describe 324 plantas medicinales
utilizadas por los Araucanos (Mapuches) chilenos, incluyendo su nombre mapuche, la clasificación científica
de la especie y familia. Menciona que en algunas reducciones araucanas ha visto que ellos plantan y cuidan
las hierbas medicinales más usadas en los jardines cercanos a la ruca (casa). De la Cruz (1969: 472) hace
mención a la utilización de ciertas “(…) yerbas medicinales para darlas en bebidas en sus aguas o para
aplicarlas en flotamentos (…)”. Entre las prácticas tradicionales que se mencionan en la bibliografía
consultada, se sabe que las machis curaban los gualichos quemando las hojas de arbustos del género Larrea y
que también las maceraban en cataplasmas que aplicaban a los que sufrían de dolores reumáticos, quebraduras
o luxaciones. Los sabañones también se rendían con este remedio (Vilela et al. 2009). 

Entre los recursos alimenticios silvestres recopilados para el territorio centro sur de la provincia de La Pampa,
las partes principalmente consumidas, consistían en hojas o pecíolos, brotes o cogollos, raíces, tubérculos,
rizomas, semillas y frutos. Estos eran consumidos crudos y/o cocidos (al rescoldo, fritos o en caldos). Por
ejemplo, los frutos de diferentes leguminosas, principalmente vainas de Prosopis flexuosa DC. var flexuosa
DC., Prosopis alpataco Phil. f. alpataco y Prosopis caldenia Burkart (algarrobo, alpataco y caldén) y las
bayas de Geoffroea decorticans (Gillies ex Hook. et Arn.) Burkart (chañar), constituían un recurso periódico
y fluctuante. La forma de obtenerlos era mediante la recolección manual a partir de la sacudida de las ramas
de los árboles, o su recolección directamente del piso (Martínez Crovetto 1968). La forma de procesarlos era
el machacado y molienda de las vainas y bayas para la confección de harinas. En algunos casos fermentaban
las frutas dentro de vasijas para la obtención de bebidas estimulantes (Martínez Crovetto 1968, Zeballos 1960
y Mansilla 2006). Tal como menciona De la Cruz (…) “De éstos dan frutos los soyes, unas vainas que
encierran unos porotillos (…). De todas hacen chichas, restregándolas en agua tibia, y dejándolas en unos
vasos de greda para que fermenten” (De la Cruz 1969:431).

Los frutos de Prosopanche (Hydnoraceae), conocidos como papa de monte, eran otro de los recursos
alimenticios que obtenían del monte. La recolección se realizaba cuando el fruto estaba maduro, ya que el
mismo se desenterraba naturalmente, por sí solo, y quedaba depositado en el suelo donde podía ser juntado.
Las formas de consumo eran al natural, cuando estaba totalmente madura o, fritada en grasa de potro, para
mejorarle su palatabilidad y evitar constipaciones (Martínez Crovetto 1963). También eran consumidos los
frutos de cactus del género Opuntia (Steibel 1997). Los frutos de este género se caracterizan por la presencia
de gloquidios, por lo cual creemos que para su recolección utilizarían técnicas similares a las observadas por
Arenas entre los Tobas y Wichis. Las técnicas son las siguientes: reunían los frutos con cuidado y los
introducían en una bolsa alargada de fibras, donde los remueven a fin de separar las espinitas y poder
consumirlos sin dificultad, también los disponían en el suelo y los removían con un manojo de pastos (Arenas
2003). Para recolectar los frutos de Condalia microphylla Cav. (Rhamnaceae) piquillín, colocaban un cuero
en el suelo debajo de la planta y golpeaban hasta obtener la cantidad de frutitos que deseaban. Los consumían
como golosinas (crudo), o preparaban con ellos una bebida fermentada. La fermentación de los frutitos se
producía por dejarlos de cuatro a cinco días en vasos de cuero. La bebida obtenida era un licor de sabor dulce
parecido al dulce de grosella (Martínez Crovetto 1963). Según Guinnard en el trabajo recopilado por Martínez
Crovetto (1963) la fruta no secaba de vientre pero, consumida en exceso, provocaban estreñimiento e
irritación dolorosa debido al consumo de sus carozos. Steibel menciona que en verano, época en la que
maduran, los cosechaban en cantidad, y los dejaban secar para conservarlos para el invierno (Steibel 1997).

El uso de órganos subterráneos parece haber sido en tiempos pasados de gran importancia para la
supervivencia de los grupos humanos locales (Ugent et al. 1987). Para el caso del centro sud de La Pampa,
disponían de numerosas raíces comestibles (rizomas y raíces tuberosas), como por ejemplo Phragmites
australis (Cav.) Trin. ex Steud. (Poacea) carrizo (Martínez Crovetto 1968), Oxalis conorrhiza Jacq.
(Oxalidaceae) macachín o vinagrillo, Arjona tuberosa Cav. var. tuberosa Phil. (Apocynaceae) macachín
(Martínez Crovetto 1963 y Rapoport y Ladio 1999), Hoffmannseggia glauca (Ortega) Eifert (Fabaceae)
porotillo (Steibel 1997), entre otras. Eran recursos disponibles durante todo el año a diferencia de algunas
hojas y frutos que eran alimentos de primavera y verano.

Con respecto a las Poáceas pampeanas, principalmente las del género Bromus, existe cierta controversia con
respecto a si constituyeron o no un recurso alimenticio en esta zona. Wilhelm de Mösbach (2000) menciona el
cultivo del Bromus mango Desv.-mango- entre los Mapuches de Chiloé, Chile, (…) “en calidad de cereal,
antes que conocieran el trigo (Wilhelm de Mösbach 1992:63). Esta especie no se distribuye en La Pampa.
Pero el Lanco (Bromus unioloides H.B.K.) si se encuentra allí, para el cual Wilhelm de Mösbach explica que
“El pretendido uso antiguo del vegetal como cereal bien podría fundarse en una mera contaminación de la
voz Lanco con mango” (Wilhelm de Mösbach 1992:63). Sin embargo, Covas et al. (2005) han realizado
estudios con respecto al valor nutritivo de los granos determinando la composición química de los antecios
maduros en líneas de cebadillas cebadilla criolla (B. catharticus Vhal), cebadilla pampeana (B. brevis Ness.) y
cebadilla intermedia (B. parodii Covas et Itria). Los resultados mostraron que los valores de proteína bruta, P,
Mg son similares a los mencionados para otros granos vestidos como avena y cebada y encontraron valores
mayores que para los cereales mencionados para fibra bruta, cenizas y Ca (Covas et al. 2005).

Los estudios realizados a fin de determinar la vía fotosintética de los diferentes taxones, a partir de la
búsqueda bibliográfica y los cortes morfológicos realizados se obtuvieron datos para las siguientes familias,
Anacardiaceae, Asteraceae, Cactaceae, Chenopodiaceae, Ephedraceae, Euphorbiaceae, Fabaceae,
Nyctaginaceae, Plantaginaceae, Plumbaginaceae, Poaceae, Portulacaceae, Rhamnaceae, Santalaceae,
Scrophulariaceae, Solanaceae y Zygophyllaceae. Es interesante destacar que para varias especies
pertenecientes a las familias Cactaceae, Fabaceae, Poaceae, Rhamnaceae y Santalaceae, se han documentado
usos alimenticios, ya sea para consumo humano o en el caso de los mamíferos herbívoros, como alimento
forrajero. Estos datos resultan de interés en relación a los estudios de ecología isotópica desarrollados para la
zona (Berón et al. 2009) y para las identificaciones de microfósiles vegetales extraídos del tártaro dental de
restos humanos (Musaubach 2010) encontrados en el cementerio Chenque I. En el gráfico 1 se sintetizan los
resultados obtenidos para los taxones analizados.
Gráfico 1.- Cantidad total de especies según su vía fotosintética, dentro de cada familia de plantas. Referencias: C3: vía
fotosintética C3, C4: vía fotosintética C4, C3-C4: plantas en las que de acuerdo a la bibliografía consultada hasta el
momento, presentaban contradicciones en su categorización y CAM: vía fotosintética de las CAM.

CONSIDERACIONES FINALES

La recolección de plantas constituye una actividad estacional que implica el conocimiento de los ciclos vitales
de las plantas, y la implementación de diferentes técnicas de conservación de parte de los alimentos
recolectados, como así también, la elaboración de otros para poder ser utilizados en épocas de escasez. Esta
información resulta de utilidad al momento de interpretar la cantidad y tipo de microfósiles botánicos
encontrados en artefactos de molienda, tártaro dental, tiestos cerámicos, suelos y sedimentos, pertenecientes al
sitio arqueológico Chenque I (Parque Nacional Lihué Calel, Prov. La Pampa) y la Localidad Arqueológica
Tapera Moreira (Dpto. Curacó, Prov. La Pampa) en el marco del proyecto de investigación desarrollado por
una de las autoras (M. G. Musaubach).

Por último, al entrecruzar las categorías vía fotosintética y conocimiento etnobotánico de plantas comestibles,
acotamos el universo de plantas consumibles tanto por los cazadores recolectores como así también por los
animales herbívoros pampeanos. En función de esta información, obtuvimos un listado potencial de 172
plantas que deben ser tenidas en cuenta principalmente, en nuestra colección de referencia de la zona. Se
obtuvieron datos en relación a la vía fotosintética de 63 de los taxones (36,6 %), en tanto que 51 taxones (30
%) presentaron usos etnobotánicos. De esta forma se acotan las asignaciones taxonómicas del conjunto de
microfósiles botánicos de interés arqueológico (fitolitos, gránulos de almidón, fragmentos de tejido vegetal
deshidratado, entre otros) en los análisis arqueobotánicos actualmente en curso. Y a su vez, se aporta
información a los estudios de ecología isotópica que se están desarrollando dentro del equipo de trabajo del
cual estos estudios forman parte.

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ÍNDICES DE RENDIMIENTO ECONÓMICO E INTENSIFICACIÓN: EL REGISTRO
ARQUEOBOTÁNICO EN LA CUENCA ALTA DEL RÍO DIAMANTE

Carina Llano, Gustavo Neme y Teresa Michelli

CONICET - Departamento de Antropología – Museo de Historia natural de San Rafael

En este trabajo se presenta el análisis arqueobotánico correspondiente al área del alto río Diamante, sur de
Mendoza. Los mismos son discutidos a la luz de los índices de rendimiento económico recientemente
obtenidos para las especies vegetales de la región.

Dentro de este marco, se presentan los resultados de los macrorrestos vegetales recuperados de los sitios
arqueológicos El Mallín, Alero Montiel y Gruta El Carrizalito, excavados durante la década ´70 por
Mariano Gambier, con una secuencia de ocupación que comienza ca. de 9000 años AP.

Los resultados muestran, por un lado, que Schinus, conocida vulgarmente como molle y Prosopis,
conocida como algarrobo son los géneros más representados en toda la secuencia. Por otro, evidencian un
cambio en el uso de los recursos alrededor de 2000 años AP. Este cambio habría implicado, hacia los
momentos más tardíos, el consumo de un rango más amplio de especies que, a su vez, son de menor
rendimiento nutricional, el que estuvo acompañado por la introducción de plantas domésticas (i.e. maíz y
cucurbitáceas).

 
APROXIMACIÓN AL MANEJO DE RECURSOS VEGETALES A PARTIR DEL ANÁLISIS DE
FITOLITOS EN UNA SECUENCIA SEDIMENTARIA DEL SITIO 1, LOBERÍA I, SIERRAS DE
TANDILIA ORIENTAL, BUENOS AIRES, ARGENTINA

Colobig, María de los Milagros*; Mazzanti, Diana Leonis**; Zucol, Alejandro Fabián*

INTRODUCCIÓN

Los estudios acerca de los recursos vegetales a partir del análisis de fitolitos se están realizando en diversos sitios
arqueológicos de las Sierras de Tandilia Oriental desde hace una década (Osterrieth, et al., 2000; Zucol, et al.,
2002). Estos trabajos han demostrado que la interpretación basada en microrrestos vegetales, incluida en el
marco de un abordaje interdisciplinario, posibilita el acceso a información calificada sobre el contexto vegetal.
La resistencia de los fitolitos a condiciones ambientales adversas y su perdurabilidad en el tiempo los convierten
en un recurso valioso, tanto para la reconstrucción paleoambiental como para la identificación de indicadores
que permiten inferir la existencia por vía antrópica de determinadas plantas.

En el presente trabajo se analiza una secuencia sedimentaria del sitio 1 de la Localidad Arqueológica Lobería I,
situado en el borde oriental de las Sierras de Tandilia (Figura 1). El perfil seleccionado se ubica en la porción sur
y más interna de un reparo rocoso de 24 m2 aproximadamente y un depósito sedimentario con una potencia de
1,80 m, que contendría posiblemente siete ocupaciones en estratigrafía, abarcando el lapso desde la transición
Pleistoceno-Holoceno al Holoceno tardío-final.

Figura 1: Mapa con la ubicación del sitio estudiado.

*
Laboratorio de Paleobotánica CICYTTP-CONICET Diamante, mcolobig@cicyttp.org.ar; cidzucol@infoaire.com.ar
** Grupo de Investigación ARBO - Laboratorio de Arqueología, UNMDP arqueolab@gmail.com
METODOLOGÍA

Se seleccionó el perfil de mayor potencia en el sitio para extraer muestras sedimentarias para el análisis de
fitolitos. Se obtuvieron 11 muestras a lo largo de la secuencia (1, 30 m. de potencia), y se consideraron los
impactos de rasgos (cuevas, pozos, dinámica de suelo, raíces, etc.) que permitieron identificar procesos
tafonómicos, que afectaron la preservación y la distribución de los restos arqueológicos.

Las muestras fueron secadas en laboratorio, y se fraccionaron en dos submuestras una para archivo y otra que se
trituró para realizarle el tratamiento preliminar según Bonomo, et al. (2009). Las muestras, según el protocolo, se
sometieron a los siguientes procesos químicos: eliminación de sales solubles mediante lavados con agua
destilada; eliminación de carbonatos con ácido clorhídrico diluido al 10%; desagregación utilizando
hexametafosfato de sodio; eliminación de materia orgánica por tratamiento con agua oxigenada; eliminación de
barnices y/o cementos con ácido clorhídrico diluido al 10% y neutralización del material remanente o “muestra
limpia”. Sobre ésta se realizó una separación granulométrica, la fracción gruesa (mayor de 250 µm y entre 53 y
250 µm de diámetro) por tamizado y la fracción más fina (entre 4 y 53 µm de diámetro) por sifonado.

La separación densimétrica de la fracción 5-250 µm se realizó utilizando politungstato de sodio (dens. 2,345)
como líquido pesado, separando la porción de material liviano y pesado de cada fracción. Luego de la separación
densimétrica, el material resultante se montó para ser observado al microscopio óptico, tanto en medio líquido
para identificar los cuerpos tridimensionalmente como en preparados permanentes con Bálsamo de Canadá. Se
determinó la unidad muestral mínima representativa en 400 fitolitos, estableciéndose ese número para los
recuentos, y para la descripción de la variabilidad fitolítica se utilizaron morfotipos definidos sobre la base de las
clasificaciones morfológicas propuestas por Twiss et al. (1969), Bertoldi de Pomar (1971), Twiss (1992), Kondo
et al. (1994), Zucol (1996) y los descriptores propuestos por ICPNWG (2005).

RESULTADOS

Entre los microrrestos observados, los fitolitos fueron los de mayor abundancia y variabilidad. En segundo
término, se registraron abundantes diatomeas en ciertos niveles (Figura 2. O y P), y en proporción fueron muy
escasos tanto las espículas como los estomatocistes de crisostomatáceas. Las diatomeas (Hassan, en prensa)
predominaron en la muestra situada en la unidad estratigráfica que se extiende de los 20 a los 50 cm,
disminuyendo notablemente en las restantes muestras del perfil.

En cuanto a los microfósiles silíceos de origen vegetal, se presentaron elementos articulados de origen
subepidérmico y epidérmico, con aparatos estomáticos y células cortas y largas de monocotiledóneas (Figura 2.
S y T), acompañados de tejidos y células aisladas de dicotiledóneas en ciertos niveles.

Los morfotipos no- articulados encontrados con mayor frecuencia fueron de origen graminoide, como las formas
aguzadas, bilobadas, polilobadas, crenadas, en forma de cono truncado, poliédrica y prismática (Figura 2. R).
Entre los elementos de importancia arqueológica por su implicancia taxonómica se encontraron en menor
abundancia dentro del grupo de las gramíneas, elementos cruciformes y en forma de silla de montar colapsada, y
elementos globulares (Figura 2. M- Ñ) afines a los producidos por las palmeras.
Figura 2: Diferentes fitolitos hallados en el perfil estudiado. A- D: Bilobados. E: En forma de cruz. F-G:
Elípticos. H: Cuadrado. I- J: Conos truncados. K: Crenado. L- LL: Sillas de montar colapsada. M- Ñ: Globulares.
O- P: Diatomeas. Q: Silla de montar. R: Prismático. S: Articulado con complejo estomático, células largas y
célula corta bilobada. T: Articulado de células largas y células cortas elípticas. Escala en A: 20 µm.

Según los resultados obtenidos del estudio comparativo de las muestras, la rarefacción de taxa (Figura 3) mostró
que la mayor abundancia y variabilidad se presentó en los 70 cm superiores de la secuencia, cuyo piso está
datado en 3104 + - 46 AP. Por debajo de esa sección se evidenció una progresiva disminución de estos
indicadores hacia la base del perfil. Esta variación se observó estratigráficamente y se determinó que las
asociaciones conformadas por los morfotipos en forma de cruz, globulares lisos, sillas de montar colapsadas y
conos truncados elongados, entre los elementos diagnósticos, caracterizan esta sección superior del perfil. Por
debajo de la misma, los elementos predominantes fueron las sillas de montar y los fusiformes, mientras que en la
muestra extraída en el nivel más próximo al piso de la secuencia, cuya ocupación fue datada en 9787 +- 81 AP,
se observó una baja variabilidad fitolítica relativa.

Las asociaciones de esta sección del perfil no presentaron morfotipos característicos que la separen de las dos
secciones anteriormente descriptas. Entre los morfotipos diagnósticos comunes a lo largo de todo el perfil se
registraron en líneas generales polilobados, bilobados, conos truncados, formas crenadas, ovoides, cuadradas y
en medialuna.

Figura 3: Diagrama fitolítico y Rarefacción de taxa del perfil estudiado mostrando los principales grupos de
morfotipos fitolíticos en relación con su afinidad botánica. Pa: Panicoides (Cr: Cruz, Pa: Bilobados Panicoides).
St: Stipoideos (Bilobados tipo stipa). Gl: Arecoideos (Globulares). Fu: Podostemoideos (Fusiformes). Po:
Pooides (Crenados, ovoides, redondeados, en media luna). Ct: Danthonioideos (Conos truncados). Sm:
Chloridoideos (Sillas de montar). Smc: Bambusoideos (Sillas de montar colapsadas). Fnd: Formas no
diagnósticas.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

A partir de la muestra 9, nivel en el que se obtuvo una datación indicando el comienzo del Holoceno tardío (3104
+ - 46 AP) hacia el tope del perfil, se observó un aumento en la abundancia y variabilidad de los morfotipos
fitolíticos, conjuntamente con el aumento en los porcentajes de fósforo y niveles de materia orgánica en el suelo
(Mazzanti et al., 2010) lo cual coincidiría con el inicio de un proceso de ocupación más sostenida del sitio, y en
consecuencia la introducción de otros recursos vegetales en el mismo (Figura 3).

En las primeras 9 muestras se pudo observar una sección superior caracterizada por elementos de afinidad
stipoide, danthonioide, chloridoide y podostemoide, vinculados con elementos de relevancia arqueológica
asignables a arecoides, bambusoides y panicoides (Figura 3).

Desde el punto de vista paleoambiental, en la sección superior se pudo observar una mayor abundancia de
elementos megatérmicos, lo cual sumado a la presencia de otros indicadores (tales como las diatomeas) permiten
concluir que en esta sección se desarrolló un clima templado-cálido húmedo (Holoceno tardío), evidenciado por
la presencia de elementos de las subfamilias Panicoideae, Danthonioideae, Bambusoideae y Stipoideae.

En la sección inferior el aumento relativo hacia la base del perfil de elementos pooides, danthonioides y
chloridoides permiten estimar que hacia la transición Pleistoceno- Holoceno, se vivieron condiciones más áridas
y templado-frías.

Respecto de la posible manipulación de recursos vegetales al interior del reparo por los grupos humanos, dentro
de la familia de las gramíneas se registraron dos elementos característicos: de maíz (cruces, relacionados en
algunas de sus formas con las descriptas para Zea mays, sensu Bertoldi de Pomar, 1971; Piperno, 1988; 2006;
Pearsall, 2000) (Figura 2. E) registro presente también en macrorrestos hallados en otro sitio de la región, Cueva
Tixi (Mazzanti, 1997) y de cañas (sillas de montar colapsadas, de afinidad bambusoide, vinculada con el género
Chusquea, según Piperno, 2006) (Figura 2. L- LL). Ambos tienen gran utilidad y pudieron ser introducidos al
reparo hacia el Holoceno tardío. Además, se recuperaron microrrestos silíceos vegetales no graminoides de
afinidad arecoide (palmeras) a lo largo de todo el perfil, los cuales se vienen registrando tanto en un no sitio
(Colobig, et al., 2009b) como en otros sitios de las Sierras de Tandilia Oriental (Zucol, et al., 2002; Zucol, et al.,
2007; Colobig y Zucol, 2008; Colobig, et al., 2009a; Mazzanti, et al., 2010; Zucol, et al., en prensa) (Figura 2.
M- Ñ). Este grupo debe considerarse con precaución en lo referente a su origen, ya que se evidenció su presencia
en muchos suelos de la región a partir del material parental de los mismos (Fernández Honaine, 2007) por ello,
es preciso profundizar la investigación y en especial la comparación de estos resultados con otros perfiles del
sitio y/o no sitio con el fin de identificar el posible origen antrópico de ese recurso.

La muestra extraída en el piso de la secuencia cuya ocupación fue datada en 9787 +- 81 AP, no mostró un
incremento en la variabilidad fitolítica, por lo que no parece haber sido significativa la introducción de vegetales
en esta ocupación temprana, también evidenciado en la escasez de material arqueológico, producto de
ocupaciones efímeras.

La información botánica recuperada hasta el momento a partir del análisis de fitolitos, permitió identificar zonas
de acumulación de determinados recursos vegetales que en muchos casos pueden considerarse introducidos por
acción humana. Esta evidencia como así también la variabilidad en su composición han permitido establecer
cambios ocurridos durante el transcurso del período en que se depositó la secuencia sedimentaria analizada, tanto
en lo referente al ambiente como a los períodos de ocupación del reparo rocoso estudiado, resultados valiosos si
se considera en estos contextos poco propicios para la preservación de restos vegetales de otra naturaleza.

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APROXIMACIÓN EXPERIMENTAL A PRÁCTICAS POST APROVISIONAMIENTO ENTRE
GRUPOS CAZADORES-RECOLECTORES-PESCADORES DEL LITORAL FLUVIAL
BONAERENSE.

María Clara Paleo 1, Mercedes Pérez Meroni1, Martín Pueblas2 y María Lelia Pochettino2, 3

Recientes estudios arqueobotánicos desarrollados en sitios arqueológicos del Holoceno tardío del partido
de Magdalena han permitido contar con una primera aproximación al uso de recursos vegetales entre los
grupos cazadores –recolectores-pescadores del área. Dichos estudios consistieron en la recuperación e
identificación de microrrestos presentes en artefactos de molienda y tiestos. Las características presentes
en los conjuntos de microrrestos vegetales hallados sugieren que los recursos vegetales fueron objeto de
procesamientos diversos tras su colecta, los cuales implicaron distintas prácticas de cocción y tostado. A
fin de comprender dichas prácticas y modos de procesamiento el presente trabajo tiene como objetivo
desarrollar un protocolo experimental que permita replicar bajo condiciones controladas los posibles
eventos de cocción, tostado y molienda de los ejemplares vegetales identificados. La experimentación
tomará en cuenta datos obtenidos de los conjuntos arqueobotánicos como así también, la realización de
réplicas de contenedores cerámicos de procesamiento reconocidos para estos grupos cazadores
recolectores pescadores. Se procederá a reproducir las condiciones de cocción de los vegetales. La
finalidad de este abordaje actualístico es reconocer indicadores de prácticas post aprovisionamiento en
microrrestos vegetales de Celtis tala, las condiciones de combustión necesarias para lograr diferentes
subproductos (ejemplares tostados, hervidos, recocidos y molidos) y los cambios sufridos por los
artefactos implicados en tales prácticas, principalmente rasgos que se hagan presentes en los recipientes
cerámicos (hollinado, presencia de concreciones carbonosas, costras, entre otros). La proyección de esta
clase de abordaje es reconocer y caracterizar prácticas post aprovisionamiento en el registro arqueológico
de la región y analizarlas en relación a procesos de intensificación en la explotación de recursos locales en
el pasado.

1
LAC. Laboratorio de Análisis Cerámico. Facultad de Ciencias Naturales y Museo. UNLP.
2
LEBA. Laboratorio de Etnobotánica y Botánica Aplicada. Facultad de Ciencias Naturales y Museo.
UNLP.
3
CONICET
PRÁCTICAS POSCOLECTA Y MATERIAL LEÑOSO: ANÁLISIS DE RESIDUOS Y HUELLAS
MICROSCÓPICAS DE ORIGEN VEGETAL, SOBRE ARTEFACTOS DE ROCA TALLADA,
UTILIZADOS EN CONTEXTOS EXPERIMENTALES.

Cueto Manuel * , Capparelli Aylen * , Ciampagna Laura * , Paunero Matías * y Alicia Castro * .

Introducción y objetivos
En este trabajo se presenta el Programa Experimental (PE) diseñado para evaluar dos líneas de análisis que
indiquen el procesamiento de vegetales leñosos mediante artefactos formatizados de roca, considerando la
complementariedad de aproximaciones que investigan los microrrestos vegetales adheridos a los artefactos y las
microhuellas de uso en los mismos -análisis funcional-. Los artefactos de roca pueden conservar dos tipos de
residuos procedentes de los materiales trabajados, macro y microscópicos, que difieren tanto por su aspecto
como por sus mecanismos de conservación (Mansur 1992; Castro 1994). Los primeros, restos de las sustancias
trabajadas, como grasas o macrorestos vegetales, se conservan de manera excepcional según condiciones
ambientales específicas (Briuer 1976; Shafer y Holloway 1979). En el caso de los residuos microscópicos son
partículas del material trabajado, que se observan en los filos utilizados, por medio de microscopio óptico (MO)
y/o electrónico de barrido (MEB) (Mansur 1992). Algunos restos se conservan como adherencias, otros como
verdaderas inclusiones en el micropulido (Anderson-Gerfaud 1981). En nuestro caso, los objetivos particulares
del programa, cuyos resultados son aún parciales, están orientados a:
1. Registrar y analizar los residuos vegetales producto del procesamiento de plantas leñosas adheridos a los
artefactos líticos experimentales, identificarlos anatómicamente y detectar rasgos que indiquen procesamiento.
2. Poner a prueba los métodos de limpieza tradicionales para artefactos de roca, implementados en el proceso de
análisis funcional, y evaluar su grado de efectividad en cuanto a la remoción de los residuos vegetales.
3. Analizar los bordes activos de los artefactos con el objeto de caracterizar las macro y microhuellas de uso
(micropulidos, estrías, redondeamiento) generadas durante el procesamiento de las maderas.
4. Combinar los resultados de ambas líneas para la inferencia del uso de las herramientas prehistóricas.

La combinación de diversas aproximaciones metodológicas, como las testeadas en este caso, contribuirá a la
elaboración de inferencias confiables sobre prácticas poscolecta (Capparelli et al. 2010, Capparelli y Lema, en
este volumen) de recursos vegetales entre grupos cazadores recolectores que habitaron ambientes áridos y con
múltiples limitantes climáticas, como es el caso de Patagonia, nuestra área de estudio.

Antecedentes
Los estudios relacionados con el análisis de residuos orgánicos de la superficie y filos de artefactos líticos
componen, hoy en día a nivel internacional, una línea de investigación común a partir de un conjunto de técnicas
que aportan valiosos datos en la determinación de las funciones para herramientas de roca (Anderson 1980;
Sobolik 1996; Clemente et al. 2002). En nuestro país, hasta mediados de los ´90, estos análisis se desarrollaron
de manera discontinua (Mansur 1983 y 1992). A partir de este momento se registra una mayor frecuencia, desde
diversas aproximaciones analíticas al abordaje de los residuos, buscando precisar la función e identidad de los
artefactos líticos (Álvarez 2002; Babot et al. 2008 y 2009, y Lombard y Wadley 2007). No obstante, se requieren
aun estudios experimentales que formulen diseños de análisis a partir de hipótesis de explotación de recursos
locales, que pongan a prueba los procedimientos metodológicos y contrasten los resultados sobre materiales
arqueológicos de cada región en estudio. Entre los antecedentes se registran análisis de microrrestos vegetales
(silicofitolitos y pseudomorfos de oxalato de calcio) aplicados al estudio experimental de instrumentos líticos,
por parte de Anderson en los años ´80, quien identificó la presencia de pátinas y partículas atribuibles a especies
concretas, en la superficie de útiles de silex. Sin embargo, la primera noticia sobre aplicación arqueológica del
uso de fitolitos en la identificación de especies domesticadas, procede de estudios realizados en Turquía, por
parte de Schellenberg en 1908 (Hoyas et al. 1990). Intentando reconstruir antiguos procesos de trabajo con

*
Departamento Científico de Arqueología, FCNyM–UNLP/CONICET, Paseo del Bosque s/n. La Plata (CP: 1900), Bs.As.
Argentina. manuelcueto@fcnym.unlp.edu.ar
herramientas de piedra, como el procesamiento de cereales entre otros recursos vegetales, Clemente et al. (2002)
complementan el estudio de las microhuellas de uso con el análisis de residuos, sobre conjuntos macrolíticos del
país Dogón (Mali). Esta combinatoria les permite constatar la cinemática de utilización de los artefactos líticos e
identificar las especies procesadas. A nivel local, cabe mencionar el estudio realizado por Babot et al. (2009)
quienes evalúan las hipótesis sobre la función de un grupo particular de artefactos líticos, aplicando múltiples
técnicas como el análisis de las microhuellas y residuos, hallando microfósiles de tubérculos y raíces. En cuanto
a tratamientos de limpieza del material implementados durante el análisis microscópico de huellas de uso,
diversos investigadores (Castro 1994 y bibliografía allí citada) se remiten a los pasos propuestos por Keeley
(1980), que consisten en someter el material a inmersiones en diferentes soluciones, para eliminar grasas y
sustancias minerales. Entre otros procedimientos de lavado con fines de limpieza superficial o enjuagues por el
manipuleo de las piezas, se propone el uso de agua y jabón o agua y detergente, agua destilada, éter o acetona, y
alcohol al 96%. Por otra parte, con el propósito de remover y eliminar residuos que dificulten o impidan el
análisis de las microhuellas de uso, se ha utilizado el lavado por inmersión con dos tipos de soluciones:
hidróxido de sodio (Na OH) al 20 % para eliminar residuos orgánicos, y ácido clorhídrico (HCl) al 10 % para
eliminar residuos inorgánicos, principalmente carbonatos. Se ha demostrado que las inmersiones de un máximo
de 20 min no producen alteraciones ni en la materias primas vírgenes, ni en los micropulidos funcionales
(Mansur 1983; Álvarez 2002; Leipus 2006). Otra técnica de lavado, el baño de ultrasonidos por periodos de
20min, evidencia que ciertos residuos como los granos de almidón continúan adheridos a la superficie, y que se
requiere de un segundo tipo de baño con HCl al 10 % para una limpieza más eficaz, que no llega a ser total ya
que dada la resistencia de este tipo de residuo, el mismo puede permanecer aún, en determinados puntos, como
una capa fina de partículas (Clemente et al. 2002). La combinación del estudio tecno-morfológico, funcional y de
residuos es una de las pocas vías complementarias con que contamos para hacer que ciertas actividades de
procesamiento y consumo correspondientes a la etapa de post-aprovisionamiento de vegetales, que
habitualmente no dejan restos –dieta, medicina, ceremonial, etc.- sean visibles en el registro arqueológico, a
través de los artefactos de roca.

Materiales y métodos
Los pasos seguidos durante la investigación fueron los siguientes:
1) Confeccionamos una colección experimental de 12 artefactos de un sílex marrón rojizo oscuro, oportunamente
descripto (Frank et al. 2007; Cueto 2009), de muy buena calidad para la talla, procedente de la Cantera de Sílex
de la localidad arqueológica La María (provincia de Sta. Cruz) y que también está presente en forma de
artefactos formatizados y productos de la talla en los componentes en estratigrafía locales. Se utilizaron dos
especies leñosas, a modo de sustrato para su modificación. Como no nos fue posible obtener material vivo de
especimenes patagónicos a medida que lo necesitábamos, buscamos correlatos que pudieran representar lo más
acertadamente a los mismos. De esta manera, y teniendo en cuenta que las propiedades de la madera de distintas
especies de un mismo género poseen muchas similitudes, se utilizó por un lado Berberis thunbergii forma
atropurpurea, especie europea, y por otro Prosopis chilensis (algarrobo blanco), especie nativa para Argentina,
ambas fácilmente obtenibles cerca de nuestro ámbito laboral. Otras especies de estos mismos géneros son
frecuentes en Patagonia i.e. Prosopis alpataco (alpataco), Prosopis denudans (algarrobillo) y Berberis buxifolia
(calafate), incluso algunas tienen comprobado su uso para la confección de artefactos arqueológicos, por ejemplo
un fragmento de arpón hallado en el sitio Cueva del Negro, identificado como Berberis sp. (Capparelli et al
2009). Tanto Berberis como Prosopis poseen madera dura, para el primero ver Ancibor y Pérez de Micou (2002)
y Pique i Huerta (1999); para el segundo Tortorelli (1956), quien señala una dureza de 0,75-0,85. Las ramas
destinadas al procesamiento fueron seccionadas por medio de fracturas y cortes manuales y con el uso de filos de
útiles de roca. Así se conformó un conjunto de 6 ramas de Berberis con una longitud promedio de 1,10 m, y un
espesor máximo de 2,2 cm, y otro de 4 leños de algarrobo de 41 cm y 3,2 cm respectivamente; 2) Once
artefactos formatizados fueron utilizados en actividades de descortezado y raspado sobre leños de madera fresca
(Tabla 1). Uno de los raspadores no fue utilizado y quedó como pieza de referencia, al igual que otros 10
productos resultantes de la talla. Las acciones realizadas en el procesamiento de los vegetales implicaron
movimientos transversales al filo activo, con prensión manual. Fueron registrados éstos y otros controles
experimentales (ver Tabla 1) con el objeto de garantizar las condiciones de replicabilidad y contrastación de los
procedimientos metodológicos (Ascher 1961, Bunge 1976, Cueto 2009); 3) Realizamos observaciones a nivel
microscópico de los artefactos de referencia para caracterizar la superficie sin uso de la roca, libre de residuos.
Se observaron a nivel macroscópico los residuos y adherencias en las piezas (P) utilizadas. Tomamos la tara de
las piezas luego del uso, entre otras instancias, como parámetro del peso extra que representan residuos y
adherencias incorporados al artefacto. Realizamos una primera observación al microscopio y lupa binocular de
los filos, previo al raspado de los mismos para el análisis de residuos vegetales, y a los lavados programados;
de ataque
Extensión

trabajada

binocular
Artefacto
Nº Pieza

Longitud

residuos

residuos
Microsc.
Presión
Madera
Tipo de

Tiempo

Tipo de
Lavado
relativa
Angulo

Angulo
Acción

de uso
del filo

del filo

del filo

met.
P/A.

P/A.

lupa
1 RAS 3,1 corto 75 DE Be. con corteza 45º I 15´ si si HCl
2 RAS 4,8 largo 60 DE Be. con corteza 5 - 35º I-F 16´ si si HCl + NaOH
3 RAS 4,4 corto 50 DE Be. con corteza 50º I 18´ si si NaOH
4 RAS 4,3 largo 65 DE Pr. con corteza 45º I 15´ si si NaOH
5 RAS 4,5 largo 55 R Be. sin corteza 90º I 16´ si si HCl
6 RAS 4,3 largo 60 R Pr. sin corteza 20º I-F 17´ si si NaOH
7* RAS 3,1 corto 55 R Pr. sin corteza 85º I 18´ si si HCl + NaOH
8 RAS 3,1 largo 72 R Be. sin corteza 40º I 18´ si si HCl + NaOH
9 DEN 4,9 largo 60 R Be. sin corteza 30º I 13´ si si HCl
10 RAS 2,5 corto 75 DE Pr. con corteza 40º I 15´ si si HCl + NaOH
11 DEN 3,4 corto 80 R Pr. sin corteza 20º I 20´ si si NaOH
Tabla 1. Colección experimental. Variables morfométricas, experimentales y resultados preliminares. RAS: raspador; DEN:
denticulado. DE: descortezar; R: raspar; Be.: Berberis; Pr.: Prosopis; I: intermedia; F: fuerte. * posee tratamiento térmico.
P/A: presencia/ausencia; Microsc. met: microscopio metalográfico.

4) A fin de contar con material de referencia comparativo se separaron astillas de madera (xilema) y corteza de
las especies tratadas y se hirvieron entre 5 y 7 h de forma independiente, en una solución de agua oxigenada y
ácido acético en partes iguales obteniendo un macerado de referencia. Posteriormente se raspó la mitad del filo
trabajado con palillo plástico previamente lavado con hipoclorito de sodio al 100 %; 5) Aplicamos a los
artefactos los procedimientos de lavado discriminando tres tipos: sólo HCl al 10 %, sólo Na OH al 20 %, y por
último, una combinatoria de ambos lavados, aplicando primero HCl y luego Na OH. El tiempo de exposición de
cada baño fue de 15 min. 6) Analizamos a nivel microscópico las soluciones una vez utilizadas en los lavados,
con el objeto de registrar y cuantificar el tipo de residuo removido; 7) Se raspó la mitad del filo trabajado
restante con un nuevo palillo plástico para evaluar los residuos remanentes luego del lavado; 8) Analizamos la
presencia/ausencia y las principales características de las microhuellas de uso, asimismo los posibles efectos de
los procedimientos de lavado y raspado sobre estas variables microscópicas.

Resultados
Se registró la presencia a nivel macroscópico de residuos y adherencias en toda la muestra de herramientas
utilizadas (ver Tabla 1), tanto en cara dorsal como ventral (CD y CV) (Fig.1a). El análisis funcional a nivel de
lupa binocular, previo al raspado y lavado, confirmó la presencia de fragmentos de tejidos y paquetes de fibras,
enteras o fragmentadas, que embotaron los filos, en mayor medida los que procesaron corteza de Prosopis.
Asimismo se presentaron tanto adherencias con aspecto de pasta recubriendo amplios sectores de la
microtopografia (de hasta 10 mm2) (Fig.1b), como partículas asiladas en locaciones puntuales (saliencias del filo,
oquedades o fisuras), y en la superficie general de la pieza (Fig.1c). Los residuos se ubicaron principalmente
sobre la arista del filo trabajado y partes adyacentes internas, así como también en sectores alejados y hasta
opuestos que tuvieron algún tipo de contacto (directo/indirecto) con la materia procesada; los residuos no
presentan alineación clara respecto a la dirección de trabajo. La cantidad, el volumen y la ubicación de estos
residuos orgánicos impidieron la observación de los micropulidos en todos los casos. En algunas piezas, incluso,
encubren la presencia de microcicatrices y redondeamiento de los bordes. En aquellos filos que trabajaron la
corteza de la madera, a diferencia de los que trabajaron la albura, se observaron residuos adheridos como pátinas
en una gama de colores verdes, marrones y negros (tinción provocada por diversas sustancias como resinas,
ceras o taninos), que tapizaron la microsuperficie obstaculizando el análisis de microhuellas, incluso la
observación directa de la microsuperficie de la roca (Fig.1d). En este trabajo preliminar, se presenta la
identificación anatómica de los residuos de tres piezas solamente (Nº 1, 2 y 3 de Tabla 1), con las que se trabajó
madera de Berberis. Por tal motivo, se caracterizaron los tejidos y tipos de células que componen la corteza y el
xilema de Berberis (Tabla 2). Se observaron los microrrestos vegetales obtenidos tras los raspados previos y
posteriores a los lavados de las 3 piezas experimentales (Tabla 3). La pieza 1, no registró con posterioridad al
lavado una pérdida significativa de los residuos adheridos, conservando un 11 % de los residuos respecto a los
que tenía antes del tratamiento. Se registró una alta diversidad de microrrestos bien conservados pudiendo
identificarse anatómicamente, reconociéndose incluso marcas de procesamiento como esclereidas fragmentadas
y acodadas (Fig.1l). La pieza 2 sometida a un doble tratamiento, conservó tan solo un 7,2% (Fig.1e-f). Los
microrrestos fueron diversos, pero evidenciaron un grado elevado de degradación (Fig.1k). Por último, la pieza 3
que presentaba gran cantidad de residuos aislados, compactados y a modo de pátina, tanto en el borde activo
como en la superficie interna, tras el lavado perdió también gran parte de los mismos, conservando solo un 9,2%,
que resultó ser poco diverso, pero con buen estado de preservación. Producto del registro de la tara de las piezas
en distintas instancias de la experimentación, se comprobó una pérdida promedio de peso de 0,12 g entre las
herramientas recién trabajadas y las mismas luego del/os lavado/s. Solo el 33% de esta pérdida se produjo luego
del/os lavado/s, el resto se perdió durante el raspado inicial. Tras los tratamientos químicos fue posible la
identificación y caracterización de las huellas de uso y el grado de visibilidad de las mismas, producto del
procesamiento de la madera 1 (Tabla 4). Los pulidos en general presentaron un desarrollo intermedio de aspecto
microrreticular, destacando locus con desarrollo diagnóstico. Esto puede deberse a un contacto intermitente del
filo con la madera a causa de su obstrucción recurrente con fibras de la corteza, como así también, a la pérdida
de material de roca como parte de la modificación –redondeamiento-, del borde del filo durante los primeros
minutos de uso, hasta alcanzar su estabilización. Se observó que el uso del palillo plástico para realizar el
raspado de los residuos no alteró el aspecto de los pulidos.

Xilema Corteza
Fbr. con engrosamiento espiralado en más cantidad que en el xil., scl. con y
Fbr. con engrosamiento espiralado, vasos con sin protuberancias en la pared (Fig.1i), elementos cribosos, c. anexas al
engrosamiento espiralado y punteaduras tejido criboso, radios de 5 a 6 c. de espesor, radios agregados con scl. en sus
alternas, scl. sin protuberancias en la pared, c. márgenes con paredes muy punteadas, c. de par. radial con abundante
cuadrangulares y rectangulares del par. radial. contenido, felema o súber, tejido epidérmico, tejido de c. con paredes o
engrosamientos arrosariados posiblemente felodermis o córtex, c. pétreas
redondeadas.
Tabla 2: Tejidos y células identificados en el material de referencia de Berberis tras el macerado. Abreviaturas: xilema (xil.),
corteza (Cza.), fibras (Fbr.), esclereidas (scl.), células (c.), parénquima (Par.), floema (flo.).

Pieza 1 Raspado Inicial (antes lavado) Pieza 1 Raspado Final (post lavado)
Fbr. con engrosamiento espiralado (xil., flo.), tejido y c. scl. tanto Vasos con punteaduras alternas (xil.), Fbr. con
de paredes lisas como irregulares (xil., flo.), epidermis con células engrosamiento espiralado, algunas con paredes
de paredes festoneadas y estomas (perteneciente a yema de desgarradas (xil., flo., Fig.1j), c. scl. con y sin
renuevo), tejido con células poligonales de paredes arrosariadas protuberancias (xil., flo.), algunas fragmentadas y otras
(¿cza. vista transversal?), c. del súber (cza.), escasos restos de acodadas, c. con paredes delgadas, c. del súber (cza.), c.
material lítico. cuadrangulares, posiblemente del par. radial (xil.),
escasos restos de material lítico
Pieza 2 Raspado Inicial Pieza 2 Raspado Final
Par. radial (xil.), Fbr., c. scl. fragmentadas, acodadas, la mayoría C. scl. algunas con paredes degradadas, Fbr. de paredes
de paredes lisas (xil., flo.), vasos o elementos cribosos (xil.), degradadas, vasos con punteaduras alternas muy
súber, c. de Par. radial con contenido (cza.), tejido con c. alargadas degradados (xil.), c. rectangulares ¿Par.?,¿granos de
de paredes arrosariadas con contenidos oscuros (¿cza. vista almidón degradados?,c. cuadrangulares con paredes
longitudinal?), c. del Par. radial isodiamétricas, c. alargadas de degradadas.
paredes laxas.
Pieza 3 Raspado Inicial Pieza 3 Raspado Final
Fbr. de paredes lisas, algunas deformadas y otras retorcidas, Scl., c. alargadas de paredes laxas (cza.), c. scl.
fracturadas, dobladas o con paredes desgarradas. Haz de fbr. rectangulares (cza.).
quebrado, fbr. con engrosamiento espiralado y punteaduras
visibles, Fbr. cortas., c. scl. con y sin protuberancias, algunas
acodadas, c. del súber (cza.), Par. floemático (cr.), ¿Fbr. septadas
(xil.)?, c. scl. rectanguales en masa (cza.),elementos de vaso con
punteaduras alternas (xil.),c. alargadas y con forma de tambor de
paredes laxas (cza.), epidermis colénquimática con c. del Par.
perpendiculares (tejido de yema de renuevo)
Tabla 3: Microrrestos vegetales observados tras el raspado de los filos. Abreviaturas: ver Tabla 1.

1
Un dato secundario de este procesamiento, relevante a nuestros objetivos marco, atestigua que los efectos del raspado y
descortezado fueron diferentes según se trate de raspador o denticulado. En el primer caso la superficie presenta marcas poco
perceptibles, distribuidas en forma homogénea, a modo de charnelas poco pronunciadas; y en el segundo, surcos paralelos en
tanta cantidad como dientes entraron en contacto. Planificamos realizar estudios orientados a identificar huellas tecnológicas
de procesamiento/manufactura de material leñoso arqueológico. Un valioso ejemplo en cuanto a surcos paralelos presenta el
arpón recuperado en Cueva del Negro (CN), costa norte de Santa Cruz, atribuibles a modo de hipótesis, ahora con mayor
fuerza empírica (datos experimentales), a su manufactura mediante denticulados (Fig.1g-h). La hipótesis encuentra
antecedentes del uso de microdenticulados en sitios del Mesolítico, para el procesamiento de madera fresca (Levi Sala 1986).

Microhuellas Alteración del filo
Pieza
Mayor presencia en CV; micropulido desarrollo intermedio y Redondeamiento leve; CV: microesquirlas
diagnóstico (puntual) (Fig.1ll); muy brillante; espesor discontinuas; en situación proximal; morfología
1 intermedio; distribuido en banda paralela al filo; extensión semicircular y trapezoidal; dimensión micro
intermedia (entre 1/3-2/3 diámetro de campo); orientación (menor a 2/3 del campo). CD: poco
transversal; muchos residuos encubren pulidos. microesquirlamiento.
Mayor presencia en CV; pulido desarrollo intermedio;
Redondeamiento; CD: microesquirlas
ligeramente brillante; espesor intermedio; distribuido en banda
2 discontinuas; en situación proximal; morfología
paralela al filo (Fig.1m); extensión marginal (< a 1/3 diámetro de
semicircular y trapezoidal; dimensión micro.
campo); estrías finas. Poco residuo cerca y sobre pulido (Fig.1n).
Presencia en ambas caras; pulido diagnóstico a indiferenciado;
Redondeamiento; CV: microesquirlas aisladas; en
muy brillante a ligeramente brillante; espeso; de aspecto
situación proximal; morfología semicircular y
ondulado (Fig.1o); distribuido en banda paralela al filo (CV) y en
3 alargada; dimensión micro. CD: microesquirlas
cúspides (CD); extensión marginal; formado en negativos de
discontinuas; morfología trapezoidal y en
microesquirlas (CV) y en aristas tecnológicas (CD). Pocos
medialuna.
residuos cerca y sobre pulido, muchos al interior de la pieza.
Tabla 4. Huellas microscópicas observadas tras los lavados sobre raspadores utilizados para descortezar Berberis.

a b c d

e f g h

i j k l

ll m n o

Figura 1.a. P2. Residuos macroscópicos. b. P4. Residuos vistos a Lupa binocular 60X (fibras). c-d. Residuos vistos al
microscopio (fibras enteras/fragmentadas y patina/tinción) 300X. e-f. P2. CV. Remoción significativa de residuos, vista antes
y después del lavado. g. Huellas tecnológicas paralelas sobre leño de Berberis por trabajo experimental con denticulado. h.
Huellas paralelas ¿origen tecnológico?, arpón arqueológico sitio CN. i. Esclereidas de la corteza de Berberis. j. P1. Fibras
desgarradas. k. P2. Fibra degradada. l. P2. Esclereidas acodadas. Microfotografías a 300X : ll. P1. Puntos de micropulido con
desarrollo diagnóstico rodeado de un desarrollo inicial. m. P2. Pulido en banda, de desarrollo intermedio (residuo fuera de
foco señalado). n. P2. Pulido inicial rodeado y superpuesto de residuos. o. P3. Pulido diagnóstico –espeso- en oquedad.

Consideraciones finales
El análisis de los microrrestos efectuados en este trabajo trasciende la identificación anatómica y taxonómica
mediante el reconocimiento de huellas de procesamiento en los mismos (fibras o esclereidas acodadas, rotas o
desgarradas). Si bien aún se deben realizar los análisis para el resto de la colección, consideramos que el diseño
del PE nos permite poner a prueba los métodos de limpieza tradicionales del análisis funcional y evaluar
su grado de efectividad, en cuanto a la remoción de residuos. El tratamiento doble fue el que más afectó a los
microrrestos y en todos los casos los lavados no erradicaron la totalidad de los residuos vegetales dificultando en
diverso grado la observación de microhuellas en los filos. Una remoción completa de los microrrestos es
esperable con la aplicación de lavados con soluciones jabonosas, los cuales deben realizarse luego de la
extracción de microrrestos vegetales. Para realizar esto último se constató que la metodología aplicada en este
trabajo no altera las huellas de uso. Consideramos que los resultados obtenidos al momento son promisorios en
cuanto a la unificación de dos aproximaciones, la arqueobotánica y el análisis funcional, en el estudio
arqueológico de artefactos líticos y la comprensión de las técnicas de procesamiento sobre material vegetal
leñoso en el pasado. El enfoque combinado puede compensar las deficiencias potenciales de un método
particular y permitir interpretaciones funcionales de mayor confianza. En este sentido, tanto la identificación de
microhuellas características del trabajo sobre madera, como la identificación anatómica de microrrestos y de
rasgos en los mismos causados por el procesamiento, es promisoria en lo que respecta a la identificación
arqueológica de prácticas poscolecta entre los antiguos cazadores recolectores de Patagonia.

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PROPUESTA METODOLÓGICA PARA RECONOCER LAS PRÁCTICAS ASOCIADAS AL USO DE
LAS PIPAS ARQUEOLÓGICAS

Lic. Andreoni Diego *

INTRODUCCIÓN

La práctica de fumar sustancias psicoactivas en pipas tiene una larga historia en América del Sur, tal como lo
atestiguan los hallazgos de pipas tubulares de hueso de Inca Cueva y Huachichocana (Fernández Distel 1980).
Las primeras se remontan a 2130 A.C. y las segundas a 1430 A.C. Llamativamente el registro arqueológico en el
Noroeste Argentino (NOA) muestra un vacío hasta el periodo Formativo (650 A.C. a los 500 A.D.), momento en
el cual se registran las primeras pipas de cerámica correspondientes al Complejo San Francisco de las selvas
orientales. Las mismas se caracterizan por presentar un hornillo alto con patas en la base, y se distribuyen a lo
largo de la puna de Salta y Catamarca, el área pedemontana de Salta y Tucumán, la quebrada del Toro y la
cabecera del Valle Calchaquí (Pérez Gollán & Gordillo 1993,1994). Pipas similares han sido halladas en San
Pedro de Atacama, Chile, en contextos funerarios cuyos fechados van desde el 350 A.C. hasta el 250 A.D.
(Fernández et al.1999, Pérez Gollan & Gordillo1993). Durante este periodo, en Catamarca se registra un segundo
conjunto pipas de gran tamaño, acodadas, confeccionadas en saponita, asignadas a la cultura Condorhuasi (Pérez
Gollan & Gordillo1994). Durante el periodo Medio la presencia de pipas arqueológicas se va a desplazar más al
sur a las provincias de Catamarca y La Rioja donde se asocian a la cultura Aguada y Cienaga perdurando hasta
los 900 A.D. (Fernández et al 1999, Pérez Gollan & Gordillo 1993,1994). Estas últimas eran de forma angulares
con la rama vertical más corta con un hornillo troncocónico pudiendo estar modeladas o pintadas con figuras
antropomorfas o zoomorfas. Tanto en Chile como en Argentina la práctica de fumar va a ir paulatinamente
cediendo lugar al complejo de rape bajo la influencia Tiwanaku (Torres 1998), en Chile aproximadamente a
partir del 500 A.D. y en Argentina a partir de los 900 A.D.

A partir del período Tardío (800-900 A.D.) la distribución y presencia de pipas cambia abruptamente. Por un
lado, en Chile, desaparecen los hallazgos desde el río Aconcagua hasta la cuenca del Cachapoal y reaparecen en
el registro arqueológico de esta zona hacia el 1300 A.D., perdurando las pipas hasta tiempos coloniales. Por otro
lado, desde el río Mataquito por el norte y el Seno de Reloncaví por el sur, la práctica de fumar perdura
ininterrumpidamente hasta tiempos coloniales y recientes (Westfall, 1993/94). De modo similar en la Argentina
los hallazgos de pipas reaparecen tardíamente en el Centro Oeste y asociadas principalmente a culturas chilenas
(Schobinger 1974/76) También se registra en las regiones pampeana y patagónica Argentina, siendo aquí
posterior a la conquista (Cooper 1949). En la región del chaco Argentino y Paraguayo el uso de pipas de tipo
tubulares de madera a sido documentado en tiempos actuales (Arenas 1981, 1982, 2003, Cooper 1949).

En el estudio de las pipas procedentes del NOA se ha desarrollado históricamente una discusión en torno a su
funcionalidad. Por un lado Bregante (1926), siguiendo a Debenedetti, sostiene la idea de que las grandes pipas de
piedra no eran para fumar sino para quemar sustancias vegetales a modo de incensarios. Sin embargo, el registro
rupestre e iconográfico ha dado lugar a que actualmente la mayoría de los autores que han tratado el tema las
consideren como pipas de fumar (Dougherty 1972, Fernández et al. 1999, Pérez Gollan & Gordillo 1993,1994,
Capparelli et al 2006). Otro punto que habitualmente a sido desarrollado en a literatura arqueológica a sido el
referido al origen de esta práctica, por un lado Dougherty (1972) propone que su ingreso al NOA se habría dado
por las tierras bajas de Bolivia o el occidente paraguayo, mientras que Pérez Gollan y Gordillo (1993,1994)
proponen que se habría dado desde la región del Chaco y su ingreso al NOA se habría visto facilitado por el
sistema de los ríos Pilcomayo, Bermejo y Pasaje-Juramento.

En relación a las especies consumidas en las pipas gran parte de la bibliografía arqueológica ha basado sus
interpretaciones en unas pocas especies, aquellas plantas psicoactivas habitualmente mencionadas por fuentes

*
CONICET-Municipalidad de Malargüe – Museo de Historia Natural de San Rafael
andreondieg@hotmail.com

1
etnohistóricas y etnográficas. Por ejemplo, el tabaco (Nicotiana sp), el cevil o cebil (Anadenanthera columbrina)
y la raíz del coro o koro. Respecto de esta última consideramos que se alude a dos posibles géneros, por un lado
las especies del género Trichocline: T. reptans, T dealbata y T. exscapa (Hyeronimus 1882, Zardini
1975,1976/77) y por otro la Nicotiana paa cuyo uso fue registrado por Martínez Crovetto (1978, 1980) entre los
mocovies, matacos y abipones que colectaban sus raíces en el Chaco, en una región denominada por ellos como
“Campo del Cielo”. El tabaco y el cevil han sido utilizadas como fuente de referencia para la contrastación de
alcaloides detectados por cromatografía. Sin embargo, la riqueza de taxa registrada por análisis de microrrestos
en una pipa arqueológica Ciénaga (Capparelli et al 2006) hizo que ahondáramos más en el conocimiento de
aquellas plantas involucradas en el uso de pipas en Sudamérica. A partir de una búsqueda exhaustiva en fuentes
etnográficas escritas se observó que el empleo de especies vegetales no se limitaba exclusivamente a aquellas
psicoactivas más conocidas, sino que otras especies se incorporan a las pipas con fines tales como suavizantes,
aromatizantes y/o sucedáneos (Andreoni et al 2007).

A partir de ello es que nos proponemos como objetivo para el presente trabajo estipular cuáles serían los pasos
metodológicos más apropiados a seguir en el estudio de las pipas arqueológicas, para poder conocer más
cabalmente las plantas involucradas y las prácticas asociadas a su uso.

PRÁCTICAS DE PROCESAMIENTO Y CONSUMO

Para introducirnos en la problemática propia de la identificación de las especies consumidas en pipas es


importante tomar información de las fuentes etnohistóricas y etnográficas, de manera de apreciar la complejidad
que involucra el consumo de fumitorios, tal como quedó demostrado en un trabajo previo (Andreoni et al 2007).
Uno de los datos más relevantes que se desprende del mismo es que habitualmente no es una sola la planta que
se está consumiendo. Por ejemplo, entre los grupos Lengua-Mascoy del Chaco cuando el tabaco comienza a
escasear se suele remplazar por sucedáneos del mismo como Ruprechia triflora, Polyganum hispidum, P.
punctata, Celtis pallida y Sapium haematospermun (Arenas 1981). Los viajeros como Musters observan que en
Patagonia cuando el tabaco falta suele remplazarse con te del Paraguay (Ilex paraguariensis) (Musters 1964). La
práctica de usar sucedáneos también es mencionada para Chile donde el tabaco puede ser remplazado por
especies silvestres como el maqui (Aristotelia maqui), boldo (Peumus boldo), hojas de papa silvestre (Solanun
maglia) y la mezcla de hojas de maqui y raulí (Nothofagus procera) (Wilbert 1987 en Planella et al. 1997). Entre
los araucanos también se menciona el uso de pitra (Eugenia pitra), hojas de molle (Schinus sp.) (Serrano 1934).
Otra práctica observada en grupos etnográficos del Chaco es la realizada por los Maká con la finalidad de rebajar
el tabaco cuando éste es muy fuerte, al que agregan hojas de Polygonum paraguayense, Tessaria dodoneaefolia,
Cetis pallida, C. spinosa y Sapium haematospermun (Arenas 1982). Además de los suavizantes y sucedáneos,
otras plantas son utilizadas incluso como aromatizantes, por ejemplo entre los chorotes y ashluslays del oeste de
la provincia de Formosa es común la mezcla de tabaco con raspadura de cortezas perfumadas, igual función
asigna Serrano (1934) al maqui entre los araucanos. En patagonia Guevara & Oyarzun (1912) mencionan la
mezcla por parte de los mapuches de tabaco Nicotiana sp. con corteza de maqui (Aristotelia maqui) u hojas de
otras plantas, incluso con bosta cuidadosamente preparada para este fin (Guevara & Oyarzun 1912). También se
pueden encontrar plantas empleadas en la confección de filtros que se colocan en la base de las pipas, por
ejemplo fibras de Deinacanthon urbanianum o de algodón (Gossypium sp.) (Arenas 1981, Fernández Distel
1980). Frecuentemente, en el Chaco, se efectúa la limpieza de las pipas con fibras de Deinacanthon sp. la cual
puede ser mezclada con otras plantas o con las mismas fibras, que son usadas como filtro, con el fin de
remplazar el tabaco cuando este escasea (Arenas 2003).

Además de estas diferentes prácticas asociadas directamente al consumo, existen otras concernientes al
procesamiento previo al mismo, que son mencionadas en general para las hojas de Nicotiana spp. En muchas
ocasiones se asume que luego de la colecta, ya sea de plantas cultivadas o silvestres, éstas son secadas
solamente, pero en la práctica este proceso puede ser en realidad más complejo. En este sentido, entre los Maká
es habitual quitar las nervaduras principales de las hojas de tabaco luego de ser cortadas, y posteriormente pisar
la parte útil de la hoja para confeccionar una tortilla que se seca al sol, y se utiliza por porciones cuando se
deseaba fumar (Arenas 1981).

2
ESTUDIOS SOBRE MATERIAL CONTENIDO EN PIPAS

Los trabajos habitualmente realizados para determinar qué plantas fueron consumidas han aplicado dos vías de
análisis. Por un lado, la vía del análisis químico por medio de la aplicación de la cromatografía gaseosa acoplada
con espectrómetro de masa. La cromatografía gaseosa y la espectrometría de masa son técnicas que son usadas
para el análisis cuantitativo de bioindicadores remanentes en el registro arqueológico (Pollard & Heron 1996, en
Rosso & Spano 2005/06). La cromatografía implica un amplio rango de técnicas que involucran la separación de
componentes térmicamente estables dentro de un compuesto, la cromatografía gaseosa se utiliza para aislar
componentes volátiles, lo cual se expresa en un diagrama de picos que se manifiestan según una frecuencia
temporal, cada pico de una cromatografía representa un componente aislado del compuesto (Pollard & Heron
1996, en Rosso & Spano 2005/06). Estos componentes aislados son luego analizados por espectrometría de
masa. La cual es utilizada para confirmar la presencia de componentes conocidos y para identificar otros de
estructura desconocida a partir del patrón de fragmentación del espectro de masa (Sedgwick & Hindenlang 1996
en Rosso & Spano 2005/06). Por otro lado, la vía del análisis de microrrestos vegetales a partir de la
identificación de caracteres anatómicos diagnósticos con la utilización de microscopio óptico.

La aplicación de la cromatografía a material carbonizado recuperado en pipas arqueológicas en Argentina ha


permitido detectar la presencia de N,N dimethyltryptamine (=Bufotenina) alcaloide de la Anadenanthera
columbrina var. cebil (Griseb) Altschul, o cevil, en una pipa de Incacueva. Asimismo, en pipas de
Huachichocana, los resultados fueron altamente positivos para la presencia de alcaloides, el análisis de uno de
los picos de la cromatografía permite sugerir que este correspondería a nueve posibles alcaloides (N-
Methylpavine, Norcoralydine, Tetra hydropalmanine, Xylopine, O-methyl-caseadina, Argemonine, Fumaritine,
Glaucine y Hunnemannine), en ningún caso correspondería a la N,N dimethyltryptamine (Fernández Distel
1980). Análisis químicos también han sido realizados en material carbonizado obtenido de pipas procedentes del
Valle Calchaquí. En éstas se detectó la presencia de 5-metoxidimetiltriptamina en una pipa proveniente del sitio
Campo Colorado, mientras que fue posible identificar la presencia de dimetiltriptamina y 5-
hidroxidimetiltriptamina o bufotenina en una pipa del sitio Sonia 2. En ambos casos los resultados fueron
negativos para la nicotina, principio activo de la Nicotiana sp (Rosso & Spano 2005/06). Si bien la 5-
metoxidimetiltriptamina se presentan tanto en Anadenanthera sp, como en Virola sp. (Torres et al. 1991), el
compuesto químico distintivo de Anadenanthera sp. seria la bufotenina, ausente en Virola sp. Este echo es
tomado en cuenta por las autoras, que considerando la distribución geográfica de ambas especies, los registros
etnohistóricos, y los antecedentes de evidencia directa e indirecta del uso de Anadenanthera columbrina en la
región del NOA, asumen que en ambas pipas se consumió cevil (Rosso & Spano 2005/06).

Otras aplicaciones de la cromatografía no han demostrado ser tan fructíferas como las antes mencionadas, esta
técnica fue utilizada por la Lic. Ana Fernández (Comunicación Personal) para ser aplicada a pipas arqueológicas
que fueron exhumadas en entierros de la localidad de La Cienaga, Catamarca, pertenecientes a la Colección
Muñiz Barreto depositada en la División de Arqueología del Museo de Ciencias Naturales de La Plata. En este
caso los resultados de la cromatografía fueron negativos, los resultados no corresponden con las muestras de
referencia que eran: tabaco comercial, semillas y chauchas de cevil y hojas de coca (Tubio 1994). Otros estudios
de igual índole fueron realizados en Chile sobre fragmentos de pipas asociadas con cerámica Vaquerías
cronológicamente corresponden al 230 A.D. y 250 A.D. que fueron halladas en el Loa Superior pero no se
registro la presencia de ningún alcaloide (Torres 1998). Esta técnica fue utilizada también para determinar qué
sustancias fueron consumidas en las pipas halladas en el sitio La Granja (Chile) donde se hallaron un total de 643
fragmentos de pipas. Si bien la cromatografía no se realizó en la totalidad de las muestras, fue posible detectar la
presencia de un vegetal alcaloideo, aunque no fue posible identificar a qué planta correspondía (Falabella et al
2001).

Si vamos más allá de la aplicación de la cromatografía al estudio de las pipas, y por brindar un ejemplo, en Chile
ésta ha sido aplicada con éxito al contenido de dos bolsas de cuero recuperadas en un entierro de Solcor 3, en
San Pedro de Atacama en este caso fue posible registrar la presencia de dimetriltriptamina, 5-metoxi-
dimetiltriptamina y 5-hidroxi-N, N dimetiltriptramina (=Bufotenina), nuevamente la presencia de bufotenina es
determinante para su asociación con el genero Anadenanthera (Torres et al. 1991). Por su parte Núñez (1967/68)
envió el contenido de un paño en forma de bolsa que contenía vegetales presuntamente narcotizantes procedentes

3
del sitio Patillos-1(Tarapacá, Chile) para ser estudiadas por medio de cromatografía por H. Wassén al Museo
Etnográfico de Gotemburgo Suecia donde los resultados fueron negativos tras la aplicación de análisis químicos.

El análisis de microrrestos contenidos en una pipa del periodo Ciénaga procedente de La Puntilla (Provincia de
Catamarca, Argentina) fue realizado en la Argentina por Capparelli et al. (2006). A partir del material
carbonizado que estaba contenido en la rama horizontal de dicha pipa arqueológica pudo determinarse la
presencia de hojas y pelos de Aloysia citrodora, restos de almidón, cristales y papilas epidérmicas de la hoja de
Erythoxylum coca, tricomas que pertenecen a alguna especie del Nicotiana sp., lo cual no implica necesaria
mente el uso de N. tabacum, ya que en la provincia de Catamarca crecen hoy en día varias especies silvestres de
este genero, como son por ejemplo: N. cavanilliesi, N. pauciflora, N. longibracteata, N. corymbosa, N.
acuminata, N. miersii, N. glauca, N. sylvestris, N. longiflora, N. noctiflora y N. petunioides (Goodspeed 1954).
Además de restos de hojas posiblemente pertenecientes al género Ilex sp. y fibras vegetales y de animales
entrelazadas, estas ultimas posiblemente algún auquénido (Capparelli et al. 2006). Otros antecedentes del uso de
la microscopia para observar caracteres anatómicos diagnósticos que permitan identificar los taxa utilizados
fueron empleados, si bien no en pipas, para analizar material contenido en Illas (incensario con forma de llama)
y tubos de hueso. Cortella et al (2001) identificó como Erythoxylum coca el contenido carbonizado de una Illa
Peruana que se encuentra en los depósitos de arqueología del Museo de Ciencias Naturales de La Plata.
Pochettino et al (1999), a partir del contenido de un tubo de hueso procedente del sitio La Matanza 1 (Jujuy) y
claramente relacionado al complejo de rape, observa la presencia de polvo molido de Anadenanthera columbrina
var. cevil (Pochettino et al 1999).

Los estudios realizados a las pipas de Haichol (Neuquén, Argentina) combinaron ambos procedimientos. Por un
lado los análisis químicos por medio de los cuales las muestras fueron sometidos primero a la reacción con
reactivo de Draggendorf, con reacción negativa. La reacción de nihidrina para compuestos aminados, con
resultados negativos. Finalmente la determinación de polifenoles por cromatografía en papel, por la cual no se
detectaron más que trazos de ácido caféico. Por otro lado restos vegetales de una superficie foliar fueron
remitidos para estudios anatómicos, lamentablemente al momento de publicarse el trabajo de Fernández
(1988/90) no se conocían los resultados de los mismos (Fernández 1988/90).

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Las fuentes etnográficas nos muestran que existen distintas prácticas asociadas al uso de las pipas, y que si bien
existen plantas que son las más comúnmente consumidas o preferidas por su efecto psicoactivo (i.e. tabaco,
cevil, koro), también existe un número importante de especies asociadas con prácticas de sustituir, suavizar y/o
aromatizar estos taxa principales. De algunas de estas especies se conocen los principios activos por ejemplo
Dorstenia brasiliensis, Erythoxylum coca, Ilex paraguariensis, Polygonum punctatum, Nicotiana tabacum
(Alonso 2004). El conocimiento de todas las prácticas asociadas a la utilización de una pipa nos muestra que
podemos esperar encontrar en ellas taxa cuya presencia no implica necesariamente que hayan sido utilizados por
poseer un efecto biodinámico sobre el organismo del consumidor. A su vez las prácticas de limpieza y
reutilización sucesiva de un artefacto van incorporando nuevos elementos tanto químicos como histológicos que
han de ser tomados en cuenta si se pretende identificar qué plantas estuvieron involucradas en el uso. Las
prácticas de recolección o procesamiento previo al consumo, cuando presentes, involucran a su vez una serie de
modificaciones a nivel químico o anatómico relacionadas al proceso de secado, cortado y/o moldeado que deben
ser también tenidas en cuenta durante el proceso identificatorio.

Hasta el momento, si bien el análisis de restos carbonizados por medio de la cromatografía ha resultado en varios
casos la técnica adecuada para la determinación del principio activo de las plantas que fueron consumidas
(Fernández Distel 1980, Torres 1991, Rosso y Spano2005/06), esta identificación resulta insuficiente para
reconocer otras prácticas que pueden haber estado asociadas al uso de las pipas. Incluso, esta técnica, en el caso
específico de Anadenanthera sp., requiere la presencia de bufotenina para definir el taxa en cuestión. Sin
embargo, en otros casos la cromatografía solo ha permitido corroborar el consumo de plantas ricas en alcaloides
(Fernández Distel 1980; Fallabella et al 2001), que por carecer de amplias colecciones de referencia que provean
de muestras testigo para cada área en cuestión, no han podido ser identificadas a nivel taxonómico.

4
En cambio, el análisis a través de microrrestos vegetales en el caso de las pipas permite reconocer más
fácilmente los caracteres anatómicos de diagnóstico que facilita la identificación de un número mayor de taxa. El
hecho de que en varias ocasiones la materia prima asociada a la utilización de una pipa no se restringe sólo a una
especie, sino que implica diversos taxa quedó demostrado, por ejemplo, en el análisis realizado a las pipas de
Huachichocana, donde se aprecia una variada gama de alcaloides presentes que corresponderían a más de una
planta. También lo demuestran las determinaciones por medio de la identificación de caracteres anatómicos
llevadas acabo por Capparelli et al (2006).

Para concluir considero que para lograr una correcta interpretación de las prácticas asociadas a las pipas, la
determinación debe en primer lugar contar con la adecuada información de cuales son las plantas de una región
que pudieron ser consumidas de esta debe tenerse un acabado conocimiento de su histología y además de
conocer que tipos de alcaloides o compuestos químicos presentan que sean susceptibles de ser registrados por
análisis químico. Esta propuesta coincide con aquella realizada por Björn Lüning quien se refiere al
procedimiento correcto para identificar muestra de rape en las notas publicadas por Núñez (1967/68), para este
“…el estudio del polvos narcotizantes debe comenzar con el análisis microscópico para hallar células vegetales
identificables que inmediatamente puedan darnos a conocer cual es la clase de planta de que el rape esta echo y
solo si este si las células o los agregados de estas no son visibles, solamente seria posible una identificación
mediante análisis químicos” (Núñez 1967/68). En este mismo trabajo Björn Lüning advierte las precauciones
que de deben tomar a la hora de preservar estas muestras para análisis futuros y de cómo el paso del tiempo y las
malas condiciones de preservación, como las colecciones de los museos puede facilitar la descomposición de los
alcaloides susceptibles de ser registrados por esta técnica (Nuñez 1967/68).

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6
MATERIAL VEGETAL SELECTIVO Y PIPAS PARA FUMAR. EVIDENCIAS DIRECTAS DE USO
DE PLANTAS CON PROPIEDADES SICOTRÓPICAS EN CONTEXTOS RITUALES
PREHISPÁNICOS DEL NORTE SEMIÁRIDO, CENTRO Y SUR DE CHILE.

María Teresa Planella O.∗


Luciana Quiroz L.∗ ∗
Carolina Belmar P. ∗∗∗

Producto de excavaciones arqueológicas, se ha logrado visualizar que la costumbre de fumar ha estado inserta en
la tradición cultural de poblaciones prehispánicas desde el periodo cerámico temprano (Falabella et al. 2001).
Las investigaciones realizadas permiten deducir interesantes aspectos de ritualidad en los contextos fumatorios.
Ello ha llevado a reflexionar acerca de qué tipo de plantas, ya sea con o sin compuestos psicoactivos, eran
seleccionadas y utilizadas en el marco de dicha funcionalidad, ya que este tipo de actividad está ampliamente
difundida entre los pueblos originarios de norte, centro y suramérica (Haberman 1984, Wilbert 1987, Schultes
1979, Aldunate 2002-2003, Westfall 2003-2004, Olivos 2004, Capparelli et al. 2006, Torres 1998, Torres 2001,
Planella et al. 2000, Falabella et al.2001).

Se espera con esta investigación estudiar las variaciones en la tradición de los complejos fumatorios
arqueológicos de distintas regiones, como son las diferencias formales de las pipas, los productos fumados, las
modalidades y contextos de uso y asociaciones. En términos de evidencia etnobotánica, se plantea que ha sido
utilizada una amplia variedad de plantas, mezclas de ellas o distintas partes de las mismas. Asimismo, se espera
detectar la presencia de elementos de distinta naturaleza (mineral, animal).

El material de este estudio se compone de muestras de contenidos de 10 pipas arqueológicas de cerámica de


distinta procedencia: región Central (La Granja, Rancagua), región Sur (Villa JMC-01, Temuco) y, finalmente
Norte Semiarido (Pichicaven, Illapel). Las primeras muestras corresponden al Complejo Cultural Llolleo (500 a
1000 d.C., Planella y Tagle 1998), las siguientes se adjudican a la Complejo Pitrén (890 a 1030 d.C., Mera y
Munita 2008), y la última al Período Alfarero Temprano del Norte Chico (500-900 d.C. Troncoso com. pers)2.

El análisis del contenido de las pipas fue abordado desde dos líneas metodológicas para la obtención de
microfósiles: raspado directo (Loy 1994; Loy y Fullagar 2006: 197-198) y flotación de sedimentos en líquido
pesado (Korstanje 2005, 2006). Ambas posibilitan el análisis múltiple de microfósiles (ver Coil et al. 2003;
Korstanje 2003, 2005).

Esta investigación exploratoria propone ampliar la visión actualmente desarrollada sobre los complejos
fumatorios de las poblaciones prehispanas del Norte Semiarido, Centro y Sur de Chile, con el fin de detectar
particularidades que permitan diferenciar esta tradición entre regiones, y aportar nuevas caracterizaciones que
enriquezcan y complementen aquellas sustentadas en estudios anteriores.

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Arqueóloga, Magíster en Historia, Universidad de Chile. mtplanella@gmail.com
∗∗
Licenciada en Arqueología, Universidad de Chile. lucianaquiroz@hotmail.com
∗∗∗
Licenciada en Arqueología, Universidad de Chile. carolina_belmar@hotmail.com
2
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PRÁCTICAS POSCOLECTA/POST-APROVISIONAMIENTO DE RECURSOS VEGETALES: UNA
PERSPECTIVA PALEOETNOBOTÁNICA INTEGRADORA APLICADA A CASOS DE ARGENTINA

Capparelli, Aylen y Lema, Verónica *

El objetivo de este trabajo es hacer una reseña y análisis del término postharvest y sus conceptos asociados. El
término posharvest en la bibliografía agronómica y arqueobotánica de habla inglesa se utiliza indistintamente
para referir a las prácticas asociadas con posterioridad tanto a la cosecha de plantas cultivadas (Yen 1980, Burton
1982, Wills et al. 1998), como a la recolección de plantas silvestres (Wollstonecroft 2007). En contraposición a
esto, reservamos aquí el término “poscosecha” para referir a las prácticas asociadas a una planta cultivada con
posterioridad a su cosecha, y acuñamos los términos “posrecolecta”, para referir a las prácticas asociadas a una
planta silvestre con posterioridad a su recolección, y “poscolecta” (“o post-aprovisionamiento”), para referir a las
prácticas asociadas con posterioridad a la colección de cualquier planta en general, sin especificar si es ésta
silvestre o cultivada.

ANTECEDENTES Y RESEÑA DEL TÉRMINO POSTHARVEST

Desde los inicios de la arqueobotánica como disciplina, a fines del siglo XIX, se reconoce la existencia de
variaciones en la composición de las muestras vegetales de un mismo sitio que, en asociación con su contexto,
fueron atribuidas a diferencias en las actividades humanas que le dieron origen. Con la implementación de
nuevas técnicas de recuperación como la flotación, las muestras arqueobotánicas de cada sitio pasan a ser más
abundantes y a extraerse sistemáticamente, lo cual permite la implementación de nuevos tipos de análisis para
interpretar dichas diferencias. Así, Dennell (1972, 1976, entre otros) marca un cambio con respecto a décadas
anteriores, al plantear que no toda planta incorporada al registro arqueológico fue necesariamente “utilizada” por
sociedades pasadas (i.e. malezas), y que, además, existen factores que afectan la representación de las especies
en dicho registro. Uno de los más importantes es el tipo de procesamiento del que una muestra fue objeto, el cual
él deduce a partir de la parte de la planta presente y su tamaño, entre otros parámetros. Hubbard (1976), sobre la
base del trabajo de Dennell, sugiere que cuando se utilizan rasgos métricos para caracterizar las muestras
arqueobotánicas, se deben considerar además las condiciones bajo las cuales la carbonización se llevó a cabo. Al
mismo tiempo Hillman (1973), en una de sus primeras publicaciones, menciona a Dennell (1972) y estipula que
para realizar dichas asociaciones entre composición de la muestra y actividad humana representada es necesario
contar con una base de información etnográfica que parta del análisis detallado de situaciones modernas. Por ello
es que comienza a desarrollar una serie de trabajos (i.e. Hillman 1981, 1984) en los que toma muestras botánicas
de cada etapa del procesamiento tradicional del trigo llevado a cabo por campesinos de Turquía y analiza las
partes vegetales representadas en cada una, al tiempo que realiza entrevistas detalladas en pos de dilucidar
aquellas prácticas de manejo que puedan afectar la composición del producto (intensidad de irrigación, abono,
barbecho en el año precedente, métodos de cosecha, altura del corte en la cosecha y técnicas de trillado). Jones
(1984) realiza investigaciones similares con campesinos de Grecia, pero centra sus estudios en analizar
estadísticamente la variación específica de malezas contenidas en las muestras, lo cual le permite a ella
discriminar también por esta vía las distintas actividades involucradas en el procesamiento de los granos, aunque
no las técnicas empleadas para realizar cada actividad. Ella evalúa también la manera de cuantificar e interpretar,
con el menor sesgo posible, las partes vegetales de muestras provenientes del procesamiento de cereales y de
hacerlas comparables a los datos cuantitativos de otras especies (i.e. Jones 1987). A medida que fue necesario se
realizaron descripciones morfológicas muy precisas de las plantas que venían siendo estudiadas, que permitieron
reconocer la fragmentación producto del procesamiento, así como diferenciar representantes domesticados de
aquellos silvestres (Hillman et al 1996). Al mismo tiempo, y siendo Hillman un experimentador nato (Fairbairn y
Haiss 2009), desarrolló protocolos arqueobotánicos experimentales sobre la base de situaciones etnográficas ya
estudiadas, para analizar las formas en que un pastor del medio oriente fértil puede haber tomado sus decisiones
sobre qué semillas guardar para cultivar al año siguiente, en qué tipo de parcelas cultivarlas, en qué momento y
con qué técnicas cosecharlas, y finalmente cómo se puede haber producido la domesticación y dentro de qué
lapsos (Hillman y Davis 1990). A su vez, Jones y su equipo de trabajo se abocaron al estudio de la ecología y
fitosociología de las malezas asociadas a casos modernos de campos de cultivos, para aplicar sus resultados al

*
Departamento Científico de Arqueología, Museo de Ciencias Naturales de La Plata. CONICET.
aylencapparelli@fcnym.unlp.edu.ar
reconocimiento de distintas prácticas de manejo, tales como la irrigación, fertilidad, disturbancia y del tipo de
agricultura practicada (intensiva o extensiva) (i.e. Jones 1992). Se obtuvieron entonces datos más precisos sobre
cómo las actividades y técnicas precosecha y cosecha pudieron afectar la composición de muestras
arqueobotánicas. Retomando aquellas recomendaciones de Hubbard (1976) mencionadas anteriormente con
respecto al material carbonizado, Hillman comienza desarrollar, métodos para estimar la historia térmica de los
granos de cereales de las muestras arqueológicas mediante la espectroscopía de resonancia de espín electrónico
(Hillman et al 1983, entre otros). Estos y muchos otros trabajos de Hillman y de varios de sus discípulos (i.e. F.
Ertûg, S. Mason, L. Pena-Chocaro, D. De Moulins, M. Wollstonecroft, S. Colledge, A.M. Murray, entre otros)
dieron a las prácticas de manejo, uso y procesamiento una relevancia especial a lo largo de la historia de la
arqueobotánica .

La vinculación entre los conceptos de processing, processing activities o processing practices (“prácticas de
procesamiento”) y postharvest (“prácticas poscosecha”) la realiza Yen (1980) mediante la aplicación por vez
primera del término postharvest intensification (“intensificación poscosecha”) para describir dos tipos de
actividades de procesamiento de plantas cultivadas: 1-aquellas que transforman plantas en estado bruto en
cultivos almacenables, y 2-aquellas que permiten convertir un tipo de recurso particular en diferentes alimentos.
Originalmente el término poscosecha (postharvest) proviene del ámbito de la agronomía y representa una rama
de investigación en la fisiología de plantas económicamente útiles (generalmente cultivadas), que enfatiza las
condiciones, la tecnología y la información necesarias para prevenir la pérdida de calidad, cantidad y nutrientes
de dichas plantas luego de que son cosechadas (Wills et al. 1998), estudios que se aplican en pos de desarrollar
tecnologías y conocimientos asociados para que los caracteres deseados de las plantas, óptimos en el momento
de la cosecha, lleguen en mejor estado posible al consumidor. Recientemente Wollstonecroft aplica estos
conceptos a la arqueobotánica, ampliando aún más que Yen (1980) el uso dado por los agrónomos a estos
términos. Ella acuña el término postharvest system (“sistema poscolecta”) para “incluir todas las habilidades,
conocimientos, tecnología y coordinación de trabajo que son necesarios para convertir plantas en estado bruto en
productos comestibles y/o para preservarlas como productos almacenables y/o promover la disponibilidad de
nutrientes” (Wollstonecroft 2007:25, nuestra traducción), y lo aplica a plantas no cultivadas utilizadas por
sociedades cazadoras recolectoras. Amplía la definición de postharvest intensification de Yen para incluir “todas
las actividades de procesamiento de alimentos que promueven un aumento en la abundancia (por ejemplo
actividades que transforman plantas no consumibles en consumibles) y la transformación del sistema productivo,
como resultado de un aumento en el trabajo poscolecta, en la tecnología y en el conocimiento” (idem). Según
ella, la intensificación en las prácticas poscolecta puede: 1-promover el consumo de un rango más amplio de
plantas o partes de las mismas, aumentando incluso los productos que se pueden obtener de un mismo taxa; 2-
incrementar la bioaccesibilidad de energía, de macro y micronutrientes contenidos en las plantas, representando
por ende una dieta enriquecida y una mejora subsecuente en la salud de la población; y, 3-aumentar la vida útil
de las plantas y productos derivados de las mismas a través del almacenamiento, estando éstas disponibles por un
período de tiempo más prolongado. Asimismo, los cambios en el sistema postcolecta pueden impactar en todos
los componentes de un sistema productivo, ya que requieren necesariamente de un reajuste en las actividades de
subsistencia, en la organización social, en el manejo de la tierra, en la dieta, en la toma de decisiones productivas
y de organización del trabajo, entre otras. Si bien Wollstonecroft (i.e. en prensa y Wollstonecroft et al. 2008)
aborda actividades poscolecta vinculadas a productos comestibles, ella recomienda que el concepto de sistema
postcolecta aplicado a la arqueobotánica sea amplio e incluya a todo tipo de planta útil (Wollstonecroft, com.
pers.). Incluso, recientemente, y, en pos de comprender el impacto que han tenido las actividades post colecta a
lo largo del desarrollo de las sociedades humanas, ha sido vinculado este concepto con la teoría de construcción
de nicho (Hillman y Wollstonecroft 2009, Wollstonecroft 2010).

PRÁCTICAS HUMANAS EN RELACIÓN A LA ARQUEOBOTÁNICA ANDINA.

En América, y en particular en la arqueobotánica del Área Andina, ha sido el trabajo de Christine Hastorf (1988)
el que más se ha empleado como modelo para dar respuesta a las diferentes actividades humanas que pueden
potencialmente reflejarse a través del análisis de las muestras arqueobotánicas. Al igual que Wollstonecroft
(2007), Hastorf toma como antecedentes los trabajos de Dennell, Hubbard, Hillman y Jones ya mencionados,
optando por agrupar las actividades económicas de las sociedades humanas en tres sistemas: 1-crop production
(“producción de cultivos”), 2-plant processing (“procesamiento de plantas) y 3-food consumption (“consumo de
alimentos”). Si bien la autora aclara que crop production y plant processing pueden incluir otros recursos
además de los alimenticios cultivados, tales como forraje, combustible y materiales de construcción, en los
estudios que presenta, estos dos sistemas se analizan a la luz de plantas alimenticias solamente. En el curso de su
análisis se remarca frecuentemente la necesidad de interrelacionar producción y procesamiento para interpretar el
registro arqueológico. Así, concuerda con la impresión general de Wollstonecroft (2007), para quien el
procesamiento se encuentra más cercano a la esfera productiva que a la del consumo por los potenciales cambios
que pueda generar en la primera. No obstante, si bien Hastorf considera al procesamiento como un sistema en sí
mismo y lo analiza en base a distintas variables (prácticas desarrolladas, plantas empleadas, áreas de actividad y
técnicas aplicadas), cuando presenta datos concretos se restringe a caracterizar sólo uno u otro aspecto del
sistema. Wollstonecroft (2007: Fig. 3.3), en cambio, logra una perspectiva más totalizadora al considerar a las
prácticas de procesamiento, almacenaje y transporte como parte de un sistema de postharvest, que se encuentran
en relación con otros aspectos sociales tales como organización del trabajo, conocimiento tecnológico y
ecológico, patrón de asentamiento y movilidad, entre otros. Por último, Hastorf restringe al aspecto alimenticio
también al sistema del consumo, ya que habla de “food” consumption. Lo destaca como un aspecto de baja
visibilidad arqueológica, que es identificado por lo general de manera indirecta (mediante la presencia de
artefactos implicados en la actividad de consumo, del análisis de las porciones vegetales no consumidas, de
valores isotópicos, o de la evidencia bioarqueológica, entre otros), y en menores ocasiones de manera directa
(coprolitos y contenidos estomacales), requiriendose necesariamente de la conjunción de líneas de evidencia
múltiples para la reconstrucción de pautas alimentarias y dieta (Hastorf 1988).

PROPUESTA AMPLIADA PARA LA COMPRENSIÓN Y ABORDAJE DE LOS SISTEMAS


POSCOLECTA APLICADA A CASOS DE ARGENTINA

Del análisis anterior se intenta remarcar cómo desde diferentes aproximaciones Wollstonecroft, ligada aún al
trabajo conjunto con Hillman (ver Hillman y Wollstonecroft 2009), le da a las prácticas incluidas dentro del
sistema postharvest una trascendencia especial, destacando su potencial impacto en el sistema productivo
general de una sociedad cuando estas prácticas logran generar una mayor cantidad o calidad de los recursos
necesarios para su subsistencia. La trascendencia del estudio de sistemas poscolecta, tanto a nivel mundial como
aplicada a casos de Argentina, se vio reflejada con la concreción del simposio “Recent research in post-harvest
traditions in human prehistory: Old and New World palaeoethnobotanical approaches to linking the archaeology
and ethnobotany of plant processing”, llevado a cabo dentro del marco del V International Congress of
Ethnobotany (ICEB), en Bariloche durante el año 2009. Este simposio estuvo coordinado por Wollstonecroft,
Valamoti y Capparelli (ver Capparelli et al. 2010), quienes además de compartir ideas durante los encuentros
realizados en los últimos diez años por el Internacional Workgroup for Palaeoethnobotany (IWGP), han
participado en proyectos dirigidos por G. Hillman y sus colaboradores (en el caso de Wollstonecroft y
Capparelli) en el Institute of Archaeology, University Colledge London, University of London. Durante el
mencionado simposio se presentaron varias ponencias aplicadas a casos de Argentina, que pusieron de
manifiesto la necesidad de hacer explícita una propuesta ampliada para el abordaje de los estudios de poscolecta,
que se adapte a la realidad de dicho país. Es por ello que se propone aquí entender este tipo de estudios dentro
del marco de las distintas instancias en que se dan las relaciones entre sociedades humanas y comunidades
vegetales. La propuesta (cuyo esquema se muestra en la Fig. 1) apunta a generar un marco de referencia amplio y
aplicable a sistemas sociales con distinto tipo de economía (cazadores recolectores, cultivadores incipientes,
horticultores, sociedades agrícolas más o menos complejas), a relaciones con plantas útiles de diversa índole
(alimenticias, medicinales, combustibles, para la construcción o acondicionamiento de diversas estructuras y
para la confección de artefactos), y, a diferentes tipos morfo-fisiológicos de plantas y de órganos útiles (frutos,
semillas, tubérculos, madera, hojas, entre otros). El agrupamiento propuesto contempla cuatro esferas distintas
(precolecta, colecta, poscolecta y consumo) que se encuentran en relación al entorno vegetal. Esta delimitación
responde a que cada una de estas esferas o ámbitos de acción involucra por lo general prácticas distintas entre sí
(Fig. 2), por lo que llevan a la generación de un registro arqueológico (y por ende arqueobotánico) diferente. Por
este motivo requieren de vías metodológicas y analíticas disímiles. Las distintas prácticas de cada esfera se
ejercen además en espacios físicos que pueden ser distintos o no, dependiendo de cada sociedad en particular.
Conocer la organización espacial de las actividades dentro de un sitio arqueológico es por lo tanto una vía
analítica importante para la identificación de las prácticas y su ubicación en una u otra esfera o ámbito de acción.
Así, las prácticas y los espacios físicos donde se desarrollan, junto con las características peculiares de los taxa
vegetales y tejidos u órganos útiles sobre los cuales se aplican las actividades, tendrán correlatos arqueológicos y
arqueobotánicos diferenciales, estando los mismos mediados por procesos posdepositacionales naturales y
culturales (Fig. 1). Por lo general el consumo es una esfera difícil de visualizar a nivel arqueológico, y más aún
en el caso del uso de artefactos, los cuales pueden ser objeto de reformatización/reutilización, o atravesar
distintas trayectorias de descarte. En este sentido, el ahondar en el análisis de los sistemas poscolecta, y
especialmente en el reconocimiento de prácticas desarrolladas inmediatamente antes del momento del consumo,
nos permite dilucidar aspectos fundamentales del mismo.

Fig. 1: presentación gráfica de la propuesta presentada en este trabajo del sistema poscolecta como una esfera o ámbito de
acción en relación a las esferas precolecta, colecta y consumo. Se señalan las interrelaciones entre las mismas, las prácticas y
espacios que cada una implica y el reflejo de las mismas en el registro arqueológico/arqueobotánico.

Volviendo al esquema general aquí propuesto, cabe aclarar que la relación recíproca entre las distintas esferas.
opera mediante mediaciones culturales de diverso orden, que implican diferentes clases de conocimientos, de
organización social del trabajo y de tecnología, clases que se influyen mutuamente entre sí y por lo tanto deben
estar en constante reajuste (Fig. 1). En este sentido resulta crucial el rol que juega la esfera precolecta dado que
es el primer vínculo que el Hombre establece con su medio, sea cual fuere el sistema económico de la sociedad
en la cual se enmarca. Las prácticas que implica esta esfera (Fig. 2) generarán un entorno modificado en distinto
grado por acción antrópica, de donde se obtendrá la materia prima vegetal (plantas en estado bruto) sobre las
cuales operarán luego las prácticas de los otros ámbitos de acción. La forma en que las plantas son colectadas
(Fig. 2) tendrá diferentes impactos tanto en el sistema precolecta -dado que la manera particular en que una
planta es colectada altera caracteres morfológicos y genéticos a nivel poblacional y por ende modifica la
selección cultural aplicada a los mismos (Hillman y Davies 1990, Casas 2001)- así como también en el sistema
poscolecta, dado que en esta instancia se escogen los órganos o parte de órganos a ser utilizados. El sistema
poscolecta afecta al sistema precolecta en varios aspectos, por ejemplo, el hecho, entre otras cuestiones
asociadas, de que las semillas colectadas sean almacenadas para ser luego cultivadas en el próximo ciclo de
siembra es un camino rápido hacia la domesticación de plantas (Hillman y Davies 1990, entre otros). Durante el
ejercicio de las prácticas que se llevan a cabo en el ámbito del sistema poscolecta (Fig. 2) se identifican
características de las plantas que favorecen o no ciertas técnicas, por ejemplo, el grado de madurez en que una
planta es colectada afectará las posibilidades de almacenamiento de ciertos órganos útiles de la misma, así como
también su respuesta a técnicas de cocción, molienda o formatización, generándose por ende un reajuste en las
actividades de colecta. Por último, se puede considerar que el consumo ejerce sobre las otras esferas una
influencia especial, puesto que marca la finalidad de las mismas. El consumo determinará qué se produce o
escoge y qué se rechaza (precolecta) dentro de la disponibilidad del entorno vegetal, qué órganos o tejidos se
emplearán (colecta), cómo serán procesados los mismos, si se los consumirá inmediatamente o no
(almacenamiento) y dónde se los consumirá (traslado) (poscolecta). Cabe destacar también que las prácticas que
cada una de estas esferas incluyen pueden ser llevadas a cabo por miembros de los mismos grupos sociales, por
grupos sociales distintos dentro de una misma sociedad, o bien por sociedades distintas (ver por ejemplo Hastorf
1988). La consideración de estas cuatro esferas por separado resulta por lo tanto operativa también para analizar
aspectos de organización social dentro de una comunidad, así como también para estudiar relaciones sociales
(intercambio, complementariedad, reciprocidad, circulación de bienes, festines, entre otras) entre sociedades o
comunidades distintas. Por último, extendemos las implicancias planteadas por Wollsonecroft (2007 Fig 3.3) del
sistema poscolecta sobre distintos aspectos sociales, a las otras tres esferas aquí planteadas. Implicancias que
operan de forma diferencial en el devenir de los sistemas productivos en cada caso analizado.
Fig. 2: prácticas implicadas en cada una de las esferas consideradas. Se citan trabajos argentinos, a modo de ejemplo ya que
no se pretendió hacer un listado exhaustivo de los mismos, donde se estudian dichas prácticas (ver superíndices).

COMENTARIOS FINALES

En el presente trabajo se describe el marco en el que las prácticas incluidas dentro de la esfera poscolecta se
llevan a cabo, del que se desprende la trascendencia especial que éstas poseen dentro de una sociedad y la
importancia de su estudio. La cuantificación, el análisis del contexto y los estudios actualísticos (experimentales
y etnoarqueológicos) son las vías que favorecerán a futuro la aplicación de este abordaje proveyéndole del
sustento empírico y las posibilidades de contrastación a nivel arqueológico.

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