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Ensayo El Principio Del Debido Proceso en El Régimen de Contratación Estatal Colombiano. Lina Gallego y Luz Giraldo.
Ensayo El Principio Del Debido Proceso en El Régimen de Contratación Estatal Colombiano. Lina Gallego y Luz Giraldo.
Luz A. Giraldo**
Universidad Icesi
Contenido
Pág.
Resumen 3
I. El Debido Proceso Como Derecho Fundamental 4
I.1. La Evolución del Derecho al Debido Proceso. 5
II. El Debido Proceso Como Principio 6
II.1. Sobre El Concepto De Principio 6
II.2. El Principio Del Debido Proceso En Las Actuaciones Administrativas. 7
III. El Debido Proceso En El Régimen de Contratación Estatal 11
III.1. La Importancia Del Artículo 17 De La Ley 1150 De 2007 13
III.2. El Debido Proceso En Diversas Actuaciones Contempladas
En El Régimen De Contratación Estatal 16
Conclusiones 18
Bibliografía 20
EL PRINCIPIO DEL DEBIDO PROCESO EN EL RÉGIMEN DE CONTRATACION ESTATAL 3
Abstract
In order to meet the essential purposes of the State, Colombia has a Governmental
Contracting Regime, in which individuals participate as collaborators of Public Entities for
the fulfillment of those purposes. In this essay the principle of due process plays a leading
role to shape the same block of principles and rules that are mandatory for the authorities
and individuals, this essay aims to describe the characteristics of due process and highlight
the importance of their application in the Colombian Contracting Regime.
Resumen
Con la finalidad de satisfacer los fines esenciales del Estado, Colombia posee un
Régimen de Contratación Estatal, en el que los particulares participan como colaboradores
de las Entidades Públicas para el cumplimiento de dichos fines. En dicho Régimen el
Principio del Debido Proceso juega un papel protagónico, por conformar el mismo un
bloque de principios y reglas que son de obligatorio cumplimiento por parte de las
autoridades y de los particulares, el presente ensayo tiene como fin describir las
características del debido proceso y resaltar la importancia de su aplicación en el Régimen
de Contratación Colombiano.
El debido proceso se encuentra entre los diversos derechos fundamentales que hacen
presencia directa y constante en el Régimen de Contratación Estatal Colombiano, por lo
que dicho derecho rige tanto en las actuaciones judiciales como en las administrativas, el
mismo se encuentra consagrado en la Constitución Política de Colombia en el artículo 29
en el que enuncia además todas las garantías que lo integran:
Nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se
le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de
las formas propias de cada juicio.
Sobre el primero, se sabe que antes de 1984 las garantías del debido proceso
prácticamente no existían, porque no se trataba de un derecho con presencia
fuerte en materia administrativa; pero sobre el segundo se tiene que en nuevo
código de procedimiento administrativo introdujo varios e importantes
derechos que hacen parte del debido proceso, es el caso del derecho a que se
comunique la iniciación de un procedimiento administrativo –CCA, arts. 14 y
28-; el derecho a impugnar las decisiones administrativas, a través de la
denominada vía gubernativa –CCA, arts. 23 y 49 y ss.-; el derecho a un
procedimiento previo a la toma de una decisión, en la medida en que se
proscribieron las decisiones de plano –CCA, art. 35-; el derecho a presentar
pruebas y a controvertirlas –CCA, arts. 34 y 26-; entre otras.
Adicionalmente, es relevante aclarar que los derechos que forman parte del debido
proceso, no se circunscriben únicamente a los que se enuncian en el artículo 29 de la
Constitución Política, dado que existen otros derechos que forman parte de la misma
norma, estos son: el Habeas Corpus, la doble instancia y la no reformatio in pejus, no
declarar contra sí mismo ni contra sus parientes, y el acceso a la administración de justicia.
Ubicados en la Constitución Nacional en los siguientes artículos respectivamente: 30, 31,
33 y 229.
Es decir, se trata de una categoría normativa que produce efectos –que dependen tanto de
la concepción de los principios que tenga el dogmático, legislador o juez, como de las
características del caso concreto al que se aplica- y cuya fuerza para regular problemas
jurídicos o relaciones con relevancia jurídica ha ido in crescendo desde el auge del
neoconstitucionalismo. (Carbonell, Waltenberg y Otros, Octubre 2011, P. 156).
Según Carrió, en el mundo del Derecho los principios se emplean para referirse, por
ejemplo, a la ratio legis o propósito de una norma –en este caso, los principios serían
normas teleológicas que encomiendan la realización de un fin- para aislar rasgos o aspectos
importantes de un orden jurídico, para expresar generalizaciones que se obtienen a partir de
las reglas del sistema, para expresar pautas con contenido manifiestamente justo –en
palabras de Prieto, a los principios como vehículos de la moral en el Derecho-, o para
identificar ciertos requisitos formales o externos que todo orden jurídico debe satisfacer.
Esta ambigüedad y vaguedad no debe ser pasada por alto a la hora de decidir sobre el uso,
interpretación y efectos de alguna de estas categorías a las que llamamos “principios” en
un texto normativo, dentro de una rama del Derecho, al interior de una institución jurídica,
o en una decisión judicial (Carbonell, Waltenberg y Otros, Octubre 2011, P. 157).
1
Al respecto léanse las sentencias: T-442 del 3 de julio de 1992 (M.P. Simón Rodríguez Rodríguez), T-020
del 10 de febrero de 1998 (M.P. Jorge Arango Mejía), T-386 del 30 de julio de 1998 (M.P. Carlos Gaviria
Díaz), T-009 del 18 de enero de 2000 (M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz) y T-1013 del 10 de diciembre de
1999 (M.P. Alfredo Beltrán Sierra).
EL PRINCIPIO DEL DEBIDO PROCESO EN EL RÉGIMEN DE CONTRATACION ESTATAL 10
Tal como se trató en capítulos anteriores, la Carta Política dispone que el debido proceso
deba observarse en toda clase de actuaciones judiciales y administrativas, es decir que
obliga no solamente a los jueces sino también a los organismos y dependencias de la
administración pública. En lo que tiene que ver con el debido proceso administrativo, la
jurisprudencia específicamente ha considerado que el derecho al debido proceso
administrativo se traduce en la garantía que comprende a todas las personas de acceder a un
proceso justo y adecuado, de tal manera que el compromiso o privación de ciertos bienes
jurídicos por parte del Estado a sus ciudadanos no pueda hacerse con ocasión de la
suspensión en el ejercicio de los derechos fundamentales de los mismos. Es entonces la
garantía consustancial e infranqueable que debe acompañar a todos aquellos actos que
EL PRINCIPIO DEL DEBIDO PROCESO EN EL RÉGIMEN DE CONTRATACION ESTATAL 11
pretendan imponer legítimamente a los sujetos cargas, castigos o sanciones como establecer
prerrogativas (Corte Constitucional, Sentencia T-1263 de 2001).
Con base en todo lo anterior, tenemos que el debido proceso es el conjunto de garantías
mínimas que se deben reconocer a las personas dentro de las actuaciones administrativas,
en procura de obtener una decisión justa sobre sus derechos (vida, integridad, libertad o
patrimonio) involucrados en las mismas. La dimensión y contenido del derecho al debido
proceso supera el juzgamiento penal y se explica y justifica que sea una garantía
fundamental consagrada en las constituciones concebidas bajo el modelo del Estado de
Derecho para todo tipo de actuaciones judiciales y administrativas desde el ámbito humano
y jurídico (Consejo de Estado, 2010, Expediente 18394).
judiciales y administrativas. Por esta razón, la formación de los actos jurídicos que genera
el Estado en ejercicio de su función administrativa deberá sustentarse en un debido proceso.
En otras palabras, tanto los actos administrativos como los contratos, previos a su
expedición o perfeccionamiento, respectivamente, deberán agotar un procedimiento previo
que garantice entre otras cosas: participación ciudadana, publicidad, eficiencia, economía,
transparencia, celeridad, etapas probatorias, etc. En esta medida, para los actos
administrativos, se implementarán las disposiciones legales que los orienten entendiendo
como regla general el Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso
Administrativo8 , en cambio para los Contratos Estatales, estas disposiciones serán
establecidas por lo que en nuestro país se ha denominado Estatuto General de Contratación
de la Administración Pública. Estas disposiciones serán las encargadas de generar las
garantías suficientes para el ejercicio de la función administrativa y la protección de
derechos fundamentales de los ciudadanos. (Chaves, 2015, P.95).
De la aplicación del principio del debido proceso se desprende que los administrados
tienen derecho a conocer las actuaciones de la administración, a pedir y a controvertir las
pruebas, a ejercer con plenitud su derecho de defensa, a impugnar los actos administrativos
y en fin a gozar de todas las garantías establecidas en su beneficio. En efecto, si el
administrado no está de acuerdo con una decisión de la administración que le afecte sus
intereses tiene derecho a ejercer los recursos correspondientes con el fin de obtener que se
revoque o modifique. (Corte constitucional, Sentencia 1021 de 2002).
Por ello, el contrato estatal es una forma de actividad administrativa, dado que tiene por
objeto la adquisición de bienes y servicios tendientes a lograr los fines del estado, la
continua y eficiente prestación de los servicios públicos, en armonía con los derechos e
intereses de los administrados que colaboran con ésta para su logro, quienes si bien
concurren a él persiguiendo un interés particular, que consiste en el derecho a una
remuneración razonable, proporcional y justa previamente estipulada, como retribución por
el cumplimiento del objeto contractual, cumplen una función social que implica
obligaciones.
Es importante que en las relaciones contractuales del Estado se respeten las normas y el
procedimiento requerido para la aplicación de los actos administrativos que se surten al
interior del proceso, con la finalidad de permitir la existencia de un equilibrio en las
relaciones que se establecen entre la administración y los particulares, en aras de garantizar
decisiones de conformidad con el ordenamiento jurídico por parte de la administración. El
debido proceso debe velar entonces, por un procedimiento en el que se de continuamente el
derecho de defensa y de contradicción de todas aquellas personas que puedan resultar
afectadas con las decisiones administrativas que se surtan dentro de las etapas pre
contractuales, contractuales y post contractuales, dado que se debe existir un equilibrio
permanente en las relaciones surgidas frente al derecho substancial y los derechos
fundamentales de las personas y la comunidad en general.2
Por ende la contratación estatal se erige hoy en día como uno de los temas vertebrales
dentro del derecho administrativo, articulando saberes concernientes al mundo jurídico y a
una buena administración, con el fin de coadyuvar en la satisfacción de los fines esenciales
del Estado, apreciando a los particulares como colaboradores de la Administración para el
cumplimiento de dichos fines.
2
Ver al respecto la Sentencia T-572 del 26 de octubre de 1992 (M.P. Jaime Sanín Greiffenstein).
EL PRINCIPIO DEL DEBIDO PROCESO EN EL RÉGIMEN DE CONTRATACION ESTATAL 14
Al respecto es relevante mencionar que si bien las entidades estatales tienen facultades
sancionadoras en aras del principio del debido proceso, estas mismas facultades deben
también de sujetarse al principio en mención, dado que puede presentarse un abuso por
parte de la autoridad estatal en virtud de la posición dominante que tiene en la relación
contractual sobre el Contratista.
EL PRINCIPIO DEL DEBIDO PROCESO EN EL RÉGIMEN DE CONTRATACION ESTATAL 15
Con el caso expuesto, se evidencia que la violación al principio del debido proceso en el
Régimen de Contratación Estatal si bien puede provenir por parte de los oferentes (en la
fase precontractual), para lo cual existe una rigurosa legislación que pretende evitarlo al
máximo, también ocurre por parte del Estado en su calidad de contratante, y es más
probable que sea éste último quien vulnere el principio del debido proceso por ser la parte
dominante en la relación contractual, por lo que por vía jurisprudencial las Altas Cortes,
especialmente la Constitucional ha tenido que velar por proteger a los oferentes y
contratistas en todas las fases del proceso contractual estatal.
En virtud de todo lo anterior, tenemos que a las entidades estatales, les es permitido
imponer sanciones de manera directa y unilateral; facultad, que tuvo varias acepciones, en
virtud del cambio de legislación y de la interpretación que hizo el Consejo de Estado, pero
que en la actualidad ha finalizado con la autorización de las que gozan las entidades
estatales para hacerlo; sanción que no puede ser caprichosa o arbitraria por parte de la
entidad contratante, ya que para garantizar que sea ajustada a la realidad, debe aplicarse en
observancia de los principios de legalidad y proporcionalidad, siendo el primero de ellos un
presupuesto para el segundo, y que conllevan a respetar el derecho fundamental al debido
proceso, consagrado en el artículo 29 Constitucional (Juriscom, 2016, P. 2).
EL PRINCIPIO DEL DEBIDO PROCESO EN EL RÉGIMEN DE CONTRATACION ESTATAL 16
Además del Principio del debido proceso, dentro del Régimen de Contratación Estatal
existen diversos principios que integran dicho régimen, ha señalado la Corte Constitucional
que estos son: (i) el principio de la autonomía de voluntad, en virtud del cual la
Administración pública está en capacidad de celebrar todos los contratos que resulten
necesarios para satisfacer los intereses de la comunidad; (ii) el principio de la prevalencia
del interés público, que le reconoce a la Administración una prerrogativa especial para
ajustar el objeto del contrato a las necesidades variables de la comunidad; (iii) el principio
de la reciprocidad de prestaciones, según el cual, lo importante y relevante en el régimen
de contratación es la equivalencia real y objetiva entre los derechos y obligaciones que
surgen de la relación contractual, y no la mera equivalencia formal y subjetiva con la que
se llega a la simple satisfacción de los intereses individuales considerados por las partes
cuando se formalizó el contrato; y, finalmente, (iv) el principio de la buena fe, que obliga a
la Administración Pública y a los particulares contratistas, a tener en cuenta las exigencias
éticas que emergen de la mutua confianza en el proceso de celebración, ejecución y
liquidación de los contratos. (Sentencia T-209 del 2006.)
Todas las modalidades de selección deben ser públicas en todas sus etapas y por lo tanto
la administración está en la obligación de dar a conocer todas sus actuaciones en el
desarrollo de la misma, las disposiciones aplicables al procedimiento son regladas en todas
sus fases, los factores de escogencia del contratista deben ser objetivos. La planeación del
proceso contractual abarca aspectos tales como la evaluación y distribución de los riesgos,
los estudios previos que se constituyen en el insumo del pliego de condiciones, los tiempos
para desarrollar el objeto contractual, la disponibilidad de presupuesto, adicionalmente la
Administración está llamada a conocer el sector en el cual va a desarrollar el objeto
contractual para no incurrir en improvisaciones. En todo lo anterior el componente ético es
transversal para poder ejercer los procesos contractuales con transparencia, veracidad y
justicia.
EL PRINCIPIO DEL DEBIDO PROCESO EN EL RÉGIMEN DE CONTRATACION ESTATAL 17
De otro lado, el derecho de defensa, en el ámbito del debido proceso, también garantiza
que se vincule al afectado con el procedimiento sancionatorio, para que exponga las
razones que explican su percepción de los hechos investigados. Así mismo, el derecho de
defensa no conoce más limitaciones en materia contractual, y por eso se admite cualquier
manifestación suya. Es decir, que se ejerce mediante la presentación de pruebas, la
controversia de las existentes, ser oído y que se practiquen pruebas y se controviertan, es
decir, en síntesis, que se respete su derecho de audiencia y defensa, que permita fijar la
posición de la parte, y en general, toda forma de participación en el procedimiento, que
contribuya a defender una posición o postura jurídica (Consejo de Estado, Expediente
33223, 2015).
EL PRINCIPIO DEL DEBIDO PROCESO EN EL RÉGIMEN DE CONTRATACION ESTATAL 18
Dentro de las facultades sancionatorias que tienen las entidades estatales en la etapa
contractual, se encuentra la posibilidad que poseen estas de imponer multas a los
contratistas que incumplan con el objeto del Contrato. La multa ha sido definida por el
Consejo de Estado como una medida de apremio con carácter punitivo que no atiende al
carácter de perjuicios. Es un llamado de atención al contratista incumplido para que ajuste
su conducta al pacto (Consejo de Estado, 2003, P. 103).
Las multas ofrecen un ejemplo muy ilustrativo de la discusión que se ha creado en torno
al manejo otorgado a los Contratos que se rigen por el derecho privado y de aquellos que
se les aplica en el estatuto de la Contratación Estatal. Al respecto el Consejo de Estado,
estableció que el artículo 17 de la Ley 1150 de 2007 -ya tratado en capítulos anteriores-
dejó por separado el problema de sí los manuales de contratación estatal podían establecer
unilateralmente las multas, (Meza, 2010, P. 37).
Al respecto manifestó el Consejo de Estado que las multas si pueden ser impuestas por
las entidades estatales en virtud del artículo 17 de la Ley 1150 de 2007, no hay lugar a
dudas respecto de la capacidad de la Administración de imponer unilateralmente las multas
pactadas en el contrato, como una forma de conminar al contratista en el cumplimiento de
sus obligaciones. En virtud del mismo precepto legal y en cumplimiento de lo dispuesto
por el artículo 29 de la Constitución Política, al tratarse de la imposición de una sanción, la
autoridad administrativa deberá asegurar en su actuación las garantías propias del debido
proceso razón por la cual la decisión que se asuma deberá estar precedida de audiencia del
afectado, que deberá contar con un procedimiento mínimo (Consejo de Estado, 2010,
P.12).
Cabe destacar que si bien el debido proceso rige en todos los procedimientos
administrativos, sin importar que sean sancionatorios o no, debe entenderse que en las
actuaciones sancionatorias es exigible el derecho a la preexistencia de la falta y la sanción,
como es el caso de las multas, pero en las no sancionatorias carece de espacio. Lo mismo
aplica para el derecho a la presunción de inocencia, ya que en los procedimientos
sancionatorios tiene aplicación plena, mientras que en los no sancionatorios carece de
sentido introducirlo, porque allí no se imputa nada a quienes participan de ellos (LEGIS,
2010, P.1389).
Conclusiones
La Constitución Política de 1991 fue muy importante para el desarrollo del debido
proceso como derecho fundamental, principio y garantía constitucional, pues los derechos
que hoy integran el debido proceso son mucho más amplios de los que en el pasado se
conocieron, en consecuencia, se ha fortalecido la posición de las partes involucradas en las
actuaciones administrativas con la expedición de las garantías contenidas en el artículo 29
de la Constitución Nacional, evidenciándose así una evolución del debido proceso.
El contrato estatal es una forma de actividad administrativa, dado que tiene por objeto la
adquisición de bienes y servicios tendientes a lograr los fines del estado, la continua y
eficiente prestación de los servicios públicos, en armonía con los derechos e intereses de los
administrados que colaboran con ésta para su logro, quienes si bien concurren a él
persiguiendo un interés particular, que consiste en el derecho a una remuneración
razonable, proporcional y justa previamente estipulada, como retribución por el
cumplimiento del objeto contractual, cumplen una función social que implica obligaciones.
La contratación estatal se erige hoy en día como uno de los temas vertebrales dentro del
derecho administrativo, articulando saberes concernientes al mundo jurídico y a una buena
administración, con el fin de coadyuvar en la satisfacción de los fines esenciales del Estado,
apreciando a los particulares como colaboradores de la Administración para el
cumplimiento de dichos fines.
Bibliografía