Está en la página 1de 13

Universidad de Buenos Aires

Facultad de Derecho

Debates sobre derecho, moral y política


PRIMER CUATRIMESTRE 2020
MODALIDAD VIRTUAL

Soldati, Juan Sebastián


DNI: 41.172.731
Comisión: 0531
Profesoras adjuntas: Tamara Tenenbaum y Romina Faerman
Ensayo sobre el abolicionismo

En el siguiente ensayo procederé a defender una de las dos posturas en las que frecuentemente se bifurca el
feminismo en el momento de discutir la legalización o no de la prostitución: el abolicionismo y el
regulacionismo. Por supuesto que existen otras posturas que podrían ubicarse en un área intermedia entre
ambos extremos pero en este ensayo puntualmente me abocare a analizar algunos de los argumentos que
usualmente son esgrimidos por aquellos que forman parte del abolicionismo y expondré las razones por las
cuales considero que el regulacionismo es la solución más viable. Para escribir este ensayo me he basado
algunos de los textos que hemos visto en clase que me permitieron ordenar y estructurar el ensayo como así
también brindarle una mayor precisión conceptual.

Los argumentos abolicionistas

A continuación analizaremos los siguientes argumentos que son esgrimidos por lxs abolicionistas a los cuales
he categorizado de la siguiente manera:

1) Argumento de la libertad: De acuerdo con este argumento, las mujeres serán incapaces de tomar esta clase
de decisiones mientras habitemos en un mundo patriarcal dado que se encuentran alienadas. Es decir, las
mujeres que deciden trabajar como prostitutas no han tomado esta decisión de una forma completamente
libre sino que lo han hecho porque no les quedaba otra alternativa para poder sobrevivir y es por esto que en
realidad se vieron obligadas a ser prostitutas, del mismo modo en el que una persona se vería obligada a
otorgarle sus bienes a un desconocido que la amenaza con dispararle en el caso de que no obedezca sus
órdenes.

2) Argumento moral: La prostitución no debería legalizarse ya que la acción de comerciar con personas es
inmoral, denigrante y cosificante, por lo que legalizar la prostitución equivaldría a convalidar una forma de
sexualizacion de las mujeres que sería incompatible con los valores pregonados por el feminismo.

3) Argumento de la correlación: la prostitución no debería legalizarse ya que esto genera un aumento de los
casos de trata de personas con fines sexuales.

4) Argumento jurídico: La prostitución no podría legalizarse ya que esto contradeciría a numerosos tratados
internacionales que poseen jerarquía constitucional.

-Contrargumentos:

Respuestas a los argumentos 1 y 2:

En primer lugar cabe preguntarse lo siguiente: ¿Cuál es el criterio que se utiliza para comparar al trabajo sexual
con otras formas de explotación laboral que están prohibidas? Puesto que con el mero criterio de que la
prostitución debería estar prohibida porque constituye una forma de explotación entonces también
podríamos prohibir a todos los trabajos que existen en el mundo. Muchxs responden que el trabajo de las
prostitutas debería estar prohibido porque resulta inmoral comerciar con personas ya que eso es lo que hacen
los proxenetas o mejor dicho: los dueños de las casas de prostitución… pero francamente este no me parece
un argumento válido ya que todos los trabajos del mundo implican “comerciar” con seres humanos que
poseen un precio expresado en un salario, como así también todxs los trabajadores actúan como mercancías
que “se venden” en el mercado en forma de Fuerza de trabajo. Por supuesto que hay quienes aducen que no
es posible comparar el trabajo que efectúa una prostituta con el trabajo que ejerce un oficinista ya que el
trabajo de una prostituta no se desarrolla en condiciones ideales sino en condiciones degradantes. Empero
este argumento tampoco me parece valido ya que con ese criterio deberíamos penalizar y desregularizar a los
trabajos que expresamente son considerados “insalubres” y que se encuentran contemplados en la Ley de
contratos de trabajo. ¿Por qué motivo trabajar como prostituta es más insalubre que trabajar de minero?
Simplemente no hay ningún fundamento objetivo para afirmar que uno de estos trabajos es más insalubre
que el otro1

Lo cierto es que hay dos claras diferencias entre el trabajo y la esclavitud y estas estriban en dos factores muy
importantes: el consentimiento y las condiciones de salubridad en las que se desempeña la persona que
ejecuta la tarea que le fue asignada. Con respecto al consentimiento es necesario admitir que existen
prostitutas que no han tomado la decisión de trabajar como tales mientras que hay otras que si lo han hecho.
Sin embargo hay ciertxs autores abolicionistas que coinciden en la opinión de que las prostitutas nunca
deciden trabajar como tales sino que siempre son forzadas a hacerlo.

Se alega que en algunos casos lo que fuerza a las mujeres a trabajar como prostitutas es la necesidad
económica y que en otros casos literalmente son coaccionadas a trabajar en prostíbulos desde una temprana
edad. Aparentemente estos dos hechos demostrarían que ninguna mujer ha decidido trabajar como prostituta
de un modo voluntario. Otra razón seria la mencionada por la jurista Catherine MacKinnon, la cual menciona
que la mayoría de las prostitutas deciden serlo cuando aún carecen de la edad legal para brindar algún tipo de
consentimiento sexual. Con respecto a esta última razón alegada por la autora me parece oportuno mencionar
que, si bien estas mujeres a prima facie no han brindado su consentimiento para ser prostitutas puesto que
aún no estaban en edad para hacerlo, lo cierto es que, aunque pueda sonar algo frio de mi parte, el
consentimiento para trabajar como prostituta no es algo que se otorga durante la infancia por única vez ya
que de ser así las mujeres efectivamente estarían obligadas a ser prostitutas de por vida luego de haber
tomado esta decisión que no podría considerarse como un consentimiento valido dado que lo otorgaron
cuando eran menores de edad. Efectivamente, esto no es lo que sucede en la realidad, ya que las mujeres que
trabajan como prostitutas y que han decidido ser prostitutas durante su infancia, luego de esto han vuelto a
tomar esta decisión durante la adultez y de hecho es lo que hacen durante todos los días de su vida.

Me refiero a que me parece poco razonable juzgar la decisión que tomo una persona durante el tiempo
presente en función de lo que haya hecho o no en el pasado, como si esa persona hubiese sido privada de su
potestad para brindar el consentimiento o mejor dicho: de su derecho para prestar el consentimiento sexual
luego de haber sufrido un abuso sexual durante su infancia, puesto que en definitiva tener sexo con un adulto
siendo menor de edad constituye un abuso sexual. No tiene sentido juzgar una situación presente en función
de lo que haya hecho esa mujer en el pasado dado que el presente no es igual al pasado. Es cierto que el
consentimiento que pudo haber brindado una mujer durante su infancia indiscutiblemente no es válido, pero
no obstante de este hecho no se deduce que los consentimientos posteriores que haya dado no sean válidos.
De hecho, si llevásemos esa lógica a un extremo entonces cualquier tipo de consentimiento sexual que sea
brindado por una mujer que sufrió una violación durante su infancia podría ser tildado de inválido porque esta
mujer no se inició en las prácticas sexuales de una forma en la que si haya mediado el consentimiento. Con
este criterio incluso podría llegar a afirmarse que una víctima de violación es una incapaz de ejercicio al ser
incapaz de otorgar algún tipo de consentimiento, ya que se la estaría juzgando lo que hace en el presente en
función de lo que ocurrió en el pasado y porque podría determinarse que esta mujer carece de la salud mental
necesaria para brindar alguna clase de consentimiento, a pesar de que el abuso sexual que haya padecido
constituya un hecho que ya no existe. Por supuesto que la violación puede producir secuelas y consecuencias
psicológicas pero en modo alguno esto implicaría que las víctimas de violación (como lo puede ser una

1
Según la OIT estos son las principales daños que sufren los mineros como consecuencia de su trabajo:
https://www.redalyc.org/jatsRepo/290/29058864013/html/index.html#:~:text=Centrados%20en%20el%20tema%20de
,vibraciones%2C%20calor%20y%2Fo%20humedad
prostituta que no pudo prestar el consentimiento ya que se prostituyo a una edad muy temprana) carezcan
de la capacidad mental suficiente como para poder brindar algún tipo de consentimiento sexual o al menos
seria apresurado, como así también infundado, afirmar que esta pérdida de la capacidad ocurriría en todos los
casos en los que una mujer sufrió un abuso sexual en su infancia.

En síntesis: no existe un motivo razonable para pensar que la violación que padeció una mujer le quita el
derecho a decidir acerca de su vida sexual en el tiempo presente o en el futuro. Sencillamente una premisa no
se deduce de la otra.

Con respecto al primer alegato, tampoco considero que sea razonable principalmente porque con ese criterio
la mayoría de los trabajos deberían ser obliterados puesto que en muchos casos las personas se ven obligadas
a obtener ciertos empleos para satisfacer sus necesidades económicas y la verdad es que quitarles el trabajo
tampoco beneficiaria a estos individuos pues claramente podría provocar un efecto aun peor sobre ellos: que
se mueran de hambre como así también en el caso de las prostitutas una acción de esas características podría
ocasionar que estas ejerzan la prostitución por medios aún más precarios. Asimismo podríamos cuestionar la
afirmación de si realmente somos libres de elegir entre trabajar o no trabajar puesto que vivir y sobrevivir
poseen un precio monetario y nuestros medios de subsistencia claramente no son gratuitos por lo que nuestro
ámbito de autodeterminación en un sistema capitalista casi siempre se reduce a dos opciones: trabajar o
morirse de hambre. Empero cabe decir que las mujeres pauperizadas, como asi también los varones que se
prostituyen como “taxi boys”, no han sido obligados a ejercer este tipo de trabajo sino que solo se vieron
obligados a trabajar. Cabe mencionar que las personas pertenecientes a la clase pauperizada pueden optar
entre una variedad de trabajos que, si bien no es muy amplia, existe ya que de lo contrario todas las mujeres
pobres serian prostitutas. El caso de la trata de personas es diferente ya que en este caso no existe ningún
tipo de consentimiento entre la mujer y el proxeneta que la explota.

Cabe decir que nuestro Codigo penal no solo sanciona a la trata de personas sino que también penaliza
cualquier forma de prostitución consentida. En efecto, el art 127 estipula que “sera reprimido con prisión de
cuatro a seis años, el que explotare económicamente el ejercicio de la prostitución de una persona, aunque
mediare el consentimiento de la víctima”

Es decir que el argumento de que la prostitución debe ser penalizada porque las prostitutas nunca han
brindado su consentimiento pierde sentido dado que, en los hechos, la prostitución no es reprimida por la
falta de consentimiento. Por supuesto que se puede alegar que las prostitutas en realidad nunca consintieron
trabajar como tales de una forma libre y consentida porque vivimos en una sociedad patriarcal que les inculca
a las mujeres la idea de que deben ser un objeto de consumo para los hombres por lo que su voluntad se
encuentra manipulada y en definitiva viciada, pero… ¿Acaso no podríamos oponernos a la actividad
desempeñada por las actrices porno con este mismo argumento? Y además: ¿Acaso el hecho de que existan
strippers hombres y “taxi boys” no contradice el discurso de que la explotación sexual necesariamente siempre
tiene cara de mujer porque es un producto exclusivo del patriarcado? Sin embargo, no es mi intención verme
inmiscuido en una chicana… Personalmente considero que es altamente probable que muchas mujeres hayan
decidido trabajar en profesiones en donde deben exhibir su físico porque querían cumplir con mandatos
patriarcales pero ¿acaso la penalización de estas actividades realmente cambia esta realidad? Es decir, ¿la
sociedad dejaría de ser patriarcal por el mero hecho de que la prostitución sea considerada una actividad ilícita
por un libro que sirve para castigar? A decir verdad, yo no creo que la pena sirva para algo pero mucho menos
para suscitar cambios culturales en una sociedad. Podemos oponernos a la legalización de la prostitución pero
es muy difícil defender de una manera positiva a la penalización de la misma. Podemos estar de acuerdo o no
con la prostitución pero ¿realmente podemos afirmar que su penalización ha servido para algo? ¿O por el
contrario ha generado una inmensa red de prostíbulos clandestinos en donde las prostitutas trabajan bajo
condiciones denigrantes puesto que están absolutamente desprotegidas?

A mi parecer podríamos oponernos a la penalización de la prostitución por la misma razón por la cual nos
oponemos a la penalización del aborto, es decir: no necesariamente deberíamos oponernos a la penalización
de ambas actividades porque estemos de acuerdo con que una mujer se realice un aborto o con que se
prostituya sino porque la penalización en si termina generando que estas actividades terminen realizándose
de una forma clandestina y es por ello que se tornan mucho más peligrosas de lo que ya son. Lamentablemente
la prostitución es “la profesión más antigua del mundo” y siempre seguirá existiendo aunque la penalicemos…
Por lo que creo que la disyuntiva debe recaer sobre si queremos que esta actividad se practique de una forma
clandestina o si por el contrario preferimos que la prostitución sea legal y que por ende se encuentre
controlada para que de esa manera pueda evitarse que las mujeres trabajen en pésimas condiciones como asi
también podrían efectuarse los siguientes logros: que se reconozcan sus derechos laborales básicos, que sus
jornadas duren seis horas o menos (como lo establece la LCT para los trabajos insalubres), que les paguen un
salario mínimo que les permita subsistir para que de esa manera no se vean obligadas a trabajar por más horas
con el objetivo de reunir el dinero suficiente para mantenerse económicamente y un extenso etcétera.

Lo cierto es que si consideramos que la mujer siempre se encuentra alienada por el patriarcado a la hora de
practicar cualquier tipo de actividad sexual que complazca al hombre entonces inexorablemente incurriremos
en el error de afirmar que las mujeres carecerán de libertad sexual mientras vivamos en un mundo patriarcal.
El problema con esta idea es que de esto puede deducirse que cualquier acto sexual realizado por una mujer
podría llegar a ser considerado una violación carente de consentimiento. Es por eso que bajo esta lógica
reprimiríamos a las mujeres de un modo terroríficamente paternalista. Suele sostenerse que las mujeres no
tienen libertad y con esa excusa les arrebatan la poca libertad que tienen para disponer de su propio cuerpo
y ¿acaso el hecho de que las mujeres se convenzan de que no son libres no termina provocando que se
persuadan de que su consentimiento y su voluntad libre no existen ni jamás existirán y que por ende no tiene
sentido ejercer su libertad dado que esta en realidad es una utopía imposible? ¿Acaso convencer a las mujeres
de que no son libres podría ser considerado como una acción “feminista”? ¿No se estaría oprimiendo a las
mujeres cuando se niega su libertad y se les prohíbe ejercerla penalizando a una de aquellas actividades
mediante la cual pueden manifestarla? Cabe deducir que con esta lógica cualquier relación sexual mantenida
por una mujer calificaría como una violación dado que las mujeres “carecen de libertad de decisión al vivir en
un mundo patriarcal” por lo que, en definitiva, el consentimiento prestado por una mujer solo es un quimera.
Es verdad que ciertas mujeres (en general las mujeres con escasos recursos económicos) tienden a presentar
un umbral de autonomía más reducido, pero esto de ninguna modo significa que carezcan de cualquier grado
de autonomía. De acuerdo con lo sostenido magistralmente por Silvina Álvarez en El umbral de la autonomía:
“la independencia es un condición interna en la medida en que se refiere a la aptitud del sujeto para
distanciarse de influjos ajenos, de condicionamiento externos, de deseos y preferencias que no son las suyas.
La independencia en ese sentido es la aptitud para decidir por una misma, para no dejar en manos de otras
personas elecciones relevantes”. Por tanto las abolicionistas terminan provocando aquello que querían evitar
ya que reducen la independencia de las aspirantes a prostitutas como así también de las prostitutas
condicionándolas mediante la imposición de ideas que demonizan a la prostitución y, en última instancia,
decidiendo por ellas al instituir que ellas son víctimas sin otorgarles la posibilidad de elegir su estilo de vida,
su profesión y eligiendo por ellas como debería ser su vida y como NO debería serlo, apropiándose así de su
derecho a elegir.

Resulta pertinente destacar que otra característica que definía a la esclavitud era que los esclavos carecían de
derechos laborales básicos pero también carecían de derechos humanos y es por eso que un esclavista podía
cortarle un brazo a un esclavo, agredirlo y hasta abusar de este sin que su acción recibiese algún tipo de
sanción penal, lo cual no se encuentra reflejado en la prostitución. Si bien las prostitutas carecen de derechos
laborales, esto no se debe a la prostitución en si sino a la penalización de la misma dado que su penalización
genera que esta actividad se desarrolle de forma clandestina y que por ende los proxenetas puedan hacer lo
que se les antoje con las trabajadoras sexuales. La penalización es lo que termina provocando que las
prostitutas carezcan de derechos laborales y, si bien ejercer la prostitución clandestina no necesariamente
genera que carezcan de derechos humanos, lo cierto es que la ilegalidad termina propiciando condiciones
oportunas que posibilitan que se violen sus derechos humanos de una forma sistemática.

Para finalizar me parece muy importante volver a diferenciar a la prostitución de la trata de personas. La trata
de personas es consiste en coaccionar a una persona para que sea explotada sexualmente en contra de su
voluntad, mientras que la prostitución consiste en un intercambio voluntario entre una persona determinada
que decide ofrecer sexo a cambio de dinero y un cliente. En la mayoría de los casos este intercambio se
encuentra regulado por un o una proxeneta que emplea a las personas que deciden trabajar como prostitutxs.
Cabe decir que en algunos casos la figura del proxeneta se encuentra ausente en este tipo de intercambios
voluntarios dado que ciertas mujeres u hombres deciden ofrecer sexo de forma autónoma mediante páginas
de internet y redes sociales. Las diferencias entre la trata y la prostitución son notables y es por esta razón que
en muchos casos nos encontramos con prostitutas que denuncian a sus clientes por haberlas violado como así
también percibimos que existieron trabajadoras sexuales como Natacha Jaitt que han denunciado numerosas
redes de trata.

La pregunta que deberíamos hacerles a las abolicionistas en este caso es si consideran que aquella prostitución
llevada a cabo por las trabajadoras sexuales de forma independiente y autónoma podría calificar como
explotación siendo que en estos casos no existiría un proxeneta que las explote. Creo que para muchas en
estos casos también existiría una explotación sexual debido a que previamente el patriarcado pudo haberlas
convencido de que eran objetos sexuales de consumo, lo cual no les permitió pensar con claridad en el
momento de tomar la decisión de ser prostitutas… Pero lo cierto es que con esta lógica también podríamos
oponernos a diversas relaciones sexuales que no se encuentran mediadas por un intercambio económico
como lo pueden ser las relaciones sexuales que algunas mujeres deciden tener con ciertos hombres porque
se sienten en deuda con ellos debido a que les pagaron una cena o les hicieron un favor de cualquier índole,
lo cual sucede bastante a menudo. Incluso muchas mujeres y hombres contraen matrimonio por razones
económicas. Tal y como sostiene Virginie despentes en su libro titulado Teoría King Kong: “resulta difícil no
pensar que lo que no dicen las mujeres respetables, cuando se preocupan del destino de las putas, es que en el
fondo tienen miedo de la competencia: desleal, demasiado oportuna y directa. Si la prostituta ejerce su negocio
en condiciones decentes, similares a la esteticien o la psiquiatra, si libera su actividad de todas las presiones
legales que se ejercen actualmente sobre ella, entonces, la posición de la mujer casada se vuelve de repente
menos interesante. Porque si se banaliza el contrato de la prostitución, el contrato matrimonial aparece de
modo más claro como lo que es: un intercambio en el que la mujer se compromete a efectuar un cierto número
de tareas ingratas asegurando asi el confort del hombre por una tarifa sin competencia alguna. Especialmente
las tareas sexuales”

3) La correlación entre la legalización de la prostitución y el aumento de los casos de trata

Hay muchos abolicionistas que alegan que la evidencia empírica demuestra que legalizar la prostitución
termina ocasionando que aumente la trata. Sostienen que las estadísticas que demuestran este hecho son
irrefutables. Empero, lo cierto que cuando analizamos estas estadísticas aparentemente irrefutables e
incuestionables nos encontramos con que se basan en una serie de imprecisiones que impiden aseverar que
estas cifras sean exactas. En primer lugar, las estadísticas que demostrarían que la trata se incrementó en
aquellos países que legalizaron la prostitución únicamente muestra una correlación entre el aumento de la
trata y la legalización de la prostitución, lo cual no implica causalidad. En efecto, alegar que existe una
causalidad en donde solo acontece una correlación sería tan absurdo como decir que “todas las personas del
signo Tauro son malhumoradas solamente porque el sujeto A es malhumorado y casualmente es de Tauro” 2
Afirmar que existe una causalidad entre dos hechos donde solo acontece una correlación equivaldría incurrir
en la falacia Cum hoc ergo propter hoc. Empero ¿existiría una relación de causalidad entre legalizar la
prostitución y el incremento en la trata de personas? Para determinar esto primero deberíamos analizar las
estadísticas que miden la trata de personas y en este punto sería oportuno preguntarnos si estas son precisas
y lo cierto es que no… Puesto que la fiabilidad de estas mediciones depende de captar e identificar a las
personas que son víctimas de trata. De esta forma no podríamos saber si el supuesto “aumento” de la trata
de personas se debe a si efectivamente la trata aumento o si esto se debe a que los métodos para identificarla
han mejorado notablemente o bien porque la trata fue más perseguida luego de que se legalizara la
prostitución. En este caso ocurre algo similar a lo que sucede con las cifras del aborto clandestino ya que
ambas actividades son ilícitas y por ende la cantidad de casos no se puede determinar con precisión.

Otra razón por la que no podemos considerar a estas estadísticas como precisas y correctas radica en que hay
otras estadísticas cuyos resultados contrastan con las estadísticas que muestran que la trata aumento en los
países que legalizaron la prostitución. Por ejemplo, de acuerdo con los informes ofíciales anuales realizados
por la oficina federal de investigación de la policía alemana3, la trata de personas ascendía a la cifra de 522
casos en el año 1995 mientras que en 2003 (el año posterior al cual se legalizo la prostitución) los casos de
trata ascendían a 346, pero ¿acaso esto significa que la legalización de prostitución haya generado una
disminución en la trata? No, en absoluto. Durante el año 2001 (un año previo a la legalización de la
prostitución) se presentaron 273 casos.

A pesar de que esto no demuestre que la legalización de la prostitución reduzca los casos de trata debemos
admitir que lo que prueba es que no existe una correlación determinante entre la legalización de la
prostitución y el aumento de la trata de personas sencillamente porque acontecen variaciones muy dispares
durante cada año por lo que es casi imposible determinar que existe una correlación. De hecho los casos de
trata bajaron en 2004 ya que se registraron 277 casos y en 2005 se identificaron 230 casos por lo que también
podríamos interpretar que la legalización de la prostitución redujo los casos de trata si comparamos al año
previo a su legalización (2001) con el año 2005 concluyendo que la trata de personas se redujo luego de 3 años
de legalización… Empero, esto equivaldría a manipular los datos. Los datos solo nos demuestran que no existe
una correlación entre el incremento de casos de trata y la legalización de la prostitución como así también
demuestran que no existe una correlación entre la reducción de los casos de trata de persona y la legalización
de la prostitución.

Ergo, debemos concluir que el aumento de casos de trata probablemente se deba a otros factores como el
grado de eficacia de los policías, la variación de los índices de pobreza, etc.

Además, únicamente podemos afirmar esto sobre Alemania ya que no existen cifras globales que demuestren
que la trata aumento en todos los países que legalizaron la prostitución.

Sin embargo se le podrían hacer muchas objeciones a la ley de prostitución de Alemania ya que esta posee
varias irregularidades y defectos. En primer lugar las únicas prostitutas que pueden insertarse en el sistema
laboral para así tener derechos laborales son aquellas que pertenecen a la UE, lo cual podría incentivar el

2
Utilice este ejemplo ostensiblemente burdo para que mi explicación sea lo más grafica posible.
3
Fuente:
https://www.bka.de/DE/AktuelleInformationen/StatistikenLagebilder/Lagebilder/Menschenhandel/menschenhandel_n
ode.html
tráfico de personas que pertenecen a otros países. Evidentemente esto debería modificarse ya que estas
disposiciones son extremadamente discriminatorias y para colmo alientan el tráfico de personas.

Sin embargo desde el sector abolicionista se podría argüir que nada de esto demuestra que legalizar la
prostitución en Argentina sea una buena idea, puesto que no sabemos cómo podría repercutir la legalización
en un país subdesarrollado como el nuestro. A este respecto cabe preguntarnos si nuestro sistema penal está
capacitado para diferenciar entre la trata de personas y la prostitución consentida. Deberíamos preguntarnos
si resultaría plausible aplicar un sistema como este en un país como la Argentina. Esto resulta fundamente
debido a que la ley podría garantizar la impunidad de los proxenetas que obligaron a las mujeres a prostituirse
en contra de su voluntad en el caso de que la ley se no se aplique de una forma efectiva.

Actualmente resulta mucho más sencillo combatir la trata de personas puesto que los policías y en última
instancia: los jueces, no tienen la necesidad de tomarse la molestia de investigar los diferentes casos en donde
las mujeres ofrecen sexo a cambio de dinero para discernir cuando se produjo una trata de persona y cuando
no dado que la prostitución se encuentra penalizada en ambos casos (siempre y cuando esta actividad este
regulada por un proxeneta) por lo que resultaría lógico que la impunidad de los proxenetas aumente si la
legalización no se aplica como corresponde… Por otro lado, investigar a todos los burdeles y prostíbulos
resultaría una tarea sumamente ardua y prácticamente imposible de realizar considerando que existen
millones a lo largo de todo el país. Por supuesto que alguien podría alegar que en ese caso deberíamos prohibir
el trabajo en general ya que monitorear la actividad laboral de cualquier trabajo forzado resulta prácticamente
imposible dada su magnitud; pero seamos sinceros: en estos casos no resultaría necesario que el Estado se
tome la molestia de investigar si los derechos de los empleados están siendo respetados o no porque estos se
encuentran en condiciones de realizar una demanda para defender sus derechos pero no cabría decir lo mismo
con respecto a muchas prostitutas ya que, si bien hay muchos casos en los que la prostitución es consentida,
a su vez también hay numerosos casos de trata que podrían ser encubiertos mediante el manto de la legalidad.
A este argumento podría respondérsele que justamente para eso existen los sindicatos. En efecto, los
sindicatos se encargarían de monitorear la actividad de las prostitutas y es por eso que no resultaría necesario
que el Estado intervenga todo el tiempo. Sin embargo ¿el sindicato de prostitutas estaría capacitado para
discernir cuando una prostituta consintió trabajar para un proxeneta y cuando ha sido obligada?

Por otro lado ¿Cómo serían estas entrevistas? ¿Qué tipo de protocolo se utilizaría en estos casos? Si
analizamos el caso de Alemania, de acuerdo con la Ley de prostitución promulgada en 2002, las mujeres que
deseen registrarse deberán entablar una “charla informativa” con la autoridad que se encargaría de su
registración. La ley estipula que en el caso de que el funcionario estime que existen indicios reales de coacción,
dependencia o explotación deberá denegar el registro. Pero ¿De qué manera este funcionario sabría qué tal o
cual mujer ha sido coaccionada sin que se haya efectuado algún tipo de investigación rigurosa mediante la
cual pueda arribarse a una conclusión semejante? ¿Se basaría en su intuición? ¿Y si la mujer que concurrió a
registrarse era una víctima de trata que fue amenazada por su proxeneta para que se registre? ¿Qué se podría
hacer en ese caso?

A mi entender es normal que se efectúen esta clase de preguntas pero a decir verdad creo que en el fondo
carecen de sentido porque un proxeneta que secuestro a una chica para explotarla sexualmente jamás le
permitiría fugarse para que de esta forma esta se pueda registrar y tampoco se presentaría junto con la víctima
en el registro porque hacer esto podría posibilitar que la víctima pueda cometer la acción de delatarlo, por lo
que jamás haría algo así dado que no sería conveniente para su negocio; es por esta razón que los que incurren
en el delito de trata con fines sexuales procuran mantener a las mujeres alejadas de su entorno social. En
conclusión, considero que este caso hipotético es bastante inverosímil y podría ocurrir con cualquier clase de
trabajo irregular o mejor dicho: con cualquier trabajo al que sea sometida la victima de trata. Sin ir más lejos,
la trata de trabajadores textiles suele ocurrir muy a menudo a pesar de que la actividad textil pueda ser
registrada y sin embargo sería poco razonable plantear que acabaríamos con la explotación al no otorgarles
derechos laborales a los que se desempeñan en este mercado.

Yo no digo que no sea válido cuestionar si las prostitutas deberían tener derechos laborales pero la verdad es
que cuestionar si el hecho de tenerlo o no modificaría la situación de las prostitutas equivaldría a cuestionar
la propia eficiencia de todas las normas laborales. Y como ya he enunciado anteriormente: el hecho de
registrar a personas que son víctimas de trata para ocultar la trata bajo un manto de legalidad también
constituye una práctica que no solo se realiza con las prostitutas sino con cualquier víctima de trata
independientemente de que no sea explotada sexualmente por lo que bajo esta lógica de que las normas
laborales constituyen herramientas de las que se valen ciertas personas para encubrir el delito de trata
entonces deberíamos derogar la ley 20.744 por considerarla nociva, lo cual sería problemático.

4) Argumentos jurídicos

Si bien hay algunxs que reconocen que existen mujeres que ejercen la prostitución por elección propia no
obstante también hay quienes que igualmente consideran que la libertad que posee un ser humano para hacer
lo que desea con su propio cuerpo debe estar sometida a ciertos límites argumentando que existen derechos
personalísimos que no pueden ser ignorados por nadie, ni siquiera por aquellos que poseen estos derechos.
Hay derechos irrenunciables que no pueden ser ignorados por las personas que los portan. Por ejemplo: los
derechos constitucionales que son inherentes a la persona humana no pueden ser renunciados, ni siquiera en
aras de la libertad. Es asi que el art 56 del CCyC de la republica argentina estipula expresamente que “están
prohibidos los actos de disposición del propio cuerpo que ocasionen una disminución permanente de su
integridad o resulten contrarios a la ley, la moral o las buenas costumbres, excepto que sean requeridos para
el mejoramiento de la salud de la persona, y excepcionalmente de otra persona, de conformidad a lo dispuesto
en el ordenamiento jurídico”.

Por tanto existen limitaciones a nuestros derechos individuales, inclusive existen normas legales que limitan
nuestro derecho a disponer de nuestro propio cuerpo. Asimismo, el art 19 de la CN establece ciertas
limitaciones a nuestro derecho a ejercer nuestra libertad ya que menciona que “las acciones privadas de los
hombres que de ningún modo ofendan al orden y la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están solo
reservadas a dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”. Aquí podemos encontrar dos claras
limitaciones a nuestra libertad: en primer lugar no podemos cometer actos que dañen a terceros y en segundo
lugar: no podemos cometer acciones que ofendan al orden y a la moral pública. Empero ¿Quién decide que es
lo que significa el orden y la moral pública? Para muchxs la prostitución altera el orden y se contradice con la
moral pública… pero de este hecho no se colige que su opinión respecto a que es moral o inmoral sea
verdadera o falsa. Con respecto al art 56 ocurre algo similar: no podemos afirmar con seguridad cuales actos
“disminuyen” la integridad de las personas que los practican puesto que esto dependerá de las percepciones
y de las sensaciones que manifieste aquella persona que realiza aquellos actos. Evidentemente hay actos que
destruyen la integridad netamente física de una persona como, por ejemplo, cortarse una parte del cuerpo o
lacerarse de cualquier manera… Pero no existe una razón objetiva por la cual podamos comparar la acción de
cortarse una parte del cuerpo con ejercer la prostitución. Mucxs podrían alegar que la prostitución disminuye
la integridad “psicológica” de las mujeres pero este art no se refiere a la integridad psicológica sino a la
integridad física.

Tampoco podemos saber a qué se refiere el art con “moral” o “buenas costumbres” ya que estos términos
son demasiado laxos y ambiguos.

Por otro lado cabe mencionar que el art 54 del CCyC expresamente menciona que “no es exigible el
cumplimiento del contrato que tiene por objeto la realización de actos peligrosos para la vida o la integridad
de una persona, excepto que correspondan a su actividad habitual y que se adopten las medidas de prevención
y seguridad adecuadas a las circunstancias”

Una prostituta tranquilamente podría afirmar, y con razón, que ejercer la prostitución constituye una actividad
habitual para ella y que por ende no se le podría prohibir trabajar en un burdel. Empero alguien podría esgrimir
el argumento de que la prostitución generalmente es ejercida en condiciones paupérrimas que ponen en
riesgo la salud de las trabajadorxs sexuales, las cuales en muchos casos ven deteriorada su integridad física, lo
cual considero que es un argumento válido en contra de la pauperización de la prostitución pero no en contra
de la prostitución en sí, lo cual a su vez constituye un argumento a favor de su legalidad dado que la legalización
de la prostitución justamente permitiría garantizar condiciones laborales decentes para que las prostitutas no
trabajen en condiciones degradantes4.

Empero hay un art que aparentemente zanjaría esta discusión legal: el art 6 de la Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Este articulo estipula que “los Estados
partes tomaran todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas las formas
de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la mujer”. Esta Convención posee una jerarquía
constitucional y por ende se podría argumentar que la prostitución no podría ser legalizada ya que el Estado
argentino podría incurrir en responsabilidad internacional si tomara una medida semejante. Sin embargo
deberíamos considerar que significa realmente estar en una situación de explotación y para ello resulta
necesario averiguar cuál es el significado de la palabra “explotación”. De acuerdo con el diccionario de la RAE
la acción de explotar a alguien consiste en “utilizar abusivamente en provecho propio el trabajo o las
cualidades de otra persona”. Es decir que de acuerdo con la definición más neutral y universal de esta palabra,
explotar no solo significaría sacar provecho de una profesión. Por supuesto que esta última acepción se
encuentra en la RAE pero el art del código penal refiere a la explotación de una persona por parte de un tercero
por lo que debemos interpretar que el art de la Convención se refiere a esta última acepción ya que la
convención tampoco reprime a la mujer que saca provecho de su profesión sino al explotador. Pero entonces
la acción de explotar a alguien no consiste en sacar provecho del trabajo de otro individuo sino que implica
abusar de otra persona, lo cual en el caso de la prostitución podría traducirse en obligar a las prostitutas a
trabajar durante jornadas interminables u ofrecerles pésimas condiciones laborales. Lo que sí es seguro es que
explotar nunca consistiría en la acción de otorgarles a las prostitutas la oportunidad de trabajar en un
establecimiento determinado. Por tanto este art de la Convención no estipula que el Estado debe suprimir la
prostitución sino que establece que el Estado debe suprimir la explotación de la prostitución, la cual podría
evitarse mediante la legalización de la prostitución ya que la legalización permitiría que las trabajadoras
sexuales posean derechos laborales básicos que impedirían todo tipo de explotación laboral. Si se interpreta
al vocablo “abuso” en el sentido de “abuso del derecho” entonces este art de la Convención no prohíbe la
prostitución sino que por el contrario exige la legalización y por ende la regulación de la misma para controlar
que se cometa algún tipo de explotación abusiva contra las mujeres prostitutas.

Sin embargo a continuación me dispondré a analizar el art del Código penal que sanciona la explotación de la
prostitución de una forma más detenida y metódica:

4
Además de que si consideramos que la trabajadora sexual se encuentra en una situación de "hiposuficiencia", al igual
que todos los trabajadores que están en relación de dependencia, entonces con mayor razón deberíamos regularizar la
prostitución mediante normas protectorias pertenecientes al derecho del trabajo para compensar esta desigualdad y
equilibrar la situación de ambas partes. Es innegable que una prostituta se encuentra a merced de su patrón puesto
que lo necesita para subsistir económicamente pero esta es la misma situación de hiposuficiencia a la que están
sometidos todos los trabajadores que se encuentran bajo relación de dependencia y esta desigualdad en los hechos
constituye el principal cimiento del derecho del trabajo.
En primer lugar no considero que la prostitución consentida pueda constituir un delito dado que colisiona con
otros derechos de jerarquía constitucional. Pero incluso partiendo de la base de que podría ser considerada
una conducta no permitida por el Codigo penal de todas formas podríamos decir que esta acción no puede
resistir un análisis de tipicidad. De acuerdo con la mayor parte de la doctrina una conducta únicamente puede
configurar un delito cuando esta es típica, antijurídica y culpable. Y lo cierto es que esta conducta no es típica
ya que no resulta lesiva para terceros. Evidentemente el hecho de que una mujer o un hombre decidan ejercer
la prostitución de manera voluntaria, ya sea motivados por razones de necesidad o incluso por gustos
personales, no le genera ninguna lesión a nadie y por ende no cumpliría con el requisito de lesividad
(establecido por el art 19 de la CN) por lo que técnicamente no podría ser considerado un delito típico. En
efecto ¿Cuál sería el bien jurídico afectado como consecuencia de ejercer la prostitución de forma voluntaria?
¿Acaso seria el pudor o la reputación de la persona que se prostituye o acaso podría ser la moral?5 Lo cierto

5
Si bien es cierto que existen otras normas paternalistas, debemos efectuar una diferenciación entre las conductas que
son penadas por estas normas porque efectivamente dañan a terceros y los actos que son abarcados por estas normas
pero que no encuentran su justificación en el art 19 de la CN en cuanto y en tanto no dañan a terceros. Por ej.: no cabe
duda de que la penalización del duelo constituye una norma paternalista y, si bien no sería una conducta típica de
acuerdo a la función conglobante porque ambos participantes acordaron voluntariamente batirse en un duelo, igual
esta penalización estaría justificada puesto que esta conducta es peligrosa para terceros dado que es muy probable que
algunos inocentes que no participaban del duelo sean alcanzados por un disparo a quemarropa por lo que esta norma
protegería la seguridad pública. La tenencia de drogas para consumo personal está penalizada pero con la condición de
que la cantidad de estupefacientes que la persona posea en su haber supere una cantidad determinada ya que en ese
caso el Codigo penal presume (infundadamente) que una persona no podría consumir toda esa cantidad
individualmente a pesar de que la consuma en extensos periodos de tiempo y es por ello que presume que la persona
que tenga esa cantidad posee intenciones de vender esa droga. Sin embargo cabría preguntarnos si la venta de drogas
podría dañar a terceros y la respuesta es que esto ocurriría en el caso de la venta de drogas duras pero ya está
demostrado que esto no ocurriría en el caso de la venta de drogas blandas como la marihuana e incluso si se alegase
que el consumo de cannabis produce ciertos perjuicios en la salud de todas formas tendríamos que reconocer que este
perjuicio no difiere mucho del daño que causan otras sustancias que son igual o más nocivas para el organismo como el
alcohol o el tabaco por lo que deberíamos afirmar que la acción de vender drogas blandas seria atípica en tanto y en
cuanto ocasionaría un daño insignificante por lo que se encontraría justificada por el principio de insignificancia. Si no lo
interpretaríamos de esta manera entonces deberíamos penalizar la venta de alcohol y de tabaco.
Sin embargo se podría decir que la norma que penaliza la venta de drogas al menos protege un buen jurídico como
podría serlo la salud pública, aunque se lo salvaguarde de una forma irrazonable en algunos casos. Empero la
penalización de la prostitución consentida carece de justificación dado que no protege ningún bien jurídico. Se podría
alegar que el propósito de esta norma consiste en proteger la salud mental y física de las mujeres y que la acción de ser
el dueño de un burdel lesiona a terceros, es decir: a las prostitutas que son contratadas. Bien, es un punto valido. Sin
embargo se podría utilizar este mismo argumento para penalizar a ciertos trabajos insalubres. Efectivamente, con este
argumento deberíamos prohibir trabajos extremadamente peligrosos como ser el periodista que retrate un
acontecimiento bélico, ser doble de riesgo, trabajar como leñador (en efecto, este trabajo es extremadamente riesgoso
ya que los que lo ejercen tienen un 20% más de probabilidades de morir que el resto de los trabajadores de otras
profesiones tal y como lo demuestra este artículo: https://genial.guru/admiracion-curiosidades/conoce-los-11-trabajos-
mas-peligrosos-del-mundo-524710/, ser pescador en aguas profundas, etc. Incluso deberíamos prohibir que las
personas ejerzan la profesión militar puesto que este trabajo es insalubre como así también es indudablemente
riesgoso porque se puede perder hasta la propia vida.

Ergo, no me parece razonable interpretar de esta forma a la oración que dice que las conductas que dañen a terceros
no podrán ser amparadas por la ley, sino que deberíamos interpretar que un tercero es aquella persona que se
encuentra por fuera de un contrato entre partes. Es decir: un tercero es una persona que es ajena a la actividad que dos
personas decidieron hacer objeto de su contrato privado. De esta manera si una persona firma un contrato para
desempeñarse como boxeador nosotros no podríamos alegar que esta actividad contradice al art 19 de la CN porque
daña a terceros dado que el boxeador NO es un tercero como si lo podría ser un espectador.
Por consiguiente este art debe interpretarse de esta forma y bajo esta lógica la penalización de la prostitución
consentida no podría ser considerada como una actividad que daña a terceros y por consiguiente se podría aplicar un
análisis de tipicidad conglobante mediante el cual llegaríamos a la conclusión de que esta conducta es atípica dado que
no es lesiva para terceros.
es que el principio de lesividad justamente prohíbe al Estado legislar en materia moral y afirmar que la
prostitución ofende al honor de las mujeres implica realizar un juicio moral para luego aplicar una pena
basándose en su conclusión. Además, castigar a las prostitutas por considerarse que su estilo de vida es
inmoral o bochornoso implica discriminarlas, lo cual violaría el art 16 de la CN. En efecto, con este mismo
criterio podríamos reprimir a los homosexuales por considerar que su estilo de vida contradice a las "buenas
costumbres". Pero hay muchos que podrían alegar que en este caso no se está reprimiendo a las prostitutas
sino a sus empleadores, pero lo cierto es que si se las está reprimiendo aunque de una manera indirecta dado
que al reprimir al jefe o jefa del prostíbulo también se estaría sancionando a las prostitutas que trabajaban en
este ya que se les estaría quitando el trabajo como así también no se les estaría permitiendo ejercer su libertad
sexual tal y como ellas desearían ejercerla6. Pero de todos modos, este mismo criterio discriminatorio se
estaría aplicando para el caso de los jefes de los prostíbulos ya que también se los estaría condenando por su
estilo de vida o por su profesión en lugar de castigarlos por dañar a terceros.

La penalización de la prostitución en los casos en los que media el consentimiento se contradice con cualquier
análisis de tipicidad pero no solo por las razones que fueron alegadas más arriba sino porque también esta
conducta no podría constituir un delito de acuerdo con un análisis conglobante7 de la tipicidad. En efecto, si
aplicásemos un análisis conglobante terminaríamos llegando a la conclusión de que la prostitución no
constituiría una conducta típica dado que no puede aseverar que existe una lesividad cuando se cometió una
acción y la victima de esta acción consintió que se realizara esta conducta8.

Cabe mencionar que también se podría argumentar que en este caso se estaría ejerciendo una violencia
sexual contra las prostitutas ya que no se les estaría permitiendo decidir voluntariamente acerca de su vida
sexual porque este estilo de vida se considera inmoral, machista o nocivo para ella misma9. A su vez el
Estado también estaría ejerciendo una violencia económica contra las mujeres al generarles un menoscabo
en sus recursos económicos o patrimoniales cada vez que provocan que las prostitutas se queden sin trabajo
y por ende sin ingresos cuando se procede a cerrar o clausurar los prostíbulos en donde trabajan, lo cual
sería vejatorio del Inc. 4 perteneciente al art 5 de la ley 26.485.

6
Ciertamente el Estado estaría impidiendo que las mujeres puedan elegir su empleo mediante la coacción estatal. Por
supuesto que no se prohíbe que las mujeres sean prostitutas de una forma directa pero si se prohíbe que trabajen en
un burdel puesto que se penaliza a los proxenetas que son dueños de los mismos y por consiguiente el derecho a
trabajar de las prostitutas se limita enormemente tal y como ocurriría si se prohibiese la existencia de los estudios
jurídicos a pesar de que no se prohíba que los abogados ejerzan su profesión "en la calle". También estas disposiciones
penales destruyen la estabilidad en el empleo de las mujeres pues estas no saben si mañana podrán continuar
trabajando porque el Estado en cualquier momento podría tomar la decisión de cerrar el establecimiento en donde
trabajan. En conclusión este art del Cód. penal vulnera varios derechos constitucionales de las mujeres pero también de
todas las personas que hayan elegido a la prostitución como una forma de vida o un medio de subsistencia.
Concretamente violaría el inc. a) del art 11 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer; el inc. c) del art 11 de la misma convención y por último el inc. E), el cual establece que las mujeres
tienen derecho de gozar de los servicios de la seguridad social.

7
Ver teoría de Eugenio Zaffaroni sobre el análisis de tipicidad.

8
Por poner un ejemplo lo más burdo y grafico posible de este sistema de análisis conglobante: no se podría condenar a
un individuo por haberle perforado las orejas a una persona para luego introducirle un aro en su oreja si es que esta
última le ha brindado su consentimiento para que realice este tipo de actos sobre su cuerpo.

9
De acuerdo con lo establecido en el Inc. 3 del art 5 Sexual de la ley 26.485 se entera por violencia sexual a “cualquier
acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir
voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o
intimidación”
Conclusión
Por todo lo expuesto considero que la prostitución debería ser regulada principalmente porque su
penalización no permite el desarrollo pleno de la autonomía de las mujeres como así tampoco de los
hombres que deciden dedicarse a esta actividad, sin perjuicio de que la trata de personas debe ser
perseguida con ahínco. En este punto creo que es posible lograr una “síntesis” entre ambas posturas. El
modelo nórdico consistente en reprimir a los clientes que posibilitan la existencia de la trata de personas se
ha mostrado altamente efectivo para castigar esta actividad inmoral y condenable; es por eso que considero
que sería recomendable sancionar a los clientes de la trata y asimismo legalizar la prostitución para no
limitar la libertad sexual de las mujeres mientras que al mismo tiempo impedimos que exista la trata ya que
sin clientes jamás habrá trata. Por último considero que también podrían aplicarse políticas estatales que
incentiven a las mujeres a obtener otra clase de trabajos para que de esta manera ninguna tenga que
prostituirse por necesidad. Aunque sería improbable impedir que todes ejerzan una profesión por gusto y no
por necesidad también es cierto que ampliar el margen de autonomía de los individuos a través de políticas
públicas resulta perfectamente viable. Es verdad que la prostitución muchas veces está ligada a la pobreza
pero estoy convencido de que la pobreza no se resuelve a través de una pena y por ende la prostitución por
necesidad tampoco podría resolverse de esta manera.

Se ha opinado que estas ideas, o mejor dicho: proyectos, pecan de ser utópicos puesto que la realidad de la
prostitución es otra y aun no conocemos otra realidad. Sin embargo tampoco conocíamos otra realidad
antes de que surgieran los derechos humanos y este no fue un obstáculo para que los reconozcamos
legalmente. No debemos rehuir de las utopías razonables porque, tal y como decía Eduardo Galeano, la
utopía está en el horizonte y sirve para avanzar.

Bibliografía:

El umbral de la autonomía de Silvina Álvarez

La teoría King Kong de Virginie Despentes

Discriminación y género de Catharine MacKinnon

También podría gustarte