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Ghislaine Maxwell disfrutó de una vida de lujo frecuentando círculos exclusivos, pero ahora se encuentra en una celda de 3x2 metros esperando juicio por tráfico sexual, acusada de reclutar menores de edad para Jeffrey Epstein. De ser condenada, podría pasar el resto de su vida en prisión. Ella manejaba la red que posibilitaba los abusos sexuales y presionaba a las chicas que se quejaban. Tras casi un año oculta, fue detenida por el FBI y enviada a prisión en
Ghislaine Maxwell disfrutó de una vida de lujo frecuentando círculos exclusivos, pero ahora se encuentra en una celda de 3x2 metros esperando juicio por tráfico sexual, acusada de reclutar menores de edad para Jeffrey Epstein. De ser condenada, podría pasar el resto de su vida en prisión. Ella manejaba la red que posibilitaba los abusos sexuales y presionaba a las chicas que se quejaban. Tras casi un año oculta, fue detenida por el FBI y enviada a prisión en
Ghislaine Maxwell disfrutó de una vida de lujo frecuentando círculos exclusivos, pero ahora se encuentra en una celda de 3x2 metros esperando juicio por tráfico sexual, acusada de reclutar menores de edad para Jeffrey Epstein. De ser condenada, podría pasar el resto de su vida en prisión. Ella manejaba la red que posibilitaba los abusos sexuales y presionaba a las chicas que se quejaban. Tras casi un año oculta, fue detenida por el FBI y enviada a prisión en
Cualquiera de los lujos que alguien pueda imaginar, ella los disfrutó.
Mansiones, yates inmensos, hoteles cinco estrellas, islas privadas,
asistentes personales, masajes diarios, nunca repetir un vestido, los restaurantes más sofisticados, vinos de miles de dólares por botella en cada comida. Hija de un millonario, esposa de otro, Ghislaine Maxwell estuvo más de cuarenta años frecuentando los círculos más exclusivos. Se reunía con miembros de la realeza, presidentes, magnates, figuras de Hollywood. Su presente, es otro. Ya no le queda nada de todo eso. Ni siquiera la libertad.
Vivía en una mansión en pleno Manhattan que vendió por 16
millones de dólares. Hoy pasa sus días, en la misma ciudad, pero en una celda de 3 por 2. Nada quedó de lo que era. Y a partir del 29 de noviembre con el comienzo del juicio en su contra -acusada de tráfico sexual-, todo podría ser peor. Sus días miserables se pueden extender hasta el fin de su vida. Podría ser sentenciada a 80 años de prisión.
Ella era la que conseguía las menores de edad, la que manejaba
la red que posibilitaba los abusos sexuales, la que las presionaba si las chicas se quejaban o desertaban. Ghislaine Maxwell no fue perseguida judicialmente hasta que Epstein apareció muerto en su celda. Pero su nombre quedó en primera fila, y los investigadores apuntaron contra ella. Luego de casi un año en el que permaneció oculta, sin que se supiera su paradero y todo fuera especulaciones (se sostuvo que era protegida por hombres poderosos y gobernantes de diferentes países que habían gozado de sus servicios y de los de sus chicas: que ella no cayera era la única manera que no se conocieran los secretos sexuales de esos hombres), Ghislaine fue detenida en New Hampshire en julio del 2020, después de que el FBI rastreara llamadas realizadas desde un teléfono satelital. Fue enviada a una prisión en Manhattan. Allí espera el juicio, que promete revelaciones y escándalos, que se iniciará a fin de este mes.