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El Congreso no solo estará caracterizado por tener una oposición con mayoría
automática. También, habrá sectores separatistas que antepongan intereses
provinciales frente a los nacionales. El bloque “cordobesista” impulsará la baja y
quita de retenciones, mientras una parte del mismo presionará por la reforma
laboral. Ni uno, ni otro, garantiza mejoras laborales. Lo que sí coincidirán todos los
frentes es en acordar con el Fondo.
Por Lea Ross | Ilustración: @nico_mezca
Después de las elecciones, el gobierno nacional estará atravesado en una mezcla de
fuertes expectativas, en base a una paulatina recuperación económica al sazón de la
salida de la pandemia, a partir del suministro de la tercera dosis de las vacunas antes de
la expansión de la variante Delta, pero todo apalancado por los distintos sectores del
poder concentrado. En particular, las presiones del Fondo Monetario Internacional por un
lado, y por el otro por la nueva conformación del Congreso Nacional, que no solo se
explica por la mayoría automática de la oposición, sino también por el arribo de discursos
separatistas federales, que si bien surgieron al calor de las campañas, no quiere ser que
deje de ser la arcilla requerida para conformar una “tercera alternativa”, con todo lo que
eso va a implicar en las discusiones en el recinto.
Tropa de ediles
A mediados de la primera década del presente siglo, el profesor de negocios de California,
Pablo Spiller, y el docente de economía de San Andrés Mariano, Tommasi, publicaron un
ensayo titulado “Un país sin rumbo. ¿Cómo se hacen las políticas públicas en Argentina?”,
dentro de un proyecto financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo.
Según éste trabajo, las políticas públicas de nuestro país son “inestables” y “pobremente
coordinadas”, porque “la formulación de políticas se convierte en el resultado de un juego
no cooperativo, en el cual cada actor se comporta de manera oportunista e intenta
maximizar beneficios de corto plazo. Esto causa volatilidad en las políticas, deficiente
coordinación y limitado enforcement (es decir, ejecución o acatamiento)”.
FOTO DE PORTADA
El texto peca, en algunos momentos, de la típica ingenuidad moral republicana; por
ejemplo, que Argentina quedaría más fortalecida si tuviera jueces y legisladores que
tuvieran mayor duración en sus cargos, cuando en realidad, a partir de la experiencia que
tuvimos en la última década y media, la saciedad de ciertos magistrados por perpetuarse
en el poder los llevó a firmar fallos inefables. Lo mismo se dice de ciertos congresistas
que estuvieron más de dos décadas en el Congreso, y que los llevó a tener
posicionamientos contradictorios e incoherentes entre sí.
Sin embargo, hay un detalle más que interesante en el mencionado trabajo y que se
refleja en la coyuntura actual: “La mayoría de los economistas, que han evaluado el pobre
desempeño de este país, han apuntado hacia las malas políticas económicas como las
culpables de esos tristes resultados. Nos inclinamos a estar de acuerdo con esta
apreciación, pero en lugar de culpar al contenido de las políticas económicas, culpamos a
las características de las políticas y al proceso de formulación de políticas” , sostienen los
mencionados autores. De ser así, el Congreso Nacional tiene un rol clave.
Para Spiller y Tommasi, la mayoría de quienes ocupan bancas en el Congreso responden
principalmente a los gobernadores que no están del todo interesados en la existencia de
un fuerte Poder Legislativo Nacional. Ante ello, “contribuyen a la reducción de los
horizontes políticos” y, por lo tanto, “afectan a los incentivos del resto del sistema”.
La raíz del mismo se explicaría por las medidas tomadas durante la presidencia
“caudillista” de Carlos Menem, ya que los gobernadores incrementaron su poder político
en dos dimensiones. Por un lado, la descentralización del gasto público nacional, que
transfirió una inyección de más recursos fiscales a las provincias. Y por el otro, la
mutación que padecieron las políticas estratégicas que apuntaban a la destrucción del
Estado de Bienestar, y por ende, el ejercicio del clientelismo como contención territorial,
frente a los efectos sociales que generaba la liberalización económica.
La discusión sobre la asignación de fondos nacionales a las provincias, por vía de
impuestos, coparticipación u otros, como modo de proveer recursos adicionales a esos
territorios, solo se dan en disputa en las comisiones del Congreso. Por ende, el problema
radica en que los enviados de los gobernadores a ese recinto tienen un bajo interés en los
bienes públicos nacionales que apunten a la estabilidad macroeconómica, ya que su
interés primario es el acceso al fondo común de recursos fiscales para sus respectivas
provincias.
Eso implicó que el sector industrial tuviera un paulatino descenso del número de puestos
de trabajo en blanco, que compite con el sector comercial en cuanto a tamaño de
generación de empleo. Muy distinto al ámbito rural, que es uno de los que menos genera,
y encima, a pesar de su notable crecimiento, el número de empleos ha estado
prácticamente en la misma cantidad en el último lustro, prácticamente compitiendo en el
rubro de la construcción, que tanto empleo no genera, debido a que es uno de los más
precarizados.
Esto lleva a que la desocupación en el Gran Córdoba, donde se congrega la matriz
automotriz y metalmecánica, pasó del 8% en 2017 al 12,4% actual, con una brecha
superior al promedio nacional.
Los pulidores
Luis Juez siempre advirtió que las distintas gestiones municipales de la ciudad de
Córdoba (sin incluir la suya, faltaba más) siempre estuvieron regidas bajo las órdenes de
las empresas inmobiliarias y desarrollistas. Esas mismas que se nutrieron del boom
sojero. Su segunda en la lista, Carmen Álvarez Rivero, es parte de la familia dueña de la
constructora Delta SA que, además de haber creado el Nuevocentro Shopping y el Hotel
Sheraton, se hizo cargo de muchos departamentos del Nueva Córdoba, donde se alojan
muchos jóvenes de alto poder adquisitivo para estudiar en la Universidad.
De hecho, son esos lazos le permitieron al equipo de Juez convocar, a mediados de
octubre, una reunión con 80 empresarios, con el compromiso que, ante todo proyecto de
ley a discutir en el Congreso, se encargaran de que estos puedan hojearlos para ofrecer
correcciones y, porque no, sugerencias en la letra chica. Según una nota de La Voz del
Interior, ese núcleo duro estaría encabezado por Horacio Parga, dueño de la principal
inmobiliaria cordobesa, que tanto denunciaba Juez, Gabriel de Raedemaeker,
vicepresidente de la Confederación Rural Argentina, y Álvaro Gómez Pizarro, directivo
Sociedad Rural de Jesús María.
Juez señala con el dedo a Parga. No me digan con quién ando. Foto: José Gabriel
Hernández.
Claro que la diferencia “interna” en ese sub-bloque cordobesista es que Juntos Por el
Cambio tiene en claro que está dispuesto a ir por la reforma laboral, que tanto avala los
señores del establishment, mientras que la posición de Hacemos Por Córdoba nunca fue
del todo claro, y nunca se reflejó en las famosas 20 propuestas que subieron en su página
web, donde 3 son para beneficiar al sector agro (eliminar gradualmente las retenciones e
eliminar de inmediato la de lácteos, maní y legumbres; más una nueva ley de
biocombustibles) y la mitad para obra pública. Sí tiene 2 que se definen como “anti-
kirchneristas”: rechazar la reforma judicial y permitir que elijan al procurador general.
Todo eso, implicará que sea uno de los proyectos de ley más álgidos a discutir y con
mayor rechazo popular. Con lo cual, no sería descabellado descartar que eso origine una
fuerte movilización, encabezado por sindicatos dispuestos a todo por evitarlo, y que eso
podría originar una dura respuesta represiva, como la que se vivió en diciembre de 2017,
cuando se aprobó la reforma previsional de ese entonces, y que se consideró como el
inicio del fin de la era Macri. La diferencia aquí es que aquí hablamos de un proyecto de la
oposición.
Foto de archivo de las marchas y represión de diciembre de 2017. ¿Me verás volver?
El boludo
Lo que sí habría un acuerdo con todos los bloques es el de pactar con el FMI, ya que en
Argentina, establecer un pacto con ese organismo, se requiere el aval legislativo. Y como
gran parte de la oposición tiene proyección a ocupar los cargos ejecutivos en 2023, ni
este ni el oficialismo tienen intenciones de cargar el muerto.
Aún cuando el ex presidente volvió a hablar del tema, asegurando que los dólares que le
aportó el Fondo se lo dio a los bancos para evitar que se vayan del país, ante el miedo de
un posible retorno del kirchnerismo. Sobre eso, el portal elDiarioAR se lo consultó a
Marina Dal Poggetto, de la consultora Eco Go, considerada por algunos colegas como la
más certera en los pronósticos económicos. Con una ligera sonrisa ante la pregunta,
Marina respondió que cuando un gobierno pide plata prestada para corregir una corrida,
corre el riesgo de que esos billetes no solo continúen en fuga, sino que además terminaría
empeorando más su situación de endeudamiento. Si eso llegara a ser exitoso, sos Gardel.
Pero si fracasa, “no voy a decir el adjetivo -dijo Marina-, pero no es lindo el adjetivo”. Una
forma modesta de decir que Macri fue un boludo.
https://www.youtube.com/watch?v=y_7LBGtx8B8