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Escritura y Oralidad
Escritura y Oralidad
En esta primera unidad del taller de LEyO I, vamos a ocuparnos de la lengua que
se usa en el ámbito de la educación superior y la investigación, que podemos
denominar español académico. El objetivo de esta unidad es mejorar el
dominio de la norma que regula esta variedad lingüística. Para alcanzar este
objetivo, es necesario, en principio, identificar esta variedad de español; es
decir, necesitamos distinguir, de entre las diversas variedades lingüísticas que
manejamos, aquella que nos interesa, en nuestro caso la académica. Ahora
bien, para realizar esta distinción de manera eficaz, necesitamos ser capaces
de monitorear cómo la llevamos a cabo. El primer núcleo temático de esta
unidad está dedicado a las herramientas cognitivas imprescindibles no solo
para llevar a cabo este monitoreo, sino para todos los que tratemos en el curso,
como comprobarán a lo largo del año.
Una vez que manejemos las herramientas necesarias para observar los usos
lingüísticos, trataremos acerca de las diversas variedades en que se presenta el
lenguaje en nuestra realidad cotidiana. Como veremos, la lengua que
necesitamos utilizar en el ámbito académico forma parte del español estándar.
Esta lengua se caracteriza por estar sujeta a la corrección según las normas
producidas por un conjunto de academias de la lengua distribuidas en todos los
países de habla hispana, de las cuales la más conocida es la Real Academia
Española. Más adelante, tendremos ocasión de hacer una crítica de estas
normas y de observar sus limitaciones; pero ahora lo primordial es conocerlas y
manejarlas con soltura. Este será el segundo núcleo temático de esta primera
unidad.
El metalenguaje
Como decíamos en la Introducción, para distinguir qué lengua usar en el ámbito
académico son necesarios determinados saberes: a primera vista, está claro
que hay que disponer de información acerca de cómo es la variedad lingüística
que deseamos identificar (y en la segunda parte de esta unidad nos
ocuparemos de ello); pero, para entender y utilizar eficazmente esta
información, es imprescindible antes tener entrenadas ciertas habilidades. La
primera que trataremos es el manejo del metalenguaje.
La atención bifocal
En el uso cotidiano del lenguaje solemos concentrarnos más en el significado
de lo que se dice que en la forma. Algunas situaciones, sin embargo, nos
obligan a reparar en cómo están conformados los mensajes, tanto los que
recibimos como los que producimos. Una de estas situaciones es el
aprendizaje de una lengua extranjera.
La metacognición
Han encontrado el prefijo meta- en metalenguaje, por ejemplo, ahora
en metacognición. Hemos visto que un metalenguaje es un lenguaje sobre el
lenguaje, el prefijo -podemos observar- indica que un sistema se vuelca sobre sí
mismo. Si definimos -simplificando, para explicar- la cognición como el
pensamiento, entenderemos la metacognición como el pensamiento sobre el
pensamiento.
Los beneficios de una enseñanza de lenguas […] que preste atención a los
procesos metacognitivos son importantes: los alumnos pueden incrementar
su autonomía en el aprendizaje en la medida en que tienen cierto conocimiento
de los objetivos que desean alcanzar, qué estrategias pueden emplear para
lograrlo, pueden evaluar su proceso de aprendizaje y darse cuenta de si las
estrategias utilizadas son las apropiadas o no, pueden evaluar los resultados
que van obteniendo y valoran en qué medida han alcanzado sus objetivos
previamente establecidos.
La conciencia lingüística
Sabemos que las habilidades metacognitivas nos permiten regular la atención.
Podemos, por ejemplo, dirigirla simultáneamente hacia dos focos: el contenido
y la forma. En el ámbito académico, es necesario mantener activa esta
atención, pues nos permitirá hacer un uso estratégico de los recursos
comunicativos. A la vez, nuestra conciencia lingüística mejorará notablemente,
de manera que adquirirán más relevancia otros aspectos de nuestra lengua.
Antes de hacer un repaso de las variedades que presentan las lenguas, que
acaso conozcan de la secundaria, les propongo que nos detengamos en el
concepto de conciencia lingüística, pues resulta clave para la comprensión y la
utilización de los recursos que encontrarán en LEyO. Es necesario, en primer
lugar, hacer algunas aclaraciones acerca del término, que permitirán, a
continuación, definirlo de manera adecuada. Por último, nos detendremos en
las ventajas de manejar este conocimiento.
Sin embargo, hay que destacar que considerar que la lengua que hablamos es
−o debería ser− solamente la estándar nos puede llevar a cometer errores de
adecuación, a sostener actitudes discriminatorias, a degradar a quienes
desconocen esta variedad, etc. Como veremos a continuación, las lenguas no
son homogéneas −ni deberían ni podrían serlo−; esto es lo primero que
tenemos que asumir cuando observamos los usos lingüísticos.
Podremos observar, por ejemplo, que, como todas las lenguas vivas, el español
no es homogéneo. Notaremos que presenta variación según diversos
parámetros. La palabra dialecto se usó tradicionalmente para referirse a
las variedades geográficas de las lenguas. Entre estas variedades geográficas
podemos señalar, por ejemplo, el español rioplatense, que es el término para
designar la variedad que se usa en el área de la cuenca del Río de la Plata. Hay
un conjunto de características que permiten reconocer esta variedad; por
ejemplo, la pronunciación del primer sonido de las palabras yo y lluvia. También
notaremos que presenta una entonación particular, usa poco algunos tiempos
verbales (he estudiado, estudiaré), y posee un léxico de uso popular, el lunfardo,
que también se usa en las letras de tango y de rock.
Por último, podremos observar que cada persona tiene una forma particular de
expresarse. El término idiolecto designa esta variedad lingüística que es propia
de cada individuo (noten el comienzo de la palabra, idio-, ‘propio, particular’, que
también aparece, por ejemplo, en idioma, idiosincrasia). Cada idiolecto está
conformado por elementos de las dos categorías anteriores, dado que la lengua
particular de cada hablante está determinada por su procedencia geográfica,
por su nivel de educación, por su posición social.
Ahora bien, esta es una visión estática; lo cierto es que los hablantes
establecen contacto con otras variedades geográficas y sociales. A partir de
ello, es esperable que cada uno aprenda a comunicarse utilizando elementos
de la variedad que considera adecuada en cada situación.
Prestar atención a cómo usamos la lengua nos permite reconocer que, cada
vez que nos comunicamos, necesitamos hacer una selección específica de los
recursos lingüísticos de que disponemos. Comprobaremos también que la
lengua que se usa en cada situación comunicativa es un cruce particular de
variedades sociales, geográficas e idiolectales. A las variedades asociadas a
cada una de estas situaciones se las denomina registro, como veremos a
continuación.
Los registros
Las lenguas, como hemos visto, no son homogéneas, sino que en su seno
coexisten numerosas variedades geográficas y sociales. En la identificación de
estas variedades, nos hemos concentrado en las características de lxs
hablantes, como su lugar de origen, su educación, etc. Sin embargo, aun
restringiéndonos a un hablante en particular, encontraremos que su idiolecto
tampoco es homogéneo, pues la lengua que usa en cada situación
comunicativa es diferente.
Formal
1. Ritualístico (muy formal): este tipo de discurso se compone casi en su
totalidad de fórmulas fijas y a menudo utiliza vocabulario y expresiones
arcaicas. Es el tipo de lenguaje que encontramos en ceremonias religiosas,
políticas o civiles.
2. Elevado: este es el tipo de discurso formal más frecuente. Suele aparecer en
literatura, en contextos oficiales, en publicaciones técnicas, académicas o
administrativas, en muchos artículos periodísticos, etc. Las personas que lo
utilizan conocen bien la gramática y poseen un gran vocabulario.
Neutro
Informal
La lengua estándar
Decíamos que las lenguas no son homogéneas, que están compuestas por
numerosas variedades -geográficas, sociales, diafásicas-. Algunas de estas
variedades presentan normalmente “incorrecciones”; otras, como los registros
formales y los sociolectos altos, no las presentan. Esta diferenciación supone
la existencia de un modelo normativo a partir del cual se pueda medir la
corrección. Este modelo se denomina lengua estándar, que, en su origen, es la
variedad que hablan los sectores más poderosos de la sociedad. Estos
hablantes han impuesto su variedad como la única forma correcta de la lengua
y han dedicado numerosos recursos para que fuera considerada modelo
académico y oficial. Esta variedad se emplea actualmente “en la administración
pública, en los centros de estudio y en situaciones comunicativas formales. Se
aspira a que todos los miembros de la comunidad la dominen, más allá de la
forma particular de hablar que adquirieron en su niñez”, señala la profesora
Eliana Lucián en su artículo "Lengua estándar".
Ortografía I: Tildación
El manejo del sistema de escritura del español estándar es imprescindible para
comunicarse en el ámbito académico. Comenzaremos por un repaso a las
reglas de tildación, para ello les propongo la lectura del capítulo 2, “Uso de la
tilde”, de la Ortografía básica de la lengua española (para el libro
completo: pdf, epub).
Recuerden que la lectura de los textos que siguen es una actividad de múltiples
niveles: por una parte, se trata de acceder a determinada información para
mejorar el manejo de la lengua académica; por otra, es un ejercicio de
la habilidad de lectura; pero también requiere de una actitud que fomente el
aprendizaje. Por último, se trata de un ejercicio de su capacidad de aprender, es
decir, de poner en práctica sus destrezas de atención, análisis y descubrimiento
para comprender la información que se está tratando, incorporar
las habilidades y desarrollar una actitud que impulse el aprendizaje.
La capacidad de aprender, como sabrán, se mejora a sí misma.