Está en la página 1de 3

Universidad Nacional de Ingeniería Semestre 2020-1

Facultad de Ingeniería Económica y Ciencias Sociales


Escuela Profesional de Ingeniería Estadística Curso: Ética y Filosofía Política

Clase 8 (práctica).

Apellido: _______Huapaya Caycho _______ Nombre: _________Alison Huapaya_________

Fecha: 18 de agosto del 2021

1) Lea el siguiente artículo.

Violencia y poder
Robert Litke

Hobbes plantea en el Leviatán una teoría, ahora ya clásica, de por qué el poder dominante es inevita-
ble en los asuntos humanos y por qué nos vence. Pasaré ahora a hacer una reseña de esa brillante teo-
ría.

El primer elemento consiste en que continuamente surgen en nuestro interior deseos no satisfechos, y
ello por tres razones primordiales:
a) En primer lugar, muchos deseos son recurrentes, como el de comer o el sexual.
b) En segundo lugar, no hay un límite imaginable al tipo de cosas que el ser humano puede desear.
Lo que hoy es una novedad mañana será una necesidad a medida que surjan novedades en el ho-
rizonte de nuestros deseos.
c) En tercer lugar, algunos deseos, como los de lealtad, fidelidad y seguridad, son en principio insa-
ciables y mientras lo sean, lo que queremos es que el futuro sea de determinada manera, lo cual
nadie nos puede garantizar.
La conclusión general a que llega Hobbes es que, mientras estemos vivos, jamás estaremos comple-
tamente satisfechos, y lo expresó en los siguientes términos: “No existe la tranquilidad perpetua del
espíritu mientras vivamos en este mundo, porque la vida en sí no es más que movimiento y no puede
haber vida sin deseo".

El segundo elemento consiste en que, como nuestros deseos no conocen fin, no hay límite para nues-
tra necesidad de conseguir los medios con los cuales satisfacer esos deseos. En otras palabras, nues-
tros deseos ilimitados generan en nosotros un deseo insaciable de poder. Hobbes expresa este plan-
teamiento de forma clara en el capítulo 11 del Leviatán: "Hay una tendencia general de toda la hu-
manidad a un afán perpetuo e incesante de obtener poder, que sólo cesa con la muerte". Sólo con el
fin del deseo termina nuestra necesidad de poder.

El tercer elemento consiste en que, en el contexto de la competencia que naturalmente surge en toda
sociedad, nuestro deseo ilimitado de poder inevitablemente crea en nosotros el deseo de dominar. Se-
gún Hobbes, la esencia de nuestro poder se encuentra en nuestra capacidad física y mental y en los
demás poderes que con ella adquirimos en forma de riqueza, reputación, amigos, etc. Por estos me-
dios podemos controlar nuestra situación, ahora y en el futuro, para poder llegar a la satisfacción de
nuestros deseos. Sin embargo, el hecho de que nuestra capacidad sea eficaz para satisfacer nuestros
deseos queda determinado, no solamente por la esencia, sino también por el grado en que nuestro
control de la situación (para que sirva a nuestros fines) pueda imponerse al control que otros tienen
(para que sirva a sus fines). Hobbes entendió que nuestros deseos podían tropezar con los de otros.
En esos casos, el poder es la capacidad para prevalecer. En otras palabras, el poder debe incluir la ca-
pacidad para dominar el poder; porque, de lo contrario, no es poder. Así pues, una consecuencia es
que nuestro deseo ilimitado de poder crea en nosotros un deseo insaciable de poder en condiciones de
competencia real o posible. El corolario de lo que antecede, absolutamente hobbesiano aunque Hob-
bes no lo haya expresado, es que en la dominación la cantidad de poder efectivo no varía; mientras
mayor sea mi capacidad para anular el control del otro en la situación creada por nuestros deseos en
conflicto, menor será la capacidad del otro para anular mi control de la situación. Así, la competencia
entre nosotros no sólo tendrá lugar al nivel de nuestros deseos iniciales sino también en un segundo
nivel, el de nuestro deseo de dominar, y como hemos descubierto recientemente en el caso de la ca-
rrera de armamento nuclear entre las superpotencias, cuando dos bandos compiten entre sí por ejercer
su predominio, tiene que aumentar obligatoriamente su necesidad de poder para evitar la derrota. Es-
to es una causa independiente de que nuestra necesidad de poder sea insaciable.
El cuarto elemento, una conjetura mía derivada de mi detallada exegesis de la posición de Hobbes,
consiste en que la obtención y el ejercicio del poder de dominación hace que no veamos las caracte-
rísticas contraproducentes que a veces entraña la dominación. Todos nuestros actos siempre tienen
efectos secundarios. En el caso de Hobbes, el de la interacción social, nuestro comportamiento domi-
nante tendrá consecuencias para la satisfacción de nuestros deseos, consecuencias para quienes son
dominados por nosotros y consecuencias en el contexto social más amplio en el que nuestra actividad
tiene lugar. El deseo de dominación en el segundo nivel hará que centremos nuestra atención en
nuestra capacidad para controlar a los demás para satisfacer nuestros deseos de primer nivel. Preci-
samente, de esa manera desaparecerán de nuestra vista los efectos inmediatos y a largo plazo que es-
tamos provocando sobre aquellos a los que dominamos, así como los efectos inmediatos y a largo
plazo que estamos provocando en el contexto más amplio en que nuestra actividad tiene lugar. Es ra-
zonable suponer que provocamos esos efectos secundarios sobre otros y sobre el contexto, pero sólo
serán considerados pertinentes en la medida en que parezcan guardar relación con nuestra capacidad
actual de dominación.

Tendemos a desestimar cualquier otra cosa y suele resultar que esos efectos secundarios no previstos
tienen consecuencias devastadoras sobre nuestras posibilidades de satisfacer nuestros deseos en el fu-
turo. Esto es precisamente lo que preocupaba a Hobbes en el Leviatán. Hobbes entendía perfectamen-
te que si la consideración primordial fuera poder hacer lo que uno quiere y poder dominar a los de-
más cuando los demás habrían de impedir que hiciera uno lo que quisiera, se llegaría al desbarata-
miento general de la sociedad civilizada, al estado que denomina guerra:

La competencia por tener más riquezas, más honores, más súbditos o cualquier otro tipo de poder lle-
va a la confrontación, la enemistad y la guerra, porque la forma en que cada uno de los que participan
en la competencia puede satisfacer su deseo consiste en matar, dominar, reemplazar o rechazar al
otro.

Al desaparecer la sociedad, perdemos acceso a la mayor parte de los beneficios de la vida civilizada
que, según Hobbes, incluyen la agricultura, el transporte, las industrias de la construcción, el cono-
cimiento, las artes y la literatura. Paradójicamente, perdemos la capacidad de satisfacer la mayor par-
te de nuestros deseos porque estamos demasiado ocupados en satisfacerlos, en lugar de prestar aten-
ción a los efectos secundarios que provocamos en el contexto social más amplio.

Sea o no correcta mi conjetura, y cualquiera que sea la opinión que tengamos de la baja estima que
tiene Hobbes de nuestra capacidad para crear y mantener patrones sociales indispensables, su última
afirmación mantiene toda su vigencia. Existe un desarrollo natural e inevitable del poder, desde la
habilidad inocua para satisfacer deseos sencillos, hasta un impulso competitivo por dominar al próji-
mo; este último impulso es una fuerza socialmente destructiva que tenemos que controlar para evitar
la ironía y frustración de destruirnos a nosotros mismos mientras procuramos satisfacer nuestros de-
seos.

La obra de Hobbes m e reafirma en mi idea de que es inevitable tratar de obtener y ejercer el poder
de dominación en los ámbitos político y social. Comprendo también que la dominación tiende a ser
violenta, y que el hecho de que esté centrada en el control nos oculta justamente sus efectos secunda-
rios de violencia, pero, como no me apetece la idea de la raza humana dedicada permanentemente a
destruirse a sí misma, insisto en preguntarme si hay manera de impedir que la dominación cobre ca-
rácter violento y, por lo tanto, termine causando la caída de quien la ejerce.

2
2) Resuma la teoría de Hobbes acerca de la violencia.

Hobbes plantea en el Leviatán una teoría del por qué el poder dominante es inevitable en los
asuntos humanos y por qué nos vence.
El primer elemento consiste en que continuamente surgen en nuestro interior deseos no satis-
fechos, y ello por tres razones primordiales: en primer lugar, muchos deseos son recurren-
tes, como el de comer o el sexual, en segundo lugar, no hay un límite imaginable al tipo de
cosas que el ser humano puede desear. Lo que hoy es una novedad mañana será una necesi-
dad a medida que surjan novedades en el horizonte de nuestros deseos y, en tercer lu-
gar, algunos deseos, como los de lealtad, fidelidad y seguridad, son en principio insaciables y
mientras lo sean, lo que queremos es que el futuro sea de determinada manera, lo cual nadie
nos puede garantizar.
La conclusión general a que llega Hobbes es que, mientras estemos vivos, jamás estaremos
completamente satisfechos, y lo expresó en los siguientes términos: «No existe la tranquilidad
perpetua del espíritu mientras vivamos en este mundo, porque la vida en sí no es más que
movimiento y no puede haber vida sin deseo».
El segundo elemento consiste en que, como nuestros deseos no conocen fin, no hay límite
para nuestra necesidad de conseguir los medios con los cuales satisfacer esos deseos. En
otras palabras, nuestros deseos ilimitados generan en nosotros un deseo insaciable de poder.
El tercer elemento consiste en que, en el contexto de la competencia que naturalmente surge
en toda sociedad, nuestro deseo ilimitado de poder inevitablemente crea en nosotros el deseo
de dominar. Hobbes entendió que nuestros deseos podían tropezar con los de otros. En esos
casos, el poder es la capacidad para prevalecer.
El cuarto elemento, consiste en que la obtención y el ejercicio del poder de dominación hace
que no veamos las características contraproducentes que a veces entraña la dominación, es
decir, la competencia por tener más riquezas, más honores, más súbditos o cualquier otro tipo
de poder lleva a la confrontación, la enemistad y la guerra, porque la forma en que cada uno de
los que participan en la competencia puede satisfacer su deseo consiste en matar, dominar,
reemplazar o rechazar al otro, lo que conllevara a desaparecer la sociedad y esto paradójica-
mente llevarnos a que perdemos la capacidad de satisfacer la mayor parte de nuestros deseos
porque estamos demasiado ocupados en satisfacerlos, en lugar de prestar atención a los efec-
tos secundarios que provocamos en el contexto social más amplio.
La obra de Hobbes reafirma que la dominación tiende a ser violenta, y que el hecho de que
esté centrada en el control nos oculta justamente sus efectos secundarios de violencia.

3) Proponga: ¿Este ensayo es filosófico o científico? ¿Por qué?

Este es un ensayo filosófico ya que trata un tema propio de la filosofía (poder) desde un punto
de vista crítico y reflexivo. Este expresa el pensamiento propio de su autor, posee una estructu-
ra libre, es decir, no existe un proceso de redacción formal que deba seguirse al momento de
escribir.

También podría gustarte