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Introducción
Los días en el centro es un trabajo documental llevado a cabo durante el 2014 en el Centro de Día de Salud
Mental Capacidades Diferentes, en el barrio porteño de Barracas. El mismo nos invita a reflexionar
sobre otras realidades y verdades, distintas a las que estamos habituados (o nos han habituados) a ver y
considerar.
En esta tarea colectiva se incluye un registro fotográfico realizado por Darío Cavacini en diferentes momentos
cotidianos de la institución donde el abanico de sentimientos y emociones se muestran sin veladuras, y en los
que se observan las reminiscencias de pasados que se vuelven presente, y de un presente que quiere anhelar
futuros.
Cada una de las imágenes contiene un pie de foto expresado por los propios concurrentes de la institución en
el marco del taller de fotoperiodismo, coordinado por Cavacini. El eje del trabajo fue diferenciar las distintas
vivencias que despierta una internación psiquiátrica, en contraposición con lo que significa asistir a un centro
de de día.
El trabajo lo complementa un interesante escrito del director de la institución –Guillermo Gaetano-
reflexionando acerca de los variados aspectos que conforman el cotidiano de los centros de día en general y
éste en particular y el valor de la fotografía como espejo e imagen política que nos atraviesa e interroga.
Un ‘centro’
Guillermo Gaetano
Centro no centralidad
Un centro es una localización. Una
localización que determina un espacio. Un
espacio que alberga lo real del devenir
inasible del tiempo. La localización utiliza
parámetros simbólicos para alcanzar
corporeidad en un imaginario compartido.
Un centro no es una centralidad. La
centralidad gobierna y gobierna con
discursos dominantes. La centralidad domina y
normativiza. Los discursos de la centralidad
atraviesan los cuerpos. Discursos de consumo, de éxito, de eficacia, de producción, de belleza. Discursos de la
centralidad que promueven y producen cuerpos adaptados. Pero también expelen cuerpos desadaptados.
Para estos últimos, la centralidad inventa otras localizaciones.
La periferia es el invento de la centralidad para sostenerse como tal y reubicar todo lo que ella quiere distinto
de sí. La centralidad construye, cuida y controla el espacio periférico para que éste ilusione como parte de un
todo común. Y en esa comunidad sea la centralidad la guía, meta e ideal (imposible) a alcanzar.
Hay otros centros. Centros que no pertenecen a la centralidad sino más bien a la periferia. Para la centralidad,
la periferia recibe la sobra, lo que no encaja, lo que no produce. Para la centralidad, la periferia posee la
misión de amontonar lo distinto a sí. Por su parte, la periferia –ubicada y localizada originalmente por la
centralidad- puede cumplir funcionalmente la misión designada por la centralidad o alcanzar conciencia de sí.
Alcanzar su autoconciencia es conocer la ajenidad de la localización significada y de la corporeidad reflejada
por el espejo impuesto por la centralidad. Alcanzar la autoconciencia es encontrar la encrucijada de perpetuar
el destino dispuesto o rebelarse a ello. Rebelarse puede implicar variados caminos. Puede implicar arremeter
contra la centralidad o, construir su propio centro. Construirse como propio centro es dejar de ser periferia, es
crear la propia localización que sostenga el espejo que refleje el modo de verse y el modo de ver a los otros.
Nuestro Centro
Centro no centralizado
Un centro centralizado es aquel que establece formas que invitan a las personas a participar. Un centro
centralizado normativiza actividades y busca la adecuación de las
personas a esas normativizaciones. En cambio, un centro no
centralizado muta. Un centro no centralizado puede transformarse a
los requerimientos de los participantes. Un centro no centralizado
puede tomar aconteceres y orientarse por ellos; (re)construirse junto a
ellos. Un centro no centralizado puede ser múltiple y diverso al tiempo
que no deja de ser uno.
La imagen fotográfica
Veo las fotos del centro. Pienso que la eficacia, el poder de la imagen no es eternizar un instante. Pienso que
su poder es lanzarnos a encuentros con devenires. Es abrirnos un hueco donde el vértigo a lo “por descubrir”
es su valor. Es apertura hacia. Es llenarnos de movimiento. Pero no del movimiento de encontrarnos o de
encontrar lo mismo. La imagen es eficaz cuando ocurre exactamente lo opuesto. Una imagen es eficaz cuando
produce des-encuentro, cuando nos des-centra. Cuando nos obliga a interrogar nuestro propio centro, nos
lanza a una periferia inhóspita, y nos exige ver nuestra centralidad con el espejo que las imágenes fotográficas
nos conceden.
La imagen política
Creemos leer la imagen que se nos ofrece como alimento a la
mirada. Instantáneamente nuestro aparato de centralidad y
centralismo lee los signos, decodifica las imágenes y localiza a
unos y otros. Ellos, cuerpos pasivos, echados e improductivos.
Cuerpos despeinados efecto de espejos extraviados. Rejas de
encierro. Posturas encorvadas, torcidas. Locura. Creemos leer y
localizar al otro periférico, extraño. Al otro que los dispositivos
deben cuidar, educar, curar –en el mejor de los casos-, o
dominar, separar y modificar. Pero no. La imagen nos lee a
nosotros. La imagen, cuando política, nos lee y nos revela
como miradas gobernadas.
Es horrible la pase muy mal me trataron mal me pegaron no me dejaban salir vivia
En un centro de dia tenemos mas libertad podemos volver a casa y hay mejor trato de los profesionales hacia
los pacientes
El centro de dia es mas social se trabaja con la sociedad de afuera y la de adentro son menos sombrias y mas
claras las cosas que suceden
Es como estar en una casa pero con otras personas que comparten todos los días de la semana
En el centro podemos conversar de diferentes temas intercambiar ideas y pensamientos. Nos vemos
impulsados a pasar momentos de felicidad o alegria
En el centro siento tranquilidad voy de acá para alla moviéndome