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NIVELES DE INTIMIDAD EN NUESTRA RELACION CON DIOS
A la luz de la palabra podemos hablar de diferentes niveles de intimidad
en nuestra relación con Dios:
1. Barro‐Alfarero: Cuando venimos a Dios, generalmente traemos con
nosotros diferentes patrones, pensamientos, actitudes contrarias a la
naturaleza santa de Dios. Entonces Él nos toma como barro y nos
moldea.
2. Pastor‐Oveja: Empezamos a caminar en nuestra vida con Jesús,
comprendemos algunos aspectos de su palabra, reconocemos su voz,
sus cuidados y su amor.
3. Amo‐Siervo: Conforme vamos conociendo a Dios, y comprendemos su
sacrificio en la Cruz, queremos corresponder y nos rendimos a su
servicio.
4. Amigo‐amiga: Conforme lo conozco, puedo desarrollar una relación
basada en la confianza mutua. Él es inmutable, lo que nos lleva a
entender que Él no cambia y es fiel a todo lo que dice.
5. Padre‐hijo: Más cercano que un amigo, es una relación sanguínea.
Existe un vínculo que nace de la comprensión de la entrega que Dios hizo
por amor y de la fe en su obra; nos da el derecho de ser llamados sus
hijos.
6. Esposo‐Esposa: Se convierte en uno solo, cuando llegamos a amar a
Dios con tal entrega y compromiso podremos experimentar la plenitud
en nuestra relación.
Jeremías 18:4‐6
“4La vasija de barro que él hacía se deshizo en su mano, así que él volvió a
hacer otra vasija, tal y como él quería hacerla. 5Entonces la palabra del Señor
vino a mí, y me dijo: 6«Casa de Israel, ¿acaso no puedo yo hacer con ustedes lo
mismo que hace este alfarero? Ustedes, casa de Israel, son en mi mano como el
barro en la mano del alfarero.”
Ezequiel 34:11‐15
“11Sí, así ha dicho Dios el Señor:
«Yo mismo voy a ir en busca de mis ovejas, y yo mismo las cuidaré,
12tal y como las cuida el pastor cuando se halla entre sus ovejas esparcidas. Yo
las rescataré de todos los lugares por los que fueron esparcidas aquel día
nublado y oscuro.
13Las sacaré de los pueblos y países donde ahora están, y las traeré a su propia
tierra; las apacentaré en los montes y en las riberas de Israel, y en todos los
lugares habitados del país.
14Las apacentaré en los mejores pastos, y pondré su aprisco en los altos
montes de Israel; allí dormirán en un buen redil, y serán apacentadas en los
pastos suculentos de los montes de Israel.
15Yo les daré a mis ovejas buenos pastos y apriscos seguros.”
San Juan 15:15
“15Ya no los llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; yo
los he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, se las he
dado a conocer a ustedes.”
San Juan 1:12
“12Pero a todos los que recibieron la Palabra, a los que creen en su nombre, les
dio la potestad de ser hechos hijos de Dios;”
Oseas 2:19‐20
“19Para siempre te tomaré por esposa, y serás mi esposa ante Dios y ante los
hombres, con toda misericordia y compasión.
20Yo te tomaré por esposa, con votos de fidelidad, y tú conocerás a tu Señor.”
San Mateo 25:14‐30
“14»Porque el reino de los cielos es como un hombre que, al irse de viaje, llamó
a sus siervos y les entregó sus bienes.
15A uno le dio cinco mil monedas de plata; a otro, dos mil; y a otro, mil, a cada
uno conforme a su capacidad; y luego se marchó.
16El que había recibido cinco mil monedas negoció con ellas, y ganó otras cinco
mil.
17Asimismo, el que había recibido dos mil, ganó también otras dos mil.
18Pero el que había recibido mil hizo un hoyo en la tierra y allí escondió el
dinero de su señor.
19Mucho tiempo después, el señor de aquellos siervos volvió y arregló cuentas
con ellos.
20El que había recibido las cinco mil monedas se presentó, le entregó otras
cinco mil, y dijo: “Señor, tú me entregaste cinco mil monedas, y con ellas he
ganado otras cinco mil; aquí las tienes.”
21Y su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre
mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”
22El que había recibido las dos mil monedas dijo: “Señor, tú me entregaste dos
mil monedas, y con ellas he ganado otras dos mil; aquí las tienes.”
23Su señor le dijo: “Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre
mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”
24Pero el que había recibido mil monedas llegó y dijo: “Señor, yo sabía que tú
eres un hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges lo que no
esparciste.
25Así que tuve miedo y escondí tu dinero en la tierra. Aquí tienes lo que es
tuyo.”
26Su señor le respondió: “Siervo malo y negligente, si sabías que yo siego
donde no sembré, y que recojo donde no esparcí,
27debías haber dado mi dinero a los banqueros y, al venir yo, hubiera recibido
lo que es mío más los intereses.
28Así que, ¡quítenle esas mil monedas y dénselas al que tiene diez mil!”
29Porque al que tiene se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo
poco que tiene se le quitará.
30En cuanto al siervo inútil, ¡échenlo en las tinieblas de afuera! Allí habrá llanto
y rechinar de dientes.”