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Todos hacemos cosas que no nos gustan y decimos cosas que no deberíamos decir.
Por todo eso sentimos culpa. La culpa muchas veces nos persigue como un
fantasma queriéndose cobrar una deuda.
Absolutamente todos hemos fallado. Hasta la persona más admirable e impecable
ha pecado y cometido errores. No ha existido persona, fuera de Jesús, que caminara
sobre esta tierra y estuviera libre de pecado.
Pero la Biblia dice en Colosenses 2:14 (NTV) “Él anuló el acta con los cargos que
había contra nosotros y la eliminó clavándola en la cruz.”. Esto es el perdón de Dios.
Jesús pagó mis culpas. Yo ya no tengo que pagar. Él fue herido por mis heridas. Él
fue clavado en la cruz, para que yo no viva más clavado a mi pasado. Jesús canceló
todas nuestras deudas: emocionales, sociales, pecados, todas.
Oremos:
Señor hay cosas de mi pasado que aún me cuesta soltar, el día de hoy te pido que
mi corazón entienda que tú pagaste el precio por mi pecado, que diste tu vida por
mí, mi deuda está saldada por tu sacrificio y el pasado ya no existe más en mi vida,
te doy gracias Señor por amarme tanto y hacerme de nuevo.
Amén