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Autoformación en Lenguaje y Literatura
Autoformación en Lenguaje y Literatura
1. Fundamentación filosófico-pedagógica.
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La importancia de este análisis se inscribe en un contexto educativo mauyor: la educación en el lenguaje y
la literatura, junto con la educación en el pensamiento matemático y en el arte, afecta el mismo
perfeccionamiento antropológico de los educandos. “Tal como es el lenguaje, así es también el hombre”, nos
dice Bollnow (1966/74: 191). Y esto vale para cualquier comunidad lingüística, sea ésta castellana, aymara,
quechua o guaraní.
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Pero el neonato todavía no accedió al mundo humano. Para que esto suceda es indispensable
que inicie la aventura de la hominización en un contexto humano y, por ende, lingüístico. Sin
este contexto, no tendrá ninguna posibilidad de hominizarse. Esto nos lo demuestra la
psicolingüística contemporánea que estudió científicamente los pocos casos comprobados de
niños lobos, cuya principal característica es que carecieron de contexto humano y lingüístico
durante sus primeros años de crecimiento. Adviértase que el rescatar a uno de estos niños
lobos significa trasladarlo de un contexto en el que sólo existía una relación de los mismos
con su entorno biológico a un universo semiótico o mundo de lenguaje, el único en el que se
hace posible el proceso de hominización. Pues bien, lo que nos dice la psicolingüística es que
si este traslado no se efectúa a tiempo (antes de los ocho años) el niño lobo jamás accederá al
lenguaje y, por ende, jamás accederá al nivel de existencia humana. En efecto, como lo reitera
Freud, en el momento en que en el que niño accede al lenguaje es el momento en que se hace
hombre (Escritos, México, S. XXI, I er t., 1966/71: 135).).
Ahora bien, esta sucinta historia ontogenética del ser humano acontece porque la relación del
hombre con su mundo, con el mundo compartido con otros, se realiza a través de la
comprensión (palabra tan importante en pedagogía) del mundo y de sí mismo. Pero ¿qué
significa co mprender mundo como fenómeno existencial? No es lo mismo que explicación de
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mundo en el sentido de las ciencias naturales. Es algo mucho más primario y fundante.
Comprender es un proyectarse al ser de las cosas, de los otros hombres, de sí mismo. Este
proyectarse consiste en apropiarse del universo de sentido dentro del cual se tiene la
experiencia de algo. El comprender, por consiguiente, es ante todo un interpretar el
sentido de lo comprendido, por ejemplo, la utensibilidad jerarquizada de las cosas o la no
utensibilidad de los otros existentes humanos. En esto justamente consiste el tener
experiencia de algo. Cualquier experiencia de algo es conciencia de la situación
hermenéutica, es decir, es interpretación en y desde el lenguaje del sentido de algo. Es,
pues, al mismo tiempo, proyección hacia el universo de sentido del mundo, conciencia y
apropiación lingüística, praxis histórica e historia efectual.
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Estas experiencias tienen un gran valor, el de confirmar la experiencia anterior.
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según la pobreza o riqueza de nuestras experiencias. Por eso, la alteración del conjunto del
saber operada por la nueva experiencia adquiere una importancia fundamental en la
permanente ampliación del horizonte existencial. Es tan radical esta transformación que las
nuevas experiencias como conciencia de comprensión de mundo sólo pueden darse en ese
nuevo horizonte ampliado por la anterior experiencia, con el resultado adicional de que
ellas mismas operarán nuevas expansiones o acrecentamientos del mismo.
Pero en el caso del tema que nos ocupa, la consecuencia pedagógica fundamental es que ya
no se debe hablar más de enseñanza de la lengua, sino de educación en el lenguaje. Y
educación en el lenguaje significa, en el contexto de las reflexiones anteriores, ampliación
del horizonte existencial del niño a través del lenguaje, intensificación en el sondeo del
mundo interior del joven mediante el lenguaje, enriquecimiento del mundo mediado
simbólicamente, empleo ético y responsable del lenguaje en las relaciones intersubjetivas
con el Otro del lenguaje.
Si lo anterior es lo que realmente acontece con el niño, no nos extrañarán ya las palabras de
Ott sobre el existente humano: "Man lives in language, as language. He is a dialogue" (OTT,
1972: 169). En este mismo sentido cobra cabal validez la afirmación de que es en el mundo
del lenguaje donde al hombre se le da "la más alta posibilidad de ser hombre", como dice
Heidegger. En este contexto, cobra plena validez el postulado fundamental de la pedagogía
contemporánea, es decir, que por encima de la adquisición de conocimientos, lo que se ha de
promover es que el educando "aprenda a ser".
Pero hay todavía algo más comprometedor con la esencia humana: se trata de la actitud
con respecto al uso del lenguaje. Actitud auténtica o inauténtica. En este último caso, el
lenguaje es un medio para conseguir un fin, en algunos casos con el engaño o la mentira.
Se puede ser un usuario experto del lenguaje, como lo fueron, por ejemplo, los sofistas,
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pero este habilidoso hablante puede carecer de un fundamento ético en el uso del lenguaje.
Pretendían, por ejemplo, demostrar lo verdadero o lo falso de algo al mismo tiempo y
tecnificaron la habilidad de persuadir al auditorio para realizar lo bueno o lo malo. Esta
experticia en el uso instrumental del lenguaje está lejos del perfeccionamiento humano en
el medio del lenguaje. La razón es simple: el uso ético del lenguaje no sólo compromete la
acción humana como tal, sino que al mismo tiempo constituye el ser del hombre como tal.
El hombre exitoso corrupto ha deteriorado “lo mejor de su alma”, como diría Sócrates
(Critón); el hombre ético perfecciona no su tener, sino su ser.
¿Qué relación tiene con la tesis anterior la educación en los textos literarios (y en el arte
en general) y, por ende, cuál es su importancia pedagógica?
Para responder a esta interrogante, es necesario apuntar, primero, que estos textos difieren
radicalmente de los anteriores. Esto parece evidente si se presentan como antípodas una
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Diferente de la información superficial como la de la chismografía social o la de los medios de
comunicación no conduce a ninguna apropiación de un objeto de conocimiento. En cambio, la información
apropiadora que se motiva en la curiosidad intelectual de conocimiento se dirige a lograr un saber sobre algo.
La práctica paradigmática de la adquisición de información es la etapa de búsqueda de información en los
proyectos de investigación.
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Cfr. TROCMÉ - FABRE, H., "Las ciencias de la vida: un campo de la exploración para pensar la
pedagogía". En: Avanzini, 1996/98.
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Ibidem: 135.
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poesía pura y un tratado científico. Menos claro resulta si se comparan un testimonio (por
ejemplo, policial) de una novela: ambas son narraciones. ¿Cuál es su diferencia esencial?
Heidegger fue enunciando lo anteriormente afirmado desde distintas facetas, en "El origen
de la obra de arte". "La obra como obra, nos dice, instala un mundo" (1950760: 27); con
ella, "se produce una manifestación de lo existente, [en ella] actúa un acaecer de la verdad"
(Ibídem). Esta manifestación de la verdad es una aparición contundente en la existencia: "La
instalación de la verdad en la obra es producir un ser tal que antes no era aún, ni jamás volverá
a ser" (Ibídem: 50) 6.
Se puede objetar con razón que las obras referenciales se instalan también en el mundo.
Ahí están los grandes textos que contienen el saber filosófico, histórico, científico, etc. de
la humanidad. Se instalan sí, pero para testimoniar sobre algo. Mientras que la poesía surge
a la existencia sólo para revelar algo. Vattimo precisa esto relacionándolo con el concepto
de apertura de mundo: "la obra de arte es como una 'cosa' que no se limita a pertenecer a una
apertura de mundo, sino que abre e instituye esa apertura misma: la obra no sólo produce un
cambio interior al mundo, sino que además modifica la apertura misma, produce un 'cambio
de ser' " (1985/86: 109).
De nada servirá para la comprensión de la obra de arte si se descubre que la Gioconda era la
madre de Leonardo da Vinci, o su esposa, o una amante, o una mujer soñada. Lo único
relevante es que en esa pintura se manifiesta la verdad del ser de esa mujer, de esa única
mujer, como en los frescos de Boticelli aparece su venus , o en los óleos del Greco su
tempestad en Toledo. Especificando: este "su" menciona no la pertenencia a la intención del
autor, sino la pertenencia al sentido de la obra misma . La Gioconda que se instala en la
existencia es la Gioconda de la pintura misma.
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Recordemos que para Heidegger la literatura y, específicamente, la poesía es la forma eminente de obra de arte.
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Este es el punto crucial no sólo de la tipificación de la obra de arte, de la literatura, en nuestro
caso: se instala en la existencia, revela la verdad del ser o una verdad del ser, en el sentido de
des-ocultación, de manifestación, de aparición. Y, al hacerlo, nos patentiza "un modo de ser
en el mundo", "nuevos modos de ser", que, por una parte, "da al sujeto una nueva capacidad
para conocerse a sí mismo" y, por otra, amplia y enriquece el horizonte existencial del
hombre . En otras palabras, existimos en un mundo con la Gioconda, con la "peregrina
paloma imaginaria", con "la llama" de Reynolds, con la IX Sinfonía o con "El triunfo de
Afrodita" del ludus scaenicus de Orff. Más exactamente, nuestro mundo personal y nuestro
mundo común, constituido por nuestras experiencias solitarias o compartidas, se fueron
expandiendo, ensanchando, agrandando y enriqueciéndose por obra de una de las experiencias
humanas más profundas, la experiencia del arte. Sin artistas que esculpieron en las cuevas e
inventaron los himnos a los dioses, sin poetas que cantaron e instalaron el amor y los amores 7 ,
sin esos creadores que nos abren permanentemente a nuevas facetas del enigma del ser
humano, nuestro mundo no sería el mismo. Con la sola apertura que nos ofrece la ciencia y la
tecnología, el hombre no sería plenamente humano; le es indispensable, necesario, cualquiera
de la inmensa variedad de formas de experiencia estética que sólo le pueden ofrecer las obras
artísticas 8.
En este contexto, la tesis que sostengo es la siguiente: el problema mayor con relación a la
educación en el lenguaje y la literatura en nuestra sociedad y en nuestro entorno educativo
es que no se tiene clara consciencia sobre la importancia capital de la misma.
Nuestros niños y jóvenes, por ejemplo, saben que tienen que aprender los lenguajes del
nintendo o de la computación; no le confieren ninguna importancia a la necesidad del buen
leer y escribir.
7
Comparto básicamente la afirmación de Lacan: "Si los poetas no hubieran cantado al amor, no nos
enamoraríamos como nos acontece actualmente".
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No importa cuál sea el nivel de producto artístico para que esto acontezca, contra Heidegger. El arte popular,
sean las manifestaciones folklóricas o las impuestas por la moda, cumple esta función de apertura de mundo
lo mismo que las extraordinarias obras, con la consiguiente diferencia en la magnitud e intensidad de esta
ampliación de horizontes existenciales.
7
Castellano y Literatura, redujo el magro número de horas de Castellano en más del 50%,
asignando esas horas a Inglés.
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Sería interesante investigar quiénes fueron los que cometieron este atentado con la formación de los
universitarios.
8
Pero la aplicación actual de la Reforma distorsiona estos objetivos enunciados tal vez más
literal que filosóficamente. En efecto, la Guía Didáctica elaborada por esa instancia nos
indica que los ocho ejes que discrimina el enfoque “comunicativo, constructivista y
textual” apuntan a la formación de “niños ACTIVOS, COMUNICATIVOS, LECTORES
Y ESCRITORES EXITOSOS” 10 .
2. Problemas emergentes.
10
Ministerio de Educación, "Gu ía Didáctica de Lenguaje" (fotocopia), p. 7. En la edición de esta guía (1997),
se mantiene este objetivo, aunque no se lo enuncia explícitamente mediante una proposición, sino se lo
presenta en estilo de afiche en la página 8.
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Un simple ejemplo: en el Art. 40 de la Ley de Reforma Educativa, se plantean los objetivos de la
educación secundaria. Insólito. Ninguno de los trece incisos del mismo se refiere a la educación en el
lenguaje. El inciso 8 propone propiciar "la valorización de la literatura", es decir, la capacidad de emitir
juicios de valor sobre la calidad de las obras literarias. ¿Significa esto que se propone formar críticos de
literatura y de arte? Omito comentar sobre el despiste pedagógico que esto último implica; lo relevante es la
omisión del principio de la educación en el lenguaje, considerado en la Ley como pilar fundamental.
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literatura por la experiencia existencial de leer, escribir o intercambia opiniones? ¿Cuáles
son los métodos didácticos que hay que excogitar o inventar para que se logre lo anterior?
¿Cuáles han de ser los contenidos programáticos que se han de seleccionar en relación con
las competencias que se determinen en los programas?
Parece que la respuesta a la última interrogante es la más evidente: lo que se debe relievar
es la práctica de las formas de comunicación que se pueden constituir en experiencias
nuevas para los estudiantes. Si el texto leído le revela algo importante para el niño o para el
adolescente, si la práctica de escritura le exige poner a prueba su capacidad creativa, si la
discusión sobre un tema requiere el cotejo de argumentos fundados racionalmente,
entonces los contenidos de lectura, escritura o intercambio de opiniones (o disputa
dialéctica) resultan manifiestamente fundamentales.
Creo que la pregunta a la que debe responder una programación sobre la educación en el
lenguaje y la literatura para futuros docentes de la educación sistemática es la siguiente:
¿cuáles son las competencias que los facilitadores (maestros o profesores) requieren y cuál
debe ser el nivel de las mismas para que puedan promover el perfeccionamiento de las
competencias comunicativas de sus estudiantes desde la preescolar a la educación
superior? Pregunta compleja que se complica más todavía si consideramos que su
respuesta implica enmarcar las respuestas particulares en los objetivos de cada uno de los
niveles aludidos.
Sin embargo, el problema anterior presupone una cuestión importante: el maestro, todo
maestro, no importa en que nivel o área ejerza su profesión, deber ser un competente y
responsable usuario del lenguaje. En otras palabras, el que los egresados de los institutos
normales sean expertos y éticamente responsables usuarios del lenguaje no es un aspecto
complementario de sino uno intrínsecamente ligado a su formación profesional.
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9-17.
Esta historia [la historia de la metafísica sobre el ser], como ya dijimos, no es sólo la
historia del desarrollo de ciertas opiniones de filósofos o la historia de la constitución de
cierta mentalidad común; es en primer lugar la historia de ciertos modos de revelarse y de
ocultarse el ser mismo. Lo cual, entre otras cosas, quiere decir que a este desarrollo
filosófico corresponde (como fundado en él) un desarrollo del modo de ser efectivo del
hombre en el mundo: la historia de la metafísica es ante todo, como acabamos de ver,
historia de palabras, pero también es mucho más que eso y no porque las palabras expresan
o reflejan hechos más vastos y generales, como inmediatamente (y “metafísicamente”) nos
vemos llevados a pensar. En ese caso, esos hechos “más vastos” y “generales” estarían
independientemente de las palabras, las cuales se limitarían a ser símbolos de ellos,
descripciones o tan sólo síntomas o rastros. En verdad, en las palabras y en la historia de las
palabras se anuncian las líneas constitutivas de la apertura histórica en la cual ya estábamos
lanzados y solamente dentro de la cual se hace posible “todo acontecimiento histórico”. De
manera que resulta legítimo afirmar que la historia de las palabras aquí reconstruida no sólo
no se limita a expresar hechos y situaciones “más vastos” que el lenguaje, sino que esa
historia funda (como modos de determinarse aperturas históricas en las cuales el hombre se
encuentra sucesivamente) todo aquello que parecía exterior al lenguaje y más vasto que el
lenguaje. Vatt. Int 85-6
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