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INICIA DEMANDA DAÑOS Y PERJUICIOS.

Señor Juez:

JUAN MANUEL KEES, FEDERICO M. EGEA, y NICOLAS


GARCIA, abogados de la matrícula, en el doble carácter de
apoderados y patrocinantes legales, constituyendo domicilio
ad litem en la calle Yrigoyen 530, a V.S. nos presentamos y
decimos:

1.- PERSONERIA:
Que actuamos en nombre y representación de
SERGIO ANDRES CHANDIA con domicilio real en ……………………………………,
conforme lo justificamos con Carta poder (Apud Acta) que
adjunto acompañamos, debidamente certificada y vigente.

2.- OBJETO:
En el carácter invocado, y siguiendo
expresas instrucciones de nuestro poderdante, venimos por el
presente a iniciar acción judicial, contra LA PROVINCIA DE
NEUQUÉN, con domicilio en la calle Belgrano y Rioja, por
daños y perjuicios por la suma de $ 180.000 (pesos ciento
ochenta mil), con más sus correspondientes intereses y
costas, en concepto de lucro cesante, daño emergente, daño
moral y daño psicológico, o lo que mas o en menos resulte de
la prueba, en base a las circunstancias de hecho y de derecho
que a continuación expondremos:

3.-HECHOS:
Que a el año 1998 nuestro mandante fue
imputado, en una causa penal por delito de Robo Agravado por
el uso de armas, robo que fue cometido por personas
desconocidas en el local de Lotería y Quiniela ubicado en
Castelli y Combate de San Lorenzo de la ciudad de Neuquén el
20/02/98, aproximadamente a las 19hs., expediente N°1.123 f
158 año 1998, de la Cámara Criminal Segunda de la ciudad de
Neuquén Capital.

Que, tal como lo sostuvo la Fiscalía en


la audiencia de debate , se puede tener por acreditado la
existencia del hecho y su materialidad, no así respecto a la
autoría. Por todas las declaraciones testimoniales no se
prueba que nuestro representado haya sido autor del hecho.
Ante la clara falta de pruebas la fiscalía se abstuvo de
acusar y, por lo tanto, se lo sobresee en forma definitiva y
se dispone su inmediata libertad.

Que fue detenido por la policía mientras


se investigaba la comisión del robo antes mencionado y luego
llevado a la Comisaría Tercera.

Que en la declaración indagatoria no tuvo


ningún obstáculo en declarar, en función de su inocencia y en
razón de no existir ninguna relación con los hechos
investigados.

Que el 12/03/98 se dictó junto con el


auto de procesamiento la prisión preventiva, utilizando como
fundamento el Juez de Instrucción el "quantum" de la pena
prevista para el tipo (art.166 inc.2° del C.P.), ordenándose
su inmediata detención. Asimismo se decretó el embargo sobre
sus bienes hasta cubrir la suma de $4.000, los que se
estimaban suficientes para cubrir los gastos y costas del
proceso.

Que el auto de procesamiento y prisión


preventiva fue apelado, siendo rechazado el recurso por la
Cámara Criminal.

Que a consecuencia de aquella falsa


imputación, permaneció detenido casi nueve meses, acusado de
Robo Agravado por el uso de armas.

Que al cabo de aquel tiempo de encierro,


finalmente fue absuelto por la Exma. Cámara Criminal de todos
los cargos formulados en su contra.

Que en el prolongado tiempo de detención


sufrido, más allá de haberse sumido en un estado de lógico
abatimiento espiritual, sirvió para ocasionarle múltiples
perjuicios que excedieron lo meramente económico, para
instalarse duramente en su vida de relación, social y
afectiva.
Que así, y a partir de la enunciación que
haremos en capítulos posteriores, cabe resaltar su condición
de vida. Antes de ser imputado de estos hechos se dedicaba a
hacer "changas" con las que tenía en promedio ingresos de
$300 mensuales. Ya que su padre es vendedor ambulante y su
madre es ama de casa, con este dinero se colaboraba con los
gastos del hogar.

Efectivamente, durante todo el tiempo que


duró aquel proceso, y muy especialmente los meses en que duró
el encierro que preventivamente se le impuso a nuestro
mandante, no solo no pudo cumplir con las labores que
realizaba, sino que además perdió la posibilidad de ingresar
en forma efectiva a un empleo.

Que además de lo explicado a V.S. hay que


destacar que, como a la mayoría de las personas que han
estado presas (bajo la prisión preventiva o luego con la
condena) sufren del descrédito social como personas; idéntica
circunstancia de descrédito se da en la faceta económica. El
preso deja la cárcel cuando se va de ella, pero posiblemente
la cárcel nunca lo deje.

La historia de las penas es sin duda más


horrenda para la humanidad que la propia historia de los
delitos: porque más despiadadas, y quizá más numerosas, que
las violencias producidas por los delitos han sido las
producidas por las penas y porque mientras que el delito
suele ser una violencia ocasional y a veces impulsiva y
obligada, la violencia infligida con la pena es siempre
programada, consciente, organizada por muchos contra uno,
Frente a la fábula de la defensa social, no es arriesgado
afirmar que el conjunto de las penas conminadas en la
historia ha producido al género humano un coste de sangre, de
vidas y de padecimientos incomparablemenre superior al
producido por la suma de todos los delitos. Sería imposible
suministrar un inventario siquiera sólo sumario de las
atrocidades del pasado concebidas y practicadas bajo el
nombre de "penas".
IV. RESPONSABILIDAD DEL ESTADO:
Que en líneas generales debemos decir que la acción
reparatoria impulsada encuentra sustento en el reconocimiento
de la personalidad jurídica del Estado, permitiendo de tal
manera dirigir en su contra aquellas acciones apuntadas a
endilgarle responsabilidad contractual y extracontractual y
hacer surgir el consecuente deber reparatorio con bienes
propios, respecto de los actos y hechos estatales emitidos
por sus órganos, en ejercicio de sus funciones del poder,
además de su responsabilidad por su accionar ilícito.

Que asimismo, podemos decir que el


fundamento jurídico de la responsabilidad estatal se
encuentra en la propia Constitución Nacional, toda vez que
como sostiene entre otro Dromi, "Derecho Administrativo", Ed.
Astrea (1992)- la actividad de alguno de sus órganos causa un
perjuicio especial a un habitante de la Nación, en violación
de los derechos que la misma Constitución consagra en su
articulado.

Que así como nuestro ordenamiento


jurídico constitucional reconoce a favor del Estado ciertas
facultades frente a los habitantes, del mismo modo establece
y reconoce también los derechos de los individuos frente al
Estado, persiguiendo equilibrar de tal manera- este juego
cruzado, de tal manera que ante el reconocimiento
indiscutible de las atribuciones estatales, emerjan
protegidos los derechos inalterables de los individuos.

Que en definitiva: del orden jurídico


constitucional y supranacional, nacen, en igualdad de
situación y en equilibrio jurídico necesario, los derechos de
los individuos y las atribuciones del Estado. Estas últimas
no tienen en ningún caso- características suprajurídicas, de
"soberanía" o "imperio", sino que son simplemente
atribuciones o derechos reconocidos por el orden jurídico, y
carentes de toda peculiaridad extraña o superior al derecho.
Si esas facultades son ejercidas con exceso, se transforman
en antijurídicas, y serán dejadas sin efecto por los
tribunales ante el reclamo del individuo afectado. Asimismo
cuando en ejercicio de su actividad lícita, alguno de los
órganos del estado cause un daño (como es el planteo
sostenido en esta demanda) el mismo debe ser indemnizado.

A)RESPONSABILIDAD DEL ESTADO POR SUS


ACTOS LÍCITOS:
Exponemos aquí a V.S. las razones por las
cuales se deberá indemnizar a nuestro mandante, los
fundamentos jurídicos por los cuales el Estado está obligado
a reparar los daños causados a la persona de nuestro
mandante, están dados entre otras cosas por las siguientes
consideraciones doctrinarias.

Que sostener hoy que el Estado es


irresponsable implicaría lesionar principios básicos de
nuestro sistema de derecho y en especial el que a partir de
1789- es fundamento de todo el constitucionalismo: el
principio de igualdad.

Que como tiene dicho Carlos E. Colautti,


es preciso advertir que el punto de partida para el análisis
de la responsabilidad del Estado no es el mismo de la
responsabilidad civil. Los principios clásicos de daño,
antijuridicidad y dolo, culpa o negligencia, no son de
estricta ni necesaria aplicación en la materia y quedan en
cierto modo desplazados por los principios constitucionales
de la inviolabilidad de la propiedad, de reparación integral
y la igualdad.

Que para fundamentar la responsabilidad


del Estado cuando no media antijuridicidad en su conducta, la
doctrina ha formulado diversas respuestas, que a pesar de sus
matices evidencia suficiente coincidencia. Se ha dicho así
que ella se basa "en los derechos adquiridos y reconocidos a
los particulares" (Fiorini, Bartolomé A., "Manual de derecho
administrativo"); y en "violación de los derechos que la
Constitución consagra en los arts. 14 a 20" (Diez, Manual M.
"Derecho administrativo"); en "la inviolabilidad del
patrimonio en la amplia acepción que ha dado la
jurisprudencia" (Gustavino , Elías P. "Indemnización por la
actividad lícita lesiva del estado"); en la "justicia,
equidad, bien común, igualdad ante la ley y defensa de la
propiedad" (Mosset Iturraspe, Jorge "Indemnización de daños
por el estado. Sacrificios de derechos patrimoniales como
consecuencia de actos ilícitos"); a su vez Marienhoff afirma
que "el fundamento de la responsabilidad del estado, ya se
trate del Estado administrador, del Estado juez o del Estado
legislador no es otro que el Estado de derecho y sus
postulados cuya finalidad es proteger al derecho"
(Marienhoff, Miguel S. "Responsabilidad del Estado por su
actividad legislativa" LA LEY 1983 B, 910).

Por otra parte resulta por todos conocido


que el fundamento principal de la responsabilidad del estado
por sus actos lícitos, radica en el hecho de no vulnerar
derechos constitucionales de los ciudadanos.

En este sentido nos explica Delia Matilde


Ferreira Rubio que: "...los principios fundamentales del
estado de derecho suponen la imposibilidad de excluir al
Estado de la obligación de hacer frente a los daños que
provoca con su actividad. Principios como la igualdad ante la
ley, la igualdad frente a las cargas públicas, la
inviolabilidad de la propiedad, entre otros justifican la
obligación de reparación de los daños producidos por el
estado que debe ser garante de estos principios" (Delia
Matilde Ferreira Rubio, LA LEY 1991 E, 470).

De hecho de lo que se habla cuando se


mencionada "actividad licita" es de la facultad legal que el
estado tiene para realizar determinado acto, pero de ninguna
manera ello significa que ese acto no acarree consecuencias
nocivas y dañosas para el individuo a quien el acto esta
dirigido, y mucho menos implica que la licitud obsta a la
reparación puesto que con ese criterio, institutos tales como
la expropiación no merecerían reparación alguna.

Independientemente de que esta parte


tiene serios cuestionamientos respecto de la prisión
preventiva, y su viabilidad dentro del marco jurídico de
nuestra nación, lo cierto es que aún admitiendo que se trate
de una actividad lícita, esta supone indudablemente un serio
perjuicio tanto patrimonial como espiritual para quien
soporta dicha actividad y por lo tanto ese perjuicio debe ser
reparado en la medida en que se demuestre que la existencia
del perjuicio.

No resulta atendible en este sentido,


alegar que el estado tiene, a través de sus órganos, la
facultad de realizar el acto, y que en la medida de que las
razones que llevaron a tomar la determinación no sean
arbitrarias, los daños que ese acto trae aparejados no son
susceptibles de reparación; ello así toda ves que en primer
lugar resulta cuanto menos cuestionable sostener que un acto
no es arbitrario cuando el resultado del proceso demuestra
que la presunción de sospecha que dio lugar a la preventiva
era infundada, y en segundo lugar, pero no por ello menos
relevante, por que si un acto llevado adelante por el estado
apareja a un particular excepcionales perjuicios, debe ser
reparado, por la lisa aplicación de principio
constitucionales con el de reparación integral y de igualad
ante las cargas públicas.

De lo contrario se estaría mezclando la


cuestión de la posibilidad fáctica del estado de dictar la
prisión preventiva, con la obligación que cualquier sujeto
tiene de remediar en cantidad suficiente los perjuicios que
la cause a otro, máxime si a posteriori el propio estado
reconoce a través de sentencia que estaba equivocado.

A este respecto ha dicho la


Jurisprudencia: "La responsabilidad del Estado existe con
prescindencia de la licitud o ilicitud de la actividad o
comportamiento." (CC0102 LP 224954 RSD-51-97 S 1-4-1997, Juez
VASQUEZ (SD) CARATULA: Gomez Alzaga, Martín c/ Prov. de
Buenos Aires s/ Daños y perjuicios MAG. VOTANTES: Vásquez-
Rezzónico, J. C.)

"En un caso de actividad lícita de la


Administración se torna indemnizable el daño provocado a los
particulares, siempre que sea efectivo, individualizado,
evaluado económicamente y se ajuste al concepto de
"sacrificio especial" en el sentido que incida sobre ciertos
individuos y supere los pequeños daños derivados de la
convivencia. En tal caso, la indemnización de dicho daño debe
ser integral." (SCBA, B 51707 S 4-11-1997, Juez NEGRI (MA)
CARATULA: Delta Plata S.A. c/ Municipalidad de Vicente López
s/ Demanda contencioso administrativa PUBLICACIONES: ED 178,
655 MAG. VOTANTES: Negri-Laborde-Hitters-Ghione-Pettigiani-
SanMartín-Salas-de Lázzari-Bissio.)

De lo expuesto surge con claridad que son


totalmente prescindibles para acreditar la responsabilidad
del Estado, las nociones de dolo o culpa, ya que la misma se
aplican en función de parámetros objetivos, y por ello lo
único que se debe demostrar, es la existencia de un daño y el
nexo causal adecuado entre la actividad del Estado y el daño
producido.

Además de lo expresado en párrafo


anterior algunos autores exigen que se trate de un daño
particular, esto es que no recaiga en condiciones
igualitarias sobre todos los ciudadanos, aún en estas tesis,
nuestro mandante se debió sacrificar en pos del bien general,
y es por ello, entre otras cosas, que corresponde indemnizar
puesto que el Estado ocasiona una serie de perjuicios a un
particular para beneficiar al conjunto, luego es el conjunto
o en este caso su expresión máxima, ósea el estado, quien
debe retornarle al particular lo que le quitó, en su justa
medida.

Para finalizar en lo que hace a este


capítulo es necesario dejar constancia que esta parte no
desconoce la naturaleza relativa de los derechos de todos los
ciudadanos y tampoco pretende que cualquier perjuicio sufrido
por los administrados debe ser reparado, pero en el caso el
perjuicio excede la razonable limitación de los derechos que
la convivencia en sociedad implica, puesto que como ya ha
sido expuesto nuestro mandante fue privado de su libertad en
base a un estado de sospecha, no tratándose entonces de un
limitación, sino y muy por el contrario de un cercenamiento
de uno de los derechos mas importantes de los que goza el
hombre.

.INCONSTITUCIONALIDAD DE LA PRISIÓN
PREVENTIVA:
Que independientemente de que esta parte
no pretende, ni persigue en estas actuaciones la declaración
de inconstitucionalidad del instituto de la prisión
preventiva (art. 287 CPP), resulta significativo hacer un
sucinto análisis de las características del instituto que
tanto daño gratuito le proporcionara a nuestro mandante:

Para Hobbes, la prisión preventiva o


provisional, "no es un pena, sino un acto hostil contra el
ciudadano, como cualquier daño que se le pueda hacer a una
persona al encadenarla o encerrarla antes de que su causa
haya sido oída, y que vaya más allá de lo que es necesario
para asegurar su custodia, va contra la ley de la
naturaleza". Para Beccaria, "siendo una especie de pena, la
privación de la libertad no puede preceder a una sentencia,
sino cuando la necesidad obliga". Para Voltaire, "la manera
como se arresta cautelarmente a un hombre en muchos estados
se parece demasiado a un asalto de bandidos". De forma
análoga se expidieron; Diderot, Carrara, Condorcet, Bentham y
otros, denunciando la "atrocidad", la "barbarie" la
"injusticia y la inmoralidad" de la prisión preventiva,
reclamando su limitación, en la duración y en los
presupuestos, a las "estrictas necesidades" del proceso.

La perversión más grave del instituto ha


sido su transformación, de instrumento exclusivamente
procesal dirigido a "estrictas necesidades" sumariales, en
instrumento de prevención y defensa social, motivado por la
necesidad de impedir al imputado la ejecución de nuevos
delitos. Es claro que tal argumento, al hacer recaer sobre el
encartado una presunción de peligrosidad basada únicamente en
la sospecha del delito cometido, equivale de hecho en una
presunción de culpabilidad; y, al asignar a la prisión
preventiva los mismos fines de la pena (además de el mismo
contenido aflictivo) muta de "medida procesal o cautelar" a
una ilegítima pena sin juicio.

En lo que hace a las consideraciones


técnicas del instituto de prisión preventiva, es de mencionar
que es ya de vieja data la discusión acerca de la
constitucionalidad o no de este instituto el de la prisión
preventiva o arresto preventivo- en función de los textos de
las constituciones tanto nacional como provinciales. A raíz
de la reforma de la Constitución Nacional del año 1994 y como
consecuencia de esta reforma- la incorporación al orden
constitucional argentino de varios tratados, pactos y
convenciones sobre derechos humanos surge con mayor fuerza la
necesidad de volver a estudiar este instituto, demostrando su
incompatibilidad con las normas fundamentales de nuestro país
y, aunque sea mínimamente, colaborar para disminuir los
niveles de violencia existentes hoy día en nuestra comunidad.

Hasta la persona más ingenua registra


que el arresto de una persona durante el proceso lleva en si
como mínimo una contradicción, cual es que una persona
inocente (hasta que por una sentencia condenatoria firme se
disponga lo contrario) permanezca en prisión.

Sin duda alguna, y en el caso siguiendo a


Vitolo, las reglas procesales relativas al arresto preventivo
persiguen no de manera explícita, pero si de manera más bien
evidente y alcanza finalidades de control social punitivo
inmediato.

En consecuencia, las reglas procesales


locales las que regulan la materia del arresto preventivo, y
lo hacen, por lo general, restringiendo la llamada presunción
de inocencia al admitir la posibilidad de la detención del
imputado para cualquier delito.

Como alternativa de esta facultad de


restringir la libertad del imputado hasta el momento de la
sentencia, los Códigos de Procedimientos establecen distintos
regímenes de excarcelación y eximición de prisión, que
procuran garantizar por una vía que no signifique la
detención del imputado, su comparencia al proceso.

Ello hace que en la práctica, de acuerdo


con la forma de la mayoría de las legislaciones procesales de
la Argentina, el principio básico o regla general es el de la
detención, fundada en razones de seguridad a través de un
difuso concepto de peligrosidad, siendo la excarcelación y la
eximición de prisión, en consecuencia, excepciones al
principio general.
En este orden de ideas es de mencionar
que entre las inconstitucionalidades que encontramos con
respecto al arresto preventivo se destaca: el hecho de que un
poder constituido (como ser la Legislatura Provincial y el
Congreso Nacional) se ha arrogado funciones que no le
competen como ser en este caso reformar la constitución, y
han dictado sendos Códigos Procesales en clara violación a la
constitución Nacional y los pactos de derechos humanos. Esto
porque han establecido un instituto como ser la prisión
preventiva derogando derechos conferidos por la constitución
nacional tarea que sólo puede ser realizada por una
convención convocada a ese efectos. Y ya adelantándonos en el
análisis podemos decir que han violado la presunción de
inocencia y el principio de legalidad, en cuya razón nadie
puede ser penado sin juicio previo fundado en ley anterior al
hecho del proceso, juicio que el caso del arresto preventivo
recién está comenzando y, por ende, no puede dar lugar a
ninguna pena.

Asimismo se puede mencionar de manera


ilustrativa: La violación al debido proceso y a la defensa en
juicio; Desigualdad ante la ley, dado que el arrestado
preventivamente carga, durante el juicio previo, un estigma
mucho más perjudicial que el que lleva consigo el individuo
que llega libre al momento de la sentencia y se encuentra,
por ello, obligado a afrontar un mayor peligro de condena.

VI. INDEMNIZACIÓN:
A)CRITERIO: Que conforme lo dice la
doctrina especializada en el tema traído a V.S. (Héctor C.
Superti, "derecho procesal penal" pgs.184, 185 y sgts.)como
las medidas cautelares se suelen tramitar in audita parte
(por su propia naturaleza y finalidad como regla no se
sustancian), aparece el riesgo de que, tiempo después, se
verifique que fueron trabadas sin derecho y que causaron
perjuicio.

Que ante ello es necesario garantizar


para esos casos que ese daño sea efectivamente reparado. En
consecuencia, en el terreno del derecho privado, los códigos
normalmente exigen a esos fines una contracautela a otorgar
por quien la solicita. En ese campo se ha discutido si la
contracautela es un requisito de la procedencia o de la mera
ejecución de las medidas asegurativas. Si se profundiza en la
cuestión, se advierte que el verdadero recaudo (presupuesto)
es la posibilidad de indemnización de los daños injustos,
siendo la contracautela simplemente la forma de garantizar
ese extremo.

Que en el ámbito del derecho procesal


penal se verifica que las medidas de coerción, de naturaleza
cautelar, son promovidas por el Estado, y como se lo presume
solvente, no se le puede exigir contracautela. Ello no
significa descartar la obligación de indemnizar si fueron
aplicadas sin derecho y produjeron daño.

Que en este sentido entiendo (dice el


autor mencionado, criterio que hacemos propio), innegable la
responsabilidad del estado en cuanto a indemnizar los daños
causados cuando la privación de libertad, cautelarmente
dispuesta, a la postre resultó inútil porque el imputado fue
sobreseído o absuelto, como resultó en este caso.

Que en este tema es importante


profundizar la naturaleza de esa obligación de reparar y el
fundamento y alcance de la consecuente indemnización.

Que algunos sostienen, equivocadamente,


que para que proceda la indemnización se requiere de
arbitrariedad en la privación de libertad. El tema debe
encararse desde otro punto de vista, pasando por alto la
cuestión referida a la arbitrariedad o al error (casos en los
cuales, sin duda alguna, cabe la responsabilidad estatal).

Que debe considerarse, en este caso


traído a V.S., que la fundamentación jurídica de la
responsabilidad del Estado en estos casos es similar a
aquella que tiene de indemnizar el valor de los bienes que
expropia.

Que nuestra Constitución Nacional, si


bien reconoce el derecho de propiedad, entiende que, a veces,
en aras del interés público hay que sacrificar ese derecho. Y
para esos casos ha previsto la expropiación, compaginado
ambos intereses (el del propiedad del particular y el de
interés público del Estado).

Que en función de ella, quien se ve


afectado en su propiedad por el Estado debe ser indemnizado,
extremo que diferencia este instituto de la confiscación,
prohibida por la Ley Suprema.

Que en criterio de esta parte, hay que


aplicar iguales criterios a la restricciones de libertad
dispuestas en los procesos penales.

Que si una persona es enjuiciada, máxime


en delitos de acción pública, se supone que hay un interés
público en juzgarla.

Que el imputado (al igual que el


propietario del bien declarado de utilidad pública) no quiere
someterse al reclamo estatal, en caso de enjuiciamiento, y
mucho menos perder, en aras a la realización de aquél, su
libertad.

Que se advierte, en este sentido, un


conflicto similar al de la expropiación, con la diferencia
que en lugar de estar comprometido el derecho de propiedad lo
está el de libertad frente al Estado que invoca actuar para
el logro del bien común.

Que en definitiva, el expropiado y el


encarcelado preventivamente tienen en común haber perdido un
derecho (de propiedad el primero y de libertad el segundo)
frente a la actuación pública del Estado.

Que en nuestro sistema, si luego del


juicio penal la persona resulta condenada, el Estado le
reconocerá el tiempo de prisión preventiva sufrido y le dará
una suerte de "vale equivalencia" consistente en la
posibilidad de utilizar días de prisión preventiva sufrida a
cuenta de la pena que aplique.

Que quiere decir esto que, en caso de


condena a pena de prisión o reclusión, el encierro cautelar
durante la vigencia del estado o presunción de inocencia es,
en definitiva, indemnizado porque se lo toma "a cuenta" de la
pena que se aplique.

Que cabe señalar que esos cómputos sólo


encuentran explicación en compensar el tiempo de detención
preventiva.

Que esta compensación es, en definitiva,


y tal como lo adelantara, una suerte de indemnización en
especie por el tiempo de privación de libertad sin condena.

Que se produce ante esta situación una


desigualdad: si la persona no es condenada a una pena
privativa de libertad efectiva, ya sea porque resulta
condenada en suspenso, absuelta o sobreseída, en un proceso
sin irregularidades, nada percibe por su encarcelamiento, a
diferencia de los condenados a pena privativa de la libertad
efectiva que utilizaban (antes de la derogación de la ley de
"2X1") ese tiempo a cuenta de ella.

Que es absurdo pensar que se le de un


"vale" para que, si eventualmente, algún día tiene que
cumplir prisión efectiva por otro hecho, pueda usarlo para
compensar esa pena con aquél encarcelamiento cautelar.

Que ante esta situación cabe preguntarse


¿si a aquél a quien el Estado le quita la propiedad por una
causa de interés común debe indemnizarlo, por qué no
corresponde la misma respuesta a quien le quita su libertad
por una causa de interés común, cual es el esclarecimiento de
la comisión de un delito, y su consecuente punición?

Es evidente la situación de desigualdad


referida, la que se agrava si se tiene presente que se
recompensa a través del cómputo paradójicamente- sólo a
quienes resultan condenados a pena efectiva.

Ante ello se presenta como razonable y


justo que se indemnice a los imputados privados de su
libertad durante el proceso por el tiempo de detención y
prisión preventiva que no se compense con pena efectiva
impuesta en la condena, por las mismas razones que se
justifica la indemnización en la expropiación.

Que este criterio es el propuesto por


C.S.J.N. (fallos, 195:66) citado por José Luis Amadeo "LA
RESPONSABILIDAD DEL ESTADO POR SUS ACTOS LÍCITOS según la
jurisprudencia de la Corte" , "si bien puede divergirse sobre
los fundamentos de la teoría de la responsabilidad del Estado
por los daños causados sin culpa a los particulares, es
indudable que entre nosotros esa responsabilidad nace de la
garantía de la inviolabilidad de la propiedad consagrada por
los arts. 14 y 17 de la Constitución Nacional y que la forma
de hacer efectiva esa garantía es necesario buscarla en los
principios del derecho común, a falta de disposición legal
expresa, pues de lo contrario la citada garantía
constitucional sería ilusoria... no hay duda que la solución
debe buscarse en los principios generales del derecho y en
las disposiciones que rigen situaciones análogas, de acuerdo
a lo dispuesto por el art. 16 del Código Civil y que no hay
otras que las que rigen la expropiación". (la negrita y el
subrayado nos pertenece).

Que cabe resaltar que algunas


legislaciones tiene prevista la indemnización a quienes
estuvieran privados de su libertad y fueran absueltos o
sobreseídos definitivamente (art.8 de la ley 1648 Pro. De
Santa Cruz).

Que cabe también resaltar la violación al


principio de igualdad ante las cargas públicas, art. 16 de la
Constitución Nacional, al ser sometido a prisión una persona
que, siendo inocente, debe permanecer en prisión. Esto sucede
porque el Estado es ineficiente al investigar hechos
delictivos, ya que no permite a los ciudadanos gozar de sus
derechos (y en este caso uno de los más importantes luego del
derecho a la vida como es el derecho a la libertad y al pleno
e irrestricto cumplimiento de la presunción de inocencia).

A)DAÑO RESARCIBLE: Que el Código Civil


define al daño como perjuicio susceptible de apreciación
pecuniaria causado a otro, sea directamente en las cosas de
su dominio o posesión, o indirectamente por el mal hecho a su
persona o a sus derechos o facultades (art. 1068); como
asimismo el agravio moral (art.1078), que recae sobre los
sentimientos espirituales o afecciones legítimas. De modo que
puede sintetizarse la noción de daño, en cuanto presupuesto
de la responsabilidad civil, como lesión o menoscabo a un
interés patrimonial o extrapatrimonial, acaecido como
consecuencia de una acción.

B) DAÑO MORAL: Que por el accionar del


Estado Nacional se han generado inseguridad, temor,
angustia, se han lesionado los sentimientos de nuestro
mandante, lo cual genera dolor o sufrimiento físico,
inquietud espiritual o agravio en afecciones legítimas
desarrolladas con anterioridad a causa de las siguientes
circunstancias que he tenido que sobrellevar:

En primer lugar, demás está decir que


resulta un hecho exento de prueba, ya que considera esta
parte que no puede ser controvertido, que la permanencia de
una persona en prisión causa un daño, psíquico, físico y
moral. Se probará en esta causa la cuantía o magnitud del
daño o perjuicio sufrido, pero demás está decir que considero
imposible de desacreditar que se haya sufrido un perjuicio.
Cualquier mortal considera a la cárcel como un lugar
degradante, ya que se halla organizada como un sistema en el
que el recluso pasa a ser una cifra, una unidad que se mueve
al compás y en torno de un automático sistema de vida
proveniente ya sea del propio carácter aflictivo de la
penalidad o de exigencias prácticas de organización y
dirección del penal. Todo ello ha conformado esquemas
arraigados de disciplina y rigorismo en la mentalidad del
carcelero, y se instrumenta con una arquitectura severa. Ese
mismo edificio que se erigió como expresión de custodia, con
su atmósfera de aglomeración consecuencia de haber
considerado al delincuente con odio -, no puede
acondicionarse hoy a los fines del tratamiento penitenciario
que posibilite la llamada readaptación social. Es que no
existen posibilidades de ejercer con eficacia terapia alguna,
ya que difícilmente podrá educarse para la libertad en un
mundo de sordidez y tensiones agobiantes. La cárcel es un
lugar donde la libre iniciativa se halla frustrada moral,
síquica y físicamente por los altos muros, los cerrojos y
aparejos de superseguridad que expresan en forma contundente
que la finalidad de ese sitio es tan solo el depósito y la
contención. Actualmente las instalaciones carcelarias son
fiel reflejo de la política penitenciaria represiva y que los
hombres que la informan y sus instalaciones, ejercen
influencia en tal sentido sobre cualquier programa que se
lleve a la práctica. Demuestran, sobre todo, la valoración
que da al ser humano el régimen político imperante. Un doble
círculo murallas de cemento y murallas humanas- dan
impermeabilidad a estos enclaves que algunos internos
denominan "depósitos de gente". El resultado es disfuncional
para la readaptación de los individuos al medio porque,
precisamente, se los desconecta de él. Aquí la libertad es
encerrada, contorneada por el doble muro de piedras y de
individuos. Aquí se queda uno "etiquetado" para el futuro,
con grave riesgo de una detección ulterior diferencial. Este
etiquetamiento permanece con uno para el resto de su vida
como una sombra que acompaña al cuerpo, no pudiendo borrarse
nunca de la memoria de los demás el recuerdo de que uno
estuvo en preso, y que como se suele escuchar decir "por algo
habrá sido".

Que el ejercicio de la autoridad, así


como el régimen alimenticio influye en las relaciones
personales, con los demás detenidos y con la familia. La
alimentación es escasa y de mala calidad. La comida parece
hecha para los perros y no para seres humanos, dependiendo
siempre el preso, como en este caso traído a V.S. de los
alimentos traídos por los familiares. La escasez de alimentos
produce mayor conflicto y desintegración. Esta situación ha
provocado constantes internaciones en el hospital.

Que además de esto el derecho a la


educación es coartado, impedido. Se le ha privado de un
derecho muy fundamental del ser humano. Mediante la educación
el individuo aprende a bucear su propio "yo" y se le abre un
camino. Su signo positivo es que posibilita una nueva
apertura ante la vida, se ensancha el repertorio de
expectativas.

Que entre otras cosas el procesado apenas


ingresa a prisión, va conociendo día a día a los seres con
los que deberá convivir y adecuarse a las nuevas condiciones.
El instinto sexual está aquietado por el impacto emocional de
la detención, el ajetreo tribunalicio de la causa y la
situación familiar. Después de un cierto tiempo principia a
repiquetear el aguijón del sexo, el mundo imaginativo, las
sensaciones, los deseos hasta entonces latentes. El
contragolpe del instinto suele tornarse vigoroso e
irresistible. Se condena al encartado a sufrir la abstinencia
sexual, obligando al detenido a la autosatisfacción, cuestión
esta que prolongada en el tiempo trae consecuencias lesivas
en la psique de un sujeto sexualmente adulto, dado la
promiscuidad de los centros de detención. La sola posibilidad
de desarrollar la vida sexual dentro de una cárcel o una
comisaría es de por si denigrante.

Que cabe resaltar que nuestro mandante se


ha visto privado de desarrollar plenamente su vida de
relación. Sus relaciones de amistad se han visto
perjudicadas, imagine V.S. lo grave que ha sido para el no
poder estar durante tanto tiempo con sus amigos. Relaciones
estas que son fundamentales para el ser humano, las que
injustamente se han quebrantado. Con su familia (sus padres y
sus hermanos) se han complicado los encuentros, desde ya
tenga vuestra señoría presente la escasez de dinero del
núcleo familiar del cual proviene por lo que las visitas de
sus hermanos fueron pocas, coartándose sin ningún derecho de
la posibilidad de compartir momentos junto a su familia,
salvo las contadas ocasiones en que pudo estar con toda su
familia junta en la cárcel. Esto ha provocado una grave
lesión a su persona, produciéndose durante mis largos nueve
meses de prisión una gran soledad.

Que por lo antes expuesto demás está


decir que son graves los perjuicios ocasionados por la
permanencia en prisión de un inocente, como en el caso traído
a V.S..

Que desde ya vamos adelantando a V.S. que


se solicita una "indemnización integral" del daño que se ha
causado. Tal concepto está expresamente formulado en el caso
"Provincia de Sta. Fe c/Nicci" de 1967- en el que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación define que indemnizar es
"eximir de todo daño y perjuicio mediante un cabal
resarcimiento" y ese cabal resarcimiento no se logra si el
daño o perjuicio subsisten en cualquier medida.

Que tiene dicho la Corte Interamericana


de Derechos Humanos (1998/08/27 Garrido y Baigorria, LA LEY,
1999-A,233) "el daño moral resulta evidente cuando una
persona, sometida a tratamientos crueles y a suplicio,
experimente un perjuicio moral, y su producción no requiere
pruebas, resultando suficiente el reconocimiento de
responsabilidad efectuado por el Estado".

Que por las circunstancias mencionadas y


el menoscabo espiritual que estas aparejaron y aparejaran, a
nuestro mandante, por el resto de su vida, es que en concepto
de daño moral se solicita a V.S. se determine con la suma de
pesos ciento veinticinco mil ($ 125.000), o lo que en mas o
menos estime prudente V.S., puesto que solo así se llegará a
la determinación equitativa de la cuantía del daño no
mensurable.

B)DAÑO PATRIMONIAL:
Como producto de la prisión que se impuso
no pudo trabajar. perdiendo de esta forma toda la ganancia
que esta actividad le redituaba estando en libertad, no sólo
a nuestro mandante sino también a toda su familia, dado que
estando en libertad el trabajo de nuestro representado era
fundamental para su hogar, reportando aproximadamente $300
por mes con los que colaboraba en su casa, pagando algunos
impuestos, comprando comida y ropa. De esta manera se ha
visto privado de aportar a su hogar luego de estos nueve
meses de injusta prisión la suma de pesos $2.700, los cuales
desde ya vamos adelantando solicitamos se vean resarcidos,
así como de la pérdida de posibilidad de conseguir un trabajo
efectivo, que en su búsqueda durante nueve meses hubiese sido
posible encontrar (llamado por la doctrina sostiene la más
respetada doctrina nacional -Bustamante Alsina, Llambías,
Orgaz, Acuña Anzorena- y jurisprudencia pérdida de chance).

Es por ello que en concepto de daño


patrimonial solicito la suma de pesos cinco mil ($ 5.000).
C)DAÑO PSICOLOGICO:
En primer lugar, esta parte considera
necesario, esbozar una definición de el daño psicológico, en
ese sentido entendemos por tal, la perturbación en el
equilibrio espiritual de carácter patológico.

Asimismo es necesario poner de manifiesto


que es esencialmente el carácter patológico el que lo
diferencia del daño moral, puesto que al ser una afección de
la psique, reconoce un origen y admite también un
tratamiento que siendo adecuado puede aspirar a eliminar o al
menos morigerar la afección psicológica.

Que la mencionada distinción reviste


capital importancia a la hora de resarcir, sobre todo en
miras a esa pequeñísima parte de la doctrina y la
jurisprudencia que opinan que el daño moral y el psicológico
son una misma cosa o que se subsumen el uno al otro y por lo
tanto forman un solo rubro indemnizable.

En lo que refiere a la diferenciación del


daño psicológico con el daño moral, nos explica Hernán Daray:
"Como primera observación se impone el deslinde de áreas en
ese punto de encuentro, o sea que la perturbación del
equilibrio espiritual asume en el daño psicológico el nivel
de las patologías. La cualidad de patológico empero, no se
configura exclusivamente a través de la hermenéutica de
textos legales, dado que su estudio no pertenece al ámbito
jurídico, si no que requiere del auxilio de las disciplinas
que integran el campo de la salud mental, fundamentalmente de
la Psiquiatría o de la Teoría Psicoanalítica". (HERNAN DARAY,
DAÑO PSICOLOGICO, 2ª Edición Actualizada y Ampliada, Pág. 25,
Ed. Astrea, Buenos Aires 2000.).

Es en estas apreciaciones que el


prestigioso autor nos da la segunda gran diferencia entre el
agravio moral y el psicológico, y es lisa y llanamente que el
agravio psicológico debe ser probado, y solo será indemnizado
en la medida que arroje la probanza, en cambio el daño moral
se presume ante la existencia del hecho dañoso.
Aclarado lo precedente, resta manifestar
que la vivencias antes relatadas, le han provocado a mi
mandante toda clase de trastornos en lo psicológico, lo cual
es mas que esperable, teniendo en cuenta que fue sometido al
peor castigo que puede recibir un hombre: LA INJUSTICIA.

Imagínese sino V.S. las secuelas que


puede dejar en la mente de una persona, el hecho de perder el
bien mas preciado, después de la vida, durante nueve meses, y
lo que es peor, sabiéndose totalmente inocente, clamando su
inocencia a los cuatro vientos y no siendo escuchado por
nadie, en esta situación se encontró nuestro mandante durante
todo el período que duró su detención.

Estas secuelas deberán ser tratadas por


especialistas pero aún así han calado tan hondo que es
imposible que desaparezcan, dado que el hecho que las generó
acompañará a nuestro mandante por toda su vida.

Es por ello que solicitamos en concepto


de daño Psicológico la suma de pesos cincuenta mil ($
50.000), a fin de solventar el tratamiento psicológico y de
menguar la secuelas incurables a través de la aplicación de
lo que se ha denominado "compensación de placeres".

Dado que si bien es seguro que mi


mandante no podrá eliminar todo el daño mental que la
experiencia le produjo, al menos podrá distraerse accediendo
a bienes de consumo, o confort.

VII PRUEBA:
1)DOCUMENTAL: lo que se adjunta consiste
en:
-Copia de la Sentencia mediante la cual
se dicta el sobreseimiento definitivo de nuestro mandante.
-Copia de la Resolución Interlocutoria,
mediante la cual se ordena la prisión preventiva de mi
mandante.

2)INFORMATIVA: se libre oficio al Juzgado


e Instrucción Penal Nº 4 de la ciudad de Neuquén, a fin de
que remita a estas actuaciones el Expte. caratulado: "CHANDIA
SERGIO ANDRES S/ROBO AGRAVADO POR EL USO DE ARMAS" (Expte. Nº
1123 Fº158 año 1998).

3)TESTIMONIAL: se cite a prestar


declaración testimonial a:
-JORGE OMAR FUENTES, D.N.I. Nº
13.254.423,con domicilio en Mza. 82, Dpx. 38, Bº San Lorenzo,
de la ciudad de Neuquén.
-MARIO ZAPATA, D.N.I. Nº 92.681.362, con
domicilio en calles Asmar y Castelli, Bº Villa Ceferino, de
la ciudad de Neuquén.
4)PERICIAL:
Se proceda a la designación de un perito
Psicólogo, a fin de que, luego de analizar a nuestro
mandante, informe:
a) Si la circunstancia de encontrarse
privado de la libertad es un acontecimiento con entidad
suficiente como para causar un daño o trastorno psicológico
en una persona normal.
b) Si SERGIO ANDRES CHANDIA padece algún
trastorno psicológico.
c) En caso afirmativo para que informe si
ese trastorno tiene relación de causalidad con el periodo en
el que se encontró preso.
d) En caso afirmativo, para que informe
La intensidad, y manifestaciones sintomáticas del daño
psicológico.
e) Para que informe, en caso de existir
daño psicológico, las posibilidades, forma, tiempo y precio
de una terapia de recuperación adecuada.
f) Probabilidad de que exista un resto
dañoso no asimilable para el aparato psíquico; y en caso
afirmativo entidad y cuantía de ese remanente.
g) En caso de existir daño psicológico,
para que informe si existen modificaciones del equilibrio
espiritual que puedan convertirse en un terreno fértil para
futuras neoformaciones ante otras situaciones de perdida.
h) Cualquier otra circunstancia que a su
criterio pueda resultar de interés para la causa.
VI. DERECHO: Que fundamos el derecho de
nuestro mandante en los artículos 17 y 16 de la Constitución
Nacional, arts. 1113 y 1109 del Código Civil y demás Concs..

VII. PETITORIO:
Que por lo expuesto solicitamos a V.S.

1)Nos tenga por presentados, por parte en carácter invocado y


por constituido el domicilio legal y denunciado el real.

2)Se corra traslado de la demanda a sus efectos legales.

3)Se agregue la documentación acompañada.

4)Oportunamente se produzca la prueba ofrecida.

5)Se haga lugar a la demanda incoada, en todos sus términos,


con expresa imposición de costas a la contraria.

PROVEER DE CONFORMIDAD
SERÁ JUSTICIA

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