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EL LUGAR DEL PADRE EN PSICOANÁLISIS – LOS TRES TIEMPOS DEL EDIPO – LA METÁFORA PATERNA

Lacan dice que la pregunta qué es un padre recorre toda la obra de Freud, lo cual quiere decir que estuvo siempre presente en el
psicoanálisis desde el origen. Freud tiene dos textos fundamentales para dar cuenta de lo que es un padre para el psicoanálisis:
- Tótem y Tabú
- Un recuerdo en la acrópolis
Lacan se va a ocupar a lo largo de su obra del padre. Primero tiene una versión más desde la lectura de Freud, después, a partir del seminario
17, hace su propia conceptualización del padre.
El padre es un lugar, lo cual quiere decir que el padre no tiene demasiado que ver con el papá, el padre de la realidad, el que a cada uno le
tocó. Lacan desempiriza más al padre que Freud, y no va a estar de acuerdo con los conceptos de la psicología como “padre ausente,
borrado”, ya que padre presente no garantiza nada (ej. en Hans).
Lacan va a decir que el padre es un significante, que va a llamar Nombre del Padre (NP). Se trata de ir más allá de la imagen del padre para
centrarnos en su función. El padre es su función. La función es una cosa y la presencia real es otra.
Lacan explica la psicosis causada por la no inscripción del nombre del padre, la forclusión del nombre del padre, hay un agujero.

“¿Qué es el padre en la obra de Lacan cuando conceptualiza el significante del Nombre-del-Padre? Se trata allí del padre en tanto
significante, del padre como significante de la ley en el Otro, del padre simbólico”. Es el significante de la ley que tiene que estar inscripta en
el Otro. El Otro es el lugar del significante. En ese lugar del significante tiene que inscribirse un significante fundamental, el NP como
significante de la ley. Dos dimensiones del Otro: lugar del significante (el Otro del lenguaje) – lugar de la ley ( S , el Otro barrado, de la
castración, de la falta, del deseo). Del padre simbólico porque está representado con un significante, no con una persona real.
“Un significante que pertenece al Otro”. El padre para Freud, en Tótem y Tabú, es el animal totémico, es el padre simbólico, el padre que
inscribieron los hijos cuando lo mataron. Está inscripto en el Otro.
“La atribución de la procreación del padre no puede ser efecto sino de un puro significante, de un conocimiento no del padre real, sino de lo
que la religión nos ha enseñado a invocar como el Nombre-del-Padre […] el padre simbólico en cuanto significa esa ley es, por cierto, el Padre
muerto”. Padre como significante privilegiado inscripto en el Otro, NP inscripto en el Otro. En ese tesoro del significante que es el Otro tiene
que estar inscripto este significante primordial.
“Padre muerto en tanto significante, en tanto Nombre-del-Padre. Se trata del padre como significante privilegiado en el Otro”. Padre muerto
devenido significante, devenido NP. Para que haya un padre totémico el padre primero debe haber muerto.
“Reconsideraremos la función del padre, pues el haber adquirido el significante del Nombre-del-Padre es esencial para la constitución del
sujeto. El haber adquirido el significante del NP es esencial para la constitución del sujeto. Si no lo adquirió es un sujeto, no va a ser un sujeto
barrado.
“Este significante nos revela que más allá del otro, es necesario que exista lo que da fundamento a la ley”. Es decir, lo que regula al otro, más
allá del otro tiene que estar la ley, sino estamos a merced del capricho de la madre, una madre no regulada por la ley (la de Hans por ej.) En
algún momento tiene que haber algo que regule el goce de la madre.
“Para articular el Nombre-del-Padre, en tanto puede ocasionalmente faltar, con el padre cuya presencia efectiva no es siempre necesaria
como para que no falte, introduciremos la expresión “metáfora paterna”. Es una operación por la cual se inscribe el NP que da como
resultado un sentido nuevo. Hay padres que para lo que están sería mejor que no estuvieran, y otros que no se necesita la presencia real,
afectiva y constante y sin embargo ahí la inscripción de la ley en el sujeto se dio.
“La función propia significante la pone en evidencia. Debe leerse como metáfora del padre, ubicarla en el campo de la sustitución: sustitución
del padre - padre sustituido. El padre sustituido es el padre en lo real, es el padre muerto en el origen. El padre metáfora es el padre función
de discurso, función de habla. Pero no porque hable, sino porque desde esta función es efecto de significante. Aclararemos esta problemática
al referirnos a algunos aspectos de la hipótesis freudiana de Tótem y tabú. La respuesta de Freud a la cuestión del padre puede resultar
asombrosa, ya que considera que lo que asegura la prohibición del incesto en el grupo social, es el padre muerto. Entonces, la función del
padre totémico es el padre muerto”. Esto es un mito, pero habla de este primer momento del padre. Asegura, una vez asesinado (parricidio),
ser elegido como padre. Antes era un macho tribal. El asesinato posibilita la metáfora, pasar del padre real al padre simbólico, ó del padre
imaginario (el de Tótem y Tabú, el padre rival, el que se pelea como toda relación imaginaria por un mismo objeto), el cual al matarlo se
convierte en ley, o sea el padre simbólico, por eso se puede representar por un Tótem, es un significante que significa la ley que regula a los
del clan, no es necesario que esté el padre para que se cumpla la ley porque ésta ya está inscripta.
“Freud conecta la prohibición del incesto universal con el totemismo: los distintos tótems dentro del grupo social cumplen la función de
resguardar del incesto”. El Tótem funciona como padre en su dimensión simbólica, representa el “no”, la prohibición, “no tendrás relaciones
con las mujeres del mismo grupo”. El Edipo, la prohibición es universal, no hay comunidad que no se constituya alrededor de una prohibición
que dio origen a la ley.
“El punto de partida es un libro de Robertson Smith sobre la religión de los semitas donde el autor expone la opinión de que una comida
totémica formaba parte de los rituales del totemismo. Por medio de un conjunto de deducciones e inducciones, Freud formula una hipótesis:
tal comida, que reunía a los miembros del clan, se originaba en rituales primitivos de sacrificios de animales y su posterior ingesta”.
Primero se lo mataba y después se lo comían los distintos miembros del clan.
“El banquete en común estrechaba las relaciones de los miembros del clan. Por lo demás, se mata primero al animal, después se lo llora, y
luego el acto de su devoración constituye en una fiesta. Todo el ritual representa un pasaje de lo profano a lo sagrado, de lo individual a lo
comunitario: lo prohibido al individuo (la devoración del animal totémico) está permitido a la reunión grupal. Cabe preguntar: a quién
representa el animal que está en juego en el ritual. Ese animal muerto, y llorado, contesta Freud, no puede ser otro sino el padre”. El padre
simbólico, representado por el animal asesinado, comido y llorado.

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“Es interesante el modo en que Freud llega a esta conclusión. Lo hace comparando los datos de Smith con los datos de la clínica: la
observación de las fobias infantiles en donde el animal temido simboliza al padre”. Sustitución del padre por el animal. “Freud opera una
superposición de discursos, el antropológico con el psicoanalítico: de la fiesta a la fobia”. De la fiesta, comida totémica, donde el padre
deviene padre simbólico, a la fobia, donde el caballo representa al padre de Hans. La fobia tiene que ver con un momento en que falló la
metáfora paterna, en el neurótico está inscripta, pero falla. Tótem y Tabú da cuenta de una herencia, de la fiesta a la fobia. En ambos casos
el animal representa al padre simbólico.
“Para sostener esta conexión es preciso relacionarla con la hipótesis darwiniana del estado primitivo de la sociedad humana: en el comienzo
la sociedad estaba constituida por una horda primitiva y salvaje dominada por el padre, el único que tenía acceso a las mujeres; la
dominación de este macho poderoso despierta el odio de los hermanos (hijos), quienes se conjuran para matar al padre y apoderarse de las
mujeres”. Era más un macho poderoso, un alfa que un padre, el cual es cuando es asesinado. “Consumado el acto, el crimen del padre, las
mujeres del grupo están igualmente prohibidas para los hombres del mismo grupo: no dejan de observar la ley de la prohibición”. Solo que
esta vez en vez de ser el padre el que prohibía, el propio grupo se prohíbe como ley. Pasan del capricho del padre a la ley del grupo. “Para
Freud, las razones que permiten dar cuenta de ese pasaje, de esa transformación donde el resultado no coincide con el móvil, no es otro que
la culpa”. Aparece la culpa porque a ese padre que odiaban también amaban, y por eso lo devoran como prueba de identificación con él,
para introyectar sus cualidades. El canibalismo es más un acto de amor que de odio. En la identificación refuerzan el lazo. Una vez muerto,
satisfecho el odio, surge el amor y luego la culpa por haberlo matado. “Una vez muerto el padre, satisfechos los sentimientos hostiles y el
odio, surge el amor. El resultado de esta ambivalencia posterior es el sentimiento de culpa”. Ambivalencia, amor – odio hacia una misma
persona, la cual da culpa por haber agredido a alguien a quien también se amaba. La culpa hace que se sometan a la ley: “obediencia
retrospectiva”. “El asesinato del padre que debía haber conducido a la apropiación de las mujeres, culmina en lo contrario”. No abre la vía del
goce a las mujeres, sino que por la culpa se hace esto una prohibición para todo el clan. “La culpa se alimenta de la obediencia al padre
después de la muerte, obediencia retrospectiva”. La culpa refuerza la prohibición que es más fuerte que cuando el padre vivía. “La muerte
reasegura así la norma social: padre muerto asesinado que aparece en el seno del discurso mítico”. El asesinato del padre reasegura la norma
social, da origen a la ley. Aunque esto es mítico, Freud lo encuentra en la clínica como en la neurosis. “Es pues, entre el significante del
nombre propio de un hombre y el que lo cancela metafóricamente, donde se produce la chispa “poética” (creación de sentido) (que tiene toda
metáfora) eficaz para la significación de la paternidad dado que reproduce el acontecimiento mítico en el que Freud reconstruyó la andadura
del misterio paterno en el inconsciente de todo hombre”. Tiene que ver con que todo hombre en el incc mató al padre.
“La función propia significante pone en evidencia lo que Lacan denomina metáfora paterna o padre efecto de significante. La metáfora
paterna implica algo a lo que no se puede acceder: la madre en tanto mujer vedada”. Eso es lo que viene a decir el padre.
“Podría pensarse que es obscena y feroz la figura del padre primordial que inagotablemente no se redime en el eterno enceguecimiento de
Edipo, pero es a las mismas necesidades del mito a las que responde esa imperiosa proliferación de creaciones simbólicas particulares en las
que se motivan los neuróticos”. Lo encontramos en los síntomas, las fantasías, los sueños de los neuróticos a todo esto.
“La constitución de la primera realidad se realiza sobre el eje de la relación primordial del niño con su madre (identificación especular). Se
constituye el principio de realidad por cuanto entra en juego el significante (como segundo paso). Aún antes de la adquisición del lenguaje en
el plano motor, hay, desde las primeras relaciones del niño con el objeto maternal, un proceso de simbolización. Apenas un niño puede
oponer dos fonemas, ya hay cuatro elementos (Lacan evoca acá al Fort Da): los dos fonemas, quien los pronuncia y aquél a quien van
dirigidos, que contienen la combinatoria de donde surgirá la organización significante (O –A son los significantes, no dos vocales). El niño se
interesa primero por toda clase de objetos, antes de hacer esa experiencia privilegiada que Lacan denominó “estadio del espejo”. Este implica
la apertura de dos posibilidades:
1. Situación del falo en tanto objeto imaginario (con el que el niño se identifica para satisfacer el deseo de la madre): esto es típico del primer
tiempo del Edipo, el niño como falo, identificado con el objeto de deseo de la madre, y que alcanza el nivel máximo de narcisismo en el
Estadio del Espejo.
2. Cristalización del yo bajo la forma de imagen del cuerpo

Lacan habla de una estructura cuaternaria formada por todo el Edipo, que es una estructura en la que interviene e interactúan el padre, la
madre, el hijo y el falo (como significante del deseo del Otro). Los tres tiempos lógicos edipianos:
Primer tiempo: el padre sí está en el primer tiempo. El chico se encuentra en el lugar del falo y la metáfora paterna actuando “de por sí”, lo
cual tiene que ver con que la función del padre ya existe inscripta en la cultura, ya está en el orden simbólico. Tiene que ver también con que
la madre también paso por el Edipo, ya que si no no puede poner al hijo en el lugar de falo.
“En el primer tiempo la metáfora paterna actúa “de por sí” por cuanto la primacía del falo es instaurada en la cultura”. Es decir ya está el
nombre del padre como significante en la cultura. Estos lugares de padre – madre no son fuera de la cultura, son lugares que establecen la
cultura. Es el tiempo del padre simbólico.
“La existencia de un padre simbólico no depende del hecho de que en una cultura se haya reconocido la relación entre coito y alumbramiento
(El padre no es el genitor), sino de que haya o no algo que responda a esa función definida como Nombre-del-Padre. Los títulos “padre” y
“madre” son escrituras de la cultura, son significantes”. En cada cultura están representados por diferentes agentes, diferentes personajes,
que a veces tiene que ver con el padre – madre biológicos y a veces no.
“Considerando los términos freudianos respecto de la formulación de la premisa universal del falo, decir que “la metáfora paterna actúa de
por sí” es decir que la existencia del “deseo de la madre depende necesariamente de la fórmula en ella de la ecuación fálica”. Es decir que
esté inscripto fundamentalmente en la madre. Ni Freud ni Lacan hablan de simbiosis, porque el hijo vale como falo, no como hijo.
“En la necesaria constitución de la primer realidad subjetiva, el niño intenta identificarse con lo que es el objeto del deseo de la madre, y en él
se perfila un objeto predominante del orden simbólico: el falo”. Lacan dice que el falo no es el pene como órgano biológico, sino que es un
significante que remite a una relación de intercambio. El hijo se identifica con lo que le falta a la madre. El hijo vale por el falo.

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“Por eso el niño está en una relación de espejismo: lee la satisfacción de sus deseos en los movimientos esbozados de la madre y así se
encuentra comprometido en una relación de engaños con su madre”. Porque es un señuelo que el hijo sea el falo, está en el lugar del falo,
pero en algún momento va a caer de ese lugar.
“Para el niño, el falo es el centro del deseo de la madre y él se coloca en diferentes posiciones por las que puede engañar ese deseo. Puede
identificarse con la madre, con el falo, con la madre como portadora del falo o pretenderse él mismo portador del falo. Le atestigua a ella que
puede colmarla, no solo como niño, sino por lo que le falta”. No solo vale como niño sino que vale como aquello que ocupa el lugar de la falta
de la madre.
“El será, como totalidad, la metonimia de ese falo. En este primer tiempo el niño está en relación con el deseo de la madre, es deseo de
deseo. Es en la madre donde se planteará la cuestión del falo y donde el niño debe descubrirla. Este tiempo es necesario que se articule como
medio de satisfacción llegar al lugar del objeto del deseo de la madre. Para conseguirlo basta con que el yo de la madre se convierta en el
otro del niño; el niño recibe, en el nivel metonímico, el mensaje en bruto del deseo maternal”. Lacan dice que en este primer tiempo, para
agradar a mamá, es necesario y suficiente ser el falo, ocupar ese lugar. Lo que permite que termine el Edipo es el falo y el complejo de
castración, porque eso le da verdadero estatuto de complejo, de drama al Edipo. Por eso tenemos en cada tiempo como se dan el falo y la
metáfora paterna.
“La metáfora paterna actúa “de por sí” en tanto que es en la madre como función donde el sujeto se encuentra con el significante, no con el
código de la madre, sino con el lugar del Otro que la madre encarna. Esto demuestra que el lenguaje siempre viene del Otro”. Es decir, la
madre ya está habitada por la metáfora paterna, por el significante. La madre, no solo es el otro semejante del estadio del espejo, sino que
también es el Otro del lenguaje, que introduce al chico en el lenguaje. Por eso Lacan dice que para entender por qué alguien es psicótico, hay
que pensar en tres generaciones, hay que ver como se inscribió el nombre del padre en la madre de ese sujeto.
“El sujeto se encuentra, más que con la madre, con el significante en la madre. En tanto ella encarna al Otro el sujeto puede tener la ilusión
de una relación intersubjetiva, cuando con lo que se encuentra es con la alteridad del significante. La metáfora paterna actúa de por sí en
tanto la primacía del falo es instaurada en el orden de la cultura”. Ya existe como ley en lo simbólico, orden del que la madre depende, ya
que también está habitada por el lenguaje.

Segundo tiempo: “el padre interviene privando al niño del objeto de su deseo y a la madre de su objeto fálico”. El padre aparece como
privador, introduce una doble prohibición: priva a la madre y también al niño. Es él ahora el representante del deseo de la madre, es el falo.
“Actúa el “no” del padre: “no te acostarás con tu madre, no reintegrarás tu producto”. Es el padre interdictor omnipotente”. O sea es el padre
que rivaliza con el hijo por el objeto materno. Está en posición de rival imaginario. Disputa imaginaria con el padre.
“El padre que prohibe a la madre su objeto. “Hay una sustitución de la demanda del sujeto: al dirigirse hacia el otro, he aquí que encuentra al
Otro del otro, su ley”. Se dirige al otro con minúscula porque está en pleno narcisismo fálico, y de golpe aparece que ese otro (la madre) está
sometida a otro más omnipotente que hace su entrada como un no, como prohibición.
“El deseo de cada uno está sometido a la ley del deseo del Otro”. La madre aparece sometida a la ley del padre que le prohíbe tomar a su hijo
como objeto de goce, cristalizarlo como falo.
“El padre interviene efectivamente como privador de la madre, en un doble sentido: en tanto priva al niño del objeto de su deseo y en tanto
priva a la madre del objeto fálico”. Ahí está lo de “no te acostaras con tu madre” dirigido al hijo, y “no reintegrarás tu producto” dirigido a la
madre. La madre tiene que darle entrada a este padre, tiene que aceptarse regulada por esta ley (si no está regulada es como la madre de
Hans).
“Diremos que dice “no” al goce de la madre”. En esta aparición del padre, ejerce su prohibición a ambos personajes.
“Este padre interdictor aparece desde el discurso de la madre”. Está en el discurso de la madre, si se va la madre ya le está diciendo al chico
que no es él quien la completa.
“Interviene a título de mensaje para la madre y por lo tanto para el niño, a título de mensaje sobre un mensaje: una prohibición, un “no”. O
sea es el padre como aquel que dicta la ley, el padre castrador.
“El padre se manifiesta en tanto Otro y el niño es profundamente sacudido en su posición de sujeción: el objeto del deseo de la madre es
cuestionado por la interdicción paterna”. Es el duelo que todo sujeto neurótico tiene que hacer, el duelo por dejar de ser el falo, no es más el
objeto que completa a la madre.
“En este tiempo el padre real releva al padre simbólico, el padre simbólico debe encarnarse, aunque imperfectamente, en el padre real”.
Ningún padre está a la altura de su función.
“Por ello ocupa una función decisiva en la castración, siempre marcada por su intervención o desequilibrada por su ausencia”. Es donde cada
padre se pone como puede, pero se trata de que la castración esté. Neurosis, psicosis y perversión son tres estructuras que se constituyen a
través de la castración.
“Este tiempo constituye la crisis esencial por medio de la cual el sujeto encuentra su lugar en el Edipo: para que el sujeto alcance la madurez
genital tiene que haber sido castrado”. La crisis esencial = complejo de castración. Es amenaza para el varón y decepción y envidia en la
nena. En el segundo tiempo se juega la castración, por eso Freud dice que masculino y femenino se constituyen una vez que se paso por el
complejo de castración, ya que antes todos tienen y no hay diferenciación de sexo. La castración es algo que se teme pero se pide.

Tercer tiempo: “el padre interviene como aquel que tiene el falo y no como aquél que lo es”. Aparece el padre como el portador del falo.
“Reinstaura el falo como objeto deseado de la madre y ya no como objeto del que puede privarla como padre omnipotente. El padre es,
entonces, más preferido que la madre y esta identificación culmina en el Ideal del Yo. Que tiene que ver con la función del padre, lo que
Freud sintetizaba en la frese: “así como tu padre debes ser”. Lacan desarrolla un poco más y marca una clara diferencia entre Yo ideal e Ideal
del yo.
“El padre aparece como permisivo y donador”. Ya no como castrador y prohibidor, da una salida, es facilitador.
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“De esta lógica depende la declinación edipiana. La metáfora paterna culmina en este tiempo en la institución de algo que es del orden del
significante (un significante viene en lugar de otro significante)”. El padre puede darle a la madre lo que ella desea, porque lo tiene, por eso
es el padre portador del falo.
“El sujeto abandona el complejo de Edipo provisto de un Ideal del Yo. Se trata de una identificación distinta a la del Yo ideal, a la de la imagen
constitutiva del estadio del espejo (cuando era el falo). Se trata de la asunción de la masculinidad o de la femineidad, mientras que la
identificación correspondiente al estadio del espejo, no se realiza con relación a la diferencia de los sexos”. Acá se da la identificación que
tiene que ver con lo que llamamos “identidad sexual”. “El chico se reserva los títulos para usarlos en el futuro”, los títulos correspondientes a
su propia identidad sexual y su ser como neurótico, psicótico o perverso.
“El padre simbólico es una metáfora y como tal se sustituye a otro significante es decir a un significante primordial, esto es el significante
maternal, el deseo de la madre”. La metáfora paterna empieza con un significante que es el deseo de la madre.
“Lacan formalizará la función del padre desde el punto de vista del sujeto del significante y desde el punto de vista del goce. Ordenándola en
una serie de elementos articulados: el significante del Nombre del Padre que nombra la ley del deseo en cuanto que sexual; la metáfora
paterna que permite al sujeto interpretar este deseo; y la significación fálica que somete en el campo del lenguaje este deseo a la castración.
Es así como se encuentra definida la función del padre en el ser hablante”. La metáfora es una operación entre significantes que consiste en
una sustitución.

La fórmula consiste en
una sustitución para
obtener un efecto
de sentido, un sentido nuevo (acá el nuevo sentido es la significación fálica).

El significante que tiene una x, una incógnita (significado al sujeto) es el DM, no se sabe que quiere la madre una vez que uno ya fue el falo,
(es la incógnita que le produce la fobia a Hans). Ahí va a aparecer otro significante que va a regular y habitar ese deseo que es el significante
del NP. La metáfora paterna va a funcionar en tanto el DM aparezca sometido al NP.
Hay una doble elisión del DM, y queda el significante del NP, que viene a decir que la madre como Otro está regulada por el falo. No
aparece la madre como deseo de la madre, sino la madre sometida a la ley del Otro. Por lo cual, el chico ya no permanece en ese lugar de
sometimiento al goce de la madre, sino que ve que la madre está regulada por otro deseo, por otro significante (NP), que barra, regula al
deseo de la madre y le da el significado de deseo de falo. El falo regula los intercambios, y por esto no es solo el pene porque es un
significante que puede estar representado por cualquier otro representante. El NP regula a la madre y la inscribe en un orden simbólico
donde el falo es el representante de la falta, del deseo. El falo tiene que estar introducido por el NP, es el NP el que dice “lo que desea tu
mamá es el falo y vos no lo sos, tampoco yo, nadie es el falo, el falo es algo que se puede o no tener, pero creerse el falo es una ilusión
narcisista, es de nuevo el estadio del espejo”. El DM como A, gracias a la mediación del NP, está inscripto en la significacion fálica, desea
más allá del hijo. El falo es un significante que está inscripto en A como representante de una falta. El deseo es el deseo de nada, de una falta
que hace seguir viviendo el deseo. El deseo es una falta que se puede ocupar con múltiples objetos.
Frente al enigma del DM, el NP le da a esa x valor de falo. El DM es reemplazado por el A de la ley, que es el que paso por el NP, en la psicosis
por ej. el NP no esta inscripto en el A. En algún momento la madre tiene que presentarse castrada, no se necesita que venga el padre porque
ya está inscripta en la madre la metáfora paterna, en el A.
La doble elisión del DM posibilita que en el momento en que el hijo se dirige a la madre encuentra NP, encuentra aquello que regula a la
madre. El resultado para el hijo es “ya no sos el falo, el falo está en otro lado”. El falo esta en el campo del A como significante.
Por efecto de la metáfora el hijo es despojado de esa identificación al falo, liberado de ese lugar que se empieza a transformar en algo
angustiante.
La significación fálica quiere decir que ningún significante tiene una significación fija, por eso no nos llamamos objetos, sino significantes.
En Hans el falo es el caballo, que vendría a ser la restitución de la FP.
El falo ya no es el chico sino que esta como un significante privilegiado en el campo del Otro. Pero eso se puede inscribir gracias a la
metáfora paterna, a la FP que se despliega en los tres tiempos del Edipo.
El NP es el significante del padre que actúa en la metáfora paterna, y la metáfora paterna es todo esto, es algo que lo puede hacer cualquiera
que ocupa un lugar en el deseo de la madre.
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La metáfora paterna permite responder algo sobre esa x que es el DM y significar ese deseo como deseo de falo. ¿Qué quiere mamá? El NP
significa ese deseo como deseo de falo, ya no soy yo, y por esto armo un juego por ej. (Fort Dá – juego simbólico, que para que se dé tengo
que tener acceso a esta significación fálica).
Entonces, cuando la madre pasa por la ley, por el NP, por la metáfora paterna, se coloca desde A, y pone como significante de su deseo al
falo, el deseo de la madre es el falo, la madre desde A desea al falo.

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