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Y qué es lo justo? Según el Derecho romano, que es una fuente fundamental de nuestro
Derecho actual, Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi; «La
justicia es la constante y perpetua voluntad de dar (conceder) a cada uno su derecho»
(Ulpiano, jurista romano, en https://es.wikipedia.org/wiki/Justicia#Etimolog%C3%ADa )
Aqui tenemos una primera aproximación al concepto, ya que un comportamiento ético – justo
– tendría como fundamento el equilibrio de una distribución que dé a cada uno lo que le
corresponde, o, en mirada inversa, que no haga, o tome, lo que no le corresponde.
Esta definición se basa en la ley, porque es la ley la que dice qué es lo que corresponde y lo
que no. Pero subsiste la pregunta acerca de qué está detrás de la ley, qué opera para dar
validez a esa ley.
¿Porqué esta pregunta? ¿No es suficiente con la ley misma?
EJEMPLO
EL ESTADO LIBERAL
Tener la definición clara respecto de qué es el Estado liberal es central para comprender las
ideas relativas a su fundamentación ética, expresadas por los autores que debaten.
Elementos centrales:
Elecciones donde compiten varios partidos políticos para que sus candidatos ocupen los
cargos políticos.
Cargos políticos electivos, de renovación periódica y con obligación de rendición de cuentas
del manejo de la cosa pública.
División de poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Independencia entre los poderes.
En el caso de Argentina, la forma de gobierno es republicana, representativa y federal. Pero
en lugar de una República, donde la cabeza del Ejecutivo es un presidente, un Estado liberal
puede ser una monarquía constitucional con un rey o reina y un jefe de gobierno. También
puede no ser federal, como es el caso de Chile.
Existencia de una Constitución que es ley fundamental del Estado, adonde se enuncien las
competencias de los distintos poderes y los derechos, deberes y garantías de los
ciudadanos.
Los dos coinciden en rescatar los valores éticos promovidos por la religión cristiana para dar
una fundamentación ética a la existencia del Estado, al que – y esta es en el fondo la
principal acusación – consideran que se ha vuelto neutro en relación con lo que es y no es
moral, sobre todo como consecuencia de la globalización y la actuación del mercado como
principal regulador de las relaciones entre las personas, consideradas exclusivamente como
individuos separados y egoístas y no como miembros de una comunidad organizada, como
seres sociales que somos. Con todo lo sucedido en el siglo XX, y el impacto de la
globalización, se ha perdido completamente la ilusión de que el progreso iba a ser
sustentado en la razón humana y sus valores, a la vez que esta idea de la razón había
desplazado oportunamente, en el siglo XVIII, a la fe religiosa como base ideológica del
Estado del Antiguo Régimen monárquico, desplazado por las revoluciones francesa,
americana, y las independencias iberoamericanas.
LA FUNDAMENTACIÓN ÉTICA DEL ESTADO SUSTENTADA EN LA LEGISLACIÓN Y LAS
CONVENCIONES INTERNACIONALES
Quisiera retornar al ejemplo del nazismo como paradigma el Estado anti ético, opuesto a la
moral. Los líderes de ese régimen – los que no se quitaron la vida para no ser atrapados –
fueron juzgados por una serie de delitos, que sintéticamente pueden ser referidos en esta
cita :
Además de estos motivos, se los juzgó y condenó por una larga serie de crímenes de guerra.
A consecuencia de estos violentos procesos y sucesos históricos, se fue construyendo un
marco legal internacional que cada vez más, se desarrolla como un Derecho que regula a los
marcos legales de las naciones. De hecho, la Constitución Argentina modificada en 1994
otorga rango constitucional a una serie de tratados y convenciones internacionales en su
artículo 75, inciso 22:
Para comprender cual es el camino a la felicidad, es necesario que el humano sea sabio, es
un camino intelectual.
En tanto para Aristóteles, (Alrededor de 380 A.C.) somos seres sociales y nos realizamos
como tales y como ciudadanos:
“Que el hombre es social por naturaleza es una verdad claramente admitida por
Aristóteles y base de su filosofía política (Cfr. Pol. I 2, 1253a2-3). Esto significa
entre otras cosas que solo en sociedad llega el hombre a desarrollarse
plenamente: su realización se da en el seno de una sociedad. Sociedad que
encontramos a un nivel doméstico, en cuanto todos pertenecemos a una familia,
pero sobre todo a un nivel más amplio, en cuanto formamos parte de la sociedad
política.
Es por esto que para Aristóteles la vida humana no queda confinada al ámbito de
lo necesario. La razón del hombre, tan definitoria de su esencia, no es simple
función de la supervivencia, sino que por un lado le abre a la actividad teórica y
por otro a la vida práctica, en la cual también se advierten aspectos no meramente
instrumentales: la buena acción es en sí misma un fin (Cfr. EN VI 2, 1139b3-4), no
un simple medio para otra cosa. Este ámbito racional, de lo libre, es para
Aristoteles el ámbito en el que se desarrolla el bien humano.
Ahora bien, en la medida en que la polis posibilita el desarrollo de la razón en
ambos sentidos, ella misma es condición del crecimiento humano, y, en
consecuencia, para ser buen hombre será preciso ser buen ciudadano. Es decir,
ser ciudadano no parece algo externo y ajeno al mismo ser humano, sino que de
alguna manera es constitutivo de la persona. Para Aristóteles sería difícil concebir
al ser humano fuera de la ciudad. De hecho, como él mismo afirma, en ese caso o
sería una bestia o un dios (Cfr. Pol. I 2, 1253a27-29).” (En Bueno, María. (2018).
Aristóteles y el ciudadano. Tópicos (México), (54), 11-45.
https://dx.doi.org/10.21555/top.v0i54.892 )
Este tipo de modelos éticos se llaman teleológicos, porque suponen que la vida humana
tiene un fin supremo, en este caso la felicidad.
En los siglos XIV y XV, el Renacimiento comienza a dejar de lado la idea de que Dios es el
que marca lo que es bueno y lo que es malo, y pone en el centro al hombre, el ser humano
es quien determina las normas éticas.
Pero también, en ese período, se hace famoso el pensamiento político de Nicolás
Maquiavelo, que supedita las decisiones morales al interés del Estado. Maquiavelo escribe
un libro destinado a ser la guía de los jefes políticos de las poderosas ciudades del norte de
Italia, “El príncipe”. Maquiavelo habla de la “inmoralidad necesaria”. Por el interés del Estado
se puede mentir, matar y destruir. Observen que si prestamos atención a los dirigentes
políticos de las grandes naciones capitalistas, podremos sospechar que siguen
rigiéndose por esas ideas; por eso cuando alguien planifica cosas a escondidas, a
traición, para sacar ventajas – como Montgomery Burns en los Simsons – decimos que
“es maquiavélico”.
A eso ahora suele llamárselo “pragmatismo”. “Ser práctico” es la clave de la política.
Así llegamos a los siglos XVII y XVIII, donde aparece el concepto de acuerdo, o contrato,
social. En dos vertientes: Hobbes, que sostiene que el ser humano es malvado por
naturaleza, y para evitar los efectos de esa maldad egoísta se organiza en sociedad y debe
ser gobernado por un rey autoritario; y Rousseau, que somos potencialmente buenos y
cuando nos organizamos en sociedad, somos mejores.
En el siglo XIX, aparece Carlos Marx quien sostiene que la sociedad está dividida en clases
que tienen intereses contrapuestos; de manera que lo bueno está condicionado a la idea que
los poderosos tienen de las cosas que favorecen sus intereses, cuando lo bueno está en
terminar con la explotación de los que trabajan para aquellos. Es decir que para Marx la
moral y la ética son disfraces ideológicos para defender el poder de los propietarios.
Por su parte, también en el siglo XIX, Jeremy Bentham y Stuart Mill desarrollaron las ideas
del Utilitarismo, que en esencia sostiene que las leyes tienen que sostenerse en una ética
que ponga en valor lo que es más útil. Esto significa sostener un pensamiento científico con
respecto a qué cosa da fundamento las leyes. Mediante un cálculo en el que las personas
opinan y se registran las diferentes posiciones, la opinión de la mayoría es la que dá a una
ley su fundamento, es decir, que la felicidad es marcada por lo que piensa la mayoría. Un
problema evidente de este pensamiento es que el utilitarismo no garantiza los intereses o
necesidades de las minorías.
Otro pensador de la ética fue Emanuel Kant, quien consideró que lo correcto tiene que ver
con el deber, antes que con la obtención de la felicidad. Se actúa por sentido del deber. Si un
comportamiento es universalmente inaceptable entonces es ajeno a a Ética.
El escocés David Hume basa las normas éticas en razones personales. Hacer daño a otros
tiene que ver con la empatía que uno tiene hacia el otro y no en motivos morales. De un
sentimiento individual se produce una norma moral.
Ya en el siglo XX, Jean Paul Sartre es individualista, y considera que somos completamente
libres para elegir nuestra forma de ser. En esta idea aparece la desilusión con relación a las
esperanzas puestas en el progreso de la sociedad. La primera post guerra incrementó esa
desilusión respecto de la ética, a la que se comenzó a pensar como inútil.
Al llegar la segunda guerra mundial, la demostración práctica de que la razón puede ser
utilizada para planificar los crímenes estatales más tremendos, llevó al total cuestionamiento
del antiguo pensamiento originado en la Ilustración del siglo XVIII.
Así nace el post modernismo, que une el relativismo con la falta de fe en la ética.
En un mundo relativo y sin ética, ¿qué marcará lo que está bien y lo que está mal?
Todo este conflicto es consecuencia del capitalismo, que además se especializa en destruir
o dañar el medio ambiente.
Así llegamos a este tiempo, en que se intenta que una serie de normas supra nacionales
regulen la ética presente en las leyes de cada estado-Nación.
Sin embargo, en tanto se sigue pensando en que matar es malo, los Estados se invaden
unos a otros y guerrean por intereses económicos concretos, como el petróleo. Se miente o
por lo menos, se sospecha que haya mentira en las decisiones estatales del tipo de lo que
originó la invasión a Irak por parte de Estados Unidos, con el argumento de que el gobierno
iraquí producía armas químicas, punto que jamás se pudo demostrar. Lo que en realidad
importaba, aparentemente, era el control del valioso petróleo de Irak.
En el interior de los países, como en Argentina, el mecanismo por el que se validan las leyes
es relacionar la Constitución nacional con los acuerdos internacionales que protegen los
derechos de las personas y grupos sociales, y a su vez controlar que las leyes locales estén
en consonancia con los principios constitucionales. Eso se llama control de
constitucionalidad, y en Argentina es difuso, es decir que la inconstitucionalidad de una ley la
define cualquier juez de cualquier jurisdicción e instancia; y por otro lado, es específica para
cada proceso legal, es decir, que la declaración de inconstitucionalidad dictada por dicho
juez, solamente tiene validez para ese juicio, no es que la ley deja de ser válida para el resto.
Las normas éticas han pasado por la religión, por la razón, por la decepción, por la violencia
del Estado capitalista, por la idea de que mentir o matar está bien si se hace en beneficio de
algunos intereses pero está mal si se benefician otros … es legal vender tabaco, aunque el
tabaco mata: dice la Organización Mundial de la Salud que