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La invitación a alterar el orden normal de los capítulos conecta con la noción de Cortázar de

"lector activo o cómplice" y el deseo de alterar la captación habitual del tiempo. El "lector
activo" realiza la unificación de los fragmentos de vida de los personajes, tal como en la vida
cotidiana damos unidad y sentido a los datos dispersos de que disponemos sobre los otros
seres humanos (Rayuela, capítulo 109). El concepto opuesto al de "lector activo" es el de
"lector hembra" o "niño bueno". El personaje de la Maga representa a este tipo de lector.
Lee novelas tradicionales o, en palabras del autor, de "rollo chino". El "lector hembra" se
caracteriza por su gusto del orden espacio-temporal convencional, por su incapacidad de
dar un salto metafísico en y por el arte.

El lector-hembra es ese individuo que quiere todo resuelto y no complicarse mucho mientras
se arrellana a gusto y seguro en su sillón ajeno al drama, que como una borrasca se desata
en algunas novelas o en determinadas historias. El lector destacado es ese que se
compromete, que se arriesga y deviene en un lector-cómplice que hace suyos tanto el
drama que se desarrolla en una novela como esa odisea del escritor al momento de crear la
historia y los personajes.
El arte (en todas sus vertientes y posibilidades) busca que el espectador se involucre con la
obra, que sea parte activa y después de alguna manera se aventure e intente despertar su
vena artística; de seguro algunos se convertirán en creadores, otros quizás serán analíticos
sensibles de las obras de arte.

En Rayuela no se pretende aportar ninguna solución ni ninguna verdad absoluta. No se


trata de explicar el mundo, sino de hacer patente la necesidad que de encontrar dicha
imposible explicación tienen los hombres.

“El problema central para el personaje de Rayuela, con el que yo me identifico en este caso,
es que él tiene una visión que podríamos llamar maravillosa de la realidad. Maravillosa en el
sentido de que él cree que la realidad cotidiana enmascara una segunda realidad que no es
ni misteriosa, ni trascendente, ni teológica, sino que es profundamente humana, pero que
por una serie de equivocaciones ha quedado como enmascarada detrás de una realidad
prefabricada con muchos años de cultura, una cultura en la que hay maravillas pero también
profundas aberraciones, profundas tergiversaciones. Para el personaje de Rayuela habría
que proceder por bruscas interrupciones en una realidad más auténtica”

Muchos críticos han señalado que los capítulos prescindibles de Rayuela son más pasto
para estudiosos que una verdadera aportación a la obra. Dicen que se trata de un juego
más del escritor y es posible que sí sea. Con los capítulos prescindibles Cortázar trata de
crear la antinovela. Pero el “rollo chino” -así lo define él en un momento de la obra -de la
primera parte es, en definitiva, lo que realmente sigue implicando y conmoviendo al lector.

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