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EL DELFIN PACO https://www.youtube.com/watch?

v=jZ1bP_Jv7CU

De las cientos de anécdotas vividas durante mis cinco años de maestro rural en la Escuela de Bolonia
(Tarifa), rescato una que recuerdo con especial cariño. 
Aquella mañana de lunes, sobre las ocho y media, hacía mi entrada en Bolonia conduciendo mi viejo
Ibiza del que tanto trabajo costó desprenderme. Era una mañana fría de Febrero y las primeras luces
auguraban una bonita mañana. Sin más, me dirigí hacia la escuelita para ir organizando la faena del día,
pero nada más llegar a las inmediaciones de la escuela, una comitiva de niños me hacen señas y
literalmente se echan encima de mi coche. Asustado frené en seco y bajé del coche pensando que había
ocurrido algo grave a los alumnos que llegaban en la furgoneta con el primer turno de transporte. 
-        “Alfonso, Alfonso corre, corre……… Hay un pescao mu grande en la orilla de la
playa”.
-         ¿Un “pescao mu grande” pero chiquillo qué me estás contando?
-         ”Que sí, que sí asómate y lo verás, es más grande que tú”
Mis casi dos metros daban fe de que fuese lo que fuese debía ser grande, así que aparco el coche como
puedo y qué remedio…… a salir corriendo playa abajo a ver al “pescao mu grande”.
Conforme me iba acercando a la orilla vislumbro la silueta de un pez de por lo menos dos metros de
longitud coleteando en el rebalaje, por la silueta juraría que es un limón o un palometón enorme, pero, en
uno de los coletazos asoma el flanco y le veo la cabeza, el pez en cuestión no es un pez, es un delfín.
Nada más llegar y con un corrillo de niños preguntándome que hacer, no lo dudé, me metí en el rebalaje
con el agua y las olas rompiendo contra mí, cogí al delfín en brazos y empapado lo saqué a la orilla. Las
caras de los chiquillos al ver a tan bonito animal las sigo recordando como si hubiesen pasado unos
minutos.
-        ¿Qué hacemos Alfonso?
-         Vete a buscar a Curro (mi compañero y maestro residente en Bolonia) y cuéntale lo
del delfín.
Mientras y temblando de frío, empiezo a valorar la situación e intentando recordar qué se puede hacer con
un cetáceo varado. En ese momento algo mágico sucedió, miré al delfín y sus ojos parecían llenos de
lágrimas, con una mirada más propia de una persona que de un animal, me lanzó un mensaje.
“Picha estoy bastante jodio, tan jodio que no he podido luchar más y las olas me han arrastrado
hacia el rebalaje, por tu madre échame un cable”
Sé que los animales no hablan, pero os aseguro que ese fue el mensaje que sentí en mi corazón al ver sus
ojos e impulsado por las ganas de poder ayudarlo, lo cojo de nuevo entre mis brazos y me dirijo a una
pequeña laguna de agua salada que había al fondo de la playa, la idea era mantener húmeda la piel del
delfín en espera de que llegase mi compañero y valorar qué poder hacer.
Una vez metido en la laguna con fango hasta mitad de la pierna, mi pantalón Levis blanco hecho un
cromo y temblando de frío, inicio la operación de humedecer la piel del delfín y empiezan a llegar los
demás alumnos de la Escuela, mis compañeros y un grupo de vecinos.
-        ¿Qué haces Alfonso, qué ha pasado? Me dice mi compañero Curro.
-        Aquí me tienes con un delfín que se ha quedado varado y está aún vivo, no le veo
herida por ningún lado y aparentemente está bien.
-         Voy a llamar a un veterinario amigo mío, quédate con él que ahora vengo.
No hace falta deciros que por aquel momento media aldea de Bolonia estaba en la playa y que por
supuesto, los alumnos empezaban a colaborar en mantener húmedo al delfín.
A esto llegó la patrulla de la Guardia Civil, a los cuales informé de la situación, diciéndome que lo mejor
era trasladar al delfín al puerto de Tarifa y soltarlo allí o en altamar con ayuda de un barco pesquero.
La idea no caló bien entre los chicos, sobre todo porque al intentar manipularlo y meterlo en una especie
de bañera de plástico, el animal empezó a coletear y se arañó la cola. Y digo que no caló bien porque en
el verano anterior también varó un delfín y murió mientras era trasladado en el coche de la Guardia Civil
hacia el muelle de Tarifa.
Al parecer uno de los Guardias Civiles no era especialmente diestro en las labores de manipulación del
animal y a pesar de las advertencias intentó a las bravas meterlo en la trasera de la furgoneta, golpeándose
la cabeza el animal y quedando medio aturdido.
Los niños recordaban lo sucedido y también al guardia civil, así que empezó una discusión sobre qué
hacer con el delfín, momento en que llegó Curro con la noticia de que un veterinario estaba de camino y
que el delfín no se moviera de allí.
Tras un par de horas de espera y con los continuos cuidados de los chiquillos, llegó el veterinario desde
Barbate, valoró el estado del animal midiéndole la temperatura en la aleta dorsal (cosa bastante curiosa) y
comprobando que respiraba con cierta dificultad por la narina, el orificio que tienen los cetáceos encima
de la cabeza para respirar. El animal padecía de un virus que ya se había cobrado al menos otros doce
delfines en el litoral gaditano afectados del mismo mal.
La cosa no pintaba bien para el delfín, así que nuestro veterinario se puso en contacto con el CREMA
(Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas) con sede en el Aula del Mar de Málaga,
quienes aconsejaron seguir humedeciendo la piel del animal y procurar no estresarlo.
Mientras llegaban los veterinarios malagueños, Tanee una alumna de origen alemán empezó a hablar con
el delfín y acariciarlo con tanta dulzura que más de una lágrima empezó a brotar entre maestros y vecinos.
La chica, como muchos otros niños, no se despegó del delfín y os aseguro que éste agradecía con la
mirada los mimos y las caricias de la pequeña Tanee. Tras tres horas de espera llegó a Bolonia la
furgoneta de los biólogos marinos que de inmediato comenzaron a prestar sus cuidados al delfín,
envolviendo su piel en vaselina y preparando una camilla especialmente diseñada para el traslado de los
delfines.
Llegado el momento de la partida del delfín Tanee no se quería desprender del animal, no había manera
de convencerla, así que decidimos un par de maestros acompañarla en nuestro coche tras la furgoneta.
Pero ….. ¿Quién iba a dejar sola a Tanee y al delfín? De inmediato los vecinos se organizaron y una
comitiva de Land Rovers y turismos, unos diez, se pone tras la furgoneta para acompañarlos hasta
Málaga, parecía increíble que de una aldea de 400 habitantes, unas cuarenta personas decidieran de
inmediato acompañar a un delfín.
El paseo hasta Málaga fue muy agradable para nuestro delfín, pues Tanee se convirtió en su enfermera y
compañera, según nos contaron los veterinarios estuvo todo el viaje llorando y hablando con él,
intentando convencerle de que debía ponerse bueno, que lo estábamos ayudando, que volvería a nadar
libre.
Cuando llegamos al aula del mar, soltaron al delfín en un tanque de observación y le inyectaron algunos
antibióticos para combatir el virus que padecía, las expectativas no eran nada buenas, pues ya habían
tratado a más de un delfín en las mismas o mejores condiciones y sin embargo habían muerto.
Nos despedimos de los veterinarios con la impresión de haber hecho algo grande y con el recuerdo del
delfín en la piscina del aula del mar mirándonos y dándonos las gracias. Fue un retorno algo triste y pleno
de emociones, con Tanee y más de un alumno/a llorando y preguntando si se salvaría.

Afortunadamente esta historia acabó bien, PACO el delfín, bautizado así en honor al niño que lo
encontró, consiguió recuperarse plenamente y a la semana siguiente fue liberado en aguas de Tarifa.
La noticia aparecía en la prensa de toda Andalucía y en Antena 3 hicieron un pequeño reportaje sobre
todo un acontecimiento, la recuperación y puesta en libertad del primer Delfín Común que se conseguía
salvar en España. En palabras de los veterinarios entrevistados, las atenciones y cuidados que los alumnos
de una pequeña aldea de Tarifa, Bolonia, habían prestado al animal, influyeron decisivamente en la
salvación del delfín.

Bolonia, un mundo mágico en el que tuve el privilegio de pasar mis mejores años de maestro .

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