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Francisco de Quevedo

Francisco Gómez de Quevedo Villegas y


Santibáñez Cevallos (Madrid, 14 de septiembre de
Francisco de Quevedo
15801 -Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 8 de
septiembre de 1645), conocido como Francisco de
Quevedo, fue un escritor español del Siglo de Oro.
Se trata de uno de los autores más destacados de la
historia de la literatura española, conocido
especialmente por su obra poética, aunque también
escribió narrativa (Buscón, los Sueños), teatro
(entremeses y Cómo ha de ser el privado) y diversos
opúsculos filosóficos, políticos, teológicos, satíricos,
morales, ascéticos, hagiográficos, humanísticos e
históricos. Conocedor de muchas lenguas, incluidas
las semíticas, fue, asimismo, traductor del latín y del
griego, y, entre las lenguas modernas, del italiano y
del francés.

Ostentó los títulos de señor de Torre de Juan Abad


(obtenido en 1620, después de no pocas
dificultades2 ) y caballero de la Orden de Santiago
(su ingreso se hizo oficial el 29 de diciembre de Francisco de Quevedo y Villegas, atribuido actualmente
1617, mediante cédula real firmada por Felipe III, y a Juan van der Hamen y a Diego Velázquez

el título fue despachado el 8 de febrero de 1618).3 erróneamente en el pasado. Siglo XVII. (Instituto Valencia
de Don Juan, Madrid).

Información personal

Índice Nombre en Francisco Gómez de Quevedo y


Santibáñez Villegas
español
Biografía Nacimiento 14 de septiembre de 1580
Análisis de su obra Madrid, España
Fallecimiento 8 de septiembre de 1645
Obra
(64 años)
Obra literaria Villanueva de los Infantes,
Poesía Ciudad Real, España
Prosa Nacionalidad Español
Obras satírico-morales
Religión Católico
Obras festivas
Lengua
Teatro Castellano
materna
Obra no literaria
Familia
Obras políticas
Madre María Gómez de Santibañez
Obras ascéticas
Cónyuge Esperanza de Aragón
Obras filosóficas
Crítica literaria Educación
Obra filológica Educado en Universidad Complutense
Epistolario
Traducciones Universidad Complutense de
Obras perdidas Madrid

Personaje literario y cinematográfico Información profesional


Personaje de las novelas del capitán Ocupación Escritor, dramaturgo, poeta
Alatriste Años activo Siglo de Oro
Véase también Movimiento Conceptismo
Notas y referencias Lengua
Castellano
Bibliografía literaria

Enlaces externos Géneros Poesía, novela, novela


picaresca y tragedia
Firma
Biografía
Quevedo nació en Madrid, en el seno de una familia
de hidalgos provenientes de la aldea de Vejorís
(Santiurde de Toranzo), en las montañas de Cantabria.4 5 Fue bautizado en la parroquia de San Ginés el
26 de septiembre de 1580. Nació cojo, con ambos pies deformes y una severa miopía; quizá por ello pasó
una infancia solitaria y triste (origen del "desgarrón afectivo" del que habló a su respecto el crítico Dámaso
Alonso)6 en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres desempeñaban altos
cargos en Palacio, soportando las pullas de otros niños y entregándose compulsivamente a la lectura. Su
madre, María de Santibáñez, era dama de la reina, y su padre, Pedro Gómez de Quevedo, era el secretario
de la hermana del rey Felipe II, María de Austria, y más tarde lo fue de reina Ana de Austria, cuarta esposa
de rey Felipe. Pero Quevedo tuvo que superar muy pronto una amargura mayor quedándose huérfano de
padre a los seis años (1586), de forma que le nombraron por tutor a un pariente lejano, Agustín de
Villanueva; en 1591, además, cuando contaba once años, falleció su hermano Pedro.

De precoz inteligencia,7 lo llevaron al Colegio Imperial y entre 1596 y 1600 estudió lenguas clásicas,
francés, italiano, filosofía, física, matemáticas y teología en la Universidad de Alcalá, sin llegar a
ordenarse.8 El 4 de octubre de 1599 no se presentó a recoger su título de bachiller, tal vez porque viajó a
Sevilla y a Osuna en compañía de don Pedro Téllez Girón, futuro duque de Osuna; no lo hizo sino hasta el
1 de junio de 1600.

Entre 1601 y 1605 estudia en la Universidad de Valladolid. Es un lugar común que durante la estancia de la
Corte en Valladolid circularon los primeros poemas de Quevedo que imitaban o parodiaban los de Luis de
Góngora bajo seudónimo (Miguel de Musa) o no, y el poeta cordobés detectó con rapidez al joven que
minaba su reputación y ganaba fama a su costa, de forma que decidió atacarlo con una serie de poemas;
Quevedo le contestó y ese fue el comienzo de una enemistad que no terminó hasta la muerte del cisne
cordobés, quien dejó en estos versos constancia de la deuda que Quevedo le tenía contraída.9

Musa que sopla y no inspira / y sabe que es lo traidor / poner los dedos mejor / en mi bolsa
que en su lira, / no es de Apolo, que es mentira.

No obstante, Antonio Carreira o Amelia de Paz dudan de que dicha enemistad durase demasiado y
sostienen que esas controversias eran ejercicios habituales en la poesía barroca; Góngora nunca nombra a
Quevedo y las atribuciones de las sátiras de uno y otro son bastante dudosas; a la muerte de Góngora,
Quevedo era un escritor casi inédito (pese a lo cual circulaban muchas copias manuscritas) y, por lo tanto,
según el profesor Antonio Carreira, tal enemistad nunca pudo prolongarse demasiado tiempo más allá del
desacuerdo entre el estilo conceptista que asumía Quevedo y el culterano que difundía Góngora, verdadera
fuente de la mayor parte de estas sátiras,10 cuya pieza más representativa, Aguja de navegar cultos. Con la
receta para hacer "Soledades" en un día (1625), apenas se
entretiene en ataques personales.

En 1605 se publica en Valladolid la antología poética de Pedro


Espinosa, Flores de poetas ilustres, entre las que aparecen
dieciocho composiciones de Quevedo; también figuran algunas
como poeta anónimo en la Segunda parte del Romancero general
y Flor de diversa poesía (Valladolid, 1605) compilada por Miguel
de Madrigal, un estudiante de la universidad; con esto ya es
reconocido como un poeta de primera fila.11

Durante su vida estudiantil, escribió en castellano algunos


opúsculos burlescos, desvergonzados y de mal gusto, de los que
luego renegaría pero que entonces le hicieron muy popular a través
de copias manuscritas que terminaron por abrumar a su autor,
quien se vio obligado a denunciarlas a la Inquisición no ya para
impedir que se difundieran, sino para evitar también que se
Francisco de Quevedo retratado
hicieran ricos a su costa los impresores que empezaron a llevarlas a después de ingresar en la Orden de
letra impresa. El opúsculo más ingenioso y menos procaz es, sin Santiago en 1618 por Francisco
duda, las Cartas del caballero de la Tenaza, donde se hallan Pacheco en su Libro de descripción
muchos saludables consejos para guardar la mosca y gastar la de verdaderos retratos, ilustres y
prosa (h. 1606), en que un hidalgo tacaño ofrece todo tipo de memorables varones.
excusas por escrito para no dar dinero o regalos a su amante.
También se aproximó a la prosa escribiendo como juego cortesano,
en el que lo más importante era exhibir ingenio, la primera versión manuscrita de una novela picaresca, La
vida del Buscón, algunos de cuyos pasajes llegan al expresionismo y han pasado a la historia del humor
negro; se degrada en esta obra, escrita bajo el punto de vista de un aristócrata, a un pobre desclasado que
termina su carrera de intentos de ascender de condición social matando a una persona y teniendo que
emigrar a América para evitar la persecución. Igualmente por esas fechas sostiene un muy erudito
intercambio epistolar en latín con el humanista Justo Lipsio sobre cuestiones filológicas y deplorando las
guerras que estremecen Europa, según puede verse en el Epistolario reunido por Luis Astrana Marín. En
1601 fallece su madre, María Santibáñez. Hacia 1604 intenta explorar nuevos caminos métricos creando un
libro de silvas que no terminó, a imitación de las de Publio Papinio Estacio, combinando versos de siete y
once sílabas libremente. En 1605 fallece su hermana María.12

Vuelta la Corte a Madrid, arriba a ella Quevedo en 1606 y reside allí hasta 1611 entregado a las letras;
escribe cuatro de sus Sueños, empezando por el "Sueño del Juicio final", que no llegarán a imprimirse sino
en 1627, y diversas sátiras breves en prosa; obras de erudición bíblica como su comentario Lágrimas de
Jeremías castellanas; una defensa de los estudios humanísticos en España, la España defendida y una obra
política, el Discurso de las privanzas, así como lírica amorosa y satírica. En 1610, año en que el Duque de
Osuna es nombrado virrey de Sicilia, el dominico Antolín Montojo deniega a Quevedo la autorización para
imprimir el Sueño del Juicio final. En 1611 debe trasladarse a Toledo a causa del pleito que sostiene contra
la Torre de Juan Abad, y allí conoce al padre Juan de Mariana. Se gana la amistad de Félix Lope de Vega
(hay numerosos elogios a Quevedo en los libros de Rimas del Fénix y Quevedo aprobó las Rimas humanas
y divinas, de Tomé de Burguillos, heterónimo del Fénix), así como de Miguel de Cervantes (se le alaba en
el Viaje del Parnaso, del alcalaíno, y Quevedo corresponde en la Perinola), con quienes estaba en la
Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento; por el contrario, atacó sin piedad a los dramaturgos Juan
Ruiz de Alarcón, cuyos defectos físicos le hacían gracia (era pelirrojo y jorobado), siendo él mismo
deforme, así como Juan Pérez de Montalbán, hijo de un librero con el que Quevedo tuvo ciertas disputas.
Contra este último escribió La Perinola, cruel sátira de su libro misceláneo Para todos. Sin embargo, el
más atacado sin duda fue Luis de Góngora, al que dirigió una serie de terribles sátiras acusándole de ser un
sacerdote indigno, homosexual, escritor sucio y oscuro, entregado a la baraja e indecente. Quevedo,
descaradamente, violentaba la relación metiéndose hasta con su aspecto (como en su sátira A una nariz, en
la que se ensaña con el apéndice nasal de Góngora, pues en la
época se creía que el rasgo físico más acusado de los judíos era ser
narigudos). En su descargo, cabe decir que Góngora le
correspondió casi con la misma violencia, tachándole de cojo,
borracho ("Francisco de Quebebo"), contrahecho y mal helenista:

Anacreonte español, no hay quien os tope, / que no os diga


(con mucha cortesía) / que ya que vuestros pies son de
elegía, / que vuestras suavidades son de arrope.

Los pies de elegía (o "de lejía", por lo caústicos) son desiguales en


la poesía latina, pero también nota Góngora la desigualdad
pendular de su inspiración entre la amargura satírica y la dulzura
amorosa: ya su discípulo, Juan de Tassis y Peralta, II conde de
Villamediana, también él temible satírico, hizo notar hacia 1620 la
mucha distancia que separaba la soez poesía burlesca de Quevedo
y su excelsa poesía amorosa: "El Quevedo: desigualísima bestia: Obras de don Francisco de Quevedo
golpes en las nubes y porrazos en los sótanos".13 Por entonces Villegas, 1699
estrecha una gran amistad con el grande Pedro Téllez-Girón, III. er
duque de Osuna, al que acompañará como secretario a Italia en
1613, desempeñando diversas comisiones para él que le llevaron a Niza y Génova, aunque no al parecer a
Venecia (J. O. Crosby y Carlos Seco han demostrado que no intervino directamente en la Conjuración de
Venecia) y finalmente de vuelta a Madrid, donde se integrará en el entorno del duque de Lerma, siempre
con el propósito de conseguir a su amigo el III.er duque de Osuna el nombramiento de virrey de Nápoles;
con ese propósito soborna a distintos personajes; consigue en efecto la aprobación del Duque de Uceda y
del confesor del piadoso rey Felipe III, el dominico Luis de Aliaga, y al fin logra para él ese cargo el 16 de
abril de 1616. Embarca en Cartagena y llega a Nápoles el 12 de septiembre.14

Una vez en Italia, Osuna le encomienda dirigir y organizar la


Hacienda del Virreinato. Fue muy bien recibido por la Academia de
los Ociosos, fundada cuatro años antes por el entonces virrey de la
ciudad, el conde de Lemos, y cuyo patrocinio y protección, si bien
con menor prestigio, mantuvo el Duque de Osuna asistiendo,
acompañado de una numerosa cohorte de aristócratas y literatos, a las
reuniones de la misma en el claustro de San Domenico. A ella se
incorporó Quevedo como un miembro más, entablando una especial
amistad con el poeta neolatino Giulio Cesare Stella (1564-1624)15 y
además con el cardenal Doria, Filippo Paruta, Martín Lafarina, Ercole
Branchiforte y Mariano Valguarnera, el cual, a instancias de don
Francisco, tradujo al italiano al poeta griego Anacreonte. Asimismo,
en Nápoles, según su biógrafo Pablo Antonio de Tarsia:

Fue tan asistido de los hombres de letras, que no parecía


merecer nombre de entendido quien no se calificaba con la
amistad y aprobación de don Francisco, en quien todos fijaban Quevedo y los esqueletos de
los ojos admirando su prodigioso ingenio. Juan de la Encina y el rey Perico,
Leonaert Bramer, 1659, dibujo a
Quevedo intentó atraer con fortuna dispar a la Academia a otros tinta y aguada gris, Múnich,
Staatliche Graphische
autores como Gian Andrea De Cunzi, Carlos de Eybersbach, Vicente
Sammlung.
Mariner, Justo Lipsio y Michaël Kelker, entre otros, manteniendo
correspondencia con ellos, y durante su estancia napolitana
desempeñó además otras misiones, algunas relacionadas con el
espionaje a la República de Venecia, aunque no directamente como se ha creído hasta hace poco. En
recompensa por estos servicios, y por recomendación del duque de Osuna, virrey de Nápoles y Sicilia,
Quevedo obtuvo en el hábito de Santiago en 1618,3 2 lo que celebró su amigo Stella en su poema del
mismo año Ad Don Franciscum Quevedum / comitis Julii Caesaris Stellae ode.

Pero en ese mismo año cae el grande Osuna; Quevedo lo defiende ante el Consejo de Estado en junio de
complicidad en la Conjuración de Venecia, pero es arrastrado también como uno de sus hombres de
confianza y se le destierra (1619-1621, salvo una breve prisión en Uclés)16 a la Torre de Juan Abad
(Ciudad Real), cuyo señorío había comprado su madre con todos sus ahorros para él antes de fallecer. Los
vecinos del lugar, sin embargo, no reconocieron esa compra y Quevedo pleiteará interminablemente con el
concejo, si bien el pleito recién se resolverá a su favor tras su muerte, en la persona de su heredero y
sobrino Pedro Alderete. Llegado allí a lomos de su jaca «Scoto», llamada así por lo sutil que era, como
cuenta en un romance, y aislado ya de las tormentosas intrigas cortesanas, a solas con su conciencia,
escribirá Quevedo algunas de sus mejores poesías, como el soneto «Retirado a la paz de estos desiertos...»
o «Son las torres de Joray...» y hallará consuelo a sus ambiciones cortesanas y su desgarrón afectivo en la
doctrina estoica de Séneca, cuyas obras estudia y comenta, convirtiéndose en uno de los principales
exponentes del neoestoicismo español. En ese sentido obra también su lectura, traducción y asimilación del
estoico Manual de Epicteto, que venía a consolar su espíritu vehemente:

«No son las cosas mismas / las que al hombre alborotan y le espantan, / sino las opiniones
engañosas / que tiene el hombre de las mismas cosas; / como se ve en la muerte, / que, si con
luz de la verdad se advierte, / no es molesta por sí […] / Son en la muerte duras, / cuando
necios tememos padecella, / las opiniones que tenemos della; / y, siendo esto en la muerte
verdad clara / (que es la más formidable y espantosa) / lo propio has de juzgar de cualquier
cosa».17

Completa el número de sus Sueños y redacta tratados políticos como Política de Dios, morales como Virtud
militante y dos sátiras extensas: Discurso de todos los diablos y La hora de todos. Por entonces se publica
Venganza de la lengua española contra el autor de Cuento de cuentos (Huesca, 1626) de un tal Juan
Alonso Laureles, probablemente pseudónimo, que ataca al escritor; ni este ni su entorno responderán, sin
embargo.18 Sí tomó parte muy activa en la controversia sobre el patronato de España con dos obras:
Memorial por el patronato de Santiago y Su espada por Santiago, 1628. La cuestión se había suscitado
cuando una reforma del Breviario Romano en el siglo XVII no citó la predicación y enterramiento de
Santiago en España, lo que provocó un cruce de cartas y presiones que duró treinta y dos años hasta
conseguir su revocación; el asunto se reavivó cuando se pretendió otorgar el patronazgo de España a santa
Teresa de Jesús, lo que acabó por convertirse en una auténtica batalla de intelectuales en pro de una u otro,
y Quevedo, siempre misógino,19 se inclinó por el patronato del santo guerrero Santiago que se apareció en
la batalla de Clavijo.

En 1622 había vuelto a ser desterrado brevemente a la Torre, pero


la entronización de Felipe IV supuso para Quevedo el
levantamiento de su castigo, la vuelta a la política y grandes
esperanzas ante el nuevo valimiento del conde duque de Olivares,
cuya amistad supo ganarse trabajando como libelista para él.
Quevedo acompaña al joven rey en viajes a Andalucía (1624) y
Aragón (1626), algunas de cuyas divertidas incidencias cuenta en
interesantes cartas. El 24 de marzo de 1624 una nota de la Junta de
reformación de costumbres señala que una mujer llamada Ledesma
Convento de San Marcos en León
"estaba amancebada con don Francisco de Quevedo y tienen
hijos".20 El 25 de septiembre muere en prisión don Pedro Téllez-
Girón, y Quevedo lo lamenta en unos célebres sonetos.21 En 1627 Quevedo escribe en adulación al
Conde-Duque su comedia Cómo ha de ser el privado. Pero su enfrentamiento con los carmelitas a causa de
la cuestión del patronazgo se vuelve cada vez más virulento; a fines de febrero de 1628 escribe su
Memorial por el patronato de Santiago y se imprime en Madrid con tanto éxito como el Buscón o los
Sueños,22 y es de nuevo desterrado a la Torre, aunque en diciembre le autorizan a volver de nuevo a la
Corte; Quevedo intenta congraciarse con el Conde-Duque dedicándole el 21 de julio de 1629 su edición de
las Obras poéticas de fray Luis de León.23 En el prólogo se contiene un nuevo ataque contra los
gongorinos patrocinados por el Duque de Lerma:

En todas lenguas aquellos solos merecieron aclamación universal, que dieron luz a lo oscuro, y
facilidad a lo dificultoso; que oscurecer lo claro, es borrar, y no escribir, y quien habla lo que
otros no entienden, primero confiesa que no entiende lo que habla24

Las reformas económicas del nuevo valido pronto suscitaron oposición, y Quevedo compuso en su
defensa, bajo el nombre de "Licenciado Todosesabe", El chitón de las taravillas (Huesca, enero de 1630).
Lope de Vega escribió escandalizado al Duque de Sessa:

Es lo más satírico y venenoso que se ha escrito desde el principio del mundo, y bastante para
matar a la persona culpada, que lo debía ser mucho, pues dio tal ocasión.

En mayo el libelo fue delatado anónimamente a la Inquisición, aparte de por sedicioso, por "scandaloso,
docmatizante, injurioso, burlador de cosas sagradas". La denuncia incluye también un juicio del anónimo
autor, al que identifica a las claras con Quevedo:

No puede disimularse, porque el stilo del hablar, la indecencia del discurrir, la libertad del
satyrizar, la impiedad del sentir, y la irreverencia del tratar las cosas soberanas y sagradas,
dizen manifiestamente que es el mesmo auctor del Infierno enmendado, del Sueño del juicio,
del Infierno del Marqués de Villena en la redoma, de El alguacil endemoniado y otros
muchos.25

La obra fue recogida en ese mismo y año. En 1631 el propio Quevedo denuncia sus obras a la Inquisición,
ya que los libreros habían impreso sin su permiso muchas de sus piezas satíricas que corrían manuscritas
haciéndose ricos a su costa. De esa manera quiso asustarlos y espantarlos y preparar el camino a una
edición definitiva de sus obras que nunca llegó a aparecer. Por otro lado, lleva una vida privada algo
desordenada de solterón: fuma mucho, frecuenta las tabernas (Góngora le achaca ser un borracho
consumado y en un poema satírico se le llama don Francisco de Quebebo) y frecuenta los lupanares, pese a
que vive amancebado con la tal Ledesma. Sin embargo, es nombrado incluso secretario del monarca, en
1632, lo que supuso la cumbre en su carrera cortesana. Era un puesto sujeto a todo tipo de presiones: su
amigo, el Duque de Medinaceli, es hostigado por su mujer para que lo obligue a casarse contra su voluntad
con doña Esperanza de Mendoza,26 señora de Cetina, viuda y con hijos, y el matrimonio, realizado en
1634, apenas dura tres meses. Lleva una activa vida cultural y amista con el militar y escritor
hispanoportugués Francisco Manuel de Melo, con el que intercambia un intenso epistolario; Melo
corresponderá de forma póstuma convirtiéndolo en un personaje de su diálogo Hospital de letras (1657).
Se entrega a una febril actividad creativa y en 1634 publica La cuna y la sepultura y la traducción de La
introducción a la vida devota de Francisco de Sales; de entre 1633 y 1635 datan obras como De los
remedios de cualquier fortuna, el Epicteto, Virtud militante, Las cuatro fantasmas, la segunda parte de
Política de Dios, la Visita y anatomía de la cabeza del cardenal Richelieu o la Carta a Luis XIII.

En 1635 aparece en Valencia el más importante de uno de los numerosos libelos destinados a difamarle, El
tribunal de la justa venganza, erigido contra los escritos de Francisco de Quevedo, maestro de errores,
doctor en desvergüenzas, licenciado en bufonerías, bachiller en suciedades, catedrático de vicios y
protodiablo entre los hombres, publicado bajo un pseudónimo que tal vez encubre a uno de sus numerosos
enemigos, Luis Pacheco de Narváez. Además, el poeta Juan de Jáuregui escribe un Memorial a Felipe IV
en ese mismo año en que ataca también a Quevedo e imprime también su comedia El retraído (Barcelona,
Sebastián de Comellas, 1635) donde atacaba La cuna y la sepultura
publicada un año antes. En esta comedia El retraído (esto es, el
acogido a sagrado por ser buscado por la justicia civil) el personaje
del Censor ataca cada uno de los puntos sostenidos por Quevedo en
su obra, intentando demostrar que es hereje, la inspiración diabólica
de la obra y su ataque contra los privados, a los que considera
indignos, condenando su enriquecimiento ilícito; también le parece
que su piedad cristiana es falsa, porque encubre sátira; es más, Intriga contra don F.º de Quevedo
manipula los textos que cita; Jáuregui incluso desciende a mencionar en los jardines del Palacio del
sus pleitos con la Torre de Juan Abad (a quien hace personaje de la Buen Retiro (c. 1876) por Antonio
obra) y su participación en la conjura de Venecia y menciona su Pérez Rubio. Óleo sobre lienzo,
escaso conocimiento del griego; indudablemente, no parece casual Museo del Prado
que esta comedia se publicara al mismo tiempo que El tribunal de la
justa venganza. En 1636 se separa de su mujer, que fallecerá en 1641
y, muy desengañado, escribe su fantasía moral La hora de todos y la Fortuna con seso.

El 7 de diciembre de 1639, con motivo de un memorial aparecido bajo la servilleta del rey Sacra, católica,
real Majestad..., donde se denuncia la política del Conde-duque, por el procedimiento de orden reservada
se le detuvo en casa del VII duque de Medinaceli, se confiscaron sus libros y, sin apenas vestirse, es llevado
al frío convento de San Marcos en León hasta la caída del valido y su retirada a Loeches en 1643. Quevedo
se quejó de que no se le abrió proceso ni tomó declaración alguna en la dedicatoria "A Juan Chumacero
Carrillo" de su Vida de San Pablo (1644):

Nunca se me hizo cargo ni tomó confesión ni, después de mi soltura, se halló alguna cosa
escrita jurídicamente...27

Este tipo de detenciones se podían hacer mediante el procedimiento del absolutismo conocido como orden
reservada. Quevedo mismo describió cuán dura fue su situación, enfermo como estaba de tuberculosis ósea:

«A 7 de diciembre, víspera de la Concepción de nuestra Señora, a las diez y media de la


noche. Fui traído en el rigor del invierno sin capa y sin una camisa, de sesenta y un años, a
este convento Real de San Marcos, donde he estado todo este tiempo en rigurosísima prisión,
enfermo con tres heridas, que con los fríos y la vecindad de un río que tengo a la cabecera, en
tierra donde todo el año es hibierno rigurosísimo, se me han cancerado, y por falta de
cirujano, no sin piedad me las han visto cauterizar con mis manos; tan pobre, que de limosna
me han abrigado y entretenido la vida. El horror de mis trabajos ha espantado a todos».28

En 1972 se demostró por una carta del conde-duque de Olivares al rey Felipe IV, encontrada por su
biógrafo J. H. Elliot, que la acusación que pesaba sobre Quevedo fue hecha por su amigo el duque del
Infantado: lo acusaba de ser confidente de los franceses. Saldría en junio de 1643 y poco después, en
septiembre de 1645, murió. En el monasterio de San Marcos Quevedo se dedicó a la lectura, como cuenta
en la Carta moral e instructiva, escrita a su amigo, Adán de la Parra, pintándole por horas su prisión y la
vida que en ella hacía:

Desde las diez a las once rezo algunas devociones, y desde esta hora a la de las doce leo en
buenos y malos autores; porque no hay ningún libro, por despreciable que sea, que no tenga
alguna cosa buena, como ni algún lunar el de mejor nota. Catulo tiene sus errores, Marcus
Fabius Quintilianus sus arrogancias, Cicerón algún absurdo, Séneca bastante confusión; y en
fin, Homero sus cegueras, y el satírico Juvenal sus desbarros; sin que le falten a Egecias
algunos conceptos, a Sidonio medianas sutilezas, a Ennodio acierto en algunas comparaciones,
y a Aristarco, con ser tan insulsísimo, propiedad en bastantes ejemplos. De unos y de otros
procuro aprovecharme de los malos para no seguirlos, y de los buenos para procurar imitarlos.
Quevedo era un escritor satírico, pero él mismo también era objeto de su misma crítica a través de un severo
autocastigo psíquico de raíz religiosa y existencial. Medita profundamente sobre el tiempo y busca el
consuelo de la filosofía estoica leyendo a Zenón de Citio, Epicteto y Séneca; en sus Salmos se encuentra la
expresión más acendrada de este anhelo de pureza espiritual:

Un nuevo corazón, un hombre nuevo / ha menester, señor, el alma mía: / ¡desnúdame de mí,
que ser podría / que a tu piedad pagase lo que debo!...

Pero Quevedo había salido ya del encierro en junio de 1643, achacoso y muy enfermo; tiene a su sobrino
Alderete muy preocupado por su salud; en 1644 publica, no obstante, la Primera parte de la vida de Marco
Bruto y La caýda para levantarse, el ciego para dar la vista, el montante de la Iglesia en la vida de San
Pablo Apóstol. Por fin renuncia a la Corte para retirarse definitivamente en noviembre de ese mismo año a
la Torre de Juan Abad. Es en sus cercanías (y tras escribir en su última carta que «hay cosas que sólo son
un nombre y una figura») cuando fallece en el convento de los padres dominicos de Villanueva de los
Infantes, el 8 de septiembre de 1645. Se cuenta que su tumba fue profanada días después por un caballero
que deseaba tener las espuelas de oro con que había sido enterrado y que dicho caballero murió al poco en
justo castigo por tal atrevimiento.29 En 2009, sus restos fueron identificados en la cripta de Santo Tomás
de la iglesia de San Andrés Apóstol de la misma ciudad.30

Sus obras fueron muy mal recogidas y editadas por el humanista José Antonio González de Salas, quien no
tiene empacho en retocar los textos, en 1648: El Parnaso español, monte en dos cumbres, dividido con las
nueve Musas castellanas, pero es la edición más fiable; peor es la edición del sobrino de Quevedo y
destinatario de su herencia, Pedro Alderete, en 1670: Las tres Musas últimas castellanas; en el siglo XX
José Manuel Blecua las ha editado con rigor.

En 1663 se imprimió la primera biografía de Francisco de Quevedo, del italiano Pablo Antonio de Tarsia,
miembro como Quevedo de la napolitana Academia de los Ociosos. Toma su información, rica en
anécdotas, de su sobrino Alderete, con quien se entrevistó personalmente en Torre de Juan Abad;
posteriormente vendrán las de Aureliano Fernández Guerra en el siglo XIX, donde se le pinta como un
hombre de estado, y la de Jauralde Pou (1998) en el siglo XX.

Análisis de su obra
Lo más original de la obra literaria de Quevedo radica en el estilo, vinculado al Conceptismo barroco y por
lo tanto muy amigo de la concisión, de la elipsis y del cortesano juego de ingenio con las palabras mediante
el abuso de la anfibología. Amante de la retórica, ensayó a veces un estilo oratorio lleno de simetrías,
antítesis e isocola que lució más que nunca en su Vida de Marco Bruto. De léxico muy abundante, creó
además muchos neologismos por derivación, composición y estereotipia y, como apercibió Rafael Lapesa
en su Historia de la lengua española (1942), flexibilizó notablemente el mecanismo de la aposición
especificativa en castellano («clérigo cerbatana, zapatos galeones...»), mecanismo que los escritores
barrocos posteriores imitaron de él. En su sátira se acerca a veces a la estética del expresionismo al degradar
a las personas mediante la reificación o cosificación, y la animalización. Se ha señalado, además, como un
rasgo característico de su verso, la esticomitía, esto es, la tendencia a transformar cada verso en una
sentencia de sentido completo, lo cual hace a sus poemas muy densos de significado, como era prioritario
en su poética, radicada en los principios de lo que más tarde fue denominado conceptismo barroco.

La mayor parte de la producción poética de Quevedo es satírica, pero como ya apercibió el abate José
Marchena sus sátiras están mal dirigidas y, aunque consciente de las causas verdaderas de la decadencia
general, es para él más un mero ejercicio de estilo que otra cosa. Se vierte contra el bajo pueblo más que
contra la nobleza, en lo cual no tuvo el atrevimiento de, por ejemplo, el otro gran satírico de su época, Juan
de Tassis y Peralta, segundo conde de Villamediana. Cultivó también una fina lírica cortesana realizando un
cancionero petrarquista en temas, estilo y tópicos, prácticamente perfecto en técnica y fondo, en torno a la
figura de Lisi, que no hay que identificar como se ha querido con ninguna
dama concreta, sino con un arquetipo quintaesenciado de mujer, al que
bautizó también con otros nombres. Destacan sobre todo sus sonetos
metafísicos y sus salmos, donde se expone su más íntimo desconsuelo
existencial y su angustia por el paso del tiempo. La visión que da su filosofía
es profundamente pesimista y de rasgos preexistencialistas. El cauce preferido
para la abundante vena satírica de que hizo gala es sobre todo el romance,
pero también la letrilla («Poderoso caballero es Don Dinero»), vehículo de
una crítica social a la que no se le esconden los motivos más profundos de la
decadencia de España, y el soneto. Abominó de la estética del Culteranismo
cuyo principal exponente, Luis de Góngora, fue violentamente atacado por
Quevedo en sátiras personales, si bien llegó con el tiempo a tolerar una
estética que se había convertido en general e incluso la cultivó él mismo de
forma meramente testimonial, como dijo Borges, para indicar "que él también
sabía jugar a ese juego".31 Sin embargo, contra la pedantería y obscuridad Portada del Epicteto y
Phocílides en español
que le imputaba se propuso también editar las obras de los poetas
con consonantes, de
renacentistas Francisco de la Torre y fray Luis de León.
Francisco de Quevedo;
pudo inspirar El gran
La poesía amorosa de Quevedo, considerada la más importante del siglo
teatro del mundo, auto
XVII, es la producción más paradójica del autor: misántropo y misógino,19 sacramental de Pedro
fue, sin embargo, el gran cantor del amor y de la mujer. Escribió numerosos Calderón de la Barca.
poemas amorosos (se conservan más de doscientos), dedicados a varios
nombres de mujer: Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta, Dora. Consideró el amor
como un ideal inalcanzable, una lucha de contrarios, una paradoja dolorida y dolorosa, en donde el placer
queda descartado. Su obra cumbre en este género es, sin duda, su «Amor constante más allá de la muerte».

Como han señalado los estudiosos del antisemitismo en España, Quevedo fue un feroz antijudío y su
judeofobia quedó reflejada "en todo tipo de escritos, incluyendo sus poemas satíricos" pero fue "en los años
de su lucha contra Olivares cuando escribe sus dos textos antisemitas más importantes": Execración contra
los judíos y La Isla de los Monopantos (aunque este último relato satírico no fue impreso hasta 1650, dentro
del libro La Fortuna con seso y la hora de todos).32

En su obra se demuestra su obsesión por defender la hegemonía de la monarquía hispánica en el mundo,


integrándose en «... la tradición del laus Hispaniae, instaurada por San Isidoro y utilizada por el propio
Quevedo para tratar de recuperar los valores que él pensaba, hicieron poderosa a la nación... en su España
defendida, alabó la grandeza de sus más prestigiosos compatriotas, destacando la superioridad española en
el campo de las letras, visible en autores como fray Luis de León, Jorge Manrique o Garcilaso de la Vega,
pero también en el arte de la guerra». Javier Martínez-Pinna y Diego Peña.33

Obra

Obra literaria

Poesía

La obra poética de Quevedo, que está constituida por unos 875 poemas, presenta ejemplos de casi todos los
subgéneros de su época: poesía satírico-burlesca, amorosa, moral e inmoral, una parodia de la poesía
heroica (el Poema de las necedades y locuras de Orlando, no concluido), poemas de circunstancias,
descriptivos, religiosos (entre los cuales destacan sus impresionantes Salmos) y fúnebres. Pero además
incluye poemas metafísicos y filosóficos de carácter neoestoico. Aproximadamente, un 40 % de sus textos
son satíricos; si a ello se le añade el hecho de que muchos de ellos
circularon públicamente en vida del autor a través de copias
manuscritas, se explica la fama de crítico severo y mordaz de su
época con que se conoce, en parte, a Quevedo.

La primera impresión de sus poemas tuvo lugar en 1605, en la


antología conocida con el nombre de Primera parte de las flores
de poetas ilustres de España; incluye diecisiete poemas. Pero el
resto fue publicado en forma póstuma en dos obras: El Parnaso
español (1648) y Las Tres Musas Últimas Castellanas (1670).
También se conservan dos manuscritos que coleccionaron sus
obras: el llamado Cancionero antequerano y el Cancionero de
1628.34

Quevedo intentó dos veces publicar sus obras poéticas. La


primera, en 1613, fue consecuencia de una gran crisis espiritual.
En la segunda trabajaba cuando le sorprendió la muerte.35

En 1613 terminó, pero no publicó su Heráclito cristiano, que su


Portada calcográfica de El Parnaso
autor revisó con el título de Lágrimas de un penitente. Solo español, editado en Madrid por Diego
apareció en la edición impresa de 1670, veinticinco años después Díaz de la Carrera, 1648, grabado de
de su fallecimiento; allí se incluye el famoso soneto "Miré los Juan de Noort sobre una idea del
muros de la Patria mía", corregido en la edición póstuma de sus compilador, Juan Antonio González
obras.36 de Salas. Doble retrato del escritor,
coronado por las Musas y en
El segundo intento dejó los poemas en manos de su amigo José medallón sostenido por un sátiro,
Antonio González de Salas para hacer una edición póstuma, cuya símbolo de la doble inspiración,
primera parte salió en Madrid en 1648 con el título de El Parnaso sacra y profana.
español, monte en dos cumbres dividido, con las nueve Musas.
Afirmó en ella que había respetado la ordenación que había
dejando Quevedo al morir. Era una clasificación temática en nueve apartados o "Musas". Clío acogía los
poemas encomiásticos y dedicatorios a personas pasadas o presentes, o a ciudades; por ejemplo "Buscas en
Roma a Roma, ¡oh peregrino!", que retrata la decadencia y ruina de la capital del Imperio romano.
Polimnia contiene poemas morales, algunos entre los mejores del autor, como el soneto "¡Ah de la vida...!
¿Nadie me responde?" o la imprescindible Epístola satírica y censoria al Conde Duque de Olivares sobre
las costumbres de los castellanos:

No he de callar, por más que con el dedo, / ya tocando la boca, ya la frente, / silencio avises o
amenaces miedo. / ¿No ha de haber un espíritu valiente? / ¿Siempre se ha de sentir lo que se
dice? / ¿Nunca se ha de decir lo que se siente? / Hoy, sin miedo que libre escandalice / puede
hablar el ingenio, asegurado / de que mayor poder le atemorice [...] / Señor excelentísimo, mi
llanto / ya no consiente márgenes ni orillas: / inundación será la de mi canto. / Ya sumergirse
miro mis mejillas, / la vista por dos urnas derramada, / sobre las aras de las dos Castillas...

Se ataca la corrupción individual y colectiva, el lujo, la vanidad, la superficialidad de las modas femeninas,
el culteranismo y en general la decadencia en todos los órdenes de España. Melpómene se dedica a la
poesía fúnebre: epicedios de personajes célebres. La cuarta musa, Erato, se divide en dos partes, ambas
dedicadas a la poesía amorosa. Partiendo del cancionero petrarquista, Quevedo une el amor y la muerte, los
temas de las dos partes del Canzoniere de Francesco Petrarca, en uno solo. La segunda parte de esta
sección se titula "Canta sola a Lisi", supuesta amante del poeta, que es en realidad un arquetipo de mujer, y
contiene el que acaso sea el mejor soneto de su autor: "Cerrar podrá mis ojos la postrera / sombra que me
llevare el blanco día..." (Amor constante más allá de la muerte). Las Musas quinta y sexta -Terpsícore y
Talía- se dedican a poemas satíricos y burlescos, bailes y bromas.37
González de Salas murió en 1651 sin publicar la segunda parte, así
que el sobrino y heredero de Quevedo Pedro Aldrete o Alderete,
hijo de su hermana Margarita, publicó Las tres Musas últimas
castellanas. Segunda cumbre del Parnaso español... (1670). Fue
un editor algo descudidado, porque repitió algunos poemas ya
aparecidos en la primera parte e introdujo cierto desorden, pero
siguió el plan de las Musas: Euterpe, la séptima, prolonga el ciclo
de poesías amorosas que atañe a Lisi. La octava, Calíope,
encabeza letrillas satíricas y silvas morales, metro este que había
introducido antes que el mismo Góngora. Representan valores
Poema ¿Ves, con el oro? (Leiden)
típicamente barrocos por su temática sobre el paso del tiempo y la
muerte como fin. Destacan las letrillas "Poderoso caballero es don
Dinero", "Solamente un dar me agrada, / que es el dar en no dar nada" o "Es amarga la verdad":

Pues amarga la verdad, / quiero echarla de la boca; / y, si al alma su hiel toca, / esconderla es
necedad. / Sépase, pues: libertad / ha engendrado en mi pereza / la pobreza....

Se duda si Quevedo pretendió hacer con ellas una colección independiente. Urania, novena Musa, se
dedica a poesía religiosa, cerrando este volumen. Destacan los "Salmos", en que aparecen nuevas cumbres
poéticas del autor:

Bien te veo correr, tiempo ligero / cual por mar ancho despalmada nave / a más volar, como
saeta o ave / que pasa sin dejar rastro o sendero....

Prosa

Obras satírico-morales
Sueños y discursos, compuestos entre 1606 y 1623,
circularon abundantemente manuscritos pero no se
imprimieron hasta 1627. Se trata de cinco narraciones
cortas de inspiración lucianesca donde se pasa revista
a diversas costumbres, oficios y personajes populares
de su época. Son, por este orden, El Sueño del Juicio
Final (llamado a partir de la publicación de Juguetes de
la niñez, la versión expurgada de 1631 El sueño de las
calaveras), El alguacil endemoniado (renombrado El
alguacil alguacilado), El Sueño del Infierno (esto es,
Las zahúrdas de Plutón en su versión expurgada), El
mundo por de dentro (que mantuvo su nombre siempre)
y El Sueño de la Muerte (conocido como La visita de los
chistes).
De la estirpe de los Sueños son dos llamadas
«fantasías morales», el Discurso de todos los diablos y
de La hora de todos. Ambas son también sátiras
lucianescas de característico tono jocoserio, aunque en
su factura y creatividad superan a los Sueños:
Edición príncipe de los Sueños y
Discurso de todos los diablos o infierno emendado discursos, Barcelona, Esteban
(1628), publicado en algunas versiones como El Liberós, a costa de Juan Sapera,
peor escondrijo de la muerte y, a partir de 1631, en 1627.
la versión expurgada en la que aparecen también
los cinco Sueños con los títulos cambiados que se enumeran más arriba, con el título de
El entremetido y la dueña y el soplón.
La hora de todos y la Fortuna con seso, variación sobre el tema del mundo al revés en
que la diosa Fortuna recobra el juicio y da a cada persona lo que realmente merece,
provocando tan gran trastorno y confusión que el padre de los dioses debe volverlo todo
a su primitivo desorden.

La novela picaresca Historia de la vida del Buscón


llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de
tacaños, apareció impresa en Zaragoza en 1626, pero
existen tres versiones más de la obra con grandes
divergencias textuales. El problema es complejo, pues
todo parece indicar que Quevedo retocó su obra varias
veces. La versión más antigua es el manuscrito 303 bis
(olim Artigas 101) de la Biblioteca de Menéndez Pelayo a
causa del cotejo de las variantes y la manera en que unos
Placa dedicada a El Buscón en
testimonios se agrupan frente a otros. La impresión de
Segovia.
1626 fue asumida, si no controlada, por Quevedo, según el
propio autor declara en su memorial Su espada por
Santiago (1628) y la sinceridad de sus palabras es
confirmada por otros datos, así que en realidad no puede sostenerse que se hiciera sin
permiso del autor. Pero esta versión no fue la última, pues don Francisco volvió sobre ella
para retocar algunos pormenores narrativos, amplificar el retrato satírico de varios
personajes secundarios y paliar las expresiones que juzgaron irreverentes o blasfemas los
redactores de dos libelos antiquevedianos, el Memorial enviado a la Inquisición contra los
escritos de Quevedo (1629) y El Tribunal de la Justa Venganza (1635). De estos retoques
dan fe los otros manuscritos. El Buscón es un divertimento en que el autor se complace en
ridiculizar los vanos esfuerzos de ascensión social de un pobre diablo perteneciente al bajo
pueblo; para ello exhibe cortesanamente su ingenio por medio de un brillante estilo
conceptista que degrada todo lo que toca cosificándolo o animalizándolo, utilizando una
estética preexpresionista que se aproxima a Goya, Solana y Valle-Inclán y no retrocediendo
ante las gracias más repugnantes. La caracterización apenas existe: se trata solo de un
vehículo para el lucimiento aristocrático del autor.

Obras festivas
Premática y aranceles, hechas por el fiel de las putas,
Consejos para guardar la mosca y gastar la prosa,
Premática del tiempo, Capitulaciones matrimoniales y
Capitulaciones de la vida de la Corte son sátiras de los
géneros burocráticos habituales en las cancillerías y que
se aplican a temas grotescos.
Cartas del caballero de la Tenaza (1625), humorística
descripción de las epístolas intercambiadas entre un
caballero sumamente tacaño y su amante, que quiere Lutero: asunto tomado de El
sacarle dinero por cualquier medio. sueño del Infierno de Quevedo
Libro de todas las cosas y otras muchas más. Compuesto (1858), óleo de Francisco Sans
por el docto y experimentado en todas materias. El único Cabot
maestro malsabidillo. Dirigido a la curiosidad de los
entremetidos, a la turbamulta de los habladores, y a la
sonsaca de las viejecitas.
Gracias y desgracias del ojo del culo. Opúsculo jocoso sobre los placeres y las dolencias
relativos a semejante órgano.
Teatro

No existe un catálogo definitivo de la obra teatral atribuible a


Quevedo, y no solo por la dificultad de reconocer su autoría sino por
las dificultades de considerar a algunos textos como teatrales. En
cualquier caso, se consideran como seguras y plenamente teatrales las
siguientes obras:38

La comedia Cómo ha de ser el privado


Los entremeses Bárbara, Diego Moreno, La vieja
Muñatones, Los enfadosos, La venta, La destreza, La
polilla de Madrid, El marido pantasma, El marión, El
caballero de la Tenaza, El niño y Peralvillo de Madrid, La
ropavejera y Los refranes del viejo celoso.

Además, se toman también en consideración diversos fragmentos de


comedias perdidas, alguna loa y diez bailes.

Obra no literaria

Obras políticas
España defendida, y los tiempos de ahora, de las
calumnias de los noveleros y sediciosos, más conocida
como España defendida..., que quedó incompleta e Detalle de Lutero: asunto tomado
inédita, escrita circa 1609 y abandonada definitivamente de El sueño del infierno de
en 1612,39 40 fue editada por primera vez en 1916 en el Quevedo, del pintor catalán
Boletín de la Real Academia de la Historia por el Francisco Sans Cabot.
hispanista Robert Selden Rose. Es una defensa del mérito
del humanismo y las letras españolas que se anticipa
valientemente a la leyenda negra que ya se empezaba a fraguar, y de la cual cita en
especial las obras de Girolamo Benzoni, Gerardus Mercator y Joseph Justus Scaliger.
Política de Dios, gobierno de Cristo. Su primera parte fue escrita hacia 1617 (en la
dedicatoria a Olivares, de 1626, le dice que «es el libro que yo escribí diez años ha») e
impresa en 1626 con el título de Política de Dios, gobierno de Cristo y tiranía de Satanás.
La segunda parte, escrita en torno a 1635, se publicó en 1655. Las dos partes juntas se
publicaron bajo el epígrafe Política de Dios, gobierno de Cristo, sacada de la Sagrada
Escritura para acierto del Rey y del reino en sus acciones.
Mundo caduco y desvaríos de la edad (1621, ed. 1852).
Grandes anales de quince días (1621, ed. 1788), análisis de la transición entre los reinados
de Felipe III y Felipe IV.
Memorial por el patronato de Santiago (1627, ed. 1628).
Lince de Italia y zahorí español (1628, ed. 1852).
El chitón de las tarabillas (1630), impreso muchas veces con el título de Tira la piedra y
esconde la mano. Defiende las disposiciones económicas del Conde-Duque de Olivares,
de quien luego se distanciaría. Fue denunciado a la Inquisición y recogido ese mismo año.
Execración contra los judíos (1633), alegato antisemita que contiene una velada acusación
contra don Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares y valido de Felipe IV.
Carta al serenísimo, muy alto y muy poderoso Luis XIII, rey cristianísimo de Francia (1635).
Breve compendio de los servicios de Francisco Gómez de Sandoval, duque de Lerma
(1636).
La rebelión de Barcelona ni es por el güevo ni es por el fuero. 1641, panfleto contra la
revuelta catalana de 1640.
Vida de Marco Bruto, 1644, glosa de la vida correspondiente al famoso asesino de César
escrita por Plutarco, escrita con algebraico rigor y una elevación de estilo conceptista poco
menos que inimitable.

Obras ascéticas

Vida de Santo Tomás de Villanueva, 1620.41


Providencia de Dios, 1641, tratado contra los ateos que intenta unificar estoicismo y
cristianismo.
Vida de San Pablo, 1644.
La constancia y paciencia del santo Job, publicada póstumamente en 1713.

Obras filosóficas
Doctrina moral del conocimiento propio, y del desengaño de las cosas ajenas (Zaragoza,
1630).
La cuna y la sepultura para el conocimiento propio y desengaño de las cosas ajenas
(Madrid, 1634), que es una reescritura de la obra anterior, publicada sin su autorización, en
la que amplificó y mejoró estilísticamente el texto precedente.
Epicteto, y Phocílides en español con consonantes, con el Origen de los estoicos, y su
defensa contra Plutarco, y la Defensa de Epicuro, contra la común opinión (Madrid, 1635).
Las cuatro pestes del mundo y los cuatro fantasmas de la vida (1651).

Crítica literaria
La aguja de navegar cultos con la receta para hacer Soledades en un día (1631), satírica
embestida contra los poetas que usan el lenguaje gongorino o culterano.
La culta latiniparla (1624), burlesco manual para hablar en lenguaje gongorino.
La Perinola (1633, ed. en 1788), ataque contra el Para todos de Juan Pérez de Montalbán.
Cuento de cuentos (1626), reducción al absurdo de los coloquialismos más vacíos de
significado.

Obra filológica
Memorial de don Francisco de Quevedo Villegas dado a la Inquisición General sobre los
libros del Monte Santo de Granada, donde desmonta la impostura de los llamados Plomos
del Sacromonte y sugiere que se destruyan para que no se envíen a Roma y quedar en
ridículo ante el papa.

Epistolario

Fue editado por Luis Astrana Marín en 1946, apareciendo en dicho epistolario 43 cartas inéditas de los
últimos diez años de la vida del autor, que le escribió a su amigo Sancho de Sandoval de Beas (Jaén).42

Traducciones
Quevedo frecuentó a humanistas como el distante Justo Lipsio y el más cercano José Antonio González de
Salas; ambos le transmitieron su fervor por Propercio. Como helenista, las traducciones de Quevedo del
griego dejan bastante que desear; se atrevió, sin embargo, a traducir pésimamente a Anacreonte (traducción
que circuló manuscrita y no se imprimió en vida de Quevedo, sino en 1656), al pseudo Focílides y la Vida
de Marco Bruto de Plutarco para su Marco Bruto. Mayor mérito tienen sus Lamentaciones de Jeremías
desde el hebreo, o sus versiones de excelente latinista de los satíricos Marcial, Persio y Juvenal; sus obras
están esmaltadas también de reminiscencias de Virgilio, Propercio, Tibulo, Ovidio, Estacio y,
especialmente, Séneca, de cuyas Cartas a Lucilio menciona haber traducido noventa en el prólogo al
Marco Bruto, aunque solo se han conservado once.43 Son, pues, Séneca y los satíricos los autores que más
releía y más han impregnado sus obras; también es grande su erudición en Biblia, aunque prefería
indudablemente el Libro de Job, que había traducido uno de sus modelos, fray Luis de León. También hizo
excelentes versiones del italiano y el francés; en esta última lengua, conocía la obra de líricos como Joachim
du Bellay y leía y admiraba la de Montaigne e incluso es posible que tradujese el primer libro de sus Essais.
En su haber se cuentan:

Introducción a la vida devota, de San Francisco de Sales.


De los remedios de cualquier fortuna (1638), versión libre de Séneca.
El Rómulo, 1632, del marqués Virgilio Malvezzi.

Obras perdidas
La segunda parte de la Vida de Marco Bruto, mencionada por Quevedo en sus últimas
cartas, en 1644.
Historia de don Sebastián, rey de Portugal.
La polilla de las repúblicas.
Historia del año 1631.
Dichos y hechos del Duque de Osuna en Flandes, España, Nápoles y Sicilia.

Personaje literario y cinematográfico


Como prototipo del intelectual cortesano que exhibía su ingenio y con frecuencia le gustaba escandalizar,
Quevedo pasó a la literatura popular como personaje de chistes con frecuencia groseros, volviéndose
personaje de leyendas urbanas como otros afectos al épater le bourgeois, por ejemplo Camilo José Cela.

Igualmente fue personaje de gran número de piezas teatrales y novelas; durante su propia vida tuvo que
soportar ser blanco de los ataques en la comedia de Juan de Jáuregui El retraído (1635). Y Diego de Torres
Villarroel lo resucitó a principios del siglo XVIII en sus Sueños morales, visiones y visitas de Torres con
Don Francisco de Quevedo por Madrid, y en el XIX es personaje principal de los dramas ¿Quién es ella?
de Bretón de los Herreros, de La corte del buen Retiro (1.ª y 2.ª partes) y También los muertos se vengan
de Patricio de la Escosura, Don Francisco de Quevedo (1848) del poeta romántico Eulogio Florentino
Sanz, sin duda uno de los grandes éxitos del drama romántico español; de Una broma de Quevedo y la
zarzuela Cuando ahorcaron a Quevedo, de Luis de Eguílaz; de Una noche y una aurora de Francisco
Botella y Andrés y La boda de Quevedo de Narciso Serra. Ya en el siglo XX, protagoniza El caballero de
las espuelas de oro, de Alejandro Casona.44

De la misma manera tentó a la novela histórica: en el XIX Francisco José Orellana escribió Quevedo
(1857) y Antonio de San Martín su novela por entregas Aventuras de don Francisco de Quevedo (1883–
1884).
Personaje de las novelas del capitán Alatriste

Francisco de Quevedo es también, junto a otros personajes


históricos de la España de Felipe IV, un personaje secundario en la
saga conocida como Las aventuras del capitán Alatriste (1996), de
Arturo Pérez-Reverte, y en la película basada en ella, Alatriste
(2006), dirigida por Agustín Díaz Yanes, en donde el personaje de
Quevedo es interpretado por el actor Juan Echanove. En esta obra
de ficción, Quevedo es presentado como amigo personal del mal
llamado capitán don Diego Alatriste y Tenorio, veterano de las
guerras de Flandes, quien se gana la vida como sicario en el
Madrid del siglo XVII. La primera aparición de Quevedo se da en
el primer título de la saga, El capitán Alatriste (1996), donde es
representado como un hombre ingenioso, apasionado y excelente
espadachín, quien regularmente debe hacer uso de la herreruza
(espada) para zanjar los constantes conflictos en los que se
involucra, ya sea por los desafortunados versos que dedica a
numerosas personas (incluidas personalidades de renombre), como Estatua del monumento a Quevedo
por aquellos relacionados con su amigo Alatriste. en la glorieta homónima de Madrid
(A. Querol, 1902).
En términos narrativos, Francisco de Quevedo representa en la
obra el contrapunto alegre y desinhibido a la personalidad
reservada y tosca de Alatriste, aportando a la lectura del texto momentos frescos y de un humor elegante e
imaginativo, aunque también cumple el rol de factor determinante en muchos de los sucesos de la obra,
especialmente en el segundo volumen de la saga Limpieza de sangre (1997). Cabe destacar que en la obra
como en sus numerosos epílogos, aparecen algunas obras (mayoritariamente sonetos) que son «atribuidos»
a este personaje, entre los que destaca aquel que «Alaba la virtud militar, en la persona del capitán
Alatriste». Este poema, que Quevedo habría dedicado a Alatriste, narra de manera alegórica la vida y
carácter del personaje, loando su valentía y temple.

Véase también
Literatura española
Orden de Santiago
Siglo de Oro
Conceptismo
Luis de Góngora
Barroco

Notas y referencias
Espasa. ISBN 8467012722. OCLC 54454834 (http
1. «Una carta de Quevedo permite fijar la s://www.worldcat.org/oclc/54454834). Consultado
fecha exacta de su nacimiento» (http://cultu el 28 de mayo de 2019.
ra.elpais.com/cultura/2008/07/31/actualida
3. Riandiere (https://cvc.cervantes.es/literatur
d/1217455205_850215.html). El País. 31
a/criticon/PDF/036/036_045.pdf) la Roche,
de julio de 2008. Consultado el 20 de julio
J. (1986). Expediente de ingreso en la
de 2016.
Orden de Santiago del caballero D.
2. Bregante, Jesús, 1964- (2003). Diccionario Francisco de Quevedo y Villegas:
Espasa literatura española (https://archive. Introducción, edición y estudio. Criticón,
org/details/diccionarioespas0000breg). (36), 43–129.
4. Santiurde de Toranzo, en 15. La sodalitas entre ambos autores es
www.cantabria102municipios.com (http://w confirmada a partir del hallazgo de una oda
ww.cantabria102municipios.com/pas_mier compuesta en 1618 por Giulio Cesare
a/santiurde_toranzo/nucleos.htm) Stella en la que se congratula tanto por la
5. Iglesia de Santo Tomás - Vejorís de concesión de la Orden de Santiago al
Toranzo, en www.vallespasiegos.org (http:// español como por la vuelta de éste a
www.vallespasiegos.org/que-ver-y-que-hac Nápoles (Ad Don Franciscum Quevedum /
er/item/47-iglesia-de-santo-tom%C3%A1s- comitis Julii Caesaris Stellae ode). La oda,
en-vejor%C3%ADs-de-toranzo) no estudiada hasta el momento por la
crítica, fue publicada, junto a otros elogios
6. Alonso, Dámaso. «El desgarrón afectivo en
a Quevedo, en los Opera omnia de Vicente
la poesía de Quevedo.» En Santiago
Mariner (Tournay, 1633). Asimismo, dicha
Fernández Mosquera (comp.) AA. VV.
relación se confirma según las noticias
Antología crítica. Aproximación a la poesía
amorosa de Quevedo, pp. 513-577. (http://c aportadas por un temprano biógrafo de
vc.cervantes.es/literatura/quevedo_critica/p Quevedo, Pablo Antonio de Tarsia. Todos
estos datos abren nuevas perspectivas
_amorosa/alonso.htm)
sobre la vida de este humanista romano,
7. «Biografía de Francisco de Quevedo y conocido por ser el segundo poeta
Villegas» (http://www.franciscodequevedo. neolatino que compone una epopeya sobre
org/index.php?option=com_content&view= el viaje de Colón, los Columbeidos libri
article&id=630&Itemid=2). Fundación priores duo (1585 y 1589). Véase Israel
Francisco de Quevedo. Consultado el 27 Villalba de la Güida, "Elogios a Francisco
de diciembre de 2012. de Quevedo en una oda encomiástica de
8. Fernández-Guerra y Orbe A. Obras de Don Giulio Cesare Stella (1618). Panorama del
Francisco de Quevedo Villegas colección círculo literario neolatino del tercer Duque
completa (tomo 2). Madrid: M. Rivadeneyra; de Osuna, virrey de Nápoles" en Myrtia, nº
1859, pp. 625-7. (https://books.google.es/b 25, 2010, pp. 259-286:
ooks?id=Nc5eXxgkcccC&pg=PA625&dq=L http://revistas.um.es/myrtia/article/viewFile/13
ibro+de+la+reformaci%C3%B3n+del+muy+ 16. José Luis Gómez, op. cit.
insigne+Colegio+y+Universidad+de+Alcal
a+de+Henares&hl=es&sa=X&redir_esc=y# 17. Citado por Tobar Quintanar, María José
(2020). ««Sobre la fecha de redacción de
v=onepage&q=Libro%20de%20la%20refor
Doctrina moral y Doctrina estoica, de
maci%C3%B3n%20del%20muy%20insign
Quevedo» (https://www.academia.edu/428
e%20Colegio%20y%20Universidad%20d
52740/Sobre_la_fecha_de_redacci%C3%
e%20Alcala%20de%20Henares&f=true)
B3n_de_Doctrina_moral_y_Doctrina_estoi
En Google Books.
ca_de_Quevedo?auto=download). La
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10. Carreira, Antonio. «Quevedo en la redoma: julio de 2020.
análisis de un fenómeno criptopoético», ap. 18. Sandra Valiñas Jar, "Breves notas sobre la
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Enlaces externos
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&field1val=Francisco%20de%20Quevedo&numfields=1&field1Op=AND&exact=true&advan
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Nacional de España
Web de la Fundación Francisco de Quevedo - Dedicada a la difusión de la vida y obra de
Quevedo. (http://www.franciscodequevedo.org/)
Francisco de Quevedo (https://www.youtube.com/watch?v=EONsiAYjTwM), episodio de la
serie de TVE Paisaje con figuras.
Francisco de Quevedo (https://www.rtve.es/alacarta/audios/musica-antigua/musica-antigua-
130115/2950902/): emisión del 13 de enero del 2015 de Música antigua, programa de
Radio Clásica.
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