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Venezuela y la economía

2020: el lastre de los


récords negativos
2020 inició con un repunte del dólar no oficial en Venezuela en
medio de una "liberación" de la economía que apunta a que la
moneda norteamericana se usará en 60% de las transacciones,
según Ecoanalítica. Es consecuencia de una década marcada por
una política de controles de precio y de cambio que duró seis
años consecutivos, y llevó a la implosión del país entre 2009 y
2019

l legado del chavismo-madurismo en el área económica durante la


década que culminó en 2019, está plasmado de una serie de eventos
inéditos que generaron un éxodo venezolano sin precedentes tanto en el
país como en América Latina. Una economía en que su principal producto
exportador se vino a menos y que redujo su ingreso en divisas llevando al
mínimo la importación de materias primas y bienes terminados, una alta
escasez generalizada debido a la restricción en la entrega de dólares al
sector privado por parte del gobierno; llevaron a una recesión que lleva
seis años, a un país a sufrir un proceso hiperinflacionario que muy
posiblemente irá en 2020 por su tercer año consecutivo y a una población
que desprecie su moneda: el bolívar.

La crisis institucional y política es una de las causas para que unos cinco
millones de venezolanos abandonaran su país (según cifras registradas
por la Organización Internacional de las Migraciones de la ONU), pero la
catástrofe de la economía y el colapso de los servicios públicos fueron
los factores determinantes para tomar la difícil decisión de migrar.

Venezuela culminó 2019 con una caída acumulada del Producto Interno
Bruto (PIB) de más de 65% desde 2013, una tasa de hiperinflación anual a
octubre de 50.003% y con un salario mínimo de 3,2 dólares mensuales.
Son números jamás vistos en la historia económica del país. Pero
también es un país que cayó en default, donde sus aliados políticos no
consideran ya financiarle, ni empresa extranjera alguna desea concretar
negocios para evitar ser sancionada por Estados Unidos.

Los venezolanos de menores ingresos y los que no


tienen acceso a divisas seguirán intentando
sobrevivir a la crisis o depender aún más de los
subsidios oficiales
El año 2020 inicia con colas por gasolina incluso en Caracas, y un
desabastecimiento profundo del combustible a escala nacional. Además,
con un dólar dominando el intercambio entre venezolanos, en medio de
una dolarizaión anárquica y desordenada, que pudiera llegar a 60% de las
transacciones, según Ecoanalítica, mientras el gobierno extiende los
permisos de importación sin aranceles, el que ha permitido la expansión
de bodegones y los anaqueles llenos de productos importados, al que
solo tiene acceso un sector de la población.
Es la consecuencia de políticas económicas que desde hace una década
han marcado el devenir de la «revolución bolivariana», unas que
comenzaron cuando aún Hugo Chávez controlaba el poder; una crisis que
pudo evitarse.
La suerte de los precios del petróleo

Casualmente las primeras señales del deterioro económico venezolano


comenzaron a evidenciarse en el año 2009. Siendo una nación altamente
dependiente del petróleo, era previsible una crítica situación al bajar los
precios del barril a $40 después de haberse beneficiado de una
cotización que alcanzó la cifra histórica de $140. Muchos economistas
alertaron que para el ritmo de gasto al que el chavismo estaba
acostumbrado se requería de una cesta petrolera en $120 y tuvieron
razón.

El entonces presidente Hugo Chávez aseguró que saldría adelante


“aunque el precio del petróleo llegara a cero”, sin embargo, Venezuela
entró en recesión en el tercer trimestre de 2009 y terminó el período con
una contracción de 3,3%.

Una política de controles de precio y de cambio llevó a la economía a


mostrar pobres resultados. En 2010 ya el país llevaba siete años con una
férrea administración de las divisas, se había llevado a cabo una serie de
expropiaciones y comenzaban a deliberarse los juicios por arbitraje
interpuestos por empresas trasnacionales ante el Banco Mundial contra
la gestión de Chávez quien años anteriores se dedicó a expropiar y a
estatizar a manos llenas.

La economía cayó ese año 1,4% a pesar de que el precio del petróleo
mantuvo un promedio de $77 el barril y de haber cerrado el cuarto
trimestre con un PIB levemente positivo. Durante ese año, Chávez arreció
sus ataques contra EEUU, al cual culpaba de inundar el mercado con su
petróleo en reserva y luego con el de esquisto.

A lo interno, culpaba a los empresarios locales de los problemas de


desabastecimiento e inflación. Durante 2010 inició su campaña para
desviar la atención de su equivocada política de controles y la mala
administración de los recursos públicos, denunciando que su gobierno
era atacado por una “guerra económica aplicada por el imperialismo y
capitalismo norteamericanos y los burgueses apátridas venezolanos que
operan en el sector privado”.

Esa denuncia de “guerra económica” sirvió para que el gobierno


incrementara los operativos de fiscalización en los comercios, los cuales
generaron millonarias multas y cierres.

Los venezolanos de menores ingresos y los que no


tienen acceso a divisas seguirán intentando
sobrevivir a la crisis o depender aún más de los
subsidios oficiales
El año 2020 inicia con colas por gasolina incluso en Caracas, y un
desabastecimiento profundo del combustible a escala nacional. Además,
con un dólar dominando el intercambio entre venezolanos, en medio de
una dolarizaión anárquica y desordenada, que pudiera llegar a 60% de las
transacciones, según Ecoanalítica, mientras el gobierno extiende los
permisos de importación sin aranceles, el que ha permitido la expansión
de bodegones y los anaqueles llenos de productos importados, al que
solo tiene acceso un sector de la población.
Es la consecuencia de políticas económicas que desde hace una década
han marcado el devenir de la «revolución bolivariana», unas que
comenzaron cuando aún Hugo Chávez controlaba el poder; una crisis que
pudo evitarse.
La suerte de los precios del petróleo

Casualmente las primeras señales del deterioro económico venezolano


comenzaron a evidenciarse en el año 2009. Siendo una nación altamente
dependiente del petróleo, era previsible una crítica situación al bajar los
precios del barril a $40 después de haberse beneficiado de una
cotización que alcanzó la cifra histórica de $140. Muchos economistas
alertaron que para el ritmo de gasto al que el chavismo estaba
acostumbrado se requería de una cesta petrolera en $120 y tuvieron
razón.

El entonces presidente Hugo Chávez aseguró que saldría adelante


“aunque el precio del petróleo llegara a cero”, sin embargo, Venezuela
entró en recesión en el tercer trimestre de 2009 y terminó el período con
una contracción de 3,3%.

Una política de controles de precio y de cambio llevó a la economía a


mostrar pobres resultados. En 2010 ya el país llevaba siete años con una
férrea administración de las divisas, se había llevado a cabo una serie de
expropiaciones y comenzaban a deliberarse los juicios por arbitraje
interpuestos por empresas trasnacionales ante el Banco Mundial contra
la gestión de Chávez quien años anteriores se dedicó a expropiar y a
estatizar a manos llenas.

La economía cayó ese año 1,4% a pesar de que el precio del petróleo
mantuvo un promedio de $77 el barril y de haber cerrado el cuarto
trimestre con un PIB levemente positivo. Durante ese año, Chávez arreció
sus ataques contra EEUU, al cual culpaba de inundar el mercado con su
petróleo en reserva y luego con el de esquisto.

A lo interno, culpaba a los empresarios locales de los problemas de


desabastecimiento e inflación. Durante 2010 inició su campaña para
desviar la atención de su equivocada política de controles y la mala
administración de los recursos públicos, denunciando que su gobierno
era atacado por una “guerra económica aplicada por el imperialismo y
capitalismo norteamericanos y los burgueses apátridas venezolanos que
operan en el sector privado”.

Esa denuncia de “guerra económica” sirvió para que el gobierno


incrementara los operativos de fiscalización en los comercios, los cuales
generaron millonarias multas y cierres.

Esta reducción en los precios provocó saqueos a tiendas y


establecimientos comerciales en varias ciudades de Venezuela, forzando
a su vez a los dueños de los comercios a abaratar sus productos para
evitar ser atacados. Los ajustes de precios forzados a Daka ayudaron al
partido gobernante PSUV, a ganar en algunas de las elecciones
municipales, sin embargo, la venta masiva de bienes causó una mayor
escasez en los meses siguientes a las elecciones.

En el año se evidenciaron las primeras señales del deterioro de la


infraestructura eléctrica con el apagón ocurrido en septiembre, el cual
dejó al 70% del país sin electricidad por cerca de tres horas. Otro apagón
generalizado se produjo en diciembre, días antes de las elecciones
municipales. Expertos advirtieron que la falta de mantenimiento había
provocado el corte de luz, mientras que Maduro culpó a la oposición de
sabotear la red nacional con el objetivo de desacreditarlo antes de los
comicios.

La estampida de empresas trasnacionales comienza también a


evidenciarse con la partida de la cervecera brasileña Brahma y la
procesadora de maíz mexicana Gruma que en 1999 se asoció con una de
las principales empresas de alimentos venezolana, Monaca.
En 2014 se derrumban los precios del petróleo. A principios de año se
encontraban por encima de los $106,85 y a finalizar el período cayeron a
los $56,90 por barril. Esta situación sucede mientras continúa bajando la
producción de crudo que se coloca en 2,7 millones de bd por lo que la
escasez y racionamiento de gasolina comienza a ser común en varias
zonas de Venezuela, específicamente en las regiones de la frontera con
Colombia donde se observan largas colas en las gasolineras.

Empresas multinacionales continúan abandonando al país, entre ellas las


líneas aéreas empezando por Air Canadá debido a la falta de cancelación
de la deuda que mantenía el gobierno con la aerolínea, luego Alitalia y en
los años siguientes otras 15 más, dejando a la población con menos
alternativas para viajar al exterior.

Otras empresas en cambio, optaron por ejecutar medidas menos


dramáticas: quitar de sus balances financieros sus operaciones
venezolanas para evitar que las pérdidas bajaran las utilidades de la
compañía a escala global. La imposibilidad de repatriar sus dividendos
de Venezuela debido al control de cambio y a que el gobierno acumuló
una importante deuda en divisas con el sector privado, llevó a que cada
vez más compañías foráneas asumieran como pérdida sus operaciones.

Las empresas Mondelez, fabricante de las conocidas galletas Oreo y


Kimberly Clark de productos de higiene, decidieron desconsolidar de sus
balances montos importantes en dólares, debido a lo que consideraban
“pocas posibilidades para obtener divisas”. Venezuela se convirtió en un
problema para la inversión foránea, la cual cayó a niveles alarmantes en
los años siguientes.

Debido a la baja de las importaciones venezolanas de productos


terminados y al declive de la producción nacional comenzó a
intensificarse la escasez de alimentos y medicinas. Este año el BCV dejó
de publicar los resultados de diversidad de productos y de escasez.
El desabastecimiento se reflejó en productos básicos como papel
higiénico, leche, harina de maíz, azúcar, aceite comestible, así como
artículos médicos y repuestos para automóviles. El gobierno obligó a
vender a precios regulados y largas colas de personas aparecieron en los
comercios, luego se crea el “Sistema Biométrico de Abastecimiento” o
captahuella con el cual el gobierno aseguraba que no sería para restringir
compras si no para tener un control de la venta de productos prioritarios
de la cesta básica, que eliminaría las colas, la escasez y el bachaqueo
(reventa de productos regulados).

Sin embargo, las personas no podían llevarse más de dos empaques del
mismo producto ni tampoco comprar en otro comercio durante la
semana, por lo que la captahuella era considerada por los críticos como
un sistema de control social, recordando a la famosa “libreta de
racionamiento cubana”.

Se cerró el grifo y nacieron los CLAP

En 2015 la economía venezolana siguió mostrando cifras en rojo, al caer


5% y al mostrar una inflación de 180,9% la tasa más alta del mundo, en
números oficiales. La escasez generalizada continúa registrándose
mientras que Maduro reitera que la culpa de esta crítica situación
obedece a la “guerra económica” llevada a cabo por la oposición y
empresarios con el fin de derrotarlo.

La continua caída de los precios del petróleo, de la producción


venezolana y en consecuencia de la baja de los ingresos y de las reservas
internacionales del BCV, hacen que el gobierno comience a restringir la
entrega de divisas a tasa preferencial. En abril una nueva providencia
restringe los dólares para viajeros y establece que la banca pública
(Banco de Venezuela, Banco del Tesoro, Banco Bicentenario) sería la
única operadora cambiaria, preámbulo a la eliminación por completo del
sistema para la población y el sector privado.
En 2014 se derrumban los precios del petróleo. A principios de año se encontraban

por encima de los $106,85 y a finalizar el período cayeron a los $56,90

En medio de los problemas que genera la escasez surge una delicada


noticia, Empresas Polar advierte que posiblemente tenga que paralizar
parte de su producción debido a una deuda que mantiene con sus
proveedores por $463 millones, divisas que el gobierno venezolano no
había aprobado a la compañía más grande de alimentos en el país.

Dos nuevos esquemas surgen este año acompañadas de importantes


devaluaciones del tipo de cambio: el Simadi y el Dicom, pero ambos no
logran estabilizar el mercado cambiario ni el precio de la divisa en el
mercado paralelo.

Es difícil decidir cuál es el hito más importante del año 2016. Una serie de
“eventos desafortunados” acompañan este período que impactan mucho
más a la población.

En enero Maduro envió a la Asamblea Nacional controlada por partidos


de oposición de un Decreto de Emergencia Económica Nacional “para
garantizar el bienestar de la sociedad venezolana y minimizar la crisis
financiera, con medidas que ayuden a cambiar de un modelo rentista a un
modelo productivo”.

Aunque el parlamento rechazó el decreto alegando que la propuesta


aumentaría la crisis económica, recomienda al Ejecutivo una serie
acciones para afrontarla de mejor manera. No obstante, Maduro siguió
adelante y en febrero anuncia su “paquetazo rojo”, con el cual aumenta el
precio de la gasolina luego de 20 años de su último ajuste.
De esta manera, la gasolina “más barata del mundo” tuvo un alza de
6.000% para la de 95 octanos, mientras que para la de 91 octanos fue de
1.282%. Siguió siendo la más barata del mundo.

Con el paquetazo rojo ocurre otra devaluación pero el gobierno comienza


a flexibilizar la política de control de cambios al permitir fluctuar el precio
del dólar oficial con el Simadi Sistema Marginal de Divisas (Simadi). A
pesar de estas medidas, el PIB cae 6,5% y la tasa de inflación vuelve a
cerrar en tres dígitos 274,4%.

Mientras la producción petrolera bajaba, los


problemas de escasez de bienes comienzan a
hacerse evidente, además del alza de la inflación
En abril, Maduro crea lo que el gobierno considera su mayor logro: los
Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), los cuales
tienen la tarea de distribuir casas por casa las bolsas de comida
subsidiadas por el gobierno y, las cuales han sido objeto de una de los
mayores actos de corrupción de la historia venezolana.

A mediados de año, Citibank decidió suspender el servicio de las cuentas


del gobierno así como algunas cuentas personales relacionadas al
Ejecutivo, mientras Maduro acusó de un “bloqueo financiero”.

Maduro hipotecó el 49,9% de las acciones de la empresa venezolana


Citgo, ubicada en EEUU, por un préstamo al gobierno ruso por $1.500
millones. Pero también se canjean bonos de Pdvsa 2017 por nuevos
títulos con vencimiento en 2020, colocando como garantía al 50,1% de
las acciones de la refinería propiedad de la petrolera estatal. Nunca un
gobierno había colocado a un activo tan importante en peligro de ser
arrebatado por sus acreedores.
El anuncio de un nuevo cono monetario y la eliminación del billete de 100
bolívares generó un caos a finales de este año. El retiro intempestivo de
la pieza en ese momento de más alta denominación, generó protestas y
saqueos en nueve estados por la falta de dinero en efectivo, mientras que
el canje de billetes creó colas y colas en las tres únicas sedes del BCV y
en los bancos públicos y privados.

Los saqueos más graves se escenificaron en Ciudad Bolívar (estado


Bolívar), los cuales dejaron 353 negocios destrozados en tres días, es
decir, 98% de los comercios de la zona. Esto obligó a la gobernación
declarar toque de queda, en al menos seis localidades del estado.
Los nuevos billetes que llegaron resultaron ser insuficientes para cubrir el
espacio dejado por el de Bs. 100, el cual ostentaba 98% del efectivo.

Maduro pierde la batalla

En noviembre de 2017 Venezuela entra formalmente en hiperinflación,


pero también en este mes cae por primera vez en su historia en default al
dejar de pagar intereses del bono Pdvsa 2027 y de Elecar (ahora
Corpoelec). Este fue el primer caso de los incumplimientos de pago que
vinieron después de los títulos de deuda externa de la República y de
Pdvsa y que a 2019 totalizaban $11.000 millones.

En 2009, el gobierno usó el endeudamiento externo


y el financiamiento monetario del Banco Central de
Venezuela para cubrir el déficit fiscal
Un nuevo elemento surge en la escena política-económica venezolana.
Por primera vez, el Departamento del Tesoro de EEUU penalizó a un
mandatario venezolano con sanciones jurídicas y financieras. El gobierno
de Donald Trump sancionó a Nicolás Maduro y congeló todos los activos
sujetos a la jurisdicción norteamericana por ruptura del orden
constitucional, un día después de haberse aprobado la ANC. Esta fue la
partida para más sanciones a cientos de funcionarios y militares
venezolanos, además de Pdvsa, así como a instituciones financieras
estatales como el Bandes y el BCV.

Dado el escenario de sanciones y el descalabro de las finanzas públicas,


los principales aliados de Venezuela como China y Rusia, dejan de
auxiliarla con préstamos.

En un intento por sortear las sanciones y el bloqueo financiero, Maduro


pasa a denominar en euros todas las operaciones con divisas en lugar
del dólar y crea la criptomoneda «petro» con la cual busca desaparecer la
inyección de dinero inorgánico por parte del BCV y así estabilizar la
inflación.

El verde se impone

El 2019 fue el año de la dolarización. La administración de Maduro dejó


fluctuar el tipo de cambio oficial para tratar de acabar con el dólar
paralelo el cual pasó de 730,29 a 54.702,82 bolívares. También dejó que
los venezolanos utilizaran sus divisas para pagar en los comercios y que
de acuerdo a cálculos de Ecoanalítica 54% de las transacciones se
realizan con moneda extranjera. El director de la consultora, Asdrúbal
Oliveros, advierte que en 2020 llegará a 60%, aunque para los
venezolanos de menores ingresos y los que no tienen acceso a divisas
seguirán intentando sobrevivir a la crisis o depender aún más de los
subsidios oficiales.
El año 2020 inicia con colas por gasolina incluso en
Caracas, y un desabastecimiento profundo del
combustible a escala nacional
Otro hito importante durante 2019 fue el estallido de la crisis eléctrica
cuando el siete de marzo en la tarde se produjo un apagón de gran
magnitud, que en principio afectó a 15 de los 23 estados del país y luego
a 22, incluyendo al Distrito Capital por alrededor de 15 horas debido a una
falla originada en el Central Hidroeléctrica Simón Bolívar. La debilidad de
la infraestructura eléctrica quedó una vez más en evidencia, la cual ha
estado afectada tanto por la baja de las inversiones para su
mantenimiento y recuperación, como por la corrupción en la entrega de
contratos.

Debido a los impagos de la deuda externa Venezuela estuvo a punto de


perder Citgo Petroleum. Pero con la toma de sus activos por parte del
gobierno interino de Juan Guaidó (presidente de la Asamblea Nacional),
se logró la protección de la empresa con la aprobación de varias órdenes
ejecutivas de la administración de EEUU, las cuales impiden que los
acreedores se adueñen de la refinería.

A pesar de los esfuerzos de la gestión de Maduro por mostrar una


“normalización” en el país, dada por la dolarización, el aumento de los
bienes en los anaqueles y la proliferación de bodegones, el 2019 cerró
con un empeoramiento de los servicios públicos, con una aún galopante
inflación, con cientos de personas (muchos de ellos adultos mayores)
haciendo nuevamente cola en los comercios para poder comprar con
unos petros dados por el gobierno como aguinaldo especial y con miles
de venezolanos en carro haciendo fila en la estaciones de gasolina para
surtirse del combustible. Así comienza 2020.

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