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“CINCUENTA AÑOS DE GUERRA”, EL CONFLICTO ARMADO EN

COLOMBIA

Según el documental FARC EP- 50 años en monte, del francés Yves Billion, los

orígenes de la guerra civil en Colombia se pueden rastrear durante el siglo XIX, con la

disputa entre los dos partidos políticos más emblemáticos de América Latina, cuyos inicios

surgen a partir de la guerra de Independencia contra el imperio español: el partido liberal

federalista, influenciado por “la revolución francesa”, y el partido conservador centralista,

promovido por la iglesia católica. Las causas de las disputas estuvieron ligadas con la

posesión de poder y tierra en territorio colombiano.

Se puede afirmar que el siglo XX en Colombia heredó los conflictos civiles e

ideológicos del siglo anterior, puesto que la corrupción, la miseria y la represión del Estado

han estado presentes en el desarrollo tardío del proyecto modernizador europeo Estado-

nación en latinoamericana. De acuerdo con Billion, estos problemas socioculturales y

políticos generaron distintos movimientos de protesta que al ser violentados por el Estado

se radicalizaron originando varios grupos de lucha armada, conocidos como “guerrillas”.

El movimiento revolucionario FARC inició en el año 1949, y cuyo grupo armado,

en su origen, fue integrado por campesinos partidarios de una ideología comunista

marxista-leninista y regido por los ideales libertarios de Simón Bolívar. Este grupo al

margen de la ley tenía como objetivo liberar al estado colombiano de los terratenientes

conservadores y promover un estado más autónomo y menos desigual.

Con el paso del tiempo, este grupo armado se fue reforzando con dinero del

narcotráfico e impuestos a las empresas privadas; aumentó el número de combatientes,

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algunos reclutados forzadamente y otros de manera voluntaria. Al principio estuvieron

liderados por Manuel Marulanda, luego lo sucedió Alfonso Cano, después vinieron otros

jefes guerrilleros como Raúl Reyes, el Mono Jojoy, Timochenko, entre otros.

Por su parte, la guerra entre las FARC, paramilitares y ejército colombiano,

conflicto que ha tenido lugar en el ámbito y población rural, ha dejado en Colombia miles

de personas desplazadas e incontables civiles asesinados, pues lo más perjudicados en esta

guerra han sido personas que no nada han tenido que ver con ella. Según el Centro

Nacional de Memoria Histórica, de los 262.197 muertos en Colombia por el conflicto

armado interno entre 1958 y 2018 a las FARC-EP y otros grupos guerrilleros (ELN) se les

atribuye 35.683 muertos, solo superadas por los grupos paramilitares, a quienes se les

atribuye 94.754 asesinatos. En este sentido, la guerra civil en Colombia ha sido una de las

tragedias más tenaces que ha padecido el país, cuyas víctimas principales han sido aquellos

ajenos a la guerra.

Un documental que registra y evidencia, de un modo muy explícito y duro, este

conflicto armado es Impunty, donde se observa la perspectiva de las víctimas de estos

grupos armados con la llamada Justicia transicional que buscaba la desmovilización de los

paramilitares a cambio de la verdad frente a las víctimas. Es un documental que nos

muestra el rostro de las masacres, torturas, violaciones, humillaciones realizadas por las

autodefensas AUC (grupo financiado por ganaderos, políticos y terratenientes privados), en

los pueblos. Hay testimonios que impactan y entristecen por la crudeza de sus hechos, por

los escenarios de terror que construyeron estos grupos armados al margen de la ley.

La violencia, la acumulación de muertes a líderes sociales, jóvenes, mujeres, niños,

ancianos pertenecientes a cascos rurales, los falsos positivos, desapariciones forzadas,

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violaciones sexuales, han sido el pan de la guerra civil en Colombia. En el documental No

hubo tiempo para la tristeza, denominan esta guerra como “la mayor catástrofe humanitaria

del hemisferio occidental en el siglo XX y principios del siglo XIX”, como una “carnicería”

al referirse a las prácticas que utilizaron los guerrilleros con animales al convertirlos en

trampas mortales, en artefactos explosivos improvisados, en convertir casas de campesinos

en casas bombas, a la construcción de cilindros bombas que eran lazados sobre la población

civil; y por parte de los paramilitares a las prácticas de decapitación, sevicia, la castración,

la violencia sexual.

En suma, la disputa de tierras, el control del narcotráfico, la exclusión política son

las causas objetivas de la guerra civil en Colombia. Por dicha disputa de tierras muchas

poblaciones indígenas han sido desplazadas de sus tierras sagradas, de sus hogares

ancestrales, de sus tradiciones espaciales y de su identidad territorial. Tanto campesinos

como indígenas, por culpa de la guerra, han tenido que emigrar hacia los cascos urbanos

donde no han tenido una buena y digna aceptación por parte de los citadinos (donde el

conflicto se ve lejano y ajeno) y del propio gobierno que no ha reconocido y dignificado a

la mayoría de las víctimas del conflicto.

Las víctimas del conflicto dicen y aclaman “ya basta”, “no queremos más

guerra”, las madres que lloran a sus hijos desaparecidos gritan “ya no más, no se lleven a

nuestros hijos”. El miedo se apoderó de los días en el campo y la zozobra de las noches.

Los documentales tienen el propósito de informarnos sobre el conflicto interno de

Colombia y, a su vez, de crear conciencia en todas las personas y, sobre todo, en aquellos

incrédulos que piensan que la guerra no existe o es un juego y que nunca los va a alcanzar.

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