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Escuchar con atención pone de manifiesto una preocupación cariñosa por los hijos/as; pero
escuchar supone algo más que no interrumpir mientras el otro habla. Escuchar realmente
requiere concentración y práctica.
Las siguientes habilidades de la escucha pueden ayudar a cualquier padre o madre a comunicarse
mejor con sus hijos/as.
Habilidad 1: Ponga en sus propias palabras los comentarios de sus hijos/as para hacerles ver
que les ha entendido.
Sus hijos/as necesitan hablar sobre sus frustraciones y sobre aquellas cosas que los enojan.
Cuando están molestos requieren comprensión, no soluciones. Estarán preparados para las
soluciones una vez que se hayan “desahogado”. Una manera de mostrarles que les comprende es
repetir con sus propias palabras lo que ellos han dicho. A esto se le llama “”escuchar
reflexivamente”.
Escuchar reflexivamente cumple tres propósitos: asegura a sus hijos/as que usted escuchó lo que
estaban diciendo; permite a sus hijos/as oír en palabras de otros sus propias afirmaciones y así
reconsiderar sus sentimientos; y le asegura que lo que usted entendió era lo que su hijo quería
decir.
Habilidad 2: Cuando hable con sus hijos/as, observe sus rostros y el lenguaje corporal.
Frecuentemente, sus hijos/as les aseguran que no se sienten tristes o desilusionados, pero un
temblor en el mentón o muy poco apetito, le dirán a usted lo contrario. Cuando las palabras y el
lenguaje corporal expresen dos cosas diferentes, haga caso al lenguaje corporal.
Habilidad 4: Utilice el tono de voz adecuado a la respuesta que usted está dando.
Recuerde que su tono de voz envía mensajes de una forma tan clara como sus propias palabras.
Asegúrese de que su tono no parezca sarcástico o el de un “sabelotodo”.
A continuación se presenta un ejemplo de una conversación sobre alcohol que utiliza estas
habilidades de escucha:
H: “Pasé a la casa de Francisco cuando venía. Su madre había salido. Sacó una cerveza y nos dio a
probar a Juan y a mí. Yo boté la mía pero él se enojó”.
P/M: “Pareces preocupado porque Francisco se enojó con vos. ¿Quieres contármelo?”.
H: “No supe que hacer cuando me dio la cerveza”.
P/M: “Te sentiste confuso y no supiste qué hacer. Ahora que ya pasó, dime ¿crees que podías
haberte comportado de otra manera?”.
H: “Pude haberle dicho: No gracias, no tomo cerveza. O que tenía que hacer, y haberme ido”.
P/M: “Situaciones como ésta pueden ser difíciles. ¿Cómo podrías actuar en el futuro ante algo
parecido”?.
H: “Probablemente le agradeceré la invitación, pero insistiré en que no tomo cerveza”.
P/M: (Abraza al hijo) “Estoy contento/a porque no tomaste la cerveza y me agrada que pienses
que lo mejor es no hacerlo.”
2. Hable con sus hijos/as acerca del alcohol, el tabaco y las otras
drogas.
Puede ayudar a cambiar las ideas de sus hijos/as respecto a que “todas las personas beben
alcohol fuman tabaco o consumen drogas”.
Tanto si los adultos de la casa fuman o toman alcohol como si no, pueden estar seguros que los
niños/as conocen su uso por los amigos, otros adultos, la publicidad, y otros. Cuando hable con
sus hijos/as acerca de estos temas descubrirá que probablemente ya han adquirido algunas ideas
erróneas.
Por otra parte, los estudios más recientes han demostrado que los primeros consumos se están
realizando a edades cada vez menores. El Estudio Nacional sobre el Consumo de Drogas hecho en
el año 2000 por el Instituto Sobre Alcoholismo y Fármaco dependencia (IAFA) que la edad de
inicio en el consumo de drogas, lícitas o ilícitas, es cada vez menor y el número de niños (as) y
adolescentes que inician en él ha aumentado en relación con los estudios de años anteriores.
(Bejarano, Julio y otros, 2003) Otros estudios hechos por la misma institución revelan que los
niños/as en edades escolares (11-12 años) están tomando licor en un porcentaje del 13%, el
14.1% está fumando y el 2.3% ha fumado marihuana (Obando, Patricia, 2000).
Todos estos datos señalan la importancia de la comunicación sobre el tema entre padres e
hijos/as, para ayudar a cambiar concepciones erróneas y actitudes equivocadas.
Sin embrago, muchas de las informaciones recibidas por los niños y niñas a través de estos
medios son erróneas. Usted podría discutir algunos de los mitos a que están expuestos sus
hijos/as, introduciendo de modo casual preguntas abiertas como las que le sugerimos a
continuación.
Pregunta. “¿Por qué crees que se utilizan tantas personas famosas en la publicidad?”.
Mito 2: “Cuando las cosas van mal, tomar un trago puede ayudar”:
Hecho: El alcohol afecta a las personas de un modo diferente. Incluso a la misma persona puede
afectarle de manera distinta en diversas ocasiones. Un trago puede hacer que una persona se
relaje o que se sienta contento, pero también enojado, triste o deprimido. En cualquier caso,
beber no solucionará los problemas sólo retarda el momento para enfrentarlos, y en muchos
casos, los empeora sustancialmente.
Es preciso que los niños/as tengan su alcance recursos y modelos para afrontar los problemas y
resolverlos positivamente.
Pregunta: “¿Qué podría pasarle a una persona que bebe mucho cuando las cosas no van bien en
su vida?”
Es importante destacar, además, que en el caso de los niños/as y los adolescentes, el consumo de
alcohol afecta negativamente su desarrollo.
Pregunta: “¿Cómo se ve afectado el organismo de una persona que abusa del alcohol?”
Pregunta: “¿Por qué conducir bajo los efectos del alcohol causa tantos accidentes de tránsito?”
Pregunta: “¿Cómo puede la gente divertirse sin consumir alcohol u otras drogas?”
Mito 6: Beber alcohol relaja a las personas y les ayuda a conseguir amigos”.
Hechos: Conocer personas nuevas puede generar ansiedad, especialmente entre los jóvenes que
están iniciándose en la vida social. Si para superar la timidez se sirven del alcohol en vez de
desarrollar su capacidad para hacer amigos, puede crecer sin aprender las habilidades sociales
básicas para llegar a ser adultos adaptados. Es necesario aprender cómo hacer amigos sin la
influencia relajante del alcohol y procurar que los hijos/as, desde pequeños aprendan a compartir
experiencias con otros niños/as.
Pregunta: “¿De qué podemos hablar cuando conocemos a alguien por primera vez?”
Mito 7: “Los jóvenes que fuman o beben alcohol son más populares”.
Hechos: Asumir riesgos para la salud y la seguridad es poco inteligente y aquellas personas que
deseas como amigos no van a querer que te metas en problemas.
Por otra parte, transgredir la norma, experimentar por uno mismo, puede ser muy atractivo. En
la adolescencia, el grupo de iguales es una fuente de presión importante y puede desorientar al
niño/a que no ha desarrollado la capacidad para tomar decisiones.
Mito 8: “Todos los jóvenes beben y fuman. Quienes no lo hacen son “raros”.
Hechos: Lo cierto es que, tratándose de una conducta muy extendida en nuestro país, no por ello
es universal, ni siquiera entre la gente joven. Como mencionamos anteriormente, los estudios
revelan que los niños/as en edades escolares (11-12 años) están tomando licor en un porcentaje
del 13.3% y el 14.1% está fumando, lo cual evidentemente es mucho menor que el total de la
población. (Obando, Patricia, 2000).
Por lo tanto, los niños y niñas que incorporan a su estilo de vida el consumo de alcohol y tabaco
se demarcan de sus compañeros.
Los padres no deben suponer que los niños y las niñas entienden bien las razones por las cuales
no deben tomar alcohol. Recuerde que los amigos y amigas de sus hijos/as pueden estarle
diciendo que beber es una conducta deseable y los medios de comunicación, en ocasiones,
parecen hacer del consumo de alcohol algo muy excitante.
Estas son algunas razones con las cuales usted podría hacer entender a sus hijos/as por qué los
menores de edad no han de beber y ayudarles a ver la otra cara del consumo en niños/as.
Razón 2: Las actividades diarias de los niños/as no son compatibles con el consumo de alcohol.
Los niños/as se encuentran en pleno desarrollo físico, mental y emocional; dado que su peso es
menor que el de los adultos, sentirán más rápidamente los efectos de el alcohol aún tomando
pequeñas cantidades. Justamente porque están en este proceso, son emocionalmente inmaduros
para manejar adecuadamente las emociones producidas por el alcohol. Crecer no es fácil y para
lograr un desarrollo que les permita llegar a ser adultos emocionalmente sanos, necesitan en esta
fase una mente clara.
Además de afectar sus emociones, el alcohol hace que sea más difícil concentrarse en la escuela,
se interpone en la práctica de los deportes, y generalmente afecta el desarrollo social de los
niños/as.
Para estar seguros que han entendido la información detallada anteriormente, busquen
momentos en lo que sus hijos/as tengan ganas de hablar. Introduzcan el tema de manera relajada
y no amenazadora.
Los educadores llaman a estas situaciones naturales, momentos propicios para enseñar. Los
comentarios que se hagan en estas situaciones tienen una mayor efectividad.
3. Ayude a sus hijos/as a sentirse bien consigo mismos.
Sus hijos/as se sentirán bien cuando usted reconozca sus esfuerzos y los felicite por los logros
obtenidos. Fortalecerá su autoestima si critica sus acciones no a ellos como personas.
Los estudios indican que las personas con problemas de dependencia suelen tener una baja
autoestima. Un niño/a que se siente bien consigo mismo tiene más probabilidades de no tener
problemas con el alcohol y otras drogas.
Acostúmbrelos a relacionar esfuerzos con satisfacción. Aquello que se consigue con esfuerzo, a
menudo se valora mucho más que lo que no cuesta nada. Por ejemplo, ganar un partido de fútbol
muy reñido.
Habilidad 4: No compare los resultados de sus hijos/as con los de las demás.
Siempre habrá niños/as mejores o peores deportistas que los suyos, más o menos inteligentes,
más o menos creativos, hábiles o simpáticos. Sus hijos/as deben saber que un serio esfuerzo tiene
el mismo mérito que conseguir una medalla.
Ejemplo positivo: “Subirse a la tapia es peligroso, pudiste haberte hecho daño, así que no lo
vuelvas a hacer”
Ejemplo negativo: “No debiste subirte a la tapia. ¿No tienes sentido común?”
Sólo se debe tener en consideración que las actividades que les van a encargar deben ser
apropiadas a la edad de cada niño/a.
Habilidad 9: Demuestre a sus hijos/as que los quiere con palabras y contacto físico.
Los besos, los abrazos y los requiero ayudan a sus hijos/as a sentirse bien consigo mismos. Los
niños/as nunca son demasiados pequeños o mayores para recordarles que son valorados y
queridos.
4. Ofrezca un buen ejemplo.
Los hábitos y actitudes que los padres tengan con respecto al alcohol y otras drogas influirán
fuertemente en las ideas que sus hijos/as desarrollaran en relación con estos temas.
¿Por qué bebe? (porque está deprimido, para relajarse, para celebrar, y otros)
¿Cuándo bebe? (después del trabajo, mientras ve la televisión, en las comidas, y otros)
Si conduce o realiza otras actividades que pueden ser peligrosas, después de beber.
Los efectos que sobre su conducta tiene alcohol.
Todos estos comportamientos son claves para que sus hijos/as formen sus propias ideas sobre el
consumo de alcohol. Mostrarles que los adultos son capaces de abstenerse del alcohol, o utilizarlo
de modo ocasional y controlado, es, sin duda alguna, el mejor ejemplo.
En algunas ocasiones, los padres que no beben o no fuman pueden cometer el error de no hablar
sobre estos temas con sus hijos/as. Si usted no bebe o no fuma, hable con sus hijos/as de las
razones de su decisión, utilizando siempre argumentos concretos como los siguientes:
No me gusta el sabor del alcohol y del tabaco
Me gusta ser capaz de controlar mi conducta en todo momento
En mi familia hay personas alcohólicas y prefiero no arriesgarme
Creo que no beber es mejor para mi salud y estado físico
No deseo ingerir calorías que no necesito
Tengo creencias personales o religiosas que rechazan el uso del alcohol
A continuación hay algunas formas en las que puede ser un buen modelo para sus hijos/as:
No haga el alcohol el centro de las reuniones de sus amistades
Ofrezca bebidas no alcohólicas a aquellos invitados que las prefieren
Nunca presiones a sus invitados a ingerir alcohol
Si alguno de sus invitados se emborracha, llévelo a su casa o llame un taxi
Los hijos/as de los padres o madres alcohólicos corren mayor riesgo de llegar a ser también
alcohólicos. Por un lado, la tendencia al alcoholismo puede ser heredada, y principalmente, el
modelo negativo al que se exponen los niños/as, puede reforzar esa tendencia.
En este sentido, las actitudes que toman los padres, tanto el que presenta el problema como el
otro, fomenta modelos de conducta que pueden ser perjudiciales para los hijos/as.
Una ética que incluya los valores más generales como respeto, solidaridad, y otros, ha de estar
presente y ha de ser reforzada sistemáticamente.
Habilidad 2: Promueva el espacio para hablar y pensar sobre sí mismo y sobre el entorno
cuando las cosas van bien.
No es bueno esperar a que se presenten los problemas y momentos difíciles para reflexionar
sobre la ética y los valores que se aprecian en la familia, pues puede quedar asociada a momentos
de tensión y enfrentamiento. En la cotidianidad existen muchas ocasiones para propiciar un
diálogo sobre los valores humanos:
El cine y la televisión: Una buena película o un buen programa de televisión es siempre
una magnífica oportunidad para hablar de sentimientos, sensaciones y actitudes, pues el
lenguaje cinematográfico es por lo general, eficaz para despertar emociones. No olvide
una amplia gama de películas, de diferentes géneros, que le facilitarán serle de utilidad.
La música. Muchas de las composiciones de los músicos preferidos de sus hijos/as tienen
una letra interesante o responde a situaciones sociales, personales o culturales que
pueden ser aprovechables.
La lectura. Comente los libros que leen y, de cuando en cuando, léales algo que le agrade.
Compartir lecturas no es sólo una manera de estrechar una relación, sino de ayudarles a
construir su personalidad.
Habilidad 4: Edúqueles para que crezcan con los pies sobre la tierra.
Edúqueles para la vida en el mundo tal como es, asumiendo que también hay gente mal
intencionada, que existen los abusos, las agresiones y demás; esto favorecerá el desarrollo de un
cierto instinto de protección hacia los engaños y otras situaciones de riesgo.
A medida que sus hijos/as van creciendo, les puede explicar, siempre con delicadeza, ejemplos
concretos de casos en los que han tenido lugar abusos o agresiones.
Detalles que parecen poco importantes como el hecho de comer tranquilamente, o detenerse a
mirar una puesta del sol ayudan a desarrollar los sentidos y la paciencia.
Sin embrago, debemos recordar que no somos perfectos, y por lo tanto se pueden presentar
algunas contradicciones en nuestra conducta. No oculte a sus hijos/as las dificultades y el
esfuerzo que a veces significa tratar de ser coherente.
Expréselo con sinceridad, pero también con firmeza, muéstrele como una persona auténtica que
intenta ser fiel a sus principios.
6. Ayude a sus hijos/as a afrontar la presión de los compañeros.
Los hijos/as que han aprendido a ser respetuosos, cariñosos y seguros de sí mismos, tendrán
muchas más probabilidades de manejar la presión de grupo con alternativas firmes y positivas.
Como todas las personas, los niños y las niñas desean pertenecer a un grupo. Se ha demostrado
que en este contexto grupal, muchos niños/as se sienten presionados por sus compañeros a
consumir alcohol o fumar.
A continuación se presentan una serie de habilidades que les permitirá a sus hijos hacer un
mejor manejo de la presión de los amigos/as.
¿Qué es un amigo?
El que entiende cuando tienes un problema, y que quiere ayudar.
Aquel a quien le gustas como eres.
El que está contigo cuando los demás se burlan de ti o te crean problemas.
¿Qué no es un amigo?
El que te juzga por tu forma de vestir o porque no actúas como los demás.
El que trata de que hagas cosas que te van a hacer daño o te crean problemas.
Un amigo no desaparece cuando surgen las dificultades.
Este juego puede ser buen entrenamiento para cuando sus hijos tengan que afrontar realmente
las situaciones descritas.
7. Establezca normas familiares claras y estables.
Es muy útil establecer límites entre hábitos saludables y hábitos perjudiciales, y reglas específicas
acerca de la prohibición del uso del alcohol, el tabaco y otras drogas dentro del hogar. Es
importante aclarar el tipo de sanción que se recibirá, si se rompe las reglas.
Entre los deberes de los padres esta la creación de reglas que permitan a todos convivir en
familia. Los niños/as necesitan posturas claras y consistentes en relación con las reglas familiares,
al igual que las consecuencias de quebrantar una regla deben ser siempre aplicadas.
Se ha demostrado en contra de lo que creen la mayoría, que los niños y las niñas desean que sus
vidas tengan una estructura clara y definida. En general, cuando los padres ponen límites
adecuados, los niños/as tienden a comportarse de forma más responsable.
Estas circunstancias van desarrollando en los niños y las niñas la capacidad de medir las
consecuencias antes de tomar una decisión.
Sus hijos tienen mucho tiempo disponible fuera de la escuela. Hay muchas maneras de emplear
este tiempo de forma creativa:
El tiempo puede ocuparse asistiendo a otras actividades de tipo académico, como clases
extras de inglés, informática, matemática y otros.
Puede ocuparse con el binomio televisión + deberes ( con mayor o menor proporción de
estos dos ingredientes)
Puede ocuparse participando en clases o cursos de actividades lúdicas y/o educativas que
ofrezcan el mercado. Puede ser clases de algún deporte, como natación, o clases de
música o de pintura.
Sin embargo, no se sientan molestos si sus hijos buscan momentos de soledad o prefieren pasar
la tarde con el grupo de amigos en lugar de organizar una tarde familiar.
Se trata del largo camino hacia la autonomía personal que habrá de explorar poco a poco. En este
proceso, se ha de estar dispuestos a acompañarlos, pero sin imponer nuestra presencia, ni
impedir experiencias nuevas y positivas.
9. Ayude a sus hijos/as a tomar decisiones.
Entrenarse para la toma de decisiones es una de los aprendizajes más útiles para sus hijos. Las
decisiones que tomen a lo largo de su vida le ayudarán a madurar, a valorarse, a apreciar el
entorno y, en definitiva, les harán más fuertes para afrontar situaciones de riesgo.
Todas las personas tenemos que tomar decisiones todos los días, y los padres y madres algunas
veces tenemos ideas simplistas de las circunstancias en las cuales viven nuestros hijos/as, y
asumimos de forma equivocada que los chicos y las chicas tienen pocas o ninguna decisión de
importancia que tomar. La realidad es que ellos deben tomar decisiones a cada rato, unas son
poco relevantes y fáciles de tomar y otras son mucho más importantes o significativas y se
pueden mostrar indecisos o desorientados.
Para tomar decisiones es preciso ver y clasificar las opciones, considerar las ventajas e
inconvenientes, elegir actuar en consecuencia. Ahora bien, hasta la persona más competente es
esta habilidad puede ocasionalmente equivocarse al elegir. Los padres pueden fomentar y ayudar
en este proceso.
Habilidad 3: Elegir.
Una vez vistos y analizados los aspectos anteriores, se elige aquella opción que parece más
adecuada. Son sus hijos y no ustedes, los que deciden ir a ver la película 3.
Finalmente, queda un paso: actuar, ir al cine, en este caso. Con posterioridad se comenta si la
decisión fue correcta.
Hable con sus hijos de las decisiones que van tomando, descubran juntos las consecuencias de sus
opciones, y ensaye decisiones en situaciones imaginarias.
En definitiva, acompañe a sus hijos en el proceso de aprender a decidir y sobre todo no decida
por ellos.
10. Actúe como padre y como ciudadano.
Aprenda a reconocer los signos de los problemas asociados al consumo del alcohol, el tabaco y
otras drogas. Si lo necesita, consiga ayuda inmediatamente, únase a otros padres y contraste
opiniones.
Con la mayoría de los niños es difícil saber cuándo han probado el alcohol, ya que, generalmente,
no deben tanto como para que se produzcan efectos evidentes. Sin embargo, aunque sus hijos no
muestren signos de haberlo probado, al hablar con ellos acerca de cómo ocupan su tiempo libre,
se puede tener una idea de si se ha iniciado o no el consumo.
La prensa y la televisión son un buen recurso para hablar de hecho reales que resultan del abuso
de las drogas y el alcohol.
Analice con sus hijos los resultados y las consecuencias tanto para sí mismos como para los
demás, de las conductas irresponsables.
Podrían intercambiar opiniones acerca del dinero del que disponen los hijos el fin de semana, o
para fijar la hora de regreso y discutir las estrategias más convenientes para que estas normas
sean aceptadas y respetadas. Sentarían así una base consensuada para negociar luego son sus
hijos.
Además, podrían abordar el tema del alcohol y las otras drogas con organizaciones comunitarias
como asociaciones de jóvenes, organismos de salud, asociaciones de padres y madres,
profesores, y otros.
Finalmente, se puede utilizar la voz del grupo para influir sobre las políticas escolares o
gubernamentales que puedan afectar al uso de alcohol por parte de menores. Por ejemplo: se
puede presionar a las autoridades locales para que hagan cumplir la prohibición de vender
alcohol a menores y poner en marcha iniciativas de prevención.