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10 pasos para ayudar a sus hijos e hijas

a enfrentarse al alcohol y las drogas

1. Aprenda a escuchar realmente a sus hijos/as


Sus hijos/as compartirán sus experiencias con usted si demuestra estar escuchando atenta y
efectivamente en cada momento. Los niños/as pueden hablar mejor sobre cualquier tema
(incluyendo el alcohol y las otras drogas) con aquellos padres que saben escuchar. Pero cierto tipo
de respuestas de los padres hacen difícil que los niños y niñas compartan sus sentimientos. Los
siguientes estilos de respuesta paterna han demostrado ser inadecuados:
 Juzgar
 La hipocresía
 Dar demasiados consejos o pretender tener todas las respuestas
 Criticar o ridiculizar
 Tomar a la ligera las respuestas de los niños y las niñas
 Ser incongruente entre los que se dice y lo que se hace

Escuchar con atención pone de manifiesto una preocupación cariñosa por los hijos/as; pero
escuchar supone algo más que no interrumpir mientras el otro habla. Escuchar realmente
requiere concentración y práctica.

Las siguientes habilidades de la escucha pueden ayudar a cualquier padre o madre a comunicarse
mejor con sus hijos/as.

Habilidad 1: Ponga en sus propias palabras los comentarios de sus hijos/as para hacerles ver
que les ha entendido.
Sus hijos/as necesitan hablar sobre sus frustraciones y sobre aquellas cosas que los enojan.
Cuando están molestos requieren comprensión, no soluciones. Estarán preparados para las
soluciones una vez que se hayan “desahogado”. Una manera de mostrarles que les comprende es
repetir con sus propias palabras lo que ellos han dicho. A esto se le llama “”escuchar
reflexivamente”.

Escuchar reflexivamente cumple tres propósitos: asegura a sus hijos/as que usted escuchó lo que
estaban diciendo; permite a sus hijos/as oír en palabras de otros sus propias afirmaciones y así
reconsiderar sus sentimientos; y le asegura que lo que usted entendió era lo que su hijo quería
decir.

Ejemplo de escucha reflexiva:


Hijo/Hija: “Odio a Juan. Invitó a todo el mundo a su fiesta menos a mí”.
Madre/Padre: “Parece que estás disgustado con Juan por no haberte invitado a su fiesta”.

Habilidad 2: Cuando hable con sus hijos/as, observe sus rostros y el lenguaje corporal.
Frecuentemente, sus hijos/as les aseguran que no se sienten tristes o desilusionados, pero un
temblor en el mentón o muy poco apetito, le dirán a usted lo contrario. Cuando las palabras y el
lenguaje corporal expresen dos cosas diferentes, haga caso al lenguaje corporal.

Habilidad 3: Brinde apoyo y estímulo no verbal.


Esto puede incluir una sonrisa, un abrazo, un guiño, mover la cabeza, tomar contacto visual, una
palmada en el hombro o coger la mano de sus hijos/as.

Habilidad 4: Utilice el tono de voz adecuado a la respuesta que usted está dando.
Recuerde que su tono de voz envía mensajes de una forma tan clara como sus propias palabras.
Asegúrese de que su tono no parezca sarcástico o el de un “sabelotodo”.

Habilidad 5: Use frases alentadoras que demuestren su interés y mantenga viva la


conversación.
Pequeñas frases dichas durante pausas apropiadas a la conversación, pueden comunicar a sus
hijos/as cuánto le preocupan a usted sus asuntos.
“¿De verdad?”, “Hábleme de eso”, “Parece que si vos…”, “¿Qué pasó después?”.

A continuación se presenta un ejemplo de una conversación sobre alcohol que utiliza estas
habilidades de escucha:

H: “Pasé a la casa de Francisco cuando venía. Su madre había salido. Sacó una cerveza y nos dio a
probar a Juan y a mí. Yo boté la mía pero él se enojó”.
P/M: “Pareces preocupado porque Francisco se enojó con vos. ¿Quieres contármelo?”.
H: “No supe que hacer cuando me dio la cerveza”.
P/M: “Te sentiste confuso y no supiste qué hacer. Ahora que ya pasó, dime ¿crees que podías
haberte comportado de otra manera?”.
H: “Pude haberle dicho: No gracias, no tomo cerveza. O que tenía que hacer, y haberme ido”.
P/M: “Situaciones como ésta pueden ser difíciles. ¿Cómo podrías actuar en el futuro ante algo
parecido”?.
H: “Probablemente le agradeceré la invitación, pero insistiré en que no tomo cerveza”.
P/M: (Abraza al hijo) “Estoy contento/a porque no tomaste la cerveza y me agrada que pienses
que lo mejor es no hacerlo.”
2. Hable con sus hijos/as acerca del alcohol, el tabaco y las otras
drogas.
Puede ayudar a cambiar las ideas de sus hijos/as respecto a que “todas las personas beben
alcohol fuman tabaco o consumen drogas”.

Tanto si los adultos de la casa fuman o toman alcohol como si no, pueden estar seguros que los
niños/as conocen su uso por los amigos, otros adultos, la publicidad, y otros. Cuando hable con
sus hijos/as acerca de estos temas descubrirá que probablemente ya han adquirido algunas ideas
erróneas.

Por otra parte, los estudios más recientes han demostrado que los primeros consumos se están
realizando a edades cada vez menores. El Estudio Nacional sobre el Consumo de Drogas hecho en
el año 2000 por el Instituto Sobre Alcoholismo y Fármaco dependencia (IAFA) que la edad de
inicio en el consumo de drogas, lícitas o ilícitas, es cada vez menor y el número de niños (as) y
adolescentes que inician en él ha aumentado en relación con los estudios de años anteriores.
(Bejarano, Julio y otros, 2003) Otros estudios hechos por la misma institución revelan que los
niños/as en edades escolares (11-12 años) están tomando licor en un porcentaje del 13%, el
14.1% está fumando y el 2.3% ha fumado marihuana (Obando, Patricia, 2000).

Además, en investigaciones realizadas en Estados Unidos se ha observado que el aumento en el


consumo ha sido asociado con una disminución en la creencia de que las drogas son dañinas; lo
cual refleja la aceptación de que su existencia y uso es algo cotidiano.

Todos estos datos señalan la importancia de la comunicación sobre el tema entre padres e
hijos/as, para ayudar a cambiar concepciones erróneas y actitudes equivocadas.

De nuevo le presentamos una serie de habilidades para hablar sobre el tema.

Habilidad 1: Desafíe los mitos.


La televisión y el cine son importantes fuentes de conocimiento sobre el alcohol y el tabaco.

Sin embrago, muchas de las informaciones recibidas por los niños y niñas a través de estos
medios son erróneas. Usted podría discutir algunos de los mitos a que están expuestos sus
hijos/as, introduciendo de modo casual preguntas abiertas como las que le sugerimos a
continuación.

Mito 1: “Todas las personas famosas y con talento beben alcohol”.


Hecho: Muchas personas famosas y con talento no fuman ni toman bebidas alcohólicas. Fumar o
consumir alcohol ni hace a nadie famoso, ni talentoso, por el contrario su consumo abusivo puede
tener efectos muy negativos u opuestos.

Pregunta. “¿Por qué crees que se utilizan tantas personas famosas en la publicidad?”.
Mito 2: “Cuando las cosas van mal, tomar un trago puede ayudar”:
Hecho: El alcohol afecta a las personas de un modo diferente. Incluso a la misma persona puede
afectarle de manera distinta en diversas ocasiones. Un trago puede hacer que una persona se
relaje o que se sienta contento, pero también enojado, triste o deprimido. En cualquier caso,
beber no solucionará los problemas sólo retarda el momento para enfrentarlos, y en muchos
casos, los empeora sustancialmente.

Es preciso que los niños/as tengan su alcance recursos y modelos para afrontar los problemas y
resolverlos positivamente.

Pregunta: “¿Qué podría pasarle a una persona que bebe mucho cuando las cosas no van bien en
su vida?”

Mito 3: “El alcohol es inofensivo. No puede hacerme daño”.


Hecho: Al igual que la cocaína y la nicotina, el alcohol es una droga de la que se puede llegar a
depender, necesitándola continuamente para no sentirse mal. El abuso del alcohol hace que
algunas personas tomen riesgos innecesarios, que de otra forma no asumirían. Por ejemplo,
intentar conducir un carro o tratar de nadar cuando no tiene control de sí mismos. Riesgos, que
en ocasiones, afectan también a los demás.

Es importante destacar, además, que en el caso de los niños/as y los adolescentes, el consumo de
alcohol afecta negativamente su desarrollo.

Pregunta: “¿Cómo se ve afectado el organismo de una persona que abusa del alcohol?”

Mito 4: “Soy mejor en los deportes cuando tomo alcohol”


Hecho: Beber alcohol entorpece el juicio, disminuye la claridad de pensamiento y la capacidad
para coordinar los movimientos.

Pregunta: “¿Por qué conducir bajo los efectos del alcohol causa tantos accidentes de tránsito?”

Mito 5: “Tomar una copa es la mejor manera de celebrar acontecimientos”.


Hechos: El alcohol puede o no formar parte de una celebración, pero no es necesario para
festejar, ni para sentirse bien. Las personas que afirman que es obligatorio tomar alcohol PARA
divertirse o para que la fiesta “arranque”, probablemente ya tienen un problema y requieren
ayuda para superarlo. Es conveniente ofrecer a sus hijos/as un amplio repertorio de actividades
lúcidas, culturales y deportivas.

Pregunta: “¿Cómo puede la gente divertirse sin consumir alcohol u otras drogas?”
Mito 6: Beber alcohol relaja a las personas y les ayuda a conseguir amigos”.
Hechos: Conocer personas nuevas puede generar ansiedad, especialmente entre los jóvenes que
están iniciándose en la vida social. Si para superar la timidez se sirven del alcohol en vez de
desarrollar su capacidad para hacer amigos, puede crecer sin aprender las habilidades sociales
básicas para llegar a ser adultos adaptados. Es necesario aprender cómo hacer amigos sin la
influencia relajante del alcohol y procurar que los hijos/as, desde pequeños aprendan a compartir
experiencias con otros niños/as.

Pregunta: “¿De qué podemos hablar cuando conocemos a alguien por primera vez?”
Mito 7: “Los jóvenes que fuman o beben alcohol son más populares”.
Hechos: Asumir riesgos para la salud y la seguridad es poco inteligente y aquellas personas que
deseas como amigos no van a querer que te metas en problemas.

Por otra parte, transgredir la norma, experimentar por uno mismo, puede ser muy atractivo. En
la adolescencia, el grupo de iguales es una fuente de presión importante y puede desorientar al
niño/a que no ha desarrollado la capacidad para tomar decisiones.

Pregunta: “¿Qué quiere decir ser popular?”

Mito 8: “Todos los jóvenes beben y fuman. Quienes no lo hacen son “raros”.
Hechos: Lo cierto es que, tratándose de una conducta muy extendida en nuestro país, no por ello
es universal, ni siquiera entre la gente joven. Como mencionamos anteriormente, los estudios
revelan que los niños/as en edades escolares (11-12 años) están tomando licor en un porcentaje
del 13.3% y el 14.1% está fumando, lo cual evidentemente es mucho menor que el total de la
población. (Obando, Patricia, 2000).

Por lo tanto, los niños y niñas que incorporan a su estilo de vida el consumo de alcohol y tabaco
se demarcan de sus compañeros.

Pregunta: ¿”Qué piensas de los niños/as que beben y fuman?”.

Habilidad 2: Explique claramente porqué los menores no deben beber


Una razón por la cual un niño o niña de entre 8 y 12 años no han de beber es evidentemente,
porque usted lo dice. La investigación muestra que los niños/as cuyos padres mantienen una
actitud desfavorable al consumo del tabaco, tienen menos probabilidades de empezar a fumar.
Esta misma idea puede aplicarse al uso del alcohol. La actitud expresa de los padres y el
establecimiento de normas claras, y en la medida de lo posible, negociada con los hijos/as de
acuerdo a su edad, pueden ser instrumentos poderosos para ayudarles a decir NO al alcohol y las
otras drogas.

Los padres no deben suponer que los niños y las niñas entienden bien las razones por las cuales
no deben tomar alcohol. Recuerde que los amigos y amigas de sus hijos/as pueden estarle
diciendo que beber es una conducta deseable y los medios de comunicación, en ocasiones,
parecen hacer del consumo de alcohol algo muy excitante.

Estas son algunas razones con las cuales usted podría hacer entender a sus hijos/as por qué los
menores de edad no han de beber y ayudarles a ver la otra cara del consumo en niños/as.

Razón 1: Consumir alcohol es peligroso para los niños/as.


Conocemos el daño que ocasiona a los bebés el hecho que sus madres consuman alcohol durante
el embarazo, se sabe también que beber en grandes cantidades, independientemente de la edad,
puede tener efectos graves en cualquier persona. El daño en la salud es aún mayor si el bebedor
se encuentra en el proceso del desarrollo como en el caso de los niños/as.

Razón 2: Las actividades diarias de los niños/as no son compatibles con el consumo de alcohol.
Los niños/as se encuentran en pleno desarrollo físico, mental y emocional; dado que su peso es
menor que el de los adultos, sentirán más rápidamente los efectos de el alcohol aún tomando
pequeñas cantidades. Justamente porque están en este proceso, son emocionalmente inmaduros
para manejar adecuadamente las emociones producidas por el alcohol. Crecer no es fácil y para
lograr un desarrollo que les permita llegar a ser adultos emocionalmente sanos, necesitan en esta
fase una mente clara.

Además de afectar sus emociones, el alcohol hace que sea más difícil concentrarse en la escuela,
se interpone en la práctica de los deportes, y generalmente afecta el desarrollo social de los
niños/as.

Razón 3: La venta de alcohol a menores es ilegal.


En nuestro país, está prohibido el suministro y venta de alcohol a menores. Sea firme en este
tema y no sólo con sus hijos/as. La ley exige a los adultos un compromiso claro con la salud de los
niños/as. Venderles alcohol es contrario a este principio.

Habilidad 3: Escoja el momento adecuado para hablar con sus hijos/as.


Los niños/as pueden empezar a hacer preguntas sobre el alcohol desde edades tempranas. L as
respuestas que obtengan empezarán a formar ideas acerca del beber.

Para estar seguros que han entendido la información detallada anteriormente, busquen
momentos en lo que sus hijos/as tengan ganas de hablar. Introduzcan el tema de manera relajada
y no amenazadora.

Un buen momento podría ser cuando se presentan escenas de consumo de alcohol en la


televisión, cuando aparezcan anuncios publicitarios en una revista, o cuando alguien beba
demasiado en una fiesta.

Los educadores llaman a estas situaciones naturales, momentos propicios para enseñar. Los
comentarios que se hagan en estas situaciones tienen una mayor efectividad.
3. Ayude a sus hijos/as a sentirse bien consigo mismos.
Sus hijos/as se sentirán bien cuando usted reconozca sus esfuerzos y los felicite por los logros
obtenidos. Fortalecerá su autoestima si critica sus acciones no a ellos como personas.

Los estudios indican que las personas con problemas de dependencia suelen tener una baja
autoestima. Un niño/a que se siente bien consigo mismo tiene más probabilidades de no tener
problemas con el alcohol y otras drogas.

Habilidad 1: Estimule los éxitos de sus hijos/as.


Busque éxitos incluso en pequeños asuntos y elogie a sus hijos/as a menudo. Es más probable que
obtenga un comportamiento apropiado por parte de sus hijos/as si pone énfasis en las cosas
positivas que si llama la atención sobre lo negativo.
Sus elogios los ayudarán a desarrollar sentimientos positivos.

Acostúmbrelos a relacionar esfuerzos con satisfacción. Aquello que se consigue con esfuerzo, a
menudo se valora mucho más que lo que no cuesta nada. Por ejemplo, ganar un partido de fútbol
muy reñido.

Habilidad 2: Elogie el esfuerzo, no sólo el éxito.


Hágales saber que no siempre han de ganar; que es importante y necesario plantearse metas,
pero que tratar de dar lo mejor de sí mismo es tan importante como ganar. Es entonces
importante recordar que cuando algo sale mal no hay que desanimarse, sino buscar cómo
mejorar para que salga bien.

Habilidad 3: Ayude a sus hijos/as a fijarse metas realistas.


Si las expectativas del niño o de los padres son demasiado elevadas, aumentan las probabilidades
de que fracase en el intento de conseguirlas, lo cual puede resultar un duro golpe. Establecer
metas adecuadas al desarrollo y madurez del niño/a, aumenta la probabilidad de que él consiga
alcanzarlas, permitiéndole sentirse eficiente y capaz.

Habilidad 4: No compare los resultados de sus hijos/as con los de las demás.
Siempre habrá niños/as mejores o peores deportistas que los suyos, más o menos inteligentes,
más o menos creativos, hábiles o simpáticos. Sus hijos/as deben saber que un serio esfuerzo tiene
el mismo mérito que conseguir una medalla.

Habilidad 5: Cuando corrija a sus hijos/as, critique el acto, no al niño/a.


Los padres deben prestar atención sobre cuáles son las palabras que utiliza al corregir a sus
hijos/as y observar si éstas califican la conducta o califican al niño.
Muchas veces al calor del momento, se utilizan calificativos negativos para referirse al niño/a,
cuando en realidad, lo que deseamos cambiar es un comportamiento.

Ejemplo positivo: “Subirse a la tapia es peligroso, pudiste haberte hecho daño, así que no lo
vuelvas a hacer”
Ejemplo negativo: “No debiste subirte a la tapia. ¿No tienes sentido común?”

Habilidad 6: Comunique de forma apropiada sus sentimientos.


Recordemos que los niños/as aprenden al observar cómo se comportan sus padres, y esto incluye
cómo los padres manejan sus propios sentimientos. Hay muchas formas constructivas de
compartir y expresar los propios sentimientos negativos o positivos, entre ellas:
 Utilizar la primera persona al hablar. De este modo, el enojo o la tristeza se quedan en la
persona que los siente y no son depositados en el otro. A empezar una oración con “Yo
como en “Yo deseo” o “me gustaría” se evita la posibilidad de culpar o hacer daño a
alguien, y estará mejor capacitado acerca de la manera de expresar sus sentimientos más
directamente.
 Además, se deben cuidar el tono de voz, y no se deben utilizar la violencia física.

Habilidad 7: Proporcione a sus hijos/as responsabilidades.


Los niños/as que tienen quehaceres en la casa, aprenden a verse a sí mismos como personas
útiles y refuerza la sensación de pertenencia, de sentirse parte de una familia. Además, cumplir
con sus obligaciones les permite comprobar que son capaces de realizar una o varias tareas
adecuadamente, lo cual es satisfactorio en sí mismo.

Sólo se debe tener en consideración que las actividades que les van a encargar deben ser
apropiadas a la edad de cada niño/a.

Habilidad 8: Haga bromas y cuente chistes:


El sentido del humor resulta básico para que las personas se sientan bien. Reír juntos toda la
familia es una experiencia de buena convivencia, que ayuda a los niños y niñas a sentirse
cómplices de los adultos.

Habilidad 9: Demuestre a sus hijos/as que los quiere con palabras y contacto físico.
Los besos, los abrazos y los requiero ayudan a sus hijos/as a sentirse bien consigo mismos. Los
niños/as nunca son demasiados pequeños o mayores para recordarles que son valorados y
queridos.
4. Ofrezca un buen ejemplo.
Los hábitos y actitudes que los padres tengan con respecto al alcohol y otras drogas influirán
fuertemente en las ideas que sus hijos/as desarrollaran en relación con estos temas.

Habilidad 1: Identifique sus propios hábitos de beber y fumar.


Numerosos estudios demuestran que buena parte de los adultos se parecen a sus propios en
padres en la forma en que beben alcohol. Quienes beben alcohol en grandes o pequeñas
cantidades o quienes no beben, tienden a tener hijos/as que en la edad adulta se comportan de
forma similar. Los niños/as perciben, además de la forma de tomar, otros aspectos que son
relevantes, por ejemplo:

 ¿Por qué bebe? (porque está deprimido, para relajarse, para celebrar, y otros)
 ¿Cuándo bebe? (después del trabajo, mientras ve la televisión, en las comidas, y otros)
 Si conduce o realiza otras actividades que pueden ser peligrosas, después de beber.
 Los efectos que sobre su conducta tiene alcohol.

Todos estos comportamientos son claves para que sus hijos/as formen sus propias ideas sobre el
consumo de alcohol. Mostrarles que los adultos son capaces de abstenerse del alcohol, o utilizarlo
de modo ocasional y controlado, es, sin duda alguna, el mejor ejemplo.

En algunas ocasiones, los padres que no beben o no fuman pueden cometer el error de no hablar
sobre estos temas con sus hijos/as. Si usted no bebe o no fuma, hable con sus hijos/as de las
razones de su decisión, utilizando siempre argumentos concretos como los siguientes:
 No me gusta el sabor del alcohol y del tabaco
 Me gusta ser capaz de controlar mi conducta en todo momento
 En mi familia hay personas alcohólicas y prefiero no arriesgarme
 Creo que no beber es mejor para mi salud y estado físico
 No deseo ingerir calorías que no necesito
 Tengo creencias personales o religiosas que rechazan el uso del alcohol

Habilidad 2: Analice críticamente sus actitudes hacia los demás.


Los hijos/as también observan cómo reaccionan sus padres ante situaciones en las cuales otros
abusan del alcohol. Los padres que consideran aburridos a aquellos que no beben, que se ríen de
sus borracheras o no le dan importancia al alcoholismo de los otros, están enviando a sus hijos/as
mensajes errados. Dichos mensajes pueden favorecer que sus hijos/as prueben el alcohol.

A continuación hay algunas formas en las que puede ser un buen modelo para sus hijos/as:
 No haga el alcohol el centro de las reuniones de sus amistades
 Ofrezca bebidas no alcohólicas a aquellos invitados que las prefieren
 Nunca presiones a sus invitados a ingerir alcohol
 Si alguno de sus invitados se emborracha, llévelo a su casa o llame un taxi

Habilidad 3: Si la madre o el padre el alcohólico, afronte el problema.


Si un miembro de la pareja presenta problemas graves con el alcohol es preciso buscar ayuda de
especialistas. La presencia del alcoholismo en la familia (sea el padre o la madre), tiende a originar
situaciones estresantes dentro del seno familiar, que inciden directamente en el aprendizaje de
modelos de los niños/as, y por eso es necesario contar con todo el apoyo posible.

Los hijos/as de los padres o madres alcohólicos corren mayor riesgo de llegar a ser también
alcohólicos. Por un lado, la tendencia al alcoholismo puede ser heredada, y principalmente, el
modelo negativo al que se exponen los niños/as, puede reforzar esa tendencia.

En este sentido, las actitudes que toman los padres, tanto el que presenta el problema como el
otro, fomenta modelos de conducta que pueden ser perjudiciales para los hijos/as.

Algunas maneras de afrontar el alcoholismo en el hogar son:


 No niegue o esconda la realidad. Los niños/as se dan cuenta de los problemas, y su hijo/a
puede ser capaz de afrontar mejor la situación si usted reconoce que su compañero/a es
alcohólica/o.
 Infórmese sobre el tema del alcoholismo y comparta sus conocimientos con sus hijos/as.
Entender las cosas elimina parte de la ansiedad ante la enfermedad.
 Hágale saber que él o ella no es responsable de la enfermedad de su progenitora/o, y que
las borracheras no se relacionan con lo que el niño hace o deja de hacer. Debe quedarle
clero al niño/a que ni hay razones para que se sienta culpable, y debe recordárselo de vez
en cuando.
 No transmita la sensación de que el alcoholismo es un tema tabú en su hogar. Esto hará
que el niño/a piense en el tema a menudo y vaya creando mitos propios en relación con
el asunto, mientras que lo comparte con usted puede sentirse más tranquilo y estar mejor
informado.
 Asegúrese de que sus hijos/as entienden que el alcoholismo es una enfermedad. Hágales
saber que no es malo sentir rabia hacia la enfermedad o las circunstancias relacionadas
con ella. Los niños/as pueden odiar el problema y a pesar de todo querer al padre o la
madre alcohólico.
 Únase a un grupo de familiares de alcohólicos, si cree que eso puede ayudarle.
5. Ayude a sus hijos/as a desarrollar valores firmes y adecuados.
Un sistema de valores fuertes y basados en la lógica y la responsabilidad, puede ayudarles a sus
hijos/as a tomar las decisiones basadas en criterios propios. Si sus hijos/as tienen valores firmes,
tendrán la suficiente fuerza y firmeza para resolver de manera positiva las situaciones de riesgo,
en lugar de hacer caso a lo que digan las amistades.

Una ética que incluya los valores más generales como respeto, solidaridad, y otros, ha de estar
presente y ha de ser reforzada sistemáticamente.

Habilidad 1: Estimule a sus hijos/as a salir de vez en cuando de su universo individual.


Cuando sus hijos/as no se interesan o apasionan por hablar de lo que les rodea, su universo
individual tiende a llenarse de pequeños problemas que se desproporcionan. Es aconsejable que
“miren hacia fuera” para alcanzar valoraciones y comportamientos más objetivos respecto de sí
mismos y de los otros. Procure que se interesen por las noticias aparecidas en los diarios o en la
televisión, los acontecimientos cotidianos del barrio o de la ciudad: políticos, sociales, deportivos,
culturales y otros.

Habilidad 2: Promueva el espacio para hablar y pensar sobre sí mismo y sobre el entorno
cuando las cosas van bien.
No es bueno esperar a que se presenten los problemas y momentos difíciles para reflexionar
sobre la ética y los valores que se aprecian en la familia, pues puede quedar asociada a momentos
de tensión y enfrentamiento. En la cotidianidad existen muchas ocasiones para propiciar un
diálogo sobre los valores humanos:
 El cine y la televisión: Una buena película o un buen programa de televisión es siempre
una magnífica oportunidad para hablar de sentimientos, sensaciones y actitudes, pues el
lenguaje cinematográfico es por lo general, eficaz para despertar emociones. No olvide
una amplia gama de películas, de diferentes géneros, que le facilitarán serle de utilidad.
 La música. Muchas de las composiciones de los músicos preferidos de sus hijos/as tienen
una letra interesante o responde a situaciones sociales, personales o culturales que
pueden ser aprovechables.
 La lectura. Comente los libros que leen y, de cuando en cuando, léales algo que le agrade.
Compartir lecturas no es sólo una manera de estrechar una relación, sino de ayudarles a
construir su personalidad.

Habilidad 3: Aporte elementos éticos a la hora de valorar las acciones y el entorno.


Intervenga para clarificar conceptos y para dar su opinión. Si no tiene suficiente clara las cosas
exprese sus dudas honradamente y colabore para encontrar las respuestas. No use la
indiferencia, ni el escepticismo ni el sarcasmo en la educación de sus hijos/as; a la hora de analizar
situaciones, juzgue las acciones, no las personas.

Habilidad 4: Edúqueles para que crezcan con los pies sobre la tierra.
Edúqueles para la vida en el mundo tal como es, asumiendo que también hay gente mal
intencionada, que existen los abusos, las agresiones y demás; esto favorecerá el desarrollo de un
cierto instinto de protección hacia los engaños y otras situaciones de riesgo.
A medida que sus hijos/as van creciendo, les puede explicar, siempre con delicadeza, ejemplos
concretos de casos en los que han tenido lugar abusos o agresiones.

Habilidad 5: Ayúdeles a esperar.


Sus hijos/as viven en el mundo de la velocidad, de las satisfacciones inmediatas y del ruido. Se
deben propiciar momentos donde se pueda disfrutar de otros valores como el silencio, la música,
la lectura, la poesía, los cuales configuran también una sensibilidad hacia el entorno y las
personas.

Detalles que parecen poco importantes como el hecho de comer tranquilamente, o detenerse a
mirar una puesta del sol ayudan a desarrollar los sentidos y la paciencia.

Habilidad 6: Admita que no es perfecto pero intente ser auténtico.


Los valores realmente asumidos impregnan todos los comportamientos, lo que favorece una
conducta coherente y con pocas contradicciones. Por tanto, si usted no actúa según los valores
que promueve, sus hijos/as tendrán más dificultades para asumir ciertos criterios firmes sobre lo
que está bien o mal.

Sin embrago, debemos recordar que no somos perfectos, y por lo tanto se pueden presentar
algunas contradicciones en nuestra conducta. No oculte a sus hijos/as las dificultades y el
esfuerzo que a veces significa tratar de ser coherente.
Expréselo con sinceridad, pero también con firmeza, muéstrele como una persona auténtica que
intenta ser fiel a sus principios.
6. Ayude a sus hijos/as a afrontar la presión de los compañeros.
Los hijos/as que han aprendido a ser respetuosos, cariñosos y seguros de sí mismos, tendrán
muchas más probabilidades de manejar la presión de grupo con alternativas firmes y positivas.

Como todas las personas, los niños y las niñas desean pertenecer a un grupo. Se ha demostrado
que en este contexto grupal, muchos niños/as se sienten presionados por sus compañeros a
consumir alcohol o fumar.

A continuación se presentan una serie de habilidades que les permitirá a sus hijos hacer un
mejor manejo de la presión de los amigos/as.

Habilidad 1: Enséñeles a valorar la individualidad.


En un momento que usted considere propicio, hábleles de la individualidad.
Dígales que cosas hacen que una persona sea única y que eso justamente es lo que la hace
especial. Hábleles acerca de otras personas queridas por ellos, como la abuela o su mejor amigo, y
pregúnteles cuáles son las características de estas personas que las hacen únicas. También se les
puede preguntar que cosas de sí mismos les gustan más y a la vez, se pueden mencionar cosas
que usted ve únicas en ellos.

Habilidad 2: Explora con sus hijos/as el significado de la palabra amistad.


Pídales que hagan un listado de lo que significa ser un buen amigo y de lo que significaría no serlo.
Haga su propia lista. Juegue con ellos a identificar las caracterizaciones en las cuales están de
acuerdo. Los siguientes son ejemplos que pueden aparecer en su lista.

¿Qué es un amigo?
 El que entiende cuando tienes un problema, y que quiere ayudar.
 Aquel a quien le gustas como eres.
 El que está contigo cuando los demás se burlan de ti o te crean problemas.

¿Qué no es un amigo?
 El que te juzga por tu forma de vestir o porque no actúas como los demás.
 El que trata de que hagas cosas que te van a hacer daño o te crean problemas.
 Un amigo no desaparece cuando surgen las dificultades.

Habilidad 3: Proporciónales apoyo para decir no, cuando sea oportuno.


Cuando el padre y la madre intentan educar bien a sus hijos, les enseñan a ser amables,
respetuosos y agradables. Estas actitudes son muy importantes en la mayoría de las situaciones,
pero se han de combinar con la firmeza cuando se trate de defender principios y convicciones.

Habilidad 4: Prevenga situaciones que favorecen la presión de grupo.


Existen situaciones donde la presión de los compañeros y compañeras sobre el niño o la niña es
favorecida. Por ejemplo, una de las razones por las que el joven comienza a beber a una edad
temprana es que pase mucho tiempo solo y que en su casa resulte fácil consumir alcohol, o que
los amigos hagan fiestas en sus casas sin la respectiva supervisión de adultos.
Habilidad 5: Utilice la presión de los compañeros.
En muchas ocasiones, la presión del grupo puede constituir una fuerza positiva, cuando es
ejercida por compañeros con creencias e ideas firmes de rechazo frente al alcohol, tabaco y otras
drogas. Una buena manera de ayudar a sus hijos a afrontar la presión negativa por parte del
grupo es favorecer que tengan acceso a diferentes grupos de amistades.

Habilidad 6: Fomente la práctica de decir NO en situaciones de riesgo.


Toda la familia puede discutir acerca de la dificultad que, tanto adultos como niños/as, tienen
para decir NO a la presión de grupo, y poner en práctica esta habilidad. Incluso se pueden ensayar
varias situaciones. Por ejemplo: Un hermano/a mayor puede mostrarle al niño cómo los jóvenes
dicen NO. Uno de los hijos puede representar el papel de alguien que esta intentando que otros
tome o usen drogas, y muéstrele cómo ser firme en rechazarlo. Luego se pueden invertir los
papeles. Pueden hablar sobre qué motiva a una persona o al grupo a presionar a los demás sobre
la necesidad de pertenecer a una grupo, sobre la envidia, sobre el temor a ser rechazado y otros.

Este juego puede ser buen entrenamiento para cuando sus hijos tengan que afrontar realmente
las situaciones descritas.
7. Establezca normas familiares claras y estables.
Es muy útil establecer límites entre hábitos saludables y hábitos perjudiciales, y reglas específicas
acerca de la prohibición del uso del alcohol, el tabaco y otras drogas dentro del hogar. Es
importante aclarar el tipo de sanción que se recibirá, si se rompe las reglas.

Entre los deberes de los padres esta la creación de reglas que permitan a todos convivir en
familia. Los niños/as necesitan posturas claras y consistentes en relación con las reglas familiares,
al igual que las consecuencias de quebrantar una regla deben ser siempre aplicadas.
Se ha demostrado en contra de lo que creen la mayoría, que los niños y las niñas desean que sus
vidas tengan una estructura clara y definida. En general, cuando los padres ponen límites
adecuados, los niños/as tienden a comportarse de forma más responsable.

Estas circunstancias van desarrollando en los niños y las niñas la capacidad de medir las
consecuencias antes de tomar una decisión.

Habilidad 1: Dialogue sobre el “qué pasaría si…”


Puede discutir que podría ocurrir en determinadas ocasiones, antes de que se presenten.
Dialogue con sus hijos, por adelantado, acerca de ciertas circunstancias, las decisiones que
tomaría y las consecuencias lógicas de actuar o no de una determinada forma.

Habilidad 2: Tome postura.


Asegúrese que sus hijos conocen su opinión sobre el consumo de alcohol y drogas en menores.
Sea muy claro, que sepan que todavía no tienen edad para tomar decisiones acerca del consumo
del alcohol, tabaco y otras drogas. No se deje envolver por razonamientos engañosos: el hecho de
que el padre o la madre fume o que el hijo de 19 años tome, en ciertas celebraciones, no supone
que ellos tengan el mismo derecho. No es una cuestión de justicia.

Habilidad 3: Establezca criterios de causa-efecto.


Augúrese que tengan claro que en ninguna circunstancia han de probar el alcohol u otras drogas.
Comente las consecuencias que podría tener si lo hicieran. Por ejemplo: “Si no respetas los
acuerdos, no podremos tener confianza en vos”.
“Que los padres de tus amigos lo permitan, no quiere decir que vos también puedes hacerlo. Cada
familia tiene sus razones”.
“Si fumas o tomas a nuestras espaldas, te retiraremos la mesada, pues estás demostrando que
todavía no tienes edad para administrar el dinero”.
8. Fomente actividades recreativas.
Ocupar el tiempo libre en actividades divertidas y educativas ayudará a combatir el aburrimiento
de sus hijos y a prevenir el uso del alcohol, tabaco y otras drogas.

Sus hijos tienen mucho tiempo disponible fuera de la escuela. Hay muchas maneras de emplear
este tiempo de forma creativa:
 El tiempo puede ocuparse asistiendo a otras actividades de tipo académico, como clases
extras de inglés, informática, matemática y otros.
 Puede ocuparse con el binomio televisión + deberes ( con mayor o menor proporción de
estos dos ingredientes)
 Puede ocuparse participando en clases o cursos de actividades lúdicas y/o educativas que
ofrezcan el mercado. Puede ser clases de algún deporte, como natación, o clases de
música o de pintura.

Habilidad 1: Considere el tiempo libre como un espacio educativo.


En cualquier caso, el tiempo libre no está exento de una influencia educativa. Muy al contrario, es
en este tiempo libre cuando la educación puede resultar más incisiva y eficaz (a través de los
amigos, la televisión o la calle).

La educación no se detiene al salir de la escuela, como cesa al salir de la casa. Es un proceso


permanente en cualquier situación. Por tanto, no deje que el mercado, las modas o la dejadez
decidan qué ha de impregnar el tiempo libre de sus hijos/as.
Déle la importancia educativa que tiene, piense para qué ha de servir.

Habilidad 2: Inscriba a sus hijos en alguna actividad recreativa.


En nuestro entorno existen centros donde se imparten diferentes cursos y actividades en un clima
educativo y acogedor. Los niños y las niñas pueden inscribirse en clases de ballet, danza, gimnasia,
baloncesto, fútbol, natación, poesía, y muchas otras posibilidades. La mayor parte de estas
actividades de juego, pláticas, deportivas, de solidaridad que realizan los niños son en grupo, y
esto les ayuda a relacionarse y a interpretar mejor el mundo en que se desenvuelven.

Habilidad 3: Comparta el tiempo con sus hijos.


La clave es compartir. Las encuestas ponen de manifiesto que los menores aprecian el tiempo que
el padre o la madre pasan con ellos. Compartir momentos de diversión, relajados, diferentes de
aquellos en los que las tareas escolares o domésticas mediatizan la relación. Realizar actividades
con sus hijos quiere decir compartir ilusiones, gustos, nuevos momentos de comunicación.

Sin embargo, no se sientan molestos si sus hijos buscan momentos de soledad o prefieren pasar
la tarde con el grupo de amigos en lugar de organizar una tarde familiar.

Se trata del largo camino hacia la autonomía personal que habrá de explorar poco a poco. En este
proceso, se ha de estar dispuestos a acompañarlos, pero sin imponer nuestra presencia, ni
impedir experiencias nuevas y positivas.
9. Ayude a sus hijos/as a tomar decisiones.
Entrenarse para la toma de decisiones es una de los aprendizajes más útiles para sus hijos. Las
decisiones que tomen a lo largo de su vida le ayudarán a madurar, a valorarse, a apreciar el
entorno y, en definitiva, les harán más fuertes para afrontar situaciones de riesgo.

Todas las personas tenemos que tomar decisiones todos los días, y los padres y madres algunas
veces tenemos ideas simplistas de las circunstancias en las cuales viven nuestros hijos/as, y
asumimos de forma equivocada que los chicos y las chicas tienen pocas o ninguna decisión de
importancia que tomar. La realidad es que ellos deben tomar decisiones a cada rato, unas son
poco relevantes y fáciles de tomar y otras son mucho más importantes o significativas y se
pueden mostrar indecisos o desorientados.

Para tomar decisiones es preciso ver y clasificar las opciones, considerar las ventajas e
inconvenientes, elegir actuar en consecuencia. Ahora bien, hasta la persona más competente es
esta habilidad puede ocasionalmente equivocarse al elegir. Los padres pueden fomentar y ayudar
en este proceso.

¿Cómo ayudar, entonces, a tomar decisiones? En la cotidianidad se presentan muchas ocasiones


en las cuales ustedes pueden acompañar a sus hijos es este aprendizaje sin sustituirles y siempre
respetando la decisión tomada, a fin de que puedan experimentar las consecuencias de lo
decidido. Es importante comenzar por decisiones sencillas, para luego ir incorporando otras
situaciones más complejas. No se puede esperar que un chico o una chica que no ha tenido la
oportunidad de tomar decisiones anteriormente, aprenda repentinamente esta habilidad.

Existe un método básico para tomar decisiones, que explicaremos a continuación:

Habilidad 1: Considerar todas las opciones posibles.


Por ejemplo, sus hijos desean acudir al cine y de las películas que están en cartelera, tres le
llaman la atención, por lo que tiene que escoger una de ellas. Lo primero que tiene que hacer es
identificar las tres opciones una por una.

Habilidad 2: Considerar las ventajas e inconvenientes de cada opción.


Siguiendo con el ejemplo anterior, ayude a sus hijos a pensar las ventajas e inconvenientes de
cada película: La película 1 dicen que es buena pero a la entrada es más cara que en el resto. La 2
parece buena, pero el cine donde la proyectan está muy lleno. De la película 3 no tiene referencia
pero la proyectan cerca de casa; además no quiere quedarse sin ver ninguna.

Habilidad 3: Elegir.
Una vez vistos y analizados los aspectos anteriores, se elige aquella opción que parece más
adecuada. Son sus hijos y no ustedes, los que deciden ir a ver la película 3.

Finalmente, queda un paso: actuar, ir al cine, en este caso. Con posterioridad se comenta si la
decisión fue correcta.
Hable con sus hijos de las decisiones que van tomando, descubran juntos las consecuencias de sus
opciones, y ensaye decisiones en situaciones imaginarias.
En definitiva, acompañe a sus hijos en el proceso de aprender a decidir y sobre todo no decida
por ellos.
10. Actúe como padre y como ciudadano.
Aprenda a reconocer los signos de los problemas asociados al consumo del alcohol, el tabaco y
otras drogas. Si lo necesita, consiga ayuda inmediatamente, únase a otros padres y contraste
opiniones.

Con la mayoría de los niños es difícil saber cuándo han probado el alcohol, ya que, generalmente,
no deben tanto como para que se produzcan efectos evidentes. Sin embargo, aunque sus hijos no
muestren signos de haberlo probado, al hablar con ellos acerca de cómo ocupan su tiempo libre,
se puede tener una idea de si se ha iniciado o no el consumo.

Habilidad 1: Hable sin acusar.


Si sospecha que sus hijos están consumiendo alcohol o alguna droga, hable con ellos sin
acusarlos. Las acusaciones harán que se pongan a la defensiva y le darán más importancia a su
enfado que al mensaje que les desea transmitir acerca del uso de drogas. Hable de los efectos
indeseables que tiene sobre el organismo en desarrollo, y de los peligros que conlleva que los
niños y niñas las consuman.

La prensa y la televisión son un buen recurso para hablar de hecho reales que resultan del abuso
de las drogas y el alcohol.

Analice con sus hijos los resultados y las consecuencias tanto para sí mismos como para los
demás, de las conductas irresponsables.

Habilidad 2: Valore la confianza y demande compromiso.


Si sus hijos de entre 8 y 12 años, por iniciativa propia, le cuentan que han experimentado con el
alcohol, las siguientes sugerencias pueden ser útiles:
 Alabe su honestidad y confianza.
 Escuche cómo se siente ante esta experiencia.
 Repita las razones por las cuales los niños y las niñas no deben beber o usar drogas.
 Haga que se comprometan a no volver a beber.
 Ayúdeles a pensar formas posibles de decir NO al alcohol en el futuro.
 Permítales que, si lo creen conveniente, le utilice a usted como excusa cuando se
enfrente a la presión de grupo. Por ejemplo:”Me gustaría hacerlo amigos, pero si se
enteran mis padres de que he bebido, nadie me va librar de un castigo”. Esto puede
ayudar a su hijo cuando no quiere hacer lo mismo que los demás, pero tiene dificultades
para decir NO por sus propias razones. De todos modos, procure, que desarrolle sus
propio motivos y se atreve a expresarlos, que da alguna forma implica que creé en ellos.

Habilidad 3: No delegue su responsabilidad como padre o madre.


Cuando los hijos crecen y camina hacia la adolescencia, se inicia una nueva etapa de la relación
padres-hijos, y es preciso prepararse. Se hacen mayores y su autonomía se consolida poco a poco,
es momento deseado y temido a la vez.
Podría pensarse que ya vuelan solos, y que nuestra opinión como padres, cada vez cuenta
menos. Lo cierto es que su presencia es necesaria, aun cuando a veces no tenemos idea de cómo
abordar el asunto.

No ceda su protagonismo a otras instancias educativas (escuela, asociaciones, y otros). No


delegue en ellas, ni piense que son las que deben resolver estos problemas. La educación sigue
siendo un rol fundamental de los padres, si importar la edad.

Habilidad 4: Únase a otros padres.


Ahora bien, si desea contrastar sus opiniones y orientaciones con otras familias, si está
preocupado o interesado por facilitar a sus hijos un ambiente más saludable, únase a otros padres
y madres. Cuando las familias se unen en asociaciones o grupos, dan grandes pasos para reforzar
las orientaciones que se ofrecen en el hogar.

Podrían intercambiar opiniones acerca del dinero del que disponen los hijos el fin de semana, o
para fijar la hora de regreso y discutir las estrategias más convenientes para que estas normas
sean aceptadas y respetadas. Sentarían así una base consensuada para negociar luego son sus
hijos.

Además, podrían abordar el tema del alcohol y las otras drogas con organizaciones comunitarias
como asociaciones de jóvenes, organismos de salud, asociaciones de padres y madres,
profesores, y otros.

Finalmente, se puede utilizar la voz del grupo para influir sobre las políticas escolares o
gubernamentales que puedan afectar al uso de alcohol por parte de menores. Por ejemplo: se
puede presionar a las autoridades locales para que hagan cumplir la prohibición de vender
alcohol a menores y poner en marcha iniciativas de prevención.

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