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Introducción:
Desarrollo:
Esta experiencia mental estrecha los lazos con la realidad última porque el hacer referencia
al universo en su totalidad, la existencia humana queda implícitamente comprendida en su
seno.
El budismo interpreta los Mandalas como representaciones del macrocosmo y microcosmo.
La particular característica de los diseños está basada en la inscripción de un círculo en el
interior de un cuadrado que lo contiene: el centro es el principio, el punto en el que
coexisten fuerzas opuestas que lo convierten en un espacio de concentración de energía y al
que el ser humano tiende incluso en forma inconsciente.
Por su parte el cuadrado es la combinación y ordenación regular de cuatro elementos, que
representa lo estático y carente de dinamismo pero provisto de perfección. Los elementos,
las estaciones, las etapas de la vida humana y los puntos cardinales-nociones que otorgan
orden y fijeza al mundo-se expresan mediante la cuaternidad.
Este Mandala es el más complejo de la tradición tibetana se define con respecto a uno de
los textos sagrados tibetanos el “ Tantra Kalachacra” que trata sobre una cosmología y una
teoría apocalíptica de la historia.
La significación del círculo mandálico describe el principio supremo que rige la acción y el
movimiento del universo.
El movimiento circular desde el punto de vista de su significación simbólica es considerado
el movimiento perfecto, siendo la esfera su figura representativa.
El universo se mueve en círculos. El círculo mandálico expresa tal movimiento a partir de
un núcleo central en torno al cual giran todos los opuestos: vida y consciencia, el bien y el
mal, lo masculino y lo femenino el yin y el yang. El círculo mágico, el Mandala es el origen
de todas las cosas a partir de lo uno indiviso e indiferenciado, gracias al movimiento
circular perpetuo, lo uno comienza a escindirse en los sucesivos pares de opuestos que
parten de ese núcleo central originario, fuente de todo lo que existe. Este centro representa
al agente creador por excelencia.
El símbolo es una unidad sintética de significado entre dos polos opuestos: lo manifiesto y
lo oculto. Tras su sentido objetivo y visible se oculta otro sentido invisible y más profundo.
Unen a través de sus imágenes la vida consciente e inconsciente del individuo, a modo de
integración.
Lo simbólico se puede expresar tanto en el arte gráfico como en las formas dinámicas de las
fantasías, las visiones y los sueños.
Los estudios de Jung sobre el simbolismo del Mandala lo condujeron a definirlo como “la
expresión psicológica de la totalidad del ser”.
Según Jung en el interior de la psiquis del individuo existía un núcleo relativamente
protegido de la influencia de los miedos las obsesiones u otros elementos que generaban
caos y malestar. De acuerdo con esta teoría el Mandala constituía una imagen circular que
detentaba un centro difusor de orden que compensaba la confusión presente en el estado
psíquico. A través de ese núcleo se establecía la construcción de un punto central con el que
todo lo demás se relacionaba.
Para Jung la producción de símbolos mandálicos era un medio eficaz para alcanzar la
unidad simbólica y le permitía al sujeto llevar a cabo la conciliación entre la esfera
consciente y el domino inconsciente, teniendo en cuenta que la simbolización es el
mecanismo fundamental por el cual se manifiesta el inconsciente , la producción de dibujos
mandálicos era más eficaz que el proceso mismo del análisis.
El inconsciente colectivo
El concepto de inconsciente colectivo fue postulado por Jung para explicar la existencia de
un lenguaje compartido por los seres humanos de todo tiempo y lugar. Esta herencia de la
humanidad , según su teoría, estaba formada por símbolos primitivos ( imágenes
primordiales) que permitían la expresión del contenido de la psiquis que trascendía el
marco de la razón, por lo tanto la humanidad poseía un sustrato común de contenido
inconsciente.
Las imágenes primordiales son los arquetipos. Jung definió a los arquetipos como formas o
imágenes de naturaleza colectiva, que dan casi universalmente como constituyentes de los
mitos y, al mismo tiempo, como productos individuales autóctonos de origen inconsciente.
Los arquetipos son los patrones fundamentales de la formación de símbolos que se repiten
en los contenidos de las mitologías de todos los pueblos de la historia de la humanidad.
De los arquetipos dependen las últimas y más profundas motivaciones de la mente y la
conducta humana individual y colectiva.
Las pautas culturales en última instancia dependen de los arquetipos.
Jung creía ver en el círculo del Mandala a la expresión de los antagonismos y polaridades
psíquicas, siendo el inconsciente el centro rector que gobierna a los opuestos. El nombre
psicológico de esta dialéctica es llamada “ ambivalencia”.
La presencia de lo masculino y de lo femenino,
El yin y el yang, lo consciente y lo inconsciente son a la vez recíprocos y excluyentes, se
hacen uno y luego vuelven a separarse. La represión de este núcleo hace que su fuerza
resulte más persistente e ingobernable.
Los fenómenos de escisión y división recogidos por la psiquiatría occidental bajo la forma
de esquizofrenia o psicosis, remiten al proceso de disgregación de la unidad originaria
como resultado, dice Jung, de la colisión entre lo consciente y lo inconsciente. En las
tradiciones espirituales orientales la escisión no posee un valor psicológico sino que es la
expresión de un nivel de consciencia inferior.
Jung consideraba la escisión como una tendencia inherente a la psique humana, sea esta
oriental u occidental.
Por ello Jung prescribió desligar la conciencia de todo aquello que la someta a la dualidad
aparente, a fin de que la misma pueda percibir lo esencial.
La conciencia debe desligarse de toda voluntad de dominio y de cualquier intromisión del
ego, de esta manera la conciencia ya no le impone su ley a la vida sino que se suma a ella se
uno con la totalidad. Una y otra son contiguas, y por lo tanto sincrónicas. No hay anhelos,
deseos o propósitos con arreglo a los cuales el curso de la existencia es obligado a desviarse
o ramificarse.
El hombre regresa, así, a la fuente de la cual proviene.
Para los junguianos, la única posibilidad que tiene el hombre de salir de la angustia y vacío
del mundo moderno, es abrirse a los mensajes de crecimiento personal que proporciona el
inconsciente universal y objetivo, a los mensajes del inconsciente colectivo.
Jung postulaba que el único camino era apartarse de la ilusión (Maya) del mundo moderno
experimentar las fuerzas “numinosas” (espirituales) las verdades universales y eternas que
residen en su inconsciente colectivo.
Por otra parte observó que la disposición concéntrica de los elementos del Mandala y en
simetría radial constituían las propiedades inherentes del iris ocular.
Para Jung, la presencia simultánea de varios diseños oculares, denotaba la interpretación del
inconsciente como una consciencia múltiple.
Conclusión:
Bibliografia
Ana Maria Pinedo. “ Meditar con Mandalas”. Editorial del Club, Buenos Aires 2007.
Guido Tovanni. “ Jung y Osho en torno a la existencia” Editorial Quadrata, Buenos Aires
2007.
Hall, C.S “ Fundamentos de la psicología de Jung” Editorial Psique ,Buenos Aires 1978.