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Arrepentíos y creed en el Evangelio

Arrepentirse es un cambio verdadero ante Dios en el cual nos sentimos compungidos por el
pecado y el mal que hemos en nuestra vida:

Implica un cambio de mentalidad respecto a Dios: decidimos que desde ahora queremos hacer su
voluntad.

Implica un cambio de mentalidad respecto a Cristo: lo reconocemos como nuestro Mesías,


Salvador y Señor, aceptando el mensaje del Evangelio.

Implica un cambio de mentalidad respecto al pecado: decidimos dejar el pecado atrás.

El arrepentimiento en cuestión de sentimiento conlleva un profundo lamento y llanto, como


cuando Pedro se arrepintió de negar a Jesús, o Job y otros personajes del Antiguo Testamento se
arrepintieron "en polvo y ceniza":

"Acercaos a Dios, y El se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de


doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, lamentad y llorad; que vuestra risa se torne en
llanto y vuestro gozo en tristeza. Humillaos en la presencia del Señor y El os exaltará." (Santiago
4:9:10)

Arrepentirse también tiene que ver con dejar de pecar, renunciar al pecado, dar una vuelta de
180° grados a nuestra vida: del mundo, a Dios; del pecado, a Cristo.

Jesús mandó el arrepentimiento como un primer paso en el Evangelio:

"Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se
ha acercado." (Mateo 4:17)

"Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a
llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento" (Mateo 9:13)

"El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado: Arrepentíos, y creed el evangelio."


(Marcos 1:15)

Todos los que no se arrepientan, perecerán:

"...En esa misma ocasión había allí algunos que le contaron acerca de los galileos cuya sangre
Pilato había mezclado con la de sus sacrificios. Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos
galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque sufrieron esto? Os digo que no;
al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. ¿O pensáis que aquellos dieciocho,
sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, eran más deudores que todos los hombres que
habitan en Jerusalén? Os digo que no; al contrario, si no os arrepentís, todos pereceréis
igualmente." (Lucas 13:1-5)

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