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EXAMEN IGNACIANO DE LA ORACIÓN

El examen de la oración es un tiempo especial para conocer lo que sucedió durante el tiempo de
encuentro con Dios. De esta manera te harás consciente de las gracias recibidas, los frutos
alcanzados y también las luchas y tentaciones. Escribir el examen de la oración es un ejercicio que
te ayudará a guardar memoria de cómo Dios actuó y estuvo presente durante la oración. Luego
de varios exámenes podrás leer en ellos los pasos de Dios. Esto es lo que san Ignacio llamaba:
buscar y hallar la voluntad de Dios.

1. DESCRIPCIÓN
Luego de terminar tu oración tómate unos minutos para despejarte, pero sin distraerte. Escoge
un lugar, toma tu cuaderno y lápiz porque vas a realizar el examen de la oración. Primero, pide al
Señor su luz. Cierra tus ojos y levanta tu entendimiento al cielo pidiendo a Dios que te ayude a
descubrir su voz en lo que has rezado. Luego describe a grandes rasgos lo que sucedió durante el
tiempo de tu oración. Comienza advirtiendo cómo estabas antes de comenzar a rezar y cómo
quedaste al terminar tu oración. Si estabas motivado a rezar o no, si tenías alguna preocupación o
si simplemente estabas con ganas de encontrarte un momento a solas con el Señor.

2. IDENTIFICA LAS SENSACIONES

Ahora asienta en tu cuaderno las sensaciones físicas, sensibles, corporales que experimentaste.
Trata de recordar (y describir) las sensaciones exteriores que experimentaste, (tranquilidad,
silencio, comodidad,) Describe también las sensaciones interiores (comprensión, confusión,
miedo, confianza…).

3. DISTINGUE SENTIMIENTOS
Distingue ahora los sentimientos que surgieron durante el tiempo de tu oración. Trata de poner
nombre a lo que sentiste, ya que al nombrarlos podrás conocerlos y ser libre frente a ellos.
Describe la cronología de los sentimientos, es decir, como fueron apareciendo y si estuvieron
asociados a algo que leíste, que recordaste o si simplemente surgieron. La lista de sentimientos
que tienes a continuación te puede ayudar a identificarlos.
Lista de sentimientos (la lista es incompleta):

Inflamarse en amor a Dios. Entusiasmo. Fuerza. Concentración. Atención.


Caridad. Fe. Esperanza. Confianza. Seguridad. Ánimo.
Alegría. Plenitud. Libertad. Gozo. Dulzura.
Profundidad.
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Claridad. Sencillez. Turbación. Angustia. Desconfianza. Frialdad.
Agilidad. Interés. Intranquilidad. Miedo. Aburrimiento. Debilidad.
Serenidad. Pacificado. Sequedad. Pereza. Tristeza. Amargura.
Pureza. Bondad. Depresión. Tibieza. Vacío. Superficialidad.
Tranquilidad. Calma. Oscuridad. Duda. Incredulidad.
Desesperanza.
Paz. Quietud. Aplastamiento.
Indiferencia. Odio. Resentimiento.
Preocupación. Inquietud.
Aceptación. Rebeldía. Como separado de Dios.

4. TOMA CONCIENCIA DE LOS PENSAMIENTOS

Describe a continuación qué pensamientos acompañaron tus sentimientos durante la oración.


Estos pensamientos pueden ser: recuerdos, ideas, frases, imágenes...

Hay dos tipos de movimientos interiores (mociones): “unas buenas a las que hay que recibir y
aceptar, y otras malas que hay que rechazar” [EE 313]. Estas mociones mueven interiormente y
en sentido contrario. Estos movimientos interiores vienen acompañados de “pensamientos”. Por
eso dice San Ignacio: “reconozco en mí tres tipos de pensamientos: uno propio mío, que proviene
de mi libertad y querer, y otros dos que provienen de fuera: uno del buen espíritu y otro del malo”
[EE 32].

5. MIRA LAS IMÁGENES

Trata de recordar si te vinieron imágenes durante tu oración. ¿Cuáles fueron esas imágenes? ¿A
dónde te llevaron?, ¿Qué te dijeron o recordaron?, ¿Qué te mostraron? ¿Qué sentimientos y
pensamientos se asociaron a esas imágenes?

6. DAR GRACIAS
Realiza una breve oración de acción de gracias por todo lo vivido durante el momento de oración.
Y puedes buscar allí una síntesis; una palabra, una imagen, un sentimiento, para poner un título a
tu oración, como si fuera el capítulo de un libro.
El examen no es parte de la oración, sino que es el momento siguiente a la oración. Se hace
durante quince minutos después de cada oración y por escrito en un cuaderno espiritual.
El examen es uno de los ejercicios más importantes. Hacemos el examen de la oración para
escuchar y aprehender a reconocer al Señor en nuestro interior. En el examen se ve por dónde
nos lleva Dios, la orientación hacia la que nos llama. Sin el examen de la oración no sabremos qué
nos está manifestando en cada momento.
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