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CÁMARA DE FAMILIA DE MENDOZA

G., A. C. s/ insania • 23/03/2018

Cita Online: AR/JUR/2379/2018

TEXTO COMPLETO:

2ª Instancia.- Mendoza, marzo 23 de 2018.


1ª ¿Es justa la sentencia apelada? 2ª Costas.
1ª cuestión. — La doctora Politino dijo:
I. Que a fs. 46, el Ministerio Pupilar apela la sentencia obrante a fs. 37/38, por la cual
se declara incapaz a A. C. G.
A fs. 57 se ordena hacer saber a la causante que podrá concurrir al proceso como
parte en forma personal con patrocinio letrado o a través de un abogado que la
represente y le preste asistencia letrada en el juicio.
A fs. 68, obra expresión de agravios de la Sra. Asesora de Menores, quién manifiesta
que pese a que la resolución del a quo coincide con su criterio por cuanto la
incapacidad de la causante se encuentra debidamente acreditada, debió apelar la
misma a los efectos que se cumpla con una exigencia ineludible de la ley (art. 307,
inc. 7, del Cód. Proc. Civ. y Com. de la Nación), que la sentencia sea resuelta y
analizada en las dos instancias a fin de que goce de un estudio más profundo de su
situación y se adecue la resolución de fs. 37/38 a las disposiciones del Cód. Civ. y
Com. de la Nación.
A fs. 71 se presenta la Defensora Oficial y manifiesta que continúa intervención y
contesta agravios en representación de A., expresa que su Ministerio sostiene la
oposición a la pretensión deducida en autos, adhiriendo al recurso obligatorio del
Ministerio Pupilar con el único fin de asegurar las mayores garantías de justicia
cuando se debate sobre la capacidad de las personas.
A fs. 74, obra la pericia médica efectuada por dos médicos psiquiatras del Cuerpo
Auxiliar Interdisciplinario donde consta que A. C. G., presenta discapacidad
intelectual profundo a la clínica parálisis cerebral.
II.- De las constancias de autos surge que la acción fue promovida por la Sra. Asesora
de Menores e Incapaces por petición de la Sra. N. A. G., quien se presenta a fs. 5
denunciando la insania o inhabilitación de su hija A. C. G., quien padecería Parálisis
Cerebral, proponiendo como curador provisorio de su hija al hermano de la causante
Sr. J. J. M., de los bienes y persona de A.
A fs. 9, obra la pericia médica efectuada por dos médicos psiquiatras del Cuerpo
Médico Forense donde consta que A. C. G., presenta parálisis cerebral con
incapacidad total, que se encuadra en el concepto de insania del art. 141 del Cód. Civ.
y Com. de la Nación.
A fs. 10, se designa Curador Ad Litem al Defensor de Pobres y Ausentes en turno,
quien a fs. 20 acepta el cargo en forma legal.
A fs. 24 se agrega la encuesta ambiental realizada en el domicilio de la causante, de
la que surge que vive con su progenitora.
III.1. III.2. Estimado alumno, el contenido de estos dos puntos fue eliminado para
simplificar la lectura del fallo.
III.3.- Ahora bien, indudablemente el Cód. Civ. y Com. de la Nación ha adoptado como
paradigma el principio de capacidad de las personas. No obstante ello, el art. 32,
mantiene la condición de incapaz absoluto y la limita a supuestos excepcionales en
donde por la alteración mental de la persona, no solamente se estime que del
ejercicio de su capacidad puede resultar un daño a su persona o a sus bienes, sino
que además se requiere que la misma se encuentre absolutamente imposibilitada de
interaccionar con su entorno y expresar su voluntad por cualquier modo.
Así se ha dicho que “la incapacidad es el supuesto de excepción en el nuevo régimen”.
A su turno, y aún admitida como opción viable, el Código exige también un criterio
objetivo, que excede de un diagnóstico de la persona y/o a su pertenencia a un grupo
social. Lo que califica es la situación de la persona: absoluta imposibilidad de
interacción y/o comunicación por cualquier modo, medio o formato adecuado. La
imposibilidad no es cualquier dificultad o complejidad, sino que debe ser un
impedimento de carácter absoluto, tal como exige la norma. Se trata de aquella
persona que se encuentra en situación de ausencia de conciencia de sí, de su
alrededor, carente e imposibilitada de comunicación con el entorno, con otras
personas, y por todo lo cual un sistema de apoyo aparece insuficiente,
correspondiendo entonces la figura de un curador que ejerza representación pura
(cfr. Fernández, Silvia A., su comentario al art. 32 en “Código Civil y Comercial de la
Nación. Comentado”, coor. Herrera, Marisa, Caramelo, Gustavo y Picasso, Sebastián,
tomo 1, p. 87, Sistema Argentino de Información Jurídica).
Hay dos requisitos esenciales de procedencia para la declaración de incapacidad: “1)
imposibilidad absoluta de manifestación de la voluntad, aun utilizando tecnologías
adecuadas; 2) que el sistema de apoyos resulte ineficaz. Caso contrario
corresponderá, eventualmente, una sentencia de capacidad restringida y la
consecuente designación de apoyos (cfr. Olmo, Juan Pablo, op. cit.)”.
También se ha expresado que “el código ha restringido las causales de interdicción”,
habiéndola mantenido y reservado en exclusiva para este supuesto, en que la
persona no muestra ningún signo evidente de conciencia de sí o del ambiente, y se
encuentra absolutamente imposibilitada de interaccionar con los demás o de
reaccionar a estímulos adecuados. A este criterio debe sumársele otro requisito
exigido por el Código: la insuficiencia o ineficacia del sistema de apoyos... El código
limita a un supuesto de excepción la declaración de incapacidad, que ya no se
fundamenta en una característica de la persona o en su pertenencia a un
determinado grupo social (como podría ser su condición de persona con
discapacidad), sino que se prevé exclusivamente para el supuesto en que la persona
se encuentre absolutamente imposibilitada de interaccionar con su entorno y
expresar su voluntad por cualquier modo, medio o formato adecuado y el sistema
de apoyo resulte ineficaz. En este punto, se ha incorporado un requisito objetivo (la
situación de absoluta imposibilidad), a diferencia de un criterio subjetivo (el
diagnóstico de discapacidad de la persona) como lo hacía el Código derogado (cfr.
Kraut, Alfredo Jorge y Palacios, Agustina, su comentario al art. 32 en “Código Civil y
Comercial de la Nación. Comentado”, Lorenzetti, Ricardo Luis, director, De Lorenzo,
Miguel Federico y Lorenzetti, Pablo, coordinadores, tomo 1, p. 151, Rubinzal-
Culzoni, Santa Fe, 2014).
Bajo la vigencia del Código de Vélez, para la procedencia de la declaración de
incapacidad se exigía la concurrencia de una serie de recaudos que siguiendo al Dr.
Llambías calificábamos en formales y sustanciales. Los primeros referidos al modo
de verificar la enfermedad denunciada: a) Instancia de parte legítima, b) Examen
previo de los facultativos y c) Verificación de dolencia por sentencia de Juez
competente. En cuanto a los segundos son las condiciones de fondo que ha de
presentar la persona para que el Juez pueda declarar la incapacidad o sea: a) Que se
trata de un enfermo mental, b) Que el estado de alienación mental del sujeto sea
habitual o permanente, c) Que la enfermedad incida en la vida de relación privando
al sujeto del gobierno de su persona y sus bienes y d) Que no concurran
impedimentos para efectuar la declaración (cfr. Llambías, Joaquín, Tratado de
Derecho Civil, parte general, T° 1, p. 480 y siguientes).
Tales requisitos son exigidos en el Cód. Civ. y Com. de la Nación en diversos artículos:
legitimación (art. 33); examen de profesionales (art. 31 inc. c) y 37); verificación de
la dolencia por el Juez (art. 35). En cuanto a los presupuestos sustanciales están
contemplados en el art. 32 al exigir que se trate de una persona que padece una
adicción o alteración mental permanente o prolongada de suficiente gravedad,
siempre que estime que del ejercicio de su plena capacidad pueda resultar un daño
a su persona o a sus bienes.
Los requisitos formales estaban establecidos en los arts. 140 y 142 del Código
anterior. La primera norma citada expresaba que "Ninguna persona será habida por
demente, para los efectos que en este Código se determina, sin que la demencia sea
previamente verificada y declarada por Juez competente" y el segundo agregaba: "La
declaración judicial de demencia no podrá hacerse sino a solicitud de parte y
después de un examen de facultativos". El art. 144 establecía quiénes pueden pedir
la declaración de demencia.
Dichos presupuestos están contenidos en los arts. 22, 31 inc. a) y c) 33 y 37 del Cód.
Civ. y Com. de la Nación.
Complementando las previsiones de la Ley de fondo nuestro C.P.C., en resguardo de
la capacidad de las personas, establece en su art. 305 inc. 1) que: "tienen personería
para intervenir en el proceso por declaración de insania...el cónyuge, los
ascendientes y descendientes sin limitación de grado, los hermanos y el Ministerio
Pupilar". A su vez el art. 306 exige acompañar con la demanda un "certificado médico
que acredite el estado mental" del demandado, facultando al Juez el art. 307 del
mismo cuerpo legal, en su inc. 1) últ. párr., a pedir "un informe a la Oficina Técnica
correspondiente o Médico de Tribunales", siendo dos peritos por lo menos conforme
el inc. 5ª de esta última norma indispensable para declarar la insania.
En lo que hace a los recaudos sustanciales, ellos estaban contemplados por los arts.
141 y 468 del Cód. Civil y de sus términos podía considerarse que el requisito previo
para poder declarar la incapacidad de una persona era que se encontrara afectada
por una enfermedad mental típica, cualquiera sea su denominación y ubicación
dentro del cuadro de las enfermedades mentales que la ciencia psiquiátrica de cada
tiempo pueda formular.
Actualmente el supuesto legal de capacidad restringida está basado en un criterio
interdisciplinario y compuesto de dos presupuestos: a) el intrínseco: debe tratarse
de una persona mayor de 13 años que padece de una adicción o una alteración
mental permanente y prolongada de suficiente gravedad: el art. 32 aborda un
criterio subjetivo, que hace alusión concreta a la persona que padezca una adicción
o alteración mental permanente o prolongada de suficiente gravedad. Pero desde un
análisis hermenéutico que tenga presente los principios del art. 31 y la Convención
de los Derechos de las Personas con Discapacidad, el criterio determinante para la
restricción debe estar desligado de la pertenencia de una persona a un grupo social,
y no debe ser supeditado exclusivamente a una etiqueta o diagnóstico médico o
psiquiátrico, sino que principalmente deberá basarse en las posibilidades
circunstanciales de comprensión de la naturaleza y consecuencias del acto por parte
de la persona: y b) el extrínseco: debe valorarse si, con relación a uno ciertos actos
determinados, del ejercicio de su plena capacidad puede resultar un daño a su
persona o a sus bienes (cfr. Kraut. Jorge Alfredo y Palacios, Agustina, ob. cit., p. 143
y ss.)
III.4.- En punto al caso particular de A. C., en la pericia agregada a fs. 09
(05/05/2011) los profesionales intervinientes expresan que se trata de “...una
paralítica cerebral con incapacidad total y permanente para comprender, valerse
por sus propios medios y administrar sus bienes, .... razón por la que, encuadran su
patología dentro del concepto de insania jurídica del art. 141 del antiguo Cód. Civil
vigente a la fecha en que se practicara el examen.
De la encuesta ambiental realizada a fs. 24 surge que A. C. requiere asistencia para
todas las actividades cotidianas, para vestirse, higienizarse, alimentarse y
movilizarse, estuvo concurriendo a rehabilitación los últimos tres años, comienza
realizando tres tipos de terapias (fonoaudiológica, ocupacional, quinesiológica),
luego le dan el alta de las dos primeras. Se observan indicadores de socialización
adecuados al medio en que se inserta la joven.
A fs. 74 y vta. (23/11/2017) se realiza una nueva pericia a la causante de la que
surge que A. C. se presenta “...movimientos anormales de manera permanente”.
Escaso desarrollo pondoestatural. Debido al cuadro que presenta todas las
funciones cerebrales superiores tales como atención, memoria, pensamiento,
razonamiento, juicio crítico, se hallan severamente afectadas... Es incapaz de realizar
ninguna actividad básica ni instrumental de la vida diaria, por lo que es dependiente
de otras personas en forma permanente. El presente cuadro es compatible con:
Discapacidad intelectual profundo a la clínica parálisis
cerebral...Presenta....indicadores de vulnerabilidad por tales motivos requiere
acompañamiento y supervisión permanente en la administración de sus bienes y en
el cuidado de su salud y persona, debido a que del ejercicio de su plena capacidad
puede resultar daño a su persona o a sus bienes.....
De allí que vislumbro que, pese a las limitaciones que puede presentar A. C. en su
diario desenvolvimiento, no debe subsumirse su situación en la categoría de incapaz
absoluta de obrar a la luz de la nueva legislación sustancial que —reitero— es
plenamente aplicable al caso y a los nuevos paradigmas que inspiraron su dictado,
conforme a los cuales la declaración de incapacidad es de carácter excepcionalísimo.
Además no surge de las constancias de la causa que no pueda interactuar con su
entorno o comunicarse de alguna forma, es decir, la imposibilidad de interaccionar
con el medio y con las demás personas o de expresar su voluntad, ni tampoco ha
quedado demostrada la ineficacia de la adopción de un sistema de apoyo adecuado.
Tal como se expresa en el Código Comentado de Alberto Bueres, en el artículo 43 del
Cód. Civ. y Com. de la Nación se aprecia especialmente la adecuación del derecho
positivo a la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
(Fundamentos del Anteproyecto), ya que se propone pasar de un sistema centrado
en la sustitución para la toma de decisiones a uno basado en el apoyo para
adoptarlas. Y continúa: “se trata de ayudas o recursos, de distintos tipos e
intensidades, ajustados a las necesidades de quien los precisa para el ejercicio de su
capacidad, que se complementan con la implementación de las salvaguardias
adecuadas y efectivas para impedir abusos” (Bueres, Alberto, “Código Civil y
Comercial de la Nación. Analizado, comparado y concordado, Tomo 1, Ed.
Hammurabi, Bs. As., 2014, p. 94).
Es que en el artículo 31 Cód. Civ. y Com. de la Nación se establecen principios básicos
en materia de restricción del ejercicio de la capacidad cuyo contenido indica que el
nuevo código prioriza los aspectos personales, sociales y familiares de estas
personas por sobre los patrimoniales: “ni desprotección ni sobreprotección; existe
el derecho de requerir y el deber de brindar una protección o limitación
proporcionada (Bueres, ob cit., p. 86)”.
No resulta adecuada la sentencia de primera instancia en cuanto, declara la
incapacidad de A. C. en los términos del art. 141 del Cód. Civil, aunque es dable
destacar que ésta es anterior al Cód. Civ. y Com. de la Nación y se encuadra
normativamente en lo dispuesto por el Cód. Civil derogado.
Tampoco cabe confirmar la designación de Representante (con sustitución) para A.
C., por cuanto corresponde que se establezca un apoyo, con las funciones que
específicamente se le asignen en orden a sus necesidades y circunstancias
particulares (art. 32 segundo párrafo Cód. Civ. y Com. de la Nación).
Persona de apoyo que puede ser designada a propuesta de las personas legitimadas
para solicitar la restricción o, en defecto de ello, directamente por el juez.
Herrera, Caramelo y Picasso indican que: “como la designación final recae en el juez,
él debe evaluar y diseñar los alcances y límites de la actuación con miras a la
protección de la persona, y establecer las salvaguardias adecuadas a fin de evitar
eventuales conflictos de intereses o influencia indebida (Herrera Marisa-Caramelo
Gustavo-Picasso Sebastián. Directores, “Código Civil y Comercial de la Nación,
Comentado, Título Preliminar y Libro Primero. Artículos 1 a 400, Infojus, Bs. As.,
2015, p. 117)”.
Entiendo pues, que la curatela ha quedado reservada para aquellos casos en los que
se declara la incapacidad de la persona y no la restricción de capacidad o capacidad
restringida (art. 32 último párrafo Cód. Civ. y Com. de la Nación), sin perjuicio de la
designación de curador a la que alude el artículo 34 Cód. Civ. y Com. de la Nación,
como medida cautelar, durante el proceso de declaración de incapacidad y con
criterio excepcional, por cuanto se trataría de una restricción para actos concretos
y determinados que en tal caso deberían especificarse en la decisión que adopte la
medida preventiva.
Así el art. 32 del Cód. Civ. y Com. de la Nación establece que, por excepción, cuando
la persona se encuentre absolutamente imposibilidad de interaccionar con su
entorno y expresar su voluntad por cualquier modo, medio o formato adecuado, y el
sistema de apoyos resulte ineficaz, el juez puede declarar la incapacidad y designar
un curador. Por su parte, para el art. 101 inc. d) in fine el curador es el representante
de las personas incapaces, y su función es representativa y sustitutiva de la voluntad
de la persona, no obstante que debe promover la autonomía personal y la
posibilidad de recuperar en ella la interacción con su entorno y la exteriorización de
su voluntad (Famá, M. Victoria-Herrera, Marisa-Pagano Luz M., “Salud Mental en
Derecho de Familia”, 1ª ed., Bs. As., Hammurabi, 2008, p. 653/656).
Lo cual no resulta óbice para que se asignen a la persona de apoyo, distintas
funciones, o que el apoyo adopte diversas modalidades, conforme los actos que se
encuentren involucrados, esto es, de aquéllos vinculados con los derechos
personalísimos o con derechos de naturaleza patrimonial o económica y que incluso
puedan llegar a la representación —aunque no sustitutiva— de la persona con
capacidad restringida.
Es más, el apoyo puede ser prestado por una o varias personas, ya que el Cód. Civ. y
Com. de la Nación sigue un modelo abierto en cuanto a las medidas de apoyo, tanto
en su faz cualitativa o funcional como cuantitativa.
Según algunos autores este apoyo puede ser más o menos intenso y puede consistir
en una simple asistencia para la comunicación, asistencia para la toma de decisiones
u otra modalidad con mayor intensidad e, incluso, la realización de actos en
representación (concs. arts. 100, 101 inc. c) Cód. Civ. y Com. de la Nación).
En este sentido se distingue entre actos personales, actos de administración y actos
de disposición, conforme al bien jurídico protegido: “Mientras en materia de actos o
decisiones que hacen a la persona, lo que suele estar en juego son derechos
personalísimos como la vida, la dignidad, la integridad personal o la libertad, en
materia de actos de administración y disposición lo que suele estar en juego son
derechos patrimoniales. Desde dicha perspectiva resulta evidente que la modalidad,
intensidad y salvaguardias de los apoyos será muy diferente en cada caso (Kraut
Alfredo Jorge-Palacios Agustina en obra dirigida por Ricardo Luis Lorenzetti,
“Código Civil y Comercial de la Nación. Comentado”, Tomo I, Ed. Rubinzal Culzoni,
Santa Fe, 2014, p. 253)”.
Es que no siempre la medida de apoyo responderá a la idea de asistencia sino que
podrá revestir la modalidad de codecisión e incluso de representación no
sustitutiva— si se trata de actos de administración o disposición de neto corte
patrimonial y que recaen sobre los bienes. Coincido en este aspecto con que el apoyo
en algunos casos ``sólo asiste a la persona para que pueda realizarse el acto, en otros
debe necesariamente participar en la conformación del acto jurídico (lo integra) en
otros más incluso puede participar en calidad de codecisor, y en otros, los menos, en
calidad de representante, pero sin perder de vista su función y propósito. Aún en
este último supuesto, la representación no debe ser sustitutiva por cuanto debe
adoptarse dese la filosofía del modelo de apoyo en la toma de decisiones (cfr.
Lorenzetti, ob cit, ps. 255 y 256).
Las funciones representativas del apoyo son excepcionales y deben otorgarse para
determinados actos en beneficio del representado y en casos de capacidad
restringida y bajo el sistema de apoyo, resulta, por ejemplo, el otorgamiento de un
acto jurídico complejo que requiere especialidad profesional para su realización
deba requerir también del apoyo una función representativa (Herrera, Caramelo y
Picasso, ob cit., p. 212).
De manera tal que se hará lugar al recurso de apelación interpuesto y se modificará
la sentencia, designando al Sr. J. J. M. como persona de apoyo, y en tanto se restringe
el pleno ejercicio de la capacidad de A. C. solo respecto de los actos de
administración y disposición de sus bienes, éstos deberán ser realizados con la
representación no sustitutiva de la figura de apoyo; para los actos de la vida
cotidiana y doméstica, manejar sumas de dinero, trasladarse fuera de su domicilio,
utilizar el transporte público de pasajeros, administrar su medicación, realizar el
tratamiento y/o los controles de salud que fueren necesarios, requerirá la asistencia
y supervisión de la persona que se designa como figura de apoyo. Debiendo el apoyo
que se designa, promover la autonomía de A. C. y favorecer las decisiones que
respondan a sus preferencias (art. 32 tercer párrafo Cód. Civ. y Com. de la Nación).
III.5.- En cuanto al dispositivo III que dispone la vigencia de la sentencia por el
término de tres años, vencido el cual deberá revisarse la condición del causante,
considero que conforme al artículo 40 del Cód. Civ. y Com. de la Nación la revisión
puede ser efectuada en cualquier momento, por lo que, en consecuencia, no
corresponde fijar un plazo de subsistencia de la medida de apoyo dispuesta ni por
tanto de vigencia de la sentencia.
Es que la norma citada habilita la revisión a instancia del interesado y en defecto de
la misma la impone al juez, en un plazo no superior a tres años. Es decir que ese
plazo puede incluso ser menor, por cuanto el de tres años es un techo y no un piso
para la revisión.
“Se introduce en forma expresa la posibilidad de revisión en cualquier momento aún
previo a los tres años a favor del acceso a la justicia por la propia persona y del
derecho a la defensa de su capacidad jurídica (Herrera Marisa-Caramelo Gustavo-
Picasso Sebastián. Directores, “Código Civil y Comercial de la Nación, Comentado”,
Título Preliminar y Libro Primero. Artículos 1 a 400, Infojus, Bs. As., 2015, p. 104).
Eso sí, la revisión debe serlo sobre la base de nuevos dictámenes interdisciplinarios
y mediando audiencia personal con el interesado. No se trata pues de revisar la
sentencia sobre la base del mismo material reunido al dictar la sentencia que
dispuso la incapacidad o que la confirmó en la Alzada: “La revisión no constituye un
proceso nuevo sino, exactamente, una revisión de la sentencia dictada. Ello, previo
examen interdisciplinario y revisión de las consideraciones y fundamentos tenidos
en cuenta al momento de la sentencia originaria y constituye un derecho para el
interesado y un deber para el juez y el Ministerio Pupilar (cfr Herrera-Picasso-
Caramelo, ob cit., p. 105)”.
Igualmente es deber del Ministerio Público Pupilar fiscalizar el cumplimiento
efectivo de la revisión judicial e instar, en su caso, a que ésta se lleve a cabo si el juez
no la hubiere efectuado en el plazo allí establecido (art. 40 segundo párrafo Cód. Civ.
y Com. de la Nación).
De allí que no sea necesario que este decisorio consigne dicho plazo que surge de
una disposición legal plenamente aplicable y que, reitero, establece el plazo de tres
años como plazo máximo para la revisión, permitiendo en consecuencia que la
misma pueda efectuarse incluso en un plazo menor.
Finalmente destaco que en el caso se han cumplimentado los presupuestos formales
de la acción promovida: esto es la acción ha sido instaurada por quien tiene
legitimación para ello, el Ministerio Pupilar (art. 33 inciso d) Cód. Civ. y Com. de la
Nación); se ha notificado la iniciación del proceso al causante y a los parientes de
grado más próximo; se ha corrido traslado de la demanda conforme al código
derogado al curador ad litem; se ha llevado a cabo la entrevista personal con la
actora (art. 35 Cód. Civ. y Com. de la Nación) y se le han hecho conocer
adecuadamente sus derechos, dándole participación en el proceso e instándolo a
comparecer al mismo (art. 36 del Cód. Civ. y Com. de la Nación).
Así voto.
Los doctores Ferrer y Zanichelli adhieren al voto que antecede.
2ª cuestión. — La doctora Politino dijo:
Atento a la naturaleza del presente proceso, no corresponde emitir
pronunciamiento sobre las costas del recurso de apelación promovido por el
Ministerio Pupilar (arts. 308 del C.P.C.).
Así voto.
Por los motivos dados, la Cámara resuelve: I. Modificar la sentencia dictada a fs.
37/38 de fecha 2 de marzo de 2015, la que queda redactada como sigue: “I.- Hacer
lugar parcialmente a la demanda y en consecuencia disponer la restricción del pleno
ejercicio de la capacidad de A. C. G. con DNI N° ..., solo respecto de los actos de
administración y disposición de sus bienes, los que deberán ser realizados con la
representación de la persona que se designa como figura de apoyo en el dispositivo
III. II. Disponer que para los actos de la vida cotidiana y doméstica, manejar sumas
de dinero, trasladarse fuera de su domicilio, utilizar el transporte público de
pasajeros, administrar su medicación, realizar el tratamiento y/ o los controles de
salud que fueren necesarios, requerirá la asistencia y supervisión de la persona que
se designa como apoyo, quien deberá promover la autonomía de A. C. y favorecer las
decisiones que respondan a sus preferencias (arts. 23, 31, 32 y cc. del Cód. Civ. y
Com. de la Nación). III. Designar como persona de apoyo a favor de A. C. G. al Sr. J. J.
M. con DNI N° ... quien deberá aceptar el cargo en legal tiempo y forma (art. 43 Cód.
Civ. y Com. de la Nación) y deberá actuar teniendo en cuenta la opinión de A. C. y su
autonomía de obrar, debiendo garantizar el bienestar integral del mismo. IV.- Firme
la presente, ofíciese al Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas a fin de
que tome nota de la resolución recaída en autos. Ofíciese. II. Omitir pronunciamiento
sobre las costas en esta instancia. Notifíquese y bajen. — Estela I. Politino. — Germán
Ferrer. — Carla Zanichelli.

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