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Torres, Pablo – Triboli, Rodolfo 3-11-2021

Historia Contemporánea – Trabajo Práctico N°16

El nuevo orden desde la guerra del golfo y el 11 de septiembre.

A finales del siglo XX tuvieron lugar una serie de eventos que marcaron el fin de una
etapa, dando lugar a una nueva situación internacional en la que los principales actores
son distintos a lo que, a nivel general, se había dado en tiempos anteriores. La caída de
la URSS y, por tanto, la hegemonía total de los Estados Unidos fue uno de los hechos
que definió totalmente este nuevo panorama pues, a raíz de un escenario en el que los
norteamericanos apenas si cuentan con un rival político-ideológico, los conflictos
internacionales adquirieron una nueva dimensión. A estos hechos se suman la Tercera
Guerra del Golfo de 1991, la cual redefinió el panorama en oriente próximo, pues fue el
evento que reorientó los intereses estadounidenses, y el atentado a las Torres Gemelas
en septiembre de 2001.

Estados Unidos era la potencia que había salido victoriosa de la Guerra Fría, se
convirtió en una suerte de parangón de la libertad y la democracia, bajo un discurso que
acabaría permeando en la cultura popular, independientemente de aquellos hechos
ocurridos durante el último tercio del siglo XX. La gran potencia norteamericana era un
símbolo de libertad de prensa y expresión, lo que junto a su prosperidad económica la
volvían un aliado más que seductor para aquellos líderes que buscaban alejarse de los
pasados autoritarios en sus países abrazando un discurso de libertad y de democracia.
Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética y el comunismo se habían convertido en los
rivales absolutos, no solo de Estados Unidos y el bloque capitalista, sino de los
ciudadanos en sí mismos, por lo que, tras la desaparición del Telón de Acero, era
necesaria una nueva aproximación a la política internacional.

La primera década de los años 2000 estuvo caracterizada por grandes cambios en la
agenda política internacional pues no solo el mundo se estaba acostumbrando a la nueva
realidad pos guerra fría, sino que se daban una serie de eventos sin precedente alguno y
que ayudarían a definir un nuevo rival para la potencia norteamericana: el terrorismo. El
ataque a la primera potencia, que no fue algo inédito de ese año, sino que fue un hecho
con unos antecedentes bastante claros, trajo consigo consecuencias políticas,
económicas, sociales y culturales tanto para Estados Unidos como para gran parte del
mundo, siendo la puerta de entrada hacia un nuevo orden que sería presentado a partir
de la invasión a Irak el 19 de marzo de 2003.
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Historia Contemporánea – Trabajo Práctico N°16

El islam era el rival adecuado para los Estados Unidos, aquella otra religión mayoritaria
en el planeta, que antaño había sido un auténtico dolor de cabeza para los europeos, era
el objetivo perfecto para cualquier riña, pues ningún cristiano podría empatizar con un
estereotipado musulmán. Aunque sobre el papel, Estados Unidos es un Estado laico, sin
religión oficial de ningún tipo, lo cierto es que muchos americanos acabaron abrazando
el cristianismo como la auténtica religión que puede acompañar a la libertad que tanto
pregona el nacionalismo de su país, a esto se sumaba un miedo alimentado por
estereotipos basados en las dictaduras de los países musulmanes y, como cereza en el
pastel, un atentado realizado por aquellas personas que luchan por la hiyab, una guerra
santa en contra de los buenos estadounidenses.

Por aquel entonces, los países árabes se hallaban en una precaria situación política y
económica, ya sea bajo dictaduras como las de Gadafi o Sadam Hussein en Libia e Irak
respectivamente, o en plenas guerras civiles o situación de posguerra. Lo cierto es que
en Medio Oriente también había cierto desprecio por los Estados Unidos, en gran parte
producto de dictaduras en busca en enemigos, estos últimos por su parte llevaban los
años 70 buscando la estabilidad regional con el fin de acceder a los recursos regionales
al tiempo que extendían el discurso democrático, una política que se acrecentó tras la
caída de la URSS la cual permitió que estas intervenciones puedan hacerse aun con más
ligereza. El Atentado a las Torres Gemelas no fue más que una excusa perfecta para que
la administración Bush pudiera intervenir directamente sin represalias.

Es así como se llega a la Guerra de Irak de 2003, sostenida por cuatro hechos: El
imperialismo americano en oriente próximo, los recursos iraquíes, el control de oriente
próximo, la necesidad de debilitar a la UE. El intervencionismo estadounidense tuvo
efectos más que evidentes en la región, dando lugar a estados dictatoriales apoyados
económicamente solo para evitar la proliferación de los bloques pro soviéticos. Otro
interés tras sus participaciones eran los recursos petrolíferos a los cuales podían acceder
a través regímenes que apoyaran a los Estados Unidos, siendo Irak uno de los
principales centros regionales, junto a Irán o Arabia Saudita. Irak era el rival adecuado
pues fueron aquellos que sufrían un bloqueo comercial tras la Guerra del Golfo, por lo
que las posibilidades de negociar alrededor de sus recursos eran escasas y sus negocios
se orientaban hacia la UE y China. Por otro lado, Oriente Próximo era una región
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estratégica debido a su cercanía con Asia y Europa y, sobre todo, a la creciente


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importancia de los Países Árabes como entidad política de relevancia en el mundo. Un


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último factor a tener en cuenta es el Euro como divisa y la Unión Europea como
potencia, pues a raíz de los bloqueos comerciales y el desprecio hacia Estados Unidos
las transacciones evitaban ser realizadas en dólares, a lo que se sumaba la cada vez más
pujante China. En una época donde el gigante asiático no era un rival a tener en cuenta
como lo es hoy en día, resultaba primordial debilitar a la UE, a los cuales, pese a la
superioridad militar absoluta, no puede aplastar en un plano económico como a otros
rivales.

La década de los 2000 significó la aparición de nuevos actores en la política


internacional, una reorientación que diferencia a la política actual de la del siglo XX.
Existen nuevos intereses de por medio y los conflictos militares no se basan tanto en
una lucha ideológica sino más en una hegemonía económica. No sería hasta la crisis de
2008, y sus años consecuentes, que este panorama alcanzaría su madurez, cuando China
emerge como gran potencia mundial, capaz de rivalizar con los Estados Unidos, la
Unión Europea pierde su posición como principal rival económico de los
norteamericanos y tienen lugar la Primavera Árabe, en la que el contexto político en
África del Norte y Oriente Próximo se reconfigura nuevamente, cambiando una vez más
la forma en la que sus problemas debían enfrentarse. Muchos de estos cambios estiran
sus antecedentes hasta la segunda mitad del siglo XX, sino es que antes, y van
acompañados de una nueva etapa en la historia, en la que los intereses generales de la
sociedad son expresados de maneras distintas, y, sobre todo, orientados hacia nuevos
horizontes.

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