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La república agrietada
El análisis a la historia republicana nos lleva durísimos momentos, como la ocupación
de Lima y de la franja costera peruana, luego de la derrota frente a Chile, o al ataque
brutal de Sendero Luminoso contra el Estado y sus ciudadanos, del cual nos
recuperamos a punto de trabajo, esperanza y voluntad. Momentos de reivindicación y
orgullo, como la abolición de la esclavitud y el tributo indígena en la Revolución Liberal
de 1854 y la instauración de la jornada de las ocho horas en 1918, así como avances
notables en la ciencia y en la educación.
Los logros de las mujeres ilustradas del siglo XIX, muchas de ella educadoras y
escritoras, son el claro antecedente de pintoras, escultoras, poetisas y activistas
políticas que, como María Elena Moyano, enfrentaron con valor el horror de una
violencia que causó la muerte de miles de peruanos. Luego de ella, Lima se convirtió en
la esperanza de oleadas de provincianos que buscaban una vida mejor. Muchos la
consiguieron y hay conmovedoras historias al respecto, pero otra buena cantidad quedo
atrapada en la pobreza y ausencia de oportunidades dando lugar a esa informalidad que
es a veces fuerza y otra debilidad, como lo ha demostrado recientemente la pandemia.
Algunas de las razones por las cuales una república fundada por provincianos
bienintencionados, aunque carentes de experiencia política no logró sus objetivos, que
era encomiables; por ejemplo, el desinterés por el bien común, el por el otro, a quien
se considera inferior; y una incapacidad de tender puentes con los que discrepan de
uno. Del desinterés por el bien común nace la idea del Estado como botín que cada
oleada de pretendientes al poder reparte a su antojo, llevándose por delante los justos
intereses del resto. El desprecio, producto de una falsa superioridad sea de clase, de
raza o de género ha significado la ruptura de una convivencia social sana capaz de crear
un colectivo con ideales y propósitos beneficiosos para todos.
Pero ¿Qué nos salva? El amor por la vida y la necesidad de ayudar a los demás que se
hace notoria en tiempos en tiempos de crisis profunda. ¿Quién no recuerda los cientos
de comedores populares que surgieron en Lima entre los bombazos de Sendero y los
ajustes del fujimorato, alimentado a un Perú hambriento y desolado?
Se ve surgir ese mismo espíritu en esta pandemia, durante la cual conmueven en el
alma los jóvenes enfermeros y enfermeras embarcándose en los aviones camino a
Iquitos, algunos de ellos portando la bandera del Perú. A los doctores desprotegidos
que siguen dando batalla en cada hospital de Lima y provincias. Y se viene a la mente
el recuerdo de Juan Bustamante abogando por las comunidades puneñas o el de Miguel
Grau dando batalla a pesar de las divisiones internas, la falta de apoyo estatal y el amor
de una familia que amaba y dejaba atrás. Como muchos peruanos, él entendió que el
bien común es el valor supremo de una república porque es lo que finalmente te lleva al
bien individual y a una convivencia pacífica en la felicidad compartida.
Estamos muy tristes a vísperas de nuestro bicentenario, pero tal vez ese dolor nos lleve
a reflexionar sobre los viejos ideales de justicia, y luego de que la plaga haya pasado
estemos dispuestos a construir una república en la que todos los peruanos sean
representados, apreciados y, sobre todo amados. Es lo menos que nos merecemos a
doscientos años de optar por una libertad que debe englobar todas las dimensiones de
la condición humana.
Mc Evoy, C. (2021). La república agrietada. Lima. Editorial Planeta. (pp.145-147)
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Identidad nacional: Ser peruano.
El Perú, pese a sus problemas, nos llena de orgullo. El pisco sour, Machu Picchu, los
bailes típicos o nuestra gastronomía inigualable nos exponen como un país de productos
emblemáticos. Sin embargo, cuando todas estas imágenes se contraponen a Tía María,
el Baguazo o a nuestras históricas y dolorosas diferencias, nace la pregunta: ¿qué
somos en realidad?
El Dr. Agustín Espinosa, desde su tesis de licenciatura, ha desarrollado una línea de
investigación sobre identidad peruana que se ha replicado en el Grupo de Psicología
Política (GPP-PUCP). “La noción de ser peruano, como una categoría social, está
articulada a la propuesta de la Teoría de la identidad social, pues hay un interés por
comprender cómo se dan los procesos de identificación y adhesión nacional en un
contexto de crisis”, señala sobre las bases teóricas de las investigaciones realizadas.
En sus estudios relacionados con la identidad nacional, enfocados sobre todo en
sectores de clase media y estudiantes universitarios, Espinosa ha trabajado con
preguntas del tipo: ¿cuál es tu grado de identificación con el Perú y los peruanos? En
las que, a mayor puntuación, se asume una mayor identificación. De los resultados se
desprende que, en términos generales, los niveles de identificación con nuestro país
son altos. “La gente tiende a reconocerse como peruana, lo que surge de una
arbitrariedad del destino porque aquí hemos nacido. Además, existe una relación directa
entre estar identificado con el país y estar orgulloso de ser parte del mismo”.
Por otro lado, en una entrevista que el redactor realiza a la Mg. Rosa María Cueto,
profesora del Departamento de Psicología de la PUCP, menciona cómo se puede
construir una identidad nacional en un contexto de conflicto social cuando hay siempre
polos opuestos. Ya que se sigue arrastrando el hecho de pensar que el indígena
amazónico o quechua no entenderá o no se adaptará al “desarrollo”. En las redes
sociales nos damos cuenta cómo reacciona la gente. Al otro lado, piensan: “estos otros”,
de Lima, “tienen plata y no nos ven ni nos entienden”. Ella propone trabajar la
transformación colaborativa del conflicto para diluir las ideologías que parecen
contrapuestas sobre la base de construir un objetivo colectivo común. También podría
ser el interés en construir una narrativa de identidad nacional común. Además, refiere
que los temas de la gastronomía, folclore o “ponte la camiseta” tratan de generar
discursos donde todos nos sintamos involucrados y valorados. El problema no es la
diversidad, sino que se transmita mal y se polaricen los discursos.
Las marcas también juegan un rol importante en la construcción de una identidad
nacional; por ejemplo, PromPerú busca impulsar y fortalecer nuestra imagen a nivel
internacional sus campañas buscan demostrar que nuestra identidad nacional está
construida a través de la diversidad cultural. Sin embargo, para algunos especialistas,
esta reduce al Perú a productos y estereotipos culturales.

Cueto, R.y Guillén Zambrano. (2015). Ser peruano. Suplemento Neo


PUCP.7(80).DOI:10.13140/RG.2.1.4216.0086
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Orgullosos de ser peruanos
Estas son algunas razones para sentirnos orgullosos de ser peruanos

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