Gabrielle Émilie nace en París el 17 de diciembre de 1706, en una
familia aristócrata de buena posición. Su madre se llamaba Gabrielle Anne de Froulay y su padre Louis-Nicolas le Tonnelier de Breteuil, barón de Preuilliy, jefe de protocolo de la corte de Luis XIV.
El aspecto físico de Émilie preocupó a su padre desde que era muy
pequeña. Era muy alta y grande para su edad y el gran tamaño de sus pies y manos hacían pensar al barón que su hija nunca se casaría. Quizás fuera este el motivo por el que Louis Nicolas Le Tonnelier decide darle a Émilie, al igual que al resto de sus hijos varones, la mejor educación posible. El barón de Preuilliy recibía en su salón parisino a destacados científicos y matemáticos. Desde los seis o siete años, Émilie, al no poder asistir al colegio como sus hermanos, recibió una selecta educación rodea- da de un entorno intelectual, frecuente en su casa. Estudió latín y griego, alemán, inglés, matemáticas y física y también se interesó por la música.
Se casó con 19 años con el marqués Florent–Claude de Châtelet-
Lomont, el cual tenía 30 años, era un rico coronel y permanecía casi todo el tiempo lejos de casa. No tenían nada en común, pero a Émilie no le importaba, ya que tenía más tiempo libre que si hubiese permanecido soltera. Llevará una vida cómoda, propia de la alta sociedad parisina. Tendrá una hija durante el primer año de matrimonio llamada Gabrielle Pauline, después su hijo Florence Louis. Sin descuidarlos, los dejará en manos de institutrices para poder seguir dedicándose a lo que realmente le apasionaba: sus estudios.
Émilie, gracias a su posición, pudo rodearse de los mejores y más
influyentes pensadores del siglo XVIII. Se disfrazó de varón para poder entrar en los cafés de moda en París y reunirse con los científicos más famosos de su época. En 1733 conoció a Voltaire, al que se unió intelectual y sentimentalmente. Tenían los mismos intereses y ella encontró en él un compañero de discusión y una persona que la admiraba y la respetaba.
Voltaire, a causa de sus escritos, era perseguido por la policía secreta,
por lo que tuvieron que exiliarse, refugiándose juntos en el castillo de Cirey, propiedad del marido de Émilie. Allí estudiaron y trabajaron juntos. Crearon una biblioteca y convirtieron la mansión en uno de los principales salones franceses de discusión científica, donde se formará el llamado grupo de Cirey, liderado por el matemático Pierre Luis Maupertius. Allí Émilie impartió clases a los científicos de la época.
En 1748 Émilie conoce al marqués de Saint–Lambert, del que se
enamora y queda embarazada con 42 años. Estaba trabajando en la traducción de los Principia de Newton y su temor a no sobrevivir al parto y a no finalizar la obra la llevó a trabajar sin descanso durante su embarazo. Tanto es así, que circulaba el rumor de que su hija nació en el despacho, mientras ella escribía. Ocho días después de dar a luz, cuando todo parecía estar bien, Émilie muere repentinamente. Su hija recién nacida falleció también unos días después.
APORTACIONES
La aportación principal de Émilie al mundo de las matemáticas
fue la traducción del latín al francés de los Principia Matematica de Newton, con comentarios que facilitaban su estudio y comprensión. Publicó varios ensayos como: Ensayo de óptica (1736) y Disertaciones sobre la naturaleza y propagación del fuego (1737).
Disertaciones sobre la naturaleza y propagación del fuego
surgió a raíz de un concurso de la Academia de Ciencias, ya que la materia del fuego era discutida por aquel entonces. Tanto Voltaire como Émilie deciden participar y empiezan a realizar experimentos llegando a conclusiones diferentes.
Escribió el Discurso sobre la felicidad, una obra que es el reflejo
mismo de la personalidad de Émilie: segura de sí misma, defensora de los grandes placeres de la vida y tachada de libertina por sus contemporáneos. En su obra defiende todo aquello que produce sentimientos agradables, ya que cuantos más se tienen, más felices podemos ser. Así, por ejemplo, defendió el derecho al estudio de las mujeres.
Para facilitar el estudio a su hijo de doce años, escribió un libro
llamado Las instituciones de la física, en el año 1740. En esta obra, trabaja sobre el cálculo infinitesimal y la física de Leibniz, que compagina con la física de Newton, y se incluyen conceptos como el de energía cinética. Émilie pidió al maestro de matemáticas Koenig que le revisase, en Cirey, los capítulos dedicados a la metafísica de Leibniz y Koenig volverá a Paris apropiándo- se de su trabajo. Aunque la Marquesa de Châtelet reivindicó la autoría, no se le reconocerá esta hasta después de su muerte.
Estudió a Descartes y a Leibniz y contribuyó a la revolución científica en
Francia con las ideas de Newton, conocidas hasta el momento por pocos científicos franceses En su salón se reunían habitualmente los científicos Moreau de Maupertuis y Alexis Claude Clairault, defensores de la idea de Newton de que la tierra es achatada por los polos y no una esfera como defendía Descartes. Los dos científicos protagonizaron una expedición a Laponia para medir un meridiano y así demostrar su teoría. El paso intelectual de Descartes a Newton no hubiese sido posible en Francia sin la traducción de los Pincipia realizados por Émilie en 1745. A esta traducción añadió un comentario algebraico. La traducción se publicó en dos partes, en 1756 y en 1759.
CONCLUCION
Émilie le Tonnelier de Breteuil, marquesa de Châtelet, dedicó su vida al
estudio de las obras de los grandes científicos del momento. Su posición social le permitió desarrollar su inteligencia y su conocimiento matemático, llegando a realizar la traducción al francés de los Principia Mathematica de Newton. Su obra permitió el conocimiento del considerado mayor trabajo científico de la época en Francia, cuando los científicos franceses se resistían a sus ideas. Formó pareja con Voltaire, al que influyó intelectualmente, contagiándole su pasión por las ciencias.