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GUÍA: Estamos aquí reunidos para conmemorar con espíritu conmovido y gozoso, el
tránsito dulcísimo de San Francisco de la tierra al cielo. Es decir, la muerte de aquel que
llamó a la muerte: "hermana".
Pidamos a Dios que, a imitación de San Francisco, veamos en todos los acontecimientos
de la vida un signo de la presencia de Dios para nuestro bien.
¡Oh Dios!, Padre nuestro amoroso, que nos concedes la alegría de recordar el devoto
tránsito de nuestro hermano y Padre San Francisco, concédenos la gracia de vivir como él,
la plena conformidad con Cristo nuestro Señor, que vive y reina por los siglos de los
siglos. Amén.
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los Corintios (2Cor. 4,14-5,1)
Nosotros sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos resucitará con él y nos reunirá
a su lado junto con ustedes.
Todo esto es por ustedes: para que al abundar la gracia, abunde también el número de los
que participan en la acción de gracias para gloria de Dios.
Por eso, no nos desanimamos: aunque nuestro hombre exterior se vaya destruyendo,
nuestro hombre interior se va renovando día a día.
Nuestra angustia, que es leve y pasajera, nos prepara una gloria eterna, que supera toda
medida.
Porque no tenemos puesta la mirada en las cosas visibles, sino en las invisibles: lo que se
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GUÍA: Siguiendo las huellas de Jesús, Francisco abrazaba la cruz en su vida y su dolor lo
llenaba de gozo porque se sentía configurado con Cristo en la misión redentora desde la
cruz.
Así, recibió las llagas del Señor crucificado ya que podía sentir lo que Jesús sintió, amar
como Jesús amó, sufrir como Jesús sufrió. Francisco gozaba y cantaba en su dolor
sintiéndose configurado con Cristo sufriente.
GUÍA: Haciendo nuestros los sentimientos del Hermano Francisco, que anhelaba unirse
con su Señor, recitemos el siguiente Salmo que él pidió le recitaran sus hermanos.
Antífona: Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de
Dios?
Como busca la sierva corriente de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Desahogo mi alma contigo.
SACERDOTE:
Lectura del santo Evangelio según san Juan: (13,1-5.12-15)
Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este
mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta
el fin.
Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el
propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que
él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando
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Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos
con la toalla que tenía en la cintura.
Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo:
«¿comprenden lo que acabo de hacer con ustedes?
Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy.
Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse
los pies unos a otros.
Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.
GUÍA: San Francisco, poco antes de morir, quiso cantar juntamente con sus hermanos.
Orar es amar con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente.
GUÍA: Reunidos allí todos los religiosos cuyo fundador y padre era, mientras
presenciaban con religiosa ansiedad el fin dichoso y bienaventurado, sintiéndose aquella
santísima alma ya libre de la carne y absorbida en el abismo de la eterna claridad, el
cuerpo durmióse en el Señor y el alma del Hermano Francisco transitó a la eternidad.
Va al encuentro de Dios que lo amó, lo creó y lo santificó.