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Recuperar nuestra cultura


Del original publicado por Gates of Vienna

Take Back the Culture

La fotografía de la derecha muestra las ruinas del ágora de Esmirna, una ciudad
turca de la costa mediterránea en Asia Menor.

Eh, un momento. ¿El ágora no es algo de las antiguas ciudades griegas?

Por supuesto que lo es. El ágora era el mercado de las polis griegas. La
palabra αγορά viene de αγείρειν que significa juntar y nos remite al moderno
agregar o gregario. Era el lugar de encuentro en el corazón de cada ciudad
griega

Y la ciudad de Esmirna no siempre se llamó así. Antes de que fuese una ciudad
turca fue uno de los mayores puertos griegos, un epicentro comercial durante más de 2000 años. Incluso tras pasar
a ser parte del Imperio Otomano, cambiando su nombre de Smyrna a Izmir, siguió siendo una ciudad
mayoritariamente cristiana, un hogar para miles de griegos y armenios

Así fue hasta 1922. La semana del 11 al 17 de septiembre para ser


precisos. Durante este período la ciudad fue ocupada por las fuerzas de
Mustafá Kemal, conocido por Kemal Ataturk. Las zonas cristianas de la
ciudad fueron saqueadas y quemadas. Los griegos y armenios expulsados
de sus casas para huir o ser destruidos. De los más de 400.000 cristianos
que vivían en la ciudad apenas nada quedó y casi 200.000 de ellos no
vivieron para contarlo. El arzobispo Crisóstomo fue una de las víctimas,
asesinado por la muchedumbre mientras se suponía bajo la protección de la
infantería de marina francesa. Con la excepción del barrio turco, la ciudad
fue reducida a ruinas humeantes.

Así que tenemos otro aniversario. Otro 11S y también un 17S

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Echemos un vistazo atrás en el tiempo y miremos la historia de Asia Menor. El siguiente mapa muestra la zona
como era más o menos en época de San Pablo.

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Fijámonos en todos los nombres de esos lugares en mapa. Esas ciudades y regiones eran griegas y lo habían sido
desde hacía siglos. Mientras San Pablo viajaba desde Asia Menor hasta Corinto, los turcos eran aún una tribu de
nómadas de las estepas de Asia Central.

Tras el nacimiento del Islam los turcos emigraron a Anatolia, haciéndose musulmanes por el camino y triunfando
donde los árabes habían fracasado; conquistando el Imperio Bizantino trozo a trozo. La ciudad de Esmirna cayó
ante el atáque de los turcos selyúcidas en 1084. Fue recuperada por los griegos y más tarde conquistada
definitivamente por los turcos otomanos hasta el día de hoy aunque siguiera siendo una ciudad cristiana.

A comienzos del siglo 20 había aproximadamente cuatro millones y medio de cristianos en lo que hoy es Turquía, la
mayoría de ellos griegos. En 1979 la población greco-ortodoxa en Turquía se había reducido a 7000 personas y ya
en el siglo XXI no pasan de 2000.

¿Dónde están todos esos griegos? Demetrios no le dijo a Sofía una mañana cualquiera “cariño, vamos a hacer las
maletas y las subimos a un carromato y nos vamos a Atenas o Tesalónica”. Tampoco se llenó Esmirna de amables
y proselitistas predicadores musulmanes tan convincentes que toda la población griega se convirtió al Islam,
renunció a sus apellidos griegos y adoptó unos turcos en su lugar.

No. Asia Menor fue limpiada de griegos y armenios a la manera tradicional; a sangre y fuego. Con espadas y balas.
Con rapiña y saqueo y con una carnicería espantosa. Y no sucedió en 670 d.C ni en el 1084 ni en 1453 ni en 1683.
Fue en 1922, en el recientemente terminado siglo XX. Fue la Ruanda o el Darfur de hace menos de 100 años y aún
está presente en las mentes de muchos. O lo estaría si esa memoria no se hubiera silenciado junto con todos esos
incómodos hechos que los bienpensantes prefieren no recordar

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Cuando el “enfermo de Europa”, el Imperio Otomano, fallece finalmente al final de la Gran Guerra, las antiguas
tierras otomanas fueron divididas entre los aliados occidentales de acuerdo a las aspiraciones nacionales de los
habitantes…y a las intenciones mercantiles de los británicos y franceses. Grecia ganó su independencia de los
otomanos en 1821 pero gran parte de Asia Menor, aunque etnicamente griega, permaneció como propiedad
otomana hasta que fue concedida a la nación griega según el Tratado de Sèvres en 1920

La derrota a manos de los aliados ayudó a prender la mecha de la revolución de Ataturk, los Jóvenes Turcos que
derrocaron a los otomanos y los reemplazaron con un gobierno turco laico y nacionalista. En 1921 fuerzas griegas
tomaban Esmirna y se adentraban en el interior de Anatolia para enfrentarse a los ejércitos turcos. Por desgracia
no fueron rival para sus oponentes y se les rechazó y empujó a través del Bósforo. Todos los civiles griegos que no
consiguieron huir con ellos tuvieron que sufrir la venganza del ejército de Kemal

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El desagradable desenlace de esta historia tuvo lugar de la forma más intensa en Esmirna. De acuerdo a testigos
occidentales (tachados como historias sin fundamento por algunos turcos pero confirmados por otros) los
soldados turcos metodica y deliberadamente prendieron fuego a los barrios griegos y armenios cuando los vientos
soplaban a favor del barrio turco. Los hogares y negocios cristianos fueron saqueados. Las mujeres violadas
mientras sus familias eran descuartizadas. Los restos de la población cristiana se concentraron entre la ciudad en
llamas y las aguas de la bahía.

Igual que la gente que quedó atrapada en las plantas más altas del World Trade Center, los cristianos se
enfrentaron a la elección de morir en el infierno o saltar al agua. Muchos de ellos lo hicieron y aquellos que
pudieron, nadaron hasta alcanzar los barcos de los aliados anclados en la bahía.

Los británicos y franceses tenían órdenes de no permitir subir a refugiados a bordo. Cortaron las cuerdas y
lanzaron al agua a los desesperados griegos que trataron de subir a los barcos y muchas miles de personas
perecieron ahogadas.

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No fue nuestro mejor momento, ¿verdad?

Los aliados occidentales leyeron sin problemas el aviso, pudieron ver que los genocidas de Ataturk eran la marea
del futuro. Los intereses comerciales estaban en peligro al fin y al cabo, así que Ataturk con la ayuda occidental,
expulsó a los griegos de Asia Menor y el Tratado de Sèvres fue obviado. Los hechos consumados fueron la base
del nuevo tratado, el de Lausana de 1923.

El Holocausto Griego fue uno laico, perpetrado por turcos nacionalistas que
pretendían secularizar el país, no el producto de la yihad. En cualquier caso
los cadáveres llenaban las calles y eran todos de cristianos, tachados por
los turcos de gavur, la versión turca de la palabra árabe kafir
Así que tenemos otra serie de fotos en blanco y negro con cadáveres, de la
cosecha habitual del siglo XX. Las víctimas están fisicamente destruidas,
yaciendo en montones mientras los mirones curiosos y los asesinos miran
sin complejos a la cámara. Los Balcanes, Rusia y ahora Turquía. Más tarde
España, Alemania, Checoslovaquia, Polonia, Ucrania, Bosnia, Kosovo…

Asia Menor se convierte en un lugar libre de griegos. Turquía pasa a ser un


estado laico, moderno y europeo. Los turcos inundan Europa.

Así entramos en el siglo XXI

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La pasada semana el mundo musulmán se puso, era previsible, rabioso porque el Papa Benedicto XVI mencionó lo
brutal e inmoral de la naturaleza de la yihad. Una de las reacciones más agresivas fue esta de Ali Bardakoglu, jefe
del directorio de Asuntos Religiosos turco

Bardakoglu dijo que esperaba una disculpa por parte del Papa y afirmó que fue el Cristianismo y no el Islam quien
popularizó la conversión por la espada, según la agencia oficial de noticias turca Anatolia.

La Iglesia y los occidentales, porque veían al Islam como enemigo, iniciaron una cruzada. Ocuparon
Estambul y mataron miles de personas. Cristianos ortodoxos y judíos fueron asesinados y
torturados.

¿Ocuparon Estambul?
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Los lectores habituales de Gates of Vienna no necesitan que se les recuerde que hasta 1453, Estambul era
Constantinopla. Una ciudad griega. Capital del Imperio Romano de Oriente. Los cruzados la ocuparon, los
bizantinos la recuperaron. Finalmente fue arrasada, saqueada y convertida en otra cosa por los otomanos en 1453.

La reacción turca vas más allá del revisionismo histórico. Es una fantasía delirante, de un nivel que el Gran
Hermano tendría que admirar necesariamente.

Sería risible de no ser porque muchos occidentales están dispuestos a comprar el argumento, aceptar lo de “los
malvados cruzados” como parte de los evangelios y acosar al Papa por haber examinado y re establecido los
hechos simples de la historia y finalmente ofrecer sus vientres desnudos a las espadas sarracenas suplicando por
el perdón.

¿En qué nos hemos convertido? ¿Cómo pudo pasar?

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Volvamos al ágora. En una ciudad estado griega el ágora era el centro de los asuntos públicos, la zona abierta
donde la gente se concentraba, se llevaban a cabo los negocios y se debatía en público. Su equivalente romano
era el forum y el equivalente español es la plaza.

Esto es el comunal. El espacio público. El área de convivencia cívica que comparten los ciudadanos.

Durante el siglo XX los usos y costumbres de Occidente se atrofiaron al introducirse los nuevos medios de
comunicación. La radio y la televisión suplantaron al ágora y el intercambio de ideas de todos con todos fue
reemplazado por la comunicación unidireccional. En contraste con la conversación en la plaza, Los Elegidos leían
historias delante de los micrófonos y usted, Don Ciudadanos, escuchaba por un altavoz y lo aceptaba como la
narrativa aceptada por la sociedad.

Esto funcionó mientras la persona que leía y la que escuchaba compartían los mismos valores y certezas. Durante
los últimos 50 años aproximadamente, el emisor y el receptor se han ido separando. Un occidental cualquiera
sostiene habitualmente valores muy diferentes de los de la persona que los editores y propietarios de medios de
comunicación de masas hayan escogido como Mesías de la comunicación. Estos tipos de hecho están ansiosos
por imponerte uno…por los intereses del bien común, que ellos como minoría privilegiada conocen perfectamente.

Hasta hace poco esto parecía no importar mucho. Ahora, cuando el Directorio de Asuntos Religiosos de Turquía nos
dice que somos malos y tenemos que aprender a portarnos bien, no hay un ágora en Occidente. No hay un sitio
donde los ciudadanos importanes y responsables cierren sus puños con rabia y digan que no van a soportar que se
les diga algo así.

Posse Incitatus sabe la verdad. También Dave Schuler y Charles Johnson. Esa verdad no va a aparecer en las
noticias de la noche ni en la primera plana del New York Times.

El ágora era la correa de transmisión de nuestra cultura, nuestro denominador común,


nuestro imaginario colectivo. Esa correa está rota. Los valores comunes de la Civilización
Occidental ya no se transmiten de generación en generación por los antiguos guardianes de
Occidente.

Por utilizar otras metáforas, los que detentan el título de portadores de nuestra cultura han
fallado en cumplir sus deberes y están a punto de ser desahuciados. Los medios para
hacerlo están en nuestras manos.

Es necesario tomar dos acciones y cada una tiene su propia dificultad

Lo primero de todo es tirar la televisión. Si tienes hijos esto es obligatorio. La televisión es

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la principal herramienta de propagar los mantras destructivos destinados a derrumbar la decadente Civilización
Occidental. No importa si sólo ves documentales y conciertos de música clásica o el canal de meteorología; tu
televisión es un caballo de troya, uno que llevará a tu hogar todo lo que no quieres e infectará a tus hijos

Lo segundo, sacar a tus hijos del colegio público. Si empleases sólo un par de horas en
leer algo de la última moda marxista que se vomita encima de las cabezas de tus hijos
en la escuela, no durarías en poner a tus hijos fuera del alcance del sistema educativo.
Haz los sacrificios necesarios. Un padre puede quedarse en casa y educarlos ahí,
esto se llama homeschooling

Asumo que la educación en casa puede ser muy problemática bajo el poder estatal de
muchos paises europeos o Australia, por no mencionar los estados gobernados por los
demócratas en los USA. En cualquier caso, si es legal donde vivas, merece el esfuerzo
de hacerse. Convertirse uno mismo en la correa de transmisión cultural y mejorar a tus
hojos gracias a ello.

Ambas recomendaciones requieren un gran esfuerzo, pero son posibles hoy


especialmente gracias a Internet. Si en tu casa hay conexión a Internet y no hay
televisión y vigilas el uso que dé tu hijo a Internet, la información que llegue a sus
pequeñas e impresionables mentes será de una naturaleza muy diferente de aquella
que aborrega al común de los mortales.

Los nuevos medios son aptos para unificar las diferentes tramas de la despreciada cultura tradicional y así tejerlas
en algo que pueda aguantar las fuerzas que nos destruirían.

Por usar una analogía genética, los medios de comunicación de masas son los genes dominantes de la cultura. Las
iglesias, los boy scouts, las organizaciones de voluntarios, etc, serían los genes recesivos. En tiempos difíciles los
genes recesivos ganan valor selectivo y salen a la luz. La información que una vez se escondía en las sombras de
la genética aparece bajo el sol más radiante para salvar a la especie de la extinción

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Si prestas atención a los medios de comunicación de masas, la Cultura Occidental parece tener una determinación
suicida en someterse a la Gran Yihad islámica. Las élites de Los Elegidos están seguras en sus bastiones, en sus
urbanizaciones, en sus barrios de ricos, sea Hollywood, Chelsea, La Moraleja, Saint Germain-des-Prés o Puerto
Madero. Sus propios pellejos no van a estar en peligro en el futuro inmediato.

O eso creen. No hay sitio en la tierra que la marea del Islam no pueda anegar

1918 y la caida de los otomanos supuso la marea baja del Islam. Los castillos griegos estaban demasiado metidos
en la orilla, cerca de la rompiente de la ola y fueron los primeros en anegarse cuando la marea cambió. Los castillos
en Nigeria, Kosovo, Cachemira o Indonesia han caido o están cayendo. Los de Suecia, Paises Bajos y Gran
Bretaña serán los siguientes. Pronto.

No servirá de nada imitar al rey Knut y ordenar que la marea se vuelva.

Ninguno de nuestros castillos es seguro. Los nuestros puede que no caigan durante nuestra vida. Algunos de
nosotros sin embargo, los más jóvenes, sí tendrán que afrontar la crecida y la inundación.

La única manera en que Occidente puede salir victorioso es recuperar nuestra cultura.

Tenemos que hacer fuertes a nuestros herederos.

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Tenemos que construir poderosos cimientos en lo profundo de nuestra zona intermareal para que nuestras
venerables instituciones sean capaces de soportar el embate de la próxima ola.

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