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Lunes por la tarde

Reuniones con Familias .


2 de febrero de 1957
LA ALIANZA DE AMOR : Punto de inflexión y
centro de nuestra vida.

En está plática del año 1957 en Milwaukee , el


Padre Kentenich nos relata la importancia en la
historia de la Familia de Schoenstatt el 2 de
febrero de 1942 y el significado de :La Visión
de la Candelaria.

[…] En la Familia hablamos de dos visiones, y ambas


están relacionadas con el 2 de febrero: “visión de la
Candelaria" y “visión de Schoenstatt”.
Primeramente les explico la expresión “visión de la
Candelaria". Pero para que lo comprendan tengo
que regresar primero al 20 de enero. Toda la nueva
historia de la Familia de Schoenstatt gira en torno al
20 de enero de 1942. Por supuesto, ahora solo
puedo ser muy breve.
Como saben, yo estaba en aquel entonces en
prisión, y se me había ofrecido dejar que un médico
me diera la baja por enfermedad a fin de que no
fuese enviado a Dachau. Ustedes comprenden qué
significaba ir a Dachau: ir a una muerte segura. El 20
de enero, ese era el último plazo, yo no tenía más
que dar parte de enfermo al médico para que él me
examinara y me diera la baja por enfermedad.
A eso declaré : renuncio a ese medio. Quiero ir a
Dachau, al “infierno". Quiero obtener la libertad no
a través de estos medios humanos, sino quedar
libre solamente cuando toda la Familia de
Schoenstatt se decida a hacer conmigo la Inscriptio.
¿Qué significa, en ese caso, hacer la Inscriptio?
Decirle a Dios no solamente: estoy dispuesto a
aceptar todos los sufrimientos que hayas previsto
para mí: no, incluso te pido todos los sufrimientos
que estén previstos para mí desde la eternidad. De
modo que es la petición de la cruz y el sufrimiento.
En alguna ocasión , hace ya un tiempo de esto,
intenté explicarles algunas oraciones de Dachau.
Una de esas oraciones comienza así: “te pido todas
las cruces y sufrimientos que tú, Padre, me tengas
preparados”.
Por tanto, renuncié completamente a utilizar
medios humanos. Quería ir al “infierno” y esperaba
ser liberado en atención a la vida de sacrificio de la
Familia. Eso fue el 20 de enero de 1942. De modo
que no dejé que me examinaran y fui audazmente a
Dachau, al “infierno”. No había detrás de ello
pensamiento ni reflexión humana alguna. Todo el
mundo consideraría de locos un modo de actuar
semejante.
En aquel tiempo envié también cartas por la vía
ilegal hacia fuera y declaré: Todo el mundo diría:
usted está loco al actuar de ese modo. Pero esto
tenéis que tenerlo en cuenta a favor mío: no puedo
actuar de otro modo. Tengo que actuar de este
modo y no puedo actuar de otro. De fuera llegó por
la vía ilegal la respuesta: queremos pagar ese
rescate; toda la Familia quiere esforzarse por
ofrecer ese sacrificio de la propia vida. Como
consecuencia surgió en mí la seguridad interior:
entonces obtendré la libertad aún cuando sabe Dios
cuánto tiempo tenga que permanecer en el
“infierno”. Al final, obtendré la libertad.
En aquel entonces surgió la expresión “visión de la
Candelaria". Era la convicción interior de que el 2 de
febrero quedaría libre en atención a la vida de
sacrificio de la Familia. En ese tiempo compuse en la
prisión una poesía. Comienza así: “Cayeron las
cadenas…”. Tendríamos que tener ahora mucho
tiempo como para recitarles y explicarles toda la
oración.

“¡Cayeron las cadenas!”


Resuene en las voces de todos
un jubiloso cántico de gratitud que se
eleve
desde los santos recintos de
Schoenstatt”.

Puedo decírselo también de memoria. ¿Qué quiere


decir: “Cayeron las cadenas”? Con ello se
designaban ante todo las cadenas exteriores. Esas
cadenas cayeron. Ahora tendríamos que tener
mucho tiempo. Si les quisiera exponer todo el hilo
de los pensamientos, son catorce estrofas, tendrían
también toda la atmósfera, la actitud del alma a
partir de la cual teníamos que dominar la vida.
¿Qué significa “visión de la Candelaria”? Es la visión,
la convicción de que, en atención a esa vida de
sacrificio de la Familia, la cabeza de la familia
obtendrá la libertad. Y entonces envié el cántico
hacia fuera. Después se le agregó una melodía, y
todo estaba preparado: ¡el 2 de febrero regreso a
casa!
Uno de nuestros sacerdotes tenía que partir para
dar conferencias fuera de Schoenstatt, pero dijo:
no, me quedo aquí. Quiero compartir la vivencia del
triunfo del 2 de febrero.
Pero nada sucedió. Y después tuve que partir a
Dachau. Durante tres años. ¿Fue entonces una falsa
“visión de la Candelaria”? No. ¿Por qué no? El 2 de
febrero se decidió en Berlín sobre mí, sobre mi
futuro. ¿Qué se decidió? Yo debía partir a Dachau, y
no a Mauthausen. Si hubiese ido a Mauthausen,
visto humanamente, habría estado con seguridad
entregado a la muerte. Pero por el hecho de haber
ido a Dachau, las circunstancias fueron tales que
todavía había una cierta posibilidad, una posibilidad
humana de liberación.
Por eso digo así: el 2 de febrero comenzó la historia
de mi liberación. ¿Por qué tardo todavía tres años?
¿Por qué tuve que experimentar todos los horrores
de Dachau? Vean, esto es sabiduría de Dios. ¿Qué
exige Dios? Primero, un salto mortal tras otro.
Tenían que ser actos heroicos de confianza. La
plena libertad había que ganársela todavía. En abril
de 1945 quedé finalmente en libertad. De modo
que, en sí, esa visión, la “visión de la Candelaria”, se
realizó, aunque de manera diferente de lo que yo
personalmente había pensado al comienzo. […]

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