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Se habla de su origen bordelés por los antiguos sinónimos Vidure (viña dura),
atribuido a Jean-Baptiste Secondat, agrónomo francés del siglo XVIII e hijo de
Montesquieu, y Vidure Sauvignonne, ambos identificados con la cepa Biturica
citada tanto por Plinio como por el gaditano Colmuela al referirse, según el
botánico Pierre Gallet, a los vinos que elaboraban los antiguos habitantes del
Médoc: los bituriges vibisci. Pero es a finales de ese siglo cuando el barón
Joseph-Hector de Branne reconstruye el viñedo Bordelés arrancando
numerosas cepas blancas y agrupando las tintas, insertadas hasta entonces
entre las blancas.
En la zona francesa, pese al clima más lluvioso, el increíble drenaje del suelo
de Aluvión permite retener el calor de la grava y hace madurar las cepas (por
abajo), mientras la acción de un sol moderado completa el desarrollo de la uva
(por arriba). Los Cabernets californianos, por el contrario, maduran con una
fuerte insolación sin brumas, altas temperaturas y riego abundante. El resultado
son vinos de alto grado (13% Alc.vol.), pero con acidez suficiente y una
inconfundible nota balsámica, el toque de alcohol y el acento quemado de la
rápida madurez de la uva. El Bordelés es más elegante, complejo y con mayor
riqueza de matices por la lenta maduración, aunque la intensidad aromática
resulta inferior.
Desde el punto de vista agrícola, es una cepa vigorosa, con porte semi-erguido,
con hojas de tamaño mediano, forma pentagonal trilobuladas, con senos
laterales casi inexistentes, de haz verde claro y envés glabro, casi sin pelos,
con una baya pequeña esférica de color blanco ambarino y una buena riqueza
en azúcar y, por tanto, suficientemente alcohólico.
Debe embotellarse como mínimo diez meses después de la cosecha. Esta uva
es magnífica por su hollejo, que permite la maceración con el mosto previa a la
fermentación. Una crianza con sus lías o una fermentación en barrica refuerzan
su nobleza.
Su cultivo ha estado limitado a las orillas del Loira hasta la última mitad del
siglo XX donde su extensión ha llegado a nuevas regiones vinícolas, como
California y Sudáfrica. Sin embargo, en este último país se descubrió en 1965
que la cepa conocida como Steen era en realidad la Chenin Blanc.
En dialecto bordelés, Merlot quiere decir "petit oiseau noir" (mirlo), y la Merlot
es la primera uva de la temporada que coincide con la época en que estos
pájaros devoran sus bayas. Siguiendo la pista a su etimología , Petit Laffite, en
su obra "la Vigne de Bordelais" (1868), buscaba el origen del vocablo en la
semejanza entre el color del plumaje del mirlo con el color azul negrusco de las
bayas de la cepa.
Una de las ventajas de esta variedad es que se aclimata bastante bien a suelos
diversos (acepta mejor que la Cabernet Sauvignon los suelos arcillosos y
húmedos) y microclimas diferentes. También es apreciada por sus
rendimientos, lo que la ha llevado a ser la sexta en el ranking por extensión de
todas las cepas cultivadas en Francia. En Europa del Este, Eslovenia es el país
que más la cultiva; Hungría elabora vinos dulces de buena acidez y nariz
bastante afrutado, y también puede encontrarse en Rumania y Bulgaria.
Por su finura y complejidad muchos la consideran la cepa tinta más selecta del
viñedo mundial. Los mejores ejemplos de esta variedad hay que buscarlos al
norte de Borgoña, en la Cote d Or. Su reinado en las tierras de Borgoña, puede
compararse a la que ejerce la Cabernet Sauvignon en Burdeos, pero si a esta
se le puede calificar de "civilizada", la Pinot Noir es extremadamente delicada y
cuesta extraer sus mejores cualidades.
La cepa podría haber sido cultivada ya por los galos antes de la invasión
romana y es posible que descienda de algunas de las primeras variedades
salvajes seleccionadas por el hombre. Dentro de las descripciones realizadas
por los romanos, podría corresponder a la Vitis allobrogica, origen de la Syrah,
la Mondeuse o Petit Syrah.
Muy extendida por todo el mundo desde Alemania, su país natal, es la variedad
que mejor se adapta al clima de estas tierras del Norte de Europa. Muchos
expertos afirman que la Riesling produce los mejores vinos blancos, muy
diferenciados del resto por su fuerza, un bouquet floral, meloso y a veces
especiado y un gusto agradable; además, pueden alcanzar una gran
longevidad. Comparte con la Sauvignon Blanc un aroma exuberante, algo
acídulo, aunque es más compleja y larga en la boca.
La Riesling podría ser la Argitis Minor de los romanos, cepa de origen Griego
descrita por Colmuela, según la teoría enunciada por Balthasar Sprenger en su
tratado de la viña, de 1765. Sin embargo, autores actuales como Hugh Johnson
ponen en duda esta hipótesis, basándose en que los vinos de Argitis eran
baratos, corrientes y de escasa longevidad. Otros expertos piensan que
provienen de la selección de una vid silvestre Alemana. Los blancos que hoy se
elaboran en Alsacia son casi siempre vinos secos (aunque también se
producen de vendimias tardías), generalmente más vigorosos y menos dulces
que los Alemanes, y sometidos a una crianza mínima de 18 meses.
Etimológicamente deriva del latín silva (bosque), y está compuesta por los
vocablos franceses sauvage, (salvaje), y vignon, (viña), lo que hace pensar que
podría tratarse de la adaptación de una viña salvaje existente en Francia.
También hay quien dice que apareció simultáneamente en Burdeos y El Loira.
La Sauvignon Blanc es, en alianza con la Sémillon dentro de los Grands Crus
de Sauternes, uno de los más interesantes y duraderos maridajes, aunque
desempeña aquí un papel menor. La cepa ha viajado por todo el mundo y está
presente en Europa y las nuevas regiones vinícolas. Alcanza gran importancia
en el nordeste Italiano, en la región Veneciana y en el Alto Adigio, y su vino se
acercan ligeramente a las características de los sancerres, aunque el carácter
de la cepa queda algo oculto.
No hay que confundir la variedad, también llamada Petite Syrah con la Grosse
Syrah ó Mondeuse. La uva de calidad es la primera. La Syrah se asienta bien
en suelos graníticos, guijarrosos e incluso arcillo-calcáreos.
Australia la recibió probablemente hace un par de siglos, entre las 400 estacas
viníferas reunidas por James Busy en su viaje a Europa en 1832. En 1840, Sir
Walter Macarthur la describía en sus "Cartas sobre la Viña" como "Una uva
excelente, robusta que produce bien y no parece estar sujeta a accidentes y
enfermedades." La Syrah o Hermitage, como se la conoce aquí ha sido la base
principal de los tintos de mesa Australianos desde hace un siglo, pero no se ha
reconocido como vino de calidad, digno rival de sus colegas franceses, hasta
hace poco. En los años cincuenta, Max Schubert creó para Penfolds el Grange
Hermitage, el primer vino de la variedad que se desmarcó por su calidad pero
el gran boom vendría en los ochenta.