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Francisco de Solano - Perfil Del Conquistador - 1988
Francisco de Solano - Perfil Del Conquistador - 1988
Proceso histórico
al conquistador
M92-IW2
QUINTO CENTENARIO
Alianza
Editorial
E L CONQUISTADOR HISPANO:
SEÑAS D E IDENTIDAD
FRANCISCO DE SOLANO
15
16 Francisco de Solano El conquistador hispano: señas de identidad 17
propias y singulares, aunque bastantes otras de sus cualidades (nega- comportamientos sean casi i d é n t i c o s . H a y territorios que se ocupan
tivas y positivas) sean semejantes a las p o s e í d a s por los colonos-solda- d e s p u é s de conquistas r á p i d a s ( M é x i c o , m u n d o incaico); otros, por
dos de P o r t u g a l , G r a n B r e t a ñ a , Francia y H o l a n d a , y desarrolladas el contrario, obedecen a una acción guerrera lenta (como la que pro-
por los espacios americanos por donde se expandieron estas potencias cede en Y u c a t á n , a cargo de los salmantinos M o n t e j o ) , y , por ú l t i m o ,
europeas. t a m b i é n hay conquistas m u y prolongadas (como la del reino de Chile,
E l conquistador e s t á , asimismo, delimitado por fechas: desde 1506 que concluye p r á c t i c a m e n t e en pleno siglo x i x ) .
(conquista de Puerto Rico) a 1573, en que Felipe I I sanciona unas
Nuevas Ordenanzas de Descubrimiento y Población, documento capital
por el que se considera concluido el p e r í o d o ocupacional y conquistador 1. LA EMPRESA DE L A CONQUISTA ESPAÑOLA
para pasar al de pacificación, al de una sistemática colonización: las
I
empresas expansivas que se realizaron a p a r t i r de 1574 ya no estarán
| Las expediciones e s p a ñ o l a s que operan en u n t e r r i t o r i o americano
encuadradas (o definidas) como conquistas, n i p o r conquistadores,
¡ l o hacen con unos rasgos originales, que tienen sus precedentes en
n i sus protagonistas alcanzarían los grados sociales y e c o n ó m i c o s que
las acciones guerreras de la Reconquista e, inclusive, posee rasgos
los conquistadores h a b í a n alcanzado en otras zonas, aunque obten-
I que le provienen de las armadas'. Estaban, eso sí, sostenidas por el
drían otras recompensas sociales y premios e c o n ó m i c o s .
I Estado, quien delimitaba funciones y espacios g e o g r á f i c o s ; pero
E l conquistador e s p a ñ o l nace entre dos fechas bastante p r ó x i m a s : I siendo éstos tan imprecisos, la e x p e d i c i ó n ayudaba a dibujarlos y a
entre 1460 y 1530. E l grupo conquistador, n u m é r i c a m e n t e corto, se 1 perfeccionarlos. Los límites de cada jurisdicción resultaban, irreme-
distribuye entre 1460 —fecha del nacimiento de Juan Ponce de L e ó n , , diablemente, inseguros y difuminados, m i l veces m o t i v o de disen-
el vallisoletano conquistador de Puerto Rico y descubridor de Flo- siones y enfrentamientos entre jefes de conquista.
r i d a — a 1528, fecha del nacimiento del vasco Juan de Garay, funda- \a Corona concedía la exclusiva de una empresa a u n particular,
dor del segundo Buenos A i r e s . E n t r e ambas fechas nacen mayorita- o particulares, por medio de una capitulación, que se la h a b í a n pe-
riamente en E s p a ñ a los protagonistas de la formidable p e n e t r a c i ó n y i' d i d o . L a gran m a y o r í a de estas expediciones fueron mixtas, con
ocupación del continente americano. Pero en este grupo participan f participación conjunta del Estado y de la empresa privada: de ahí
individuos de otras naciones europeas: en una p r o p o r c i ó n en verdad ' que estas características hagan que las expediciones (de descubrimien-
escasa, pero significativa. Aparecen portugueses, franceses e italianos t o , de conquista, de poblamiento) comiencen siempre con el compro-
(genoveses, toscanos) no subditos del rey de E s p a ñ a , t a m b i é n alema- miso jurídico de la c o m p o s i c i ó n de la empresa, de pronunciado ca-
nes y flamencos, malteses y griegos que a c o m p a ñ a n a los e s p a ñ o l e s rácter contractual, obligando a ambas partes (Estado y particulares)
en las m ú l t i p l e s empresas que siguen al descubrimiento en 1492. i y que se reparten cargas y beneficios. E n la capitulación se establecían
L a e x p a n s i ó n e s p a ñ o l a se realiza con unas características de ra- la exclusiva de la empresa al peticionario, los límites del t e r r i t o r i o
pidez en la o c u p a c i ó n t e r r i t o r i a l que tiene escasos precedentes en la i que se pretendía ocupar e incorporar a la Corona de E s p a ñ a , impo-
H i s t o r i a Universal. E n menos de una centuria se extiende p o r unos n i é n d o s e igualmente algunas condiciones — f i j a c i ó n de una r u t a , pre-
paisajes d i l a t a d í s i m o s , en los que se enraiza con la fundación de i sencia de algunos funcionarios (de hacienda, escribanos) y la obliga-
n u m e r o s í s i m a s ciudades. Esta o c u p a c i ó n americana se hace siguiendo í toriedad de fundación de núcleos urbanos, ya que s u p o n d r í a el germen
una g r a d a c i ó n : í de futuras entidades p o l í t i c a s . Ese concesionario quedaba como jefe
1 de la e x p e d i c i ó n , e n c a r g á n d o s e de su o r g a n i z a c i ó n , procurando su
— A m b i t o de las A n t i l l a s , y m u n d o circumcaribe: 1492-1520. ¡I financiamiento y recluta de personal. E l g r u p o se formaba con hom-
— A m b i t o de las grandes culturas americanas (1520-1550). •j bres libres, que acudían a la llamada del concesionario, que hacía
— A m b i t o del Cono Sur: Chile ( 1 5 4 0 ) , R í o de la Plata (1536- 1 pregonar su capitulación: o el encargado de una empresa similar por
1580).
1 Las armadas, especialmente en caso de guerra, se montaban con una dife-
Todas esas ocupaciones derivaron de muchas expediciones y de rente participación de los socios y el Estado, resultando las ganancias propor-
muchas empresas, a las que se les aplica el mismo nombre genérico cionales a lo aportado por cada parte. La forma más usual era la armada equi-
pada totalmente por particulares: en donde toda la ganancia obtenida era para
de « c o n q u i s t a » , pero que pertenecen a diversos tipos, aunque sus los armadores, pagando al rey la quinta parte.
18 Francisco de Solano
I\ conquistador hispano: señas de identidad 19
la m á x i m a a u t o r i d a d de u n t e r r i t o r i o , como H e r n á n C o r t é s comisio-
[ierras, cargos p ú b l i c o s a los vencedores, l o mismo que atendía a las
nado p o r el gobernador de Cuba, Diego V e l á z q u e z de C u é l l a r . C o r t é s
empresas de conquista que fracasaron, sosteniendo a los conquistado-
mandó hacer dos estandartes y banderas labrados de oro con las armas reales res desafortunados o a sus viudas, hijos y nietos.
y una cruz de cada parte con un letrero que decía: «Hermanos y compañe- Es inexacto, pues, calificar exclusivamente la empresa de la con-
ros: sigamos la señal de la Santa Cruz verdadera, que con ella venceremos.» quista como predominantemente privada, como suele con cierta fre-
Y luego mandó dar pregones y tocar trompetas y atambores en nombre de cuencia indicarse, con una persistencia que viene directamente del
Su Magestad y en su real nombre Diego Velázquez, y él por su capitán general, propio siglo x v i , en donde las voces de los conquistadores —sobre
para cualesquier personas que quisiesen ir en su compañía a las tierras nueva- todo de los que habían arriesgado mucho y obtenido unos magros
mente descubiertas, a las conquistar y poblar, les darían sus partes de oro y f r u t o s — insistían en el c ó m o d o papel del Estado, que apenas arries-
plata y riquezas que hubiere, y encomiendas de indios después de pacificadas: gaba nada y había obtenido mucho a costa del esfuerzo personal de
y que para ello tenía licencia el Diego Velázquez de Su Magestad2.
bastantes emigrantes desventurados.
A l grupo expedicionario se le llama hoy hueste; durante el si-
Con esos justificantes jurídicos e incentivos e c o n ó m i c o s se con-
glo x v i , compañía, y sus componentes se consideraban compañeros.
formaba el g r u p o , resultando fortalecido si quedaba sostenido p o r
E l jefe de la expedición era quien nombraba los capitanes. L a capi-
algún indicio que justificase unos altos resultados. D e a q u í el gran
tanía se c o m p o n í a de quinientos hombres en E s p a ñ a ; de doscientos
peso que en la H i s t o r i a de la Conquista de A m é r i c a han tenido los en I t a l i a y, según Vargas Machuca, de treinta a cincuenta en I n d i a s .
m i t o s : dorados e n s u e ñ o s de riquezas todos ellos. Muchos de ellos, Los 508 soldados de la hueste de C o r t é s los r e p a r t i ó entre once
concebidos sobre bases reales, pero bastantes otros resultaron des- capitanes, mientras que en la conquista de P u e r t o Rico cada capitán
lumbrantes espejismos en los que se h u n d i e r o n d r a m á t i c a m e n t e las atendía a 30 soldados. E l jefe de la hueste, el caudillo, se compor-
esperanzas de muchos emigrantes, metidos a soldados de conquista taba no solamente como, p r i m e r a a u t o r i d a d , sino que le cabía dar
para salir de pobres en otros escenarios que n o los de su pueblo ejemplo en su vida m i l i t a r y en sus comportamientos, l o m i s m o que
natal. cuidar a la expedición y a sus componentes. Las obligaciones del jefe
Quedaban fuera de estas empresas, como de su paso a A m é r i c a para sus c o m p a ñ e r o s las define Pedro de V a l d i v i a en una de sus
por las restricciones que el Estado impuso a la e m i g r a c i ó n durante cartas de relación al emperador Carlos V , cuando relata su conquista
el siglo x v i , los penados por la I n q u i s i c i ó n , los conversos y gitanos. de C h i l e :
Los esclavos p o d í a n ser llevados p o r sus amos, l o mismo negros, ar-
mas y caballos, si los tenían o tenían derecho a llevarlos como hidal- Ser capitán para animarlos en la guerra y ser primero en los peligros, por-
gos. A s í la participación de los componentes del grupo se hacía a que así convenía. Padre para los favorecer con lo que pude y dolerme de sus
costa y minción, sin cobrar soldada, obteniendo beneficios solamente trabajos, ayudándoselos a pasar como de hijos, y amigo en conversar con ellos.
al t é r m i n o de la empresa, que se le otorgaban a cada expedicionario Zumétrico en trazar y poblar; alarife en hacer acequias y repartir aguas;
en razón p r o p o r c i o n a l a su participación. labrador y gañan en las sementeras; mayoral y rabadán en hacer criar ganados
y, en fin, poblador, criador, sustentador, conquistador y descubridor3.
La empresa fue m i x t a , a la vez privada y p ú b l i c a . Sus mecanis-
mos son sencillos: los particulares eran quienes p r o p o n í a n a la Co-
rona la pretensión de ocupar determinado t e r r i t o r i o , que no estuviere 2. CONQUISTADORES: NÚMERO, EDAD, PROCEDENCIA
ya anteriormente concedido, organizando la empresa mediante la ob-
tención de recursos e c o n ó m i c o s precisos (barcos, bastimentos, armas) D e los emigrantes que dejaron la vieja Europa no muchos fueron
y los humanos. E l Estado, p o r su lado, fiscalizaba la empresa y sus conquistadores. Abandonaban sus entornos con el p r o p ó s i t o deter-
resultados, obtenía de ella logros espaciales y u n porcentaje p o r los minado de afianzar u n n ú c l e o urbano, casi recién fundado, con la
metales y perlas obtenidos. C o n c e d í a , asimismo, t í t u l o s , privilegios, colaboración de su iniciativa. Muchas de é s t a s nacían, precisamente,
de la formación de huestes para la p e n e t r a c i ó n en el i n t e r i o r de A m é -
2 Bernal DÍAZ DEL CASTILLO, Historia verdadera de la Conquista de la Nueva rica: el poblador, con ciertos posibles e c o n ó m i c o s — o , incluso, sin
España, Espasa-Calpe, Colección Austral, Buenos Aires, 1955. La cita, en pá-
gina 4 8 . 3 Pedro de VALDIVIA, Cartas de relación de la Conquista de Chile, edición
de José Toribio Medina, Santiago, 1953.
20 Francisco de Solano III conquistador hispano: señas de identidad 21
ellos—, se alistaba en la hueste dispuesto, aunque no tuviese expe- tuvo durante largo t i e m p o , siendo resaltada por lingüistas y sociólo-
riencia bélica, a participar en la empresa armada: se enganchaba en gos: durante el siglo x v i de cada tres colonizadores, u n o , por lo
la milicia, debiendo obedecer al jefe (nombrado adelantado o gober- menos, era andaluz; de cada cinco, uno era oriundo de la provincia de
nador) y obligado a no separarse de ella, sin licencia, so pena de Sevilla y de cada seis emigrantes uno era vecino de Sevilla. Esta pro-
muerte. porción tan elevada tendrá relieve singular en la divulgación continen-
Por estas características es difícil precisar el n ú m e r o exacto de tal de formas de vida, costumbres y maneras de hablar: afirman B o y d
los conquistadores. Desde luego m u y escaso. Con el gigantismo de B o w m a n y A n g e l R o s e n b l a t 5 . D e ahí que las expresiones y el acento
las cifras que alcanza la p o b l a c i ó n actual aquellas cifras, incluso el de Sevilla, y no del castellano a la moda de Toledo, Burgos o Valla-
de la emigración t o t a l a la A m é r i c a e s p a ñ o l a de 1492 a 1560, resul- d o l i d , sea el imperante en A m é r i c a .
tan cifras sorprendentes, tan singulares que es obligado recurrir a N o obstante, a pesar de los porcentajes favorables de emigrantes
otras circunstancias para justificar las r á p i d a s victorias europeas y los s u r e ñ o s , los cargos directivos procedían de la región central de la
fracasos continuados de la p o b l a c i ó n indígena, tan n u m é r i c a m e n t e Península, en donde permanentemente han estado establecidos los
superior: pero con una preparación rudimentaria y con armamento ó r g a n o s directivos de la política, desde los Reyes C a t ó l i c o s , e, incluso,
imposibilitado de competir con las armas de fuego. La propia división los relacionados con las cuestiones ultramarinas, como el Consejo
t r i b a l de las etnias aborígenes c ont ri b u y ó a hacer menos difíciles las Supremo de las Indias. D e 1492 a 1520 se cuentan 32 autoridades
operaciones de conquista. y 93 capitanes de hueste: de ellas 45 son castellanas, 27 andaluzas,
24 de Extremadura, 17 de L e ó n , siete de Vascongadas, dos gallegos
A) De 1492 a 1520 y una autoridad que procede de C a t a l u ñ a . Es decir, que de los 2.172
andaluces sólo el 3,6 por 100 de ellos o c u p ó cargo d i r e c t i v o ; de los
Los emigrantes de 1492 a 1520, es decir, hasta el momento de 769 e x t r e m e ñ o s , 24 (el 3,1 por 100). Autoridades y funcionarios que,
la conquista de M é x i co -T enoc h t i t l a n, son unos 5.500, s eg ú n los re- siguiendo sus vocaciones b u r o c r á t i c a s , regresan a E s p a ñ a en su gran
cuentos de Peter B o y d B o w m a n . D e entre ellos se n u t r e n las empre- mayoría.
sas de exploración desde L a E s p a ñ o l a a Puerto Rico, Cuba, Jamaica,
Durante este p e r í o d o , el centro político y económico de A m é r i c a
Tierra F i r m e , P a n a m á , Florida y la hueste de H e r n á n C o r t é s a M é -
está en La E s p a ñ o l a , y Santo D o m i n g o se convierte en su capital du-
xico, lo mismo que la i m p ort a nt e expedición de Pedrarias D á v i l a rante muchos a ñ o s . La isla resulta u n verdadero laboratorio de las
a Tierra F i r m e , que sale directamente de la P e n í n s u l a 4 . relaciones entre los europeos e indígenas americanos, lo mismo que
Aquellos emigrantes, pese a la pobreza de su n ú m e r o , ofrecen por centro de e x p e r i m e n t a c i ó n para la aclimatación del europeo, de sus
sus aportaciones regionales rasgos de decidida importancia: Andalucía animales y sus plantas. E l español intentó i n t r o d u c i r las plantas ali-
es la región que m á s población ofrece ( 2 . 1 7 2 ; el 39,7 por 100), y menticias que sostenían sus gustos alimenticios; el c u l t i v o del cereal,
así seguirá ejerciendo esta primacía durante m á s de ciento cincuenta cepas y olivos, que eran los ingredientes de los h á b i t o s del blanco,
a ñ o s , seguida por Castilla la Vieja ( 9 8 7 ; el 18 por 100), Extremadura j u n t o a materias grasas y productos lá c t eo s . U n r é g i m e n de vientos
(69; el 14 por 100) y Castilla la Nueva ( 4 8 3 ; el 8 por 100). Son de inestables y u n calor y humedad excesivos arruinaron los intentos por
L e ó n , por su lado, 406 emigrantes (7,5 por 100), siguiéndoles Vascon- aclimatar algunas de esas plantas. La necesidad o b l i g ó entonces, ante
gadas ( 2 5 7 ; el 4,4 por 100), Galicia ( 1 1 1 , con 2 por 100) y el resto este fracaso, a adaptarse el español a la dieta alimenticia del i n d i o :
de E s p a ñ a , con los extranjeros, supone el 5,5 por 100 (296 emigran- este entrenamiento culinario, al que asimismo se someten los animales
tes). E l peso específico de A n d a l u c í a fue notable: primacía que man- europeos — q u e encuentran amplias zonas de f o r r a j e — , explica el
é x i t o de la aculturación del español en suelo antillano, p r ó l o g o indis-
Se toman de Peter BOYD-BOWMAN todas las noticias demográficas de este
pensable de su invasión del continente.
4
que unido a la inmunodeficiencia de la p o b l a c i ó n aborigen hizo que (el 52 por 100), seguido por los castellanos viejos ( 2 . 3 3 7 ; el 17,6
ésta se diezmase en escasas d é c a d a s n o solamente en esta isla, sino por 100), los e x t r e m e ñ o s ( 2 . 2 0 4 ; el 16,6 por 100), los castellanos
en las restantes de las A n t i l l a s . nuevos ( 1 . 5 8 7 ; el 12 p o r 100). M i l cuatro son leoneses (7,6 por 100),
De 1492 a 1518 pasan por Santo D o m i n g o la mayor parte de 600 vascos (4,5 por 100), 193 gallegos (1,4 por 100), 131 catalano-
los emigrantes e s p a ñ o l e s : individualidades de gran significación (Fer- valencianos, 122 murcianos, 101 aragoneses, 77 asturianos, 7 1 na-
nández de Enciso, Hojeda, Francisco Pizarro, Diego V e l á z q u e z , varros y 31 canarios. D e donde se evidencia que el hecho americano
Vasco N ú ñ e z de Balboa, Juan Ponce de L e ó n , H e r n á n C o r t é s , Pe- es sostenido por todas las regiones e s p a ñ o l a s .
d r o de A l v a r a d o ) y también pobladores que no solamente d e r i v a r o n Resulta s i n t o m á t i c o el atractivo, o el peso, de las patrias chicas
jefes o soldados de hueste, sino escritores o críticos de la conquista de los jefes de hueste. Segovianos acuden a la llamada de las Indias,
(Las Casas). porque son segovianos R o d r i g o de Contreras y Pedrarias D á v i l a
E n 1518 sale de Cuba la e x p e d i c i ó n C o r t é s para su empresa. quienes l o solicitan. La e x p e d i c i ó n de H e r n a n d o de Soto, por su lado,
Resulta interesante apuntar la regionalidad de sus componentes. Cor- recluta a su milicia en E s p a ñ a para i r a F l o r i d a , en la que se engan-
tés dirige una p r i m e r a hueste de 380 hombres, que resultan 120 an- chan numerosos paisanos suyos de Badajoz.
daluces y 95 castellanos. Sus paisanos e x t r e m e ñ o s son 6 2 , mientras Estos veinte años entrañan una m u y f e b r i l actividad expansiva,
las otras regiones españolas aportan porcentajes inferiores: L e ó n , verificada desde las plataformas de M é x i c o hacia el N o r t e (Nueva
31 expedicionarios; 2 1 vascos, u n navarro, dos asturianos, dos mur- Galicia, Guadalajara) y A m é r i c a Central (Guatemala), mientras desde
cianos, cuatro aragoneses y seis catalanovalencianos, 14 gallegos, once Santa M a r t a , Cartagena de Indias y P a n a m á se procede hacia el sur
portugueses y nueve italianos y franceses. Como esta amalgama re- con preparativos que conducirán a las conquistas y fundaciones de
gional es la componente de la población hispanoamericana, que tenía P e r ú y del N u e v o Reino de Granada.
sus enfrentamientos. Gonzalo F e r n á n d e z de O v i e d o , el cronista, al- E n la formación primera de P e r ú se hallan 297 colonizadores, cuya
caide de la fortaleza de Santo D o m i n g o , l o apunta: procedencia regional modifica en algo los porcentajes habituales: la
m i t a d de esos emigrantes proceden de s ó l o cinco provincias (Bada-
¿quién concertará al vizcaíno con el catalán, que son de tan diferentes provin- joz, 155; Sevilla, 150; C á c e r e s , 1 1 1 ; V a l l a d o l i d , 109, y T o l e d o , 100).
vincias y lenguas?, ¿cómo se avendrán el andaluz con el valenciano, y el de La primera L i m a se f o r m a con 247 vecinos de los que 69 son anda-
Perpiñán con el cordobés, y el aragonés con el guipuzcoano, y el gallego con luces, 5 1 e x t r e m e ñ o s , 42 castellanos viejos y 28 nuevos, 25 vascos
el castellano, y el asturiano y montañés con el navarro? Y así, de esta manera y, j u n t o a otros, están u n alemán y u n inglés.
no todos los vasallos de la Corona Real de Castilla son de conformes costum-
Las huestes formadas en E s p a ñ a , yendo directamente desde ella
bres, ni semejantes lenguajes6.
al destino americano, concluyeron en d r a m á t i c o s fracasos. Las expe-
diciones del granadino Pedro de Mendoza al R í o de la Plata (1535)
pero a pesar de ello conquistadores provenientes de todas las regio-
y de H e r n a n d o de Soto a F l o r i d a y Mississipi ( 1 5 3 8 ) , por ejemplo,
nes e s p a ñ o l a s , y por ello se le conoce (y define) como conquistador
aunque los espacios escogidos resultaban de casi despoblada geogra-
e s p a ñ o l , que usa del i d i o m a de Castilla, con acento m e r i d i o n a l , como
fía, finalizaron en una ruina t o t a l . La carencia de u n t i e m p o de adap-
lengua vehicular: por eso el castellano se convierte en e s p a ñ o l al
tación y entrenamiento al medio, a la alimentación, a las extremas
o t r o lado del mar.
dificultades, al desconocimiento absoluto de la naturaleza americana,
resultaban condiciones casi insuperables para u n colono-soldado re-
B) De 1520 a 1539 cién llegado de Europa. Las mismas dificultades p o d í a n ser mejor
resueltas por u n baquiano — u n conocedor, u n e x p e r t o — o por o t r o
La conquista de M é x i c o desenfoca el núcleo antillano, atrayendo blanco con años de experiencia indiana.
a u n i m p o r t a n t e n ú m e r o de los casi 14.000 emigrantes que pasan
a A m é r i c a e s p a ñ o l a durante este p e r í o d o . Pero, j u n t o a la llegada
C) De 1540 a 1560
de otros destinos, el grupo andaluz sigue siendo m a y o r i t a r i o : 4.247
L a emigración que sigue a 1540 ya conoce una H i s p a n o a m é r i c a
6 Gonzalo FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Historia general y natural de las Indias,
Sevilla, 1535, cap. X I I I . consolidada en bastantes zonas. Y hacia ciudades ya en plena ac-
24 Francisco de Solano
1(1 ciHH|iii»lmlor hispano: señas de identidad 25
grafía y poseedor — i g u a l m e n t e — de m u y variados niveles cultura- | ) f « / del Castillo, Pedro Cieza de L e ó n , Francisco de Xerez, Juan
íes. E l e s p a ñ o l pudo escoger las razones que ubicaban a estos ú l t i m o s de ('.«méllanos, el mismo B a r t o l o m é de Las Casas) en algunos casos
pueblos, sobre los que el conquistador se a d e n t r ó i n c o r p o r á n d o l o s a Ion r j r m p l o s sobre conocimientos alfabetos son sorprendentes sobre
Castilla, d e s p u é s de u n proceso m á s o menos largo. E l n ú m e r o de ftqurlhi imagen de u n conquistador ignaro: de los 153 c o m p a ñ e r o s
los conquistadores españoles de A m é r i c a fue bastante escaso, frente de V a l d i v i a , por ejemplo, 105 saben f i r m a r y 33 saben f i r m a r y es-
al poblador que fue m á s numeroso; y ambos provienen r e g i o n a l m é n t e c r i b i r ; y en T u n j a , en 1544, la m a y o r í a de sus vecinos saben f i r m a r ,
de todas las provincias e s p a ñ o l a s , aunque mayoritariamente exista u n y Md( lo hacen en las cartas que elevan en ese a ñ o al Consejo de
elevado porcentaje de meridionales, del centro y del oeste de la Indias. Rasgo que se repite en las actas de cabildo de la mayor parte
P e n í n s u l a : regiones de l a t i f u n d i o p o r donde cruzaban las c a ñ a d a s de de IMN ciudades indianas.
Mesta —es decir, pueblos m á s ganaderos que agricultores— y zonas l'.sta calidad social, y su procedencia regional, es i m p o r t a n t e pre-
dependientes de las Ordenes M i l i t a r e s ( A l c á n t a r a , Santiago, Calatra- c i a r l a para hallar, en algunas expresiones, modismos y pronunciacio-
va) con pueblos de encomienda. nes, los antecedentes peninsulares.
E l conquistador, en f i n , actuaba conforme a u n credo bien defi- 1*11 conquistador se considera u n hidalgo de una nueva sociedad
nido, razón de su e m i g r a c i ó n a las I n d i a s . Abandonaba sus entornos hispanoamericana, a la que ha ayudado a conformar, sostenido por
familiares españoles para « s e r v i r a D i o s y a nuestro Rey y señor, y contratos y compromisos jurídicos con la Corona. A s í obra como h i -
procurar de ganar honra, como los nobles varones deben buscar la dalgo y como t a l se expresa: los cronistas apuntan, con palabras bre-
vida» 9 con la esperanza puesta en obtener, pues, allá donde mejor ves aunque certeras, los rasgos de la v i d a cotidiana de la Conquista.
se p o d í a , que no en E s p a ñ a , h i d a l g u í a s , tierras e indios que la cul- Y así, al definir las características humanas de los personajes — d e
tivasen. los de p r i m e r relieve, como los de importancia m e n o r — apuntan asi-
mismo c ó m o hablan y se expresan, y c ó m o es su trato y c o n v e r s a c i ó n .
Así, H e r n á n C o r t é s es
3. GRADOS CULTURALES Y TRATAMIENTOS SOCIALES
de buena conversación y apacible. En lo que platicaba decía muy apacible y
La hueste conquistadora y los primeros conquistadores hasta bien con muy buena retórica.
entrada la segunda m i t a d del siglo x v i alcanzan, en general, u n grado Cuando juraba, decía «en mi conciencia», y cuando se enojaba con algún
medio c u l t u r a l , semejante al de la E s p a ñ a urbana de su t i e m p o . H a n soldado de los nuestros, sus amigos, le decía: «Oh, mal pese a vos!», y cuan-
do estaba muy enojado se le hinchaba una vena de la garganta y otra de la
sido los l i n g ü i s t a s , sobre todo, quienes, preocupados p o r el idioma u t i -
írente. Y aún algunas veces, de muy enojado, arrojaba un lamento al cielo, y
lizado por el hombre de H i s p a n o a m é r i c a , se han acercado hasta los no decía palabra fea, ni injuriosa, a ningún capitán, ni soldado 1 0 .
mismos corros y reuniones de la m i l i c i a , así como de los primeros
núcleos urbanos. Se han interesado por la c o m p o s i c i ó n social de los
Francisco Pizarro, p o r su lado, era « n o b l e y generoso, afable y blan-
elementos de la hueste, así como p o r las profesiones y el n ú m e r o de
do de c o n d i c i ó n » , mientras D i e g o de A l m a g r o era
artesanos que pasarían a las Indias para calificar, p o r esos conoci-
mientos, procedencias regionales y diferencias dialectales. hombre muy profano, de muy mala lengua que, en enojándose, trataba muy
Se ha insistido mucho en el analfabetismo — q u e supone pobreza mal a todos los que con él andaban, aunque fuesen caballeros 1 1 .
c u l t u r a l — de los conquistadores: no sólo el de algunos principales
conquistadores, sino de bastantes del grueso de los componentes de A Pedro de A l v a r a d o se le describe como « f r a n c o y de buena con-
aquellas milicias. A n g e l Rosenblat, Peter B o y d - B o w m a n , I r v i n g Leo- v e r s a c i ó n » y al capitán L u i s M a r í n que « c e c e a b a u n poco, como se-
nard y M a n u e l A l v a r demuestran Ío contrario: es cierto que n i Fran- v i l l a n o , buen jinete y de buena c o n v e r s a c i ó n » .
cisco Pizarro, Diego de A l m a g r o y S e b a s t i á n de Benalcázar sabían La buena conversación comporta el grado c u l t u r a l p r o p i o de una
escribir, pero la cultura del soldado c o m ú n — p o r venir fundamen- e d u c a c i ó n , estudios y conocimientos poco dable en otros capitanes
talmente de u n á m b i t o u r b a n o — es elevada. A d e m á s de proceder de
este grupo u n considerable n ú m e r o de soldados escritores (Bernal 10 DÍAZ DEL CASTILLO, [2], cap. CCIV.
Inca GARCILASO DE LA VEGA, Comentarios reales de los Incas, Biblioteca
11
y soldados de hueste con escasos conocimientos. Pero la hueste se tt nacimiento y consolidación de los estados modernos 1 3 . La hueste
nutre, asimismo, con funcionarios que habían pasado a Indias para imtrlcanM que es, en tan gran medida, una continuación del mundo
desarrollar la vida administrativa oficial. Fue, en efecto, elevado el Cib»llerc»«>, luchadora en u n medio tan original y casi m á g i c o , pro-
número de funcionarios que concluyeron dirigiendo milicias de con- pió de Mcrlines y otros misteriosos brujos, es la causante de que se
uista a , notarios, escribanos, licenciados, bachilleres, t a m b i é n jura- prodli/x H este desfase literario. A s í la novela de caballerías estaría
os, oidores y contadores toman parte en la Conquista, ofreciendo etdlcHilu al colono-soldado español como primer destinatario, lo mis-
su profesionaíidad con sus rasgos culturales elevados, ayudando a sos- mo ijuc al mundo español de donde procede.
tener el trato educado y casi cortesano que emplean entre sí los I'J conquistador así entrevisto, afortunado por hacer palpable
elementos de la hueste, m á s que el lenguaje cuartelero y soldadesco • n Indias las ficciones que ha e n s o ñ a d o , y l e í d o , en los libros de
propio de las milicias mercenarias y profesionales. E l conquistador, Cübullcríus, tiene tanto u n trato caballeresco con sus c o m p a ñ e r o s ,
pues, se tiene por caballero y desea emplear usos y normas caballe- Como incentivos, y por t a l , fama permanente. Los conquistadores
rescas. Si a eso se añade el boom de los libros de caballería, del que le tratan entre sí como gentileshombres y caballeros, proceden con
todos los conquistadores, sin excepción, son buenos lectores o bue- hospitalidad señorial y mantienen una cortesía — a l decir de sus cro-
nos escuchas de lecturas de libros de caballerías se comprende que n l i t a i — casi de escenario. Entre iguales usan el vos en vez del vuesa
el buen trato sea empleado como fórmula c o m ú n y cotidiana: « N o merced: esto es importante: el vos es fórmula habitual de trato entre
puede ser caballero quien no se emplea de l e t r a s » , asegura A g u s t í n iguales, así como de superior a inferior M . A s í l o usan C o r t é s y A l -
de Zarate, en 1555, en su Historia y conquista de Perú. magro con sus soldados. E l vuesa merced, por el contrario, procede
Y es de notar, una vez m á s , que el momento álgido de la novela del siglo x v y era usado en el trato ceremonial, y ceremonioso: de él
de caballería se produce entre 1501 y 1550, justamente cuando se procede el usted. E l vos, sin embargo, c o m e n z ó , por reacción, a aislar-
verifican la mayor parte de las grandes conquistas españolas en I n - l e , a abandonarse, concluyendo el vuesa merced por imponerse. A m é -
dias. 157 ediciones se i m p r i m e n en esos a ñ o s , entre novelas origi- rica apoyaría a esta supervivencia del a r c a í s m o .
nales y reimpresiones: A m a d í s de Gaula conoce 18 ediciones ( 1 5 0 8 / Es en A m é r i c a , asimismo, donde se comienza por la vulgarización
1650), mientras u n olvidado (aunque esforzado) Oliveros de Castilla y la generalización de los tratamientos. La puntillosa y protocolaria
no le impide que se edite una docena de veces (entre 1499 y 1650). sociedad europea daba los tratamientos a aquellas altas personalidades
3
Por su lado, Espejo de caballerías tiene nueve ediciones y Reinaldos ue, según su rango y categoría, lo merecían: señor, señora, merced,
ocho. E l mismo Gonzalo F e r n á n d e z de O v i e d o , primer cronista de on, doña obedecían a costumbres ceremoniosas españolas avaladas
Indias, es autor de una novela de caballería, que escribiera en Ma- por aristocracia, título de Castilla, rango social. E l uso del don y la
d r i d por el 1515, d e s p u é s de dos años de permanencia en P a n a m á : hidalguía eran privilegios que otorgaba directamente el monarca, cas-
el Libro del muy esforzado e invencible caballero de fortuna propia- tigándose a aquellos que lo empleaban fraudulentamente. E n Améri-
mente llamado Don Claribalte, que se i m p r i m e en Valencia en 1519, ca, donde el conquistador enganchado en una hueste, con promesa
justamente el año en que H e r n á n C o r t é s , con otros invencibles y es- de ascensos sociales, se consideraba u n hidalgo, el colono-soldado
forzados caballeros, entraban en México-Tenochtitlán. no e s p e r ó a que el monarca le enviara individualmente su p r i v i l e g i o ,
E n el caso del conquistador no sólo lee, escucha, sino vive el sino que e m p e z ó a generalizar y abusar del don y de señor.
mundo fantasioso y fantástico de la novela caballeresca. Chevalier, M u y escasos conquistadores llegaron a Indias con el don delante
ue tanto ha estudiado esta temática, se asombra del éxito insólito de su nombre p r o p i o . Los m á s , lo vulgarizaron bien p r o n t o . T a n
e una novela de ficción, caballeresca, cuando el mundo bajomedieval pronto que el Inca Garcilaso de la Vega, a fines del x v i , en sus Co-
que podría haberlas acogido ya estaba completamente superado por mentarios Reales, apunta
ROSENBLAT hace una rápida enumeración en «Base del español de Amé- Francisco Pizarro, a quien adelante llamaremos Don Francisco Pizarro, por-
rica: Nivel social y cultural de los conquistadores y pobladores», Revista de que en las provisiones de Su Majestad le añadieron el pronombre Don, no
Indias, núms. 125/126, Madrid, 1971, pp. 13-76: alta proporción que agrupa
bachilleres, licenciados, escribanos, médicos, contadores, letrados, etc., como Lu- 13 Máxime CHEVALIER, Lectura y lectores en la España del siglo XVI
cas Vázquez de Ayllón, Hernán Cortés, Gonzalo Jiménez de Quesada, Gil Gon- y XVII, Ed. Turner, Madrid, 1976, especialmente el cap. I.
zález Dávila, etc.
14 ROSENBLAT, en «Base del español...», [12].
30 Francisco de Solano
M NnMllUlM'l'» liÍKpiino; señas de identidad 31
tan usado entonces por los hombres nobles como ahora, que se ha hecho
común a todos: tanto que los indios de mi tierra, nobles y no nobles, se los __]¡jada» « generaciones en el t r i p l e ejercicio de obtención de tie-
ponen también a ellos. fffl, Mpaiwión del cristianismo y de promociones sociales y eco-
A Don Diego de Almagro llamaremos asimismo Don Diego, porque fueron iéimlcfti) I . " reconquista fue una cruzada, una guerra santa cuyo
compañeros, y es razón que lo sean en todo, pues en nada fueron desiguales l s . tfplrltu p n w r l i t i s t a , expansionista y m i l i t a r i s t a se traslada a Indias
•On la oportunidad del Descubrimiento.
E l conquistador, a d e m á s , tiene sentido posesivo. L a tierra indiana líl roiii|iiisiiitlor no es, sin embargo, semejante a cualquier adalid
es m á s suya que de cualquier o t r o europeo, p o r derecho p r o p i o y df la Irniiiera musulmana. Posee rasgos y otras características. E n
por adquirida con su esfuerzo. Esta primacía le otorgaba t a l ca- JWlinrr lugar, es u n v o l u n t a r i o ; su adscripción a la hueste procede de
rácter que a ellos se les denomina como b e n e m é r i t o s , p r i m e r a no- UI1 neto de libérrima v o l u n t a d en el que el expedicionario se incorpora
bleza de la tierra, capaz de establecer diferencias c o n las sucesivas •n una expedición, generalmente poco numerosa, tomando parte ac-
oleadas de emigrantes. Fueron é s t o s b e n e m é r i t o s hidalgos autono- tiva en ÑU financiación: bien con su propia persona, o llevando ade-
minados, quienes m ot e j aro n a los nuevos como gachupines y chape- tl\it mi* armas y otros elementos.
tones — b i s ó n o s , inexpertos en cosas de I n d i a s — . C o n sentido peyo- I'.n las guerras de Granada, y en las de I t a l i a que le siguen, los
rativo se aplica al inadaptado al paisaje, p r o p i o de recién llegado, toldados quedaban encuadrados obligadamente en las huestes forma-
pero asimismo a quienes la altura les acaloraba el rostro enrojecién- da! por los nobles y por los ejércitos reales, t a l como estaba concebido
doles las mejillas, como chapetas. Entereza y amor p o r la nueva •n la» costumbres bajomedievales.
tierra con afectos de siempre de unas generaciones de conquistadores Pero un mismo espíritu alienta a todos estos m i l i t a r e s : su lealtad
que se califican como « v a l e r o s o s capitanes y fuertes y esforzados sol- y t u religiosidad, a las que unen la esperanza en la recompensa y en
d a d o s » l é , « g e n t e p r i n c i p a l » , « l o s m á s eran h i d a l g o s » , t a l como apun- t i botín: a veces deseado éste con t a l ansia que la esperanza se mo-
tan los cronistas (Las Casas, L ó p e z de Go mara, Bernal, O v i e d o . . . ) . difica en codicia.
Se p e n s ó que era una torpe e x a g e r a c i ó n , sociológica en este caso, El conquistador desarrolla en Indias el mismo ideario religioso
como quien define la fortaleza d e l enemigo vencido para apuntar la de la lucha medieval. Los enfrentamientos de la Reconquista entre
gloria de la gesta. Las investigaciones lingüísticas demuestran que,
Ion ejércitos de la cruz frente a los de la media luna se continúan en
en efecto, las generaciones de conquistadores se expresan en u n cas-
otra guerra de religión, entre cristianos y paganos, pero el conquis-
tellano depurado, p r o p i o de personas de ciertos niveles de cultura, sin
tador se transforma, entonces, en el gestor de la e x p a n s i ó n cristiana.
acopio de arcaísmos que d e m o s t r a r í a n condición inferior o prove-
F.l gobernador de Cuba Diego V e l á z q u e z de Cuéllar daba a H e r n á n
nientes de zonas rurales. D u r a n t e la mayor parte d e l siglo x v i idio-
C o r t é s estas precisiones como guías de su e x p e d i c i ó n :
m á t i c a m e n t e hablando las Indias f o r m a n una provincia m á s d e l cas-
tellano: es decir, que las diferencias dialectales se iniciaron m á s Pues sabéis que la principal cosa que Sus Altezas permiten que se descu-
adelante, con el acopio de otras emigraciones. bran nuevas tierras es porque tanto número de ánimas, como de innumera-
ble tiempo acá han estado y están en estas partes perdidas fuera de nuestra
«anta fe, trabajaréis cómo conozcan a lo menos haciéndoselo entender, por la
mejor orden y vía que pudiéredes, cómo hay un solo Dios creador del cielo
4. CRUZADA Y F I D E L I D A D y de la tierra, y de las otras cosas que en el cielo y mundo son, y decirléeis
todo lo demás 1 7 .
La empresa americana se abre, casi teatralmente, con u n golpe
de efecto en el mismo año en que se consuma la larga lucha, enta- en donde la operación m i l i t a r es asimismo una m i s i ó n evangelizadora
blada durante siglos, contra el h i s p a n o m u s u l m á n . Esta coincidencia y el conquistador es u n agente religioso. L a Conquista es, a s í pues,
fue analizada —entonces y d e s p u é s — como u n p r e m i o , como la ló- también cruzada, y cruzado el conquistador: porque la cruz es símbo-
gica (y sobrenatural) recompensa a u n esfuerzo perseverante de ocho- lo que a c o m p a ñ a su gesta, se afirma en las tomas de p o s e s i ó n y deja
cientos a ñ o s . Granada concluye u n proceso multisecular, que m a n t u v o constancia patente en las fundaciones: significativa, pues, la nomina-
ción de Veracruz, el primer núcleo urbano fundado en M é x i c o .
15 GARCILASO, [11], 2." parte, lib. I , cap. X I V .
1 6 DÍAZ DEL CASTILLO, [2], cap C C V . 17 D Í A Z DEL CASTILLO, [2], cap. X I X .
32 Francisco de Solano H ftn^uUlirinr hliptno: tefíu de identidad 33
Los propios conquistadores eran conscientes de este compromiso Hecho que no logró C r i s t ó b a l de O l i d , el andaluz « e s f o r z a d o ca-
e, incluso, de esa obligatoriedad, ya que las tierras descubiertas y p o r pitán, un I lector en esfuerzo de combatir persona a p e r s o n a » 3 0
descubrir las había el pontífice otorgado a Castilla con la condición lUMclo llilcntii imitar a C o r t é s i n d e p e n d i z á n d o s e de él en H o n d u r a s .
de que ayudase en ellas a la p r o p a g a c i ó n del Evangelio. E l conquis- N u m e r ó n o s son los ejemplos de enemistades entre jefes de hueste,
tador será, no obstante, el p r i m e r o en realizarlo: antes que el misio- 4$ traicionen entre c o m p a ñ e r o s , de r u p t u r a de pactos, cuyas evolucio-
nero. Bernal D í a z se encarga de recordarlo: IWI tifien ION días siguientes a la Conquista. Pedrarias D á v i l a , G o n -
M I I M Ddvlla, H e r n á n d e z de C ó r d o b a en Nicaragua; Pizarros y A l m a -
todas estas cosas por mi recontadas quiso Nuestro Señor Jesucristo que con gfQl en P e r ú . . . luchando diferentes categorías de jefes por una redis-
su santa ayuda nosotros, los verdaderos conquistadores..., que lo descubrimos tribución del poder, así como por la obtención de mayor n ú m e r o de
y conquistamos desde el principio..., les dimos a entender la santa doctrina: VanUJHn territoriales o humanas.
se nos debe el premio y galardón de todo ello, primero que a otras personas, En cualquier caso, sólo y en g r u p o , el conquistador es profun-
aunque sean religiosos 1 S . damente religioso: es D i o s y con su ayuda como se obtienen los éxi-
toa, le sale airoso de los peligros, se ganan batallas, se obtienen bue-
U n o t r o elemento de definición fundamental en el conquistador es na! recompensas, se alcanzan victorias, tierras, encomiendas. Las cró-
su fidelidad a la m o n a r q u í a . Su lealtad es permanente, constantes no nica! cutan repletas del carácter providencialista y del fervor del con-
sólo en sus compromisos, sino consciente de que los premios y re- uiatador: y no hay en él exageración o disculpa por modos peculiares
compensas eran obtenidos a través del monarca, tanto en la E s p a ñ a e hablar del siglo x v i . Es u n convencimiento.
peninsular como en la u l t r a m a r i n a : tierras y encomiendas, puestos
en la administración eran concedidas, en gran medida y cantidad, p o r
el rey a los conquistadores y sus descendientes en razón de sus ser- 3, CRISIS DE CONCIENCIA
vicios al Estado. A s í el conquistador, desde el jefe al menor de la
hueste, actúan « a l servicio de Dios y de Su M a j e s t a d » . Poco tiempo t u v o , no obstante, el conquistador para disfrutar de
E l quebranto a esta lealtad se califica como rebelión, de crimen de «us victorias. H a b í a conseguido sólidas posiciones sociales, riqueza y
lesa majestad. E l poder real nunca se cuestiona, aunque se critiquen tierras. Alg unos, a d e m á s , o b t e n í a n u n n ú m e r o ( m á s o menos) ele-
las directrices p o l í t i c a s . vado de indios de encomienda, de los que recibían t r i b u t o y trabajo
Por ello son excepcionales las actitudes de abierta oposición que gratuito. Se le c u m p l í a n así al conquistador los alcances s o ñ a d o s por
concluyen en declarada rebeldía — L o p e de A g u i r r e , Gonzalo Piza- el soldado D í a z del Castillo: se pasaba a las Indias para servir a Dios
r r o . . . — . Esta f i d e l i d a d al monarca, incuestionable e incuestionada, no y al rey, y d e s p u é s de pagar altos costos de sufrimientos, miedos y
se equipara en una integérrima lealtad de los capitanes con sus jefes. luchas sorprendentes se alcanzaban recompensas que se materializaban
Existe una desmedida ansia de poder, provocando a veces una lucha en honras que ennoblecían su linaje, así como sustantivos beneficios
por la dirección de la empresa o p o r desgajarse de ella encabezando que gozar y dejar a su descendencia. E l conquistador, abridor del
secesiones: actitudes que favorece la e n o r m i d a d del espacio geográfico Evangelio en cada r e g i ó n , batallador por su patria a la que ofrecía
americano abarcado p or la acción de estas huestes. C o r t é s se emancipa dilatados espacios que la engrandecían y ensanchaban, p o d í a , pues,
del gobernador de Cuba, pero no aprovecha las distancias para que sentirse plena y justificadamente satisfecho.
éstas corten, o apaguen, la traición, sino que recurre a subterfugios Sin embargo, bien t e m p r a n o , en 1 5 1 1 , se oyen sermones de una
legales: hace que los miembros de su milicia, constituidos en cabildo crítica despiadada contra los encomenderos por los malos tratos que
abierto en la recién (y ficticia, p o r no edificada) Veracruz, como ve- daban a sus indios. A estas voces se unirían otras en donde, con una
cinos y d e m o c r á t i c a m e n t e le confirmarán en la dirección, aunque con insistencia notable, se cuestionaba no ya la actitud de unos encomen-
independencia de Cuba. T u v o , pues, la h a b i l i d a d de transformar una deros, sino la l i c i t u d de la propia Conquista. Estas voces no sola-
rebelión en u n servicio 1 9 . mente señalaban los pecados, sino que coaccionaban a los pecadores
con la negación de los sacramentos en t a n t o no devolvieran los te-
18 DÍAZ DEL CASTILLO, [ 2 ] , cap. CCVII.
Así lo asegura Beatriz PASTOR, en Discurso narrativo de la Conquista
19
de América. Premio Casa de las Américas, La Habana, 1983. 2 0 D Í A Z DEL CASTILLO, [ 2 ] , cap. CCV.
34 Francisco de Solano 1(1 miu|ul»iiuloi- hispano: señas de identidad 35
soros que habían sido repartidos como b o t í n de guerra, que se califi- Metido éstos indemnizar los estragos realizados por sus gloriosos
caban como usurpados. U n o de estos oyentes fue B a r t o l o m é de Las mayóles.
Casas, encomendero él mismo, quien abandonando a sus encomen- I,n Iglesia, pues, causa de los remordimientos en la conciencia
dados se entregó a una de las m á s tenaces c a m p a ñ a s en favor d e l del conquistador, que unos miembros de la Iglesia habían provo-
aborigen. E l objeto de sus críticas fue el conquistador y el encomen- i'Kilo, sería la que canalizase las acciones correctoras. E l confe-
dero, a quienes define como pérfidos y les acusa de ser una de las Minurio de Las Casas, al que siguen avisos para confesores de otros
causas de la destrucción de las Indias. C o n sostén y perseverancia obispos - c o m o en 1560, por Loayza, arzobispo de L i m a — insis-
Las Casas, y otros críticos, dudan incluso de la validez de la ocu- tían en tranquilizar las conciencias dando indicaciones sobre c u á ndo
pación de las Indias, que h a b í a n sido ocupadas por m é t o d o s culpables y c ó m o se había de restituir. E l eco de estas críticas y de estas d i -
y nada justos. rectrices espirituales t u v i e r o n en H i s p a n o a m é r i c a unas importantísi-
Estas preocupantes opiniones alcanzaron las m á s altas esferas po- mas consecuencias. L a Conquista se hizo por es pa ño les en A m é r i c a ,
líticas, que para solucionarlas se ayudaron de los criterios de juntas pero por ellos y sus descendientes sufrida y compensada, en unos
y comisiones de teólogos y juristas. La teología se m e t i ó en el Con- alcances que aún no han sido t o t a l m e n t e estudiados. Fue u n pro-
sejo de Indias para d i r i g i r A m é r i c a , y de este organismo salían dis- blema americano, que no peninsular: el p r i m e r gran y decisivo proble-
posiciones legislativas que fueron atendiendo la defensa de los dere- ma moral v i v i d o por la sociedad hispanoamericana, quien se sintió
chos humanos. A s í en 1512 y en 1523 se dieron instrucciones sobre angustiada por aquel brusco giro de pasar al lugar de los prevarica-
buen tratamiento a los indios para n o causarles d a ñ o , que se repiten dores abandonando el de los h é r o e s . Porque se debía proceder inme-
en numerosas ocasiones, hasta alcanzar en 1542, p o r las llamadas diatamente a la devolución, aunque el pecador resultase empobrecido.
Esta devolución no se reducía ú n i c a m e n t e a los que habían tomado
leyes nuevas, la limitación a una o dos vidas el tiempo de disfrute
parte en la Conquista, como soldados, sino a los mercaderes, criados,
de las encomiendas.
factores y funcionarios porque se h a b í a n lucrado, de algún m o d o , con
Pero de estos dichos a los hechos americanos h u b o largos trechos,
ella. Caso de no devolver, la Iglesia r e s p o n d í a con la coacción de la
que fueron sistemática e incansablemente denunciados por Las Casas
negativa de la absolución. Y si resultaba difícil encontrar a los d u e ñ o s
en A n t i l l a s , A m é r i c a C e n t r a l , en M é x i c o y sobre todo en E s p a ñ a .
indios, el problema se solucionaba ofreciendo limosnas a la Iglesia.
E s c r i b i ó m u l t i t u d de cartas, informes, tratados en donde se op oní a a
la explotación y esclavitud del i n d i o : la encomienda para él era una Las ciudades coloniales conocieron graves divisiones, pues hasta
suerte de p é r d i d a de l i b e r t a d . Y sostenía que deberían negarse los ellas llegaron los fanáticos e s c r ú p u l o s de Las Casas y de los t e ó l o g o s
sacramentos a quienes poseyesen esclavos, indios en encomienda, y juristas, d i v i d i é n d o s e entre quienes criticaban la l i c i t u d de la apro-
d e b i é n d o s e devolver l o obtenido en encomiendas, así como metales piación de los tesoros de los indios como bo t ín de guerra y aquellos
que los consideraban perfectamente lícitos. Los remordimientos por
y piedras preciosas del b ot í n de la conquista. Para reforzar estas pau-
los excesos de la guerra p o d í a n remediarse espiritualmente mediante
tas redactó u n confesonario, que escribe en 1546 y se i m p r i m e en
el pago de unas bulas de c o m p o s i c i ó n ante el pontífice: en 1505 se
Sevilla en 1552:
lograba una para las A n t i l l a s , en 1528 para Nueva E s p a ñ a . E l p r o p i o
D í a z del Castillo comenta el modo como Clemente V I I enviaba
Avisos y reglas para los confesores que oyesen confesiones de los españo-
les que son, y han sido, en cargo a los indios de las Indias
bula para salvarnos la culpa y pena de nuestros pecados y otras indulgencias,
y dio por bueno todo lo que Cortés había hecho en la Nueva España 2 1 .
extremadamente rigorista: exigía que los conquistadores y encomen-
deros, culpables, o í d o s en confesión, no serían absueltos mientras pero antes C o r t é s había enviado a Roma « r i c o presente de piedras
no devolvieran l o indebidamente o b t e n i d o . Si era dinero del inca, ricas y joyas de o r o » , quedando el pontífice complacido por la gran
por ejemplo, o no se conocía a q u é i n d i o se le h a b í a arrebatado, o extensión de tierra incorporada a Castilla y el n ú m e r o de indios idó-
habían m u e r t o estos d u e ñ o s , entonces la devolución se procedería latras « q u e se habían v u e l t o c r i s t i a n o s » .
en forma de limosna a la Iglesia. E l pecado no se apagaba con la
muerte del pecador, sino que l o heredaban sus descendientes, de-
2 1 D Í A Z DEL CASTILLO, [2], cap. CXCV.
36 Francisco de Solano