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Psicodelia y mística
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Interacciones del arte en la tecnosfera. La irrupción de la experiencia. (Creación de soportes e instrumentos para una reflexión crítica, pública y trasversal.) View project
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Psicodelia y mística
Ana Iribas
NOTA PRELIMINAR
Soy bien consciente de que este texto se inserta en un volumen que trata sobre lo femenino en la
mística. Quienes busquen en mis palabras alusiones a lo particularmente femenino en la
experiencia mística inducida por sustancias psicodélicas se verán, sin embargo, decepcionados
(y decepcionadas). Las razones por las que no trato este aspecto son dos:
La primera es que las diversas descripciones del estadio de conciencia místico suelen coincidir
en que, entre otros rasgos, la experiencia mística (trans-personal) conlleva la disolución del ego.
En sintonía con ello, y a pesar de ciertas corrientes de pensamiento que exaltan los hechos
diferenciales, considero que tiene poco sentido hablar de identidades o de géneros –ni siquiera
de ‘lo femenino’ y de ‘lo masculino’– cuando se está más allá de las particularidades de la
identidad consensual.
En palabras de Ken Wilber, “El Alma no está atada a individuo, cultura o tradición, sino que
surge nueva en cada persona, más allá de cada persona, [...].” 5
5. WILBER, Ken: The essential Ken Wilber. Boston, Massachusetts, EEUU: Shambhala, 1998, p. 11.
6. El llamado modelo ‘Wilber III’ aúna la teoría del espectro de la conciencia con el desarrollo filo y ontogenético.
Inspirado de la Gran Cadena del Ser de la filosofía perenne, Wilber aporta la dimensión ‘trascender e incluir’ que
ofrece en el mandala ontológico de lo que denomina la Holarquía del Gran Nido del Ser (materia, cuerpo, mente,
alma y espíritu). La conciencia puede evolucionar a lo largo de tres reinos (prepersonal, personal y transpersonal),
recorriendo diez niveles:
REINO PREPERSONAL:
Nivel 1: sensorimotor
Nivel 2: emocional-sexual
Nivel 3: mágico
Nivel 4: mítico
REINO PERSONAL:
Nivel 5: racional
Nivel 6: visión-lógico o integral-aperspectívico, holístico);
REINO TRANSPERSONAL:
Nivel 7: psíquico (donde hay comunión entre el alma y Dios), con dos tipos: por un lado, el misticismo natural,
en unión reverencial con el mundo material, culto a la Gran Madre, ecología, Gaia; por otro lado, la vía del yogui
y del chamán, el despertar de la kundalini, poderes paranormales; en este segundo aspecto del nivel psíquico no
hay tanta reverencia como énfasis en el poder
Nivel 8: sutil (la vía del santo); hay unión del alma con Dios; la divinidad entra en la persona; la conciencia en los
sueños; hay disociación respecto del mundo material; éxtasis; se produce el matrimonio místico entre Dios y el
alma; es el misticismo de deidad
Nivel 9: causal (el camino del sabio); el alma es idéntica a Dios; el vacío sin forma, sin separación entre ego,
mundo y Dios; la conciencia en el dormir sin sueños; el lugar donde se encuentra el Testigo/Observador; es el
misticismo sin forma,
(Hasta aquí, hay siempre la sensación de estar entrando o saliendo de estos niveles: se trata de estados de
conciencia, de experiencias transitorias.)
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BORRADOR. El texto definitivo está publicado en Pablo Beneito (Ed.): Mujeres de Luz. La mística femenina, lo femenino
en la mística. Madrid: Trotta, 2001, pp. 201-221
es un estado genuino al que puede llegar [una persona de] cualquier sexo; en
sí, es un nivel de género neutro.”7
“Como dijo Emerson, ‘el alma no entiende de personas’. [...] la clave de su
idea de un Alma Superior es que no era femenina ni masculina, y por ello
podía mediar una verdadera liberación de cualquier tipo de roles restrictivos.
[...] ‘la experiencia más amplia del ser humano le descubre la naturaleza
idéntica de todas las experiencias [transpersonales]. En todas las
conversaciones entre dos personas se hace una referencia tácita [...] a una
naturaleza común. Ese tercer elemento o naturaleza común no es social; es
impersonal; es Dios’”8.
La segunda razón es que, dadas las dificultades derivadas de la ilegalización en los años sesenta
de las sustancias psicodélicas, se cuenta con pocos estudios científicos, no ya sobre las
experiencias místicas facilitadas por estas drogas9, sino incluso sobre los efectos generales de
estas sustancias sobre la conciencia. Por lo que respecta a estudios comparativos entre
experiencias místicas facilitadas por enteógenos en hombres y mujeres, o a estudios sobre lo
específicamente femenino en este terreno, no me consta que se hayan realizado. A falta de
resultados experimentales sobre este aspecto sólo podrían hacerse conjeturas, de lo cual prefiero
abstenerme.
RESUMEN
— Los psicodélicos/enteógenos no hacen más que desvelar aspectos de la mente que ya poseía (si bien a
menudo latentes) quien los toma. El resultado de la experiencia depende de la disposición y del escenario
(set and setting).
— Un estado de conciencia se define por sus características propias, y es poco relevante por qué medios
se ha inducido su aparición. Se desprende de ello que las características fenomenológicas de un estado
místico inducido por enteógenos no deben diferir de las de un estado místico producido por técnicas de
meditación.
— La ingestión de un enteógeno puede dar acceso a una variedad de estados de conciencia, entre los que
se encuentra el estado místico.
— Está demostrado que los enteógenos han sido vehículos de experiencias religiosas en muchas culturas
y lugares.
— Hay un vínculo indudable entre las experiencias subjetivas (estados de conciencia místicos) y la
Nivel 10: no dual (el más elevado, subyace y permea a todos los otros niveles); es la unión no contradictoria entre
el fenómeno y el noúmeno, entre espíritu y materia, etc.; la conciencia pura y omnipresente que lo integra todo,
que no depende de estados de conciencia; el Testigo imparcial fundido con aquello que percibe; One Taste; ni
adquirida ni perdida; conciencia-espejo desidentificada de mente, cuerpo e identidad; es el misticismo no dual.
(Descrito en Science and religion, citado en One Taste. The journals of Ken Wilber. Boston y Londres: Shambhala,
1999, ., pp. 44-45, pp. 114-117, y pp. 154-160, de un modo literario, en primera persona, y en Los tres ojos del
conocimiento. Barcelona: Kairós, 1999, 3ª ed., pp. 231-233. (Edición original —Eye to eye—: 1983.)
7. Wilber: One Taste, p. 134. (Todas las traducciones son de Ana Iribas).
8. COOK, R (Ed.): Ralph Waldo Emerson: Selected prose and poetry. San Francisco Rinehart, 1969., cit. en
Wilber, op. cit., p. 9.
9. LUKOFF, David; ZANGER, Robert, y LU, Francis: “Transpersonal psyychology research review:
psychoactive substances and transpersonal states”. The Journal of Transpersonal Psychology, 1990, vol. 22, nº 2,
pp. 107-148.
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BORRADOR. El texto definitivo está publicado en Pablo Beneito (Ed.): Mujeres de Luz. La mística femenina, lo femenino
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10. A propósito de la necesidad de crear un nuevo término, y en correspondencia con Aldous Huxley, Osmond
escribió, el 30 de marzo de 1956:“To fathom hell or soar angelic,/Just take a pinch of psychedelic” (Para
comprender el infierno o elevarte angélico,/Basta con tomarte una pizca de psicodélico), a lo que Huxley
respondió, refiriéndose implícitamente a la mescalina:“To make this trivial world sublime,/Take half a gramme
of phanerotyme” (Para hacer sublime este mundo trivial,/Toma medio gramo de fanerotímico).
11. Journal of Psychedelic Drugs, ene.-jun. 1979, vol. 2, nos 1-2.
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Houston, “ofrecer el hasta ahora más completo acceso a los contenidos y los procesos de la mente
humana”12. Además, la experiencia que resulte tras la toma de una sustancia enteogénica no
depende solamente de la naturaleza y la dosis de ésta, sino que la vivencia está fuertemente
condicionada por lo que se llama en inglés el set and setting (disposición y escenario)13. La
‘disposición’ es el conjunto de expectativas, creencias, personalidad y estado de ánimo de la
persona; el escenario es el lugar y la gente –si la hay– que está presente durante la experiencia.
Charles T. Tart aplica la teoría de sistemas al estudio de los estados de conciencia. 14 Propone que
todo estado de conciencia se puede entender con un sistema, con unas características propias. Las
transiciones entre estados de conciencia se deben a que hay ‘fuerzas desestabilizadoras’ que
vencen a los mecanismos internos del sistema que mantenían su estabilidad. Si estas fuerzas
desestabilizadoras duran lo suficiente o son suficientemente poderosas, desintegran el estado
inicial de conciencia, y provocan la configuración de otro nuevo estado, con sus características
propias, que lo distinguen del primero. ‘Fuerzas desestabilizadoras’ serían, por ejemplo, la
inmovilidad prolongada, la concentración mantenida y el aislamiento sensorial propias de
muchas técnicas de meditación, o, por ejemplo, la ingestión de una sustancia enteogénica.
Se desprende de esta teoría que no es el tipo de fuerza desestabilizadora que lo precede lo que
define a un estado de conciencia, sino que lo que le da su gestalt propia son todas sus
características específicas. Por lo tanto, tendría poco interés si para conseguir un estado de
conciencia ‘X’ se ha utilizado tal o cual proceso; lo que sería importante sería describir cómo es
ese estado de conciencia. Por ende, sería poco relevante, a la hora de describir las propiedades
un estado de conciencia místico, si éste se ha alcanzado mediante una danza derviche, un canto
ritual, una meditación vipassana, o la ingestión de un enteógeno. (Nótese que estoy hablando de
una descripción científica de características de estados de conciencia, y no de juicios de valor ni
de las implicaciones para la vida que tengan las experiencias en estos estados.)
De entre los estudios hechos sobre las fases (o estados de conciencia) que pueden darse bajo
enteógenos, destacan dos modelos:
1) Según Masters y Houston15 hay cuatro niveles básicos, de profundidad creciente, que es
posible recorrer durante una experiencia psicodélica. Un primer nivel, el más superficial, es el
llamado sensorial, en el que se dan las alteraciones de percepción que constituyen los ‘efectos
especiales’, predominantemente visuales, que relatan quienes han hecho solamente viajes
12. MASTERS, R.E.L. y Houston, J.: The varieties of psychedelic experience. Nueva York: Dell Publishing Co.,
1966, p. 3.
13. GROF, Stanislav: LSD psychotherapy. Exploring the frontiers of the hidden mind. Alameda, California:
Hunter House, 1980, pp. 49 y 102-110.
14. TART, Charles T.: States of consciousness. El Cerrito, California: Psychological Processes, Inc., 1975.
(Edición original: 1969.)
15. MASTERS, Robert E.L. y Houston, Jean: Psychedelic art. Nueva York: Grove Press, Balance House Books,
1968, pp. 94-101.
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2) Para Stanislav Grof17 el modelo antes descrito debería completarse con las experiencias
perinatales (que se dieron durante el trauma del nacimiento, pero que configuran complejos de
carácter simbólico muy potentes, que siguen presentes durante la vida adulta); habla también de
experiencias abstractas o estéticas y experiencias psicodinámicas y engloba los niveles simbólico
e integral de Masters y Houston en la categoría de experiencias transpersonales.
Por lo que respecta a las categorizaciones descriptivas de la experiencia mística, según Grof hay
una clasificación posible en misticismo extrovertido e introvertido:
16. En el estudio de Masters y Houston reflejado en The varieties of psychedelic experience, solamente 6 de los
206 sujetos estudiados tuvieron verdaderas experiencias místicas. Sin embargo, en éste y otros estudios (ibíd., p.
265) se ha visto que, entre las imágenes que surgen a la conciencia en los sujetos experimentales que han ingerido
alguna sustancia enteogénica, está presente de un modo casi invariable la imaginería religiosa. No hay que tomar,
pues, la aparición de una imagen religiosa como indicador seguro de que está teniendo lugar una experiencia
mística. Los autores advierten (p. 261): “Los análogos de la experiencia religiosa, sean de carácter sensorial, de
ideación o simbólico, no constituyen una experiencia religiosa”.
17. Grof, op. cit., p. 110.
18. Masters y Houston, The varieties of psychedelic experience, p. 301.
19. Ibíd., p. 303.
20. STACE, W.T.: Mysticism and philosophy. Filadelfia y Nueva York: J.B. Lippincott Co., 1960, pp. 110-111.
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Con la intención de comprobar, mediante un estudio científico 21, las diferencias y similitudes
entre las experiencias descritas por los místicos y las experiencias que podían facilitarse con
ayuda de drogas psicodélicas, Walter Pahnke llevó a cabo un experimento con estudiantes de
teología, a los que administró psilocibina o placebo (ácido nicotínico, al grupo de control). Se
guió por las categorías descritas por Stace y añadió dos más: transitoriedad de la experiencia, y
posteriores cambios permanentes en actitud y comportamiento, como consecuencia de la
experiencia mística. Los resultados fueron positivos en varios aspectos del perfil de la definición
de Stace, pero requieren de validaciones que, por estar prohibido experimentar con estas
sustancias salvo en programas muy específicos (con moribundos, alcohólicos y personas que
padecen dolores crónicos), no se han podido realizar. Sí es preciso señalar, sin embargo, que
Pahnke había previsto hacer un seguimiento de los sujetos que participaron en su experimento
de 1962, pero fue imposible debido a la temprana muerte del investigador. Rick Doblin recogió
la antorcha, y a finales de los 80 llevó a cabo este seguimiento. Encontró que, a pesar del ambiente
poco favorable a las drogas que imperaba en esos momentos en Estados Unidos,
“todos los sujetos que habían tomado psilocibina y que participaron en este
seguimiento posterior (pero ninguno de los sujetos-control) consideraba
todavía que la experiencia psicodélica [que les facilitó Pahnke] había tenido
elementos genuinamente místicos, y que había sido una contribución única y
valiosa a sus vidas espirituales. [...] Las entrevistas del seguimiento a largo
plazo arrojan una duda considerable sobre la afirmación de que las
experiencias místicas catalizadas por drogas son inferiores en algún aspecto
a las experiencias místicas no producidas por drogas. Y ello tanto por su
contenido inmediato como por sus efectos positivos a largo plazo”22.
Charles T. Tart realizó un estudio científico para evaluar, entre otros parámetros, la producción
de experiencias místicas bajo intoxicación de marihuana, y encontró que un tercio de los sujetos
de su estudio las habían tenido23.
Donald J. De Gracia24 ideó una encuesta para averiguar si los efectos típicos del despertar de la
21. PAHNKE, Walter N.: Drugs and mysticism: an analysis of the relationship between psychedelic drugs and
the mystical consciousness. Tesis doctoral presentada en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, 1963.
22. DOBLIN, Richard: “Pahnke’s ‘Good Friday experiment’: A long-term follow-up and methodological
critique”. The Journal of Transpersonal Psychology, 1991, vol. 23, nº 1, pp. 23-24.
23. TART, Charles T.: “Marijuana intoxication, PSI and spiritual experiences”. Journal of the American Society
for Psychical Research, vol. 87, pp. 149-170.
24. DE GRACIA, Donald J.: Do psychedelic drugs mimic awakened kundalini? Hallucinogen survey results.
Council on Spiritual Practices (http://www.csp.org), 1995. Entrevista por internet, siguiendo un proceso
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kundalini (descrito por el yoga) se daban en la experiencia psicodélica. Las razones fisiológicas
que podrían dar cuenta de estas similitudes serían, según él, que el lugar principal de acción de
la LSD (los núcleos del rafe del tronco del encéfalo) y el del centro que regula la respiración
están muy próximos, además de conectados. Los resultados arrojaron similitudes entre ambas
experiencias, y el autor propuso el estudio empírico del despertar de la Kundalini a través del
modelo psicodélico, con la esperanza de que se consiguieran desvelar las bases bioquímicas y
neurológicas de los siddhis (poderes psíquicos) asociados al proceso del despertar de la kundalini.
Existen numerosos testimonios que defienden la posibilidad de que se produzca una experiencia
mística dentro de la enteogenia. Entre ellos están los siguientes:
William James utilizó sustancias para cortocircuitar el camino hacia la trascendencia. Respiró
óxido nitroso y descubrió que “estimula la conciencia mística en un grado extraordinario [...]
Recordando mis propias experiencias, todas convergen hacia un tipo de comprensión a la que no
puedo evitar adscribir un significado metafísico”. Aunque James admitía que carecía de una
inclinación natural hacia el misticismo, insistía también en que tal conciencia [mística] le
sobrevenía bajo los efectos de enteógenos: “para mí, la viva sensación de su realidad sólo me
sobreviene en el artificial estado místico de la mente”25.
Según Myron Stolaroff, “[n]o hay duda de que las sustancias psicodélicas son gracias
extraordinarias. [...] Los que han tenido la experiencia [del encuentro con Dios] la describen
como una fuente de luz y energía maravillosa e inefable, que permea a toda la creación,
conteniendo toda la sabiduría e irradiando un amor vasto, infinito y constante. La inmersión en
esto es la esencia de la experiencia mística, y produce lo que los grandes místicos han descrito
como el estado de unidad”26.
Para Houston Clark, “[l]as drogas psicodélicas o ‘reveladoras de la mente’[...] lo son en el sentido
de que aquéllos que las ingieren casi siempre toman conciencia de capacidades inesperadas que
no sabían que poseían, las más sorprendente de las cuales son sus potencialidades místicas... [...]
Hay muchos casos registrados de conversiones dramáticas y de largo alcance, y de crecimiento
de naturaleza profundamente religiosa, después del uso de drogas del tipo de la LSD”27.
“Las drogas [psicodélicas] son simplemente un auxiliar que, usado con cuidado en una estructura
religiosa, pueden asistir en la mediación de una experiencia que, aparte de la presencia de la
droga, no puede distinguirse psicológicamente del misticismo”28.
Resulta evidente por los datos contemporáneos, que debemos aceptar que bajo los efectos de
enteógenos es posible tener una experiencia mística. Pero hagamos un poco de historia:
Philippe de Félice 29,30 fue el primero en proponer, en 1936, la idea (posteriormente recogida por
Mary Barnard31, Terence y Dennis McKenna32, y R. Gordon Wasson33), de que las primeras
experiencias místicas del ser humano fueron resultado de la ingestión accidental de plantas con
poder enteogénico34. Es un argumento que no es posible comprobar, pero de lo que sí hay
suficientes datos es de la presencia, desde los tiempos más remotos, de enteógenos vinculados a
ritos y misterios religiosos.
Se sabe que ciertos productos enteogénicos contenidos en animales o vegetales eran ingeridos
por un sacerdote, un chamán o un curandero para inducir un trance, con fines divinatorios y
curativos. El soma de los himnos védicos podría haber contenido, como agente activo, la seta
amanita muscaria35 o la ruda gigante siria peganum harmala36. Según la tradición védica, el
soma producía visiones divinas: “Hemos bebido soma y nos hemos vuelto inmortales”; “Hemos
conseguido la luz, hemos descubierto a los dioses”. La datura se usaba en los ritos de los violentos
adeptos a la diosa Kali. El cáñamo figura en el Ayurveda, de hace más de 3.000 años, y estaba
consagrado a Shiva. En Egipto se fabricaba la nepenthe, bebida a base de un opiáceo. Los griegos
antiguos tenían ritos, tales como los misterios ctónicos de Eleusis, celebrados en septiembre en
honor a Deméter y su hija Perséfone, en los que ingerían el kykeon37, una mezcla de cebada
29. DE FÉLICE, Philippe: Poisons sacrés, ivresses divines. París: Eds. Albin Michel, 1936.
30. De Félice teorizó que el soma de los himnos védicos era una planta trepadora que llevaron consigo los arios
cuando invadieron India. Conforme iban avanzando en los nuevos territorios, las condiciones climáticas se
hicieron impropias para el crecimiento de la planta. Según él, con posterioridad, los ejercicios del hatha yoga se
desarrollaron en un intento de reproducir, sin recurso al soma, los mismos estados místicos de conciencia que
había propiciado el enteógeno.
31. BARNARD, Mary: “The God in the flowerpot”. American Scholar, otoño 1963, vol. 32, pp. 578-586.
32. MCKENNA, Terence: The archaic revival: speculations on psychedelic mushrooms, the amazon, virtual
reality, UFOs, evolution, shamanism, the rebirth of the Goddess and the End of History. San Francisco: Harper,
1991, .
MCKENNA, Terence: Food of the gods. Nueva York: Bantam Books, 1992. (Presenta la teoría de que las setas
enteogénicas fueron “la comadrona de la humanidad”, y de que la psilocibina contenida en los hongos tiene una
relación con el sistema nervioso, que lo convierte en una antena para captar la mente de Gaia.)
MCKENNA, Terence: “Hallucinogenic mushrooms and evolution”. Revision, 1988, vol. 10, nº 4, pp. 51-57. (“Este
factor oculto de la evolución de los seres humanos [...] conllevaba un círculo de feedback con las plantas
alucinógenas.”, p. 52.)
MCKENNA, Dennis: “Nymphaea ampla: an unrecognized Mayan hallucinogen?” Plantwise, 1990, vol. 3.
(En estos dos últimos libros, los hermanos especulan con que la presencia de alcaloides psicoactivos en la dieta de
los tempranos homínidos puede haber jugado un papel en la evolución de su sistema nervioso, de modo que las
plantas enteogénicas funcionaban como catalizadoras de la conciencia.)
29. KRAMRISCH, S.; OTT, J.; RUCK, C. y WASSON, R.: La búsqueda de Perséfone. Los enteógenos y los
orígenes de la religión. México: Fondo de Cultura Económica, 1992. (Edición original –Persephone's quest:
entheogens and the origins of religion–: 1986.) (Los autores avanzan la hipótesis de que los hongos se encontraban
en el origen de las religiones.)
30. Parece que incluso los animales se drogan. Según Siegel, es posible que los cazadores/recolectores de la
temprana humanidad aprendieran a identificar y a utilizar sustancias enteogénicas, observando e imitando a los
animales en este comportamiento. (SIEGEL, Ronald: Intoxication: life in pursuit of artificial paradise. Nueva
York: Dutton, 1989.)
31. WASSON, Robert Gordon: Soma of the Aryans: an ancient hallucinogen? Bulletin on Narcotics, jul.-sept. 1970,
vol. 22, nº 3. (Wasson discrepa de la teoría de de Félice e introduce la hipótesis de que la amanita muscaria era el
componente enteogénico del soma.)
32. FLATTERY, D., y SCHWARTZ, M.: Haoma and harmaline: the botanical identity of the Indo-Iranian sacred
hallucinogen Soma and its legacy in religion, language and Middle-East folklore. Berkeley, California: University
of California Berkeley Press, Near Eastern Studies, vol. 21, 1989.
37. GORDON WASON, R.; HOFMANN, Albert, y RUCK, Carl A.: El camino a Eleusis. Una solución al enigma
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Existen testimonios de obras de arte sacro que reflejan la presencia de vegetales de poderes
enteogénicos, así como múltiples muestras de artes plásticas de inspiración psicodélica que tienen
parecidos notables con obras de arte religioso. En palabras de Masters y Houston, autores de un
intento de establecer una nueva categoría estética, el “arte psicodélico”, “Hay tantas obras de arte
oriental del pasado que se parecen tanto al arte psicodélico contemporáneo, que [...] es más que
razonable afirmar que existe una relación entre ambos[...]”42.
Elementos comunes en sus estudios, desde el punto de vista formal, además de los temas y
elementos icónicos y las estructuras compositivas, son los fosfenos, patentes en las geometrías
abstractas típicas de muchas formas de arte religioso oriental y de arte psicodélico.
de los misterios. México, etc: Fondo de Cultura Económica, col. Breviarios, 1980. (Edición original: 1978.)
38. BROOKE, Elisabeth: Medicine women. Wheaton, Illinois y Madras: Quest Books, Theosophical Publishing
House, 1997, ., p. 113.
39. OTT, Jonathan: “Embriagantes chamánicos”. En José María Poveda (Ed.): Chamanismo: el arte natural de
curar. Madrid: Temas de Hoy, 1997, ., pp. 223-266.
40. CASTOLDI, Alberto: El texto drogado. Madrid: Anaya & Mario Muchnik, 1997, p. 31. (Edición original:
1994.)
41. Ott, op. cit., pp. 223-266.
42. Masters y Houston, Psychedelic art, p. 103, .
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BORRADOR. El texto definitivo está publicado en Pablo Beneito (Ed.): Mujeres de Luz. La mística femenina, lo femenino
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Imágenes de la ebriedad como metáfora del éxtasis místico figuran, por ejemplo, entre los sufíes:
“Continuamente, en conmemoración del Amigo, bebimos vino antes de la creación de la viña”43;
“El Hombre de Dios está ebrio sin vino”44; “Mira: cuando en tu sangre fluye el vino, ¡Todo es
Él, Amigo mío, todo el Él!”45.
También en Santa Teresa de Ávila, quien habla del centro del alma como la bodega, en la que
Dios la admite como y cuando le place, para embriagarla con el delicioso vino de su gracia46.
Por otro lado, y desde un plano no metafórico sino científico, se han hecho diversos experimentos
para intentar vincular los estados místicos de conciencia y la neurofisiología humana.
Y también: “una estimulación sutil [de la amígdala] evoca una experiencia de intenso significado
y experiencias cumbre; las últimas están generalmente asociadas a percepciones alteradas del
cuerpo, tales como experiencias extracorporales [...] o convicciones de estar en comunión con el
cosmos”48; “la experiencia mística o religiosa en sí es evocada por una configuración eléctrica
transitoria (unos segundos) y muy focalizada dentro del lóbulo temporal”49.
43. Ibn al-Farīd, en SHAH, Idries: The way of the Sufi. Londres: Arkana, 1990, p. 264. (Edición original: 1968.)
44. Ŷālāludīn Rūmī, en Shah, op. cit., p. 116.
45. Fragmento de poema de la orden Chisti, op. cit., p. 137.
46. HUXLEY, Aldous: “Drugs that shape men's minds”. Saturday Evening Post, 18 oct. 1958.
47. PERSINGER, Michael A.: “Religious and mystical experiences as artifacts of temporal lobe function: A
general hypothesis”. Perceptual and Motor Skills, dic. 1983, vol. 57, nº 3, pp. 1255-1262, p. 1255..
48. Persinger, op. cit., p. 1256.
49. Ibíd., p. 1257.
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BORRADOR. El texto definitivo está publicado en Pablo Beneito (Ed.): Mujeres de Luz. La mística femenina, lo femenino
en la mística. Madrid: Trotta, 2001, pp. 201-221
“si tomas LSD y ves a Dios, resulta imposible sustraerse a la conclusión de que la
droga y la experiencia divina están vinculadas por una relación de causalidad. [...]
Por tanto, si pudiéramos encontrar una manera de demostrar que el cielo del ácido
y el cielo de la iglesia fueran el mismo lugar, podríamos considerarlo como una
prueba crucial que constituiría la base para la realización de ulteriores estudios que
intentaran demostrar que la experiencia religiosa tiene un sustrato biológico”50.
En efecto, hay incluso organismos oficiales que se sitúan en esta línea: el comité científico del
Instituto Nacional de Salud Pública de EEUU, encabezado por David Larson, manifestó en 1997
su creencia de que los compuestos psicoactivos “podían a veces inducir claros tipos de
experiencias místicas”. Este comité escribió:
“La exploración de los efectos que varios agentes farmacológicos pueden tener
sobre varias intervenciones o prácticas espirituales, puede constituir el comienzo de
un trabajo destinado a especificar el papel que juegan diferentes sistemas de
neurotransmisores en la experiencia espiritual. [...] Es posible que estudios
neurocientíficos de experiencias espirituales inducidas por drogas (quizá utilizando
las modernas técnicas de imaginería cerebral) puedan contribuir al intento de
empezar a dilucidar los mecanismos neurobiológicos implicados en similares
experiencias espirituales, no inducidas por drogas. [...] [La LSD] ofrece la
posibilidad de medir la “dosis” de una experiencia espiritual.”52
A continuación cito opiniones de diversos autores sobre la enteogenia, que relacionan la química
corporal con la experiencia mística:
“En sus exploraciones vitales de ensayo y error, en casi cualquier lugar del
mundo, el hombre ha descubierto conexiones entre algunos vegetales (comidos
o bebidos en infusión) y ciertos actos (ejercicios de respiración yóguica, danzas
giratorias de derviches, flagelaciones) que alteraban sus estados de conciencia.
Desde un punto de vista psicofarmacológico, ahora comprendemos que estos
estados son producto de variaciones en la química del cerebro. Desde una
perspectiva sociológica, vemos que tendían, de alguna manera, a conectarse con
la religión.”53
“Aquéllos que se ofenden por la idea de que tragar una píldora pueda
contribuir a una experiencia religiosa genuina deberían recordar que todas las
mortificaciones estándar —el ayuno, la privación voluntaria de sueño, y la
tortura autoinfligida— que realizaban los ascetas de todas las religiones con
el fin de adquirir méritos, también son, al igual que las drogas que alteran la
mente, poderosas estratagemas para alterar la química de la sangre en general
y del sistema nervioso en particular. O que consideren los procedimientos
generalmente conocidos como prácticas espirituales. Las técnicas de
respiración enseñadas por el yogui resultan en prolongadas suspensiones de
la respiración. Estas, a su vez, tienen como consecuencia un aumento de
dióxido de carbono en la sangre, y el resultado fisiológico de esto es que se
produce un cambio en la cualidad de la conciencia. [...] Muchos ascetas y
místicos han practicado sus mortificaciones para alterar las químicas de sus
cuerpos, y sus ejercicios espirituales mientras vivían, durante breves períodos,
como ermitaños. [...] John Lilly y otros psicólogos experimentales han
mostrado recientemente en el laboratorio que una personal en un entorno muy
limitado, con pocos estímulos externos, pronto sufre un cambio en la cualidad
de su conciencia y puede trascender su yo habitual hasta el punto de oír voces
o ver visiones”54.
“Que los hombres y las mujeres pueden, por medios físicos y químicos,
trascenderse de un modo genuinamente espiritual es algo que, para el
escrupuloso idealista, resulta bastante chocante. Pero, después de todo, la
droga o el ejercicio físico no son la causa de la experiencia espiritual; son sólo
su ocasión”55.
“desde luego que Dios no “viene de” una botella. Si la chispa divina no está
presente en el ser humano, ninguna sustancia química lo va a producir. Sin
embargo, si se acepta que cualquier persona tiene la capacidad de encontrarse
directamente con Dios, no habría nada chocante en la observación de que
algunas condiciones son más favorables que otras para tal experiencia, y que
el estado químico del cerebro y del sistema nervioso pueden tener mucho que
ver con ello”56.
“Alguien puede decir que “Dios no puede ser encontrado en una botella”. [...]
Sin embargo, cualquiera que argumente de esta manera, a nuestro parecer
también debe renunciar a la validez de la mayoría de las “experiencias
religiosas” de los famosos místicos y santos, puesto que estas personas,
“algunos fanerotimistas sienten que una vez que han aprendido ciertas cosas
con ayuda de la droga, deben renunciar a ésta, mientras que otros consideran
que un uso ocasional de la droga sirve una función de recordatorio y de
renovación.
El fanerotimista, por tanto, tiene dos funciones en la vida religiosa: la de
despertar y la de recordar. A algunos les basta con la función de despertador;
prefieren buscar sus recordatorios en otro lugar. Para otros, el compuesto
químico o la planta siguen siendo la ocasión de los más álgidos momentos. A
este último grupo los que no consumen drogas les preguntan: “¿Por qué
necesitas seguir tomando la droga?” Para el fanerotimista, esta pregunta es
como decirle por qué necesitas seguir yendo a misa, o por qué sigues
necesitando celebrar las navidades.”59
Se puede decir que las sustancias son las mismas antes y ahora. ¿Es legítimo hoy en día un uso
de los enteógenos como tales, en su sentido etimológico? Sigue candente la cuestión de la validez
del instant kundalini, frente al lento camino de las disciplinas espirituales. Parece extendida la
idea de que las personas que se encuentran en una vía de disciplina espiritual poseen el marco
conceptual, la orientación y el apoyo de su entorno, lo cual hace probable que integren la
experiencia mística en su vida, con una transformación axiológica y de comportamiento
duradera. Lo mismo podría decirse de aquéllos que, en una sesión guiada con enteógenos, tienen
una experiencia mística y son capaces de integrarla con psicoterapia profunda, de preferencia
transpersonal. Sin embargo, aunque la experiencia no dirigida con enteógenos pueda parecer que
corre el riesgo de ser simplemente un “buen viaje”, hay casos documentados que prueban que
pueden dar lugar a profundos cambios en los valores y el comportamiento de quien ha tenido
estas experiencias. Para utilizar la terminología de Abraham Maslow, una experiencia álgida y
transitoria en la vida, como puede ser una experiencia mística (enteogénica o no en origen), es
una ‘experiencia cumbre’ (peak experience). En un nivel superior, la ‘experiencia de meseta’
(plateau experience) no es ya un momento, sino un estado interior permanente, en el que se ha
dado un cambio fundamental en las actitudes y los valores frente a la vida. En palabras originales,
siguen diversos puntos de vista sobre esta cuestión:
Frances Vaughan sostiene que “[a]unque las experiencias espirituales son temporales, pueden
tener un efecto duradero, y pueden ayudarnos a tomar conciencia de una realidad de múltiples
dimensiones”60.
“No soy tan insensato como para equiparar lo que sucede bajo la influencia
de la mescalina o de cualquier otra droga [...] con la realización del fin último
y definitivo de la vida humana: la Iluminación, la Visión Beatífica. Yo me
limito a decir que la experiencia con la mescalina es lo que los teólogos
llaman una ‘gracia gratuita’ [...]. Ser arrancados de raíz de la percepción
ordinaria y ver durante unas horas sin tiempo el mundo exterior e interior, no
como aparece ante un animal obsesionado por la supervivencia, o a aun ser
humano obsesionado por palabras y nociones, sino como es percibido, directa
e incondicionalmente, por la Inteligencia Libre, es una experiencia de
inestimable valor para cualquiera y especialmente para el intelectual”61.
K. Ring sostiene que “aunque los psicodélicos, por sí mismos, no pueden suplantar al camino
espiritual, sí pueden precipitar un despertar espiritual, similar a la experiencia mística”62.
Nicholas Saunders entrevistó a varios religiosos sobre los enteógenos y el aprendizaje espiritual.
De entre ellos,
“El monje de Soto Zen también está de acuerdo en que las drogas como el
‘éxtasis’ pueden ayudar en la meditación [...]. La mayoría de sus estudiantes
había buscado sus enseñanzas después de haber tenido una experiencia
inducida por drogas [...].
El rabino tenía una opinión positiva sobre el uso de drogas por parte de los
jóvenes. ‘Las religiones tradicionales han perdido su habilidad para ofrecer
60. VAUGHAN, Frances, “Cultivating Connections”, primera ciberconferencia de la ATP (Association for
Transpersonal Psychology), 17 oct.-7 nov. 1999, Presenters Item 16: “Developing spiritual intelligence”, mensaje
nº 7.
61. HUXLEY, Aldous: Las puertas de la percepción. Barcelona: Pocket Edhasa, 1984, p. 70. (Edición original:
1954.)
58. RING, K.: “Paradise is paradise: reflections on psychedelic drugs, mystical experiences and the near-death
experience”. Journal of Near-Death Studies, 1988, vol. 6, nº 3, pp. 138-148.
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BORRADOR. El texto definitivo está publicado en Pablo Beneito (Ed.): Mujeres de Luz. La mística femenina, lo femenino
en la mística. Madrid: Trotta, 2001, pp. 201-221
Para David Lukoff, “las experiencias espirituales son efímeras. El siguiente paso es aprender una
práctica que ayude a profundizar en tu conexión espiritual”64.
Charles y Judy Tart entrevistaron a Shinzen Young, maestro de meditación vipassana que en su
juventud estuvo vinculado al movimiento hippy:
Judy Tart: “¿Les ves algún uso a los psicodélicos o a algún otro tipo de drogas
para el camino espiritual? [...]”
Shinzen Young: “[...] Fui adicto, durante más de una década, a algunas
sustancias que alteran la mente, así que hablo por experiencia. De hecho,
probablemente no habría empezado nunca con la meditación si en primer
lugar no hubiera fumado marihuana. Me hizo interesarme por las
posibilidades que ofrecían otros estados de conciencia. [...] Descubrí que sí,
podía aprender cosas. Pero el precio es que desarrollé una compulsión hacia
el uso de esas sustancias. Cualquier compulsividad es antitética con los fines
últimos de la práctica espiritual. [...] Así que, a pesar de que conseguí
conocimiento, motivación y energía para la práctica de la meditación, por otro
lado desarrollé algo que era, por definición, contrario a la finalidad de la
práctica meditativa. Por lo tanto, hay un peligro de que, si uno usa una
sustancia para aumentar el poder de su práctica espiritual, puede acabar
teniendo una necesidad, una dependencia, una compulsividad hacia la
sustancia.”
J.T.: “¿Dirías que los tipos de conocimientos y de experiencias que tuviste
con drogas eran, en alguna medida, los mismos que o parecidos a lo que
experimentaste cuando meditabas sin drogas?”
S.Y.: “Cualquier cosa que una droga te pueda ayudar a conseguir, la puedes
conseguir también sin ella”65.
63. SAUNDERS, Nicholas: “The agony and ecstasy of God's path”. The Guardian, 29 jul. 1995.
64. LUKOFF, David, en “Cultivating Connections”, 1ª ciberconferencia de la ATP (Association for Transpersonal
Psychology), 17 oct.-7 nov. 1999, Presenters Item 16: “Developing spiritual intelligence”, mensaje nº 12.
65. TART, Charles T.: Open mind, discriminating mind. Reflections on human possibilities. San Francisco: Harper
& Row, 1989, ., p. 306.
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Cuenta Ram Dass (Gordon Alpert) de su maestro: “[Maharaja-ji] dijo, preguntado por la LSD:
“Si estás en un lugar agradable, te encuentras tranquilo y si estás sintiendo mucha paz y tu mente
está dirigida a Dios, es útil.” Según Dass, Maharaja-ji
Para Huston Smith, “la química puede contribuir a la vida religiosa, pero solamente cuando [la
experiencia enteogénica] se da en un contexto de fe (lo que significa que el contexto refuerza la
convicción de que lo que revelan es verdadero)”69.
66. REV. YOUNG, Mike: If I could change your mind. Sermón pronunciado el 5 nov. 1995 en la First Unitarian
Church de Honolulu.
63. MC DERMOTT, John J. (Ed.): The writings of William James. A comprehensive edition. Chicago y Londres:
The University of Chicago Press, 1977. (Edición original: 1929.)
68. DASS, Ram (Richard Alpert): The only dance there is. Anchor Books, 1974, pp. 112-113.
69. SMITH, Huston: “Do drugs have religious import?” The Journal of Philosophy, 1 oct. 1964, vol. LXI, nº 18,
pp. 529-530.
70. Masters y Houston: The Varieties..., pp. 311-312.
71. “Proyecto LSD”, Foundation for Mind Research. Las conclusiones fueron publicadas por Jean Houston en el
artículo “Psycho-chemistry and the religious consciousness”. International Philosophical Quarterly, 1965, vol.
5, nº 3, pp. 397-413.)
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en la mística. Madrid: Trotta, 2001, pp. 201-221
una experiencia mística de tipo introvertido. [...] Parecerá [...] que es en los
casos en que hay una predisposición intelectual [hacia la experiencia mística],
una creencia en la validez de la experiencia mística y religiosa, y la necesaria
madurez y capacidad para someterse a tal experiencia, cuando se dan las
condiciones favorables al estado psicodélico-místico”72.
Por último –sin hacer referencia a los enteógenos, sino a la idolatría de los estados alterados de
conciencia–, el mensaje de los sufíes tiene aplicabilidad en este contexto: