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Jenny Ramírez

Introducción
Los adultos mayores se enfrentan en la última etapa de su vida a diferentes
pérdidas: su etapa laboral torna a su fin, dando paso a la etapa de jubilación;
personas como cónyuge o amigos y familiares fallecen y es testigo de cómo su salud
física se deteriora con el paso del tiempo. La etapa de la vejez se considera como
una difícil etapa para el afrontamiento de las consecuencias emocionales que puede
traer consigo, la pérdida de un ser querido. La muerte de un ser querido es un
acontecimiento que desencadena un cambio irreversible en la vida de la persona
objeto de duelo. Se producen reacciones físicas inesperadas, sentimientos y
pensamientos complicados y puede suceder que la persona no se sienta capaz o
fuerte o carezca de las herramientas necesarias para enfrentarse a la situación.

La pérdida de un amigo con quien compartió vivencias o el fallecimiento de su


cónyuge, puede desencadenar en el pensamiento recurrente de las muchas
pérdidas que ha experimentado el adulto mayor, durante toda su vida. En esta etapa
intenta interiorizar la idea de su propia muerte y la de sus seres queridos y cuando
sufre estas pérdidas, a nivel emocional y social, se ve afectado. Angustia, enfado,
tristeza, incertidumbre, soledad, pérdida de identidad y autoestima serán algunas
de las emociones que puede presentar la persona.
Proceso de muerte y duelo que puede experimentar un adulto
mayor
El duelo se puede definir como el estado de pensamiento, sentimiento y
actividad que se produce como consecuencia de la pérdida de una persona o cosa
amada asociándose a síntomas físicos y emocionales. En otras palabras, es una
reacción emocional que se da frente a una pérdida. Necesita un tiempo y un proceso
para volver al equilibrio normal que es lo que constituye el proceso de duelo.
El proceso de duelo se inicia inmediatamente después o en los meses siguientes a
la muerte de un ser querido. El período de tiempo o de duración varia de persona
en persona, no siempre el mismo, y varía dependiendo del grado de impacto en el
momento de la pérdida, por la personalidad del individuo, y por los recuerdo internos
y externos que se posean de la persona fallecida. Además de estar determinado por
la identidad y el rol de la persona fallecida, por la edad y sexo de la persona que
sufrió la pérdida, por las causas y circunstancias en que esta ocurrió, y por las
circunstancias sociales y psicológicas que afectan al sobreviviente.

Como todo proceso, el duelo cursa diferentes etapas. En general, todos coinciden
en que el duelo se desarrolla en cuatro etapas dinámicas, la primera etapa se
denomina de “Impacto”. Esta etapa se inicia cuando nos enfrentamos a la noticia de
la muerte. Puede prolongarse desde minutos, días y hasta seis meses. El anciano
se enfrenta a una realidad que no logra comprender y que capta toda su atención,
por lo que el consuelo no será bien recibido. Es el mismo quien debe verificar y
confrontar la realidad. Tampoco hay que sobreprotegerlo y no forzarlo a realizar
actividades que no quiere, ni tampoco hay que dejarlo en un reposo absoluto por un
tiempo prolongado. Por otro lado, experimenta sentimientos de pena y dolor,
incredulidad y confusión. También presenta trastornos del apetito por defecto o por
exceso, así como también nauseas e insomnio.
El duelo y la melancolía son reacciones frente a una pérdida. Ya que el duelo implica
un combate doloroso entre dos: por un lado, el que se resiste a abandonar sus
lugares de satisfacción, y por el otro el principio de realidad que insiste en la pérdida.
Es importante tener en cuenta que en esta etapa del desarrollo las reacciones del
duelo serán más sostenidas en el tiempo, esto debido a que el anciano tiene más
dificultades para adaptarse a los cambios. La pérdida es el tema predominante en
la vida emocional del anciano. Para el anciano la muerte no solo le pone término a
la vida, sino que ahora está más presente que nunca. El duelo en el anciano es
similar al del niño, debido a que en la longevidad se produce una vuelta a la
dependencia. Este impulso no solo se provoca cuando perdemos a la figura de
apego más importante en cualquier etapa de la vida, sino que es específico de los
seres humanos. Esto produce una disminución de la capacidad para el duelo. La
dependencia que presenta el anciano lo lleva a desarrollar conductas no patológicas
y adaptativas a la pérdida. También necesitan un sustituto que les brinde seguridad,
ya que la muerte de la persona querida amenaza esta seguridad. No obstante, en
otros casos, no parece haber un intento de búsqueda de sustituto, presentándose
conductas autodestructivas, en un aparente intento de reunión con la persona
perdida, sin mostrar signos de dolor por esta pérdida. El anciano en condición de
dependencia, parecería estar más preparado para su propia muerte que la del
objeto de su dependencia.

Causas que pueden llevar al adulto mayor a presentar


Anquilosamiento
La inmovilidad es un síndrome que deteriora de manera significativa la
calidad de vida de los adultos mayores. Obedece a diversas causas, que deben ser
siempre estudiadas a fin de hallar factores corregibles, y asimismo debe ser tratada
como un problema médico relevante en la atención del paciente mayor.

Las formas de presentación de este síndrome son variadas según la causa


subyacente. Existen pacientes que estando en condiciones de movilidad total caen
abruptamente en inmovilidad, como es el caso de aquellos que sufren accidentes
vasculares encefálicos o traumatismos incapacitantes. Otros muestran un deterioro
progresivo, ya sea desde una situación de movilidad total o parcial por alguna
enfermedad crónica, como es el caso de la osteoartrosis, las enfermedades
neoplásicas, la insuficiencia cardíaca y respiratoria o la enfermedad de Parkinson.
Algunos cursan con fenómenos episódicos que ceden totalmente, como en las
enfermedades autoinmunes o neuropatías, o episodios que van disminuyendo
progresivamente la capacidad motriz, como las caídas a repetición o las
hospitalizaciones frecuentes.

Las principales causas de inmovilidad en el adulto mayor son la falta de fuerza o


debilidad, la rigidez, el dolor, alteraciones del equilibrio y problemas psicológicos,
Además, con el paso de los años se producen una serie de cambios fisiológicos que
contribuyen a disminuir la movilidad.

El dolor, ya sea del hueso, articulaciones, o músculo, puede inmovilizar al paciente.


Aparte constituyen los problemas en los pies, ya que son extremadamente
frecuentes; el calzado inadecuado es causa frecuente de estas afecciones.

La alteración del equilibrio y el temor a las caídas son causas de inmovilidad muy
frecuentes. El desequilibrio puede ser el resultado de debilidad general, causas
neurológicas, ansiedad, hipotensión o hipotensión, así como drogas, y puede ocurrir
después de un prolongado reposo en cama.

Condiciones psicológicas, como ansiedad severa, depresión o catatonia pueden


producir o contribuir a la inmovilización. También es destacable que la condición de
postración puede tener algunos aspectos gananciales para ciertos pacientes, como
es el hecho de ser más atendidos y contar con apoyos económicos extras
Conclusión

La atención integral que requieren los adultos mayores desde punto de vista
fisiológico, socio-cultural, psico-educativo les permite llevar su viejez de manera
activa y saludable por su carácter funcional desde diferentes puntos de vista, ya que
mayoría de ellos están enfrentando por condiciones preocupantes por no acceder a
pensiones de vejez, no tiene una cobertura de salud adecuada y atención en otras
áreas que les brindan beneficios , en muchos casos, sufre discriminaciones en el
mercado laboral, en los servicios y en el trato cotidiano en sus comunidades y en
sus familias que directamente perjudica el mejoramiento de calidad de vida de ellos.

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