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Transiciones urbanas: transformaciones

culturales y nuevas relaciones con la


naturaleza y las comunidades en la ciudad

Compiladoras:

Soledad Granada
Catalina Quiroga
María Fernanda Másmela-Montes

Autores y autoras:

Alexandra Rivera
Doris Gallego Amaya
Esther Illán Marcos
Gabriel Duarte
Girlandrey Sandoval Acosta
Gloria Esperanza Robledo
Jhon Freddy Cardozo
John Alexander Ortegón Espinosa
Lina Paola Calderón Martínez
Marcela Rodríguez Urrego
María Fernanda Masmela-Montes
Ramzi Gheribi
Vanessa Corzo Mantilla
Wendy Nahyara Plazas Cañizales

Maestría en Paz, Ciudadanía y Desarrollo


Centro de educación para el Desarrollo
2021

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Contenido
Introducción: tareas conjuntas, construyendo transiciones desde la paz y las propuestas de
vivir y transformar las ciudades 3

Primera parte: Voces desde la academia comprometida y transformadora 21


Huertas comunitarias en Bogotá: Un horizonte para pensar otro mundo en tiempos de crisis 22
La televisión pública como constructor de identidad en Engativá, localidad décima de Bogotá 33
Relaciones entre lo humano y lo no humano, reconocimiento y comprensión de experiencias
socio – ambientales y psicológicas en relación a la naturaleza, en contextos rurales y urbanos
de Bogotá D.C. 53
La sistematicidad de los hechos de violencia y su relación con la desigualdad: La necesidad de
una ética del cuidado 70
La salud, un derecho humano y un límite de otros derechos. 76
Cultivando saberes para la convivencia: transiciones urbanas y nuevas relaciones con la
naturaleza en el barrio Paseito III de la localidad de San Cristóbal, Bogotá. 84
Fotografías del trabajo de barrio 92

Segunda parte: La experiencia y la producción de conocimientos locales 93


Reconexión: basura y pacas digestoras ¡Error! Marcador no definido.
Ciudad bolívar: territorio de sueños de grandeza 111
Habitar la ciudad desde las experiencias de agricultura urbana en la localidad de Ciudad
Bolívar: caso Red Agroecológica del Sur 126
Trueque solidario en Potosí, Ciudad Bolívar 131
Tanto de amor como de madera 141

Conclusiones generales: aprender de las transiciones en sus diferentes niveles 147

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Introducción: tareas conjuntas, construyendo transiciones desde la paz y las
propuestas de vivir y transformar las ciudades

Autoras: Soledad Granada, Alexandra Rivera, Catalina Quiroga y María Fernanda


Másmela-Montes

El pensamiento relacionado con las transiciones ha estado anclado a debates


ecologistas, culturalistas y espirituales. En ese sentido, lo que entendemos por
transiciones no es un debate que nace desde ejercicios académicos únicamente, sino que
emerge de una serie de actores sociales diversos. Partiendo de esta premisa, esta
publicación realizó un llamado para integrar a los debates relacionados con la transición,
voces locales que desde diferentes esquinas aportaran sus reflexiones sobre el momento
actual y las posibles soluciones a futuro. De esta forma el escrito busca fortalecer las
reflexiones académicas relacionadas con estos procesos de transformación cotidiana,
intelectual y política en Bogotá.

Así, esta publicación tiene como finalidad presentar una serie de trabajos nacidos
desde diferentes actores (académicos y sociales, o la mezcla de las dos voces) sobre el
tema de las transiciones y las formas diversas de vivir en la ciudad y relacionarnos con la
naturaleza. En ese sentido, la publicación está integrada por voces diversas y varias
propuestas situadas que emergen de procesos de acción colectiva en pro de construir
espacios de paz. Dicha diversidad nos permite posicionar la idea de que no estamos
hablando de una definición única de la transición, sino que nos posicionamos en los
Discursos sobre la Transición -DsT-, todo esto siguiendo la propuesta de Escobar
(Escobar, 2007).

Las comprensiones sobre la transición se basan en una serie de discursos que


nacen de una reflexión sobre los efectos socioambientales del capitalismo como un
sistema depredador de varias esferas de la vida. Las transiciones se posicionan como una
respuesta a una economía totalizante y unificadora de las formas locales de producción y
relación con la naturaleza. Es importante mencionar que, algunos de estos discursos sobre
transición, especialmente en Latinoamérica, han surgido en contra de la comprensión
hegemónica del desarrollo que supone la construcción de un “otro” que requiere seguir
una serie de pasos lograr un objetivo único y específico, determinista (Esteva 1996).

En este marco, entendiendo las transiciones como propuestas de transformación y


construcción diversa de los territorios desde una lectura local de las condiciones de vida,
en diferentes lugares del globo han nacido iniciativas que promueven la transición del
modelo capitalista y neoliberal a otros que atiendan a la satisfacción de las necesidades
particulares de las comunidades. Es importante resaltar que no existe un único modelo de
la transición, y allí radica la riqueza de este libro.

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La transición, así, implica una reflexión sobre las condiciones de vida actuales y
una forma de imaginar el futuro. Mezzara (2007) menciona que “el problema de la
transición resurge en cada momento histórico cuando las condiciones de la traducción
tienen que ser establecidas de nuevo” (2007: 4). En ese sentido, pensando en nuevas
traducciones, pero también en nuevas construcciones, nacen iniciativas desde diversos
lugares que realizan una lectura sobre la crisis ambiental, -y también la crisis sanitaria
desatada por la pandemia-, sobre las formas de explotaciones de la naturaleza -modelos
extractivos-, pero también sobre las imposiciones de formas de vida urbanizadas del
paradigma modernizante y civilizatorio del desarrollo "como lo hemos conocido".

Arturo Escobar menciona que “Dicho surgimiento es un reflejo tanto del


constante empeoramiento de las condiciones ecológicas, sociales y culturales del planeta,
como de la incapacidad de las instituciones políticas y del conocimiento de imaginar
maneras para salir de estas condiciones críticas” (Escobar, 2015: 219)

Bajo estas comprensiones generales y sobre la base de pensar las formas de


resistencia locales, esta publicación tiene como objetivo reunir diversas reflexiones y
experiencias de transiciones urbanas, escritas por sus protagonistas. La idea de la
publicación es ofrecer un compilado de participaciones y reflexiones que, nacidas desde
la reflexión de la vida cotidiana y la vida académica comprometida con la transformación
de las realidades, puedan ser utilizadas como una base de reflexión teórica y práctica
sobre la construcción de transiciones urbanas. La publicación, también, abrirá espacio a
la escritura de reflexiones académicas y políticas sobre el tema.

La publicación pertenece a un trabajo continuo de más de dos años de


investigación titulado: “Bogotá una ciudad en transición: experiencias comunitarias de
paz y más allá del desarrollo”. Esta investigación está integrada por investigadoras del
grupo de investigación de la Maestría en Paz, Desarrollo y Ciudadanía adscrita a la
rectoría virtual y a distancia de Uniminuto, llamado: Paz, Ciudadanía y Desarrollo.
Además, la publicación cuenta con el apoyo en la co-investigación del Centro de
Educación para el Desarrollo de la sede principal de Uniminuto. El grupo de
investigación que avala el resultado en este segundo caso es: “Centro de Educación para
el Desarrollo”. Los dos grupos de investigación, bajo un proceso de trabajo conjunto, han
venido coordinando trabajo de investigación para pensar formas diversas de generar
conocimiento académico que atiendan a las formas locales de entender y pensar la
ciudad, en este caso particular la propuesta se basa en pensar las sinergias entre las
transiciones urbanas y los espacios de construcción de paz.

Es importante mencionar que este libro, además, constituye un resultado de


investigación, en tanto pone por escrito reflexiones que eran urgentes para pensar la
transición. En este marco, el libro se convierte en un escenario alternativo de discusión
ante la crisis sanitaria desatada por la pandemia, que ha agudizado varios fenómenos

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sociales, como la criminalización de las y los trabajadores informales, y así se han ido
profundizando las desigualdades estructurales ya existentes, como la pobreza que con
trapos rojos se hizo visible para muchos en el marco de esta nueva “normalidad”. Esto es
clave mencionarlo, dado que, la pandemia y los decretos de aislamiento obligatorio
impidieron la realización de trabajo de campo en la ciudad. En esta medida, esta
publicación es una alternativa para continuar con la discusión y destacar la producción de
conocimientos asociados con el tema, situados y localizados en los territorios de las
localidades de Bogotá. El diálogo con estos interlocutores vivenciales sobre lo que vamos
entendiendo por experiencias de transiciones al post-desarrollo urbanas, nos permite
también como académicas posicionarnos en un lugar crítico de los discursos que estamos
produciendo sobre al indagar sobre la ciudad en transición. En resumen, el libro nace de
la necesidad de repensar formas de continuar investigación, incluso en momentos críticos
para los movimientos sociales y las apuestas cotidianas de transición.

Si bien entendemos que el tema de las transiciones no se reduce a una situación


particular, como la desatada por la pandemia, si consideramos que el aislamiento y
distanciamiento físico han afectado las formas locales de reproducción de la vida
representando un punto de inflexión de las dinámicas sociales en general y, en ese
sentido, la reflexión sobre ese eje será central para entender, pero también para justificar
la importancia de esta publicación conjunta. El libro, en ese sentido, es una apuesta por
generar una reflexión situada de las transiciones al post-desarrollo y brindar algunos
elementos generales para su compresión. Como se mencionó, este tema es central en
procesos de reflexión conjunta y de construcción de futuro. Para cada una de las personas
que participan en este espacio de discusión escrito, las transiciones han implicado
transformar las relaciones consigo mismos y la naturaleza, generar otras formas de
construcción comunitaria y posibilitar espacios de construcción de paz, entendida desde
un sentido amplio como el proceso de emancipación de toda violencia.

Así, queremos insistir en la idea de que las transiciones se gestan y se producen en


el marco de un proceso de transformación de las relaciones sociales y las relaciones con
la naturaleza y el espacio. Además, queremos destacar que, para el equipo de
investigación, las transiciones constituyen una posibilidad de traducción cultural
alternativo de las formas como se ha entendido la vida y las formas de reproducción de la
misma desde lo cotidiano y lo común.

Para profundizar en estas discusiones y poder brindar una mirada amplia a lo que
van a encontrar en el libro, esta introducción está dividida en tres grandes apartados. El
primero de ellos quiere destacar y diferenciar algunos elementos generales sobre lo que
ha implicado la situación actual en relación con las formas de pensar nuestro papel en la
transformación de un mundo en condiciones ambientales, sociales y culturales afectadas
por el desarrollo y, más recientemente un mundo afectado por la crisis sanitaria y de
salud pública desatada por la pandemia. El segundo apartado pondrá de manifiesto
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algunos de los ejes de análisis generales sobre las transiciones. Como apartado final se
mencionan los aportes de otras voces que integran este proceso de publicación.

Capitaloceno, antropoceno y COVID-19: una reflexión sobre las condiciones


que nos motivan a una posible transición

Para pensar en las transiciones, en los discursos de la transición, surgen varias


preguntas relacionadas con: ¿transitando hacia qué?, ¿cuál es la realidad que nos empuja
a transitar hacia otras formas de comprender el mundo? ¿cuáles son las fuerzas motoras
que mueven esa transición?, ¿donde se origina ese movimiento? Estas preguntas, aún sin
resolver, constituyen la necesidad de este apartado que tiene por objetivo repensar el
punto de partida, o las condiciones que han empujado a cientos de organizaciones
sociales, procesos comunitarios, sectores académicos y organizaciones de ciudadanos a
pensar en un futuro distinto.

Reconocemos por ejemplo que coexisten ideas diversas e incluso contradictorias de la


transición. Mientras quienes apoyan el paradigma actual y hegemónico del desarrollo
avanzan en un proceso de transición que se sustenta en la idea de escasez y competencia
por acaparar lo que llaman recursos naturales, y por esta vía contribuyendo a la
profundización de las desigualdades y de la destrucción de la vida. De otra parte, otras
formas de la transición se basan en la idea de recuperar la capacidad de renovabilidad de
la naturaleza y la transformación de las territorialidades de explotación por unas que
buscan armonizar las relaciones sociales y ecológicas. Es por esta razón que la pregunta
sobre hacia dónde van las transiciones debe ser pensada desde una reflexión situada y
compleja de la situación actual y sus antecedentes históricos, económicos, sociales y
ambientales. Entonces, es esencial comprender el momento en el que nos encontramos y
sobre el que queremos hacer una serie de modificaciones, de traducciones, para avanzar
en unas reflexiones situadas de la transición como posibilidad de transformación y
construcción de paz.

Así, es importante mencionar que a partir de los noventa se da un cambio


importante en los paradigmas mundiales que, a través del desarrollo que venía siendo
implementado a partir del final de la segunda guerra mundial. Estos cambios se
manifiestan por medio de cuatro factores de transformación: (i) el final de la Guerra Fría
con una victoria simbólica del capitalismo, (ii) el desmantelamiento del socialismo, en
paralelo con la imposición de las reglas del Consenso de Washington, (iii) el papel
adaptativo y creciente de China en la economía global, (iv) los reajustes en la geopolítica
mundial tras los ataques del 11 de septiembre del 2001, la invasión en Irak en el 2003 y la
creciente ocupación de Israel a Palestina con la complacencia de occidente, (v) la
resiliencia de las economías nacionales a las crisis financieras, en particular la crisis
moral que ha provocado el rescate de los bancos. Estos hechos, además, están atravesados
por condiciones políticas y de gobierno asociadas a la implementación de una grilla

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económica para la medición de la vida social, que puede enunciarse como neoliberalismo
(Foucault, 2007). Estos hitos además, han sido combustible para la ignición de
movimientos sociales que han ido produciendo masa crítica, y que sostienen su lucha con
más o menos intensidad de acuerdo a las posibilidades de resistencia en distintos lugares
del mundo.

Para el caso de Colombia, es importante mencionar que estos factores de


transformación son también el resultado de una serie de procesos precedentes que
atienden a formas de transformación de la vida que se han producido en el escenario de
pos-acuerdo con las FARC en Colombia. También, para Colombia y el conjunto de
países latinoamericanos, se han intensificado procesos asociados al extractivismo y a la
explotación de la naturaleza. Estos cuatro elementos enunciados nos dan un punto de
partida contemporáneo de viejos problemas mundiales asociados a sistemas coloniales,
neoliberales y patriarcales de entender el mundo.

En consecuencia, estos cambios en los paradigmas sociales, económicos, políticos


y ambientales han implicado una transformación en las relaciones sociales que sostenían
las formas de vivir y transitar por el mundo. Esto quiere decir que, tanto aspectos
particulares de la vida cotidiana (Federici, 2020), como procesos mundiales de gobierno y
manejo del Estado, como por ejemplo la gobernanza global de la paz bajo un paradigma
de construcción de Estados fuertes como construcción de paz, están hoy día atravesados
por marcos de políticas basadas en una lógica transaccional y mercantilista de la vida.
Todos estos procesos enunciados, además, profundizaron las desigualdades ambientales.
La crisis ambiental, entonces, se convirtió en parte central de las agendas políticas
nacionales y mundiales, y comenzamos a escuchar debates acerca del cambio climático.
Esto es correlato de la orientación que han tomado muchos movimientos sociales en el
siglo xxi, que han enmarcado sus luchas en el contexto del reconocimiento de la
naturaleza como un ser vivo y la importancia de protegerla, pues es la forma ulterior de
proteger la existencia misma de los seres humanos. Esto se evidencia tristemente en un
incremento paulatino del asesinato de lìderes ambientales en el mundo, y en particular en
Colombia, donde la lucha por la vida es la labor más riesgos a de ejercer.

En el marco de estas discusiones emergieron desde la academia diversas formas


de enunciar esta época y estas formas de vivir en el mundo. Desde la lógica del
Antropoceno, hasta el capitaloceno, fueron conceptos y formas de relatar la historia
actual. Estos conceptos emergieron con el fin de dar explicaciones generales a la
profundización de las desigualdades.

En 2000 surge el término de Antropoceno por Crutzen y Stoermer, para referirse a


los efectos transformadores de las actividades humanas en la tierra, como lo fueron los
cambios ocasionados por la máquina de vapor del siglo XVIII y el uso del carbón en el
aire, agua y rocas del planeta tierra (Crutzen y Stoermer, 2020). El concepto de

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Antropoceno tuvo una gran acogida en la academia y los discursos científicos,
específicamente en las Ciencias Sociales. El concepto de Antropoceno parte de la
premisa de que el mundo moderno se origina en Inglaterra con los albores del siglo XIX,
gracias a la fuerza del carbón y vapor impulsado por la humanidad, la Revolución
Industrial. En este sentido, la evidencia de una nueva era geológica producto de la
actividad de producción y consumo masivos de los humanos, con dos grandes
consecuencias que emergen de esta propuesta conceptual: el cambio atmosférico y
geológico y la crisis moral actual que se expresa en sus dimensiones sociocultural,
económica y política.

Han surgido diversas contrapropuestas a este concepto, algunas de ellas,


desarrolladas por Moore (2015) mencionan que: “el Antropoceno contribuye a una
historia fácil. Fácil porque no desafía las desigualdades naturalizadas, la alienación ni la
violencia inscritas en las relaciones estratégicas de poder y producción de la modernidad”
(Moore, 2015, p.202). El Antropoceno, siguiendo con Moore, parte únicamente del
planteamiento de profundizar la dualidad entre la empresa humana y las grandes fuerzas
de la naturaleza. Harraway, por su parte, critica el concepto mencionando que el
Antropoceno no es una respuesta lineal de la influencia humana industrial sobre la
naturaleza, ella menciona:

“Estos tiempos llamados Antropoceno son tiempos de multiespecies, incluida la humana,


de urgencias: de gran masa de muerte y extinción; de desastres en curso, cuyas
especificidades impredecibles son absurdamente tomadas como desconocimiento; de
rehusarse a conocer y cultivar la capacidad de respuesta; de rehusarse a estar presente en
una catástrofe violenta; de una mirada sin precedentes” (Haraway, 2016, p.39).

En resumen, algunas críticas a este concepto asumen que centrar el análisis en el


humano obvia otras relaciones generales que se producen en esta forma de entender el
mundo y que están mediadas por relaciones de poder. Así, la crítica radica que desde el
Antropoceno la naturaleza opera dentro y a través de los cuerpos humanos, debido a que
la actividad humana produce cambios en la biosfera.

Desde esta perspectiva, el discurso del Antropoceno termina siendo problemático


por su conceptualización estrecha del tiempo y restringida a lo humano sin entender
diversas dimensiones de su actuar en relación con los no-humanos. Como consecuencia, a
falta de una concepción relacional de la técnica, el pensamiento verde termina por
confundir la Revolución Industrial con la modernidad. La visión del capitalismo como
agente externo y no interno de la vida, termina por reducir la naturaleza, llamándola
recurso, a una sustancia que la humanidad puede controlar, al tener el poder de protegerla
o destruirla.

Por su parte, conceptos como capitaloceno avanzan sobre una mirada de las
relaciones de poder, y de las afectaciones que las mismas han producido en las relaciones

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entre humanos y naturaleza. El capitaloceno, así lleva a cambiar el foco de atención sobre
las consecuencias de la humanidad moderna en relación con la naturaleza, basadas en las
formas como el capitalismo, que han venido cooptando las formas de vida y las
posibilidades de transformación de la misma. al respecto Moore, menciona:

“Las relaciones concretas del capitalismo temprano -coproducidas en la trama de la vida,


transformaron el carbón en trabajo/energía no remunerado, y el trabajo/energía no
remunerado en capital. (…) Por su relevancia histórica se entiende mejor a través de una
visión relacional, y no sustancialista de la materialidad; una visión en la que los flujos de
recursos, los circuitos del capital y la lucha de clases y Estados forman un todo
dialéctico” (Moore, 2015, p.213).

Así, la propuesta de Antropoceno se transforma y emergen las propuestas


ancladas a la comprensión del capitaloceno como punto de partida y como realidad que
requiere ser traducida. El concepto de capitaloceno asume que hay un todo relacionado, -
sistémico-, que produce una serie de afectaciones medioambientales, sociales, culturales
y políticas, entre otras, que traducen un mundo en dónde se piensa a través de la grilla
mercantil de comprensión de las relaciones sociales y que termina por profundizar las
desigualdades estructurales.

El concepto de capitaloceno, así, profundiza en la idea que el sistema mismo, que


tiene raíces coloniales y patriarcales de las formas como nos relacionamos, se traduce en
formas muy particulares de mediar las relaciones desde una mirada mercantil. La apuesta
del concepto de capitaloceno nace de la necesidad de descentralizar la lectura de la crisis
a través del análisis de una sola dimensión y entender que la crisis está anclada a formas
muy particulares de producir un mundo mediado por el capital financiero.

Entonces, asumiendo el concepto de capitaloceno como una manera de entender


la situación actual, la misma situación que empuja a la emergencia de las transiciones, la
crisis ambiental de las últimas décadas, y la ahora crisis sanitaria y social relacionada con
la pandemia por el COVID-19, han demostrado que el tiempo y la naturaleza no son
ilimitadas bajo un modelo de producción basado en la explotación para la acumulación y
la competencia alrededor de la idea de la escasez. Son estos momentos de crisis donde el
modelo de desarrollo capitalista, extractivista y depredador de las formas de vida tanto
humanas como no, comienza a desmoronarse; y surgen otros paradigmas que reconocen,
por ejemplo, el carácter renovable de la naturaleza (de sus bienes) y la necesidad de una
armonización de nuestra existencia social y ecológica.

Para Kay (2000) los paradigmas clásicos dualistas, como lo son el estructuralista
y el de la modernización, han puesto el foco en comprender el subdesarrollo, en un marco
determinista, como una etapa o una fase “inicial” por la cual todas las naciones debían
pasar, que es la economía de subsistencia, para llegar a su etapa “final” de desarrollo, que
está caracterizada por la producción y el consumo en masa (Rostow, 1960); ambos,

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organizan al mundo en términos de centro y periferia, de los libres y los no libres como el
manifiesto no-comunista de Rostow, donde la categoría de desarrollo es un agente clave
modernizador capaz de “civilizar” no sólo modos de producción, sino también modificar
las estructuras sociales buscando eliminar y negar lo ancestral, lo irracional, y sobre todo
el sentido de lo común con el individualismo. Consideramos que es justamente esta
mentalidad la que no nos permite avanzar en una reflexión sobre la vida cotidiana y los
procesos de cuidado de la casa común que emanan de las propuestas de transición que
emergen desde el ámbito urbano.

“Llegamos a una colina, y nos parece que esa colina es la mercantilización de la


vida (...) no es otra cosa que algo que se obtiene, que se usa y que se desecha,
simplemente enajena, aleja a cada uno del otro” (Tasat y Bonfim, 2015, pág. 11) Esta cita
habla de una forma de asumir las relaciones entre humanos y naturaleza. Esa forma de
pensar permite se constituye una serie de hegemonías totalizadoras del saber, pues ésta
pone en tela de juicio el concepto de lo tradicional y la producción de conocimiento
desde otras esquinas del saber. Sin embargo, nuestra propuesta para pensar los espacios
de transición busca avanzar en una reflexión sobre una concepción de sistema, de
interconexión o de red. Por ejemplo, de sistema-mundo a sistema-planeta. Consideramos
que esta nueva forma de pensar las relaciones sociales con la naturaleza, más allá de una
mirada mercantil de ésta, es un proceso que está siendo demandado por un nuevo campo
de conocimiento que propone nuevas complejidades en el marco del saber-hacer, en, y
desde el Sur.

En ese sentido, las devastadoras consecuencias de la pandemia por el COVID-19


han demostrado la necesidad de pensarse otras formas de vida y de construir lo
comunitario, Žižek (2020) refiere que, ante tal amenaza global, las pequeñas diferencias
se vuelven insignificantes, pues en este momento todos están trabajando por encontrar
una solución en el aquí y en el ahora. Para el autor en mención, las formas de superar la
crisis del capital y la crisis sanitaria parecen plantear que lo más importante no son las
personas muriendo, sino que el virus perturba el “buen” funcionamiento del mercado
mundial. En esta misma lógica, para algunos autores esta pandemia trasciende el ámbito
médico para convertirse en un fenómeno social y cultural de gran envergadura y con una
multiplicidad tanto de puntos de observación como de implicaciones en contexto.

Con relación a los autores, y por nombrar algunos pocos, Raúl Zibechi y Slavoj
Žižek exponen dicho fenómeno entendiendolo como las posibles aperturas a un nuevo
orden mundial, que ya Max-Neef predecía en 1994 en su manifiesto Dearrollo a Escala
Humana (una respuesta al Consenso de Washington), es de Nuevo Orden Económico
Mundial se evidencia como la propagación de ideologías permiten la posibilidad de “una
sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se
actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global” (Žižek, 2020, pág
22). Dichas premisas brindan la oportunidad de ver el fenómeno no sólo como una crisis
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y/o emergencia sanitaria sino como una oportunidad para el establecimiento de nuevas
nociones, estrategias y posturas en la economía mundial teniendo en cuenta la transición
que nace de la vida cotidiana.

Todo esto nos permite vislumbrar los postulados ecocéntricos de Enrique Leff,
con los cuales nos invita a “explorar con nueva luz las relaciones de poder que se
entretejen entre los mundos de vida de las personas y el mundo globalizado”, (Leff. 2006.
pág. 22). Constituyéndose ésta en una propuesta a implementar para la superación no
solo económica sino epistémica, de toda está perturbación y/o desestabilización
proveniente de la emergencia social y sanitaria desatada por la pandemia del COVID-19,
pero también de la crisis desatada por la grilla mercantil del capitalismo en nuestras vidas
cotidianas y nuestros procesos sociales.

Ejes de análisis sobre las transiciones: varias formas de pensar las transiciones en
Bogotá

Para iniciar con el debate sobre las transiciones en la ciudad de Bogotá, queremos
proponer tres ejes de análisis que se abordan tanto en los trabajos que integran la
publicación como en el objetivo general de la investigación de la cual nace este interés de
publicación. El primer eje tiene que ver con formas de construcción de comunidad, el
segundo se refiere a las relaciones entre humanos y naturaleza y el tercero tiene que ver
con todas formas de producción y consumo posible. Estos ejes pueden ser un insumo en
la discusión académica sobre la problemática y nacen de una serie de reflexiones situadas
de las experiencias de investigación de nosotras como autoras en la ciudad de Bogotá. En
este sentido, una vez aclarado el punto de inflexión en el apartado anterior, este apartado
busca enunciar algunas de las posibles intencionalidades de los procesos de transición
que integran este texto, pero además de las reflexiones como autoras e investigadoras
hemos tenido a lo largo del proceso de investigación.

En ese sentido, este apartado nace de la intención de avanzar en una definición de


las transiciones situada, y en relación con las discusiones actuales en la ciudad. Esto
quiere decir, que entendemos las transiciones como posibilidades de acción que, en busca
de unas transformaciones de las formas de pensar y reproducir la vida cotidiana,
transforman las formas como la gente se relaciona y produce espacios comunitarios y sus
relaciones con la naturaleza.

En resumen, en un contexto de crisis contemporánea, del que hablamos en el


anterior apartado, caracterizado desde el concepto de capitaloceno e incluyendo la crisis
sanitaria desatada por la COVID-19, surgen los discursos de la transición, que pueden ser
planteados como un ámbito académico-político emergente. Actualmente, los DsT
(discursos de la transición), en donde nos ubicamos para pensar las reflexiones de este
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libro, no pueden ser situados desde una teoría general. Estos discursos deben implicar
procesos epistemológicos-interculturales e inter-epistémicos. Es importante mencionar
que la transición contiene ontologías múltiples, pasando del mundo moderno, pensado
como universo, al pluriverso, que no tiene pre-existentes universales. Este último,
permite la relación entre una multiplicidad de mundos con una base compartida de
entendimiento ecológico y político (Escobar, 2011).

Acá es importante destacar que muchos de estos discursos de la transición parten


de una crítica posestructuralista al desarrollo como modelo económico, social y político.
Así, entender que la idea del post-desarrollo es clave para entender los ejes de transición
que queremos destacar en este libro. El post-desarrollo surge en 1990, basado en ideas
postestructuralistas con el fin de cuestionar y socavar los conocimientos y lenguajes del
desarrollo. Su objetivo era desenmascarar las intenciones y consecuencias del discurso
desarrollista, que no liberaba a la gente, sino que era más un proyecto homogeneizador.
La lógica del desarrollo así terminaría por despojar a las personas de sus culturas, tierras
y trabajo, con sus falsas promesas de un futuro inalcanzable. Los investigadores post
desarrollistas exhiben la ausencia y los silencios del desarrollo, a la vez que exponen la
violencia y la pérdida que se vinculan a los procesos de cambio. “Los teóricos del
postdesarrollo comienzan sugiriendo que el desarrollo no es inevitable, ni es
necesariamente deseable, en cambio es un proyecto y enfoque económico y político nace
durante un momento geopolítico particular, que ha crecido hasta convertirse en un
concepto organizativo global” (McGregor, 2009, p, 1689).

Una propuesta constructiva del postdesarrollo es el compromiso crítico con el


desarrollo, por medio de las alternativas al desarrollo. Su enfoque consiste en la
perspectiva local, bajo la suposición de que las propuestas alternativas deben nacer desde
las comunidades y organizaciones comunitarias. Es justamente, bajo la idea de buscar
estas alternativas que este libro cobra sentido. El propósito del desarrollo alternativo es
entonces, ver los problemas del desarrollo convertirlos en metodológicos, para mejorar
los enfoques y procedimientos institucionales, alentando técnicas de base y participación
(McGregor, 2009). Sin embargo, el post-desarrollo le apunta también a la transformación
epistemológica, entendiendo que no es un problema solo de la práctica, sino que está
enterrado muy profundamente en sus lógicas patriarcales, racistas, sexistas y clasistas, y
enfocado en la eficiencia y la productividad más que en la eficacia el bienestar.

Es importante mencionar que, dentro del postdesarrollo están surgiendo nuevas


posibilidades que representan nuevos imaginarios alternativos para trazar el futuro. Estos
enfoques dejan el fatalismo para rescatar tonos de esperanza y posibilidad. Hay un
enfoque que explora las oportunidades dentro de las industrias desarrollistas, en vez de
cerrarse a ellas. El ideal no es negar el desarrollo o rechazarlo, tampoco preocuparse por
(re)definir desarrollo, sino determinar qué es Post, hacia dónde se transita, si es que existe

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ese horizonte común. Así, los discursos de la transición, pero también los teóricos
anclados a las alternativas al desarrollo enfatizan en comprender los estudios locales
sobre las iniciativas genéricas a escala global.

Todo esto deja una metamorfosis del postdesarrollo, que busca oportunidades y
posibilidades contemporáneas, las cuales surgen de la deconstrucción postestructuralista
de las normas y el lenguaje del desarrollo. El futuro del postdesarrollo “dependerá de qué
tan bien los investigadores puedan aprovechar las oportunidades que se brindan a través
de esta deconstrucción y contribuir de manera útil a las luchas de las personas para
mejorar sus vidas” (McGregor, 2009, p, 1699).

Teniendo esto en mente, y antes de avanzar con los tres ejes desarrollados en el
libro, es importante mencionar que en el marco de estos discursos que nacen como una
crítica al desarrollo, la discusión sobre las transiciones energéticas ha sido claves para
entender las propuestas locales de transición particulares. Las discusiones sobre la
transición energética han tenido un gran alcance tras las preocupaciones del cambio
climático a nivel global. El modelo energético basado en la quema de combustibles
fósiles ha dejado consecuencias nefastas en el planeta, gracias al incremento de Gases
Efecto Invernadero (GEI). Sin embargo, las preocupaciones de transición energética se
originaron hace décadas desde movimientos y organizaciones sociales y ambientales,
ante la crisis de oferta que se dio en los setenta, cuando occidente se vio restringido ante
la decisión de los países árabes miembros de la OPEP, de no exportar petróleo a países
que apoyaban a Israel en la guerra contra Siria y Egipto.

En este marco, la humanidad se encuentra en la tercera transición energética por


la inestabilidad ambiental generada por intereses económicos de grandes industrias
fósiles que buscan el crecimiento de sus utilidades, en complicidad con la falta de
voluntad política de casi todos los gobiernos del mundo, incluyendo aquellos de corte
socialista, mientras el planeta se calienta y es destruido. Ahora bien, la energía es
destinada en su mayoría para abastecer la minería, industrias de extracción y textiles,
refinación de petróleo e ingenios azucareros, la industria aeronáutica, y la misma
producción de energía eléctrica. Es paradójico que en este momento de la modernidad
Alemania, por ejemplo, produzca gran parte de su energía eléctrica quemando carbón,
carbón que en su mayoría es importado de Colombia con origen en el Cerrejón (en La
Guajira). Es decir, la mayor parte de la energía es destinada a planes de expansión
extractivista y económica. Además, el abastecimiento energético crea dependencia y
vulneración de la soberanía, en el sentido que “hay una fuerte necesidad de contar con
fuentes suficientes de carbón, gas y petróleo para que los negocios alrededor del mundo
funcionen” (Villamizar, 2016, p. 5).

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Ante esta situación, y desde el marco de los discursos sobre la transición, emergen
una serie de preocupaciones que avanzan sobre la necesidad de transitar hacia nuevas
matrices energéticas que nazcan de conocimientos locales y relaciones con la naturaleza
diversas, que nos ayuden a transformar el conflicto socioambiental que sustenta el
modelo de desarrollo. Villamizar comenta:

“Se hace necesario resaltar que la discusión del modelo energético desde la perspectiva
de los procesos sociales no se origina de la discusión climática. (…) Sin embargo, los
procesos sociales en las regiones, y en las ciudades vienen desde hace décadas
denunciando la violación de derechos humanos y ambientales que se presenta en el
avance de las industrias extractivas (…)” (Villamizar, 2016, p. 9).

Otro de los puntos de vista que nace sobre el tema desde el movimiento social se
desarrolla en el Comunicado de organizaciones por la Transición y Soberanía Energética.
Este comunicado expresa la voluntad de iniciar un proceso de transición energética, que
sea capaz de asegurar la soberanía de los pueblos y detenga la quema de fósiles. En
oposición al actual modelo social de muerte, la transición de enfocarse en la
sostenibilidad de la vida y no en la mercantilización de la naturaleza, y los humanos
como parte de ella. Es fundamental, transitar hacia una producción de energía centrada en
las personas y la naturaleza, y no en la acumulación de capital. También, la declaración
de la Tercera Conferencia sobre Energía, Ambiente y Trabajo argumenta que la clase
trabajadora representa graves riesgos y amenazas para la paz, las libertades, los derechos
y la democracia.

Como respuesta a esto se proponen tres (3) componentes necesarios para la


transición energética: (i) Democratización de la energía: La energía debe ser
fundamentada como un derecho para toda la población, debe ser un servicio público. Por
ende, lo primero que debe hacerse es acabar con la pobreza energética. Para luego ganar
y recuperar la soberanía sobre los bienes comunes. (ii) La Energía como bien Común:
Esto es cuestionar la privatización del sector energético, buscando el rescate de la
participación ciudadana y los mecanismos democráticos en la sociedad. (iii) Transición
Justa: Esta transición debe ser desde el encuentro de muchos escenarios heterogéneos,
pero construyendo acuerdos mínimos. “Se trata entonces de discutir cuales deben ser los
parámetros generales. Para el movimiento sindical el punto de partida es que la transición
debe promover el trabajo decente y asegurar los derechos laborales y sociales con la
opción por el diálogo social efectivo” (Villamizar, 2016, p. 37).

Este ejemplo y discusión sobre transición energética es clave para entender los
tres ejes propuesto, pero también para conocer el estado de avance del proceso de
discusión sobre las transiciones. La transición energética nos presenta uno de los
discursos que ha tenido mayor trabajo comunitario y trabajo global desde lo local, glocal.
Sin embargo, y con el fin de complementar y seguir trabajando sobre estas ideas, dentro

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de esta introducción queremos destacar tres formas de tránsito que nacen de la reflexión
de la vida en Bogotá y de la lectura de los aportes a este libro:

● Transitar hacia otras formas de relacionamiento y producción de


comunidad

Para poder generar una transición social y ambiental sustentable, es necesario


garantizar que el resultado sea el fortalecimiento de las formas locales de la reproducción
de la vida. La reproducción y el cuidado de la vida implica varios aspectos que son
centrales en la construcción comunitaria. Consideramos que, dentro de este libro, el
fortalecimiento comunitario es una ruta posible para generar espacios posibles para la
transición. En este sentido entendemos la comunidad como un espacio abierto a las
tensiones y las transformaciones, como parte fundamental del proceso de transición
misma, y de sus miembros. Este espacio a su vez, es potencialmente un espacio seguro de
diálogo sobre los conflictos y de construcción común del futuro posible sin violencia. Las
transiciones, en todo caso, responden a procesos conjuntos que comienzan a repensar
formas diversas de traducir el momento en el que viven y desarrollan sus iniciativas.

En este mismo registro integramos los debates relacionados con el Desarrollo a


Escala Humana. Esto dado que consideramos que estos debates son centrales para
entender las alternativas al desarrollo desde procesos que articular escenarios de
participación y permiten la discusión entre diferentes experiencias. Es decir,
consideramos vital integrar las propuestas del desarrollo a Escala humana, en tanto nos
permiten centrar un foco en las formas como lo comunitario cobra sentido y se genera
desde la discusión y el debate construyendo paz y produciendo otras relaciones con la
naturaleza.

● Transitar hacia otras formas de entender y vivir con la naturaleza en la


ciudad

A pesar del incremento de la crisis ambiental, consideramos que los grupos


sociales no han dejado de actuar por la lucha contra los hidrocarburos en el subsuelo u
otro tipo de problemáticas asociadas con las relaciones entre los humanos y la naturaleza.
De hecho pareciera que a medida que nos adentramos en el siglo, los diversos
movimientos sociales alrededor del mundo, tienden a integrar interseccionalmente la
lucha por la defensa de la naturaleza; entendiendo que es el origen de todo y todxs, y que
es el territorio donde las luchas convergen. Estos procesos de repensar estas relaciones se
hacen por medio de la implementación de enfoques culturales que se oponen al

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extractivismo, como la agricultura campesina o la agroecología para enfriar el planeta, o
las acciones que entienden a la energía como un bien común en la búsqueda de
construcción de proyectos de vida. Es pertinente salir de la transición capitalista con sus
agresivas prácticas de extracción, en megaproyectos que buscan el exterminio de la
naturaleza, en la búsqueda de acumular más ganancias y en contraposición es importante
avanzar sobre la reflexión de una forma diversa de relacionarnos con la naturaleza.

Para tener una adecuada transición ambiental es fundamental comprender que el


modelo de habitar el sistema económico y político es el que tiene en riesgo la vida no
humana y humana. Además, es imprescindible apreciar la energía como un bien común
que se relaciona con los ambientes ecológicos. Ahora bien, es necesario que el acceso a la
energía se vea regulado por las comunidades descentralizadas de producción, por medio
de proyectos democráticos, teniendo como base la soberanía energética, alimentaria, la
justicia climática y la justicia hídrica.

● Transitar a otras economías, y otras formas intercambio, producción y


consumo

Finalmente, el último eje en el que queremos trabajar, o por lo menos mencionar,


tiene que ver con la transición hacia economías otras, o ecoSimias (Quijano, 2016), que
impliquen otras formas de producción y consumo. Queremos destacar este último eje en
la medida que la ciudad, se presenta como el epítome de la modernidad y el desarrollo,
entendiendo como el lugar del consumo masivo y de la producción industrial. La ciudad
no se ha pensado en relación con la producción de alimentos, ha estado expuesta a ser
entendida como un lugar donde los ciudadanos son libres porque pueden consumir toda la
oferta posible del mercado. La invisible relación de explotación de lo urbano sobre lo
rural se origina en la práctica de acumulación por desposesión, o desterritorialización que
define Gudynas (2005), el abandono de los campesinos de sus tierras por supuestos
atractores económicos en la ciudad (empleos y oferta institucional), o forzados por la
violencia, los empujó a convertirse en trabajadores industriales, quien no tiene tierra está
destinado a convertirse en un trabajador explotado por el capital. La fábrica y los barrios
obreros son símbolo de la modernidad. El repensarse entonces las relaciones que otras
formas de producción generan social y ambientalmente, hace necesario que las y los
ciudadanos adoptemos estilos de vida que integren patrones de consumo conscientes de
su huella ambiental, y moral, entendiendo la relación de las formas de producción
industriales y los conflictos socioambientales. Idealmente, la orientación del cambio, de
lo que vamos entendiendo por post-desarrollo, debería estar mediada por una relación
entre producción y consumo en formas diversas de construcción comunitaria y de
relaciones con las naturalezas.

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Sobre el Libro

El libro está dividido en dos grandes apartes que parten de los lugares de
enunciación de los textos. Es importante mencionar que al ser un texto pensado para
destacar voces locales, no todas las contribuciones son de carácter académico. El texto
cuenta con aportes que van desde investigadores con experiencia, aportes de estudiantes e
investigadores en formación y aportes de discusión desde las organizaciones sociales de
base. Para darle un orden al texto, el libro se divide en dos partes, una primera parte que
se enuncia desde la academia y el trabajo de investigación, y una segunda parte que
integra reflexiones situadas desde la experiencia.

Las dos partes del libro no están necesariamente separadas, invitamos a los
lectores a que, sin ningún orden, puedan reconocer los aportes realizados desde las dos
miradas, miradas que se complementan, se traslapan y se enriquecen en la medida que
transcurre el texto.

Primera parte: voces desde la academia comprometida y transformadora

El texto inicia con el aporte de titulado: Huertas comunitarias en Bogotá: Un


horizonte para pensar otro mundo en tiempos de crisis. Este escrito desarrollado por John
Ortegón y María Fernanda Másmela tiene por objetivo mencionar como las huertas
comunitarias en Bogotá, se han convertido en una propuesta para pensar las crisis, no
solo la actual pandemia desatada por el COVID-19; sino que es una forma de enunciar
cómo desde las huertas urbanas comunitarias las personas se movilizan para crear y
organizar agendas sociales más justas, justamente para la revisión de las condiciones
actuales de vida, llevándoles así al pensamiento de la transición. Por ello presentan dos
transiciones clave. Una transición que tiene que ver con las formas de relacionamiento
con la naturaleza, y la otra, con las formas de consumo huertero. El argumento central del
texto es las huertas como lugares de transiciones de modo que se propone una mirada
reflexiva a la transición de la producción y el consumo, en particular respecto a la
alimentación. Esto hace que la transición sea un proceso de carácter político, y no un
simple cambio de rutina comunitaria. De la misma manera, propone dar una mirada a la
transición desde el relacionamiento con el espacio común y público, lo cual involucra
luchas y resistencias específicas.

El segundo aporte es realizado por Gabriel Duarte. el argumento central del texto
gira alrededor de las reflexiones sobre la identidad como categoría que permite la
representación social desde aspectos como la pertenencia, la territorialidad o la
segmentación de las identidades, y que además permite la construcción de dicha
representación como mediadora en toda relación humana. El texto pretende encontrar
aquellos elementos que construyen la identidad para los habitantes de la localidad de
Engativá, representados en la discusión con ocho (8) líderes. el autor avanza en una

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reflexión sobre las transformaciones de la identidad que están mediadas por las relaciones
con medios de comunicación. Así, a través del ejemplo del programa de TV de Engativá
Humana, un audiovisual de 12 capítulos, el autor analiza los espacios de construcción de
la identidad de los engativeños. Este texto aporta a la discusión una mirada crítica sobre
las transformaciones territoriales e identitarias en procesos de transición.

El tercer aporte que nace del proceso académico es la reflexión realizada por Jhon
Cardozo, titulada: Relaciones entre lo humano y lo no humano, reconocimiento y
comprensión de experiencias socio – ambientales y psicológicas en relación a la
naturaleza, en contextos rurales y urbanos de Bogotá D.C. Este texto tiene por objetivo
presentar algunas reflexiones en relación a las formas de abordar las relaciones entre
humanos y no-humanos, en el marco del trabajo con huertas, desde el punto de vista de la
psicología. El texto argumenta que es necesario transformar las formas como entendemos
las relaciones con la naturaleza para transitar hacia otras formas de entender y promover
los espacios de intervención dentro de la psicología.

Como cuarto aporte para esta discusión académica de las transiciones, pero
también de las situaciones y los contextos que nos llevan a pensar la transición, está el
texto titulado: La sistematicidad de los hechos de violencia y su relación con la
desigualdad: La necesidad de una ética del cuidado. Este texto tiene por objetivo
identificar cómo los hechos de violencia que se han presentado en el territorio de Ciudad
Bolívar tienen una estrecha relación con aquella sistematicidad histórica de la violencia
en el territorio colombiano. Incluyendo a su vez la influencia que generan grupos
poblacionales y comunidades que hacen parte de él, como lo es el Centro comunitario
Jesús maestro. El argumento central es, mostrar cómo a partir de la compresión de
aquellas tipologías de violencia y mediante la implementación de la ética del cuidado se
pueden crear nuevas visiones del territorio, mediante el fortalecimiento del tejido social.

El quinto aporte es titulado: La salud un derecho humano y un límite de otros


derechos. El texto tiene como objetivo mostrar cómo la salud es un derecho humano que
puede potenciar, pero otras veces limitar otros derechos humanos y para ello utiliza la
actual pandemia desatada por el COVID-19. El argumento central está orientado a dar a
entender que hay algunos derechos humanos que no puedan garantizarse de forma
completa, sino que se ven limitados por otros, y cómo por ejemplo la lógica de
mercantilización de la salud, que es derecho y bien público, pero que las orientaciones
políticas bajo preceptos neoliberales lo ha vuelto un negocio lucrativo para los provados
que prestan este servicio (derecho).

Cerramos la primera parte del libro con una contribución que integra las voces
académicas y relacionadas con las organizaciones sociales. El texto titulado: Cultivando
saberes para la convivencia: transiciones urbanas y nuevas relaciones con la naturaleza
en el barrio Paseito III de la localidad de San Cristóbal, Bogotá. Este texto tiene por

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objetivo presentar las reflexiones producto una investigación acción del trabajo
comunitario entre la Fundación Proyectar Sin Fronteras, la UNIMINUTO S.P y la
comunidad del barrio Paseito III. Esto tenía el fin de proporcionar a las y los vecinos del
sector, herramientas para trabajar la agricultura urbana ecológica de manera colectiva,
activando iniciativas de economía social y alternativa para el mejoramiento de la calidad
de vida y el desarrollo local. Además, este texto incluye un ensayo fotográfico dirigido
por la investigadora Girlandrey Sandoval Acosta, y realizado por el grupo de estudiantes
del curso Desarrollo Social Contemporáneo (2020-1) Paola Gómez, Camila Tique y
Daniela Caro con el apoyo de la comunidad de Paseito III, Moralba y Molinos de
Cafam. El argumento central del trabajo de investigación-acción es que estas iniciativas e
intervenciones comunitarias permiten otras formas de relacionamiento con la naturaleza
circundante y cómo se generan nuevas propuestas de paz que promueven valores de
solidaridad y ayuda mutua entre vecinos, adultos, jóvenes, niños/as. Algunas de las
reflexiones giran en torno a nuevos relacionamientos con la naturaleza circundante, en
perspectiva intergeneracional, que promueva valores de solidaridad y ayuda mutua entre
vecinos adultos, jóvenes y niños/as.

Segunda parte: la experiencia y la producción de conocimientos locales


Esta segunda parte se abre con un texto desarrollado por Marcela Rodríguez,
titulado: Reconexión: basura y pacas digestoras. El texto tiene por objetivo abordar dos
asuntos: el primero, como la paca interpela la noción misma de basura y su lugar en
nuestro ordenamiento cultural; el segundo, a partir de reflexiones de Byung-Chul Han
(2020), la reintroducción que esta posibilita en la vida cotidiana de formas de
comunicación que la velocidad e instrumentalidad de la vida moderna han ido
adormeciendo. El argumento central de este texto explica el cómo las pacas digestoras se
configuran como un espacio que fortalece la cohesión social y se configura como actos
políticos al generar poder colectivo y transformador para el fortalecimiento de la
ciudadanía y aportan a la apropiación y el cuidado territorial. Es importante mencionar
que la autora hace parte de la red de acción que avanza en este proceso de instalar pacas
digestoras en Bogotá, pero además, hace parte de un ejercicio de reflexión académico de
la Universidad Pedagógica Nacional.

El segundo texto es realizado por Wendy Plazas y está titulado: Ciudad Bolívar:
territorio de sueño de grandeza. Este texto tiene por objetivo presentar la experiencia
desarrollada en la Práctica en Responsabilidad Social (PRS, en adelante) en el Centro de
Educación para el Desarrollo en la localidad de Ciudad Bolívar de la Capital. Esta
experiencia se enmarca en una de las modalidades de la PRS que corresponde al trabajo
de investigación autónoma. En ese sentido, la investigación tuvo como objetivo mostrar
la importancia de las organizaciones sociales y los líderes y lideresas en Ciudad Bolívar
para la transformación del territorio. La autora argumenta desde una reflexión resultante
de la acción cotidiana, el cómo existen liderazgos que impulsan y promueven espacios de

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transformación de la zona. El argumento central de la reflexión es que han sido las
comunidades a través de la autogestión y las personas de la comunidad las que han alzado
su voz para transformar la situación de abandono y el olvido estatal para potenciar los
niveles, culturales, ambientales, educativos, económicos y políticos.

El tercer texto de esta parte está titulado: Habitar la ciudad desde las experiencias
de agricultura urbana en la localidad de Ciudad Bolívar: caso Red Agroecológica del
Sur. Este texto tiene corresponde a una reflexión situada y tiene por objetivo mencionar
la importancia de la Red Agroecológica del Sur para “fortalecer y promover procesos
agroecológicos comunitarios a través de la articulación y posicionamiento de acciones
colectivas con técnicas y modelos alternativos, rescatando y divulgando saberes
tradicionales/populares, científicos, con el fin de defender el territorio y la soberanía
alimentaria” El argumento central es que la Red, ha propiciado el diálogo no solo en la
localidad, sino entre otras localidades ya que ha formado un tejido que entrelaza
esfuerzos y luchas.

El cuarto texto que integra esta segunda parte es una reflexión sobre el trueque
solidario en Potosí, Ciudad Bolívar. El texto tiene por objetivo presentar una reflexión
situada sobre el proceso de práctica profesional en Trabajo Social en Potosí, Ciudad
Bolívar, frente al tema del trueque solidario como una estrategia que surge en el tiempo
pandemia desatada por el COVID-19, y que tenía por objetivo inicial solventar una
necesidad escolar. De allí, el argumento central de la autora es que el trueque se ha
venido configurando como una forma de construcción de tejido social y ciudadanía, ya
que activó redes de apoyo y además se contrapone con formas de economía de mercado
insertadas en el capitalismo.

Cerramos el libro y la sección con un texto, titulado: Tanto de amor como de


madera, que corresponde a una reflexión situada en Villavicencio. Tiene por objetivo
manifestar de forma casi cuentera, poética o narrativa el impacto ambiental, social y
cultural que ha generado y sigue generando la construcción de la doble calzada
Villavicencio-Yopal. En ese sentido el argumento central está dirigido al público, a los
lectores y es poder sensibilizar con la forma del ejercicio escritural, a las personas que
lean este texto que muchas veces las comunidades, aunque estén organizadas y defiendan
sus territorios los intereses privados y capitalistas favorecen las elites colombianas.

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