Está en la página 1de 18
ONERONIAGION GENERACIONAL Estudio psicoanalitico Luis Kancyper 1, ANGUSTIA Y PODER EN LA. CONFRONTACION GENERACIONAL, En el individuo que erece, su desasimiento de la autoridad parental es una de las operaciones mas necesarias, pero también mds dolorosas del desarro- Uo. Es absolutamente necesario que se cumpla, y es Ucito suponer que todo hombre devenido normal lo ha Hevado a cabo en cierta medida. Més todavia: el pro- _greso de la sociedad descansa, todo él, en esa opo- ‘sicién entre ambas generaciones. 8. Furup, La novela familiar de los neuréticos La confrontacion generacional es un punto nodal en el que confluyen las cuestiones més importantes y diversas; se trata, en realidad, de un tema complejo en todas las etapas de la vida -y fundamentalmente durante la fase de la adolescencia— para la adquisicién y la plasmacién de la identidad individual y social, cuyo estudio arroja mucha luz sobre nuestro acontecer animico. El desasimiento de la autoridad parental y fraternal es ‘una operacién necesaria pero también angustiante del de- sarrollo humano, y puede ser denegado cuando en el. vincu- lo entre padres e hijos prevalecen relaciones de objeto de tipo narcisista y/o pigmaliénico, en las cuales el otro no es considerado diferente ni separado. En estos vinculos, la 15 alteridad y la mismidad quedan total 0 parcialmente des- mentidas con el objeto de garantizar la omnipotencia y la inmortalidad de los progenitores y la cohesién del medio familiar. Precisamente es a falta de ese otro discriminadolo que deniega el enfrentamiento y la confirmacién intergenera- cionales, ya que nadie puede confrontarse con el otro in ab- sentia et in effigie. EROS Y ANANKE. SUS RELACIONES CON LA ANGUSTIA Y EL PODER Asi Eros y Ananké pasaron a ser también los pro- genitores de la cultura humana, Furvp, El malestar en la cultura, 1930 La confrontacién generacional representa una de las vias principales para estudiar de qué manera las relacio- nes de poder “fabrican” sujetos e instauran una multipli- cidad de técnicas de constriccién reversibles, que se apli- can asimétricamente y en dos direcciones: desde los padres hacia el hijo y desde éste hacia los progenitores. Una de estas técnicas estarfa representada por el uso y el abuso del Eros, que sofoca el espacio discriminado del otro me- diante un solapado manejo de poder-seduccién; otra seria ejercer el poder-sumisién para rellenar toda carencia, toda, falta, todo apremio objetivo [Ananké] en los hijos, lo que impediria que manifestasen el odio y la agresividad. Fl odio y la agresividad son dos emociones y mociones funda- mentales que posibilitan la admisién del objeto como exterior a uno, y que operan, ademas, como condicién nece- saria para que se instale una tensién entre los opuestos, y asise despliegue el movimiento dialéetico de la diserimina- cién y la oposicién entre las generaciones. Hay padres que no facilitan la manifestacién de los sen- timientos hostiles de los hijos al intentar ahorrarles los sinsabores de la vida. 16 Esta excesiva presencia, esta generosidad incondicional les posibilita el ejercicio de un control omnipotente sobre sus criaturas. Son los padres “hacedores”, que_se afanan pigmalié- nicamente en moldear a los hijos como si fueran meras Galateas en las manos de un escultor, y se presentan ante ellos y ante si mismos como una fuente permanente de amor purificador y abundancia inagotable. Para ello deben negar la presencia del odio, de la ambi- valencia y de la falta, y también la frustraci6n, la privacién y la castracién que imperan en los vinculos humanos y en ‘el mundo, tanto exterior como interior, de cada sujeto.! Estos “padres hacedores” se autoimponen la misién de montary, ala vez, proveer asus hijosdeun universo exento de angustias y responsabilidades; intentan, en definitiva, materializar la creacién artificial de un mundo careciente de conflictos. La denegacién de Ananké (el apremio exterior, la ne- cesidad objetiva) narcisiza la educacién de los hijos. Freud sefiala la existencia de dos tipos patégenos de educacién: la severidad excesiva y el consentimiento: El padre desmedidamente blando e indulgente ocasionaré en el nifio la formacién de un supery6 hipersevero, porque ese ni- fio, bajo la impresin del amor que recibe, no tiene otra salida para su agresién que volverla hacia adentro. En el nifio desam- parado, edueado sin amor, falta la tensién del yo y el supery6, y toda su agresién puede dirigirse hacia afuera. Por lo tanto, ci se preseinde de un factor constitucional que cabe admitir, es licito afirmar que la conciencia moral severa es 1, Lacan propuso distinguir Ia frustracién, la privacién y la castra- cin, Segxin Green (1962): “En virtud de la frustracién hay algo que no ge realiza, en virtud de la privacién hay algo que falta, en virtud de la castracion hay algo que podria llegar a faltar”. 7 engendrada por la cooperaciGn de dos influjos vitales: la frustra- cin pulsional, que desencadena la agresién, y la experiencia de amor, que vuelve esa agresién hacia adentro y la transfiere al supery6 (1930, pag. 126). Tanto la educaci6n autoritaria como la permisiva ejer- cenun fuerte influjo sobre la formacién del superyé infantil. El adolescente requiere de la presencia y la permanencia de un otro no tinicamente como modelo, como objeto y como auxiliar, sino que también le permita~al situarse como un rival no inmortal y a través de la tensi6n entre los opues- tos-la confrontacién generacional en la realidad material, porque en la realidad psfquica “la conciencia moral nos vuelve a todos cobardes” (id., pag. 130). Que se oculte al joven el papel que la sexualidad cumpliré en su vida no es el tinico reproche que puede dirigirse a la educacion de hoy. Yerra ademas por no prepararlo para la agresién, cuyo objeto esta destinado a ser. Cuando lanza a los jévenes en medio de la vida con una orientacién psicolégica tan incorrecta, la educacién se comporta como si se dotara a los miembros de una expedicién al Polo de ropas de verano y mapas de los lagos de Italia septentrional (ibid.) Los padres excesivamente disponibles que intentan cubrir toda sensacién de falta y que ademas sofocan el odio necesario y la ambivalencia —intervienen durante el tra- bajo de la desligadura del objeto y su ulterior separacin a través de un suministro asfixiante de Eros- cancelan los limites espaciales entre el yo y el objeto amado, y gencran elaciones adictivas de objeto. En ciertos casos, la huida del hijo hacia la adiccién suele denunciar su fracaso en establecer un territorio espacial y temporal propio, secreto ¢ intimo, donde preservarse de los ofrecimientos trauma- ticos de los progenitores —en estos casos por exceso-, que rompen las barreras de los dispositivos protectores del yo. Elconcepto de territorio implica dos aspectos: el geogré- fico, similar al descrito por los etélogos, y el psiquico. 18 Encuantoal territorio espacial psiquico, el hijonecesita conquistar un lugar propio, sede de la independencia que atin no tiene pero que anhela encontrar, aunque siempre amenazado por la necesidad de dependencia. Ademés, re- quiere de la disponibilidad, la presencia y la permanencia de los espacios ps{quicos discriminados de sus otros sig- nificativos: padres o figuras adultas sustitutas, hermanos ypares, que le acilitenelcotejo generacional para construir Ja propia identidad. La precariedad de este territorio del adolescente, expre- sién del desequilibrio transitorio del reordenamientonarci- sista en esta etapa de multiples mutaciones, determina que el joven se sienta ficilmente invadido y necesite con- quistar y sostener un espacio privado e intimo en la rea- lidad material y psiquica, para poder confirmary reasegurar su fragil e incierto sentimiento de si. La confrontacién generacional se anula cuando la agre- sividad necesaria para lograr la desalienacién entre los espacios y los tiempos mentales parentales y filiales es excesiva 0 est sofocada. La desalienacién se halla condi- cionada, a la vez, por los efectos hipnotizadores de los valores materiales y econémicos inducidos por el éxtais consumista de nuestra sociedad posmoderna y acelerada. En ciertos casos, el conflicto generacional se manifiesta en un sintoma devastador: la adiccién. El término “adieci6n” designaba antiguamente la situa- cién del sujeto que se convierte en esclavo, al dar su cuerpo ‘como pago para saldar una deuda que no podia pagar de otro modo. La pasion de la esclavitud se esconde tras las maravillas dela adiccién, La droga se ofrece, por un lado, como escape y refugio para desafiar una realidad acechante, tanto in- terna como externa, Alberga en sf la vana y omnipotente esperanza de lograr una neoespacialidad, una neotem- poralidad y una neoafectividad. Muy bien lo describe Baudelaire: 19 El opio agranda lo que no tiene término, Io ilimitado alarga, profundiza los tiempos, ahonda la voluptuosidad ¥ de placeres negros y sombrios inunda el alma més allé de lo que es eapaz, (Les fleurs du mal, fragmento de “Le poison”, XLIX, Paris, Garnier Fréres, 1961) La droga se ofrece, ademas, como medio que da acceso una subcultura y a una neofamilia adoptiva. ADOLESCENCIA Y ANGUSTIA Eladolescente, para crecer y para llegar a ser él mismo, debe llevar a cabo la ruptura del espejo de la propia in- mortalidad y de la de sus padres (Garbarino, 1992); ade- més, necesita liberar su propia potencia de las amarras de 1a omnlpotencin y la idealizaci6n de las figuras paren- Recordemos que el término “adolescencia” proviene del latinadolescens, que significa “joven adulto”, participio ac- tivo de adolescere, “crecer”. Pero para crecer, el adolescente y sus padres deben transitar por los desfiladeros de un intrincado proceso, el de la desidealizacién -tanto en su forma gradual como paroxistica-, sin el cual no se accede a la diferenciacién entre las generaciones. La crisis dela adolescencia incluye al hijoy asus padres en un mismo tiempo y un mismo movimiento de turbu- lencia. Todos son atravesados por la resignificacién de la incertidumbre ocasionada por miiltiples angustias. La génesis de estas angustias esta siempre ligada al hecho de la amenaza de separacién, y por ello remite ala resignificacién retroactiva de diferentes pérdidas: 20 a) Pérdida de la madre en el nacimiento (primera sepa- racién). ) Pérdida del objeto de amor, angustia del nifio peque- fio frente a la ausencia de los padres. ©) Amenaza frente a la pérdida de una parte valorada del cuerpo: angustia de castracié 4) Pérdida del amor del superyé en la latencia, En tiltimo término, toda angustia remite a la angustia de muerte (diltima separacién), que pasa a ser entonces el hito fundamental en la génesis de la angustia. Estas angustias se resignifican de forma privilegiada durante la adolescencia, porque en esta fase la certeza es cuestionada, y los progenitores, otrora idealizados y omni- potentes, son ahora cuestionados por sus hijos cuestio- nadores; y los padres, angustiados por el desprendimiento del adolescente que se diferencia, suelen equiparar la renuncia al ideal de la certidumbre totalizadora a la de- rrota 0 la pérdida de la autoridad parental. ‘La amenaza del crecimiento del hijo conlleva situacio- nes de peligro para la economia libidinal de los progenito- res. Estos han de efectuar un intrineado trabajo de duelo referido a la necesidad de resignar un pasado, en el que ejerefan una relacién de poder omnimodo, por un presente de cuestionamientos, que plantea la homeostasis narcisis- ta en cada uno de ellos y en la dindmica familiar. La cultura suele poner el acento en la violencia que se desata durante el periodo de la adolescencia filial; pero frecuentemente esta violencia es una consecuencia del abuso de poder que ejercen los padres sobre el hijo. Poder y dominio que no estan preparados o dispuestos a depo- ner y, en estos casos, en lugar de instaurarse un desafio tréfico que permitiria el despliegue del combate genera- cional para promover la discriminacién a partir de la con- frontacién, se instala, en cambio—resentimientos y remor- dimientos mediante-, un desafio tanatico de provocacio- 21 nes reciprocas que interceptan el proceso de la indi- viduaci6n. La adiecién es una manifestacién elocuente del desafio tanatico; como sintoma, descubre y encubre el intento fallido para atajar el desarrollo de la angustia traumatica desorganizante y posibilita, ademés, la satisfaccion auto- Punitiva tanética en los hijos por albergar sentimientos de culpa sofocados contra sus padres sofocadores, La adiccién expresaria la formacién sustitutiva para tramitar una tension displacentera de la necesidad; se ofre- ce al mismo tiempo como un intento de huida frente a un peligro exterior o interior, y a la vez satisface masoquisti- camente una necesidad inconsciente de castigo. Ejemplo elinico Laura, abogada, de 28 afios, casada y madre de un hijo, Presenta severas perturbaciones en sus relaciones afecti- vas y profesionales. Sus vinculos son inestables, no tolera el disenso ni la més minima frustracién. Evita todo tipo de Tivalidad y se presenta ante si misma y ante los dems co- mo una “divina”: ella es puro amor y cordialidad. En una sesién relata: Yo vivt en una campana de cristal. Mamé hizo el gran esfuerzo y logré generar un dmbito, un microclima, un micromundo como un cultivo muy logrado para que todo estuviera perfecto y armonioso. Yo entiendo que fue un intento muy carifoso de brindar Jo mejor al otro. Pero si bien tiene aspectos buenos, tiene otros que no te hacen apto para vivir en la realidad. Yo no me siento en condiciones, ni tampoco mis herma- nos, para existir como un individuo adulto. Me siento inepta para el manejo de la plata, yo gasto y gasto, me compro cualquier cosa, me zarpo. Soy un desastre total. Tengo un ping pong en mi cabeza. No puedo parar de 22 ‘comprarme todo: tres pares de zapatos, cuatro polleras. Me sientogravemente perturbada para manejar mis emociones violentas, ‘Nome puedo bancar si alguien me dice algo; una critica oalguna observacién para mi se transforman en un desaire insoportable. ¥ cuando salis de ta campana de cristal, para dénde agarras? Si no hubo tun aprendizaje de la calle, de la rea~ lidad. ‘Mi mamé sigue siendo como una topadora con ruedas gigantes que viene para arreglar los caminos. Pero ahora me ahoga su excesiva bondad y su contundente control. Ella es la que dictamina eémo se debe hacer todo. Yo jamds tuve en mi adoleseencia momentos de choque con mis padres. Siempre todo era compatible de alguna manera. Frentea una dificultad se hacia un coneilio familiar. Yo siento que tengo que romper ese idilio con mis viejos, pero me siento mal sélo con esa idea. Aldenegar la Ananké, los padres ejercen una relacién de dominio omnimodo, a la ver. visible y oculto. El.status metapsicolégico del instinto de dominioes am- biguo en la obra de Freud. El dominio no puede ser consi- derado como la accién de una tendencia tinica, sino que corresponde a una formacién compleja dela relacién con el otro dentro de locual se ubica de forma precisa lainteraccion dialéctica (Eros-Ténatos). La finalidad de esta relacién es siempreel deseo del otroen lamedidaen que resulta funda- ajeno, y por su propia naturaleza elude cual- idad de ser capturado. Las organizaciones perversas y obsesivas representan dos modelos de este tipo. En la perversién, el deseo del otro es capturado a través dela seduccién;en laneurosisobsesiva, el deseosedestruye, en efecto, por una operacién de destruccidn (Dorey, 1986). 23 Foucault (1991) sefiala que “las relaciones de poder no obedecen a la sola forma de prohibicién y del castigo, sino que son multiformes” y nos advierte que uno de sus peli- gros, aun cuando esté al servicio de una causa justa, es que genera adiccién. Existen variadas formas del ejercicioy la aplicacion del poder. Sus efectos y contraefectos se presentan ya bajo la forma de control represivo, ya bajo la forma de control-se- ducci6n; y la consecuente agresién reactiva de los hijos puede llegar a ser reprimida o desmentida, o escindida y proyectada en un otro u otros. Finalmente, la denegada confrontacién generacional con los padres y los hermanos suele ser desplazada a la pareja y/o la sociedad. Volvamos nuevamente a Laura. Su necesaria e inevi- table confrontacién generacional habia sido denegada por sus padres de un modo muy elocuente, y sus propios sen- timientos hostiles hacia ellos habian sido sofocados y depositados en la persona de su marido, Juan, también abogado, de 35 afios, que debia cumplir el rol de ser un “embajador subversivo y tirabombas” para enfrentar, en. nombre de su indefensa y amorosa Galatea, alas autorida- des que Laura no podia aceptar. Lo que sigue es parte de una sesién: Es la primera vez en_mi vida que pude encarar a mi padre y me quedé con la sensacién de mucho alivio al romper con el dogma de no contradecirlo con mi enojo. ¥ no ‘me senti nada mal; porque cuando hay un poco de falta de armonia con papé me siento inedmoda. Siempre le creo una situacién para que él pueda desempenarse bien y salir de su ostracismo. Mis viejos son los que dicen que esta todo bien, y no esté todo bien. En mi casa, todo lo disonante se convierteen con- cierto; y me busqué una pareja que es y ha sido siempre un tirabombas. Juan es distinto, no tiene problemas para plantear cosas disonantes en casa. El los enfrenta todo el 24 tiempo; es como alguien totalmente subversivo, como al- guienque siempre traeel conflictoala superficie. Elle ponia una voz a una parte mia tan sofocada, y yo encontré en ella ‘mi vocero adecuado y no podia sin él. Me pregunto hasta qué punto yo le hacia jugar y hasta lo provocaba para que él actuara en la pelicula que yo no queria o no podia representar. Yo también a veces ermino denunciando cosas que él no dice, queél calla respecto a sus hermanos yasumamé. Hay como una especie de trampa mutua. La trampa era: yo ponerme loca, en vez de que Juan se engjara por ios desastres de su mamé, y después se terminaba enojando conmigo. Estoy segura de que en algtin lugar a Juan le ‘molesta muchisimo lo que hace o deja de hacer su mamé, entonces cuando yodigoalgoel motivo de broncaes conmigo .y yo termino sintiéndome remal y reculpable. [Pausa.] Si bien Juan funciona como una especie de represen- tante, deembajador mio ante mis padres, yo tengo una rela~ cién de manejo con él opuesta totalmente. Con él me engjo demasiado, con gritos, con escdndalos. El es lo opuestoa mi Papd y ami mamé, Con él pongo todo el excedente que me queda de la otra parte. Por cualquier minima legada tarde Je armo un escéndalo total, mientras que con mis padres todo lo puedo contemplar, jamas les reclamo nada y cuan- do ellos llegan tarde a mi casa, los saludo con carifio y les digo que Pablito esta triste porque sus abuelos se atrasaron en llegar. Analista: Y de esta manera evités nuevamente el en- frentamiento directo con ellos. ¥ lo intentés realizar a través de un rodeo, o a través de un otro que cumpla ese rol. Me lama la atencién que conmigo jamés te oponés ni tampoco te enojas. ¢Por eso seré que yo le cuento a Juan muchas cosas que ‘me pasan aqut en sesién o las cosas que me dicen mis padres 25 para que finalmente él se enoje y los encare a ellos, y yo termine enojéndome con él por su brutalidad, en lugar de poder yo misma enfrentarme a mis padres? En esta sesin, Laura toma insight del cardcter intru- sivo, inductivo y de manipulacién de la trampa mutua con Juan, que serfa la resultante de un complejo mecanis- mo de identificaciones proyectivas cruzadas que intervie- nen en la plasmacién del vinculo pigmaliénico en la pa- reja: Juan participa en las identificaciones proyectivas de Laura, y Laura, a su vez, se hace cargo de las de Juan (contra-identificacién). Las fantasias de depositacién de partes del yo en un objeto cumplen diversas funciones por explorar en cada caso; pero permiten particularmente crear un vinculo que posibilita la dramatizacién, en un espacio exterior, de una realidad psiquica limitada ~en casos extremos— a la as- fixia pulsional, afectiva y objetal. Las relaciones objetales, sometidas a la influencia de estos mecanismos, se caracterizan por la coerciGn, la se- duccién y la intimidacién. Tanto sujeto como objeto son transformados segiin el grado de patologia de cada uno, involueran al otro de modo que actiie como anclaje, como la otra cara de la moneda narcisista. Esimportantesefialar queen el vinculo pigmaliénico, la escisién y la proyeceién en forma cruzada de los aspectos organizados y discriminados de cada uno de losintegrantes dela pareja no producen confusién sino rigidez de atributos y de roles por cumplir, para asegurar ~a través de la ten- sién entre los opuestos— la dialéctica de una relacién de dominio, a diferencia de lo que acontece en el vinculo sim- bidtico, resultante de una identificacién proyectiva masiva de aspectos fragmentados que conducen a la confusién yla indiscriminacién en las dimensiones intrasubjetiva e in- tersubjetiva. Es decir que existen dos clases de vinculos narcisistas y 26 adictivos: en el pigmalionismo prevalecen los aspectos organizados, y en la simbiosis confusional, los aspectos fragmentados; en ambos se intenta cancelar 0 apaciguar la amenaza de la irrupeién de angustias intensas. Recordemos que Freud (1926, pag. 130) senala que “la angustia se presenta camo una reaccién frente ala ausencia del objeto”, y estos vinculos operan precisamente como una formacién defensiva, que cumple la funcién esencial de ocultar la carencia y de desmentir la diferencia que se descubre en el otro. El investimiento del otro se realiza no para reconocerlo como un sujeto deseante sino como un objeto antiangustia, permanente e incondicional. El objeto, visto desde esta perspectiva, aparece como aquello que viene a cubrir la brecha ocasionada por la pérdida original. Investir al otro como objeto, y no como sujeto, significa de manera concreta establecer una relacién directa, sin instancias intermedias y por tanto eminentemente reversible (Dorey, 1986). Se establece una continuidad donde se debe admitir la discontinuidad; y cada vez que el sujeto se ve amenaza- do por una experiencia evocadora del estado de desvali- miento recurre a instrumentar una relacién de poder para eliminar la singularidad del otro como sujeto discriminado y para reemplazarlo por un mero objeto dominado y dis- puesto a neutralizar toda separacién que resignifique si- tuaciones de angustia. Enestos vinculos adictivos se perpettia una situacién de extrema dependencia respecto del otro y, al borrar los limi tes precisos entre sus integrantes, se niega el principio basico de la alteridad, que opera como condicién fundante que posibilita el ejercicio de una auténtica confrontacién generacional. 27 ‘CONCEPTUALIZACION TEORICA Y CLINICA DE LA CONFRONTACION GENERACIONAL Podemos diferenciar distintos tipos de confrontacién generacional, segtin predomine, desde un punto de vista metapsicolégico, uno de los tipos de conflicto narcisista, pigmaliénico o edipico, ‘Ademis, estos diferentes tipos de lucha generacional requieren ser articulados con los efectos que provienen de los enfrentamientos y las rivalidades concernientes a la dindmica del complejo fraterno, Clinicamente, los sujetos pueden agruparse en tres categorias: a) los que son incapaces de confrontarse con los padres, y los hermanos; b) los que se perpetian en una interminable confronta- cidn a través de un desafio tandtico; ©) los que han superado el desafio tandtico y logrado arribar al desafio tréfico, cuyos efectos estructu- rantes, que provienen de la confrontacién edipica y fraterna, son necesarios para adquirir la identidad. La confrontacién generacional y fraterna salvaguarda la estructura de alteridad y reciprocidad; posibilita el de- sarrollo y el devenir de la vida subjetiva y preserva al sujeto de eventuales alienaciones. Para Piera Aulagnier, la alienacién es la alteracién 0 el desarreglo de las capacidades criticas y canflictivas de su pensamiento, sin que el sujeto se dé cuenta de la voluntad alienante de algtin otro. Osea que la alienacién es siempre Ja consecuencia de un hacer humano. Yo he sido educado por mi padre y por mis cuados para el uso exclusivo de ellos. Como integrante del grupo fa- miliar era valorado y tomado en cuenta, pero jamés logré una independencia econdmica. Todo era un engranaje. Era la sumisién total [pausa]. 28 Yo me senti desde siempre un esclavo util para la familia. Nunca me oponia, no se me ocurria la posibilidad de poder rebelarme; hoy admito que yo permitt que ellos invadieran mi terreno, mi privacidad, mi cielo, mi refugio. Estas son palabras textuales de Miguel, un analizante que a los 52 afios comefiz6 a cuestionar su compromiso alie- nante con el poder déspotico familiar, por el que habia pa- gado el elevado precio de la robotizacién de su persona. Miguel, alienado en la programacién identificatoria de sus padres y hermanas, habia sacrificado parte de sus pul- siones sexuales y agresivas al renunciara la defensa de sus derechos, para preservar la soberanfa del territorio de su identidad. Describiré.acontinuacién el conceptode pigmalionismo, y cudles son sus efectos desestructurantes que pueden llegar, en los casos extremos, mediante una intensa rela- cién de dominio, a transformar al hijoen mero autémata servil: el golem. PIGMALIONISMO Es la tarea més dificil que he emprendido en mi vida... que es tomar a un ser humano y transformarlo ‘en otro ser, ereando para él un nuevo modo de expre- ‘arse, Equivale a rellenar el abismo mds profundo que separa una de otras a las diferentes clases de la so- ciedad y a las diferentes almas. GB. Saw, Pigmation En “Una dificultad del psicoandlisis”, Freud (1917) se- fala que “al estado en que el yo retiene junto asia la libido Jo llamamos narcisismo, en memoria de la leyenda griega del joven Narciso, que se enamoré de su propia imagen especular”. Paralelamente podemos denominar “pigma- Tionismo” al estado en que la libido recae sobre el objeto 29 para ongendrarlo o moldearlo a partir de un modelo ideal. ‘Objeto que cautiva al mismo sujeto, porque éste permane- 0 finalmente enamorado de su propia creacién. Este nuevo acto psiquico confiere al creador una satis- faccion singular, pues se enlaza con un goce narcisista extraordinariamente elevado, en la medida en que -a tra- vés del rodeo del producto concebido por el hacedor— de- muestra al yo el cumplimiento de sus antiguos deseos de omnipotencia. Recordemos que la leyenda de Pigmalién conoce a dos personajes de este nombre, ambos de origen semita: unoes un rey de Tiro, hijo de Muto y hermano de Elisa; el otro es un rey de Chipre que se enamoré de una estatua de marfil que representaba a una mujer. A veces se decia que la habfa esculpido él mismo. A impulsos de su pasién, pidié a Afrodita, en ocasién de una fiesta de la diosa, que le con- cediese una esposa que se pareciera a la estatua. Cuando volvié a su hogar, vio que la estatua tenia vida. Se cas6 con ella, le dio el nombre de Galatea y tuvieron una hija lamada Pafo, Este mito ilustra el pasaje del narcisismo a un cierto grado de relacién de objeto. Pigmalién, a diferencia del mito de Narciso que se auto- satisface erdticamente, reconoce al otro en su alteridad, pero luego lo desmiente para configurar con él una relacién narcisista intersubjetiva. Ambos participan de una con- nivencia inconsciente entre los sistemas narcisista y edi- pico en juego, para alcanzar la materializacién de la fan- tasia de un neoengendro. Esta fantasia surge como un intento frustrado entre ambas partes de desmentir los origenes y recuperar la perfeccién y la omnipotencia perdidas de la infancia y, de esta manera, suturar los labios de las heridas narcisistas. La fantasia del neoengendro presupone y fundamenta la construccién de una neotemporalidad, como prueba de que ha desaparecido toda permanencia entre aquel que 30 uno fue y que uno invistié, y aquel en el que uno se convierte. La relacién vincular de Pigmalién y Galatea oscila entre el amor narcisista y el amor objetal, sin lograr sinoa medias la transformacién del primero en el segundo; finalmente es un producto de transaccién que se podria describir como narcisizacién del amor de objeto u objetalizacién del amor narcisista, La cosmovisién pigmaliénica En Totem y tabii, Freud menciona la historia del desa- rrollo de las tres cosmovisiones humanas para perseguir los diferentes destinos de la omnipotencia de los pensa- mientos a través de estos parraft Enel estado animista, el hombre se atribuye la omnipotencia a s{ mismo; en el religioso la ha cedido a los dioses, pero no renuncia seriamente a ella, pues se reserva, por medio de miultiples influjos, guiar la voluntad de los dioses de acuerdo con. sus propios deseos. En la cosmovisién cientifica ya no queda ‘espacio alguno para la omnipotencia del hombre, que se ha ‘eonfesado su pequefiez y se resigna a la muerte, asi como se somete a todas las otras necesidades naturales. Y ademas establece un paralelo entre la evolucién de los, sistemas de pensamiento y las etapas del desarrollo libi- dinal. Si nos estnviera permitida ver en la demostracién do la ‘omnipotencia de los pensamientos entre los primitivos un testi- monio del narcisismo, podriamos atrevernos a comparar los, estadios de desarrollo de la cosmovisién humana con las etapas del desarrollo libidinoso del individuo. Entonces, asien el tiempo ‘como por su contenido, la fase animista corresponderia al narci- ssismo, la religiosa a aquel grado del hallazgo de objeto que se caracteriza por la ligaz6n con los padres, y la fase cientifica tendria su pleno correspondiente en el estado de madurez del 31 individuo que ha renunciado al principio de placer y, bajo adap- tacién a la realidad, busca su objeto en el mundo exterior. ‘Séloen un Ambito, el del arte, se ha conservado la omnipoten- cia de los pensamientos también en nuestra cultura. En la cosmovisi6n pigmaliénica confluyen varios siste- mas explicativos de creencias pertenecientes a las cosmo- visiones animista y religiosa y, por lo tanto, operan distin- tos gradientes de omnipotencia que se manifiestan de mane-raelocuente en la dimensién de la intersubjetividad. Pigmalién, el hacedor, engendra desde un lugar omnis- ciente y omnipotente a su Galatea como un objeto, exenta, de atributos propios pero investida con misiones especifi- cas que debe cumplir, para confirmar que él es un creador admirable ¢ idolizable. Galatea intenta, ademas, por su parte y a partir de su posicién de impotencia y omnipotencia infantiles, fabricar aun Pigmalién todopoderoso para que, al contemplarse en 41, pueda participar de su grandeza y de este modo guiarla voluntad de su dios, para acceder a la materializacién de una vana esperanza: ser rescatada de sus origenes, reivin- dicar u olvidar su pasado, y permanecer finalmente dete- nidos ambos en un sistema de reciproca fascinacién. El pigmalionismo no es una etapa entre el narcisismo y €1 amor de objeto sino que representa una impasse en el pro- greso de la evolucién libidinal. Permanece a mitad de cami- no sobre una linea oblicua que lleva a una via aberrante en el pasaje de la libido narcisista al amor objetal. “Para la salud integral de la persona —sostiene Freud (1917) es esencial que la libido no pierda su plena movilidad.” En el pigmalionismo, la libido permanece como “iman- tada” en la connivencia narcisista, y no puede proseguir su pasaje hacia el amor de objeto. Las relaciones narcisistas y pigmalinicas entre padres e hijos desmienten la discriminacin objetal y ejercen una relacién de dominio que anula, desde el inicio, la funcién 32 estructurante que promueve el cotejo generacional para la conquista de la identidad. El golem El gélem (palabra hebrea que significa “masa informe”, “cuerposin pulir”, y que se aplica por extensién ala persona ignorante e inhébil) ¢s un ser fabricado artificialmente mediante formulas cabalisticas. Estas formulas han sido transmitidas al hombre, enescala menor, por el poder crea- dor divino por efecto de la combinacién y la permuta cidn de las letras del alfabeto hebreo que atesoran energia creadora; claro que persiste la incégnita acerca del tipo de existencia de este engendro nacido por via tan insdlita. Mientras unos sostienen que su existencia es plena (con cuerpo y alma), otros lo consideran un ser rudimentario, sin capacidad racional o afectiva. La creacién golémica nos revela al mismo tiempo los limites del proceso creador humano y la permanencia de los deseos pigmalidnicos entre padres e hijos. Empleo el término “pigmalionismo” para designar la relacién vincular que se traduce por fantasmas, en la que el sujeto (Pigmalién), ubicado en la posicién de hacedor, engendra aotrosujeto situadoen el mero lugar de objeto (el pigmalionizado), el gélem, para transformarloen una mera extensién de su propia persona, en su totalidad oen parte, con la posibilidad de poseerlo y controlarlo, y de ese modo validar su propio sentimiento de grandiosidad. Esta relacién vincular entre Pigmalién y el golem cons- tituye una afirmacién del ser humano, quiz torpee imper- fecto, divino o diabélico, pero en quien sobrevive siempre un rescoldo de la chispa originaria que, al crearlo, le trans- mitié algunos de sus atributos y anhelos. Recordemos que en el libro del Génesis, capitulo 7, se menciona: “Entonces Jehova Dios formé al hombre del pol- 33 vo de la tierra y soplé en su nariz.aliento de vida y fue el hombre un ser viviente”. En cambio, el golem representa, a diferencia dela crea- cién de Adan, a un ser humano no afectado por el soplo di- vino. Presenta los siguientes caracteres: a) no habla; b) carece de necesidades y deseos sexuales; ©) jamds se enferma, pues es inmune a los humores ma- lignos del cuerpo humano; 4) debe cumplir funciones especificas programadas; e) debe obedecer incondicionalmente a su creador. El gélem representaria a un objeto siempre dispuesto, dependiente, desamparado y todopoderoso, a la vez.queop- ta por la inmovilidad, esa forma letal del tiempo, para que Pigmalién, al contemplarse en él, recupere la evanescente inmortalidad y valide ademés su sentimiento de omnipo- tencia. También posee un efecto fascinador sobre su hace- dor, porque al ser investido como un objeto totalmente asimilable y capturable aparece como aquello que viene a cubrir la brecha ocasionada por la pérdida original. Investir al otro como un simple objeto y no como un sujeto con su propio deseo que marca decididamente su diferencia, y por lo tanto la alteridad, significa de manera concreta establecer una relacién directa con el otro, sin instancias intermedias, de cardcter especular y, por lo tanto, eminentemente reversible, que opera como una for- macién defensiva contra la angustia que ocasiona la pér- dida del objeto. Esta funcién de proteccién del golem garantiza la con- tinuidad, precisamente alli donde existe discontinuidad. El gélem operaria como un objeto ilusorio de certeza incondicional y maravilloso, cuya finalidad seria cerrar la hiancia, esa esquizia que separa la coincidencia del sujeto 384 consigo mismo o aquello que lo distancia de su doble, para neutralizar el sentimiento ominoso, la angustia de la in- certidumbre por la indefensién. Creacién del mito Kijak sostiene que‘el surgimiento del mito golémico revela, a semejanza de la estructura de los suefios, el ‘enmascaramiento de situaciones traumaticas. Aparece en momentos de graves crisis sociales y sobrelleva una misién salvadora. Elgélem de Praga fue creado por el rabino Judah Loew, entre 1520 1605 aproximadamente, en una época de gran hostilidad hacia los hebreos, fomentada especialmente por un monje llamado Tadeo. Este primer golem era recordado como un ser fuerte, corpulento y de aspecto no muy agra- dable. Tanto recrudecié la saiia persecutoria de Tadeo que fue menester una ayuda sobrenatural. Entonces el rabino Loew escuché en suefios una voz. que le ordenaba fabricar el gélem. Consult6 al Sefer Jetzirat (el libro de la creacién) y luego de penitencias purificadoras se dirigi6, en compaiiia de su hijoy de su yerno, alas orillas del rio Moldava, y alli form6 con barro arcilloso una figura humana. Pronuncié la fér- mula ritual, recité el versiculo del Génesis en el que se da vida a Adan y comprobé asombrado que la figura se ponia roja y adquirfa vida. Le ordené erguirse, lo vistié y lo bautizé con el nombre de José. Este gélem seria una criatura sin habla, que deberia obedecerle en todo. Regresé con él a su casa y dijo a su mujer que se habia encontrado con ese extranjero mudo y por compasién lo habfa levado para que lo ayudase en la sinagoga. Enrealidad, el gélem cumpliré su misi6n de frustrar las conspiraciones y conjuras contra los residentes del gueto de Praga. Asi, descubre a unos panaderos que intentaban 35 envenenar los panes dcimos y a unos malhechores que, por instigacién del infatigable monje Tadeo, habfan asesi- nado a un nifioe iban a depositar el cuerpo en la sinagoga para luego acusar a los judios de crimen ritual, cargo que se reitera en la tradicién antisemita en distintos tiempos y paises. Algunas de sus hazafias fueron més pintorescas, como lade provocar una inundacién porque se le habia ordenado acarrear agua del rio, o cuando se le envié a comprar man- zanas y cargéen su bolso a fruta junto con el vendedor. Sin embargo, estas anécdotas amenas insinuan ya la latente peligrosidad del gélem, El golem en la literatura ‘También en el arte sobrevive el gélem de Praga. E] poeta H. Leivick (1888-1962) introduce en su obra varias innovaciones en este tema. En una de las escenas, una figura velada, que podria ser el espiritudel golem, pide asu hacedor que no lo moldee, pues desea seguir siendo arcilla, y anuncia que traerd la muerte y la destrucci6n. Pero la llegada del terrible monje Tadeo hace que el rabino desoiga esta advertencia e infunda vida a su modelada arcilla. No puede evitar sentirse inundado de orgullo por su obra, Una novedad de este drama es que el gélem no es asexuadoni mudoni pasivo ni conformista. En un momento de célera amenaza al rahino y descarga un pufietazo con- tra la pared. Tampoco es insensible a la presencia de la nieta del rabino y se inunda de gozo cuando lo mira con piedad. El poema del gélem trasciende la lucha entre cris- tianos y judfos para centrarse en la psicologia profunda de las persecuciones religiosas. El g6lem acata las érdenes de su hacedor. Sin embargo, cuando éste le ofrece la libertad, la rechaza y prefiere volver a su naturaleza primitiva. Al destruirlo, el rabino queda pensando si é1 no ha sido real- 36 mente el esclavo de sucriatura, pues ésta ha ido adquirien- dolanecesidad de amor, de sufrimiento, el anhelo de poder, el temor a morir. Una reciente novela de Abraham Rothberg, La espada del gélem, agrega nuevos matices. El autor formula acu- ciantes preguntas: ghasta qué punto el rabino Loew ha obe- decido la voz de Dios o seguido los impulsos de su soberbia? Para qué hizo realmente el gélem? Este, una vez creado, no tarda en mostrar su eficacia. Deja maltrechos a unos estudiantes que pretendian incendiar la escuela judia. A un carnicero que lleva un nifio muerto a la sinagoga, le arranea de raiz un brazo. El golem en esta obra habla y ra- zona: * Yo te pedi ser, mi hacedor? —Ie dice a Judah Loew-. Me hubieses dejado en la oscuridad”. El rabino le responde que su destinoes ser un gélem y nadie escapa ala voluntad de Dios. Este golem de Rothberg es aparentemente agresivo. Cuando el rabino lo trata con afecto, responde con hosque- dad: “No seas amable, rabino, obligame, ordéname. No me hagas sentir humano”. Se enamora de una criada que de- sea casarse con él y no con su prometido oficial. En vano se le explica que no podré tener descendencia. Entonces, enfurecido, maldice al rabino, al pueblo judio y a Dios. El rabino empieza a preguntarse por la legitimidad de su creacién, si la maldad no estaria en el fondo de toda creacién humana. Cuando en una refriega, el golem, en un arrebato de ira por ver a su amada muerta, arremete contra cristianos y judios, el rabino debe detener a la muchedumbre que quiere destruirlo, Comprende entonces que el gélem debe morir y le pide perdén por la vida que le hha dado, Ruega a Dios por el gélem y por él mismo. Luego, de la palabra emet [verdad] inscrita en el pergamino de su frente sacé la letra “e” y qued6 met (muerte). El gélem palidecié y finalmente se deshizo mientras murmuraba: “No me olvides, recuérdame”. 37 El golem borgeano Los personajes de los cuentos de Borges ilustran la imposibilidad de romper las amarras de los pactos narci- sistas que subyacen a las relaciones pigmaliénicas, y permanecen, por lo tanto, en una crénica condena que perpetiia un destino de encierro dentro de un circuito tanatico de compulsién repetitiva. Este laberinto de Ni iso niega el acceso a la desidealizacién necesaria, que in- terviene durante el proceso de desidentificacion de los pro- yectos identificatorios que inexorablemente constituyen y alienan a todos los sujetos. En cambio, los protagonistas borgeanos permanecen cautivos en la especularidad y la inmortalidad, para los otros y con ellos. Los describe en el cuento “Las ruinas circulares” (1944) y en el poema “EI gélem” (1964), que representa a un autémata servil que ha sacrificado su sexualidad, su afectividad y su agresividad, Elgélem ‘Si (como el griego afirma en el Cratilo) El nombre es arquetipo de la rosa, En las letras de rosa est la rosa Y todo el Nilo en la palabra Nilo, ‘Y hecho en consonantes y vocales, Habra un terrible Nombre, que la esencia Cifre en letras y sflabas cabales. ‘A pesar de tan alta hechiceria ‘No aprendié a hablar el aprendiz. de hombre. ‘Sus ojos, menos de hombre que de perro Y harto menos de perro que de cosa, Segufan al rabf por la dudosa Penumbra de las piezas del encierro. Elevando a su Dios manos filiales, Las devociones de su Dios copiaba 38 , estupido y sonriente, se ahuecaba En c6ncavas zalemas orientales. Elrabilo miraba con ternura Y con algtin horror. {Cémo (se dijo) Pude engendrar este penoso hijo? Y la inaccién dejé, 2qué es la cordura? {Por qué di en agregar a la infinita Serie un simbolo més? {Por qué a la vana ‘Madeja que en lo eterno se devana, Di otra causa, otro efecto y otra cuita? En la hora de angustia y de luz vaga, En su gélem los ojos detenia éQuién nos diera las cosas que sentia Dios, al mirar a su rabino en Praga? El gélem expresaria el mito paradigmético del ciego acatamiento a la autoridad paterna, opuesto al mito de Si- sifo, que representarfa la rebelién permanente contra la 6- gica de los sistemas narcisistas y pigmaliénicos de los dio- ses-padres. Freud sostiene que el punto mAs espinoso del sistema nareisista, esa inmortalidad del yo que la fuerza de la rea- lidad asedia duramente, ha ganado la seguridad refugidn- dose en el nifio (Freud, Introduccién del narcisismo, 1914). Podemos colegir que, en el sistema pigmaliénico, su punto més espinoso estaria representado por el afin de omnipotencia que el hacedor intenta preservar al reflejar- se en su criatura, supuestamente por él engendrada como ‘inico creador, y asi recuperar sus imaginarios poderes de trascendencia, dominio y omnisciencia. En este sentido, el pigmalionismo se ubicaria en la direecién opuesta a la confrontacién generacional, que im- plica asumir la imposibilidad de eternizarse en el otro, ad- 39 mitir las limitaciones y las diferencias propias y ajenas, y resignar el deseo de lograr una perfecta coineidencia con el doble especular, bisexual, ideal e inmortal. El sistema pig- malignico se funda y se sostiene sobre una compleja serie de connivencias narcisistas. Los tres tiempos del pigmalionismo El cuento “Las ruinas circulares” de Borges, escrito en 1944, nos provee de un minucioso cuadro descriptivo de las fantasias, las angustias y los mecanismos de defensa que se despliegan en la dinémica de aquellas relaciones que han sido estructuradas predominantementea partir de un modelo de funcionamiento pigmaliénico. Ante todo, quisiera resaltar la universalidad y la muy frecuente por no decir constante~ aparicién de estas fantasias de fabricacién y de moldeado del otro en la con- ducta humana, en general, y en la relacién entre padres e hijos, en particular. Lo que varia son las motivaciones, que en cada caso o circunstancia generan ese deseo con el pro- fundo anhelo de materializarlo en la realidad. Ademés, este cuento pone de relieve los métodos y los medios de lucha que se despliegan en la relacién de domi- nio, en la dimensién de la intersubjetividad. La relacién padres-hijos se halla amenazada, y de forma més signifi- cativa durante el periodo de la adolescencia, por fuerzas destructivas brotadas de su propio seno, de su contradic- toria naturaleza en la que Eros y Tanatos se enlazan y confunden como dos hermanos siameses, convirtiéndose en monstruos bifrontes de un bestiario inhumano y despiadado. Este profundo malestar ataca y corroe el reconocimien- to de la alteridad y de la mismidad, y conduce a una degradacién creciente del funcionamiento del vineulo y de la estructura psiquica de cada uno de sus integrantes. Borges cuenta ali la historia de un hombre que quiere 40 inventar un hijo, y el horror con que descubre que él también fue inventado por un tercero. Al aprovechar un ambiente estilizadamente persa y la adoracién del fuego, Borges crea una suerte de fantasfa ‘arqueolégica que simulasu horror primordial ala paternidad que lo persigue desde la infancia (Rodriguez Monegal, 1981). ‘Los tres tiempos diferentes que operan durante la gé- nesis, el mantenimiento y el desenlace de esta particular dindmica son: a) primer tiempo o tiempo del hacedor; ) segundo tiempo o tiempo del control omnipotente sobre el objeto engendrado; ©) tercer tiempo o tiempo del fracaso del pigmalionismo. Tiempo del hacedor Este primer tiempo corresponde a la fase del engen- dramiento de un sujeto disefiado segin la programacién de los ideales de su hacedor. Este sujeto operard en un futuro como un simple objeto, que oscilard entre lo animado y lo inanimado y que deberé responder exactamente a las pro- yecciones de las partes escindidas negativas y/o positivas de Pigmalién. El cuento “Las ruinas cireulares” pone en evidencia los afanes pigmaliénicos de los seres humanos y sus efectos ta- naiticos, que obstaculizan desde el comienzo el derecho ina- lienable al disenso para preservar el propio espacio de las violentaciones del mundo exterior. Borges escribe: El propésito sobrenatural guiaba a un hombre que deseaba sofar a otro hombre con integridad minuciosa ¢ imponerlo a la realidad. Este proyecto magico habia agotado el espacio entero de su alma... Lo 506, caluroso, secreto, del grandor de un pufio cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano ain sin cara 41 ni sexo; con minucioso amor lo sofé durante catorce Iicidas noches. Cada noche, lo percibia con mayor evidencia. No lo tocaba: se limita a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. Lopercibfa, lovivia, desde muchas distancias y muchos angu- Jos. La noche catoreena roz6 la arteria pulmonar con el indice y luego todo el corazén, desde afuera y adentro. El examen lo satisfizo. Deliberadamente lo soié durante una noche: luego retomé el corazén, invoeé el nombre de un planeta y emprendié la visién de otro de los érganos principales. Antes de un afiollegé al esqueleto, a los parpados. El pelo innumerable fue tal vez 1a tarea més dificil. Son6 un hombre integro, un mancebo, pero éste no se incorporaba ni hablaba ni podria abrir los ojos. Noche tras noche, el hombre sofiaba dormido. En las cosmogonfas, los demiurgos amasan un Addn rojo que no logra ponerse de pie; tan inhébil, rudo y elemental comoese Adan de polvoerael Adan de suefio que las noches del mago habjan fabricado. Este Adan que ha sido concebido como exento de deseos propios permanece comoun gélemamereed del poder omnimodode Pigmalién, quien a la vez queda también habitado por la programa- cin identificatoria que é1 mismo habia disefiado: “ese proyecto magico habia agotado el espacio entero de su alma”. Enestarelaciénalienante-alienado, ambos permanecen expuestos a la fuerza destructiva que instrumenta su accién de muerte sobre los dos participantes; y, ademas, para sostener este sistema de fascinacién, el hacedor dicta mina una serie de imposiciones que componen el segundo tiempo del pigmalionismo. Tiempo del control omnipotente sobre el objeto engendrado “E] hijo que he engendrado me espera y no existird sino voy”, exclama con exultante soberbia el padre-dios; y gradualmente intenta dirigirlo “por control remoto” para acostumbrarlo a su realidad. Asi: 42 Una ver le ordené que embanderara una cumbre lejana. Al otro dia flameaba la bandera en la cumbre. Ensay6 otros expe- rimentos andlogos, cada vez més estaba listo para nacer -y tal ver impaciente-. Esa noche lo bes6 por primera vez y lo envié a ‘otro templo cuyos despojos blanqueabani rio abajo, a muchas le- ‘guas de inextricable selva y de ciénagas (para que no supiera nunea que era un fantasma, para que se creyera un hombre como los otros) le infundié el olvido total de sus afios de aprendizaje. Su vietoria y su paz quedaron empapadas de hastio. Este segundo tiempo, el del control omnipotente, tiene eneste cuento una corta duracién. Porque Borges nos pre- senta a un hacedor que posee una capacidad de reflexién y de culpabilidad singular, a diferencia de otros hacedores caseros y de masa, que no admiten ningiin cuestionamien- to acerca de la certeza de sus derechos para ejercer un i cuestionable poder sobre otros seres, clases y razas a las que consideran inferiores. ‘Tiempo del fracaso del pigmalionismo En el final del cuento se despliega el derrumbe del sis- tema pigmaliénico que se sustenta sobre los cimientos de la idealizaci6n y de la omnipotencia. Por lo tanto, la apa- ricién de este tercer tiempo se halla condicionada a las vicisitudes del proceso de la desidealizacion del yo, del objeto y del vinculo objetal, y puede manifestarse como idealizacién bajo dos formas: gradual y paroxistica. El fraeaso del pigmalionismo sobreviene a partir de la desestimacién delos sistemas explicativos dela cosmovisién pigmalionica del dios-padre. ‘Temié que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algtin modo su condicién de mero simulacro. No ser un hombre, ser la proyeccién del suefo de otro hombre, jqué humillacién incomparable, qué vértigo! A todo padre le intere- san los hijos que ha procreado (que ha permitido) en una mera 43 confusion 0 felicidad; es natural que el mago temiera por el porvenir de aquel hijo, pensado entrafia por entrafia y rasgo por rasgo, en mil y una noches secretas. Eltérmino desus vacilaciones fue brusco, perolo prometieron algunos signos [...] En un alba sin péjaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio coneéntrico. Por un instante, pensé refugiarse en las aguas, pero luego comprendié que la muerte venia a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminé contra los jirones de fuego. Estos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustién. Con ali- vio, con humillacién, con terror, comprendié que él también era una apariencia, que otro estaba sofidndolo. Este cuento ilustra el fracaso de esta imposible espe- ranza golémica y pigmaliénica que anida en el alma de ca- da sujeto: huir del conflicto psiquico y creer realizable la exclusién de toda causa de duda y de toda causa de sufti- miento a través del estado de alienaci Dice P. Aulagnier: Para preservar esta exclusién el yo se ve entonces obligado a tomar a su cargola muerte de esas partes de su propia actividad de pensamiento, que permiten diferenciarlo de lo que no seria més que una actividad de repeticién, de memorizacién, de reto- mar como un eco algo ya pensado por otro y por siempre. El estado de alienacién del yo se apoya en dos soportes esenciales: una idealizacién masiva del que ejerce respecto a él Ja funcién dela fuerza alienante y que es, por lo tanto, el soporte de un deseo de alienacién, y un retomar, por parte del sujeto alienado, ese mismo deseo y esa misma funcitn respect a otros sujetos, pero esta ver en cuanto adepto, combatiente, partidario de una “causa”, cuyo poder de demostrar y de garantir su ver- dad, su supremacfa y su “bondad’, é! Io atribuye a la potencia alienante. Es siempre en nombre de una “buena causa” que alienamos nuestro pensamiento. Borges desmitifica a su hacedor; ni él ni el gélem por él moldeado y engendrado han alcanzado el ansiado estado 44 de a-conflictividad. La abolicién del conflicto entre el yo, sus deseos y los deseos del yo de los otros catectizados por 61 no ha sido lograda. Ademés, este cuento nos aporta otro aspecto singular: cl inicio del fracaso del pigmalionismo se desencadena no por la rebelién del alienado sino a partir del propio hacedor en el preciso instante en que descubre Ja derrota de su epopéya pigmaliénica. ‘Temié que su hijo meditara en ese privilegio anormal y des- cubriera de algiin modo su condicién de nuevo simulacro. No ser un hombre, ser la proyeccién del sueio de otro hombre, jqué humillacién incomparable, qué vértigo! Pero, ademés, él mismo resulta ser vietima de los efectos provenientes de su propia alienacién: el alienante deviene finalmente un alienado. EI gélem borgeano, en cambio, no presenta ningan cuestionamiento sino que deniega la confrontacién. Borges desenmascara el fracaso de la autosuficiencia y la omnipotencia divinas en el momento en que el hacedor admite la desidealizacién de su poder de dominio sobre el otro y sobre si mismo: “con alivio, con humillacién, con te- rror comprendié que él también era una apariencia, que otro esta soidndolo”. Este tercer tiempo del pigmalionis- mo revela que tanto el alienante como el alienado giran finalmente como las ruinas eirculares de una fuerza tand- tica que destruye toda posibilidad dialéctica, en un sistema cada vez mas cerrado, que los inmoviliza en un proceso de clausura. El gélem y Pigmalién son victimas y verdugos a la vez del proceder omnipotente y apsicolégico de la severidad del superyéy de la desmesura de las aspiraciones irrealizables demandadas por el ideal del yo. ‘Ambos padecen del equivoco idealista de la naturaleza humana sefialado por Freud en El malestar en la cultura (1930): 45 El superyé se cuida muy poco de la dicha del individuo, pues suraene en cuenta las resistencias a su obediencia, a saber le [ste €s un error y ni siquiera en los hombres llamados nor- ales su gobierno sobre el ello puede llegar mas alld de eienons mites. Si se le oxige més, el individuo se convierls ce un rebelde, un neurético o un desdichado, El pigmalionismo representa una de las manifestacio- nes mas elocuentes de los aspectos tandticos del narcisic. mo y niega de forma totalitaria la necesaria e inevitable 46 2. RES CONFR En “Pulsiones pone una teoria conversién apare: ilusién; el odio n origen en las puls el amor se origir central es que “los no provienen de lé conservarse y afir es conocido inicial como relacién con de la repulsa prin comienzo al mund Por un lado, el elobjeto yluegoad ve la génesis y el m relaciones de objet Pero, por otro cuando lo refuerza previa; entonces é tico y se perpetia produce una serie sustentan.

También podría gustarte