Juan Navarro
NEUROSIS
OBSESIVA
Teoria y Clinica
Lugar
EditorialCaptive 3
Los mecanismos de defensa
En el capitulo anterior me he referido a Ja represién como un
mecanismo importante vinculado a la idea obsesiva y en la de-
fensa primaria para oponerse al retorno de lo reprimido, aunque
no fuese uno de sus mecanismos mis caracteristicos no obstan-
te la fuerza de contrainvestidura que requiere frente a la hiper-
potencia pulsional. He subrayado Ia advertencia de Freud de
que en el obsesivo a diferencia de la histeria se produce “por
desgarramiento de los nexos causales a consecuencia de la sus-
titucién del afecto”
‘También he mencionado la desmentida como un intento de
mantener la fantasia de “madre fética”, una primera escisién
que como su resultado se establecia. El abandono de ia mastur-
bacién era una de sus consecuencias. La escisién por otra par-
to constituia dije un mecanicmo importante responcable de la
constitucién de dos corrientes psiquicas, una por donde retorna
lo reprimido, el deseo, y otra, la correspondiente al yo racional
gue se le confronta dominado por una superyé riguroso, punit
vo y cuya manifestacién clinica es la perplejidad frente al sa-
dismo cuando la idea obsesiva se constituye. Una escisién in-
‘trasistémica y otra intersistémica correspondientes a la frag-
mentacién en tres personalidades como decia Freud en el
“Hombre de las ratas”.
En este capitulo voy a dedicarme a los mecanismos de defensa
considerados mas propios de la neurosis obsesiva a saber:
1) las formaciones reactivas,
2) la regresion.
8) a deformacién por elipsis,
4) la anulacién y el aislamiento6 cay Barna Navarro
1. Las formaciones reactivas*
En Tres ensayos (1905d) Freud las define como paderes animi-
cos que se edifican en la latencia a los que llamaré diques, y cuya
actividad ser poner un freno, generar una inhibicién en el camino
de la pulsién, Habla de la verguenza, el asco, los reclamos éticos y
a moral como resultantes de la educacién, poseyendo ademas un
condicionamiento organico, hereditario. Su fuerza de contrainves-
tidura la extraerian de la pulsién misma, ahora asumida por el yo.
Este desarrollo evolutivo, normal en la infancia, va a tener co-
‘mo primeros objetivos le lucha contra las mociones del complejo de
Edipo, ayudando en tal sentido al supery6. Pero cuando éste se ha
tornado muy riguroso, como es en el caso de la neurosis obsesiva,
donde la libido ha sufrido une fijacién en el nivel sadico-anal y yoi-
‘co, este yo, ahora por mandato del supery6, se ve obligado defensi-
vamente @ la regresién hasta la fase sddico-anal secundaria, y a
una participacién activa en le defensa. El resultado es una “alte-
racién del yo" por formaciones reactivas, de opuestes, en particu-
lar de aquéllas ligadas a la moral, a cuyos origenes edipicos me
acabo de referir. En esta linea es conveniente agregar que Ja for-
macién reactiva tiende a consolidarse con la declinacién del com-
plejo de Edipo y le instauracién del supery6, é! mismo es definido
por Freud en un aspecto de su génesis como una enéreica forma-
cién reactiva frente a las primeras relaciones de objeto (1923b).
La formacién reactiva es un mecanismo difererte a la repre-
sién, Freud decia que son exageraciones normales del cardcter, no
se producen sustituciones, desplazamientos, condensaciones, etc.,
no hay una formacién sustitutiva que actie como contrainvesti-
dura, ella misma la es; ocurre una transformacién en el carécter
de} yo de la naturaleza del opuesto pulsional: hipermoralida:
compasién y limpieza frente a las tendencias erético-anales y sé-
dicas. Se pone en evidencia el cardcter embivalente de las mani-
festaciones afectivas, en cuanto pueden denotar, tanto la obedien-
cia y sumisién (orden, legalidad, minuciosidad, puntuelidad etc.),
‘como la oposicién (obstinacién, desorden, injusticia ete.), o mas
“alguns concaptos que se desarrllan agul se repiten en el eapiulo 4 sobre Ia for-
‘ation de cardcter anal, otros ee complementan. Fara preservar la eoherencia dis
Cursiva he optado por transeribile tal como onigmalmentefueren eseitas