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BARON JAKOB VON UEXKÜLL

IDEAS
PARA UNA CONCEPCIÓN
BIOLÓGICA DEL MUNDO

TRADUCCIÓN DEL ALEMAN

POR

R. M. TENREIRO

ESPASA-CALPE ARGENTINA,- S. A.
BUENOS AIRES — MEXICO
IMPRESO EN LA ARGENTINA

Edición autorizada especialmente


Primera edición para la colección Historia y Filosofía de la Ciencia
Queda hecho el depósito que previene la ley número 11723
Copyright by Compañía Editora Espasa-Calpe Argentina , S . A .
Buenos Aires. 19ó5
En los últimos años se oye por dojídequiera un monó­
tono treno sobre la cultura -fracasada y concluida. Filisteos
de todas las \lenguas y todas las observancias se inclinan
ficticia?nente compungidos sobre el cadáver de esa cultura,
que ellos no han engendrado ni nutrido. La guerra mun­
dial, que no ha sido tan mundial como se dice, parece ser el
síntoma y, al par, la causa de la defunción.
La verdad es que no se comprende cóm o una guerra
puede destruir la cultura. Lo más a que puede aspirar el
bélico suceso es a suprimir las personas que la crean o
transmiten. Pero la cultura misma queda siempre intacta
de la espada y el plomo. N i se sospecha de qué otro modo
puede sucimibir una cultura que no sea por propia deten­
ción, dejando de producir nuevos pensamientos y nuevas
normas. Mientras la idea de ayer sea corregida por la idea
de hoy, no podrá hablarse de fracaso cultural.
Y, en efecto, lejos de existir éste, acontece que, al menos
la ciencia, experimenta en nuestros días un incomparable
crecimiento de vitalidad. Desde 1900, coincidiendo pere­
grinamente con la fecha inicial del nuevo siglo, co???ienzcm
a elevarse sobre él horizonte intelectual pensamieyitos de
nueva trayectoria. Esporádicamente, sin percibir su radi­
cal parentesco, aparecen en unas y otras ciencias teorías
que se caracterizan por disentir de las donantes en el si­
glo X IX y lograr su superación. Nadie hasta ahora se había
fijado en que todas esas ideas que se hallan en su hora de
oriente, a pesar de referirse a los asuntos más disparejos,
poseen una fisonomía común, una rara y sugestiva unidad
de estilo.
Desde hace tiempo sostengo en mis escritos que existe
ya un organismo de ideas peculiares a este siglo X X que
ahora pasa por nosotros. La ideología del siglo X IX , vista
desde ese organismo, parece una pobre cosa tosca, maniá­
tica, imprecisa, inelegante y sin remedio periclitada.
[7]
8
Esto, que era en mis escritos poco mas que urna privada
afirmación, podrá recibir ahora una prueba brillante" con
la Biblioteca de Ideas del Siglo X X .
En ella reúno las obras más características del tiempo
nuevo, donde principian su vida pensamientos antes no
pensados. Desde la matemática a la estética y la historia,
procurará esta coleccióíi mostrar el nuevo espíritu labran­
do su miel futura sobre toda la flora intelectual. Claro es
que tratándose de una ideología en plena mocedad no po­
drá pedirse que existan ya tratados clásicos donde aparezca
con una perfección sistemática. Es más, algunos de estos
libros contienen, junto a las ideas de tiuevo perfil, residuos
de la antigua manera, y com o las naves al ganar la ribera,
mientras hincan ya la proa en la arena aun se hunde su
timón en la marina.
• * #

En el presente libro de von Uexküll hallará el lector,


sobriamente expresado, un sistema de ideas biológicas que
represeyita m ejor que ningún otro la manera actual de
acercarse a los problemas de la vida. El volumen ha sido
formado recogiendo ensayos diferentes: trae esto consigo
que más de una vez se repita la exposición de un mismo
pensamiento. N o creo, sin embargo, que esto resulte eno­
joso. A l insistir sobre una misma idea, Uexküll la presenta
con nuevo cariz, y la lectura llega al cabo de las páginas
animada por una curiosidad ascendente.
Debo declarar que sobre mí han ejercido desde 1913
gran influencia estas meditaciones biológicas. Es+a influen­
cia no ha sido meramente científica, sino cordial. N o co­
nozco sugestiones más eficaces que las de este pensador,
para poner orden, serenidad y optimismo sobre el des­
arreglo del alma contemporánea.
1922.
José O rtega y G asset .

(Escrito para la primera edición


de la presente obra en la Biblioteca
de ideas del siglo XX.)
A
Houston Stewart Chamberlain

Respetuosamente *
IDEAS PARA UNA CONCEPCION
BIOLÓGICA DEL MUNDO
PRIMERA PARTE

LOS NUEVOS PROBLEMAS


NUEVAS CUESTIONES

Estamos en vísperas de una bancarrota científica cuyas


consecuencias aun son incalculables. Hay que borrar al
darwinismo de la serie de las teorías científicas.
Cierto que para el gran público los dogmas de esta doc­
trina, convertida en una especie de religión, aun será mo­
neda corriente durante años. Pero los biólogos experimen­
tales se apartan silenciosamente de ella, uno tras otro, y
pronto tendrán también que seguirlos los biólogos des­
criptivos.
A la larga no puede, sin embargo, permanecer oculto
para el público científico más amplio que la biología ex­
perimental ha abandonado al darwinismo y trata de nuevos
problemas y plantea nuevas cuestiones.
Han surgido nuevas contradicciones, que de tal modo
requieren el interés de los biólogos que ya nadie quiere
tomarse seriamente la molestia de volver a matar en pú­
blico al muerto darwinismo. Y, sin embargo, es imposible,
para quien se encuentre alejado de ellas, comprender debi­
damente las nuevas cuestiones mientras permanezca aún en
el terreno del darwinismo.
Por eso trataré de declarar brevemente algunos de los
motivos que en mi opinión han movido directamente a la
biología experimental a abandonar el darwinismo. En modo
alguno pretende esta exposición ser un escrito polémico
contra el darwinismo, porque tal polémica no es ya nece­
saria. El darwinismo, que había nacido con tales trompe­
tazos, ha caído en silencio.
El darwinismo afirmaba: "Las especies nuevas se originan
de las antiguas por continuadas transiciones. Natura non
jack saltus” era empleada en este sentido.
El libro mismo de Darwin no aportaba ninguna prueba
[ 15 ]
16 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

experimental de esta afirmación. Tanto más se trató por


ello de llenar este vacío en los tiempos siguientes. A pesar
de todos los esfuerzos, el material probatorio ha seguido
siendo extraordinariamente pobre. Se reduce, en lo esencial,
a un informe de Schmankewitsch, que pretendía haber ob­
servado la sucesiva transformación en otra de una pequeña
especie de cangrejos de mar. Esta metamorfosis debía ser
provocada por la reducción del agua salada del mar. La
comprobación experimental no ha confirmado este descu­
brimiento.
El segundo hecho susceptible de ser experimentado es el
dimorfismo estacional de algunas mariposas. Actuando so­
bre la crisálida de una mariposa de verano, se la puede mo­
dificar tanto, que sale de ella una mariposa de otoño, que
hasta entonces se había contado en otra especie.
Tam poco en este caso puede hablarse del tránsito de una
especie a otra. Simplemente, es que se ha tenido, de un
modo falso, com o representantes de dos especies distintas
a los individuos de una misma especie que se presentan en
diversas estaciones, y que, por consiguiente, llevan un traje,
ya de verano, ya de invierno.
En oposición a este material demostrativo del darwinismo,
completamente estéril, De Vries ha aportado y mostrado en
su excelente libro un material demostrativo, cierto que li­
mitado, pero cuidadosamente comprobado, de que especies
vegetales que se encuentran en un período de mutación
producen repentinamente nuevos individuos cuya estructura
se ha transformado hasta en lo más nimio. Estas experien­
cias, plenamente auténticas, han probado que pueden origi­
narse nuevas especies por repentinos e inmediatos tránsitos.
De lo cual, por lo demás, el propio Darwin refiere un
ejemp?o. Natura jack saltus puede tenerse ahora com o de­
mostrado.
Como se sabe, apóyase principalmente Darwin en los re­
sultados de la selección artificial y en la capacidad de variar
de muchos animales dentro de amplias fronteras. Darwin
creía poder admitir que por variación se originan especies
nuevas.
NUEVAS CUESTIONES 17

Esta suposición se ha demostrado com o errónea. Todas


las variantes de la misma especie, por muy cuidadosamente
que sean aisladas mediante una selección artificial, abando­
nadas a sí mismas vuelven a caer en la especie original al
cabo de algunas generaciones. Lo mismo ocurre con las
variantes de habitación.
Ninguna especie nueva se origina por variación.
Como éste es el punto crítico en que se apartan la antigua
y la nueva concepción, quiero entrar en mayores pormeno­
res acerca de la idea que existe en el fondo del darwinismo
y del antidarwinismo.
Los darwinistas, com o partidarios de la doctrina de la
variación, consideran cada individuo com o un conglome­
rado de diversos elementos, cuya estructura es sólo el resul­
tado de una especie de proceso interno de fermentación.
Esta fermentación opera tan pronto sobre esta com o sobre
aquella parte y las modifica. Cuando en un individuo están
modificadas todas las partes, precisamente por ello perte­
nece a una especie nueva.
Los partidarios de la mutación conciben al individuo co ­
mo un cuadro, en el cual se puede producir cierta variedad
mediante un cambio accidental en la aplicación del color,
sin cambiar el cuadro en su composición total. Así, los va­
riados individuos de una especie se asemejan como otras
tantas copias del mismo cuadro; cosa que en lo esencial ha
sido ya enseñada por Platón.
Toda grosera modificación física que sufra un cuadro
sólo podrá destruirlo; jamás tendrá la facultad de producir,
como por ensalmo, un nuevo cuadro.
La nueva biología vuelve a acentuar principalmente que
todo organismo es una producción en la cual las diversas
partes se encuentran reunidas según un plan permanente, y
que no representa un informe y fermentante montón de ele­
mentos que sólo obedezca a las leyes físicas y químicas.
Así, pues, para la actual biología cada especie nueva está
caracterizada por un nuevo plan, y los individuos de espe­
cies diversas son organismos cuyas diversas partes están
construidas y ordenadas según planes diversos.
18 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Darwin enseña además que en vez del criador de anima­


les domésticos, el cual —en su opinión— puede crear especies
nuevas mediante la selección de adecuadas variedades, apa-*
rece en la Naturaleza la lucha por la existencia. En la lucha
por la existencia debe vencer el más rápido al más lento, el
más fuerte al más débil, etc. De esta manera, debe verifi­
carse, según se expresa H. Spencer, una "selección del
adaptado” .
Mediante esta doctrina, ingenua y groseramente popular,
han sido simplemente pisoteados los más finos e interesantes
problemas de la biología. Sin embargo, sólo puede hablarse
de la superioridad de un competidor sobre otro cuando es
el mismo el objeto por el cual luchan ambos. Si cada uno
de ellos se dirige hacia un objetivo distinto, no llega, en
modo alguno, el caso de que midan sus fuerzas.
Cierto que también se dan en la Naturaleza luchas por
el mismo objeto, y si dos andan a golpes, gana el más fuerte;
esto lo saben ya los chicos de la escuela. Pero una teoría
que pretende derivar de este tosquísimo experimento toda
la diversidad de la naturaleza orgánica, no puede ser atri­
buida a la larga a un hombre inteligente.
Las condiciones de existencia son tan diversas como los
mismos seres vivos. Cada animal, cada planta tiene sus es­
peciales condiciones de existencia, que en parte no pueden
serle disputadas en modo alguno. Bien se comprende que
por todos lados hay en la Naturaleza relaciones entre veci­
nos y compañeros, las cuales distan mucho de ser siempre
de un carácter amistoso o inofensivo. Pero, a causa de eso,
hablar de una lucha de todos contra todos es una grosera
exageración.
La actual concepción científica de la Naturaleza parte de
la teoría física de un caos general de puntos materiales en el
espacio, en el cual sólo rigen fuerzas fisicoquímicas. Este
caos forma el general e informe mundo exterior en que
viven todos los organismos. Pero cada organismo, con­
forme a su estructura, sólo entra en relación con una
parte muy pequeña de mundo exterior. Cada ser vivo
mediante estas relaciones, se crea un mundo circundante,
n NUEVAS CUESTIONES 19

único propio para él, en el que se desenvuelve su vida,


Si se quiere hablar de la "selección del adaptado” , hay
que emplear esta palabra en sentido opuesto al de Spencer,
La Naturaleza no escoge los organismos adaptados a ella,
sino que cada organismo se escoge la naturaleza a él adap-

Esta interpretación es corriente ya desde hace tiempo


para los fisiólogos. Entre las innumerables ondas del éter,
|>nuestro ojo sólo escoge una escala muy limitada, lo mismo
í que nuestro oído de las ondas del aire. De este modo, en
todo el mundo animal cada órgano de los sentidos no es
otra cosa que un aparato para escoger los efectos conve­
nientes para el animal entre los innumerables del mundo ex­
terior. Por ello, en modo alguno pueden compararse entre
* sí los órganos de los sentidos de las diversas especies ani­
males, ya que cada uno sirve para un fin distinto. Igual­
mente falsa sería la tentativa de pretender medir unos por
otros los heterogéneos aparatos de marcha o vuelo, pues
cada uno de ellos, según su manera de ser, crea nuevas rela­
ciones con la tierra o el aire. Los organismos son incom­
parables entre sí, lo mismo que sus órganos.
Sólo excepcionalmente entran los organismos en directa,
oposición unos con otros. En esencia, cada ser vivo tiene
la aspiración de organizar otra parte del mundo exterior,
transformándola en su mundo circundante. Estas acciones -
recíprocas entre animal y mundo circundante presentan al
biólogo los temas más sutiles y espirituales, que hasta ahora
han sido ahogados con la tosca expresión de "lucha por la
existencia” .
La variación y la lucha por la existencia eran los dos sos­
tenes principales de la teoría de la descendencia, que p er-;
mitían derivar todos los animales unos de otros hasta que
se llegaba a las más sencillas amibas o móneras, que no
debían ser otra cosa sino simples esferillas de espuma que,
mediante su cambiable tensión superficial, se modificaban
y movían. Constituían, por lo tanto, el anhelado tránsito
de lo orgánico a lo inorgánico, de lo vivo a lo sin vida.
Esta derivación de la vida de la física era la verdadera
20 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLOGICA DEL MUNDO

coronación del darwinismo. Permitió a Haeckel echar al


mundo el conocido Monismo. Los animales superiores te­
nían todos una estructura de máquinas, que los diferenciaba
de lo inorgánico. Los seres vivos más sencillos no tenían
estructura y, por consiguiente, ya no era lícito diferenciar­
los de lo inorgánico.
Los caminos del darwinismo jamás han llevado tan fun­
damentalmente al error com o aquí.
Cierto que los organismos inferiores, por ejemplo, los
infusorios, están más sencillamente construidos que los ani­
males superiores. Pero aunque se compongan de menos
miembros, su acomodación es exactamente tan conforme a
plan com o la de los animales superiores. Hasta se puede
indicar que los animales inferiores tienen resueltos de una
manera más perfecta que los animales superiores los proble­
mas técnicos que se les han presentado. También concier­
tan mundo circundante y organismo, exactamente con tanta
perfección en los infusorios com o en los mamíferos.
Además, es un tema fecundo el observar cóm o los planes
constructivos de los animales se van haciendo cada vez más
sencillos hacia el monocelular, hasta que, finalmente, el pa­
rame ció se gobierna, en substancia, con un reflejo único.
Si el mundo de la vida terminara, hacia abajo, con los
infusorios, sólo sabríamos que hay estructuras muy simples
que en su especie funcionan tan bien com o las altamente
complicadas. Pero no recibiríamos ninguna explicación
acerca de si pueden darse seres vivos sin estructura, y si
tener vida y poseer una estructura son la misma cosa, como
es admitido generalmente.
Por fortuna, la Naturaleza ha resuelto este problema, ex­
presa e inconfundiblemente, mediante las amibas.
Las amibas son seres vivos que, en cada caso, comienzan
por crearse la estructura que necesitan para la vida. La
amiba más sencilla está en condiciones de construirse, según
los necesite, sus instrumentos ambulatorios y manducato-
rios, estómago, etc., y volver a aniquilarlos.
De este hecho innegable se desprenden dos cosas dife­
rentes: 1^, que un organismo se sirve de órganos para dedi­
NUEVAS CUESTIONES 21

carse a su actividad vital, como una máquina necesita las


diferenciadas partes de su estructura para ponerse debida­
mente en marcha, y 2^, que, al contrario de la máquina, el
ser vivo posee la capacidad de construirse él mismo sus
órganos.
Pronto parecerá fabuloso que se hayan puesto siquiera en
duda estas sencillas proposiciones, pues no hay animal ni
planta que no construya su estructura de una simple célula,
con lo cual realiza algo de que no es capaz ninguna máquina.
Pero de tal manera se estaba deslumbrado por el darwi-
nismo, que tenía por idénticas estructura y vida, que se
aceptó sin vacilar el dogma de que "cada organismo sólo
es una máquina” . A consecuencia de esto, hubo que afirmar
que todo ser vivo era hecho por una máquina invisible me­
tida dentro de la célula germinal.
N o había tampoco ni sombra de prueba de esta afirma­
ción; pero constituía h base Je la concepción del mundo
dominante y, por lo tanto, tenía que ser creída sin ser exa­
minada.
Sólo gracias a Driesch, que se planteó com o problema el
perseguir, cada vez más de cerca, la máquina invisible en
la célula germinal, llegó a vacilar toda Ja teoría. Es evi­
dente que una máquina que debe construir una máquina
complicada necesita tener alguna especie de estructura; si
no, no es máquina. Driesch logró demostrar que la célula
germinal no poseía ni huella de una estructura mecánica,
sino que se componía puramente de partes de igual valor.
Cayó con ello el dogma: el ser vivo sólo es una máquina.
Si en un ser vivo totalmente organizado funciona la vida de
manera análoga al funcionamiento de una máquina, sin em­
bargo, el organizar de un germen sin estructura un pro­
ducto de estructura acabada es una capacidad sui generis,
que sólo corresponde a lo viviente y que se presenta por
completo sin semejante.
Para formarse una idea justa del proceso de organización
por el cual pasa cada ser vivo en el curso de su desenvol­
vimiento, hay que recordar lo siguiente:
Todos los lectores para quienes es familiar la división zoo­
£2 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

lógica de los animales saben que* todos los individuos que


poseen un plan de construcción, esto es, de estructura, co ­
mún se sintetizan en una especie. Todas las especies que
muestran rasgos fundamentalmente comunes en su plan de
construcción se sintetizan en un género. El plan de cons­
trucción del género que reúne todos los planes de las espe­
cies muestra muchas menos particularidades que los planes
de las diversas especies. Si se llega cada vez más allá en la
síntesis, se conserva exclusivamente el plan fundamental,
totalmente sencillo, del tipo, que sólo consiste en unos pocos
rasgos fundamentales.
Es conocido ahora, desde los reveladores trabajos de
K. E. von Baer, que cada individuo, en el curso de su evo­
lución, no realiza los definitivos planes de organización de
modo que comience por la elaboración de detalles, sino que
en los primeros esbozos de la estructura se muestran los
rasgos fundamentales de un plan primitivo que son caracte­
rísticos del tipo. Después sigue formándose lentamente la
estructura primitiva, de m odo que, uno tras otro, se pre­
senta el plan de la familia, el del género y, finalmente, el
de la especie, con lo cual alcanza su término la evolución.
Este paralelismo, altamente significativo, entre una serie
gradual de planes que sólo fué inferida por la comparación
de individuos y una serie de planes que puede ser obser­
vada directamente al organizarse los seres, ha sido totalmen­
te obscurecido por el darwinisrno.
La ley fundamental biogenética de Haeckel, que tanto ha
contribuido al avance del darwinisrno, afirma: "Cada indi­
viduo recorre durante su desarrollo toda la serie de sus
progenitores.”
Esto es simplemente una arbitraria interpretación del he­
cho que acabamos de citar. Se sugiere una serie de proge­
nitores para cada animal, que, en línea ascendente, hacién­
dose cada vez más sencillos, deben ostentar primero el
carácter del género, después el de la familia, y por último
el del tipo; y luego se formula su ley.
El darwinisrno no se contenta con observar los fenómenos
de la Naturaleza y colocarlos en una clara relación: quiere
NUEVAS CUESTIONES 23

demostrar. Quiere demostrar que la conformidad a plan de


los organismos es producto de fuerzas fisicoquímicas y, por
eso, no debe ser tratada como problema independiente.
Una vez que se ha reconocido este fin, las capitales teo­
rías dei darwinismo pueden ser derivadas lógicamente unas
de otras. La ordenada y mecánica estructura del individuo
adulto es producida, de mecánica manera, por la estructura
del germen, que, por su parte, debe su construcción a los
predecesores. Los predecesores forman una serie de ante­
pasados que van de lo sencillo a lo complicado.
Los antepasados más sencillos no poseen ninguna estruc­
tura, sino que son solamente un fermentante montón de
materia que puede recibir todas las formas posibles. Algu­
nas de estas formas son más estables que las otras. Sola­
mente ellas se conservan, varían después, y suministran así
la serie animal mediante un universal y casual tanteo. Como
último ensayo se ha originado el hombre.
En su forma actual, el darwinismo ya no es una teoría
de ciencias naturales, sino un sistema lógico. Toda doctri­
na de ciencias naturales va de un problema a otro problema,
mientras que el darwinismo acomete la tarea de rechazar
con sus demostraciones el problema central de la biología.
Es una diversión muy rica en goces; pero cuando se han
empleado en ella cincuenta años sin éxito alguno, es ya sufi­
ciente. Vuelve a ser tiempo de dirigirse al sencillo trabajo.
La conformidad a plan del organismo era y es el proble­
ma de la biología, y a él volvemos de nuevo.
Bajo conformidad a plan no debe ser entendida otra cosa
que una determinada disposición de las diferentes partes de
un objeto que hacen de él una unidad. Piénsese, por ejem­
plo, en una casa: muros y techo, ventanas y puertas, etc.,
no son otra cosa que partes diferentes que sólo por su dis­
posición "conform e a plan” forman la unidad, la casa.
La unidad que resulta de esta manera es siempre "funcio­
nal” , pues lo que se enlaza en una unidad no es la forma,
sino la función de las diferentes partes. De ahí resulta que
partes diferentemente formadas pueden dar el mismo re­
sultado después de su enlace.
24 ¡DEAS PARA ¡JNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MONDO

Hay muros altos y bajos, tejados llanos y apuntados, a


pesar de lo cual tocias las posibles combinaciones vienen
siempre a dar una casa, con tal de que la función de "sos­
tener” de los muros concuerde con la función de "ser sos­
tenido” del tejado. Del mismo modo, puertas, ventanas,
escaleras y todas las demás partes de la casa tienen que
ayudarse unas a otras, según plan, en sus funciones, a fin
de que se logre una unidad, la casa, cuya función es ser­
vir de vivienda al hombre.
Muy semejante es lo que ocurre con los organismos
vivos. También en los animales y plantas no debemos li­
mitarnos a investigar las formas de las diferentes partes;
también tenemos que determinar su función, lo mismo que
el plan según el cual se eslabonan las diferentes funciones
para procurar al total unitario su función de conjunto.
La función de conjunto de cada ser vivo es doble: con­
servación del individuo y conservación de la especie. Esta
doble función es ejercida por individuos de diversas especies
según planes diversos, aun cuando se asemejan cada una
de las funciones de las partes.
El tema de la biología consiste, según eso, junto con la
investigación de cada una de las funciones, en llegar tam­
bién a conocer el plan según el cual las diversas funciones
de las partes concurren a la función de conjunto del todo.
Llámase a esto la investigación del plan funcional, o plan
de estructura del organismo.
Hasta ahora, también todos los naturalistas, sin excepción,
abrigaban el convencimiento de que tal plan estructural
tenía que poder ser señalado en cada animal. Todos creían
firmemente que el animal puede ser tratado análogamente
a las máquinas, en las que es imposible el funcionamiento
sin una permanente estructura. Era aceptado com o evidente
que también en aquellas partes de los organismos vivos que
hasta ahora han permanecido inaccesibles a los análisis his­
tológicos ha de existir, sin embargo, una acabada estructura,
que ha de ser considerada com o soporte de las funciones
observadas o postuladas.
Como es en general conocido, se aspira además a reducir
NUEVAS CUESTIONES 25

todas las acciones animales a un sencillo esquema, el reflejo.


El reflejo es la función de una determinada estructura que
se llama el arco reflejo. El arco reflejo se compone del
órgano de recepción, en el cual el estímulo del mundo ex­
terior es transformado en excitación. La excitación recorre
entonces los nervios receptores y llega al centro donde
desembocan todos Jos nervios. Aquí la excitación es diri­
gida hacia el apropiado nervio muscular, el cual, por su
parte, la conduce al músculo con toda seguridad.
El punto central del interés en la investigación de cada
reflejo lo forma, naturalmente, la cuestión de los medios
auxiliares que hacen posible al centro el acertar en la apro­
piada elección entre los nervios musculares, a fin de que la
excitación llegue al músculo, cuya contracción significa
precisamente la respuesta apropiada al estímulo del mundo
exterior.
Se había logrado ya avanzar cada vez más, sobre la base
del arco reflejo, por el obscuro camino de la dirección y dis­
tribución de la excitación en el sistema nervioso central, y
comenzaban a aclararse las complicadas acciones de los ani­
males, cuando, de repente, Jennings se salió de aquel plan y
negó la existencia del reflejo, negó el arco reflejo y la exis­
tencia de toda estructura en el sistema nervioso central. En
lugar de la estructura mecánica puso la regulación fisioló­
gica.
Para comprender en todo su alcance esta nueva teoría hay
que tener presente que fué Jennings quien fundó de nuevo la
biología experimental de los protozoos. Con sus observa­
ciones ha sobrepasado en mucho todos los trabajos anterio­
res y aniquilado las especulaciones más en favor. Mos­
tró además que al principio de la serie animal se alzan las
amibas, que no sólo utilizan órganos existentes, sino que,
en caso de necesidad, se proporcionan órganos nuevos. Le
pareció que el punto esencial de todo el problema de la vida
estaba en esta necesidad y su satisfacción por el organismo
vivo. Para él cada reacción se convirtió en una regulación;
según Jennings, cada animal en reposo se encuentra en un
estado de equilibrio fisiológico, que experimenta una per­
26 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

turbación con cada acción del mundo exterior. El animal


trata entonces de restablecer el perturbado equilibrio, cosa
que logra al cabo de algunos ensayos y equivocaciones
(Trial and Error). La apropiada reacción para restablecer el
equilibrio, una vez encontrada, vuelve a ser hallada cada
vez más rápidamente en los casos de repetición. Desde este
punto de vista examina Jennings todos los fenómenos vita­
les: la regulación del calor, la mudable reacción de las glán­
dulas digestivas ante diversos alimentos, la producción de
anticuerpos y, finalmente, toda la actividad del sistema ner­
vioso central.
Así considerada, la vida toda nos aparece com o un cons­
tante flujo; las formas de los órganos se disipan ante lo único
que se mantiene firme: la facultad reguladora. La facultad
reguladora no sólo forma los órganos durante la evolución,
sino que sigue formándolos también durante toda la vida.
Esto no es tan visible en los órganos exteriores, que tienen
que prestar un sencillo servicio; pero razón de más para que
se muestre la regulación en el órgano central, que se sirve de
esos órganos. El empleo de los órganos externos corporales
jamás tiene Jugar forzadamente, de una manera firmemente
prescrita —única cosa que nos permitiría inferir la existencia
de una estructura definitiva en el sistema nervioso cen­
tral—, sino siempre se verifica libremente según principios
reguladores. Lo esencial en el animal no es su forma, sino
la transformación; no la estructura, sino eJ proceso vital.
"El animal es un puro proceso.”
Esta doctrina posee innegablemente mucho poder de se-
ducción, y llevará, en todo caso, mucha agua al molino del
neovitalismo. Sólo se necesita, en realidad, considerar la
regulación com o una fuerza vital independiente para en­
contrarse ya en el centro del vitalismo.
El mismo Jennings, aunque se aproximó mucho a Driesch,
vaciló en dar este último paso; eso no cambia en nada el
estado general del asunto: según ello, tres tendencias se al­
zan ahora frente a frente en la biología, diferenciadas por
su distinta posición ante el problema de la conformidad a
plan:
NUEVAS CUESTIONES 27

19 Los partidarios de la pura causalidad, que no sólo


quieren referir a leyes mecánicas el funcionamiento de los
órganos construidos según plan, sino que también quieren
derivar de leyes mecánicas Ja construcción según plan del
organismo (darwinistas).
29 Los partidarios de la pura conformidad a plan, que
no sólo derivan de una específica autonomía la construc­
ción según plan del organismo, sino que también reducen a
una autonomía (regulación o fuerza vital) el funciona­
miento de los órganos (Jennings y los vitalistas).
39 Los representantes de una posición media, que, aun­
que refieren la construcción conforme a plan de los órganos
de leyes mecánicas a una autonomía de la naturaleza viva,
sin embargo, derivan el funcionamiento de los órganos, y
ven en él una analogía con el funcionamiento de las máqui­
nas (pueden, por ello, ser llamados "maquinalistas” ).
¿Cuál de estas tres direcciones alcanzará la victoria?
N o es de negar que los vitalistas son vencedores en toda
la línea. Después de haber acabado con el darwinismo, se
han apoderado de todo el terreno de la morfogénesis ani­
mal, y amenazan ahora las últimas posiciones del adversario.
Hasta los más convencidos partidarios de la opinión de
que los seres vivos tienen que ser considerados análogamen­
te a las máquinas llegan, p o co a poco, a la idea de que en
el proceso de la evolución animal intervienen factores que
son desconocidos en las máquinas y sólo pertenecen a la
vida.
¿Deben también ahora los maquinalistas arriar sus velas
ante Jennings y abandonar totalmente la analogía entre ani­
mal y máquina? Esto tendría por consecuencia el que habría
que renunciar a Ja esperanza de lograr jamás una imagen in­
tuitiva de la actividad de los órganos centrales. Sólo es in­
tuitiva una estructura construida conforme a plan. La re­
gulación u otras tendencias actuantes conforme a plan están
totalmente fuera de la intuición.
Creo que aun no hemos llegado tan lejos. En la exposición
de Jennings, por muy seductora que pueda parecer, se en­
cuentra una laguna, que se ha originado por un insuficiente
28 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

análisis del problema; cosa que se deducirá de lo siguiente.


Si hago un corte con un cuchillo, el funcionamiento del
cuchillo al hacerlo es un problema limitado en sí mismo,
que no tiene absolutamente nada que ver con la cuestión
del constructor del cuchillo. Si yo estudio la marcha de
una pata de insecto, ésta es una investigación totalmente in­
dependiente del problema del origen de la pata. También
la consideración de las amibas nos enseña —cosa que realmen­
te no hay ni que decir— que primero tienen que existir los
pseudópodos antes de que puedan ser utilizados. Pero en
muchas amibas la formación de los pseudópodos ocurre tan
próxima a su utilización, que ambas funciones son produci­
das por igual estímulo. Esta ha sido manifiestamente la
circunstancia que ha movido a Jennings a tratar ambos pro­
blemas como uno solo, al que ha designado como "regu­
lación” .
En la noción de "regulación” , tal com o Jennings la em­
plea, están, por esto, ocultos dos factores muy distintos l 9,
la actividad, y 2?, la transformación del órgano.
Con el concepto de regulación pone Jennings en un aprie­
to al reflejo, y afirma que éste excluye lo esencialmente
principal, esto es, la actividad vital específica, que es per­
manentemente eficaz y de cada reacción obtiene provecho
para el animal. Porque el estado fisiológico del animal se
muda en correspondencia con cada intervención del mundo
exterior.
Por estado fisiológico sólo podemos entender algo muy
vago, ya sea concebido com o cambio de materia o como
psique. Jennings advierte expresamente que no se conceda
demasiada importancia a las estructuras permanentes, y
recomienda que siempre se tenga ante la vista Ja represen­
tación del proceso.
Paréceme que hay en ello un error de principio. Por mu­
cho que se coloque en primer término la transformación,
no es lícito desatender a lo formado.
Las estructuras formadas, tal com o existen en el momen­
to, conducen el reflejo. Aunque puedan mudarse en un
momento inmediato, no disminuye su significación. Hasta
NUEVAS CUESTIONES 29

si sucediera que el mismo estímulo ocasiona primero la trans­


formación de la estructura y pone después en marcha la
actividad de la transformada estructura, hay, sin embargo,
que tener ambas funciones severamente separadas una de
otra para no producir confusión.
Pero probablemente .la transformación de órganos ya for­
mados en animales adultos no tendrá en general gran im­
portancia. Más bien se tratará de nuevas formaciones.
Justamente el órgano central de los animales superiores
nos proporciona el mejor ejemplo. Es completamente vero­
símil que en el curso de la vida, en la red nerviosa central,
se dividan cada vez nuevas partes y se conviertan en nuevos
puestos centrales, que hagan apto al animal para ejecutar
nuevas acciones o diferenciar nuevas impresiones. Sin em­
bargo, esta capacidad plástica del cerebro posee sus propias
leyes y no tiene absolutamente nada que ver con la activi­
dad mecánica en el curso de los reflejos superiores o infe­
riores. Para dirigir y repartir las impresiones en el cerebro
se necesitan los filamentos nerviosos y los centros; esto es,
una estructura perfeccionada.
Descubrir esta estructura y sus funciones será, ahora co ­
mo antes, el objeto de la investigación experimental. Natu­
ralmente, hay que precaverse con severidad de perturbar el
puro experimento con insolubles cuestiones acerca de los
sentimientos, pensamientos, etc., de los animales. Igualmen­
te estériles son las tentativas de aproximarse a los problemas
biológicos con el auxilio de la lógica o de las matemáticas.
La lógica, la psicología, Ja matemática, no son intuitivas;
pero la biología es intuición, según su esencia. Su problema
consiste en revelar a nuestra inteligencia la conformidad a
plan del ser orgánico. Mas la conformidad a plan sólo es da­
da en la intuición espacial. En eso se diferencia de la ten­
dencia a un fin, la cual añade el tiempo com o ulterior factor.
Nosotros sólo podemos comprender aquellas máquinas cu­
yas ruedas están puestas unas al lado de otras en el espacio;
máquinas cuyas ruedas están parte en el porvenir y parte en
el pasado son para nosotros totalmente incomprensibles.
N o puede negarse, ciertamente, que los seres orgánicos
30 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

constituyen una de tales máquinas incomprensibles para


nosotros. Pero lo que podemos comprender en ellos es el
funcionamiento en un momento dado; de momento en mo­
mento puede cambiar la máquina, pero en cada momento
está completa, y el engranaje de un completo rodaje puede
ser revelado a nuestra inteligencia. Entonces hemos descu­
bierto su conformidad a plan.
Si intentamos investigar las variaciones que de momento
en momento sufre la máquina, nos ocupamos de la ten­
dencia hacia el finy que desde el huevo origina la gallina.
Son dos direcciones de investigación totalmente diversas.
Cada una de ellas posee sus propias ventajas y desventajas,
y siempre es peligroso y dado a confusiones el que se las
compendie en un único problema de regulación.
Pero el de a qué dirección pueda uno sumarse sale, en
todo caso, del círculo del problema del darwinismo. Tráta­
se siempre de la relación de Ja parte con el todo, que el
darwinismo quería substituir con la sencilla cuestión de
causa y efecto.
NUEVOS PROPÓSITOS

El fin de toda ciencia natural es la ordenada disposición


de las cosas. Los investigadores de la Naturaleza tratan de
ordenar claramente, en lo posible, los hechos dados, y para
este menester van formulando hipótesis alrededor de las
cuales se agrupan los resultados de la investigación. Estas
hipótesis sólo son valederas en cuanto no son contradichas
por ningún hecho nuevamente encontrado que aspire a un
orden nuevo bajo nuevas hipótesis.
El profano para quien no es comprensible que las hipó­
tesis sólo son medios auxiliares de la investigación, está siem­
pre dispuesto a sobreestimar su valor; Jas llama leyes natu­
rales, y las venera com o verdades eternas.
A estas triviales verdades pertenece hoy el darvinismo,
el cual, com o monismo, se ha convertido en una especie de
religión de la semicultura, aunque hace ya tiempo que ha
sido desalojado de la ciencia por tesis nuevas. Ni siquiera
puede decirse que el darwinismo haya sido superado por
una nueva teoría. Sus afirmaciones han sido puramente re­
conocidas com o falsas, y el problema del origen de las es­
pecies se ha mostrado com o insoluble. Por eso se ha pasado
sencillamente a la orden del día sin irritarse demasiado
por la marcha triunfal del muerto darwinismo, disfra­
zado de verdad eterna, solemnizada en el mundo de los
profanos.
Desde muchos Jados ha sido censurado a los biólogos el
que no se opusieran a la difusipn del materialismo seudo-
científico. Pero en modo alguno era ésa su función, y ade­
más hubiera servido de poco declararse contra la sugestión
general de las masas. El pueblo cree hoy en día en Jos Enig­
mas del Universo, de Haeckel, como creía antes en el ca­
tecismo. Se cree estar en posesión de una verdad eterna.
í 31]
32 IDEAS PARA DNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

En efecto, com o monista se sabe todo: cóm o se ha originado


el mundo, cóm o ha de acabar, qué clase de cosas son los
animales y plantas, según su esencia; que no hay inmortali­
dad ni libertad; en una palabra, cóm o marchan las cosas en
el hermoso mundo de Dios de un modo completamente na.
tural, según eternas leyes físicas, sin ningún ser espiritual,
el cual, de existir, sólo podría ser un "mamífero gaseoso”.
Contra tales gentes pelearían en vano hasta los mismos
dioses.
¿No era propio de los investigadores consagrarse a la in­
vestigación de nuevos problemas, a encontrar y ordenar nue­
vos hechos sin preocuparse de los ruidos de la calle? Este si­
lencioso trabajo ha dado sus frutos. Ya comienzan a parecer
las primeras obras de conjunto que ordenan los hechos nue­
vos según nuevas hipótesis y nos trazan una imagen com­
pletamente nueva de la formación y régimen del mundo vi­
viente. Ale refiero en primer término a la Filosofía de lo
orgánico, de Driesch, libro de significación fundamental en
la ciencia biológica.
Pero los hechos nuevos son tan difícilmente comprensi­
bles y la significación que han encontrado se aparta tanto
de la senda de lo cotidiano, que esta nueva ciencia jamás se
arriesgará a lanzarse a la calle. Bien puede contar con con­
vencer al pensador aislado; pero para la muchedumbre no
tiene a mano ninguna sentencia que lo resuelva todo.
Si intento llevar al lector a la nueva biología experimen­
tal, tengo primeramente que poner en sus manos una ana­
logía con la vida diaria que pueda servirle siempre com o hi­
lo de Ariadna cuando lo circunde el laberinto de la evo­
lución.
¿Cómo se origina el individuo? es la cuestión de que se
apodera la ciencia natural después de que el problema de]
origen de las especies se le ha escapado com o insoluble.
Sólo podemos ir tras el origen del individuo con la inte­
ligencia si al mismo tiempo nos representamos el origen de
una casa o una máquina. Tres suertes de condiciones preli­
minares tienen que ser cumplidas en la construcción de una
casa. Tiene que haber: 1?, el material; 2?, el obrero, y 39,;
NUEVOS PROPÓSITOS 33

el plan. Estas tres condiciones preliminares, ¿tienen también


que ser cumplidas en el origen de un ser viviente y en qué
relaciones están con las análogas condiciones preliminares
de la construcción de la casa?
El material que emplea la Naturaleza es fundamentalmen-
te distinto de aquel que está a nuestra disposición para la
construcción de la casa. Nuestro material de construcción,
si no en cuanto a su forma, en cuanto a sus propiedades fí­
sicas y químicas, está completamente formado anticipada­
mente. Piedra, madera y argamasa sólo necesitan ser em­
pleadas y combinadas en la forma debida, y la casa está
hecha.
Muy de otro modo ocurre en la Naturaleza. Cada ser vi­
vo se construye de un germen protoplasmático que no mués-
tra aún huella alguna de las propiedades físicas y químicas
que andando el tiempo poseerá el cuerpo del animal desa­
rrollado. A l principio no existen huesos, ni músculos, ni
nervios, ni ninguno de los tejidos que prestan tan gran di­
versidad al cuerpo del adulto. Estos tejidos sólo se forma­
rán después de que la forma del joven animal esté ya clara­
mente organizada.
El protoplasma, o la substancia viviente, de la cual todos
los seres vivos traen su origen, muestra ante todo, cuatro
capacidades altamente singulares. Primeramente posee la ca­
pacidad de realizar un cambio de materia; esto es, puede re­
cibir en sí materia ajena, quemarla y volver a eliminarla. Por
eso se la ha comparado con una llama de cirio, que también
conserva su forma y, sin embargo, consiste en una siempre
cambiante materia.
En segundo lugar, el protoplasma es capaz de falrricar
partes permanentes que por su estructura microscópica, sus
propiedades químicas y físicas, se diferencian considerable­
mente del terreno madre. Las propiedades de estos produc­
tos accesorios son de una importancia fundamental para el
animal adulto, pues dan de sí los diversos tejidos, huesos,
músculos, etc.
En tercer lugar el protoplasma es capaz de dividirse. La
primera función de un gérmen maduro consiste en la divi­
34 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

sión en dos esferas. Esta división es un proceso curioso so­


bremanera, que comienza por la formación de un aparato
micromecánico. Por desgracia, es totalmente obscura para
nosotros la función de este aparato de división pues ¿quién
puede por la simple observación decidir cuál parte de la
máquina es la que atrae y cuál la atraída? Mas el aparato es
demasiado pequeño para poder hacer experimentos con él,
La formación de la máquina de la división procede del nú­
cleo, de un cuerpecillo diferenciado del protoplasma tanto
química com o estructuralmente. Éste se encuentra tan en
general en el protoplasma, que a los productos independien­
tes de la división del germen, que aparecen en todos los te­
jidos, sólo se los reconoce com o células cuando, fuera de
los productos accesorios que caracterizan el tejido, contie­
nen además protoplasma y núcleo.
La cuarta actividad del protoplasma consiste en el creci­
miento. Cada partícula del protoplasma, durante su cambio
de materia, es capaz de recibir en sí más materia de la que’
devuelve, y de este modo aumenta su magnitud. Sólo el
crecimiento depende directamente del cambio de materia;
fuera de eso, todas las capacidades del protoplasma son por
completo independientes unas de otras. Vemos así que al
principio sólo el germen se divide; en un estado posterior,
comienzan a crecer las esferas de segmentación, o primeras
células, con lo cual la división prosigue rápidamente. Sólo
al final de todo, cuando existen ya millares de células, se
presentan en ellas las diferenciadas partes de estructura que
las hacen ser células de tejidos. Adentras tanto, prosigue sin
interrupción el cambio de materia.
Tal es el material que está a disposición de la Naturaleza,
con el cual, ciertamente, se puede construir mucho mejor
que con piedra, madera y argamasa. Y, sin embargo, hay al­
go que no le es posible a la Naturaleza y que nosotros;
podemos realizar fácilmente. Nosotros con nuestro ma-t
terial diferenciado podemos pasar en seguida a la ela-i
boración de los detalles; cosa totalmente excluida por lal
Naturaleza, porque al principio no existe absolutamente nin­
gún tejido diferenciado. Además, Ja masa de materialf
NUEVOS PROPÓSITOS 35

necesaria solo se origina con el transcurso del tiempo.


I Mas ¿dónde están las fuerzas que colocan en su debido
lugar al material que se divide, aumenta y diferencia y ha­
cen que de montones de células se originen formas articu­
ladas? En nuestra edificación de casas se ocupa de este asun­
to el trabajador con sus brazos o una máquina con palancas
y trinquete. Ambos cogen el material de fuera y lo llevan
al lugar conveniente. La Naturaleza no posee tales medios
auxiliares; las fuerzas que llevan las diversas piedras de cons­
trucción, o células las levantan o las cambian de sitio, resi­
den en ellas mismas. Estas fuerzas celulares son diversas;
fuera de la presión de los líquidos y la tensión superficial,
aun hay que considerar además los automovimientos. Pues
todo protoplasma parece poseer la capacidad de poder con­
traerse y dilatarse ocasionalmente. Pero aun con esto no
queda servida nuestra inteligencia. El obrero que levanta
una piedra para ponerla en otro sitio no se estorba absoluta­
mente en nada a sí mismo en su trabajo. Pero si las piedras
chocaran unas con otras, com o hacen las células, entonces
sólo podría llegarse a un buen resultado si estos choques re­
cibieran una dirección común. Por eso la Naturaleza ha in­
troducido los llamados estímulos formativos. Son éstos unos
estímulos, en general de carácter químico, que, producidos
por determinadas células, actúan sobre las restantes dándoles
dirección. Y ahora descubrimos una nueva propiedad del
protoplasma: no sólo puede contraerse y moverse, sino
que también es estimulable por medios externos; es decir,
se coloca en un nuevo estado, que se llama excitación, y
esta excitación, a su vez, es transmisible de célula en célula;
corre, por decirlo así, de un lado a otro. La excitación pro­
voca la contracción dél protoplasma, y con ello el movi­
miento de las células.
Vemos así que, desde el principio, en la construcción de
cada animal todas las partes del germen se encuentran en
un inestable estado de excitación de acción y reacción, mé­
todo constructivo muy diverso del nuestro. Tanto en la
construcción de Ja casa com o en la del cuerpo del animal,
el material y las fuerzas móviles sólo son los medios neccsa-
36 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

rios, que tienen que ser homogéneos. El plan de estructura


decide la manera de su empleo. Si se dejara que las fuerzas
rigieran y gobernaran el material sin una firme dirección,
pronto se originarían los mayores trastornos. En lugar de
eso, todo avanza según el orden más bello; cada paso de
avance está prefijado conforme a plan.
El orden conforme a plan que observamos en el origen
de todos los seres vivos es el problema más difícil de toda laj
biología. Cierto que también Ja formación de un cristal se;
verifica conforme a regla; pero ni remotamente presenta
tantas dificultades com o el problema de la vida. La razón;
está en lo siguiente: el cristal posee también una forma
conforme a regla; pero esta forma no es la expresión de una
función. Cierto que sus diversas partes se hallan unas junto
a otras conforme a regla; pero no tienen que realizar unaj
función común. Están ordenadas, ciertamente; pero no or.;
denadas conforme a plan. La disposición de un cristal pue­
de muy bien ser su estructura molecular hecha visible. Pe­
ro así com o no es lícito esperar jamás que una especie de
piedras cristalice en forma de una casa humana, tampoco
nos es dado admitir que la estructura molecular de cual­
quier cuerpo albuminoso posea la forma de un animal.
La forma de una casa o de un animal no está determinada
por las propiedades del material de construcción, sino úni­
camente por su función. Al contrario, la propiedad del ma­
terial de construcción es utilizada para servir a la función
total. Por eso la estructura molecular de una sal bien puede
ser la invisible reproducción del cristal, para cuya forma­
ción sólo se necesita el puro aumento de tamaño; pero ja-,
más la estructura molecular de las materias que componen
el protoplasma puede tener la forma de un animal.
Aunque la estructura química de la materia no contiene
el plan de construcción, sin embargo el asombroso proto­
plasma puede poseer una estructura mecánica, aunque in­
visible, que corresponda a la del animal desarrollado. Eßl
este caso, el plan de construcción estaría ya contenido en el
germen.
Es seguro que los materiales de nuestra casa no contienen;
NUEVOS PROPÓSITOS 37

el plan de la casa. Pueden emplearse los ladrillos absoluta­


mente en el orden que se quiera; de los troncos de árboles
por completo a voluntad, pueden hacerse puertas o venta­
nas: el plan de construcción, en sí mismo no sufre por ello
ni la menor alteración. Otro es el caso con una casa sueca de
madera, transportable, en la cual ya antes de la construc­
ción todas las partes tienen su determinada forma y sólo
de una cierta manera se acomodan unas con otras. Aquí
el plan de construcción está ya terminado en el material,
y las diversas partes no pueden ser separadas según se quie­
ra o cambiar de lugar con otras.
Por lo tanto, si el plan de construcción del animal des­
arrollado está ya representado, com o admitimos en el pro-
toplasma del germen, ni será dado permutar unas por otras
las diversas partes ni podrán ser separadas unas de otras
impunemente.
M uy al contrario ocurre en realidad: las diferentes partes
de cada germen joven pueden ser separadas a voluntad sin
que el animal desarrollado muestre la menor variación,
aparte de la correspondiente disminución de tamaño.
En ciertos animales, hasta en una fase más avanzada pue­
den ser cambiadas unas por otras las células de segmentación
sin que en modo alguno se detenga el curso del desarrollo.
Con tal de que los puestos estén ocupados, es indiferente
por qué células lo sean.
El germen joven, por lo tanto, no lleva el plan de cons­
trucción estampado en sí en cualquier forma material. El
protoplasma va adquiriendo poco a poco una estructura
conforme a plan, no la alberga en sí desde el principio.
Los períodos en los cuales se pueden permutar unas por
otras las diferentes partes del germen tienen diversa dura­
ción para diversos animales. Pronto se forman determinados
territorios, en los cuales las partes pueden ser substituidas
entre sí sin que un territorio pueda reemplazar al otro.
Una vez que están demarcados entre sí los territorios del
germen, conservan una gran independencia unos de otros.
Puede, por ejemplo, un territorio operativo ser disminuido
en la mitad, y entonces suministra un órgano completo,
38 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

pero disminuido en su mitad, que no concierta en modo


alguno con los órganos vecinos de tamaño normal. De
esta manera se puede obtener en los vertebrados una ar.
ticulación de hombro en la cual la cavidad sea la mitad
más pequeña de lo que corresponde a la cabeza del hueso,
o al contrario.
Si a dos carpinteros se les da medida la madera para que
el uno proporcione el marco y el otro la puerta, y ulte­
riormente se le quita a uno de ellos la mitad de su material,
se obtendrá una puerta pequeña y un gran marco, o al
contrario. Hasta si el material quitado se le entrega a un
tercer carpintero, se obtendrán dos puertas de la mitad del
tamaño y un marco de tamaño normal. Si a pesar de esta
intervención los carpinteros entregan sus productos al mis­
mo tiempo, aunque sea deficiente el resultado, se inferirá
una armónica dependencia en su trabajo, que sin aquella
dañina intervención hubiera rendido los más hermosos
frutos.
Lo mismo ocurre con el animal: a pesar de la indepen­
dencia que tienen entre sí los territorios del germen en lo
que concierne al tamaño del producto final, prosigue uni.
formemente al mismo tiempo en ellos el crecimiento y di­
ferenciación de los tejidos. Esta* armonía en la formación
interior puede atribuirse algunas veces a un estímulo di.
recto que un territorio germinal ejerce sobre otro. Así, en
algunas salamandras sólo se forma, de la piel exterior, el
cristalino del ojo después que el globo ocular, al crecer,
ha tocado la piel por dentro. Si se impide este contacto, no
se presenta el cristalino. Animales próximos parientes de
éstos no están, sin embargo, sujetos a esta regulación, y se
proveen oportunamente de cristalino sin estímulo de con­
tacto.
Para resumir brevemente lo dicho: en la construcción
del animal, primero se divide el material dado, después se
ordena en territorios germinales, después crecen y se di.
ferencian los independientes territorios, y sólo cuando han
suministrado los órganos ya acabados que tienen que con­
cordar entre sí comienza la función. ¿No recuerda de
NUEVOS PROPÓSITOS 39

una manera sorprendente este proceder de la Naturaleza la


acción conforme a plan del hombre en la construcción de
una casa? En la construcción de una casa hay una direc­
ción superior de la obra, que distribuye los planos de las
diversas partes de la casa a los diversos contratistas. Sólo
una vez terminada la casa puede verse si es habitable. Tan
pronto com o interviene la función, se acaba la indepen­
dencia del órgano originado en los territorios germinales.
Cierto que siguen creciendo los órganos hasta que alcanzan
su magnitud normal; pero son completamente dependien­
tes unos de otros en su crecimiento. Se ha demostrado
que se pueden provocar mudanzas en el ojo de un cone­
jillo que sólo afecten al cristalino y su ligamento suspen­
sor. Estas mudanzas, que se refieren principalmente a la
posición del aparato suspensor, tienen com o consecuencia
que, según la especie de intervención, no sólo el cristalino
y su ligamento se hacen mayores o menores que en el ojo
normal, sino que también todas las otras partes del ojo,
exceptuando los huesos del cráneo pertenecientes a él, par­
ticipan en el anormal crecimiento. El efecto final es que
siempre se obtiene un ojo que funciona con completa nor­
malidad, el cual es mayor o más pequeño que el otro ojo.
También, en una casa que ya está en uso, por eventual
aumento del tamaño del marco de una puerta tiene igual­
mente que ser aumentada al mismo tiempo la puerta; con
esto terminan las faltas de concordancia que se pueden
presentar en la construcción de la casa.
Hay, pues, dos tipos de construcción: según el uno, tra­
bajan en común las partes que se corresponden espacial­
mente en un territorio constructivo o germinal; según el
segundo, trabajan juntos en su desarrollo ulterior los ór­
ganos que se corresponden funcionalmente.
Estos dos tipos de construcción vuelven a presentarse
también en la curación de heridas y nueva formación de
órganos perdidos, donde de modo muy diverso engrana
uno con otro. La aparición de dobles formaciones anor­
males, com o en el gusano platelminto de dos cabezas (cosa
que se puede producir a voluntad haciendo una pequeña
40 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

hendedura en el decapitado tronco, a partir de la herida,


de modo que se originen dos heridas independientes), de­
muestra que durante la nueva formación puede reinar gran
independencia en las regiones regeneradas. También el fa­
moso caso del cangrejo, al que después de la pérdida del
ojo le crece una antena olfativa, demuestra esta indepen­
dencia.
Por otra parte, se observa en otro cangrejo pequeño, el
cual normalmente posee una pinza grande y una pequeña,
la gran influencia de la función. Pues si se le quita la
pinza grande, mientras la cortada se regenera se desarrolla
la pinza pequeña hasta hacerse grande, de suerte que sólo
necesita reemplazar una pinza pequeña.
¿Dónde reside en todos estos casos el plan cuyo efecto
se barrunta por todas partes? En Jas metamorfosis nor­
males se buscará el plan en el animal ileso; por el contrario,
en las dobles o falsas formaciones, en la llaga. ¿Cómo debe
entenderse esto? Los resultados que pueden ser deducidos
del desarrollo normal dan la respuesta. El plan no reside
en modo alguno en el material. Pues si, com o vemos, al
principio en el germen aun muy joven, o más tarde en las
fronteras de los territorios germinales, cada uno de las
partes puede convertirse en una especie de producto final,
entonces el plan no es ninguna propiedad de la materia,
sino que gobierna de un modo tan ilimitado el material
de células existente com o el plan de la casa los ladrillos.
EJ plan de construcción significa, tanto en la edificación !
de la casa com o en la formación del animal, un curso con­
forme a plan de las cosas, un orden firmemente establecido
en el empleo de los medios. El orden mismo no es ni una
fuerza ni una parte de la materia, sino puramente el ca­
mino que recorren las fuerzas y la jornia a que es forzada
la materia.
Este orden de las cosas podemos considerarlo desde dos
diferentes puntos de vista. Podemos admitir que el origen |
según plan de los seres vivos sea sencillamente como algo ;
dado que se tiende a lo largo del tiempo com o una melodía
existente desde el principio. Entonces nos limitamos a la j
NUEVOS PROPÓSITOS 41

descripción y convertimos toda la cuestión en un problema


de "finalidad estática” .
Más libre es acaso el otro punto de vista desde el cual
se concibe el plan, porque opera en el tiempo no como un
orden dado, sino com o algo ordenador. Entonces no se
contenta uno con la descripción de lo existente, sino que se
trata de descubrir la oculta dependencia entre el orden y la
materia con sus fuerzas. Entonces se plantea la cuestión de
la "finalidad dinámica” .
Esta es la teoría de Aristóteles, el cual atribuía a los seres
vivos una especial propiedad: la entelequia, esto es, la ca­
pacidad "de llevar un fin en sí” . El padre de la moderna
teoría de la evolución, Karl Ernst von Baer, llamaba a esta
capacidad la "aspiración a un fin” . Pero sólo Driesch ha
investigado más inmediatamente las propiedades que carac­
terizan a este desconocido factor natural, y llega a resulta­
dos en extremo notables.
La entelequia posee sus propias leyes, que no son una
causalidad, sino que tienen que ser designadas como con­
formidad a la ley de un sistema, porque sólo se pueden ex­
presar según la relación de la parte con el todo. Aunque
múltiple, no existe en el espacio; opera, sin embargo, sobre
las cosas en el espacio. N o posee, por ello, una diversidad
extensiva, sino sólo intensiva. Se parece en esto a nuestra
alma, que es también un organismo fuera del espacio, y
que, sin embargo, opera en el cerebro, que se extiende en
el espacio. Pero no es, sin embargo, ningún factor natural
subjetivo. Del mejor modo concuerda con ella la represen­
tación de cuerpo astral, procedente del espiritismo, pues
está en contacto interiormente con el sistema mecánico de
la máquina del cuerpo, que es producido y conservado por
ella. Es totalmente incapaz de crear materia o energía. N o
puede realizar el más pequeño trabajo. Por el contrario,
puede remover los obstáculos puestos por ella misma a los
procesos químicos, y, por lo tanto, gobernar los procesos.
Estas posibilidades de poner obstáculos residen desde el c o ­
mienzo, com o principio esencial, en toda substancia viva, la
cual sólo por ellas recibe sus asombrosas capacidades. Me
42 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

parece que con lo que más se puede comparar la entelequia


es con el "genio” de los romanos, que se presenta en todas
partes donde se trata de una nueva organización, cuyo prin­
cipio productor y sostenedor representa. Acaba el organis­
mo, y desaparece también el genio.
Estos son, en pocas palabras, los resultados a que ha lle­
gado Driesch por el camino de un análisis muy penetrante.
Puede uno declararse de acuerdo con Driesch en el detalle;
la cuestión principal me parece siempre ser la de si, en ge­
neral, se debe o no introducir un factor inmaterial en las
ciencias naturales. Lo más seguro, en todo caso, es evitarlo
lo más posible. Hemos hablado antes de otro punto de
vista desde el cual se pueden contemplar los hechos de la
investigación experimental. Queremos ahora volver a él;
queremos investigar la "finalidad estática” , en la esperanza
de evitar de este modo el factor natural inmaterial.
Si nos ocupamos de finalidad estática, tenemos que par­
tir de formas definitivas y de sus funciones, pues el fun­
cionamiento conforme a plan de definitivas estructuras son
su propio dominio. El trabajo conforme a plan de un animal
tenemos que tratar de comprenderlo por la acción concu­
rrente de sus partes. Llamamos órgano a cada trozo del
cuerpo del animal que realiza un trabajo coherente en sí
mismo. El trabajo en común de los órganos produce la ac­
ción de conjunto de todo el animal. Ahora, cada acción de
un animal es la respuesta a una acción del mundo exterior.
¿Cómo es que los animales encuentran siempre la adecua­
da solución? A esto da la biología una explicación sorpren­
dente: porque siempre les son presentados los debidos pro­
blemas.
Si un cuerpo debe influir en otro, tiene que obrar sobre
él por medio de cualquier fuerza física o química. Ahora
bien: de todos los cuerpos salen hacia todos lados innume­
rables efectos de toda especie. De estos efectos escoge cada
animal aquellos que son útiles para su existencia. Sólo éstos
son tratados com o problemas; sólo a éstos se le da una so­
lución. T odos los demás resbalan sobre él sin dejar huella,
Cada animal posee determinados órganos para recibir los
NUEVOS PROPÓSITOS 43

efectos del mundo exterior, que son llamados receptores u


órganos de los sentidos. La estructura de los receptores de­
cide cuáles efectos del mundo exterior ejercen un estímulo
sobre el animal y cuáles no. La suma de estos estímulos
forma un mundo circundante del animal (1 ). Cada animal
vive en un mundo especialmente dispuesto para él, que con­
cierta con su especie de estructura y sólo es capaz de pre­
sentarle los problemas adecuados (2).
Esa es la obra del sistema nervioso. En algunos animales
esta obra es escasa. Hay medusas en las cuales no actúa
ningún otro estímulo más que su propio movimiento de
natación. Los tunicados sólo conocen estímulos dañinos, a
los cuales responden siempre de la misma manera: cerrando
la boca. En estos casos, el sistema nervioso es una red sen­
cilla que liga todos los músculos entre sí y con los recepto­
res. Si en todo caso ha de resultar la misma respuesta, está
excluido todo error. Cada estímulo es transformado sim­
plemente por el receptor en una excitación nerviosa, y ésta
corre por la red nerviosa hasta el músculo.
Si la red nerviosa se divide en varias redes, cada una de
las cuales, com o ocurre con los anemones de mar, liga una
determinada especie de receptores con otro grupo de
músculos, entonces tal animal ya es capaz de ejecutar movi­
mientos diversos ante diversos estímulos del mundo exterior.
En muchos gusanos, el sistema nervioso muestra la capa­
cidad de dirigir cada excitación a los músculos de .la parte
anterior. Esto significa que a cada estímulo del mundo ex­
terior ha de corresponderse con un movimiento hacia ade­
lante.
Mientras los estímulos exteriores consisten en estímulos
químicos y físicos aislados o enlazados unos con otros, Ja
obra del sistema nervioso sigue siendo relativamente fácil.
La verdadera dificultad sólo aparece cuando los animales
deben recibir como estímulo Jas fownas de los objetos que(*)

(*) Véase en la página 5^ la definición de "mundo circundante”


o "alrededor del animal”. (Nota del editor.)
(2) Para más d‘ talles, véase U f.xküll : Umwelt und Innenwelt
der Tiere. Berlín, J. Springer, 1909.
44 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

los rodean. La forma se pierde siempre en el efecto de


objeto en objeto, si no tropieza con un espejo. Por eso
tiene que producirse un espejo en el sistema nervioso *si
éste quiere utilizar las formas com o estímulo. Este espejo
nervioso es ciertamente muy de otra especie que nuestro
espejo de mercurio. El espejo nervioso se caracteriza por­
que sólo recibe aquellas formas que son útiles para la vida
del animal, y esto ocurre sólo en el grado de exactitud que
es necesario en cada caso.
El mundo circundante de estos animales superiores mues­
tra una formación de muy diversa especie en corresponden­
cia con su espejo nervioso; y si pudiéramos tener ante nues­
tra vista espiritual los diversos sistemas nerviosos de los
animales, com o vidrios de colores ante la corporal, co ­
noceríamos el mundo bajo mil formas diversas, comenzando
por la mayor sencillez, com o se muestra el mundo circun­
dante de la lombriz de tierra, en el que sólo hay una
izquierda y una derecha, subiendo por el mundo circun­
dante del cangrejo maya, que sólo consiste en manchas de
colores, hasta el de los insectos, que consiste en un fondo
de manchas claras y obscuras sobre el que destacan los con­
tornos de diversos e importantes objetos, como, por ejem­
plo, los animales en los que hacen presa.
Cuanto más avanzamos en el conocimiento de los anima­
les y de sus mundos circundantes, tanto más se nos impone
la cuestión de cóm o es el mundo que nos rodea a nosotros
mismos. Acaso, aun siendo tanto más rico y diverso que el
mundo circundante de los animales, ¿no será el extremo de
riqueza y hermosura? ¿Estaremos también nosotros mismos
limitados y encerrados por nuestro mundo circundante, co­
mo los animales por los suyos, que apenas contienen un
reflejo de la riqueza del mundo que nosotros vemos ex­
tendida alrededor de los animales? Y si esto es así, ¿hay
algún indicio de la existencia de un mundo más alto, mayor,
más rico, del cual nosotros estamos exceptuados porque
nuestros órganos de los sentidos y nuestro cerebro están tan
pobremente construidos?
Ciertamente, hay ese indicio. Hermann Keyserling, en
NUEVOS PROPÓSITOS 45

su hermoso libro Die Unsterblichkeit (La inmortalidad),


alude a que estamos rodeados por todas partes de un mundo
sobrepersonal. Sabemos bien que cada animal representa
una unidad desde el germen hasta la madurez. Pero con
nuestra corta vista sólo vemos los miembros aislados, no
vemos la cadena. Sólo forman una unidad para nosotros
las partes de los organismos vecinas en el espacio; a las altas
organizaciones cuyas partes se tiende la mano en el tiempo
tenemos que reconocerlas com o realidades, pero no pode­
mos conocerlas.
Es verdad siempre lo dicho por Platón al atribuir a sus
ideas suprasensibles una realidad más alta que la del mundo
de los sentidos. Nos rodean com o los más altos picos de
una montaña envuelta en niebla; nos dominan, pues también
nuestra propia vida está formada para una unidad más alta,
pero no la conocemos.
De este modo, la consideración de la finalidad estática
nos ha llevado también al mismo resultado que la dinámica.
Tan pronto com o abandonamos el terreno de las funciones
mecánicas de los organismos ya formados y pasamos a la
consideración de su origen conforme a ley, se nos presenta
el mismo factor inmaterial, no ya como entelequia aristoté­
lica, sino com o idea platónica. En todas partes donde se
origina vida reina una ley no física, pues la física conoce
simplemente el efecto de lo antecedente sobre lo siguiente
en el tiempo; pero jamás la reacción de lo siguiente en el
tiempo sobre lo antecedente. Pero esta retroacción existe
siempre si concebimos toda la existencia com o una unidad
dada, com o exige la teleología estática. De nada nos ha
servido prescindir de la entelequia; en lugar de un factor
inmaterial, hemos recibido uno sudarme cínico. Los facto­
res materiales no son suficientes para explicar la vida; éste
es el indudable resultado de la biología experimental.
Sólo con la oposición más extrema se someterán a esta
sentencia los naturalistas de las ciencias emparentadas con
ésta. Significa, sin embargo, que la ciencia natural no posee
las condiciones elementales necesarias para el conocimien­
to real de la vida. Un factor inmaterial o supermecánico
46 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

es inaccesible a todos los métodos de las ciencias naturales.


Estas diferencias internas de opinión apenas atañerán ai
lector. Mas para él será, sin embargo, de la mayor impor­
tancia el que por fin se encuentren las ciencias naturales
y la filosofía.
Si en el día de hoy tres naturalistas caminaran juntos al
aire libre, podría ocurrir que uno de ellos fuera un aristoté­
lico; el segundo, un platónico, y el tercero, un kantiano.
"Vivir es llevar un fin en sí mismo” , dirá el aristotélico.
El discípulo de Platón dejará resbalar serenamente su mi­
rada por las cimas de las lejanas montañas y responderá: "Sí,
un fin no temporal.” Y el discípulo de Kant asentirá silen­
ciosamente.
SEGUNDA PARTE

EL N U E V O P U N T O DE VISTA
SOBRE LO INVISIBLE EN LA NATURALEZA

Aun conservo vivamente en la memoria la escena final


de un drama francés del decenio de 1880, porque ponía
ante la vista, de un modo muy eficaz, al materialismo de
aquel tiempo, alegre de su victoria. Se trataba en aquella
obra de un conflicto amoroso entre un político francés que,
naturalmente, era ateo, y una devota americana. Ambos
venían a dar en una apasionada conversación sobre religión.
Al final el ateo cogía una silla, la plantaba en medio de la
mesa, y exclamaba:
"Esto es una silla; la v e o . . por eso creo en ella. En lo
invisible no creo.”
Esta sentencia coincide aún hoy con la manera de ver de
aquellos círculos que juran por el evangelio monístico.
El punto hasta donde llega la indiferenciación del pensa­
miento moderno se aclara del modo mejor si al lado de ella
se coloca una pequeña narración india cuya escena ocurre
hace dos mil años, y que aproximadamente dice así:
"En el tiempo en que Brasidas de Metaponto dominaba
como exarca en la India, celebróse una gran reunión reli­
giosa, en la que brahmines y budistas disputaban acerca del
ser del alma.
El príncipe griego, que juzgaba que la visión artística de
las cosas era la más alta sabiduría, se mofaba de los sabios
de Oriente, que conversaban con tanto ardor de cosas in­
visibles.
Entonces se adelantó un brahmin y dijo:
—Exarca: ¿por qué crees que el alma es invisible?
El príncipe se rió y le dio por respuesta:
—Lo que yo veo es tu cabeza, tu cuerpo, tus manos, tus
pies. . . ¿Acaso tu cabeza es tu alma?
—N o —respondió el brahmin.
[ 49]
50 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

—¿O tu cuerpo, o tus manos, o tus pies?


Siempre tuvo el brahmin que responder que no.
—Entonces, ¿concedes que el alma es invisible?
—Señor —respondió el brahmin—: eres un príncipe pode­
roso, y de fijo que no habrás venido a pie hasta aquí. ¿Vi­
niste a caballo o en coche?
—Vine en coche —dijo, sorprendido, el exarca.
—¿Es invisible tu coche? —preguntó el brahmin.
—En modo alguno —dijo, riéndose, el exarca—; allí está,
visible para todo el mundo, con cuatro blancos caballos;
árabes enganchados a él.
—¿Es la lanza el coche? —preguntó el brahmin, imper­
turbable.
-N o .
—¿O las ruedas, o el asiento?
El exarca siempre tenía que responder que no.
—Ruedas, asiento y lanza los veo bien —dijo el brahmin—;
al coche no puedo verlo porque es invisible.”
¿Qué habría dicho el político francés si la americana le
hubiera respondido: "V e o las patas, el asiento y el respaldo,
pero la silla no la veo?” Y sin embargo, habría tenido per­
fecto derecho a dar esta respuesta.
En la visión inmediata no nos es dada una silla, ni un
coche, ni ningún otro objeto, sino sólo líneas y colores.
Para que líneas y colores se combinen en unidades de ob­
jetos se necesita una larga cadena de experiencias, que sólo
pueden ser hechas en el transcurso del tiempo.
Para convencerse de la existencia de un vínculo invisible
en todos los objetos que nos rodean, propóngase esta pre­
gunta: ¿De dónde viene que a todos los diversos objetos que
a veces tienen cuatro ruedas, a veces dos y hasta a veces
una sola, que pueden o no poseer un respaldo, que son
grandes o pequeños, que se componen de madera o de
hierro, que son mullidos o duros, de todos los imaginables
colores y de las más diversas formas, siempre se les designe,
sin embargo, con el nombre de coches? ¿Cuál es el víncu­
lo común en la mudable apariencia para que siempre les 1
demos el mismo nombre? A lo cual responderemos: Es la f
SOBRE LO INVISIBLE EN LA NATURALEZA 51

igualdad de función. Todos los coches, por muy diferentes


que puedan ser en materia, forma y color, tienen, sin em¿
bargo, idéntica función: sirven para ser transportados en
ellos.
Bajo función o servicio comprendemos una serie de di­
versas variaciones en el tiempo, resumidas en una unidad
conforme a ley. Así, el "ir en coche” significa el uniforme
girar de las ruedas alrededor de su eje, combinado con el
avanzar del cuerpo del coche.
Podemos seguir con la vista, en cada momento, las diver­
sas variaciones de un objeto. La ley o regla que liga en
una unidad las diversas variaciones no podemos verla.
Si en cada momento, mediante signos convencionales, qui­
siéramos apuntar las variaciones que se van presentando en
un objeto, obtendríamos una anotación en la cual conserva­
ríamos la regla de la variación, lo mismo que una melodía
es conservada en el pentagrama.
Ahora bien: la melodía no es otra cosa que un "esquema
de tiempo” de los tonos. Por eso también podemos llamar
un esquema de tiempo a la regla de variación que caracte­
riza al objeto.
Lo mismo que el ritmo de la serie de tonos combinados
en una unidad es llamado "melodía” , el ritmo de las diver­
sas variaciones que recorre un objeto es resumido unitaria­
mente com o "función” . Pero como es totalmente imposible
conservar todas las variaciones que recorre un objeto (por­
que están combinadas unas con otras por innumerables
transiciones), sólo se pueden retener algunos momentos de
movimiento o de variación especialmente significativos y
combinarlos entre sí en un esquema de tiempo.
El número y la elección de estos momentos varía de indi­
viduo en individuo. Represéntese, por ejemplo, lo que sig­
nifica una estrella para el moderno habitante de gran ciudad
que alguna vez la ve centellear entre los faroles de Ja calle,
y lo que ha sido para un asirio conocedor del cielo. Igual
estrella es para el uno un inútil punto de luz y para el otro
un signo en el reloj del destino del mundo, que recorre su
círculo por el maravilloso cuadrante del cielo.
52 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MONDO

Lo que se dice del esquema de tiempo es aplicable tam­


bién, en igual medida, al esquema de espacio. Las formas
de los objetos que nos rodean son tan ricas y cambiantes,
según la iluminación y la posición que tomamos frente a
ellos, que jamás reconoceríamos al mismo objeto si no nos
hubiéramos impuesto una regla permanente que sólo con­
serva determinados datos de su hechura.
Los esquemas de forma pueden ser muy pobres o vacíos,
y entonces abarcan muchos objetos que no son diferencia­
dos en nada más unos de otros. Pero también pueden ser
muy ricos y particularizados, y entonces se refieren a un
objeto único.
La mayor parte de los hombres de ciudad considerarán
com o iguales todos los cereales que hay en el campo, por­
que las diferencias entre cebada, avena, centeno y trigo no
existen en el esquema de forma "cereales” . Mientras que
los campesinos, por su parte, confunden largo tiempo en
la ciudad unos tranvías con otros.
De esquema de espacio más esquema de tiempo se con>
pone la concepción de los objetos; pero el esquema de tiem­
po es decisivo para la palabra con que designamos la cosa.
La formación del esquema tiene estrechas relaciones con
las experiencias individuales de cada uno. Así resulta que
cada hombre está rodeado de un mundo "adecuado” a él
o acomodado a él, que Llamaremos su "mundo circundante”.
Por lo demás, es posible demostrar que grandes grupos de
hombres que pertenecen a la misma clase profesional poseen
análogo mundo circundante, que es limitado por los mundos
circundantes de otras clases profesionales. El vocabulario
propio de cada oficio demuestra que en él son diferenciados
objetos que se presentan com o complementalmente iguales
para otras clases de oficios.
Basta ser guiado una vez por un ingeniero al visitar una
exposición de maquinaria para convencerse de que los in­
genieros hablan con la mayor seguridad de cosas que son
completamente incomprensibles para nosotros. De una par­
te, vemos demasiado, porque nos saltan a la vista pequeñeces
insignificantes, y de otra, demasiado poco, porque no cono­
SOBRE LO INVISIBLE EN LA NATURALEZA 53

cemos la dependencia. Nos falta el lazo que combine las


diversas partes en una unidad. Nos falta el esquema de
espacio, lo mismo que el de tiempo, de tales cosas.
Observaba yo una vez un tropel de gentes de Cook que
eran paseadas por las Galerías de pintura de Florencia. El
culto guía se detuvo delante de un cuadro y dijo: "Ya ven
ustedes a primera vista, señores míos, que éste es un Ra­
fael.” "¡Diantre! —rezongó un señor viejo—, yo veo sim­
plemente una Madonna con el Niño; eso lo veo muy bien;
pero ¿en qué ve él que es de Rafael? Tengo muy buena
vista, sin e m b a rg o ... ¿O es que ese m ozo ve cosas in­
visibles?”
El señor viejo no sabía que él mismo veía cosas invisibles,
puesto que el que la mujer del cuadro fuera una Madonna
no hubiera podido verlo tampoco un negro. Y que aquel
policromo plano en la pared representara una mujer per­
manecía totalmente ignorado para la golondrina que cru­
zaba rauda por la habitación.
Lo que nos es dado por la visión son colores y líneas;
las reglas que elevan estos factores de la visión a la percep­
ción son en sí mismas invisibles. Son capaces, sin embargo,
dé ordenar la materia suministrada por los órganos de los
sentidos y forman así el objeto.
Mas ¿por qué es necesario convencerse tan circunstancia­
da y hondamente del hecho de que todos los objetos que
nos rodean consisten en impresiones de los sentidos ordena­
das por esquemas tanto' de espacio com o de tiempo? Por­
que sin este conocimiento no hay biología comparada.
Físicos y químicos no tienen ningún interés en esta afir­
mación, pues consideran el mundo solamente desde el punto
de vista del hombre. Las diferencias entre los mundos cir­
cundantes humanos no son tomadas en consideración en su
elemental manera de apreciar. Por eso fraccionan los objetos
en objetos cada vez más pequeños; pero su verdadera es­
tructura jamás la han removido.
Eso se cambia de repente cuando investigamos las relacio­
nes de los objetos con seres vivos de otra especie, com o son
los animales. Entonces salimos de nuestro mundo circun-
54 IDEAS PARA DNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

dänte y entramos en el de un sujeto de otra especie que


mantiene con lo que le rodea relaciones completamente dis­
tintas de las nuestras, ya que está rodeado por sus objetos
y no por los nuestros.
, N o sería tan difícil orientarnos en este nuevo mundo
si poseyéramos alguna posibilidad de lograr un conocimiento
del alma del sujeto extraña a nosotros. Pero todas las ten­
tativas en esta dirección han resultado totalmente malogra­
das. Y las teorías del paralelismo o de la identidad de las
circunvoluciones cerebrales con la vida del alma acaban en
vanas afirmaciones, y en su aplicación al alma de los ani­
males sólo conducen a decepciones groseras.
Acaso sea incómodo y muy poco moderno admitir el
dualismo de alma y cuerpo, firmemente establecido por la
¡experiencia diaria; sin embargo, sigue existiendo por eso
mismo.
La consideración objetiva de los fenómenos en el sistema
nervioso central no nos presta en modo alguno ni el más
mínimo apoyo para sospechar que con ellos estén enlazados
fenómenos anímicos, y sin embargo, ¿quién querría negar
esta dependencia?
; Sólo que sobre la especie de esta dependencia no debe
uno abandonarse a ningún engaño. Los fenómenos per­
ceptibles objetivamente en el cerebro están con las impre­
siones o representaciones que aparecen al mismo tiempo
exactamente en la misma relación en que está un objeto con
la designación que le hemos adjudicado. Si y o al ver un
árbol de blanco ramaje y hojas pequeñas pronuncio siempre
las palabras "álamo blanco” , tanto puede ser llamado eso
(paralelismo com o identidad.
Si ahora establezco la afirmación de que también mi ve-
.cino al ver un árbol de blanco ramaje y hojas pequeñas
pronunciará las palabras "álamo blanco” , lo hago bajo íá
hipótesis, comprensible por sí misma, de que mi vecino
hable el mismo idioma que yo.
Del mismo modo puedo afirmar al observar ciertas acti­
vidades cerebrales de mi vecino que percibo directamente
o infiero de sus acciones que su alma tiene ahora estas sen­
SOBRE LO INVISIBLE EN LA NATUR ALETA 55

saciones o aquellas representaciones bajo la necesaria hipó­


tesis de que mi vecino posea un alma igual a la mía.
Pero si mi vecino habla una lengua desconocida para
mí, entonces jamás podré al mirar al árbol de blanco ramaje
y hojas pequeñas deducir Ja palabra con la cual lo desig­
nará él.
Del mismo modo, si poseen un alma otra que la nuestra,
estamos privados de toda posibilidad de deducir las sensa­
ciones de los animales de su actividad cerebral, observada
directamente por nosotros o inferida de sus acciones.
Con este ejemplo espero haber iluminado claramente el
paralogismo de la psicología comparada. Las almas de los
animales son com o innumerables idiomas extraños para los
cuales nos falta la clave. Cierto que tenemos la posibilidad
de observar las acciones de los animales y de las acciones
sacar conclusiones acerca de los fenómenos en el sistema
nervioso central; pero del sistema nervioso central hasta el
alma no va puente alguno.
Mientras subsiste la fe de que puede darse una compara­
ción de almas sin conocimiento de uno de los objetos com ­
parados, se excluye todo progreso de la biología comparada.
Si aun hoy en día, por ejemplo, un sobresaliente investiga­
dor escribe acerca de las moscas de las habitaciones: "Si
estos animales no fueran tan tontos e imprevisores no ten­
drían que dejarse comer (por las arañas)” , demuestra con
eso que su filosofía no ha abandonado el nivel de Jos cuentos
de niños.
Sólo cuando se ha libertado uno de la superstición psi­
cológica puede comprender el problema de la biología com ­
parada. Nos encontramos ante las siguientes circunstancias.
Nos es dado un suieto extraño a nosotros —un animal— al
cual podemos observar en nuestro mundo circundante. N os­
otros sabemos que nuestro mundo circundante recibe de
nosotros mismos su sello característico. El sello que ese
sujeto extraño impone a su mundo circundante jamás po­
dremos conocerlo. El único problema que es soluble para
•nosotros consiste en lo siguiente: por la observación y
el experimento, encontrar aquella parte de nuestro mun­
56 IDEAS PARA DNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MONDO

do circundante que engrana con el mundo circundante


ajeno.
Por lo tanto, la división de nuestro mundo circundante
es el problema primero y más importante que tenemos a
nuestro cargo.
¿Según qué principios debe verificarse esta división? Co­
mo sabemos, la química considera com o materias los obje­
tos que nos rodean, y trata de reducir las materias a sus
elementos fundamentales, de los cuales está formada toda
combinación de materias. La física reduce los elementos
químicos a átomos de igual especie, y trata de comprender
todas Jas fuerzas de este mundo com o movimiento de los
átomos.
Con estos factores fundamentales químicofísicos no pode­
mos hacer nada en la biología comparada, pues siempre
siguen siendo magnitudes objetivas. Buscamos elementos
subjetivos de los cualess se formen nuestros objetos, pues
sólo éstos tienen interés para nosotros si investigamos la
relación entre objetos y sujetos.
Ahora bien: nosotros sabemos que todos los objetos de
nuestro mundo circundante se descomponen en grandes
grupos de propiedades que dependen de nuestros órganos
de los sentidos. Los objetos tienen sonidos, colores, olores,
poseen dureza y gusto, son fríos o calientes. Nosotros sólo
podemos advertir esas propiedades de los objetos porque
en nosotros se presentan las sensaciones correspondientes de
sonido, color, olor, etc. Si en un hombre falta el órgano
de un sentido, entonces los objetos que le rodean pierden
Ja correspondiente propiedad.
Las propiedades de Jos objetos son, por lo tanto, los fac­
tores fundamentales objetivos que buscamos, únicos que son
utilizables biológicamente.
Según eso, mientras la física y la química tratan de re­
ducir los objetos a objetos cada vez más pequeños y sen­
cillos, la biología comparada marcha desde el principio por
otro camino. Descompone los objetos en sus propiedades
e investiga cuáles de éstas obran sobre el animal sujeto a
experimentación. La suma y disposición de las propiedades
SOBRE LO INVISIBLE EN LA NATURALEZA 57

percibidas por el animal da lo que llamamos el "mundo


circundante” del animal.
Del modo más sencillo se desenvuelve el problema de la
biología comparada en los animales inferiores. Encontra­
mos allí sujetos cuyos objetos están constituidos por el
mismo olor, mientras que en otros mundos circundantes la
misma dureza, el mismo color o la misma iluminación ca­
racteriza a los objetos. Mayores detalles acerca de este pun­
to pueden encontrarse en mi libro Umwelt und Innenwelt
der Tiere ( Mundo circundante y mundo interior de los
animales).
El problema sólo se hace más difícil cuando los esquemas
de espacio y tiempo se presentan en el mundo circundante
animal. Entonces nos vemos obligados a substituir los obje-
.tos ante los cuales reaccionan con seguridad los animales
por imitaciones cada vez más simplificadas, que de la ma­
nera más sencilla imitan los movimientos del original. Sólo
de este modo se logra obtener una representación de las
reglas de espacio y tiempo que tienen validez en los mundos
circundantes ajenos.
El sistema nervioso central de cada animal puede ser com ­
parado con un espejo que sólo está en disposición de copiar
una mínima parte de nuestro mundo circundante. Especial­
mente por los trabajos de Radl, se ha comprobado que
muchos insectos no experimentan el más pequeño efecto
ante las formas y colores de nuestros objetos; pero, en cam­
bio, están rodeados por simples superficies, diversas en mag­
nitud y diversas en iluminación, que, por su efecto de di­
verso grado en la retina del ojo, ejercen un influjo rector
en los movimientos del animal.
La forma de las imitaciones también eficaces es aún muy
primitiva en los vertebrados inferiores. La práctica ha en­
señado qué sencillos engaños son suficientes en Ja caza de
perdices o la pesca de caña.
También los sencillos esquemas de tiempo pueden ser
observados hasta muy abajo en la escala animal. Muchos
animales reaccionan prontamente ante toda especie de mo­
vimiento, de cualquier objeto que sea.
58 IDEAS PARA UNA CONCEPCION BIOLÓGICA DEL MUNDO

Cuanto más finamente tienen‘formado el cerebro, dife­


rencian tantas más formas y movimientos, y tanto más, para
ser eficaces, necesitan acercarse al original los artificios con
que son engañados.
El mundo circundante de todos los animales siempre que­
da separado por un abismo del nuestro, pues los animales
no poseen un lenguaje. K. C. Scheneider ha llamado la
atención sobre las conclusiones que acerca del mundo cir­
cundante de los animales debemos deducir de esta carencia.
La palabra con que nosotros designamos nuestros objetos
se refiere, como hemos visto, al esquema de tiempo, que
abarca diversos objetos de formación extremadamente dife­
renciada. Un cerebro en cuyo mundo circundante los obje­
tos carecen de esquema de tiempo será, por ello, totalmente
incapaz de producir sonidos articulados o palabras, pues a
las palabras las falta el objeto com o reacción ante el cual
se presentan.
Por ejemplo: el que el perro arañe las puertas cerradas
sólo prueba que el gran objeto cuadrangular está en rela­
ción con el reflejo de la salida; pero no prueba aún nada
en cuanto a la existencia del esquema de tiempo, que con­
vierte a la puerta en un objeto que cierra y deja libre una
abertura. Aunque el perro comunica los más diversos afec­
tos cerebrales por diversos ladridos, aun no se ha observado
jamás que su ladrido designe un objeto determinado. Por
eso habrá de tenerse el mayor cuidado en la elección y
combinación de propiedades al reconstruir los objetos que
forman el mundo circundante propio de los animales su­
periores.
En todo caso, la investigación de tales cosas promete aún
muy importantes e interesantes resultados.
Ahora que están trazadas las líneas directoras de una bio-
logia comparada "subjetiva” , también puede esperarse que j
se llegará a resultados armónicos. Estas líneas directoras
no han sido descubiertas por ningún moderno naturalista, i
sino que son el fruto, por fin maduro, que ha caído sobre\
nuestras rodillas del árbol de la filosofía kantiana.
Mas, por eso, es urgentemente necesario volver a Kantff
SOBRE LO INVISIBLE EN LA NATURALEZA 59

y quitar de en medio la superficial charlatanería con que


han llenado el mundo Büchner, Haeckel y consortes.
De una capacidad mental tan mezquina com o Ja que se
revela en los Enigmas del Universo, de Haeckel, que, en su
sencillez, tiene por un gas todo lo invisible en la Naturaleza,
no podemos exigir, naturalmente, que sea capaz, ni aun de
lejos, de seguir los pensamientos aquí expuestos.
Pero la biología sólo podrá perseguir sus fines cuando,
fuera del rebajamiento espiritual en que se encuentra actual­
mente, logre de nuevo ir a mano de investigadores más
serios y más pensadores.
EL M UNDO PERCEPTIBLE DEL ANIMAL

Ninguna ciencia se cita hoy con más frecuencia que la


biología, y ninguna tiene que sufrir hoy tanto como ésta
bajo la general confusión de ideas. ¿Qué es lo que no es
objeto de la biología? Desde el lenguaje de los negros hasta
el cristal líquido debe extenderse su territorio. La mayor-
parte de las ciencias del espíritu y de la naturaleza y sus
derivadas se honran de pertenecer a la biología. Muchos
historiadores, economistas, sociólogos, investigadores de re­
ligión, hablan de supuestas leyes naturales biológicas.
Si pasa uno la vista por la enorme suma de especulaciones
sin objeto y claves analógicas sin dirección, se puede llegar
a la idea de que la biología no es, en modo alguno, una
ciencia, sino un cóm odo medio auxiliar de demostrarlo todo.
Y sin embargo no habría razón para perseverar en esta
opinión, pues existe efectivamente una biología científica
(por supuesto, que por biología no se entiende la ciencia
de la vida, pues lo que es la vida no lo sabe ninguno de nos­
otros). Pero hay una disciplina de lo viviente que plantea
como problema el investigar las leyes que diferencian lo
viviente de lo no viviente.
Cierto que esta ciencia es relativamente joven, pues en
tiempos de la absoluta soberanía del materialismo negábase,
sin más ni más, toda propiedad especial de Jo viviente. La
fisiología enseñaba la aplicación a lo viviente de las leyes
químicas, físicas y mecánicas. La zoología, convertida
al darwinismo, enseñaba el origen de los animales de un
protopíasma originariamente inorgánico. Y quedaba así
como único resto biológico el alma an'mal, que se con­
sideraba com o un producto accesorio de la substancia ner­
viosa.
Las especulaciones de psicología animal no eran propias
[60]
EL MUNDO PERCEPTIBLE DEL ANIMAL 61

para ganar consideración para este resto de la biología, al


lado de las ciencias naturales, que trabajaban excta y expe­
rimentalmente.
Si se quería volver por la honra de la biología, había,
ante todo, que proscribir las especulaciones psicológicas.
Las sensaciones que tiene una lombriz de tierra o una libé­
lula es cosa completamente cerrada para nosotros, y lo que
se pueda decir acerca de ello no es ciencia.
Después que se hubo establecido que la biología sólo
tiene que ocuparse de fenómenos que son accesibles a Ja
manipulación objetiva, tenía primeramente que volver a ser
repuesta en sus derechos la idea de organismo. El organis­
mo se distingue de todos los productos inorgánicos en que
posee un plan funcional, esto es, que en él todas las diversas
partes están ordenadas de tal modo que sus funciones se
encadenan unas con otras según plan, y de este modo faci­
litan la función total del organismo.
Para esto tenían que ser descompuestos los animales en
sus partes vivas e investigadas las funciones de órganos y
tejidos para conocer el plan total.
En este trabajo, que fué emprendido fundamentalmente
en Jos últimos veinte años, la analogía con la máquina, que
también posee un plan de función, prestó inapreciables ser­
vicios a la biología.
Pero esta analogía sólo permitía una limitada aplicación,
pues todas las máquinas consisten en materias muertas, mien­
tras que el organismo es construido del protoplasma vi­
viente.
¿En qué se diferencia esta materia viva, común a todos
los seres vivos, de todas las innumerables materias muertas
de la naturaleza inorgánica? Está en situación de poder dar
de sí tejidos y órganos, esto es, productos construidos con­
forme a plan.
Para ello, al lado del organismo apareció en el plan el pro­
toplasma com o segundo factor específico biológico. N o
quiero entrar ahora en el problema del protoplasma, que
recientemente encendió la famosa discusión del vitalismo,
cuyas olas alcanzan a la doctrina de la evolución y la he-
62 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

renda, y que ha desencadenado una interminable especula­


ción metafísica.
Por el contrario, quiero aludir a otro punto de vista en
el cual la analogía entre máquina y organismo ha fracasado
igualmente.
Si se comparan las máquinas con los organismos en su re­
lación con el mundo exterior, se muestra en seguida que las
máquinas no son seres independientes, sino sólo instrumen­
tos de los hombres. Mientras que los organismos de la Na­
turaleza se alzan enfrente com o seres independientes.
En tanto se investigan los efectos de Jas máquinas en el
mundo exterior, esta diferencia no sale aún a luz de un
modo que perturbe. Las máquinas trabajan sobre los objetos
de nuestro contorno, y eso hacen también los animales.
Cierto que la elección de objetos, en lo que se refiere a los
animales, es otra que la de las máquinas. Pero la clase de
efecto es en principio la misma: si un escarabajo, un perro
o un rastrillo arañan la arena, la mecánica del fenómeno es
siempre la misma, y siempre se trata de los mismos objetos
exteriores sobre los que es ejercido un efecto.
Si se comparan, por el contrario, Jos efectos que son pro­
ducidos por los objetos sobre máquinas y animales, por
ejemplo, el efecto de la luz en una cámara fotográfica y en
un ojo animal, el fenómeno mecánico es sólo aparentemente
el mismo. Igual que sobre la pantalla de vidrio esmerilado
de la cámara, también se muestra en la retina la misma ima­
gen disminuida y vuelta al revés del mundo exterior. Se
podría, por eso, llegar a la idea de que los órganos de los
sentidos dé los animales eran substituibles por aparatos hu­
manos, cosa que podemos admitir en principio en cuanto
a los órganos de movimiento. En esta conclusión», sin em­
bargo, se olvida un factor esencial, precisamente el orga­
nismo.
Verdad es que el ojo de la ostra jacobea (1) muestra la
misma imagen que una cámara obscura. Pero la propia ostra
0 ) La ostra jacobea, o concha de peregrino (vieirñr, en Galicia),
es bien conocida para el lector por su concha bellamente estriada,
que se utiliza para preparar y servir ciertos manjares.
& EL MUNDO PERCEPTIBLE DEL ANIMAL 63
m
m
jacobea no percibe otra cosa que los movimientos de los
k objetos que se reflejan en la imagen de su retina.
Mientras que nosotros, con auxilio de la imagen de la re­
tina, de nuestro ojo, percibimos las notas de las formas, los
colores, las magnitudes y los movimientos de los objetos, a la
ostra jacobea le basta con esta última nota solamente. Si se
acerca el enemigo de la ostra jacobea, la estrellamar, aquélla,
con sus cien ojos, no percibe más que un movimiento.
Lo que se dice de la vista es aplicable también a los otros
órganos de los sentidos; también éstos se limitan a la per­
cepción de una nota. Por el órgano del olfato sólo es per­
cibido un determinado olor, o un gran número de olores
actúan sobre él com o la repetición de uno solo.
Para nosotros la estrellamar carece de sabor y olor; pero
para la ostra jacobea posee un olor muy pronunciado, que,
sin embargo, no se diferencia de todos los otros posibles
efectos químicos.
La estrellamar se compone para la ostra jacobea de las
siguientes notas: primero, movimiento; en segundo lugar,
una nota general química, que nosotros no podemos analizar
más detalladamente, y en tercer lugar, la presión, que se
presenta por el contacto del equino con los tentáculos de
la ostra jacobea. Pero a esto aun se añade otra cosa, y es
justamente el orden en el cual estas notas actúan sobre la
ostra jacobea al aproximarse la estrellamar. Primeramente
actúa sobre la vista el movimiento de la estrellamar. Des­
pués son extendidos los tentáculos de la ostra jacobea, los
cuales tanto poseen órganos de sentidos químicos como tác­
tiles. De éstos, primero son excitados los químicos; luego,
los táctiles.
Por esta combinación de notas es percibido con seguridad
el enemigo del organismo, y entonces el sistema nervioso
central envía una ola de excitación a los grandes músculos
de movimiento de la concha, y el molusco huye nadando.
Idénticos efectos emanan siempre de la estrellamar, los
cuales tanto son ópticos com o químicos y táctiles. Pero
¡qué otra es la selección de estos estímulos en nosotros y
en la ostra jacobea! Estímulos totalmente diversos son em-
64 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

pleados en ambos casos com o notas distintivas. Nosotros,


de las notas percibidas por nosotros formamos un objeto
"estrellamar” muy diverso del de Ja ostra jacobea.
N o sólo es teóricamente posible, sino también muy vero­
símil, que el complejo de notas estrellamar sea lo único
que es empleado en el mundo de la ostra jacobea para la
formación de un objeto, y que fuera de ello sólo se presen­
ten estímulos aislados, sin ligazón entre sí.
El mundo que rodea los órganos de los sentidos de la
ostra jacobea sólo alojaría en este caso un objeto único.
Este mundo es por completo obra de la reorganización de
la ostra jacobea; si se cambiara su organismo, tendría tam­
bién que cambiarse este mundo. Ahora, com o la organiza­
ción de todos los animales es distinta, se sigue de ello que
este mundo varía de animal en animal.
Para designar este mundo, que es el producto del orga­
nismo, he intentado introducir la palabra Umwelt, (mundo
circundante) (1). La palabra se ha naturalizado prontamen­
te, pero no la idea. Este término es empleado ahora para
designar lo que rodea inmediatamente a un ser vivo, en el
mismo sentido que antes la palabra milieu. De este modo
ha perdido su sentido peculiar.
Es un afán totalmente vano querer oponerse contra el
uso del lenguaje, y tampoco la expresión "mundo circun­
dante” corresponde con bastante exactitud al concepto que
le es atribuido. Por ello quiero poner en su lugar el tér­
mino "mundo perceptible” , M erkwelt, y significar con ello
que para cada animal haya un mundo especial, que se com­
pone de las notas distintivas recogidas por él del mundo
exterior.
El mundo perceptible, M erkwelt, que sólo depende de
los órganos de los sentidos y del sistema nervioso central
se completa por el "mundo de efectos” , Wirkungswelt,
que abarca aquellos objetos a los cuales están acomoda­
dos los instrumentos de comer y moverse del animal.

0 ) En mi libro Umwelt und Innenwe't der Tiere. En vez de


mundo circundante podría decirse el "alrededor del animal”.
EL MUNDO PERCEPTIBLE DEL ANIMAL 65

En el mundo de efectos se suele hoy pensar, ante todo,


al hablar del mundo circundante com o del milieu de un
animal, y con eso se admite tácitamente que los objetos
que componen su especial mundo de efectos, por ejem­
plo, las hojas que devora una oruga, el agua en que se
mueve un pez, obran sin más sobre los órganos de los sen­
tidos.
Pero aquí reside el error fundamental. La enumeración
de los diversos objetos del mundo general de efectos al
cual está acomodado cada animal es de un interés total­
mente accesorio y fácil de ejecutar por la pura observación.
Pero el descubrimiento del mundo perceptible de cada ani­
mal es un trabajo principalmente nuevo y muy fatigoso,
que sólo puede ser resuelto mediante el experimento.
Si se quiere abarcar el mundo de efectos y el mundo per­
ceptible con el nombre de mundo circundante, bien puede
hacerse; pero debe uno darse cuenta en seguida de que de los
dos juntos no resulta ninguna unidad, sino que para ello es
imprescindiblemente necesario el organismo del animal, que
es el que crea la dependencia entre ambos mundos (1).
Si primeramente se ha desentrañado con claridad la no­
ción de mundo perceptible, después viene por sí mismo el
planteamiento del problema para cada animal. Hay que in­
vestigar ante qué notas de un objeto reacciona el animal, y
estudiar después si esas notas tienen que estar entre sí en
una determinada relación de espacio o tiempo para actuar
como un todo sobre el animal. Con estos datos puede tra­
tarse después de formar, hasta donde sea posible, una com ­
pleta imagen del mundo perceptible del animal estudiado.
Entonces se advertirá con asombro que animales que
viven en el mismo mundo de efectos poseen mundos per­
ceptibles totalmente diversos. La estrellamar, por ejemplo,
que, como hemos visto, forma para la ostra jacobea esta
cadena de notas: primero, movimiento óptico; después, es­
tímulo químico; por último, contacto; es substituida en el
C1) En español acaso podríamos llamar al mundo perceptible de
un animal su "panorama” o su "contorno”, y a su mundo de efectos
su "esfera de acción”. (Nota del editor.)
66 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

mundo perceptible del erizo marino por la siguiente cadena


de notas, igualmente ordenada en razón de tiempo: primero,
débil estímulo químico; después, fuerte estímulo químico;
por último, estímulo de contacto. La estrellamar no se di­
ferencia en nada, en el mundo perceptible del erizo de
mar, de una limacina acidificante, que es representada igual­
mente por la misma citada cadena de notas.
De los innumerables objetos que se presentan en el mundo
de efectos de un animal, aparecen en primer lugar los ene­
migos y los animales en que hace presa com o cadenas de
notas bien caracterizadas en su mundo de percepciones.
Los restantes seres vivos bien pueden dar de cuando en
cuando noticia de su existencia con una presión; pero no
son totalmente diferenciados de un'obstáculo casual, como,
por ejemplo, una piedra.
Muy de advertir es, yendo más adelante, que los medios,
com o el aire y el agua, en que vive el animal no son en
modo alguno notados por él, aunque sus órganos de mo­
vimiento estén acomodados a ellos hasta en lo más nimio,
de modo que en el mundo de efectos representen el papel
principal.
Ya en grados muy inferiores de la serie animal es notada
la división de las grandes superficies obscuras y claras del
mundo exterior, cosa que sirve a los animales para deter­
minar la dirección del movimiento, com o demostró Bohn
con los caracoles y Radl con los insectos.
Sólo en los animales de sistema nervioso central compli­
cado y concentrado se presenta com o nota la forma de los
objetos. Eso consiste en que el ojo, que es el órgano de la
forma por excelencia, sólo es capaz de enviar al cerebro
como nota especial la forma de los objetos copiada en la
retina cuando muchos caminos nerviosos separados se re­
únen en el sistema nervioso central en un central entrelaza­
miento que corresponde a la forma del objeto de una
manera esquemática, y por eso puede ser llamado, breve­
mente, un esquema.
Los esquemas no son una imagen del objeto reflejada
com o en un espejo, sino que se le asemejan, simplemente, J
EL MUNDO PERCEPTIBLE DEL ANIMAL 67

de la manera que es suficiente para el animal. Así, hay


mundos perceptibles de animales en los que sólo muy pocos
objetos poseen una forma bien acabada, mientras que todos
los otros tienen la misma figura.
Cuanto más alto se sube en la serie animal, tantas más
notas son percibidas y tantos más esquemas de espacio se
emplean hasta que los mundos perceptibles de los animales
se acercan cada vez más al nuestro.
En la frontera entre el mundo animal y el humano tro­
pezamos con el siguiente, muy difícil, problema: todas las
cosas que designamos con una determinada palabra, como,
por ejemplo, silla o coche, no se determinan inequívoca­
mente por la nota del color, de Ja dureza, del olor o del
gusto, ni tampoco por su esquema de espacio, sino por su
función. La silla es un objeto para sentarse; el coche, un
objeto para ser trasladado en él de un sitio a otro. Pero
la función de una cosa se desenvuelve según un determi­
nado ritmo en el tiempo. La función está, por lo tanto,
ligada a un determinado esquema de tiempo.
Por el momento, falla por completo nuestra potencia de
representación si queremos proyectar en el cerebro el es­
quema de tiempo com o el esquema de espacio.
Sin embargo, éste no es ningún obstáculo insuperable,
sólo con que suscitemos simplemente la cuestión que sigue:
¿Poseen también los objetos un esquema de tiempo en el
mundo perceptible del animal?
Según sabemos, los esquemas de tiempo se presentan mu­
cho antes que los esquemas de espacio, pues tanto la ostra
jacobea com o el erizo de mar emplean un esquema de
tiempo para formar el objeto "estrellamar” . Pero en estos
animales la sucesión en la aparición de las notas está asegu­
rada por la construcción de los órganos. Cómo resuelve
este problema el sistema nervioso central de los animales
superiores, al tratarse de complicados esquemas de tiempo,
es por el momento incomprensible para nosotros. En todo
caso, la cuestión de si los objetos también poseen un es­
quema de tiempo en los mundos de percepción de los ani­
males superiores tiene que ser resuelta antes de que se pueda
68 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

llegar a la cuestión del pensamiento de los caballos, que


también ha adquirido actualidad.
La investigación biológica nos obliga, com o se desprende
de todo lo dicho, a considerar la totalidad del mundo exte­
rior com o nuestro humano mundo de percepciones y a
descomponer en sus partes constitutivas los objetos que nos
rodean, no sólo mecánica, sino también biológicamente; es
decir, a inquirir por separado las diversas notas de dureza,
color, sonido y olor, y tratar su resumen por medio1de los
esquemas de espacio y tiempo. Si hacemos esto, volvemos
a pisar la tierra firme que nos ha preparado la doctrina de
Kant, el cual por primera vez ejecutó consecuentemente
este análisis del mundo, partiendo de un planteamiento de
problema muy diverso.
La doctrina de los mundos de percepción abarca todo el
inmenso territorio desde las amibas hasta el hombre, que
sólo en una mínima parte ha sido explorado hasta ahora.
Sólo cuando esté totalmente investigado podremos hablar
de una real visión de conjunto de la Naturaleza viva.
Esta investigación sólo puede ser hecha mediante el ex­
perimento, y requiere medios auxiliares de que no dispone
cada naturalista; esto es, acuarios, terrarios y aerarios, que
sólo un Instituto erigido para este objeto podría ofrecer.
En Norteamérica han sido hechas las primeras tentativas
en esta dirección, muy prometedoras de éxito. Los norte­
americanos indagan ahora con todo interés la "conducta”
de los animales, y poseen una sobresaliente revista que sólo
sirve para este fin.
En Alemania, que no posee hasta ahora ni un solo labo­
ratorio biológico ni para investigaciones ni para análisis
experimentales de las funciones de los órganos, no hay, por
desgracia, ninguna posibilidad de llevar a feliz término el
estudio de los mundos de percepciones.
M UNDO ANIM AL O ALMA ANIM AL

N o dejaría de tener interés dar un paseo por la ciudad si,


considerando las cosas que encontramos, quedara estable­
cida de modo permanente una determinada ordenación de
cuestiones. Para ello vamos a averiguar qué significación
tienen los objetos que despiertan nuestra atención y para
quién tienen esa significación.
Pasamos por delante de una sastrería: los trajes expuestos
no sólo están acomodados a la forma del cuerpo humano,
sino que también cambian en relación con las diversas ma­
nifestaciones de Ja vida urbana.
A su lado se encuentra un relojero que expone los más
diversos relojes. Hace tiempo que quedó pasada la época
de los relojes de sol. La salida y Ja puesta del Sol ya no
representan en nuestra vida urbana el papel que represen­
taron antiguamente. El alumbrado artificial alarga el día,
y esta pequeña máquina cuida de la división regular de
nuestra jornada, a la cual, mediante su marcha de día y
de noche, divide en espacios de tiempo de igual longitud,
mientras que aun entre Jos romanos, según las estaciones
del año, la noche o el día poseían horas más largas. Así,
hemos corregido según nuestras necesidades el curso del
Sol, originario señor del tiempo y de Ja hora.
Nos detenemos gustosos delante del escaparate de un li­
brero, que ofrece aquel objeto que posee hoy la mayor
significación en el trato del hombre con el hombre: el libro.
Sabemos que dentro de esas grandes y pequeñas cubiertas
dormitan palabras a las que podemos despertar en todo
momento, y que nos contarán entonces toda Ja vida humana.
Sigue después una tablajería. Vemos allí la carne de los
animales que sirve para nuestro alimento, dispuesta para una
subsiguiente preparación. ¡Qué pocos de los transeúntes
[6 9 ]
70 IDEAS PARA VNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

saben que esta carne es un aparato ingenioso de inasequible


precisión, que proporciona a los animales movimiento y
calor!
Una escalera de piedra nos eleva hasta la terraza del café,
donde unos árboles cuidadosamente recortados nos propor­
cionan sombra, y alegran nuestra vista bien cuidadas flores.
Nos sentamos en una cómoda silla y dejamos que actúe en
nosotros la imagen de los coches que pasan rápidos, ya
arrastrados por caballos, ya impulsados por motores.
T odo, literalmente todo, lo que logramos ver está acomo­
dado a nuestras necesidades humanas. La altura de las casas,
de las puertas y ventanas puede ser referida a la magni­
tud de la figura humana. Los escalones se adaptan a nuestro
paso, y el pasamanos a la altura de nuestros brazos. A cada
objeto le da sentido y forma cualquier función de la vida
humana.
Encontramos por todas partes una función humana, a la
cual presta sostén el objeto con su función antagónica.
Para sentarse sirve la silla; para subir, Ja escalera; para tras­
ladarse de un sitio a otro, el coche, etc. Podemos hablar de
un ser-silla, un ser-escalera y un ser-coche sin ser mal
comprendidos, pues al servicio que rinden las producciones
humanas es a lo que nos referimos propiamente bajo la pa­
labra que designan Jos objetos. N o es la forma de la silla,
del coche, de la casa, lo que es designado por la palabra, sino
su servicio.
En su servicio está la significación del objeto para nuestra
existencia. El es el que tenía en su mente el constructor
del coche, en él piensa el arquitecto que traza el plano de
la casa, sólo en él piensa el tablajero que sacrifica los bue­
yes, así com o el escritor que escribe el libro y el relojero
que fabrica el reloj. El jardinero que poda los árboles y
planta las flores los prepara para su servicio. T o d o lo que
nos rodea aquí en la ciudad sólo tiene sentido y significa­
ción por su relación con nosotros los hombres.
El gran progreso que distingue nuestra vida de la de tiem­
pos anteriores consiste en el aprovechamiento, cada vez
mayor, de todas esas cosas. Este aprovechamiento lo des­
MUNDO ANIMAL 0 ALMA ANIMAL 71

cubrimos en la sujeción, que cada vez va hasta más lejos,


de la materia y fuerzas de la naturaleza a nuestros fines; en
el sometimiento, cada vez más fuerte, de animales y plantas
a nuestro señorío.
Así, nuestra vida se aleja cada vez más de la Naturaleza;
así, cada nuevo descubrimiento remueve un nuevo muro
divisorio entre la vida extrahumana y nosotros.
Si se hace que pasen ante la vista espiritual las produc­
ciones de la moderna literatura de gran ciudad, y especial­
mente de la lírica, com o diferencia esencial de la de tiempos
más antiguos, aparece ante nuestros ojos lo siguiente: lo
que antes se vestía en versos sentimentales acerca de la im­
presión de la puesta del Sol, la nostalgia de la vida en el
seno de la Naturaleza, ha tenido que ceder el puesto a las
impresiones de luz de un café nocturno lleno de humo. Ya
no hay nostalgia que lleve fuera de los mil aparatos huma­
nos. El mugir del vapor, el humo de las chimeneas, la
batahola del martillo mecánico inflaman el entusiasmo poé­
tico.
Así parece que, en medio de la muchedumbre de pro­
ductos humanos, creciente de día en día, viven miles de
hombres que tienen esas cosas por única realidad.
Y, sin embargo, sólo necesitamos llevar un perro con
nosotros, en nuestro paseo por la ciudad, para que se nos
abran los ojos.
Pasa rápidamente por la tienda del sastre. Estos vestidos
sólo adquieren significación para él cuando los ha usado su
amo y les ha prestado el olor de su cuerpo. Entonces llegan
a ser importantes notas de la vida del perro. Nuestros re­
lojes y libros no llegan a constituirse para él en objetos
especiales. El insignificante laberinto de colores y formas
lo deja del todo indiferente.
Sólo la tablajería puede regocijarse de su plena simpatía.
El acre olor de Ja carne fresca, el dulce vaho de las salchi­
chas cocidas, despiertan su apetito, mientras que la suave
hediondez de unos pescados podridos le produce el afán de
revolcarse sobre ellos.
Tan importante como el tablajero es para el perro el
72 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

guardacantón (ante el cual pasamos sin prestarle atención),


porque en él ha dejado cada perro su olorosa tarjeta de
visita.
Sube corriendo por la escalera com o ascendería a cual­
quier colina. El pasamanos no tiene sentido. De las sillas
sólo aprecia las almohadilladas. De preferencia reposa en
el lugar donde no le perturbe la sombra de los árboles.
Los planteles de flores sólo excitan su atención cuando en
Ja tierra blanda se ha hecho visible un ratoncillo.
Nadie pretenderá afirmar seriamente que el perro ha re­
corrido la misma ciudad que nosotros. Precisamente aquello
que nos parece la cima de lo esencial y real es insignificante
y nulo para el perro. En su mundo, los acentos están pues­
tos de otra suerte: otras notas excitan sus sentidos; los
objetos tienen otra significación.
Investiguemos ahora en qüé relación están ser y signifi­
cación en los objetos del mundo del perro.
El perro utiliza en parte los mismos objetos que nosotros.
La casa Je protege de la lluvia y el mal tiempo y lo alberga
durante la noche, y adquiere de este modo una determinada
significación para el perro. Puede, por lo tanto, darse algo
a modo de un "ser-casa” para el perro, aunque con nuestro
ser-casa, que expresa un ser habitado humanamente, sólo
posee débiles reminiscencias. Aun más clara se hará la di­
ferencia si consideramos Jos objetos que escoge el perro
como lugar de descanso: sillas almohadilladas y camas. Los
servicios de estos objetos se dividen en dos grupos para el
hombre: sitios en que sentarse para la vigilia y lugares en
que yacer para el sueño. Para el perro no se da esta dife­
rencia, y la significación es para él la misma. La designaría
con la misma palabra.
Y hasta Jas puertas, que son para nosotros medios de co­
municación, son para él el obstáculo por excelencia. El
rencor que siente hacia las puertas el perro Peleas lo ha
pintado MaeterJink con humorística perspicacia.
Relojes y libros no tienen la menor significación para el
perro, porque faltándole sus funciones, no le ofrecen nin­
guna especie de servicio. N o significan más para él que
MUNDO ANIMAL O ALMA ANIMAL 73

para nosotros, en otoño, un montón de hojas secas amon­


tonadas en el camino por el soplo del viento.
Existen, indudablemente, más objetos en la ciudad del
hombre que en la ciudad del perro, aunque ésta también
albergue sus objetos especiales. Sólo hay que pensar en el
guardacantón, al que los perros olisquean atentamente y
al que le confían sus olorosas tarjetas de visita. Estas co­
lumnas anunciadoras con carteles de olor son una de las
instalaciones más asombrosas del mundo perruno. Por des­
gracia, carecemos aún de todo análisis experimental de ta­
les objetos, y estamos así en plena obscuridad acerca de la
significación que tienen para la vida del perro. Los más
importantes objetos de la ciudad del perro tienen para nos­
otros tan poca significación como los más importantes ob­
jetos de la ciudad del hombre para el perro.
Sólo el conocimiento del servicio de un objeto le da su
sello característico y lo levanta de la masa de lo indiferente
y no observado al círculo de luz de nuestra atención. Sí;
es lícito decir que sólo la significación forma el objeto; ser
y significación se condicionan mutuamente.
Sin más, se ha hecho claro que si hay un mundo del
perro diferente del mundo del hombre, tiene que haber
también un mundo del caballo, un mundo del mono, etc.
Hasta allá abajo, hasta el más ínfimo animal, se enfila mundo
tras mundo, en una hilera mil veces cambiante, llena de
mutaciones.
Investigar estos mundos téngolo por uno de los temas
capitales de la biología experimental, en oposición a la psi­
cología, que quiere investigar el alma de los animales. Pero
estoy en la misma oposición frente a aquella tendencia de
investigación que intenta medir toda la vida animal con
idéntica medida exterior, ya sea ésta física o ya biológica.
Tales tentativas acaban siempre en violencias o triviali­
dades (1 ).

0 ) Aparte de esto, olvidan los pensadores originales que produ­


jeron estos sistemas de medida que de este modo ponen en manos de
todos los espíritus sin originalidad un instrumento demasiado cóm o­
do, con el cual trabajan bravamente y se sienten dispensados de toda
74 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Las dotes del investigador de la Naturaleza se muestran


en el arte de plantear los adecuados problemas que pueden
recibir las adecuadas soluciones. De una parte, de nada
sirven las más hermosas teorías, verdaderas obras maestras
de precisión en el arte de la división lógica, si su plantea­
miento com o problema es inaprovechable prácticamente,
De la otra, carece de valor un planteamiento de problemas
prácticamente aprovechable si la solución que obtenemos no
contiene ninguna verdadera doctrina porque el problema
mismo no era bastante profundo.
El peligro de lo primero existe principalmente para Ale­
mania; el de lo segundo, para Norteamérica.
¡Qué excitación no han provocado en Alemania el "Kluge
Hans” y los caballos de Elberfeld! La inteligencia de los
caballos, sus propiedades de carácter, sus pequeñas debili­
dades e inclinaciones, exigían de repente crear una nueva
psicología.
N o quiero ocuparme de Jos muy discutidos resultados de
los experimentos de Krall, sino referir una observación que
por casualidad he hecho y o mismo, y que es tan sorpren­
dente com o aquellos experimentos.
Fué en Dares-Salam. Bajo un mangostán gigantesco de
dilatada sombra estaba echado y dormido un joven león,
atado por el cuello al tronco del árbol con una larga cuer­
da. En una rama sobre él se sentaba un cinocéfalo adulto
que vivía en semidomesticidad en la ciudad. Adientras el
león yacía en profundo sueño, el mono descendía suave­
mente del árbol, marchaba en semicírculo en torno al león,
acercábase sin ruido a su extremidad posterior, cogía con
sus dos manos anteriores la cola del león y tiraba de re­
pente de ella con todas las fuerzas de su cuerpo. El león
se despertaba con un rugido; pero el mono ya había trepado
por el árbol con la velocidad del rayo y volvía a estar
fuera de su alcance, sentado sobre él. Después el león vol­
vía a echarse a dormir, y el mismo manejo se repitió por
posterior labor de pensamiento. Cosa doblemente peligrosa en un
tiempo en que la masa de producción amenaza ahogar todo traba­
jo de calidad.
MUNDO ANIMAL O ALMA ANIMAL 75

tres veces en nuestra presencia, precisamente en la de Stuhl-


mann y la mía, hasta que nos marchamos. N o sé cuantas se
habrá representado la escena antes y después.
¿No se conducía este mono exactamente com o un mal
educado pilludo de la calle que quisiera encolerizar al león?
¡Qué multitud de conclusiones psicológicas pueden sacarse
de esta observación, y qué precipitadas serán todas ellas!
¿Era puro juego o era hecho en serio? ¿Sabía acaso d mono
que el león, al contrario de él, duerme de día y vela de
noche? ¿Quería el mono, ya que era por la tarde, des­
embarazarse de aquel peligroso vecino antes de que él mis­
mo viniera a reposar? ¿Sabe siquiera un mono que un león
puede encolerizarse? ¿Y puede encolerizarse un león?
Mejor será, sin embargo, que confesemos que no pode­
mos resolver estas cuestiones, o concedamos, por lo menos,
que estas cuestiones psicológicas sólo se encuentran en se­
gundo término.
Lo que realmente nos enseña esta observación es que en
el mundo del mono el objeto "león” se compone de notas
de diverso valor en el espacio, que la cola del león no puede
morder, pero muy bien puede hacerlo la cabeza, y que todo
el objeto se pone en movimiento cuando se le tira de la
cola. Pero el zamarreo de la cola sólo puede ser ejecutado
cuando el león duerme; por lo tanto, tienen que existir las
notas del león dormido en el mundo del mono. Aprende­
mos por esta observación que el objeto león muestra en lo
esencial las mismas notas en el mundo del mono que en
el nuestro. Sólo que nosotros, con nuestros pesados movi­
mientos, preferimos abstenernos de tirar de la cola a un
león dormido.
N o creo que se pueda afirmar que el mono haya llegado
a saber por medio de "ensayo y error” que sólo se puede
tirar de la cola al león dormido. Un error, en este caso,
debería cortar todo subsiguiente ensayo.
Me parece biológicamente más interesante saber qué clase
de cosas son las que existen en el mundo del mono que
establecer por trabajosos experimentos si el mono, por ejem­
plo, aprende a abrir y cerrar un cerrojo. Un cerrojo, com o
76 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

expresión de un servicio puramente humano, no existe ni


existirá nunca en el inundo del mono. Si un mono puede
llegar a abrir un cerrojo con ayuda de la "imitación” , o por
"ensayo y error” , o por "premio y castigo” , es seguramente
fácil de establecer experimentalmente; pero me parece por
completo indiferente. Pues todas esas nuevas máximas de
la biología no tienen sentido sino en nuestra vida civilizada,
y a la verdad uno muy accesorio. También es del todo
incomprensible para mí qué interés puede tener en la vida
del animal esta transmisión, sin fundamentq alguno, de re­
presentaciones puramente humanas.
Pero veo muy claramente la confusión que causa en la
ciencia esta ingenua aplicación de lugares comunes huma­
nos totalmente inanalizados. Un método muy en favor es,
por ejemplo, el de construir un laberinto a cuya salida
se encuentra alimento. En este laberinto son cerrados, hasta
donde sea posible, unos tras otros, los más diversos anima­
les: cangrejos, caracoles, tortugas, conejos y, a ser posible,
hasta niños. Establécese entonces la rapidez con que en­
cuentra la salida el animal objeto de la prueba; si lo hace
mejor la vez numero x; si un pequeño castigo, por medio
de un azote eléctrico, actúa favorablemente; si entra en
juego la imitación, etc.
Tengo a esta serie de experimentos, tal com o se ejecutan
ahora, com o puros pierdetiempos. Al principio aun tenían
trazas de como si se quisiera investigar qué notas del ca­
mino se graban en los distintos animales; cosa que, natu­
ralmente, hubiera sido muy interesante. Pero ahora ya no
se trata de eso. Sólo se cuenta el tiempo, se describen cur­
vas y, en lo posible, se establece una fórmula matemática.
Eso se llama, en rigor, experimentar fuera de la Naturaleza.
En todo razonable planteamiento de problema hay que
darse cuenta de: ¿qué puedo saber? y ¿qué quiero saber?
Hacia ambos lados pécase en este momento: los psicó­
logos plantean cuestiones que no pueden ser resueltas, y
los empíricos puros plantean cuestiones cuya solución ca­
rece de valor.
Es fácil salir al encuentro del segundo error con tal de
MUNDO ANIMAL O ALMA ANIMAL 77

que se penetre uno del convencimiento de que el valor


de un hecho nuevo sólo depende de la relación que guarda
con la vida del animal.
El primer error es mucho más capcioso, pues se deja de
ver harto fácilmente el salto que da uno en sus propias
consecuencias finales. De este modo, la conclusión que
acerca de la psiquis de los animales se deduce de sus ac­
ciones es siempre un salto, tanto mayor y más atrevido
cuanto más se aparta de la nuestra la organización del ani
mal experimentado.
Los fundamentos que llevan a los biólogos a rechazar las
conclusiones sobre el alma animal son principalmente los
siguientes:

l 9 Lo que nosotros podemos investigar son sólo fenómenos de


movimiento. Los fenómenos de la psiquis no son fenómenos de
movimiento. Los fenómenos cerebrales y los psíquicos no pueden,
por lo tanto, ser deducidos unos de otros ni referidos a una común
medida.
29 La psiquis es un organismo que sólo posee una dimensión de
tiempo. El cerebro es un organismo extendido en las tres dimen­
siones del espacio. Por eso podemos hacer que sean intuitivos para
nosotros los fenómenos del cerebro, pero no los fenómenos de la
psiquis.
39 Los cerebros están siempre a disposición de nuestra observa­
ción en todas las formas y desarrollos imaginables; de las almas
nunca conocemos más que la nue'tra propia. Por eso nos vemos
siempre obligados a transmitir nuestras sensaciones, nuestros senti­
mientos, nuestra organización psíquica a los animales, y carecemos
I de toda comprobación, aunque ai hacerlo nos afirmemos el mayor
desatino.

Si se concibe el tema de la biología experimental, según


lo hago yo, como la investigación de la dependencia con­
forme a plan entre animal y mundo exterior, se evitará en
lo posible el encontrarse con el alma animal.
Hasta los mismos fenómenos cerebrales tienen que ser
dejados en segundo término, porque presentan una gran
dificultad en la manera de considerarlos, que podemos elu­
dir hasta cierto punto. Cierto que el cerebro es completa­
mente perceptible; pero sus manifestaciones de movimiento
son muy distintas de los fenómenos del mundo exterior.
78 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

T o d o lo que ocurre en el cerebro es manifestación de mo­


vimiento procedente de la excitación, y sólo se diferencia
por su cantidad, su intensidad y distribución en el espacio;
pero es siempre de Ja misma calidad.
Estamos, por lo tanto, obligados, si queremos investigar
los diferentes efectos que, por ejemplo, emanan de los co­
lores azul, verde o rojo, a buscar diferentes signos espa­
ciales en el cerebro para que se nos haga patente la dife­
rencia de efectos.
Esta dificultad es la que hace principalmente que los
psicólogos salgan al campo contra la teoría biológica: "Es
mucho más sencillo —dicen los psicólogos— considerar el
correspondiente signo cualitativo en la psique del animal
en vez del inseguro signo espacial en el cerebro. Cierto
que hay en el mundo exterior cosas que se extienden en el
espacio; pero no las hay en la psique. En cambio, hay en
la psique representaciones que ocupan el lugar de aquéllas.
Además, las notas de carácter temporal (que hacen de una
aparición momentánea un objeto bien caracterizado por su
función) no pueden de ningún m odo ser reproducidas en
el cerebro por relaciones de espacio. Por eso no es, en modo
alguno, posible una biología experimental sin psicología.”
Pero los psicólogos vuelven a olvidar siempre que son
cualidades y representaciones humanas lo que ellos poe­
tizan al pintar el alma de los animales. Ese es un juego de
la fantasía, y no observación.
Según parece, hemos caído entre Scila y Caribdis. Si
sólo consideramos los fenómenos cerebrales, estamos en
peligro de no interpretar rectamente importantes depen­
dencias; si formulamos la hipótesis del alma animal, nos
perdemos en la pura especulación.
¿Hay alguna solución para este dilema? Si consideramos
un animal en sus relaciones con el mundo exterior, vemos
que ejecuta acciones; esto es, que responde con una re­
acción de sus órganos de movimiento a los efectos del mun­
do que llegan a sus órganos de recepción o de los sentidos.
Mientras se considere el mundo exterior como algo dado
de una vez para siempre, en que el animal sufre y obra,
MUNDO ANIMAL O ALMA ANIMAL 79

tienen que buscarse en el animal mismo todas las causas de


sus diversas maneras de acción. Aquí está tal o cual objeto:
de él se hace el animal una imagen de excitación en el
cerebro (biología) o una imagen de representación en el al­
ma (psicología), y ante ello reacciona con un movimiento.
Si ésta fuera la auténtica exposición de los hechos no
habría, sin duda, salida alguna, y tendríamos que decidirnos
por una u otra de estas defectuosas interpretaciones. Pero
esta exposición es falsa.
Contemplemos un animal inferior; apenas existe objeto
alguno que actúe sobre el animal, sino un olor, y según
este olor obran sus órganos de movimiento sobre el objeto
que vernos nosotros.
El mundo de todos los animales se descompone clara­
mente en dos mitades totalmente distintas: el mundo que
actúa sobre los órganos receptores —el mundo de percep­
ciones—, y el mundo sobre el que obran los órganos de
movimiento: el mundo de efectos.
Nosotros, com o observadores, es verdad que sólo vemos
siempre el mismo objeto ante nosotros, por lo cual nos es
muy difícil al principio percibir esta división. Pero se logra
fácilmente si se comprende que sólo ciertas propiedades
aisladas del objeto son las que actúan com o estímulo sobre
el animal, y de este modo se convierten en notas distintivas
de su existencia. Entran después en actividad los órganos de
movimiento, los que ya no actúan sobre esas notas, sino
sobre el objeto completo, con todas sus propiedades.
En realidad, la construcción de los órganos de movi­
miento de todos los animales está, sobre poco más o menos,
determinada por los mismos objetos sobre los que también
obramos nosotros. Pero nosotros mismos sabemos que los
objetos sobre los que obramos aún poseen más propiedades
de las que podemos percibir; de modo que también nos­
otros, hombres, no podemos recibir en nosotros todas las
notas de los objetos. De estas propiedades imperceptibles
sólo sabemos alero cuando, por medio de un rodeo, las trans­
formamos en notas perceptibles (por ejemplo, centelleo en
el movimiento del electrómetro) y cosas análogas.
80 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Por lo tanto, también estamos obligados a dividir en dos


mitades el mundo de los hombres: el mundo de las notas
de percepción de nuestros órganos de los sentidos (el mun­
do perceptible) y el mundo de nuestros órganos de movi­
miento (el mundo de efectos).
Si se quieren estudiar los mundos de percepciones de los
animales, hay, ante todas las cosas, que ejercitarse en des­
componer en sus notas el mundo perceptible que nos rodea
e investigar la manera de enlazarse estas notas. Ante todo,
tienen que ser investigadas las relaciones de tiempo y es­
pacio de las notas. Sabemos, por Kant, que formamos
esquemas de espacio de los objetos, con ayuda de los cuales
volvemos a reconocer los objetos; pero sabemos también
que todos los objetos revelan su función en el tiempo y que,
por lo tanto, también formamos esquemas de tiempo de los
objetos. Los correspondientes servicios que rinden nuestras
humanas producciones suministran el más claro ejemplo de
tal esquema de tiempo. Pero también creamos relaciones
causales entre los objetos y las aplicamos igualmente.
Por medio de la observación y el experimento se llega,
más o menos completamente, a establecer qué notas se pre­
sentan en el mundo de los animales objetos del experimento
y qué relaciones establecen.
Pawlow nos ha enseñado cóm o se descomponen las notas
del alimento del perro; cóm o son suplidas por otras notas
y ligadas después de nuevo, para de este modo crear nuevos
objetos. Su reactivo era la secreción de las glándulas sali­
vares y digestivas del perro. Logró hacer independiente la
secreción de las glándulas de las habituales notas de olfato
y vista, y ligarla con otras ópticas, acústicas o térmicas.
Los pescadores de caña saben qué esquemática figura
emplean y qué esquemáticos movimientos tienen que ♦eje­
cutar con ella para hacer que se presente una mosca en el
mundo perceptible del pez. Jennings ha establecido los
mundos perceptibles de los infusorios, y yo mismo los de
una porción de animales inferiores.
T od o eso está muy bien —responden los psicólogos—;
que se hable de las correspondientes propiedades de los
MUNDO ANIMAL 0 ALMA ANIMAL 81

objetos o de las sensaciones de los animales, resulta, al cabo,


lo mismo. Pero los sentimientos de los animales quedan, al
hacerlo, totalmente desatendidos.
A ello hay que responder lo siguiente: se prescinde ha­
bitualmente de la influencia que ejercen los sentimientos en
la formación de los objetos. Los sentimientos son los que
prestan su momentánea significación a un determinado ob­
jeto, y lo elevan a ser un objeto en el círculo luminoso de
la atención y hacen desaparecer al otro en la nada.
La ascendente atención es la que extrae constantemente
nuevas notas del objeto; de modo que cada vez se aleja más
de aquellos otros que hasta entonces eran sus semejantes.
Del objeto "bosque” se destacan primero, al acercarse,
cada uno de los árboles unos de otros; después se dividen
en hayas, robles y castaños. Con eso nos contentamos ha­
bitualmente nosotros. ¡Qué de otro modo el guardabosque,
que conoce cada árbol de por sí, para quien cada haya pre­
senta una multitud de notas que la diferencian con segu­
ridad de toda otra haya!
¡Qué rica en notas es la casa propia en que habitamos,
frente a todas las otras casas de Ja ciudad!
Por qué plenitud de notas se distinguen nuestros amigos
de los otros hombres: la altura, la figura, el color de los
ojos y de Jos cabellos, la forma de las manos, no son lo
único que percibimos; también cada gesto, la especial in­
clinación de la cabeza, la manera de caminar, el sonido de
la voz, todo esto forma un hombre totalmente individua­
lizado, que se distingue, sin más, de Jos hombres indife­
rentes, que sólo están formados según el general esquema
hombre.
En todos los animales cuyo mundo de percepciones con­
tiene ya diversos objetos observamos lo siguiente: aquel
obieto que está lleno de significación para la vida del ani­
mal se distingue por notas especiales de los restantes objetos.
Pero aun viene a añadirse algo que vo ouerría llamar la
intensidad relativa de los objetos. Si se deja a un cierto
número de miembros de una partida de tiburones sin ali­
mento durante un tiempo más o menos largo, y de día,
82 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

cuando descansan con los ojos cerrados, se echa una sar­


dina en el estanque el olor de la sardina n,o despertará al
tiburón más próximo, sino que primero se levantará y pon­
drá a Ja busca aquel que ha permanecido más tiempo sin
alimento.
Habitualmente hablamos del hambre mayor o menor del
animal ante un idéntico olor de la sardina. Pero lo mismo
podríamos hablar de una mayor o menor intensidad rela­
tiva del olor, y ganaríamos con ello el conocimiento de
que la misma sardina llega a ser un objeto totalmente dis­
tinto para el mismo tiburón en diversos períodos de su vida,
Fabre informa que del sitio en que se ha posado la hem­
bra del pavón nocturno en la época del ayuntamiento, y en
el cual no somos capaces de encontrar cosa alguna, ni quí­
mica ni física, con nuestros más finos medios auxiliares,
irradia un efecto que puede atraer los machos de varias
leguas a la redonda (mientras que la hembra misma per­
manece totalmente inadvertida).
¡Qué lejos de la meta caen todas las tentativas de clasifi­
car los estímulos del mundo animal según métodos físicos
o químicos!
¿Y no sabemos por nosotros mismos que, de pronto, en
un libro totalmente indiferente, una página, una línea o
una palabra pueden ejercer sobre nosotros un efecto tan
intenso que todo el mundo desaparece frente a ella? Del
modo más claro nos es conocido en el dolor este efecto,
pues de repente un diente enfermo puede convertirse en
centro del mundo.
Durante toda nuestra vida, los objetos que nos rodean
crecen no sólo en número, sino que también su riqueza de
notas perceptibles puede crecer o menguar y cambiar en
intensidad. T od o lo que pensamos y sentimos se refleja en
las relaciones, eternamente mudables, del mundo exterior
con nosotros. El efecto de atracción o repulsión de las co­
sas sobre nosotros, sus matices en todas las posibles notas
de percepción, que siempre divierten y excitan de nuevo al
observador; este inquieto y vivido mundo perceptible nos
rodea con sus figuras multiformes a nosotros mismos y a los
MUNDO ANIMAL O ALMA ANIMAL m
litt
otros hombres. Pero rodea también a los animales, en formas
siempre nuevas y sorprendentes. Ofrécese aquí a la obser­
vación un campo rico, extremadamente rico, en el que se
despliega sin descanso toda la vida receptiva.
| Del modo más sencillo se introduce lo que hasta ahora
; ha sido llamado inteligencia en el mundo perceptible del
animal, pues inteligencia no significa otra cosa que reco­
nocimiento de relaciones. El mundo perceptible ofrece es­
tas mismas relaciones, y la biología recibirá con gratitud
; e] establecimiento de tales relaciones en el mundo percepti­
ble de los caballos, com o trata de mostrar Krall con tan
gran esfuerzo. Sólo que se limitará a describir estas rela­
ciones, sin anudar con ellas consecuencia psicológicas.
No necesitamos hacer ninguna hipótesis acerca de las sen­
saciones, los sentimientos y el pensar de los animales; sólo
necesitamos investigar su mundo perceptible y describirlo
en toda su movilidad. Entonces hemos llenado nuestra mi­
sión plenamente, y al hacerlo no hemos abandonado nunca
nuestro puesto de puro observador.
El mundo perceptible es el equivalente que ofrezco y o
a los psicólogos en lugar de la psique, y cierto que no es
ningún cambio perjudicial el que puedo ofrecerles. En lu­
gar de una cosa inextensa, invisible, sólo adquirida por ana­
logía, que ni se puede observar ni sondar experimental­
mente, ofrezco la rica, coloreada, realidad misma, que está
pronta a su disposición para cada experimento.
Es la misma realidad, en la que también los psicólogos
tienen que colocar sus experiencias. Pero los resultados de
la experiencia no necesitan ya ser interpretados, sino que
dan inmediatamente una explicación de la cuestión plan­
teada. Al hacerlo se caracteriza el mundo perceptible de
cada sujeto animal con la misma agudeza con que lo haría
la descripción de la psique.
Pero responderán los psicólogos, todos los problemas éti­
cos y estéticos son eliminados, por limitación del mundo
perceptible. Según mi opinión, ésta es una ventaja; pues
¿qué puede resultar de que introduzcamos el problema de
¿ Iá voluntad libre en el mundo animal, o que queramos dis­
84 IDEAS PARA VNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

cutir la posición de los animales en la concepción de lo


bello y lo sublime?
En esto no debe verse ningún menosprecio del arte. Al
contrario, nada puede ser más instructivo para el biólogo
que quiere analizar las notas de las cosas que el ocuparse de
pintura y el trato con pintores, que, com o nadie, tienen
que profundizar en el mundo perceptible para reproducirlo
en la pintura. El pintor que quiere construir un objeto en
el cuadro está obligado a darse suficiente cuenta de qué no­
tas ópticas construyen un objeto y en qué relaciones están
unas con otras estas notas en el espacio. *
Todos nosotros formamos un esquema óptico del objeto
considerado en nuestra psique, que ni es una representación,
ni una imagen, ni un concepto, sino una melodía de movi­
miento de nuestra mirada. Esta melodía tiene que resonar
si queremos reconocer un objeto. Pues reconocer no signi­
fica otra cosa que crear nuevamente de una manera ya co­
nocida. Aquellas notas espaciales que obligan con mayor
seguridad a nuestra mirada a la ejecución de la melodía de
movimiento tienen que ser buscadas por el pintor y repro­
ducidas en su cuadro.
Un pintor que se pone a pintar sin haber antes descom­
puesto el objeto en sus notas con ayuda de la fantasía es un
chafallón. Y el juicio de Liebermann de que un bien pinta­
do nabo es tan bueno, com o producto puramente pictórico,
com o una bien pintada Madonna se refiere en esencia a la
capacidad de reproducir aguda y completamente las bien
diferenciadas notas; lo que a la verdad se logra más fácil­
mente en un nabo que en una Madonna.
Este juicio, tan justo en sí, ha tenido, sin embargo, dañinas
consecuencias, pues acentúa harto unilateralmente la dife­
rencia de notas y hace retroceder su número y finura. Así
vemos que el número de notas distintivas en los cuadros de
los pintores más modernos, que se hallan justamente en opo­
sición con Liebermann, disminuye cada vez más, mientras
que la diferenciación de estas notas asciende hasta lo extre­
mo para terminar finalmente con tres líneas serpenteantes,
rojas, verdes y amarillas.
MUNDO ANIMAL 0 ALMA ANIMAL 85

Si colocamos la capacidad técnica de los modernos pin­


tores para distinguir notas y reproducirlas fácilmente en el
mismo nivel de la capacidad de los grandes maestros de
todos los tiempos, salta inmediatamente a nuestra vista el
empobrecimiento del mundo perceptible de los pintores
más nuevos.
Arreglárselas con tres percepciones pasa hoy por el arte
más alto; cosa que también pueden hacer los erizos de mar.
Para los biólogos son, naturalmente, del mayor interés tales
simplificaciones del cuadro de notas, porque les permiten
sumergir profundamente la mirada en el mundo perceptible
de los animales. Es especialmente interesante ver cómo con
la disminución del número de notas crece la intensidad ab­
soluta de cada una de ellas. El biólogo gana con ello el co ­
nocimiento de lo increíblemente eficaz que tiene que ser
sobre el animal un mundo perceptible que sólo consiste en
tres notas y aprende a comprender por qué razón son pre­
cisamente los animales más ínfimos los que se mueven en el
mundo con mayor seguridad.
Para el arte la disminución del número de notas signifi­
ca de cierto un empobrecimiento cada vez mayor y el sumir­
se en lo insignificante. Pues así com o la ascendente signifi­
cación de un objeto hace subir el número de notas, así tam­
bién decrece en los cuadros, con la disminución del núme­
ro de notas, la significación de lo representado.
Para ver un nabo bastan las notas que están a la disposi­
ción de todos los hombres de cualquier tiempo. Pero si se
quiere ver una Madonna, hay que suponer .la más profunda
meditación para elevar a una altura cada vez mayor el vaJor
del objeto religioso, hasta que en general se presenten las
notas que distinguen a la Madonna de cualquier mujer.
Quien tenga presente las notas que corresponden a la
Madonna, com o virgen, madre, reina y diosa, comprende­
rá bien que eso no se puede despachar con tres líneas amari­
llas, rojas y verdes. Adquirirá la idea de que un verdadero
>■ pintor de Madonnas puede pintar un nabo com o jileando,
mientras que el mejor pintor de nabos dista mucho de haber
dado testimonio de que esté en estado de ver una Madonna.
86 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Aunque lamentemos vivamente que el arte de hoy en día


renuncie a la reproducción de aquellas notas que son las
únicamente capaces de actuar sobre nuestro ánimo, eso no
nos da aún derecho para hacer fábulas acerca del ánimo de
los animales, que hasta ahora no se nos ha revelado con
ninguna nota distintiva. Ante las obras de arte humano han
fallado hasta ahora todos los animales, y jamás han produ­
cido un arte propio.
Falta todavía establecer de un modo suficiente las rela­
ciones entre mundo perceptible y mundo de efectos. Si
a una nota del mundo perceptible responde el animal con
un movimiento que cambia los objetos del mundo de efec­
tos, interviene también con ello en su propio mundo per­
ceptible. Admitido que el animal recibe un estímulo óptico,
al cual responde con un movimiento de fuga, con el
que se aleja del objeto que, por ejemplo, es su enemi­
go, también con ello ha desaparecido de su mundo per­
ceptible la percepción del enemigo que actuó como estí­
mulo, y el animal viene a quedar en reposo. Pero también
el estímulo óptico puede producir un movimiento de acer­
camiento que conduzca hasta el contacto con el objeto; por
ejemplo, la presa. Con ello se presenta una nueva nota en
el mundo perceptible, la cual, por su parte, actuando como
estímulo táctil, produce otra clase de movimiento: el comer.
Así pueden también ser explicadas complejas series de
movimientos. Al hacerlo, el experimento puede ser intro­
ducido constantemente, y mediante una apropiada imitación
del estímulo, fundar o refutar la interpretación.
' La biología experimental se parece a la psicología compa­
rada en que refiere al sujeto todo sus enunciados; pero
aun no afirma nada acerca de la construcción de mismo or­
ganismo. Mas el conocimiento del mundo perceptible, en
oposición al pretendido conocimiento de la psique, forma
el punto de partido para la investigación del plan estructu­
ral en el organismo. Esta parte de .la biología experimental
que investiga la dependencia física entre estímulo y movi­
miento muscular en el animal mismo, podría ser llamada
"anatomía biológica” . Esto fué desempeñado anteriormen­
MUNDO ANIMAL 0 ALMA ANIMAL 87

te por la fisiología antes de que ésta se encerrara, cada vez


más exclusivamente, en la investigación de Jas fuerzas físicas
y substancias químicas del cuerpo de los animales y acabara
finalmente por no prestar atención alguna al plan de estruc­
tura.
Conforme al hecho de que todos los animales viven en el
mismo mundo de efectos y sólo se diferencian entre sí en
que el uno actúa sobre este objeto y el otro sobre aquél con
sus órganos de movimiento de todos los animales, del más
bajo al más alto, igual perfección técnica, que se correspon­
de justamente con la necesidad del animal. Y es simplemen­
te ridículo hablar aquí de una evolución o de un progreso*
Los órganos de movimiento de los mamíferos ni en un ápi­
ce son más perfectos que los de la estrellamar, por ejemplo.
El órgano elemental de movimiento común a todos los
animales pluricelulares es la fibra muscular. La combinación
en la cual las fibras musculares obran, en común o separadas,
en una parte del cuerpo es regida por la disposición de los
nervios musculares y por sus leyes de excitación. Músculos,
nervios musculares y centros musculares constituyen en
común el aparato motor del organismo animal. Sobre el
aparato motor actúan las excitaciones que vienen de los
receptores, y según el lugar donde ejercen su influjo, pro­
vocan este o aquel movimiento. Los receptores, con sus
nervios receptores y centros, forman el aparato sensorio del
cuerpo animal.
Sólo aquí se manifiestan grandes diferencias entre los
organismos superiores e inferiores, conforme a los diversos
mundos perceptibles que actúan sobre los receptores. Tam ­
bién aquí es igual en todos los animales la perfección de
cada una de las partes; pero la riqueza en partes es mucho
mayor en los animales superiores, y su contextura mucho
más diversa.
He llamado la atención acerca del hecho de que con la
aparición de enlaces espaciales en el aparato sensorial, que
corresponden a las relaciones espaciales en el mundo percep­
tible, se presenta una innovación fundamental en los anima­
les. Mientras los animales son sólo capaces de recibir estí­
88 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

mulos aislados, las notas de percepción producen, sin más,


una determinada reacción de movimiento. Tan pronto co­
mo varias excitaciones son combinadas espontáneamente en
el sistema nervioso central se presenta en el animal una es­
pecie de copia de los objetos que le rodean. Se forma en el
animal un antirnundo (G egen w elt), que, correspondiendo
a las mezquinas combinaciones de las notas en el propio
mundo perceptible, no pasa de ser muy mezquino; pero
que en los animales superiores se dilata y enriquece cada
vez más.
He introducido la idea de antimundo para dar una base
anatómica intuitiva a la dependencia de las mutuaciones fí­
sicas en el cerebro, y he deducido que la admisión de senci­
llos esquemas de espacio basta para hacer comprensibles
muchas reacciones de los animales. El antimundo espacial
debía, ante todo, servir com o indicación de la necesidad
del experimento.
K. C. Schneider, que ha tomado a su cargo la dirección
de la psicología comparada, ha aceptado la idea del anti­
mundo; pero la ha transportado a lo psíquico y mostrado
con ello que es extraordinariamente fecunda para la com­
prensión del alma animal. Queda ampliamente expuesto
el motivo por el cual tengo que rechazar esta aplicación
a los animales. Pero concedo que en el hombre la compa­
ración del antimundo físico en el cerebro con el antimundo
psíquico en el alma, junto con sus relaciones con el mundo
perceptible, facilita mucho un preciso planteamiento de
problemas.
Ante todo, esto nos sirve para la cuestión más importante:
¿Es posible percibir mecánicamente la dependencia entre
mundo perceptible y acción? Tratándose de la mayor parte
de los animales, respondería en seguida afirmativamente a
esta pregunta. En el caso de las acciones instintivas, ya
es muy problemático; en los hombres y animales superiores,
en cuyos mundos perceptibles son ya utilizados esquemas
de tiempo para la formación de objetos, tengo que conce­
der que la cadena mecánica de las mutaciones no parece
existir sin lagunas.
MUNDO ANIMAL 0 ALMA ANIMAL 89

Driesch ha mostrado ahora que hay un factor natural


decisivo en el origen de la estructura: la entelequia. La
acepta también como eficaz en el cerebro del hombre, y la
llama "psicoide” en este caso.
En otro lugar (1) he tratado de lo bien que armoniza
la doctrina de la entelequia con la doctrina de Mendel so­
bre las predisposiciones de propiedades o las genas. A una
gena hay que considerarla como un factor natural que por
una parte se engarganta en el engranaje mecánico del pro-
toplasma, ordenando y formando estructura, y por otra
está en relación supermecánica y conforme a plan con
las otras genas; de modo que la actuación de una gena
provoca a la gena inmediata a una intervención mecánica,
no según la ley de causa y efecto, sino conforme a plan,
como un tono evoca al otro según el constreñimiento de
la melodía.
N o es para ser rechazado que algo análogo tenga tam­
bién lugar en el cerebro humano, y acaso en los animales
superiores, hasta en los mismos actos instintivos.
Sólo necesitamos reparar en que tal cosa ocurre efecti­
vamente en las amibas. El estímulo que alcanza a la amiba
despierta primero a la gena formadora de estructura; en
seguida se produce un órgano de movimiento del no estruc­
turado protoplasma del animal. El mismo estímulo pone en
actividad al órgano nuevamente adquirido, y éste vuelve
después a ser disuelto. Por lo tanto, nada se opone en
principio a la intervención de un factor supermccánico
en el no estructurado protoplasmsa del cerebro, que cree
ad hoc estructuras y las destruya. Indudablemente, la po­
sesión de un gran número de genas, cada una de las cua­
les cree en cada momento dado la adecuada relación con
el aparato motor y vuelva a hacerla desaparecer, tiene que
elevar en tal alto grado la riqueza de soluciones, que todo
cerebro que sólo posea estructuras ya formadas aparece,
por el contrario, como mezquino.
La aceptación de que el cerebro humano no es ningún

(!) De este mismo libro. (Nota del editor.)


90 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

aparato terminado, sino que en cada caso crea, por medio


del psicoide, la estructura necesaria para el trabajo, recuer­
da demasiado a un deus extra machhmm, cuyas capacidades
podrían ascender a lo ilimitado. Si en su lugar se pone
un número de genas, grande, pero siempre limitado, cada
una de las cuales de por sí sola posee una capacidad única
y completamente determinada de formar estructuras, este
dios recibe fronteras y ley. Pero una cosa queda subsis­
tente, y es que el cerebro es un órgano que no sólo obe­
dece a la "necesidad” mecánica de las estructuras ya
formadas, sino que también se rige por el "deber” de fac­
tores supermecánicos. La comparación de un cerebro así
condicionado con las propiedades del alma humana ofrece
nuevos problemas a la psicología que son verdaderamente
golosinas.
Con esto debía darse por contenta la psicología y dejar
fuera de discusión el alma animal. La admisión del alma
animal, cuya existencia es ya indemostrable, no ofrece nin­
guna ventaja a la investigación científica, sino sólo desven­
taja. La doctrina del mundo animal, por el contrario, ofre­
ce a los naturalistas todo lo que necesitan: un objeto de
investigación intuíble y accesible al experimento.
Por eso el resultado de la investigación debe enunciarse
así: mundo animal y no alma animal.
TERCERA PARTE

L A N U E V A IM AGEN DEL M U N DO
EL ACUARIO TROPICAL

Hay dos modernas historietas verdaderas que tratan am­


bas de una tina de lavar, y que si consideradas aisladamente
son sólo insignificantes anécdotas, contienen reunidas una
profunda enseñanza.
Una mozuela aldeana de Hesse le pregunta a su herma­
no: "¿D e dónde ha traído padre la nueva tina de lavar?”
"¡Ah! —dice el hermanito—. Ha entrado simplemente en
lo más profundo del gran bosque; allí hay un árbol de cu­
yas ramas penden las tinas de lavar, com o en nuestra huer­
ta las manzanas.”
Y la segunda historia trata de una criadita berlinesa que
vuelve a casa y le cuenta a la señora que ha visto hoy cómo
hacen las tinas de lavar. "Pero ¿cómo hacen la madera?”
"La madera —responde la señora— se coge de árboles como
los que hay en el Tiergarten.” "Pero ¿dónde hacen entonces
los árboles?” , responde la pequeña. "N o los hace nadie;
crecen ellos solos” "¡Vam os! —responde la berlinesita—.
¡En algún lado tendrán que ser hechos!”
¿No viven en dos diferentes mundos, tan apartados co­
mo Marte de la Tierra, estas dos criaturas alemanas, el
mozo aldeano de Hesse y la urbana muchachilla de Berlín?
En un mundo todo se produce por sí mismo, y en el otro
todo es hecho.
En una Exposición de pinturas, una joven pareja se ha­
lla ante dos cuadros de nuevas escuelas alemanas. "A4ira
aquí este cuadro —dice el señor— qué maravillosamente
hecho está. Cada mancha está en su debido sitio; tonos
fríos y calientes, en mudable y fuerte oposición.” Y res­
ponde ella: "¡Q ué me importa la técnica! Aquí en este
cuadro veo cóm o se ha originado la imagen en el alma de]
artista.”
[ 9 3 ]
94 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Otra vez los dos mundos. Sus habitantes están obligados


a vivir yuxtapuestos y confundidos. N o se comprenden
jamás. En el mundo en que todo se origina por sí mismo,
las gentes que se ocupan de la construcción de las cosas
son risibles. Son ciegas y no ven lo esencial: la conexión
del grande y maravilloso advenir total.
En el mundo en que todo es hecho, son infelices las gen­
tes que esperan en Ja producción espontánea, pues de todas
partes se les grita: "N o seáis soñadores, no seáis chiflados;
coged la herramienta y haced algo nuevo.”
Si quieres saber en cuál de los dos mundos viven tus
amigos, sólo necesitas preguntarles si creen en el progreso.
Sólo hay progreso allí donde las cosas son hechas, mejor
o peor. En el mundo donde todo se da espontáneamente,
todo es igualmente perfecto. Allí no se cree tampoco en el
progreso.
Las máquinas de vapor de hoy son seguramente mejores
que las de hace cincuenta años; pero un huevo no es mejor
ni peor que una gallina.
Durante algún tiempo se ha intentado introducir tam­
bién el progreso en el mundo de los hechos naturales. Se
decía: hace millones de años sólo se daban en la tierra sen­
cillos y pequeños seres vivos, y ahora hay animales y
plantas grandes y de formas diversas. Por lo tanto, existe
un progreso gigantesco. Las primeras estructuras sench
lias fueron construyendo, poco a poco, estructuras cada
vez más ricas, y al cabo de muchos yerros fué hecha, por
último, ía estructura humana.
Se erigió una escala graduada. Desde la amiba, pasando
por toda especie de animales, hasta el mamífero. Y se esta­
bleció entonces la afirmación de que la lucha por la exis­
tencia ha cuidado permanentemente de la conservación de
las estructuras mejores y afianzado de este modo el pro­
greso. Esta es, en efecto, la auténtica teoría para las gentes
que quieren creer que todo es "hecho” .
Pero las gentes que viven en el mundo en que todo "se
produce por sí mismo” consideran las mismas cosas de modo
muy distinto. Con la mejor voluntad, no saben encontrar
EL ACUARIO TROPICAL 95

estructuras mejores o peores. Por el contrario, cada animal,


sea sencillo o complicado, está acomodado a su mundo cir­
cundante con igual perfección. El mundo circundante de
los animales sencillos es sencillo, y el de los animales com­
plejos, complejo. Mundo circundante y animal se condi­
cionan mutuamente. Existen reunidos, y el uno sólo ad­
quiere sentido por el otro. La piel del oso blanco sólo
tiene sentido en la nieve de Groenlandia, y las patas salta­
doras del canguro corresponden a las estepas de Australia.
En pretéritos períodos de la Tierra, cuando había otras
condiciones de clima y vegetación, hubo también otros ani­
males; el ictiosauro desapareció con las lagunas del período
cretáceo.
Mientras que todos los instrumentos de movimiento de
los animales parecen estar formados por el contorno: la
aleta, por el agua; el ala, por el aire, forman así también,
por su parte, al contorno todos los instrumentos de los
sentidos. De todos los innumerables efectos del mundo ex­
terior escoge cada órgano de sentidos de cada animal el
numero de estímulos acomodados a él. Existen miles de
disposiciones mecánicas y químicas que cuidan de que sólo
penetren estímulos del mundo exterior muy determinada­
mente escogidos. Ellos solos crean el mundo perceptible
del animal. Unicamente lo que es importante para la vida
penetra hasta el sistema nervioso, y engendra allí el im­
pulso, que mueve los convenientes instrumentos de movi­
miento de Ja conveniente manera.
Tan indisolublemente enlazada está, por acción recíproca,
la amiba con la gota de agua, com o la trucha con el río y el
tiburón con el mar. Ninguno es mejor y ninguno es peor.
Todos se han producido con su contorno y desaparecerán
con él.
¿Cómo hay que entender esto?
Una substancia viviente general es el fundamento de toda
vida. De ella se originan todos los diversos animales; pero
ella misma prosigue dándose inmutable de generación en
generación. Parece poseer la posibilidad de adaptarse a las
condiciones más diversas, pues es capaz de crear Jos fantás­
96 IDEAS PARA DNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MONDO

ticos reptiles gigantescos de las calientes lagunas del pasado,


lo mismo que en los tiempos nuevos, el parásito de la ma­
laria del hombre, que necesita dos hospederos para des­
arrollar su perniciosa existencia. Por todas partes se adaptan
perseguidor y perseguido, patrón y parásito, planta y ani­
mal, y ambos al suelo.
Donde se da la posibilidad de una nueva existencia se
origina una nueva existencia. Se origina de ese fondo pri­
mitivo, misterioso e inexplorable al que llamamos substancia
viva. Nada es hecho, todo se produce. ¿Existe un progre­
so? Tan poco o tanto com o del huevo a la gallina. El
huevo es cierto que carece en sí mimo de estructura, pero
abriga todas las posibilidades de la estructura de la gallina.
Así, la substancia vital carece de estructura, pero abriga, en
general, la posibilidad de todas las estructuras. Y si se da
la posibilidad de nueva formación también en lo exte­
rior, entonces es formada. ¿Se puede hablar aquí de
otro progreso que de la progresiva formación total de cada
individuo? Apenas. T o d o se da a su tiempo y en su lugar.
Así se ven las cosas en el mundo en que todo se origina.
Mas a ese mundo ha retornado la moderna ciencia de la
Naturaleza. "Un animal es un puro proceso", dice uno de
los guías de la ciencia norteamericana. Cada animal, cada
planta, es sólo un fenómeno de la substancia viviente. Y es­
tos fenómenos forman en común el gran fenómeno total
que llamamos Naturaleza. Esta armonía de la Naturaleza,
el resonar en común de todos los hechos aislados en un
gran todo que se extiende por espacio y tiempo, ha llegado
a ser nuevamente el problema capital de la ciencia de la
Naturaleza.
La doctrina evolucionista era puramente un mezquino
recurso, porque no era capaz de abarcar la plenitud de los
hechos de la Naturaleza, y sólo satisfacía a aquellos que
creen aue en todas partes lo uno es hecho después de lo
otro, mientras aue justamente la asombrosa coexistencia de
los hechos aislados, tan estrecha e íntimamente engranados
entre sí, constituye eí problema.
La concha del caracol de mar sirve com o vivienda a su
EL ACUARIO TROPICAL 97

progenitor mientras vive. Una vez muerto el caracol, con­


viértese la concha en adecuada residencia del paguro, que
apenas puede existir sin ella. Podemos meter ai cangrejo
que queramos, todo lo frecuentemente que se nos antoje,
en una concha de caracol: no por eso va a convertir su
parte posterior en un saco blando con un aparato para su­
jetarse a la concha del caracol. ¿Qué deben significar, pues,
para nosotros esos ridículos cuentos de niños del cangrejo
que se acomoda a su nueva morada?
Ningún animal muestra la aspiración de transferir el cen­
tro de su existencia a otro círculo de efectos; cada uno está
perfectamente acomodado a su contorno. Pero la substan­
cia viviente muestra la capacidad de llenar todos los huecos
con la creación de nuevas existencias.
La serie de las especies animales, siempre en nuevo origi­
narse en el curso de la historia de la Tierra, dista tanto de
ser un problema mecánico como las series de las fases
de evolución de cada uno de los animales. Ambas series se
derivan de las iniciativas conforme a la ley de la substancia
viviente.
Pero las leyes de la vida no son nunca las puramente
mecánicas, que sólo conocen causa y efecto, sino siempre
de la índole de las que enlazan las relaciones de la parte
con el todo. Estas relaciones, también conocidas por nos­
otros en nuestros productos artificiales, máquinas y casas,
tienen que ser consideradas para ser comprendidas. Pero
los animales son supermáquinas cuyas partes conciertan
también según el tiempo, com o los tonos de una melodía.
En eso consisten las asombrosas leyes del origen, según las
cuales la forma del animal perfecto es condicionada por el
germen del modo com o ella misma condiciona al germen.
Meta y principio se conducen como dos partes de meca­
nismo existentes al mismo tiempo.
Si se va descomponiendo una máquina en partes cada vez
más pequeñas, pronto se llega a la inarticulada materia
muerta, que nada tiene ya de común con la máquina. Si,
por el contrario, se desarticula un organismo, se llega final­
mente, com o último elemento, a la substancia viviente, que
98 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

no muestra ninguna estructura y que, sin embargo, posee


todas las propiedades vitales del animal acabado. El inar­
ticulado elemento fundamental es algo muerto en la má­
quina, y en el organismo, algo vivo. La máquina tiene que
ser hecha de Ja materia muerta; de la materia viva se origina
el organismo.
Pensemos por un momento que nuestras casas se origi­
naran lo mismo que Jos animales. Entonces cada casa, en
el lugar más escondido, guardaría un poco de la pulpa pri­
mitiva. Si una gotita de esta pulpa primitiva se hundiera
en la tierra, se originaría de ella el germen de casa, que se
desdoblaría en una capa de muro y una capa de habitación.
La capa de habitación se excavaría en la capa de muro. Se
originaría una pequeña cueva semejante a las cavernas en
que vivían nuestros antepasados. Pero ése sólo sería un
estado transitorio. En la capa de muro se insertaría, como
sólido cordón, la escalera, que después se sumiría en eJ in­
terior y enlazaría la capa de habitaciones, que ya se habría
hendido en varios pisos. Etcétera, hasta que todas las par­
tes exteriores e interiores estuvieran determinadas y hechas.
Mas por todas partes se encontrarían aún vestigios de la
pulpa primitiva, que serían capaces de ejecutar cualquier
clase de reparaciones. Si viviéramos en una ciudad que se
compusiera de tales casas, entonces no nos habríamos ale­
jado jamás de la Naturaleza; entonces todas nuestras casas
serían organismos y no máquinas. Pues sólo las máquinas
son hechas, mientras que los organismos se producen.
Allá fuera, en la Naturaleza, todo se origina. Aquí, en la
ciudad, todo es hecho. En ello reconocemos el fundamen­
to por el cual Ja muchacha berlinesa y el mozo aldeano
de Hesse jamás pueden comprenderse, y muchos otros con
ello.
Durante un breve espacio de tiempo, de unos cincuenta
años, se ha creído que se podía concebir a la Naturaleza
Jo mismo que a las máquinas. Esa breve embriaguez está
otra vez pasada. De la doctrina de Darwin no ha quedado
piedra sobre piedra. ;Y hasta el dogma biogenético de
Haeckel, según el cual debemos repetir en nuestro des­
EL ACUARIO TROPICAL 99
I
arrollo individual la serie de los antepasados! ¿Dónde se
encuentra aún una fe tan piadosa que acepte esta aventu­
rada fantasía?
Si nuestras casas se originaran lo mismo que los organis­
mos y pudiéramos observar cada fase de su desenvolvi­
miento con todos los medios auxiliares físicos y químicos,
no podríamos concebir, sin embargo, el origen de una es­
tructura de lo no estructurado com o una pura sucesión de
v causa y efecto. Y lo mismo ocurre con la Naturaleza. N o
: se la puede concebir mecánicamente.
N o es una envidiable posición aquella en que se encuentra
j en el día de hoy la biología. Ha prometido más de lo que
; puede responder. Ha afirmado que era concebible mecá­
nicamente la Naturaleza, y ahora tiene que retirar esta afir­
mación.
En el vértigo de la victoria, se creyó haber resuelto el
enigma de la Naturaleza. Se vió de repente la posibilidad
de instalar el conocimiento en lugar de la mística. Un
nuevo y puro culto de la razón debía ser predicado en las
escuelas e iglesias. El hombre había entrado en una nueva
época del mundo.
T od o esto está ya sobrepasado. La antigua esfinge se ha
reído de nuevo de nosotros.
Pero esta época de error ha sazonado, sin embargo, un
fruto. Se ha despertado en general el interés por la Natu­
raleza. Este interés no debe enfriarse. En este momento,
por muy poco que sea lo que hayamos observado de nuevo,
jqué oposición existe entre máquina y organismo! La
patria de los organismos es la Naturaleza y no lo hecho.
Por eso el habitante de la gran ciudad no tiene patria,
porque la Naturaleza se aleja leguas enteras de él. Es uno
de los mayores problemas de cultura volver a acercarlo a
la Naturaleza. La Naturaleza no puede, en modo alguno,
ser dada a conocer por enseñanzas orales. Hay que con­
templarla directamente. Contemplarla en sus cambiantes
efectos entre organismo y mundo circundante. Hay que
poder acecharla directamente en el misterioso tránsito de la
larva al animal.
lo o IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Si no se pueden llevar los habitantes de la gran ciudad a


la Naturaleza, hay que traer a ellos la Naturaleza. Ya se ha
intentado hacer esto con el establecimiento de jardines zoo­
lógicos. Pero los animales expatriados dentro de sus jaulas,
en un aire y un suelo extranjeros, se parecen más a fantas­
mas que a seres vivos. Que su construcción, sus colores, su
manera de andar, poseen un sentido, porque todo eso está
acomodado a determinado mundo circundante, no puede
adivinarlo nadie.
Se comprende fácilmente que ni los animales terrestres
ni los del aire pueden ser trasplantados sin pérdida de sus
condiciones vitales. Sólo con los animales acuáticos puede
hacerse eso. Especialmente los animales marítimos pueden
ser trasplantados al acuario con su mundo circundante, sin
que por ello lleguen a estar com o en una prisión. Al lado
de este inmenso beneficio, que por primera vez hace posi­
ble una íntima visión de la Naturaleza, aparece una segunda
ventaja del acuario sobre el jardín zoológico. En el jardín
zoológico sólo hay dos clases de animales: mamíferos y aves.
Mas el acuario puede albergar más de veinte clases; resulta,
por lo tanto, extraordinariamente sobrepasada la riqueza de
formas del jardín zoológico.

El acuario

Supongamos que ya está hecho el acuario, en medio de


la gran capital, guardando los misterios de la profundidad.
Una estación auxiliar en Madeira y otra segunda en Bou­
logne cuidan de que siempre esté preparado un refuerzo.
El transporte de los animales del mar es mucho más fácil
que realizar la conducción de los mamíferos tropicales; sólo
tiene que ser hecha con más frecuencia. Los animales ma­
rítimos tropicales necesitan un agua un poco más caliente
que los animales marítimos norteños, cosa que es fácil de
proporcionarles.
Pisamos el umbral del acuario. Alrededor de un gran
patio con luz cenital corre una ancha galería abovedada,
sumida en un coloreado resplandor crepuscular. La galería
EL ACUARIO 101

recibe su luz a través de las grandes lunas del acuario, tras


las cuales se desarrolla la ardorosa vida del océano Atlántico.
A nuestra vista se abre un banco de coral, semejante a
una caverna de estalactitas de un amarillo de azufre. Ciem
tos de singulares pececillos voltejean bajo la protección de
las amarillas flores, que abrasan como ortigas.
Al lado vemos encenderse las esponjas en jugosos color
res. Anchas macollas azul obscuro, color ladrillo, amarillo
azufre, al lado de las cuales se aprietan otras más delicadas,
blancas y negras.
Después siguen las anemones y las rosas de mar, como
vigorosas palmas con abanicos de reflejos verdes y rojos,
sobre los cuales, con suave ritmo, se mueven las medusas,
las silenciosas campanas del mar.
Allí al lado vemos las blancas, grises y negras holoturias;
las trepang de los chinos, en parte perezosamente acampa­
das sobre la arena, en parte encaramándose por las paredes
de vidrio con sus piececitos ambulacrales, llevando ante sí
una decorativa cornamenta de ciervo. En medio de ellas,
estrellamares bellamente formadas, sobre las que reina el
regio pulpo, com o creen los negros.
Una exclamación de asombro ahora. Estos son los equi­
nos del trópico. Bolas de color naranja y púrpura, armadas
de púas, con resplandecientes filas de botones azules, se agi­
tan com o ratoncillos sobre la firme arena. Peligrosos compa­
dres rojos, armados de largas púas, se acercan lentamente,
llevando en cada una de sus mil púas una punta de lanza
empapada en veneno. Grandes erizos, con manchas negras
y blancas, se hallan en cada rincón y mueven sus púas si­
guiendo cada sombra. En su bosque de púas viven unos
pececillos, listados de blanco y negro, que hábilmente en­
tran y salen entre ellas.
Velozmente se lanzan sobre la arena decorativas estrellas,
golpeando el suelo con cinco brazos semejantes a sierpes.
Otras, remando con aletas a manera de hojas, nadan libre­
mente de piedra en piedra. De nuevo otras, punteadas de
color rubí y verde de hierba, extienden a lo lejos sus largos
y sutiles brazos, y girando con suaves meneos se propoi*-
102 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

cionan pequeñas presas animales, que después son llevadas


i
a la boca, en relampagueante zigzag, por dos filas de am­
bulacros. Otras se columpian, com o flores, sobre altos ta­
llos. Otras se han confiado a grandes medusas para sus
dilatados viajes, firmemente clavadas a las movedizas cintas
de ese viajero del mar, jamás fatigado. Pero todas son ca­
paces, en caso de ataque enemigo, de lanzar su temible
brazo y librarse de su perseguidor.
Los moluscos. — Quien sólo conoce las ostras, apenas
sabrá orientarse aquí. Donacas gigantes, de un gris de plata,
con su doble concha, clavan su agudo vértice en Ja arena.
En su interior da vueltas un diminuto cangrejo, para quien
el mundo está encerrado en esta concha. En el suelo brin­
can, aJzándose sobre su com eo espolón, unos obscuros
compadres que extienden su fuerte concha como las alas
de un escarabajo. Engañada por el rayo de sol, la ostra
jacobea, tan bellamente estriada, el peine de Santiago, co­
mienza su pesada huida, con cien ojos que centellean a la
luz del Sol. Por en medio flotan de un lado a otro las
mariposas de mar, graciosas y de alegres colores. Igual a un
transatlántico, la carinaría mueve su hélice y timonea rá­
pida y segura a través del agua. Pero sus costados son
transparentes com o cristal y descubren a nuestras miradas
la maravillosa maquinaria. A lo largo de las paredes se
arrastran lentamente limácidos de magníficos colores, en­
vueltos algunos de ellos en preciosos mantos de encaje. La
liebre marina azul obscuro, que parece aguzar sus orejas
permanentemente, ya se arrastra despacio, ya se confía a
su ancha hélice, con la cual divide resueltamente el agua.
Cuando al caer la tarde se hace obscuro, surge aquí y allí
un verdoso resplandor de las resquebrajadas rocas. Es el
molusco de forma de dátil, taladrador de rocas, que con
su secreción luminosa atrae a miles de pequeñas existencias
a su cueva de perdición.
De nuevo otro cuadro: los gusanos. — Un bosque de pal­
mas, cuyos troncos consisten en ásperas cañas, en las cuales,
si se acerca un peligro, se recoge con la rapidez del rayo el
esbelto abanico rojo amarillento. Por el lindero del bosque
EL ACUARIO 103

se mueve pesadamente algo que semeja una hoja seca. Aho­


ra cae en el agua un rayo de sol, y el insignificante gusano
lanza todos los colores del iris de cien brillantes cerdas.
Muévense por el agua, serpenteando y centelleando, tri­
rremes rojos, esbeltos y forrados de blanco, cuyos fuertes
remos favorecen los movimientos del cuerpo. Por en medio
se precipitan, con velocidad de flechas, lisos nemertinos,
semejantes a negros piratas, que esconden en su vaina un
poderoso estoque. En cuevas y grieras de las peñas hay
por todas partes bandidos voraces, que se precipitan con la
celeridad del rayo sobre la presa y con la misma rapidez
vuelven a desaparecer con ella. Y dondequiera que se pose
la vista, descubre decorativos cordones, azules, de rojo co ­
ral o salpicados de colores, que convierten la yerma roca
en una plaza de fiestas encintada de colorines.
El pueblo de los crustáceos. — Caballeros y escuderos, to­
dos con pesadas armaduras, calzados y con espuelas, con
tenazas, picos y lanzas, armados defensiva y ofensivamente,
pardos, grises y blancos. El ancho y chato cangrejo huye
precipitadamente de lado, revolviendo los saltones ojos,
cuando la gigantesca araña de mar avanza zanqueando len­
tamente con sus largas patas. Los macruros, que nadan
tranquilamente hacia delante, impulsados por el golpe de
las dilatadas aletas, situadas bajo la cola, tendida en línea
recta, se lanzan hacia atrás con rapidez de rayo tan pronto
como la propia poderosa cola se levanta para golpear. Se­
mejantes a gigantescas abejas, los escilaros, amarillo obscuro,
nadan en rápida huida. Innumerables cangrejos ermitaños
se arrastran en confusión, llevando fielmente consigo su
casa de caracol, de la cual pende, com o haciendo señales,
una verde rosa de mar. Sus agudas ortigas protegen al can­
grejo más eficazmente que Ja casa de caracol.
Los peces. — Primero tiene que acostumbrarse la vista al
hervidero de todas esas cintas que pasan veloces y cente­
lleantes. Poco a poco se reconocen los astutos ojos y las
anchas bocas de los rápidos ostracios. Figuras singulares
llaman nuestra atención: largas anguilas con pico apuntado;
los pequeños y manchados peces-cofres, encerrados en so­
104 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

lidas corazas, adornadas con cuernos de vaca; el adornado


diodón, que puede inflarse com o una bola y después parece
un erizo o un equino. En el suelo yace tranquila, seme­
jante a un ancho y obscuro arrecife, la funesta pescadora,
Su largo aguijón dorsal, del cual flota una cintita plateada,
traza lentos círculos en el agua. La cinta de plata imita
falazmente un inofensivo pececillo, al cual cazarían gusto­
sos pequeños peces de presa. Pero apenas lo han atrapado
cuando desaparece el anzuelo, y un remolino de agua los
arrastra hacia una boca de caverna que de repente se ha
abierto en lo profundo. Medio oculto en la arena se halla
el espantoso diablo marino tropical, cuyo atemorizador sem­
blante revela que sus aletas de aguijones ocultan un veneno
mortal. Si un pescador descalzo pisa a este monstruo, está
perdido sin remedio.
En el estanque inmediato, las murenas, de manchas ama­
rillas y pardas, serpentean en torno a viejos pucheros y
cántaros, de los cuales asoma el más osado rostro de ban­
dolero que ha criado la Naturaleza. Allí al lado duermen
en bandadas, hasta que la noche los despierta, los perros de
caza del mar, los pequeños tiburones, grises y pardos. No
los guía la vista, sino el olfato. La luz del día hasta les es
importuna.
El papel del rey de los monos en el jardín zoológico lo
representa en el acuario el estanque de los octópodos. Nin­
gún animal acuático es comparable al pulpo en poder ex­
presivo, en fuerza y elegancia. Primeramente hay que
acostumbrarse al en un principio repulsivo mozo, que se
compone de un gran saco, una pequeña cabeza y ocho po­
derosos brazos serpentinos. Mas quien examina con aten­
ción los grandes ojos y observa el inquieto juego de la
piel, permanentemente ocupada en cambios de colores y
pliegues; quien sigue los serpenteantes movimientos de los
brazos, tan movibles com o fuertes, que con sus ventosas
pueden agarrar mejor que nosotros con nuestros dedos,
aprende poco a poco a respetar al rey de los mares. Sólo
el tiburón es superior a él, porque en su áspera piel no
hacen presa los acetábulos. Aquí y allí, respirando lenta­
EL ACUARIO 105

mente, penden del muro de rocas los poderosos sacos, por


encima de los cuales unos negros ojos miran alrededor lle­
nos de vida. Los brazos están firmemente anclados a la
roca. Ahora surge un pardo reflejo sobre la piel del uno-,
sus movimientos respiratorios se hacen más fuertes y pal­
pitantes; suéltanse Jos brazos, y el gigante, con el extremo
posterior hacia delante, impulsado por los golpes de bomba
de su respiración, nada tranquilamente a través del agua,
arrastrando tras sí los brazos com o un timón ondeante. El
octopo no se mantiene apático e indiferente ante los ob­
jetos de su contorno; todo lo que llega a ponerse a su al­
cance le interesa y conmueve; para todo tiene respuesta,
mediante decoloración o arrugamiento de la piel, por m o­
vimiento de los brazos o un respirar más rápido. Por eso
el observarlo es el pasatiempo más atractivo e instructivo.
Su pariente, la jibia, tiene que ser acomodada en un acuario
especial, porque Ja tinta negra, viscosa, que arroja al ame­
nazarle un peligro, para ocultarse en ella, priva de aliento
a todos los demás animales.
Ahora nos acercamos al ultimo acuario, que no parece
contener más que arena. Para animar la monotonía, en
una meseta de una peña se halla un grupo de tunicados.
Dignamente envueltos en los pliegues de la blanca toga,
álzanse allí com o ermitaños que se han aislado del mundo
exterior. Dejan que el agua pase a su través y criban de
ella su mezquino alimento. En otro tiempo, en su juventud,
se movían raudos por el agua com o pececillos; poseían un
orgulloso sistema nervioso central y buenos órganos de los
sentidos. Ahora han renunciado a toda vana fruslería, y
permanecen allí sin movimiento. Sólo si se los toca des­
prenden de sí un zumo ácido. Pero también la arena, bajo
ellos, oculta plena vida. Mirando más de cerca, se descu­
bren los brillantes ojos de los lenguados, cuya piel color
arena queda totalmente escondida. Acechan así a su presa.
En primer término vemos una porción de pequeños ca­
nales que desembocan en la arena y descienden verticales
como chimeneas. Y justamente allí aparece también la es­
coba del limpiachimeneas, limpiando y perfeccionando la
106 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO
i
cueva. Si metemos la mano en la arena para conocer al po­
seedor de .la escoba en miniatura, extraemos una liebre de
mar, oviforme, blanca o purpúrea, totalmente cubierta
de delicadas cerdas, que sirven com o paletas para arena.
Apenas hemos depositado al animalito en tierra, cuando
comienza a ondular el bosque de cerdas com o un campo
de trigo. Ola tras ola corre de abajo arriba a lo largo del
animal, amontonando alrededor la arena, y en corto plazo
el ratonadlo ha desaparecido de nuestra vista. Volvemos
a meter la mano en la arena, y extraemos un cigarro ama­
rillo claro que permanece tranquilamente tendido en ella.
Pero al cabo de algún tiempo, de uno de los extremos del
cigarro surge una trompa que con cien azadas agarra la
arena, y el cigarro se transforma ahora en la más encanta­
dora máquina hidráulica. La trompa entra y sale, taladran­
do la arena cada vez más profundamente, hasta que también
este extraño topo desaparece por completo.
Acaso sea dado en algún tiempo al acuario hospedar a los
animales de las últimas profundidades y arrancarlos de la
obscuridad y el silencio a la movediza luz del día. Los pe­
ces de gigantescos ojos saltones que aun son capaces de
aspirar vestigios de luz allí donde le es negado hacerlo a la
placa fotográfica. Los estomias, con luminosas filas de bo­
tones por el costado, que se envuelven a sí mismos en una
niebla de un resplandor verdoso. T odos los peces y crus­
táceos con largas cintas ondulantes, no movidas por nin­
guna corriente, sino sólo por el lento avance del propio
cuerpo. Hasta el esqueleto de un galguillo italiano es más
corpóreo y resistente que los grandes fantasmas de crustá­
ceos indefensos, semejantes a arañas. Sin embargo, este
acuario es todavía música del porvenir.
Nos acercamos ahora, en el patio central, al gran estan­
que abierto que alberga a los habitantes del mar abierto.
Aquí van de un lado a otro, com o una bandada de pájaros
blancos, los tiernos calamares del mar libre. Dando ala
bomba lentamente, se mueve la campana de la medusa re­
gia. Tiene que transportar el largo intestino musculoso, del
cual penden en grupos diez suertes de diversos órganos
Hlg LAS LUCHAS 107

personales, que forman com o abigarradas flores, frutas y


hojas. Cada persona lleva una vida independiente; sólo las
une el común aparato digestivo. Esta .libre asociación de­
licada, dotada de suaves reflejos, de variados colores y for­
mas, va de un lado a otro, moviéndose dulcemente por las
azules ondas. Allí vemos un rebaño de ctenóforos, con po­
licromos cambiantes, cálices de cristal de Bohemia, movidos
por filas de diminutos, centelleantes remos. De ellos pende
un trémulo compás que señala el centro de la Tierra. Y allí
asoma de las ondas el más bello animal de toda Ja creación
t -casi sin cuerpo, sólo un arco iris que se mueve suave­
mente—: el cinturón de Venus. Si cae la noche, encienden
su lámpara propia muchos de los animales del mar, y las
salpas de fuego danzan, com o una cadena de flores lumi­
nosas, sus bailes de hadas.

L as luchas

La vida se muestra primeramente en la lucha. Tenemos


que examinar hondamente la manera de luchar de Jos ani­
males para recibir luz sobre el sentido de su organización.
Estas luchas ofrecen al mismo tiempo el espectáculo más
interesante y sugestivo, más lleno de efectos y sorpresas
que pueda soñar la más viva fantasía. La descripción no
puede, naturalmente, suplir a la visión; pero puede suscitar
el deseo de este espectáculo.
Como primera pareja de luchadores aparecen un equino
y una estrellamar. La estrellamar es un maligno bandido.
Totalmente cubierta de un m oco venenoso. Cientos de
ventosas con potentes discos prensores en Ja cara inferior
de los cinco largos brazos movedizos son sus tropas auxi­
liares, y un estómago que se vuelve com o un guante para
envolver al enemigo en mil resbaladizos pliegues con su su­
perficie digestiva.
Los aguijones del erizo no estorban al agresor. Sus fuer­
tes brazos aprietan el bosque de lanzas y los venenosos
piececitos aspirantes se acercan a la tierna piel del equino.
Entonces cambia de táctica e.1 amenazado animal. Los agui­
108 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

jones se retiran, y en lugar de ellos se adelantan de un salto


unas tenazas de tres dientes, hinchadas de veneno, armadas
de garras, que muerden los pies prensiles de la estrellamar.
Se desprenden del cuerpo madre y quedan firmemente cla­
vados en el enemigo para inyectarle todo su cargamento
de corrosivo veneno. Si este contraataque es ejecutado
enérgicamente, la estrellamar es derrotada en la huida. En
otro caso, queda vencido el equino.
La estrellamar apresa del mismo modo a Jos mariscos, a
los que rodea con sus brazos com o una mano con cinco
dedos. Abre lentamente las conchas y hunde su estómago
en la abierta hendedura. Hasta algunos descuidados peces
caen como presa de la estrellamar cuando los alcanza con
su rápido coletazo. Pues los pies de ventosa asen instan­
tánea y despiadadamente. Los peces que viven cerca de
las rocas del suelo nunca golpean con fuerza alrededor
de sí, sino que sólo se deslizan suavemente a lo largo de la
superficie de la piedra, para no exicitar al oculto enemigo.
Nueva pareja de combatientes: rosa de mar y cangrejo.
Al pie de la rosa de mar hay un pedacito de oarne de pez.
Sus verdosos canutos lo rodean com o una delicada cortina,
sin tocarlo. Entonces se acerca un cangrejo, atraído por
el olor del alimento, y corre torpemente hacia él. Pero los
delicados flecos de la cortina verde le queman tentáculos
y pinzas. Por todas partes repite el cangrejo la acometi­
da. .. en vano. Las baterías de ortigas de la rosa de mar
están agudamente cargadas. Entonces cambia el cangrejo
su modo de ataque: con sus pinzas, a pesar de los verdes
flecos, va directamente al cuerpo de la rosa hasta que éstos,
heridos por la mordedura de las pinzas, se retiran, y la presa
es entregada al perseverante enemigo.
Aun es más impresionante el combate cuando la rosa de
mar tiene com o adversario al pequeño octo-po de Philippi.
El ladronzuelo, al perseguir a un cangrejo pequeño, ha
llegado harto cerca de la rosa de mar, con sus brazos des­
mesuradamente largos. Un brazo del pulpo toca los verdes
flecos; inmediatamente conviértense éstos en pegajosos zar­
cillos que se enroscan al brazo. El efecto de las baterías
LAS LUCHAS 109

de ortigas es espantoso. El blanco pulpo se vuelve pardo,


y con sus siete brazos restantes se apoya firmemente contra
el suelo para arrancar al enemigo el miembro en peligro.
No lo consigue. Entonces cambia de conducta: el brazo
prisionero se relaja por la raíz; los músculos se adelgazan
hasta desprenderse, y el pequeño octopo huye a precio de
la entrega de un brazo.
f- Ahora se acerca el número más brillante del programa.
Gran octopo y langosta gigante. De las rocas pende el
gran saco respirante, tranquilo y ajeno al mundo; sólo están
atentos los negros ojos. Entonces una langosta gigante en­
tra en el agua del campo de lucha. Un alegre resplandor
castaño claro recorre el cuerpo del octopo, y nada ya con
poderosos golpes hasta que ha logrado ponerse detrás de
la langosta, que abre, todo lo grande que son, sus pinzas,
y parece estar muy por encima de aquel ataque. Ahora el
octopo, con la velocidad del rayo, se ha dejado caer sobre
la cola de la langosta, y desde atrás envuelve primero un
brazo, después otro, en torno a las peligrosas tenazas, que,
instantáneamente paralizadas por la presión de los acetá­
bulos, se hacen incapaces de combatir. Sólo entonces aga­
rra verdaderamente el octopo. Tres brazos rodean el cuerpo
y tres la cola. Una sacudida, y la langosta es desarticulada
por su mitad.
Como final, todavía un alegre sainete: octopo y raya
eléctrica. Otra vez pende el gran saco en una roca del
escenario. Entonces se acerca la raya. La raya eléctrica
es un pez plano, casi redondo y lento nadador. Una y otra
vez, despreocupado y sin precaución, roza al poderoso se­
ñor del mar, hasta que éste, con la velocidad del rayo, se
precipita sobre él y lo rodea con sus espantosos brazos.
Pero no se sigue una lucha mortal. Los brazos no destrozan
al pez, sino que vse tornan obscuros y rígidos, y el octopo,
sacudiéndose y escupiendo tinta, abandona pronto la incó­
moda presa, ahuyentado por las poderosas baterías eléctri­
cas, de cuva actividad podemos convencernos de manera
desagradable si nosotros mismos cogemos el pez en nues­
tra mano.
110 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

E volución

Para personas que quieran ahondar profundamente en la


Naturaleza y sus secretos ofrece el acuario la posibilidad
de estudiar desde el huevo diversos períodos del origen de
diversos animaJes. Los grandes progresos en la doctrina
de la fecundación y morfogénesis en los últimos veinte
años se deben casi exclusivamente a los animales marinos.
En los equinos y estrellamares, que confían simplemente
al mar sus huevos y simientes, sin ninguna huella de unión
sexual, es fácil seguir la fecundación con el microscopio.
Sólo se necesita unir huevecillos y semen en el portaobjetos,
y todo lo restante ocurre por sí mismo.
La vida sexual representa un papel muy mudable en la
serie animal y forma un grupo de funciones por completo
independientes. Esto conduce frecuentemente a las más
extrañas manifestaciones. En una especie de octopos es cos­
tumbre que el macho rellene un brazo con cápsulas por­
tadoras de semen y después lo desprenda de sí. El brazo
sexual lleva después una vida independiente hasta que es
cogido por una hembra, que lo esconde en su "vasto saco.
De un gusano que parece una botella verde con un cuello
muy largo no se conoció en mucho tiempo más que la
hembra, hasta que un diminuto parásito que vivía como
gorrón en los oviductos se reveló com o el buscado macho.
La vida de los animales durante su morfogénesis es tanto
más rica e interesante en el agua, porque son los menos los
animales que realizan las fases de su evolución en el casca­
rón del huevo o en el cuerpo materno: la mayor parte
cambian su forma com o larvas que viven libres y tienen al
mismo tiempo que cuidar de su propia subsistencia.
Las encalladas esponjas comienzan su‘ existencia como
bolitas semiguarnecidas de pestañas que nadan libremente.
Algunas medusas se desprenden de un bastón de pólipo que
ha crecido fijo en un sitio y nadan después libremente de
un lado a otro. Los gusanos semejan en su temprana ju­
ventud pequeños morriones, y los ofiuros se originan de
unos elegantes paraguas parpadeantes. Que de los decora-
EVOLUCIÓN 111

dos gorros de pelo de los guardias de Corps rusos salgan


caracoles es tan sorprendente com o eJ origen de los octó­
podos de un místico sello en la yema de huevo. Ante todo,
muestran los cangrejos las más fantásticas fases de tran­
sición.
Pero todos, sin excepción, se originan de la amorfa subs­
tancia viva del huevo, que en todos comienza a segmen­
tarse de la misma manera hasta que la morfogénesis deter­
mina otros caminos para cada tipo. Entonces distínguense
Jas clases y familias unas de otras, hasta que, por último, se
abre paso el carácter de la especie. Junto con ello va la
acabada formación de los órganos, que sólo sirven para
la vida de larva y vuelven a desaparecer más tarde.
Así se engranan unas con otras las necesidades actuales
y las futuras, pero no originan ninguna confusión: todo
ocurre según plan. Cada animal se forma como una can­
ción de tres dimensiones, com o una máquina cantante y al
mismo tiempo cantada. En una palabra, como un asom­
broso ser enigmático, pero conforme a ley; que se origina,
pero no puede ser hecho.
En eso consiste la gran misión del acuario del trópico:
volver a implantar en el público que hoy en día tiene inte­
rés por la Naturaleza el respeto hacia la Naturaleza. La
Naturaleza es más sabia y posee una visión más amplia que
el berlinés más inteligente y sabe lo que quiere.
Alas para el pensador solitario, que mira a lo profundo
y busca la última significación de las apariencias, propor­
ciona el acuario algo mucho más elevado:

Un mirar que me alza hasta aquel mar,


que en su corriente arrastra nobles formas.

Y si ha ascendido la intuición a esta perspectiva, excla­


mará profundamente conmovido:

;Qué más puede adquirir, viviendo, el hombre,


sino que se le muestre Dios-Natura!
BOSQUEJO DE U N A V E N ID E R A
CONCEPCIÓN DEL M U N D O

El repertorio de los sistemas filosóficos no es rico. Se


trata en todos los casos de la posición que se adopta ante
la relación de dos factores. Por lo tanto, el cambio es pe­
queño. Estos dos factores son el inundo de los cuerpos
(bajo los cuales comprendemos a la materia con, las fuerzas
que la mueven) y el mundo de los espíritus. Podemos de­
clarar que ambos son cosas fundamentalmente distintas, y
entonces nos decidimos por el dualismo, o tener al uno co­
mo derivado del otro, y entonces tomamos la defensa del
monismo. Si nos decidimos por el monismo, podemos tener
al mundo espiritual com o producto del mundo corporal
—materialismo— o declarar, al contrario, que el mundo cor­
poral es un producto del espiritual —idealismo—.
Según esto, el monismo heckeliano, que, coit todas sus
consecuencias, se apoya en un fondo materialista, sin la
tesis materialista de que el espíritu sea producto de la mate­
ria, es, hablando sin rodeos, una confusión filosófica. El
llamado psicomonismo es, por el contrario, un idealismo
vergonzante que sigue la divisa "lávame la pelliza, pero no
me mojes” . Por lo demás, el psicomonismo ha sido hundido
recientemente en silencio por su inventor (V erw om ).
En total sólo se alzan frente a frente tres sistemas esen­
cialmente distintos, com o campeones del señorío de la con­
cepción humana del mundo: el dualismo, el materialismo y
el idealismo.
Sin duda, domina hasta ahora el dualismo a sus dos ad­
versarios, com o más poderoso en su significación para el
desenvolvimiento espiritual de la Humanidad. El dualismo
es la manera de pensar natural y la acomodada al hombre
ingenuo. Cada hombre es inmediatamente consciente déla
[112 3
BOSQUEJO DE UNA VENIDERA CONCEPCIÓN DEL MUNDO 113

oposición entre sensaciones y objetos. Reconoce también,


sin instrucción erudita, poseer un cuerpo, que pertenece a
los objetos, y que fuera de eso alberga además sensaciones,
sentimiento, pensamiento y voluntad que forman una uni­
dad, a la que llama alma. Esta alma rige su cuerpo, y
supone un alma igualmente dominante en los otros hombres,
que rige las acciones de su cuerpo.
Según eso, estará también inclinado a admitir que la to­
talidad de los objetos son regidos igualmente por un alma
del mundo, a la que llama Dios.
Esta es también, en efecto, la única conclusión razona­
ble y acomodada a la naturaleza del hombre, a la cual vuel­
ve a encaminarse siempre cuando se ha librado de toda in­
fluencia merced a la sabiduría de los otros hombres.
De las acciones de los otros hombres deduce su carácter
y la condición de su alma. De la misma manera, el hombre
ingenuo deduce de los acontecimientos del mundo exterior
las propiedades de la divinidad, a la que tan pronto declara
mansa y amable com o violenta y cruel. Pero siempre que­
da la divinidad ccm o cosa sublime y, en último término,
inescrutable. Siempre se encuentra el hombre ingenuo
al considerar la Naturaleza, en presencia de un milagro
que refrena su soberbia, muestra caminos a su voluntad,
fortalece su fantasía y pone eternas metas a sus anhelos.
De este modo el dualismo condujo a su p^no desenvol­
vimiento la personalidad espiritual, mientras cada hombre
permaneció en inmediato contacto con la Naturaleza y se
vió forzado a crear para sí propio una concepción del
mundo.
Mediante los dogmas de la Iglesia quedó dispensado cada
hombre del saludable trabajo de su interna cultura. Ei dua­
lismo, siguió siendo, ciertamente, la concepción del mundo
dominante, pero fué establecida de un modo unilateral.
Ya en edad temprana habíase presentado el intento de re­
solver la oposición que contiene el dualismo en forma que no
se aceptara la divinidad com o una existencia aislada, reinando
en cualquier parte del mundo exterior, sino que se viera en
la propia alma la puerta que conduce al alma del mundo.
114 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

A todos estos esfuerzos, que trataban de convertir el dua­


lismo en un idealismo, y que encontraron en el Maestro
Eckart su principal defensor, se ha opuesto siempre la Igle­
sia por todos los medios. Siempre se ha atenido a la trascen­
dencia (Dios en el mundo) y ha perseguido a la inmanen­
cia (Dios en el alma humana).
Sólo cuando Kant, en sus obras inmortales, fundó de nue­
vo el idealismo pareció quebrantada la excomunión, y la
edad de nuestros mayores poetas fué igualmente la edad
del idealismo.
Entonces apareció de pronto en el campo un nuevo com­
batiente, y sin la menor dificultad despojó tanto a dualistas
com o a idealistas. Este nuevo Sansón era el viejo materia­
lismo, que se había revestido con -la piel de león del darwi-
nismo y se presentaba com o nuevo y único monismo.
El materialismo pasaba por ser una muerta concepción del
mundo, que sólo continuaba vegetando todavía dentro de
las escuelas com o muerto objeto de enseñanza. Para com­
prender la maravillosa revivificación del materialismo hay
que representarse las razones que habían impedido hasta
entonces su propagación. La doctrina materialista de que
sólo se da materia y fuerzas en movimiento, y que también
el alma es un puro producto de la materia, no podía en
esta forma, convencer al ánimo ni a .la razón del hombre.
N o al ánimo porque el sometimiento de nuestra alma a
leyes puramente mecánicas aniquilaba toda alta aspiración,
y no a la razón, porque fuera del alma aun se dan cosas
muy palpables que no pueden ser explicadas com o efecto de
fuerzas fisicoquímicas.
Estas cosas son los organismos.
Hay dos clases de organismos: máquinas y seres vivos.
Ambas realizan sus funciones con ayuda de fuerzas fisico­
químicas, que fluyen de ordenada manera. De este orden
cuida su estructura. Las dificultades que presenta a la razón
el problema de la vida no residen, en modo alguno, en el
curso normal de las actividades de la vida. Eso ocurre de
un modo totalmente semejante al trabajo de una máquina.
El enigma está en la producción de la estructura. Sabemos
BOSQUEJO DE UNA VENIDERA CONCEPCIÓN DEL MUNDO 115

que las máquinas deben su origen a una representación


humana que llega a ser causa de la acción de su inventor.
Tal representación es llamada un fin, y el producto que
ejecuta este fin (en este caso, la máquina) es llamado con­
forme a fin. El dualismo admite que la estructura de los
seres vivos sea análoga a la estructura de las máquinas. El
alma del mundo ha tenido una representación de fin y
forma a los seres vivos, en correspondencia a esta represen­
tación conforme a fin. Hágase o no se haga al alma del
mundo responsable de ello, queda en pie el hecho de que
la estructura de los seres vivos está construida y se ha
originado de tal modo como si la vida normal hubiera
sido el fin del origen de la estructura, y se está autorizado
por ello para hablar también de la estructura del ser vivo,
como conforme a fin.
En los seres vivos tenemos que considerar objetos para:
cuya existencia no bastan las causas materiales, sino que,
requieren otra causa extramaterial. Forman la sólida forta­
leza, visible desde lejos, que a la afirmación del materialismo,
de que todo se originó de fuerzas materiales oponen un
rotundo "n o” .
La conformidad a fin tenía que ser arrojada del mundo;,
si no, no había ninguna perspectiva de éxito para el mate­
rialismo.
De esta tarea se ha encargado, no sin habilidad, el dar-
winismo. Argumenta para ello de la siguiente manera: la
materia reproductora o el plasma germinal que lleva en sí
todo individuo adulto representa la esencia de todo el cuer­
po de su portador. El plasma germinal es variable, pues hi­
jos de los mismos padres nunca se asemejan completamente.
Los hijos, a consecuencia de su diversidad, están diferente­
mente adaptados para Ja lucha por la vida. Sólo sobreviven
los más adaptados. En su consecuencia, sólo logra seguir
siendo transmitido, mediante ellos, un plasma germinal que
ha variado en una determinada dirección. Esta variación
puede ser mantenida y desarrollada en la mhma dirección,
por la lucha por la existencia. Así se llega finalmente a la
producción de especies nuevas.
116 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

De esta manera se consigue reducir todo el insoluble pro­


blema de la conformidad a fin a dos factores mecánicos: la
lucha por la existencia y la variabilidad del plasma ger­
minal.
Cierto que se vio muy pronto que la suposición no era
exacta. El plasma germinal no es, en modo alguno, fruto
del individuo, sino que el individuo es fruto del plasma ger­
minal que cada ser vivo, invariable y no influido por su vida
individual, lleva en sí com o un sacro legado, de generación
en generación. N o sabemos qué misteriosas leyes rigen el
flujo de los plasmas germinativos, en perenne división y
reunión. En cada lugar de unión de dos plasmas germinales
se origina un nuevo individuo, siempre fragante de juven­
tud, del primitivo fondo materno de la vida.
Pero aun sin estas alteradas suposiciones no era sosteni-
ble la tesis darwinista. Bien que el plasma germinal sea la
esencia del futuro individuo. Pero ¿quién dió derecho a
Darwin para tener a esta esencia por una pura mezcla de
materia?
Supongamos que alguien hiciera saltar pequeñas astillas
de una máquina de vapor y las metiera después en un saco
para llevarse a casa la esencia de la máquina: todo el mundo
lo tendría por loco.
Por el contrario, saben muy bien los constructores de
máquinas que sólo se necesita un cuadernito de bolsillo y
un lápiz para hacer posible que un ingeniero competente se
lleve a su casa la esencia de una nueva máquina. Lo que es
llevado en el cuaderno no es la materia de la máquina, sino
el plan de la disposición de sus partes.
Según eso, podemos decir del plasma germinal que tiene
que llevar en sí lo mismo el plan del animal adulto que el
plan para llegar a él. N o debemos ocuparnos aquí de la for­
ma en que esté preparado ese plan. Sólo debe hacerse resal­
tar expresamente el hecho de que el plasma germinal es tam­
bién un ser orgánico y posee plena conformidad a fin del
mismo modo que el animal adulto. Con eso cae también por
tierra el dogma, generalmente creído, de que Darwin ha
reducido la conformidad a fin a hecho materiales.
BOSQUEJO DE UNA VENIDERA CONCEPCIÓN DEL MUNDO 117

Las murallas que oponían resistencia al materialismo se


alzan aún en la vieja fortaleza. Es imposible explicar la con­
formidad a fin del ser vivo según fuerzas materiales.
Pero aquí, com o en todas partes es del todo indiferente
lo demostrado. Sólo se trata de lo creído. Y precisamente
ahora se cree en el darwinismo y, a la verdad, tanto más
fácil y alegremente cuanto que, según esta doctrina, c\
plasma germinal, por producción de nuevas especies en la
Jucha por la existencia, logra cada vez más altas formas de
vida; cosa que puede ser admitida com o eterno ideal, único
verdadero.
Encuentra el materialismo un terreno extraordinariamen­
te propicio en el público de gran ciudad, monstruosamente
aumentado, que se ha olvidado de ver milagros, y por eso
cree descubrir en todas partes leyes mecánicas.
Nuestros niños nos hablan aún de la ciudad fabulo­
sa donde los ladrillos están vivos y se arrastran unos sobre
otros hasta que los muros de las casas están hechos. Allí
rezuman vidrios los marcos de ventanas y los cabrioles se
; cubren con escamas de tejas. Sólo se necesita clavar en
tierra una de tales tejas, y se desarrolla de ella toda una casa.
Y si los habitantes rompen algo en Ja casa, en seguida esta,
por sí misma, ejecuta la reparación. Estas son, se les dice
a los niños, historias mentirosas, fábulas y milagros. Y sin
embargo sólo se necesita salir al bosque para ver esta ciudad
fabulosa que sólo por milagro se origina y conserva. ¿Y no
es nuestro propio cuerpo una de tales casas fabulosas, cuyo
origen y perecimiento excede en mucho a nuestra inteli­
gencia mecánica?
Pero el ciudadano de Ja gran ciudad no tiene ojos para
este milagro; sabe del bosque que es verde, umbroso y útil,
y para su cuerpo llama al médico.
Lo que le rodea de ordinario son puros productos huma­
nos, todos los cuales admiten una unitaria medida de valor.
Este es el verdadero triunfo de nuestro desarrollo cultural:
haber logrado que todos los productos humanos se transmu­
ten en cuartos y céntimos. Es incontestable que con Ja in­
troducción de esta medida unitaria para todo el mundo
118 IDEAS PARA VNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

nuestra vida ha alcanzado esas proporcionalidad, comodidad,


y facilidad por las cuales se distingue tanto de todas las
épocas anteriores.
Pero también es indudable que Ja costumbre de transmu­
tarlo todo en valor numérico lleva consigo el peligro de la
unilateralidad para todos aquellos que, com o los habitantes
de la gran ciudad están alejados de todo íntimo comercio
con la Naturaleza.
Mientras la vida espiritual de ese mundo medido por nú­
meros de productos humanos formaba una excepción, no
era el peligro tan grande. Y problemas com o la muerte y
la inmortalidad mantenían vivas en el hombre las otras par­
tes junto con la razón calculadora.
Entonces vino el materialismo, y enseñó que eran inúti­
les tales escrúpulos: todo, cuerpos y espíritu, obedece a
las sencillas leyes numéricas de la materia.
N o es milagro que el público de gran ciudad se pasara
con banderas desplegadas al materialismo, que simplificaba
de un modo enorme toda la vida y sometía la consideración
del mundo a la habitual dirección de sus pensamientos.
Hasta se acomoda tan íntimamente el materialismo con
toda la corriente de nuestra moderna evolución, que podría
creerse que se ha producido sencillamente de ella.
Y sin embargo no es así. En realidad, es algo más que
una pura triquiñuela de negocios para dar una forma más
cómoda a la vida. Se remonta a autores responsables, que
lo han traído al mundo.
Como principal representante y propagador más eficaz
del materialismo moderno tiene, sin duda, que ser consi­
derado Haeckel. Cierto que sus obras filosóficas se levan­
tan muy poco sobre el nivel espiritual de la masa. Pero
justamente por eso encuentran una difusión tanto mayor.
Sus partidarios, privados de espíritu crítico, no están
tampoco en situación de descubrir en sus obras los errores
escandalosos. Especialmente divertido es su furor contra
Kant, al cual presenta siempre com o un apóstata del mate­
rialismo pasado de la manera más miserable al dualismo
eclesiástico. Haeckel pudo llegar a este cóm ico error por­
BOSQUEJO DE UNA VENIDERA CONCEPCIÓN DEL MUNDO 119

que no tenía sospecha alguna de que existiera algo como el


idealismo. Según su sencilla manera de pensar, sólo existe
verdadera oposición entre materialismo y dualismo ecle­
siástico, entre él y Jehová. Con tal de que Jehová, con sus
curas, sea expulsado del templo de la pura Naturaleza, co­
mienza ya el reinado de lo 'Verdadero, bello y bueno” .
N o puedo negarlo: una ingenuidad tan pura e infantil ha
ejercido siempre sobre mí una especie de encanto y me ha
hecho en alto grado simpática la personalidad de este mu­
chacho eterno. Por eso deseo que pueda serle evitado el
que tenga que enterarse algún día de los resultados que su
obra ha producido.
Esto es, si se considera el mundo espiritual com o plena­
mente dependiente de los fenómenos del mundo material,
muy pronto queda finiquitado lo "verdadero, bello y bue­
no” . Entonces, en lugar de un alma divina del mundo, com o
la que enseña el dualismo, se presenta una máquina gigante
que sólo de una manera temporal, y en sus partes menos
esenciales, se ocupa de la producción de lo espiritual. La
vida orgánica sólo puede aparecer esporádicamente en la
historia del sistema solar, en tanto existan las condiciones
favorables para su existencia. En la Tierra no se dio vida
orgánica mientras estuvo en ignición, y cesará de nuevo
cuando se enfríe o si es destrozada por un cometa.
Frente a este poderoso destino de los mundos, la vida es­
piritual producida por nuestros cerebros, con sus pensa­
mientos y sentimientos, con sus anhelos de lo "bueno, ver­
dadero y bello” , no es otra cosa que una farsa ridicula.
Este desconsolado conocimiento, bien puede, en uno u
otro sitio, arrastrar a la desesperación a algún hombre ais­
lado; mas sobre la gran masa de los hombres, sin embargo,
que no pueden mirar más allá de la vida diaria, quedará to­
talmente sin efecto.
La disolvente influencia del haeckelianismo sobre Ja vida
espiritual de las masas tampoco estriba, en modo alguno,
en Jas consecuencias que evoca su concepción de las cosas
eternas, sino que dimana de la tesis darwinista de que no hay
conformidad a fin, sino sólo una suma de factores aislados.
120 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Mediante esta doctrina, la gran masa perdió la representa­


ción de que cada hombre sea una unidad según plan, y
armónica a la que hay que perfeccionar en todas direccio­
nes para desplegarla cada vez más ricamente. El bello tema
de investigar el propio plan interno y el de los otros hom­
bres resultó sin sentido cuando se cesó de creer en la exis­
tencia de un plan y los hombres llegaron a ser un conglo­
merado de propiedades, más o menos casual.
Mas el que ésta ha llegado a ser opinión general no lo im­
pugnará nadie que se tome la molestia de representarse en
su espíritu al lector ideal a quien se dirigen nuestros más
favorecidos diarios. ¿Se adquiere acaso la impresión de
que los periódicos son escritos para una personalidad capaz
de juicios y crítica, apta para pesar diversas opiniones unas
frente a otras y que siente la necesidad de ver al unísono
forma y contenido? Desgraciadamente, he adquirido la
impresión de que los periódicos tienen a sus lectores por un
conglomerado de propiedades e instintos bastante contra­
dictorios, com o vanidad, soberbia, injusticia, envidia y co­
dicia.
N o hay que asombrarse de que esta opinión llegue a
ser la dominante, pues el haeckelianismo, que gana cada vez
más terreno, no es otra cosa, en su verdadera esencia, sino
una única predicación contra la cultura, si se entiende por
cultura la formación según plan de una personalidad y no
el amontonamiento de saber.
¿Puede uno seguir engañándose acerca de que, en todos
los terrenos de la vida, goza hoy en día de mayor predica­
mento la suma expresada en cifras que la organización?
Del nivel a que se encuentra la cultura hasta en una reu­
nión de hombres tan ricos en conocimientos com o los nanr
ralistas y médicos alemanes da elocuente testimonio el dis­
curso de Ladenburg, quien en una conferencia sobre el an­
tiquísimo tema "Dios, libertad e inmortalidad” entiende por
libertad el general derecho de elección.
Después que se logró convertir la organización de los
seres vivos en un conglomerado de partículas materiales, el
materialismo venció en toda la línea. Las fuerzas del mundo
BOSQUEJO DE UNA VENIDERA CONCEPCIÓN DEL MUNDO 121

exterior resultaron ser más capaces de resistencia que el


fugitivo sueño de los pensamientos y sentimientos, hasta más
capaces de resistencia que la mudable vida. Ellas son las
inmortales, y si alguna vez la vida se extingue por completo
proseguirán su existencia de eón en eón. La ley de Ja con­
servación de la materia y la ley de la conservación de la
fuerza son los únicos valores de la eternidad.
Hay que contar con esta concepción del mundo; aun
seguirá siendo durante decenios el evangelio de las masas,
pues lo mismo se dirige a la vulgar inteligencia que a la in­
teligencia de los vulgares.
Nada importa que sus suposiciones sean inciertas y cap­
ciosas. Sus grandes frases están estampadas en las mentes,
y el pueblo, apartado de la Naturaleza, las seguirá aunque
sea con el corazón destrozado.
Y, sin embargo, no nos es lícito desesperar, pues el astro
del idealismo se concibe de nuevo en ascensión, más pode­
roso y resplandeciente que nunca, y llegará día en que la
materia se hunda en la nada ante el único señorío del es­
píritu.
La primera fuerte lucha contra el omnipotente mundo
exterior ha sido realizada por los físicos. Los físicos niegan
la existencia objetiva de los colores, sonidos, olores y
sabores.
De un árbol verde no emana ningún color verde, sino
sólo ondas de éter de una determinada longitud de on­
da. Una campana al vibrar, no desprende de sí ningún so­
nido; sólo surgen de allí vibraciones de aire en dilatados
círculos.
Olor y sabor, nos enseña el químico, no son ninguna pro­
piedad de la materia. Esta sólo posee diversas afinidades
químicas.
La meta a que se dirigen todos, químicos y físicos, es a
limpiar el mundo exterior de todos los accesorios subjetivos,
sólo introducidos en el mundo por los hombres. Una vez
alejado esto, queda como único objetivo y real fundamento
el movimiento de partículas materiales en el espacio. N in­
guna cualidad, sólo cantidades dominan en el verdadero
122 WEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

mundo exterior. Una monstruosa suma, que siempre perma­


nece igual a sí misma, de iguales partículas materiales, eje­
cuta una eterna danza con no debilitada energía.
Hay que comprender claramente que en este mundo ex­
terior, puramente físico, no puede hablarse de objetos en
sentido estricto, sino sólo de grupos de fuerzas materiales.
Además, no tiene sentido buscar estructuras en este mun­
do vuelto a reducir a sus elementos, si bajo estructura se
entiende la firme relación de la parte con el todo.
Cada una de las partículas primitivas está con las demás
en una relación expresable matemáticamente. Las partícu­
las vecinas en el espacio pueden ser reducidas a grupos se­
parados; no existe ninguna relación entre las partículas que
dé motivo para una separación de unidades.
Con esto queda firmemente establecido que el real mundo
físico exterior, que sólo es regido por inmutables leyes de
movimiento, únicamente contiene grupos de partículas que
se mueven de igual manera, Carece de todas las cualidades,
como sonidos, colores, etc., y hasta carece de todas las uni­
dades que nosotros podríamos definir como objetos. Pues
por objeto siempre comprendemos una unidad compuesta
de diversas cualidades, y por eso jamás puede ser reducida
a una fórmula matemática.
Del mismo modo que la unidad de objeto, tampoco se
encuentra en el mundo exterior fisicomatemático la unidad
de estructura, ya que la conformidad a fin tampoco puede
ser expresada por ninguna fórmula matemática.
Tanto la cuestión de las cualidades com o la del plan no
tienen sentido en el mundo exterior real y material. Son
elementos subjetivos que no tienen nada que ver con la
verdadera realidad.
¿Cómo llegan a presentarse, sin embargo, estos no insig­
nificantes elementos?
La respuesta a esta cuestión la toma a su cargo la biología.
Comprueba ante todo su plena concordancia con la inter­
pretación del mundo de la física, que es puramente objeti­
va; pero añade que para la producción de elementos subje­
tivos se requiere un sujeto.
BOSQUEJO DE UNA VENIDERA CONCEPCIÓN DEL MUNDO 123

Tales sujetos son los seres vivos. Nosotros consideramos


aquí especialmente a los animales.
¿Cuál es el camino por el cual se producen en un animal
: los elementos subjetivos?
Tenemos que considerar como existentes todos los innu-
! merables grupos de movientes partículas materiales que
■ actúan en todo tiempo sobre el sujeto "animal” .
Si todas las fuerzas pudieran desplegar sus efectos de un
modo uniforme, no habría diferencia alguna entre sujeto y
mundo exterior. Esta diferencia llega a presentarse porque
el animal realiza una selección entre los efectos de fuerzas
del mundo exterior. Esta se verifica por medio de Jos órga­
nos de los sentidos, que tienen la misión de convertir en
excitación nerviosa una determinada fracción muy pequeña
del mundo exterior, pero suprimiendo todos los restantes
estímulos.
Cada uno de los órganos de Jos sentidos de cada animal
realiza una recolección, característica suya, de los estímulos
del mundo exterior, a los que utiliza com o nota de percep­
ción, y todos Jos órganos de los sentidos del mismo animal,
tomados en conjunto dan una determinada sección del
mundo exterior. Esta sección del mundo exterior, que para
cada animal es una distinta y característica de él, se llama su
mundo perceptible.
Sin embargo, éste sólo es un lado de Ja cuestión, pues la
actividad del órgano de los sentidos sólo recibe su ple-
f na significación .por la intervención del órgano nervioso
central.
Los órganos de Jos sentidos envían al centro el estímulo
exterior, transformado en excitación por separados cami­
nos nerviosos.
Tiene lugar, por lo tanto, un análisis de cada grupo de es­
tímulos recibidos, realizado por los órganos de los sentidos,
ya que todo órgano de sentidos corresponde a otra sección
del grupo de estímulos y transforma a éstos en excitaciones
que, después de ello, por caminos aislados, se precipitan ha­
cia el centro.
Consiste el centro, en el caso más sencillo, en una red
124 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MONDO

nerviosa general, desde la cual las excitaciones siguen hasta


los músculos por caminos nerviosos centrífugos.
En animales más altamente desenvueltos, todos aquellos
nervios que están llamados a transportar las excitaciones de
grupos de estímulos especialmente importantes desembocan
en común en redes separadas. Estas redes separadas se lla­
man esquemas por razón de la siguiente teoría: sabemos
que en el centro las excitaciones se relacionan de un modo
conforme a ley con nuestras sencillas sensaciones fundan
mentales (com o azul, verde, duro, etc.). Y, a la verdad,
según la ley de J. Müller, al ser excitado un determinado
nervio siempre se presenta la misma sensación, específica
de aquel nervio.
Ahora, si todos los nervios que desembocan en la misma
red separada son excitados al mismo tiempo, resuenan en
nosotros todas las sensaciones fundamentales específicas que
corresponden a esos nervios. Y al reunirse las excitaciones
de todos esos nervios en la red separada, las diversas sensa­
ciones fundamentales se reúnen en una unidad, a Ta que
llamamos objeto. Así, se origina de la excitación el esquema
del objeto.
El objeto, com o ya lo enseña la concepción física del
mundo, en tanto se compone de puras cualidades (com o un
árbol de las sensaciones verde, pardo, con las correspon­
dientes sensaciones de dirección), es un producto subjetivo
que corresponde a un determinado grúpo de estímulos del
mundo exterior. Este grupo de estímulos fué recogido por
los distintos órganos de los sentidos, descompuesto en cada
uno de sus factores y convertido en excitaciones. Las ex­
citaciones corrieron por caminos separados hacia el centro,
y en el centro sucedió al análisis de los órganos de los sen­
tidos la síntesis del objeto.
De puros objetos así originados se compone todo nuestro
mundo perceptible, que se diferencia muy esencialmente de
la imagen del mundo de la física.
Primeramente, nuestro mundo perceptible sólo forma una
modesta sección del mundo exterior, la magnitud de la cual
viene determinada por la extensión de excitabilidad de los
BOSQUEJO DE UNA VENIDERA CONCEPCIÓN DEL MUNDO 125

órganos de los sentidos. Cuantos más numerosos grupos de


estímulos exteriores sean capaces de actuar en nuestros ór­
ganos de los sentidos, tanta mayor es su extensión de exci­
tabilidad o amplitud.
Al lado de la amplitud de los órganos de los sentidos, es
decisivo para el grado de perfección de nuestro mundo per­
ceptible el número de esquemas existentes en el cerebro.
Pues es evidente que los estímulos exteriores llegan a ser tan­
to más diferenciados cuanto más numerosas sean las posi­
bilidades de división.
Los animales más sencillos parece que no poseen aún nin­
gunos esquemas, y sólo con la aparición del cerebro se ori­
gina Ja posibilidad de sintetizar en permanentes unidades al­
gunos grupos de estímulos exteriores que se presentan con
frecuencia. Por este medio llega a hacerse posible por pri­
mera vez la importante diferenciación de grupos de estímu­
los, que aun no se da en los animales inferiores. Esta capa­
cidad de diferenciación, nuevamente adquirida, asciende des­
pués en proporción a la perfección de los nuevos esquemas.
Y, sin embargo, sería falso deducir de aquí que un animal
inferior se orientaría mejor que hasta entonces en su vida
por la unilateral añadidura de nuevos esquemas. Pues pue­
de decirse con toda seguridad que el mundo perceptible de
cada animal (que por la amplitud de los órganos de los sen­
tidos y el número de esquemas es dado inequívocamente)
se halla siempre en una relación conforme a fin con las res­
tantes capacidades del animal.
El estudio de estas relaciones conformes a plan y armóni­
cas, de todas las partes de un organismo vivo entre sí y con
el todo, lo mismo que del todo con su mundo perceptible,
es el tema vital de la biología nuevamente suscitada.
Lo que es válido para todos los animales es válido tam­
bién para el hombre. También él está situado dentro de un
mundo perceptible correspondiente a sus capacidades.
El mundo perceptible normal del hombre en la libre Na­
turaleza le muestra un campo de efectos limitado todo al­
rededor por el horizonte. Este horizonte será raro que esté
situado a más allá de seis horas de camino. Por lo tanto, el
126 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

hombre puede en un día llegar hasta ese límite y regresar


de él. El territorio cerrado por el horizonte es s.u patria, la
que puede recorrer a pie en su totalidad sin tener que hacer
noche fuera de ella.
Sobre el horizonte se alza un cielo com o una cúpula acha­
tada, cuyos bordes se hallan tan lejos com o el horizonte.
Por el contrario, en el cénit apenas parece alejarse a cuatro
horas de camino. El Sol asciende por el cielo y luego des­
ciende de él, para desaparecer después, con el mismo ritmo
con que en el hombre están distribuidos sueño y vigilia.
Por la noche, el cielo está decorado con unos discos pe­
queños y brillantes que flotan confundidos de una manera
serena y extraña.
Mas el verdadero círculo de efectos del hombre es el
suelo de la tierra, en cuanto alcanza de él con su mirada.
La tierra da los frutos que necesita para su alimento y cría
la madera de que construye su habitación.
Si alza la vista después de duros trabajos, ofrécele el cielo
una meta que no puede alcanzar; pero que le parece ser
fuente de la luz y morada de toda magnificencia.
Así se origina en el hombre la firme y alegre confianza
de que él es para el mundo y el mundo para él; hasta de
que ambos reunidos forman una asombrosa unidad, que no
comprende, pero cuya belleza siente.
Esta sensación es totalmente justa, pues el mundo cir­
cundante humano conviene al hombre exactamente tan bien
como el río a la trucha, el castaño al melolonto y la tierra
arable a la lombriz de tierra. De modo com o en cada ser
vivo los diversos órganos concurren a componer un orga- ;
nismo unitario, así el organismo, en unión con su mundo
circundante, forma un todo conforme a fin.
El conocimiento de la propia idoneidad en un mundo
conforme a fin o idóneo es de la mayor significación para i
la vida humana, pues el convencimiento de nuestra propia j
idoneidad es felicidad, y esa idoneidad del mundo circún­
dame, cuando se la siente, es belleza.
Es interesante investigar las causas que hacen vacilar el
convencimiento de la idoneidad del mundo circundante.
BOSQUEJO DE UNA VENIDERA CONCEPCIÓN DEL MUNDO 127

Apenas habrá error si en la alteración de la manera de con­


cebir el cielo se busca el principal punto de ataque de todos
los adversarios de la doctrina de la conformidad a fin.
Ya ciertos astrónomos griegos habían hecho tambalearse
la doctrina de la posición central de la Tierra y hablado de
numerosos sistemas solares, sin perturbar en lo más mínimo
por ello la concepción general del mundo de los griegos,
de que el mundo era una obra de arte.
En efecto, puede concederse tranquilamente que nuestro
pequeño mundo perceptible sólo sea una parte de un mayor
mundo perceptible, que alguien mayor que nosotros estará
llamado a abarcar en su plena significación.
Exactamente el mismo descubrimiento que se insertó ar­
mónicamente en la concepción griega del mundo deshizo en
el siglo xvr la concepción medieval.
En la Edad Media, según Troels-Lund lo describe palpa­
blemente, sobre la firme cubierta del cielo, sólo alejada
cuatro horas de camino de nosotros, habitaba un poderoso
tirano que había creado todo este mundo y lo regía ilimita­
damente hasta en lo más nimio. Su carácter se había hecho
cada vez más espantoso en el curso de los años. Era temible
ir de un lado a otro bajo la inmediata mirada de sus ojos,
siempre despiertos. N o había movimiento de nuestras ma­
nos ni pensamiento de nuestra alma que se le escapara, y
siempre estaba dispuesto para el castigo y la venganza. Para
apaciguarlo eran ofrecidas hecatombes de víctimas humanas.
Por toda Europa flameaban miles de hogueras, en las que
eran quemados brujas y herejes.
Entonces ocurrió el mayor acto de liberación que ha pre­
senciado la humanidad: Giordano Bruno hizo saltar la tapa
del cielo y nos abrió la perspectiva de un ilimitado espacio
con miles de mundos.
Cierto que ahora estamos libres del siniestro vecino; pero
para ello ha perdido su centro de gravedad nuestra con­
cepción del mundo.
En Jugar de considerar los astros desde el punto de vista
humano, se considera al hombre desde el punto de vista de
los astros. Espacio y tiempo han adquirido espantosas di­
128 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

mensiones, medida por las cuales se hunde nuestra existen*


cia en una desesperada nulidad.
Y, sin embargo, la culpa es del todo nuestra. Con nues­
tros gigantescos telescopios hemos osado penetrar en un
mundo perceptible que ya no es el nuestro. Un ser cuyos
ojos tuvieran la construcción de un telescopio gigante esta­
ría también en lo demás constituido de modo muy diferente
del nuestro. Poseería capacidades muy diferentes para ha­
cer valer prácticamente lo visto. Formaría otros objetos
y poseería, ante todo, una duración de vida incomparable­
mente más .larga que la nuestra. Acaso también su com­
prensión del tiempo sería fundamentalmente diversa de la
nuestra. Por ejemplo: si cien años se abarcaran en un mo­
mento, la imagen del mundo en la bóveda del cielo se
convertiría en un maravilloso tejido de anillos luminosos
que, dependiendo todos unos de otros, producirían la ima­
gen de una gran unidad armónica.
Todas las veces que llegamos a ser conscientes de la des­
armonía entre las relaciones de espacio y tiempo de aquellos
mundos y nuestra existencia, sólo necesitamos acordarnos
de que tampoco podemos correr con una pata de palo de
medio kilómetro de largo. El que nosotros aumentemos en
demasía nuestros órganos de los sentidos o nuestros órga­
nos de movimiento, es lo mismo en principio; en cada caso
quebrantamos la natural conformidad a fin de nuestro or­
ganismo y caemos en desacuerdo con nuestro mundo cir­
cundante.
Así retumban otra vez unas tras otras todas las grandes
cuestiones que ocupaban los ánimos en tiempos de K. E.
von Baer, y Haeckel, al fin de sus días, tiene que conocer
en su propia ciencia el mismo destino ciue en otro tiempo
le fué labrado por el darwinismo a K. E. von Baer: es un
olvidado.
A la época de la consideración fisicoquímica del mundo,
que conduio al materialismo, sucede ahora natura’mente la
consideración biológica del mundo. Pero éste es el camino
directo del idealismo.
A la pregunta enunciada hasta ahora: "¿Cuál es la posi­
BOSQUEJO DE UNA VENIDERA CONCEPCIÓN DEL MUNDO 129

ción del hombre en el universo?” , se le daba por respuesta:


"Un complejo de átomos lanzado hacia todos lados por
fuerzas mecánicas.”
Sin tocar en lo más mínimo a la corrección de esta res­
puesta, nos es permitido, sin embargo, abrigar algunas du­
das acerca de si nuestro interés personal en este conocimien­
to es en realidad tan grande como se afirma generalmente.
Pues si nos planteamos seriamente la cuestión de si alguna
vez llegamos a estar en directo contacto con el universo,
tenemos que reconocer, conforme a la verdad, que jamás lo
estamos. De todas las poderosas muchedumbres de movibles
átomos materiales, sólo una reducida fracción es la que
actúa sobre nosotros, y esta fracción sólo se nos acerca en
forma de objetos, esto es, com o unidades que están forma­
das de nuestras sensaciones subjetivas.
La elección de los estímulos exteriores actuantes y su
transformación en objetos es obra de nuestro organismo
construido conforme a fin, que cuida de que el mundo con­
templado por nosotros permanezca en armónica consonan­
cia con nuestras demás capacidades.
Si ahora, en oposición al planteamiento del problema fí­
sico, suscitamos el problema biológico: "¿Cuál es la posición
del hombre en la Naturaleza?” , la respuesta suena de modo
muy distinto: "El hombre y la Naturaleza que le rodea for­
man juntos una armónica unidad según plan, en la que todas
sus partes realizan un cambio de efectos conforme a plan.”
La Naturaleza consiste en objetos, y cada objeto tanto
es un producto de nuestra vida anímica com o también la
causa de esta producción. Como recordamos, son puros
grupos de estímulos materiales los que actúan sobre nos­
otros. Son convertidos por nosotros en objetos, v estos
objetos son concebidos como causas de estímulos situados
fuera de nosotros.
Este notable carácter de los objetos es extremadamente
adecuado o conforme a fin, si nos representamos el proble­
ma que tienen que resolver los objetos en la vida del hom­
bre. El sujeto ignora todos los indiferentes grupos de es­
tímulos del gigantesco universo, y sólo entresaca puramen­
130 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

te aquellos grupos que son importantes para su vida. Pero


estos grupos no sólo se diferencian unos de otros cuanti­
tativamente, sino que también son transformados en uni­
dades cualitativamente diferentes, que ahora pueblan el
mundo sólo para el sujeto de que se trata.
Resulta de una inmediata evidencia Jo fundamentalmente
distinto que tiene que aparecer el mundo desde el punto de
vista de dos sujetos, si los sujetos son diferentes. Por des­
gracia, sólo tenemos posibilidad de considerar nuestro pro­
pio mundo de percepciones, que en todas sus partes es un
producto subjetivo nuestro.
Cada uno de nosotros sólo está autorizado a decir: "Mi
mundo perceptible consiste en mis objetos” , y sólo en cuan­
to somos semejantes como sujetos nos es lícito hablar de la
igualdad de nuestros objetos.
El estudio de estos sujetos y sus relaciones con el sujeto
es el primer fundamento de un verdadero conocimiento
de la Naturaleza.
Esta es una nueva ciencia, en la cual aun nunca se ha
puesto mano de una manera sistemática. Queremos llamar­
la la Biología subjetiva.
Antes de que tracemos las primeras líneas fundamenta­
les de esta ciencia tenemos que volver a evocar en nuestra
memoria su posición ante las restantes ciencias.
Hemos conocido a la física y la química com o la ciencia
del mundo exterior material. Ya que allí sólo se trata de
diferencias de cantidad, todas sus leyes son matemáticas,
esto es, expresables por valores numéricos.
Como ciencia más inmediata nos sale al paso la biología
objetiva, que se puede designar com o la doctrina de la con­
formidad a fondo, ya que la conformidad a fin sólo se en­
cuentra en el sujeto, com o la doctrina objetiva del sujeto,
Se ocupa de la estructura de los seres vivos construidos se­
gún plan y de sus funciones objetivas. Cada organismo
conforme a fin, esto es, cada sujeto, tiene un mundo per­
ceptible a él correspondiente, que consiste en las percep- '
ciones por él recibidas v fundidas en una unidad.
Aquí se enlaza inmediatamente con la biología subjetiva. ?
BOSQUEJO DE UNA VENIDERA CONCEPCIÓN DEL MUNDO 131

Esta es la doctrina de las sensaciones. Trata de las sensacio ­


nes, sólo conocidas por nosotros mediante las personales
experiencias de nuestra vida anímica y de su transformación
en objetos.
Las relaciones entre biología objetiva y subjetiva trata
de establecerlas la fisiología de los sentidos. Por esto es
la más difícil de todas las ciencias, porque no puede ad­
quirir ningún punto de vista propio. Se pueden considerar
los fenómenos en el cerebro como formas objetivas de mo­
vimiento u observar las sensaciones en nuestra alma como
procesos subjetivos; no se da un tercer punto de vista desde
el cual sea dado observar tanto los acontecimientos objeti­
vos com o los subjetivos y comprender su engranaje. Según
que el investigador considere las experiencias de la fisiología
de los sentidos desde un punto de vista más objetivo o más
subjetivo, su concepción será completamente distinta. Ya
la oposición de Goethe contra Newton hay que referirla
a esto.
La biología subjetiva no se preocupa en lo más mínimo
de la especie de dependencia entre lo objetivo y lo subjetiT
vo; es una pura ciencia subjetiva, que trata de las relaciones
de cada hombre con su mundo perceptible, y sobre las
cuales cada uno es el juez inmediato y único. Por eso pre^
sentó yo la siguiente exposición despreocupadamente y sin
consideración a ninguna autoridad de fisiología de los sen­
tidos.
Nuestro mundo perceptible se compone de puros objetos.
Estos objetos son nuestro tema de investigación. Por ana­
logía con la biología objetiva, podemos dividir nuestro
campo de investigación en una anatomía subjetiva y una
fisiología subjetiva de los objetos.
La anatomía subjetiva de los objetos debe explicarnos
qué sensaciones tienen que existir en la construcción de los
objetos y qué orden se puede establecer aproximadamente
en las sensaciones.
La fisiología subjetiva de los objetos, que estudia el acto
del origen de los objetos, debe instruirnos acerca de la su­
cesión de las sensaciones que se presentan.
132 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MONDO

La a n a t o m ía subjetiva de los objetos

La experiencia más general nos informa de que cada ob­


jeto se compone de forma y contenido.
Ya de este hecho se deduce que para la construcción de
un objeto son exigibles sensaciones que contengan firmes
relaciones con el espacio, sin las cuales no es posible una
forma. Conocemos sensaciones de espacio tanto por el sen­
tido de la vista*como por el del tacto, y las llamamos allí
signos locales. Los signos locales indican a qué dirección del
espacio debe ser referida en lo exterior cada especial sen­
sación de la vista o del tacto. También las sensaciones de
los otros sentidos, com o las del oído, olfato y gusto, son
referidas al espacio fuera de nuestro cuerpo, pero sin indi­
cación de una especial dirección. Por lo tanto, son incapa­
ces para establecer limitaciones. Pero no hay ninguna for­
ma sin límites, y por eso es imposible formar objetos con
las cualidades de oído, olor o gusto, cosa que se logra sin
más con las sensaciones de vista o tacto.
Ahora bien: los órganos que guían los capitales signos
locales, com o la mano y el ojo, están asentados en nuestro
cuerpo en forma que se muevan fácilmente. Igualmente re­
cibimos informes de los movimientos de nuestro cuerpo por
sensaciones espaciales de dirección. Del modo más apropia­
do, las llamamos sensaciones de movimiento. Se pueden
agrupar según las tres direcciones del espacio. El enlace de
la vista y la mano, cada uno con su aparato especial de mo­
vimiento, nos hace posible comprobar por el tacto los bos­
quejos de un determinado objeto con el mismo grupo de
signos locales. Los signos locales dan permanentemente la
sensación del mismo punto en el espacio, mientras que las
sensaciones de movimiento nos informan sobre su cambio
de lugar.
Si una determinada serie de sensaciones de movimiento
se repite frecuentemente, queda asida a nuestra memoria a
la manera de una melodía que vuelve sobre sí misma. En
lugar de ejecutar los movimientos con el mismo grupo de
LA ANATOMÍA SUBJETIVA DE LOS OBJETOS 133

signos locales, pronto aprendemos a hacer resonar unos tras


m otros, en una serie correspondiente al movimiento, los di­
versos grupos de signos locales que son tocados al mis­
mo tiempo por el bosquejo del objeto.
La melodía de movimiento sigue siendo siempre caracte­
rística para cada objeto, y facilita de este modo el que
w podamos distinguir inmediatamente, entre otros cien, al ob­
jeto tan pronto com o son tocados algunos compases carac­
1 terísticos de su melodía.
Esta distinción del objeto no consiste en un puro recono­
cimiento, sino también en una formación. Tal com o son las
cosas, nunca nos son dados objetos que podamos simple­
mente volver a conocer, sino sólo múltiples impresiones
coloreadas que tenemos primero que formar en objetos.
Sólo cuando las policromas impresiones pueden resumirse
sin oposición mediante la melodía, puede decirse que se ha
vuelto a conocer el objeto.
No cabe para mí duda alguna de que esta melodía de
movimiento es lo mismo que Kant ha comprendido bajo la
denominación de esquema empírico del objeto, y acerca
de cuya dificultad discurre de la manera siguiente: "Este
esquematismo de nuestra razón con respecto a las apariencias
y a su pura forma es un arte escondido en lo profundo del
alma humana, cuyo verdadero manejo nos permitirá algu­
na vez vislumbrar trabajosamente la Naturaleza y la pon­
drá al descubierto ante nuestros ojos.”
Mediante el descubrimiento de los signos locales hemos
llegado mucho más cerca de los verdaderos manejos de la
Naturaleza. Kant compara después el esquema con un mo­
nograma. Nosotros preferiríamos aplicar para la compara­
ción un jeroglífico de tres dimensiones.
El esquema sirve, según Kant, tanto de medio de reconoci­
miento com o de medio de información del objeto. Ni es una
determinada imagen de recuerdo, con la cual sólo podría
volver a reconocerse determinado objeto bajo determinada
iluminación, ni una noción que sólo puede emplearse con
el objeto va conocido. El esquema sirve para reconocer
como unidad de igual especie gran multitud de aparien-
134 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

cias aisladas. Para eso no son menester los colores na­


turales de los objetos, ya que también los reconocemos en
bosquejos dibujados en blanco y negro. Por lo tanto, el
esquema sólo puede estar formado de signos de espacio.
Pero com o también reconocemos los objetos cuando son
percibidos con los más diferentes signos locales, sólo la
análoga serie de movimiento, que, com o elemento caracte­
rístico, vuelve a presentarse siempre, puede llegar a ser el
medio de conocimiento. Este elemento característico es jus­
tamente la melodía de movimiento, según la cual Jas más
diversas sensaciones de contenido se agrupan en un objeto
formado.

La fisiología su bjetiva de los objetos

Según las afirmaciones establecidas hasta ahora por nos­


otros acerca del esquema com o una melodía de movimiento,
nos es lícito esperar que el proceso de la formación de ob­
jetos mediante la vista tendrá lugar de Ja siguiente mane­
ra: se presupone un gran número de sensaciones de color
en todo el campo de la visión; éstas, por grupos, son orde­
nadas después en objetos según los existentes esquemas. Un
grupo de sensaciones ordenado con ayuda de un esquema es
un objeto. Esta ordenación requiere cierto tiempo, porque
cada esquema es una melodía de movimiento, de Ja cual
tienen que sonar, por lo menos, algunos compases, unos des­
pués que otros, antes de que las sensaciones se reúnan con
seguridad en un conocido objeto.
De esta diferencia de tiempo entre la aparición de las
sensaciones y su transformación en objetos nos convence
la siguiente sencilla experiencia, que pone claramente a la
vista las diversas fases de la formación del objeto: se cierra
uno de los ojos, y con el otro se mira por un agujero que
se cubre y descubre en regulares*períodos de tiempo poruña
pantalla (aparato com o el que se emplea para exposiciones
no instantáneas ante la lente de una cámara fotográfica), y
se hace que alguien nos muestre cuadros policromos que
aun no conocemos. Si se contempla el cuadro en eJ ins-
LA FISIOLOGÍA SUBJETIVA DE LOS OBJETOS J¿&

tante en que está abierta la pantalla, por regulación de la


velocidad llegará un momento en que aparecen claramente
los colores, pero no las formas. Entonces se cierran los
ojos y se trata reflexivamente de formar objetos con las
impresiones de color así adquiridas, cosa que se logra sin
dificultad. Se contempla después el original, y se observará
con asombro, en muchos casos, que no se asemeja en lo más
mínimo a las imágenes así adquiridas.
Eso demuestra suficientemente que el auténtico esquema
no es dado sin más por las impresiones de color, sino que
tienen que ser acomodadas ulteriormente, en lo cual aun
pueden presentarse después muy importantes errores. Sólo
por una contemplación más larga se encontrará con segu­
ridad el auténtico esquema y se formarán de modo oportuno
los objetos.
Si, por el contrario, se contemplan de la misma manera
imágenes conocidas, cambia el resultado fundamentalmente.
Nos parece, primero, que ya el propio momento de exposi­
ción es de mayor duración, y en segundo lugar, bajo las
mismas circunstajhcias, se nos aparece como plenamente re­
conocible la imagen completa con todas sus particularida­
des. En este caso, ya desde el principio sabíamos de modo
claro los esquemas de que se trataba y su disposición; no
necesitábamos buscar, por lo tanto, y no teníamos la menor
dificultad para agrupar la policroma impresión de la debida
manera y convertirla en objetos.
Todos los objetos se encuentran ordenados dentro de
una general unidad. Esta unidad es el espacio. Es, en suma,
el esquema de todas las posibles sensaciones de movimiento.
Los esquemas de los objetos constituyen especiales casos
aislados de esta general melodía de movimiento.
Cada objeto forma una magnitud de espacio de tres di­
mensiones, porque su esquema reúne en sí las sensaciones de
movimiento de las tres direcciones del espacio.
En la formación del objeto con la mano nos son dadas
todas inmediatamente. Ejecutamos movimientos en las tres
dimensiones del espacio y tenemos las sensaciones de movi­
miento correspondientes a ellos.
136 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

En la formación del objeto con la vista estamos a cierta


distancia, sin el medio auxiliar de la sensación de movi­
miento para la profundidad. El ojo sólo ejecuta movimien­
tos en un plano, esto es, en dos dimensiones del espacio.
Según esto, sólo tenemos sensaciones de movimiento de dos
dimensiones.
¿Cómo llegamos entonces, también a distancia, a for­
mar objetos que tienen las tres dimensiones?
A ello se responde de la siguiente manera. La melodía del
esquema sólo necesita ser tocada en un pasaje característico
para que se reproduzca totalmente en nosotros. Pero esta
reproducción únicamente se ejecuta con seguridad cuando
no sólo suena en nosotros la melodía de movimiento de un
único frente, sino que también son dados al mismo tiempo
algunos compases de la melodía de movimiento de un se­
gundo frente. Entonces formamos en seguida dos frentes
del objeto. La representación de dos frentes evoca necesa­
riamente en nosotros la sensación de movimiento, que falta
para la profundidad.
Así, .la melodía formadora de cada objeto visto se com­
pone de dos especies de sensaciones, dadas inmediatamente
para dos dimensiones de espacio, y de una tercera sensación,
mediatamente engendrada, para el movimiento hacia lo pro*
fundo.
A la circunstancia de que el movimiento hacia lo profun­
do no sea dado inmediatamente le debemos el impulso que
ha cobrado la pintura. El pintor tiene la posibilidad de pre­
sentar inmediatamente ante la vista, en el lienzo, dos direc­
ciones de movimiento. La tercera tiene que suscitarla en
nosotros mediante los correspondientes medios auxiliares,
com o la Naturaleza la evoca mediatamente, aludiendo a la
existencia de un segundo frente. A estos medios auxiliares,
mediante los cuales los pintores geniales nos obligan, con
fuerza natural, a que hagamos sonar una tercera melodía
de movimiento, que sólo son capaces de revestir los objetos
en su plena corporeidad dimensional, los llamo yo signos del
objeto.
Los signos del objeto son tan importantes porque su jus-
I A FISIOLOGÍA SUBJETIVA DELOS OBJETOS 137

to empleo transmite una imagen de la unidad del espacio.


Inseguridad en el empleo de los signos del objeto da a
conocer con certeza al aficionado.
Sin embargo, de ningún modo es el espacio la única uni­
dad que un artista puede prestar a su cuadro. Hay artistas,
como los grandes maestros del arte del mosaico de tiempo
de los normandos, que suprimían fundamentalmente todos
los signos del objeto para apartar a nuestra alma de la rea­
lidad del mundo cotidiano por la impresión de puras visiones
no espaciales y ponerla a tono para el recogimiento.
Para otros maestros, la unidad de imagen se construye
mediante la armonía de colores. Otros saben imprimir a
sus paisajes un carácter unitario, que después encuentra en
el paisaje verdadero el espectador del cuadro, com o Thoma
ha vuelto a crear para nosotros la Alemania del Sur, y
Boecklin, Italia.
El gran público, hasta en excursiones por la libre Natu­
raleza, no ve, en general, cosa alguna, sino que se contenta
con reconocer objetos. Sólo por la comunión con la pin­
tura, hasta los peor dotados, logran llegar a ver paisajes uni­
tarios en el mundo real.
Así, la frase de W ilde de que "no es el pintor el que se
rige por la Naturaleza, sino que es la Naturaleza la que se
rige por los pintores” , no es una pura paradoja.
En lo anterior, junto con la teoría, he expuesto también
algunas consecuencias prácticas que emanan de la concep­
ción biológica del mundo, para despertar el interés por el
estudio de la biología subjetiva, a la cual, sin más aprendiza­
je, pueden dedicarse todos.
Se trata ante todo de volver a adquirir interés por las
funciones del propio organismo. Lo demás viene después
por sí solo.
La investigación biológica nos abre una nueva puerta ha­
cia el Idealismo kantiano; ésa es su alta significación. Kant
nos ha mostrado que el alma del hombre es un maravilloso
producto armónico, en el cual se manifiesta un poder que
actúa según plan. Sus obras nos enseñan la construcción
y el funcionamiento de nuestra estructura anímica y nos
138 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

llevan hasta cerca de la fuente donde brota el alma del


misterioso poder que no conocemos; pero en cuyo gobierno
según plan nos es lícito, sin embargo, tener confianza. La
especie de constitución de nuestra alma nos obliga a reco­
nocer en torno a nosotros tanto poderes naturales que ac­
túan sin plan, com o seres vivos que han sido originados y
actúan conforme a plan.
Estamos constituidos de tal modo, que somos capaces de
percibir con la razón determinadas conformidades a fin; de
vislumbrar, por el contrario, otras con nuestro sentimiento
de la belleza y gozar de ellas. Un plan común enlaza en
una unidad todas las fuerzas de nuestro espíritu y ánimo.
El conocimiento de este plan es lo único que es capaz de
dar al hombre confianza para la vida y seguridad más allá
de ella. Pues la muerte, en este plan, está también conteni­
da com o factor necesario.
Haeckel quiere suplantar esta concepción del mundo con
sus galimatías de célula de alma y alma de célula, y cree
aniquilar con sus salidas de chicuelo al gigantesco Kant.
Las palabras de Chamberlain sobre el haeckelianismo: "No
es ni poesía, ni ciencia, ni filosofía, sino un bastardo de
Jas tres, nacido muerto” , están grabadas en el alma de todo
hombre ilustrado.
Pero el interés por la concepción biológica de la Natu­
raleza y del hombre tiene además que ser suscitado por otra
razón muy importante: hemos visto que el mundo percepti­
ble del hombre no existe independientemente de él, sino
que sólo es mantenido a igual altura por la permanente ac­
tividad de su organismo.
Si la actividad de nuestros órganos de los sentidos se pa­
raliza, nos quedamos atontados e inútiles, com o de todos es
sabido, porque ya no somos capaces de percibir las más 4
finas diferencias.
Aun es más peligroso cuando se abandona la propia for­
mación de objetos y nos contentamos con el resonar de los
esquemas. Entonces cesamos de observar y nos satisface--
mos con el puro reconocimiento. Cuanto más nos alejamos *
de la Naturaleza y nos habituamos a nuestra vida de gran
LA FISIOLOGÍA SUBJETIVA DE LOS OBJETOS 139

ciudad, tanto más apremiante es este peligro. Los carteles


de anuncios que, con crudos colores, vociferan en el mundo
su insignificante existencia demuestran lo embotados que
I; estamos para la observación de nuestro contorno, pues si
no no podríamos tolerar este eterno tortísimo.
Cuanto más, com o hombres cultos, nos movemos en orbes
artificiales, introducidos para nuestra comodidad, tanto más
§ limitado se hace también el uso de los esquemas. Pues cada
vez encontramos menos objetos que exijan de nosotros una
; resolución individual. T o d o se arregla por medio de puros
reflejos. Por último, el hombre de la más alta cultura sólo
está aún rodeado de muy pocos objetos indiferentes, que
ni son hermosos ni feos, a los que percibe precisamente
cuando cruzan su camino, para volver a olvidarlos inme­
diatamente.
Es, en verdad, espantoso observar la rapidez con que se
empobrece en lo espiritual la gente tan pronto com o se ha
consagrado en la gran ciudad a una profesión que la obligue
jr" a renunciar al trato con la Naturaleza. La visión aislada de
los objetos, en sus múltiples armonías con la Naturaleza,
pronto se pierde sin dejar huella en su ambiente. Los es­
quemas se hacen cada vez más escasos en número, cada vez
más insignificantes y generales. Por último, las gentes se
dan aún por contentas si pueden distinguir un árbol de un
arbusto.
El mundo que logran ver en un paseo sólo se compone
de tres o cuatro objetos: camino, árbol, casa, perro. Eso
es todo.
Ya no se llega, en modo alguno, a la plena formación de
cada objeto. Tan pronto como suena un esquema, ya no
se preocupan más del objeto, sino que pasan inmediatamen­
te al pensar abstracto, que desemboca siempre después en el
curso cotidiano de sus pensamientos profesionales.
Los hombres cultos se ejercitan ahora en toda suerte de
deportes para volver a alcanzar el equilibrio. Pero muchos
de estos deportes sirven puramente para proteger a los
v músculos de la degeneración de la vida sedentaria. Junto
con eso, arrancan también al pensamiento de la insoportable
140 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

uniformidad de la vida cotidiana. Pero estas empresas de­


portivas sólo llenan su misión cuando vuelven a poner al
hombre en íntimo contacto con la Naturaleza y de este
modo fecundan su vida diaria. El regulado acaecer de
lo maravilloso en la Naturaleza es una fuente jamás en­
turbiada de nuestra vida espiritual. Vuelve a darnos tam­
bién la comprensión de nosotros mismos, de la cual el hom­
bre culto necesita apremiantemente.
Pero no he tomado la pluma para desarrollar estas sen­
cillas verdades. Además, puedo contemplar tranquilamente
la disolvente influencia del materialismo, pues observar
es la misión del naturalista. Pero juzgo, en cambio, que
es deber mío protestar, com o profesional, de que Haeckel
y sus apóstoles invoquen las investigaciones naturales co­
mo autoridad para la proclamación de sus triviales false­
dades, aun después de que las nuevas investigaciones han
demostrado que precisamente lo contrario es lo verdadero.
DE L A N A T U R A L E Z A DE L A V ID A

Si miramos a nuestro alrededor en el mundo de los seres


vivos, descubrimos orden por todos lados. Cada animal,
cada planta, consiste en diversas partes que conciertan de
tal modo que tienen que trabajar en común.
Si queremos ver claramente este trabajo de conjunto de
las partes con el ejemplo de cualquier animal, dibujemos
un croquis del animal que reproduzca la disposición espa­
cial de las partes y nos explique su trabajo de conjunto
como lo hace el croquis de una máquina.
Hasta aquí reinará unanimidad entre todos los investiga­
dores y conocedores de la Naturaleza. Mas ahora designe­
mos el croquis de una máquina, cuando las funciones de las
distintas partes resultan claramente de él, com o plan de
construcción de la máquina. ¿Por qué encontramos la
primera contradicción al hablar del plan de construcción
del animal?
La razón es la siguiente: nosostros mismos podemos cons­
truir una máquina, si poseemos el material necesario, según
el croquis que tenemos a la vista. Pero no un animal. Por
lo tanto, la palabra plan de construcción significa en la má­
quina aun algo especial. N o sólo nos da un resumen de
las funciones de las partes en total, sino que también nos
da una representación del origen del todo. Las máquinas
se originan precisamente por montaje de partes ya hechas
hasta constituir un todo. Pero ningún animal es formado
por montaje de partes ya hechas. De nada sirve el que
queramos substituir la palabra plan de construcción por
orden de construcción o algo análogo. La mala inteligen­
cia no está en la palabra, sino en la cosa misma. Tan
[ 141]
142 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

pronto com o comparamos un animal con una máquina nos


viene a la memoria la manera de originarse de la máquina,
que tiene por base la representación de un montaje de di­
versas partes para constituir un todo.
Verdad que tienen razón aquellos que no quieren em­
plear esta representación al considerar ios animales, pues es
bien cierto que no hay ser vivo que se origine de esta ma­
nera. De nada sirve tampoco el que queramos atribuir es­
ta falsa representación a un ser divin o. Cambiamos la pa­
labra, pero no el sentido. N o resta, por lo tanto, otra
cosa sino que al utilizar las palabras "plan de construcción”
suprimamos conscientemente la cuestión del origen del
animal.
Sólo ahora podemos acercarnos al gran problema que di­
vide nuevamente en dos grupos a Jos investigadores que se
ocupan del origen del ser vivo. Dicen los unos: en el ori­
gen de las máquinas sólo conocemos dos agentes: la repre­
sentación humana y las fuerzas mecánicas. Han dejado a
un lado la representación humana al tratarse de Jos seres
vivos, y, por Jo tanto, sólo resta para su origen las fuerzas |
mecánicas. Según esto, el tema de las ciencias naturales es
demostrar cóm o las sencillas fuerzas fisicoquímicas dan orí- j
gen a animales que poseen un plan de construcción tan
exceJente.
Los naturalistas del otro campo responden: ese proble­
ma es insoluble; de las fuerzas fisicoquímicas solas no se
puede originar ningún plan de construcción. Prescindís
de un factor esencial que tiene que existir, además, y que
está por encima de las fuerzas mecánicas, a las que dirige
de tal modo que de Jas diversas partes se origina un todo ;
que trabaja conforme a plan. A este factor supermecánico
le llamamos la vida.
Resumiendo: un grupo de naturalistas afirma que la vida
es un caso especial de la mecánica; pero otro sostiene que
la vida es un factor natural independiente, que posee su
propia ley, que es precisamente la conformidad a plan. V
Que la vida representa un poder especial de la Naturale*
za, que se exterioriza en forma de conformidad a plan, ful
DE LA NATURALEZA DE LA VIDA H3

la opinión en general sustentada por los grandes natura­


listas de la primera mitad del siglo pasado. Karl Ernst von
Baer, el padre de la doctrina evolucionista, vio en el plan
de construcción del animal adulto la meta a la que pro­
pendía la evolución desde el germen, y habló de la aspira­
ción a un fin como de una fuerza que reside en el interior
de cada ser vivo. En términos generales, la doctrina que
trataba de una especial fuerza vital fué designada con el
nombre de vitalismo.
El vitalismo fué vencido por el darwinismo, com o es bien
sabido, teoría que ha dominado la zoología desde hace más
de medio siglo y que fué desarrollándose paulatinamente
hasta constituir Ja amplísima concepción del mundo que
hoy en día, bajo el nombre de monismo, se extiende entre
el pueblo hasta en forma de sermones dominicales.
El darwinismo había acometido, en efecto, la tarea de
reducir la conformidad a plan de las manifestaciones de la
vida a fenómenos puramente mecánicos, y su demostración
era tan decisiva que convenció a todo el mundo. Lo que
hacía tan seductora a esta nueva concepción del mundo
eran las perspectivas que abría a la especulación, y éstas
fueron fundamentalmente explotadas. Vióse al hacerlo Jo
insegura que era la fundamentación de todo el edificio, que
carecía por completo de demostración experimental.
Pasó largo tiempo antes de que se fuese al fatigoso tra­
bajo de someter a experimentación las afirmaciones fun­
damentales del darwinismo, y entonces se puso de mani­
fiesto que ni una sola se mantenía en pie ante una exacta
investigación.
La biología actual se ve colocada, por lo tanto, ante la
ingrata tarea de derribar todo el edificio del darwinismo y
erigir en su lugar otro completamente nuevo, muy de otra
manera.
Intentaré exponer brevemente los hechos que han traído
eJ abatimiento del darwinismo y mostrar las líneas funda­
mentales según las cuales debe ser erigido el nuevo edificio.
Pero antes tengo que evocar en la memoria del lector la
doctrina esencial del darwinismo, que debía demostrar la
144 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

derivación de la conformidad a plan de la naturaleza viva


de las leyes mecánicas del mundo inorgánico.
El darwinismo trata de reducir la conformidad a plan de
los seres vivos a la representación de un mundo compuesto
de átomos. Los átomos son las partes más diminutas de
un único e hipotético: elemento primitivo, que, por su
diversa combinación y diversa especie de movimiento, pro­
duce todas las substancias de la Naturaleza. Estas subs­
tancias son más o menos permanentes; en parte se arruinan
fácilmente, y vuelven a rehacerse con la misma rapidez.
La materia fundamental de la cual todos los seres vivos
vuelven siempre a construirse, y que vuelve a reaparecer
siempre, se llama el protoplasma. Del protoplasma, de las
células germinales, proceden, por división, todas las célu­
las de los cuerpos. En las células de los cuerpos, el proco-
plasma forma la estructura específica, que se caracteriza
com o células musculares, nerviosas y óseas, etc., sin desapa­
recer jamás por completo en tanto la célula permanece viva.
El protoplasma, según la doctrina darwinista, es consi­
derado com o una fermentante mezcla de substancias, en la
cual, de un modo permanente, se producen espontáneamen^
te descomposiciones y recomposiciones del material, son
tomadas del contorno substancias nuevas y rechazadas las
viejas.
Esta materia, según afirma la doctrina, existió libre en
otro tiempo sobre la superficie de la tierra o en el agua; se
dividió en partículas, que tomaron figuras diversas (de és­
tas sólo se han observado aquellas formas que podían con­
servarse según los diversos medios circundantes en que
habían caído). Las supervivientes —aquí aparece ya el ter­
mino vida— crecieron de tamaño y se dividieron en partes
semejantes, que continuaron siempre variando, hasta que
fueron obligadas por las circunstancias exteriores a conser­
var formas permanentes, que siguieron transmitiendo en
adelante. Así se originaron las primeras plantas y animales,
las cuales conservaron, sin embargo, su capacidad de varia­
ción y entraron ahora en competencia unas con otras. En
esta competencia triunfan las más adaptadas a la vida y
DE LÁ NATURALEZA DE LA VIDA 115

transmiten a su descendencia sus perfeccionadas formas


y propiedades.
Aun hoy se ve claramente proseguir este proceso en los
animales que ahora viven, pues todos ellos muestran la ca­
pacidad de variación. Los hijos no se parecen nunca del
todo a los padres, y siempre son manifiestamente distintos
entre ellos. De esta diversa descendencia, la lucha por la
vida escoge aun hoy los más adaptados, y de este modo
siempre es posible la formación de especies nuevas, por al­
teración de las circunstancias exteriores. Que esta selec­
ción tiene que darse permanentemente resulta de que los
hijos siempre sobrepujan en número a los padres. Por lo
tanto, si una especie no ha de invadir en poco tiempo
toda la Tierra, tienen siempre que perecer- la mayor parte.
Y, ni que decir tiene, perecen los individuos menos aptos
para la lucha por la vida.
Como prueba de que Jos animales ahora vivos se han
originado en formas más sencilas, se considera el hecho
de que cada individuo, comenzando su evolución personal
de un germen sencillo, recorre diversos grados que deben
corresponder a los diversos grados de la sere de sus ante­
pasados. (Ley fundamental biogenctica de Haeckel.)
Según se ve, toda la teoría se sostiene y cae con el hecho
de Ja variación sin plan. ¿Son realmente sin plan, esto es,
puede o no demostrarse que las variaciones que se presen­
tan en ios seres vivos se dan en todas las posibles direccio­
nes, como las que ocurren en la fermentación de un montón
de materias?
Antes de ir adelante, tengo que presentar al lector el
animal que nos ha dado clara respuesta a esta pregunta. El
paramecio se llama este pequeño infusorio, que tiene apro­
ximadamente un octavo de milímetro de largo. Tiene la
forma de un cigarro; su pie] es recia; el contenido, líquido.
Desde el extremo anterior hasta bastante hacia atrás se
extiende una profunda hendedura, que comunica con el in­
terior acuoso. En este canal están las grandes pestañas
bucales. Toda la superficie del cuerpo está cubierta de pes­
tañas, que palpitan hacia uno u otro lado, e impulsan ha-
146 IDEASPARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

cia adelante, en espiral, al cuerpo, que gira permanente­
mente alrededor de su eje. Esto es cuanto por el momento
necesitamos saber de este animal.
Si se observa un número de paramecios recientemente
aprisionados en un aguazal, se ve que los diversos individuos
no se asemejan entre sí, en modo alguno. Hay animales
cortos y gordos y largos y esbeltos. El sistema piloso
muestra también claras diferencias: tan pronto llevan un
mechón en la parte posterior com o no lo llevan. Algunos
son más rápidos y otros más lentos en sus movimientos. En
una palabra: muestran por completo la imagen de una bri­
llante variabilidad en todas direcciones, com o la doctrina
darwinista no podría soñarla más hermosa.
El investigador norteamericano Jennings ha tomado a
su cargo el tema de descubrir las causas de esta variabili­
dad. Encontró primeramente que la edad opera importantes
diferencias: los animales jóvenes eran más pequeños que
los viejos. Encontró después que la masa de alimentos
ejercía una significativa influencia en el tamaño y forma,
lo mismo que el influjo del frío y el calor. Pero si se
excluyen todos estos factores y sólo se crían animales de
la misma edad bajo las mismas condiciones exteriores, sub­
sisten, sin embargo, grandes diferencias entre ellos. Dedi­
cóse entonces especialmente Jennings a la cría de la descen­
dencia de cada animal.
Los infusorios muestran la muy importante propiedad de
poder reproducirse sin anterior unión sexual, por simple
división. Cada paramecio, en el curso de venticuatro horas,
se divide una o varias veces por el medio. Después, cada
mitad de cuerpo regenera la parte que le falta; de modo
que de uno se han producido dos animales completos.
Cada mitad de cuerpo alberga, com o se muestra práctica­
mente, la predisposición tota.1 para todas las propiedades
de la otra mitad del cuerpo. Cada predisposición para una
propiedad del animal completo es llamada una gena, y el
contenido total de predisposiciones de un germen se designa
como genotipo. Porque el número y especie de predisposi­
ciones es típico para cada animal.
DE LA NATURALEZA DE LA VIDA 147

Por lo tanto, cada paramecio, antes de su división, al­


berga el genotipo de sus propiedades totales.
El genotipo, si se le cultiva en una línea pura, esto es,
sin mezcla con otros genotipos, ¿es variable o invariable?
Esta es la gran cuestión que puede ser resuelta ahora.
Jennings, que creía en la variabilidad y trataba de demos­
trarla en el curso de las generaciones, ha cultivado en cua­
tro años dos mil generaciones y el genotipo no ha variado.
El tataratatara . . . (hasta dos mil veces) nieto se asemeja
en cada detalle a su antepasado. Hasta aquellas propiedades
que sólo se revelan en desacostumbradas circunstancias ex­
teriores podían permanecer latentes durante centenares de
generaciones, para volver a presentarse en los nietos con las
mismas circunstancias.
Con esto fueron confirmadas en toda su extensión las
experiencias del botánico danés Johannsen. Según las pa­
labras de Johannsen, los genotipos fijos son los que se do­
cumentan com o fundamentos de las manifestaciones de
herencia. También los ensayos de Ehrlich sobre la transmi­
sión de propiedades adquiridas en las bacterias, en las que
a causa de su rápida divisibilidad es permitido abarcar nu­
merosas generaciones, dieron el mismo resultado. Muy
bien pueden cambiarse las bacterias por intervención quími­
ca, y este cambio se muestra en todos los descendientes de
la misma manera. Pero tan pronto como las bacterias se
conjugan, piérdese esa propiedad adquirida y se presenta
otra vez el puro genotipo originario.
El indubitable resultado de los novísimos trabajos, muy
extensos, acerca de la herencia se enuncia de este modo:
Cultivo de líneas puras, que en caso de división asexual pro­
ceden de un antepasado único y en caso de generación se­
xual tienen que comenzar con la descendencia de padres
del mismo genotipo, demuestra en todos los casos la no
existencia de variaciones sin plan.
Cierto que se presentan aquí y allá cambios aislados, a
manera de salto, en algunos descendientes, que son desig­
nados com o vmtación, pero siempre dan un resultado con­
forme a plan.
148 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLOGICA DEL MUNDO

La gran variabilidad que hasta ahora se había observado


en todos los animales y plantas Sólo procede del cruza­
miento de diversos genotipos. Una variación en el sentido
darwiniano no se da.
Este conocimiento es de trascendental significación para
nuestra idea de la especie en el reino animal y en el vege­
tal. Si volvemos a dirigirnos al paramecio para poiner
esto en claro, vemos que la especie paramecio abarca a to­
dos los individuos con sus diversas propiedades. Si quiere
establecerse el genotipo de Ja especie, se encontrará un nú­
mero predominante de genas análogas para el fondo funda­
mental de propiedades, a las cuales, sin embargo, se une gran
número de genas de propiedades totalmente distintas y hasta
contradictorias. Según eso, lo que es imposible para el in­
dividuo, ser al mismo tiempo grande y pequeño, rápido y
lento, glotón y moderado, es posible para la especie y de
la mayor importancia para su prosperidad.
Para aprovechar el contenido de alimentación de todo un
aguazal, la especie paramecio necesita individuos grandes
y pequeños; unos que prosperan con el calor y otros con
el frío; unos que se dividan rápidamente y otros que lo ha­
gan lentamente; en una palabra, individuos de ser y figura
tan diferentes com o lo requieran las plurales condiciones
del contorno. El cambio de las condiciones exteriores exi­
ge después que la especie pueda seguir esos cambios me­
diante producción de nuevas combinaciones de genotipos.
Por eso apenas se presentan en la Naturaleza líneas total­
mente puras; por el contrario las líneas impuras ofrecen la
posibilidad de procrear siempre nuevos animales.
A los darwinistas les gusta demostrar ad oculos su teoría
por los dedos de la mano humana. Los dedos son como los
hijos de una pareja de padres iguales en principio, y po­
seen, sin embargo, distintas propiedades. Según eso, una
pane de ellos perecerá en la lucha por la existencia, como
menos aptos. Sólo ahora se hace verdaderamente oportuno
este ejemplo, pues muestra cóm o se dan allí distintos indi­
viduos para agarrar en común.
La especie no sólo es una suma de tantos y tantos seres
DE LA NATURALEZA DE LA VIDA 149

aislados, sino que forma un organismo extremadamente con­


forme a plan cuyos órganos son los individuos. Tales or­
ganismos sobreindividuales no nos son desconocidos: sólo
necesitamos pensar en la ciudad de las hormigas o de las
abejas. Pero que también la especie sea un organismo so­
breindividual estaba hasta ahora cerrado a nuestros ojos.
Ver los seres uno a uno es fácil, columbrar la unidad es
difícil.
Del modo como el individuo realiza la lucha por la exis­
tencia con sus órganos, así también la realiza la especie
con sus individuos. Hay muchos ejemplos de que determi­
nados órganos tienen la misión de ser sacrificados en la
lucha, para bien del todo. Así, sacrifica siempre la especie
numerosos individuos en la lucha por su existencia.
Sólo que no debe creerse que por la pérdida de un núme­
ro de individuos iguales se mejore la especie. Si los para­
memos, por extremas influencias exteriores, pierden todos
los individuos que poseen una determinada gcna, con ello
no se perfecciona todo el pueblo, sino que que se empo­
brece. La famosa selección por medio de la lucha por la
existencia sólo actúa favorablemente en cuanto suprime a
los animales enfermos; pero tan pronto com o comienza
a desembarazarse de los sanos, por ejemplo, extirpando a
todos los individuos grandes, el pueblo de que se trata no
queda con ello mejor proveído para la lucha por la exis­
tencia, sino peor, pues todas las capacidades sólo poseídas
por los individuos grandes se pierden también de este modo
para el pueblo. Mientras existan otros pueblos de la mis­
ma especie que posean individuos grandes aun puede verse
compensada la pérdida. Pero si todos los pueblos han su­
frido la misma pérdida, la especie se ha hecho de menor
valor.
La teoría del perfeccionamiento de las especies mediante
la lucha por la vida, el hijo favorito del darwinismo, es
simplemente falsa. En lugar de ella hemos alcanzado una
visión más profunda del ser de la especie. Esta no es ya un
esquema muerto; ella misma es un ser vivo que extiende
por todas partes sus órganos individualizados y puede apro­
150 IDEAS PARA VISA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

vechar las más diferentes condiciones porque en todas par­


tes están a su disposición .los más diferentes individuos.
Igualmente, por todas partes existen fronteras puestas a su
existencia; pero las fronteras de la especie son mucho más
amplias que Jas del individuo.
Después de esto se asombra uno de ver cóm o ha podido
creerse en general en el perfeccionamiento mediante la
selección. Si alguien entra en un gran almacén de muebles
y rompe todos los sillones, el mobiliario no obtiene ningu­
na ventaja, sino sólo perjuicio.
Mediante la idea nuevamente adquirida acerca del ser
de la especie, parece indudable que el que exista un gran
número de diversos descendientes de la especie es cosa
provechosa, y por lo tanto esta disposición no prueba ab­
solutamente nada en favor de la variación sin plan. En la
mayor parte de los casos no puede tratarse tampoco de
una selección de los más adaptados, porque la prole aun
no desarrollada, que es la que sufre las mayores pérdidas,
no ha tenido aún, en modo alguno, posibilidad de probar
sus capacidades en la lucha por la vida. También se ha
prescindido de los casos en que la prole sirve com o medio
de atracción para aquellos animales que caen como presa
de los padres o les son útiles de cualquier otra manera. Los
innumerables frutos que nuestros árboles de hojas caducas
esparcen para alimento de los pajarillos cantores son un me­
dio para atraer allí al aniquilador de las orugas perjudicia­
les para los árboles, y no tiene nada que ver con la selección
de los más adaptados.
Según vemos, los puntos de vista nacidos de las nuevas
experiencias se oponen completamente al darwinismo. Pero
será necesario tomar posiciones ante las variaciones de las
especies, demostradas por la paleontología. Ciertamente que
en el curso de la historia de nuestra Tierra ha tenido lugar
un gran cambio de especies: viejas especies han perecido,
especies nuevas han brotado. Que las especies pueden
perecer, no presenta ningunas dificultades a nuestra ra­
zón; pero ¿cómo nacen las especies nuevas? La apari­
ción por salto de nuevos genotipos en la mutación parece
DE LA NATURALEZA DE LA VIDA 151

dar una indicación; pero si es o no exacta, ¿quién lo sabe?


Es totalmente imposible, en el estado actual de nuestro
saber, tener una opinión medianamente fundada sobre el
origen de las especies nuevas. Hasta hemos visto hace po­
co que la especie es muy otra cosa de aquello por que la
habíamos tenido hasta ahora.
La enigmática anatomía de la especie, com o un organis­
mo que se compone de diferentes individuos, nos es des­
conocida aún en absoluto. Sobre la duración normal de
su vida, independientemente de catástrofes exteriores, no
sabemos absolutamente nada; ¿cómo podemos entonces de­
cir alguna cosa acerca de su transformación?
Mientras se tuvo a la especie por una simple suma de
seres aislados, su origen parecía el problema más sencillo:
ahora es de otro modo: la especie es más difícil de
comprender que el ser aislado. Por eso tiene también
que comenzarse primeramente el estudio por el origen
del ser aislado antes de osar aproximarse al origen de la
especie.
Antes de que nos dirijamos al gran problema del origen
del individuo, aun quiero apartar un obstáculo que acaso
se alce en el camino de la comprensión: éste es la doctrina
darwinista de los órganos rudimentarios.
La idea de un órgano rudimentario es anatómica y en
modo alguno biológica. Supuesto que haya órganos que
no posean ninguna otra significación que recordar a un
antepasado largo tiempo ha extinguido, esos órganos sólo
podrán representar en el organismo vivo el papel de un
tumor de buena índole. Hasta ahora todos estos tumores
de buena índole siempre se han metamorfoseado, al llegar
el caso de un conocimiento más inmediato, en importantes
órganos vitales, y es en la cuenta del tiempo donde hay
que apuntar lo que aun queda de nuestro desconocimiento
de su función y no sostenerlos por amor a una teoría
errónea.
La teoría errónea a que deben su existencia los órganos
rudimentarios es la ya mencionada ley fundamental bioge-
nética de Haeckel. Y con ello penetramos en el nuevamen­
152 ¡DEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

te abierto campo de las investigaciones sobre la evolución,


que nos ha traído conclusiones del todo inesperadas.
Pero sería ingratitud no recordar con algunas palabras al
fundador de la doctrina de la evolución, Karl Ernst von
Baer, y exponer la oposición que existe entre él y Haeckel
Si hoy en día un ingeniero recibe el encargo de construir
un moderno transatlántico, no comenzará por bosquejar
primero una canoa, después un bote de remos, y, uno tras
otro, hacer de ellos una galera, un barco de vela y un va­
por de ruedas, para alzar acabado, por último, un navio :
de cuatro hélices. En lo cual, de cada etapa recorrida que­
daría una parte inútil, para recordar, como órgano rudi-1
mentario, la serie de los antepasados. Este sería el método
haeckeliano.
Aducho mejor procederá el ingeniero de conformidad con
Ja concepción de Karl Ernst von Baer, según la cual desde
el principio hay que bosquejar el tipo del transatlántico,
aunque sólo en sus rasgos generales. Este tipo general
encarna la función general común a todos los barcos, es
decir, el flotar. Esta función es poseída por eJ tronco ex­
cavado que sirve de canoa. Como la canoa no posee nin­
guna otra función, muestra el tipo fundamental del navio
en su forma más pura. Después se añade la función del
movimiento de avance, que se ha encarnado en distintas
maneras: mediante remos, velas, ruedas o hélices, según ia
fuerza que sirve para el movimiento de avance. Después
vienen Jas funciones del transporte de las mercancías u
pasajeros, las cuales siempre imponen un tipo nuevo, y de­
terminan así las particularidades de la construcción del bar­
co, hasta que después la función especial del navio encargado
es establecida por la bandera y el rótulo.
De manera análoga se verifica, según Karl Ernst von Baer,
la evolución de cada animal, que primeramente muestra el
tipo fundamental de todos los animales pluricelulares, al
cual sigue después el tipo de la familia, género y especie.
Estamos aún harto escaramente enterados de las relaciones
del tipo corporal con la función en los animales, para com­
prender todas sus dependencias. Sólo sabemos una cosa:
DELA NATURALEZA DELA VIDA 153

que lo que en los animales inferiores es aún función se ha


hecho estructura en los animales superiores.
Si consideramos una amiba, que es una sencilla masita de
protoplasma, vemos que sólo en el caso de usarlos forma
los miembros con los cuales se arrastra hacia delante. Ex­
tiende los llamados seudópodos, falsos pies, que a veces
tienen una construcción muy complicada, y los vuelve a
disolver después de su utilización.
Un ejemplo muy notable de esta especie nos lo suminis­
tra el paramecio. El paramecio posee, com o todos los in­
fusorios, en oposición a las amibas, una forma firme y
miembros permanentes en la superficie del cuerpo. Pero
el interior del animal aun es completamente fluido y no
posee ningún órgano permanente. En la abertura bucal, en
lugar de éstos se forman pequeñas ampollitas que se llenan
de agua, que contiene el alimento girando en ella. Entonces
las ampollas se desprenden de la abertura bucal y comienzan
a dar vueltas en el interior del animal, y al hacerlo se ma­
nifiesta el siguiente notable hecho: primeramente se en­
cuentra en la ampolla un ácido libre que amortigua las
injeridas bacterias; después el contenido de Ja ampolla se
hace neutro y recibe un jugo digestivo. Por lo tanto, el
alimento del paramecio es tratado exactamente com o si pa­
sara primero por un estómago y después por un intestino,
pues la ampolla que rodea al alimento se convierte suce­
sivamente, primero, en estómago; después, en intestino an­
terior, medio y posterior, para desaparecer, por último,
cuando es expulsado Jo no digerido.
N o existen, por lo tanto, en el interior del paramecio
órganos permanentes, sino que la formación de estos órga­
nos sólo existe com o capacidad en el protoplasma flúido,
y la sucesión de las diferentes formaciones está de alguna
manera establecida. Así, en el paramecio la función suple
a Ja estructura.
Se ha expresado frecuentemente el pensamiento de que la
propia función de un órgano es la causa de su formación.
Pero esto sólo es una conclusión analógica, derivada de la
manera de proceder humana. Muy bien puede decirse que
154 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

la necesidad de sentarse ha causado la producción de sillas,


porque sin enunciarlo se piensa al mismo tiempo* en la
representación del acto de sentarse com o fin de la produc­
ción de las sillas. Pero si ambas funciones se ligan directa­
mente una con otra no habrá hombre que pretenda afir­
mar que el sentarse pueda producir una silla. Si censura­
mos la introducción de la representación humana al con­
siderar los hechos de la Naturaleza, tenemos que decir
que la función de un órgano jamás puede ser causa de su
origen.
La función de la formación de,estructura, que en estos
animales dura toda la vida, en los animales superiores está
limitada a la primera sección de ella. Al principio de la vida
son formados órganos; en el resto de ella los órganos for­
mados ejecutan su trabajo. Así, la función de la formación
de órganos es algo fundamentalmente distinto de las fun­
ciones que ejercitan los órganos ya formados.
La ejecución conforme a plan de las funciones de los ór­
ganos ya hechos está asegurada por su construcción con­
forme a plan; pero la ejecución conforme a plan de la
formación de órganos no está establecida por ninguna es­
tructura. Ante el problema de la morfogénesis estábamos
aún totalmente desconcertados hace poco tiempo.
Lo inconcebible que es el hecho aquí observado resultará
claro para todos si se piensa en el siguiente ejemplo sim­
plificado. Imaginemos que tenemos delante de nosotros
una fuente llena de masa gelatinosa y que vamos viendo,
aquí y allí, cóm o de esa gelatina se origina una rueda, luego
se forma un chassis, un asiento, crece un motor de bencina
y finalmente sale corriendo un pequeño automóvil.
De que este pequeño automóvil no existía ya antes, sólo
que invisible, nos convencemos mediante la experiencia,
pues separando en dos partes la masa por el lugar que que­
ramos se originan dos automóviles de la mitad de tamaño,
pero perfectamente terminados. Revolvamos ahora bien a
fondo con una cuchara la papilla de gelatina y cambiemos
de sitio todas sus partes. A pesar de eso se origina un irre­
prochable automóvil. Por lo tanto, no existía ningún auto­
DELA NATURALEZA DELA VIDA 155

móvil invisible, pues hubiéramos tenido que destruirlo con


nuestra intervención. Driesch ha ejecutado el mismo ex­
perimento con gérmenes animales y demostrado con ello
que en el germen no existe ninguna estructura preformada.
¿Qué factor es el que le da al protoplasma vivo el impul­
so para la formación de órganos diferenciados? H oy se
responde a ello: son las genas. La palabra gena procede
de Johannsen, pero la idea viene de Mendel. Que el mayor
investigador biológico y su descubrimiento, que inauguró
una época nueva, fueran simplemente envueltos en el silen­
cio por el darwinismo, porque no convenía, no es ningún
título de gloria para la ciencia "sin hipótesis” .
V oy a intentar, mediante un ejemplo acaso harto drás­
tico, explicar lo que hemos sabido de las genas mediante
Mendel. Supongamos que nuestras sillas se originaran de
un germen protoplasmático y que fuera posible introducir
cruzamientos entre dos suertes de sillas. Cruzamos, por
ejemplo, un sillón de patas altas con un escabel de patas
cortas, y en la primera generación sólo obtenemos com o
descendientes sillones de patas altas; pero en la segunda
se muestran cuatro formas diferentes: al lado de las dos
formas de Jos abuelos aparecen, además, las dos nuevas
combinaciones de un sillón de patas cortas y un escabel
de patas largas. Por lo tanto, se transmiten com o factores
independientes la cortedad de patas, la largueza de patas,
la posesión de respaldo y la carencia de respaldo, y todos
ellos entran unos con otros en las posibles combinaciones.
Ya que la mezcla de propiedades se realiza en el germen
fecundado, que aun no posee ninguna propiedad, sólo puede
habíame de predisposiciones de propiedades. Estas predis­
posiciones de propiedades son precisamente las genas. Des­
pués cíe una mezcla transitoria en la primera generación,
las predisposiciones aparecen otra vez completamente se­
paradas en la segunda y utilizan todas las posibilidades de
combinación.
N o quiero ocuparme de la aparición numérica de las di­
ferentes combinaciones, que sigue severamente la regla de
v probabilidad, y sólo indicar brevemente que si una mezcla
156 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

contiene dos genas que actúan de modo opuesto no se ori­


gina ninguna deformidad, sino que sólo una de las predis­
posiciones de propiedad llega a ser desplegada, mientras que
la otra sigue viviendo sin debilitarse en el plasma germinal
del animal. De esta manera, en las primeras generaciones
pueden resultar descendientes que sólo se parezcan a uno
de los padres, y a pesar de eso transmiten a su descendencia
la propiedad del otro.
Una propiedad fundamental de estas disposiciones o ge­
nas es su persistencia, com o ya sabemos, pues la misma
mezcla de genas, el genotipo, prosigue transmitiéndose sin
mutación.
La segunda propiedad fundamental es su autonomía, pues
las genas entran con independencia unas de otras en cada
nueva combinación.
Las mismas propiedades poseen en todos los casos las mis­
mas genas. De lo cual puede deducirse que el número total
de genas diferentes que se encuentran en un ser vivo no es
ilimitado. Pero como, por otra parte, la gena de un deter­
minado animal es transmitida a un número ilimitado de des­
cendientes, puede afirmarse que la misma gena puede mul­
tiplicarse ilimitadamente.
Podemos considerar a las genas com o elemento primitivo
sui generis de lo orgánico, que prestan a la fermentante
masa de materia del protoplasma su capacidad de formación.
Cierto que podemos producir muchas substancias en nues­
tras retortas y hasta las mismas estructuras que hacen las
genas, pero aun no se ha logrado producir una gena. Las
substancias que nosotros presentamos no muestran nunca
la posibilidad de multiplicarse ilimitadamente, sino que sólo
se conducen siempre com o toda materia muerta. Podemos
presentar el producto, jamás lo productor.
Por otra parte, no se ha logrado aislar a una gena del
protoplasma y observar su efecto sobre otras materias. Los
más delicados aislamientos que se han conseguido hasta
ahora se refieren al diminuto territorio germinal del germen
vivo que hace nacer un nervio. El americano Harrisoñ ha
logrado observar al microscopio, bajo el cubreobjetos, el
DE LA NATURALEZA DE LA VIDA 157

desarrollo de un nervio en un aislado territorio germinal;


entonces se manifestó que ese desarrollo se verifica exacta­
mente de la misma manera com o tienden sus pies las ami­
bas. Harrison ha demostrado además que si se aleja todo
el territorio germinal nervioso de un miembro, por ejemplo,
de una pata de atrás de la rana, este miembro se desarrolla
normalmente aunque no contiene ni vestigio de nervios.
Braus, en Heidelberg, ha logrado ejecutar la prueba de que
si en un territorio germinal se inserta un nervio extraño
en Jugar del suprimido, el extraño territorio germinal que,
por ejemplo, contiene un nervio de cabeza envía al nervio
desarrollado exactamente por el mismo camino de los ner­
vios que faltan. De esta manera puede hacerse un nervio
de pierna de un nervio de cabeza, y al contrario.
Este ensayo muestra que las genas son iguales para todos
los nervios motores; pero el camino que llevan los nervios
hasta el lugar debido les es ordenado desde fuera. Este
camino ha sido construido al mismo tiempo por otra gena.
Eso prueba que en la verdadera formación del animal con­
curre todavía un segundo factor además de las genas: pre­
cisamente el plan.
Así, se vuelve ahora a la misma idea de plan en el origen
del animal, del que tuvimos que prescindir al principio,
mientras sólo significaba una pura analogía con el origen de
las máquinas. Alas ahora significa para nosotros algo muy
distinto de la manera de combinarse partes ya hechas en un
todo: ahora significa la dependencia de Jas genas en el
tiempo.

II

Los resultados nuevamente adquiridos de las investiga­


ciones de la evolución nos permiten trazar con seguridad
las líneas divisorias entre máquina y ser vivo y rechazar de
una vez para siempre las tentativas, establecedoras de con­
fusión, de derivar el uno de la otra.
Las máquinas y Jos seres vivos ya adultos se asemejan en
que ambos poseen un plan de construcción que regula la
158 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

dependencia de las partes en el espacio. Pero en esto ter­


mina la comparatividad; tan pronto com o pensamos en el
plan de origen se manifiestan com o fundamentalmente dis­
tintas. Las máquinas son combinadas montando partes ya
hechas, compuestas de materia muerta; los seres vivos se
originan de la materia viva del germen, del cual las genas
forman el organismo según un plan de tiempo. Este plan
de tiempo puede, del mejor modo, ser comparado con una
melodía, que abarca un determinado número de notas y las
enlaza unas con otras en el tiempo. En un determinado
germen existe un determinado número de genas, que al
principio son totalmente independientes. Sólo cuando co­
mienza el funcionamiento, una nota hace sonar el tono
correspondiente a ella. Así, la primera gena provoca las
primeras modificaciones estructurales. A la primera gena
está encadenada la segunda con la fuerza de la melodía, y
la tercera a la segunda, y así en adelante hasta el final.
En nuestros experimentos podemos ejecutar hasta ahora
lo siguiente: por amputación podemos hacer que comience
otra vez el funcionamiento en un determinado punto: esto
se llama regeneración. Por división del germen podemos
hacer que ejecuten la misma función ambas mitades sepa­
radas. Podemos hacer que la división sea parcial de modo
que sólo una parte del germen se duplique, y de esto se
origina un monstruo. Podemos, a voluntad, obtener ani­
males mutilados, pero no podemos alterar dos cosas; no
podemos substituir ninguna gena por otra no existente y
no podemos substituir por otra la melodía. Ni podemos
dar a un animal nuevas propiedades, ni podemos transfor­
marlo de modo que muestre las mismas propiedades enla­
zadas según otro plan.
¿Cómo nos es dado comprender hoy las genas después
de todas estas experiencias? Antes se buscaban en el germen
imágenes materiales más sencillas y disminuidas de los ór­
ganos ya hechos o parte de órganos: esto se ha mostrado S
como erróneo. Las genas no se apartan puramente unas de
otras según las partes de estructura del animal ya hecho, sino
también según las propiedades del animal: magnitud, forma,
D E L A N A T V R A L E Z A D E L A VID A 15 9

color, propiedades químicas y físicas que se encuentran


aisladas o se extienden a todo el animal son dominadas por
cada una de las genas. De este modo se facilita que cada
gena excite en el protoplasma un determinado proceso quí-
mico o mecánico. Los productos finales de estos procesos
llegan a ser en parte las estructuras. Que éstas concuerden
unas con otras se logra por el plan o la melodía que liga
a las genas entre sí. Tanto las genas com o el plan son, como
queda dicho, puros factores vitales, y no materiales, si se
toma a la materia en un sentido estrechamente físico. Pero
son partes de la materia viva a las que hay que reconocer
como algo esencial.
La manera com o el plan y las genas actúan sobre la ma­
teria muerta seguirá siendo, según parece, tan enigmático
como la actuación de nuestra voluntad sobre nuestros
músculos. Del modo com o nuestra voluntad y nuestra con­
ciencia quedan bajo ciertas especiales leyes extramateriales,
así son dominados plan y genas por sus especiales leyes
extramateriales.
Fué ciertamente un juicio falso y precipitado el pretender
L someter la conciencia a leves materiales. Pero sería ieunl-
mente falso y precipitado identificar el plan y genas con la
conciencia. N o se crea un orden echando todo lo que se
encuentra a mano, sin ser examinado, en el gran caldero
y monista, sino separando cada factor de los otros, fina y pul-
■cramente, y examinándolo y probándolo por todos lados.
Así, los factores orgánicos que hasta ahora hemos cono­
cido en la evolución son genas, plan y protoplasma: notas,
melodía y piano. Genas y plan parecen ser siempre irre­
prensibles; sólo en su actuación sobre el protoplasma pue­
den presentarse perturbaciones, que aprovechamos expe­
rimentalmente, com o una sonata de Beethoven, que es
irreprensible en el papel, deja a menudo mucho que desear
en su ejecución en el piano.
Naturalmente, es del mayor interés saber algo más acer-
\’ ca del plan. Como queda dicho, fué Karl Ernst von Baer
quien trazó las líneas fundamentales de este plan. Prime­
ramente se desarrolla el tipo. El tipo, para cada animal
160 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

pluricelular, divide al animal en una mitad externa y una


interna. Así, después que se ha formado un cierto número
de esferillas de células, se separan una de otra Ja lámina
germinal interna y la externa. Corresponden a la división
de funciones animales y vegetativas. Entonces se origina la
lámina del medio, que sirve de andamio y corporaliza el so­
portar todo lo demás. Sólo cuando en un animal, por
ejemplo, en un perro, en lugar de atenernos a la división
anatómica en cabeza, cuerpo, masas de miembros, etc., tra­
tamos de efectuar la división en funciones, al descomponer
el ser perro (análogamente al ser barco, que consiste en el
flotar, avanzar, transportar, etc.), en correr, morder, di­
gerir, ver, oír, ladrar, etc., obtenemos la representación de
que también estas funciones obedecen a un determinado
orden superior e inferior. Este orden de funciones retor­
na, según parece, al mismo plan que ordenó las genas. Aquí
tenía que presentarse de modo tanto más puro, porque lo
corporal aun no representa papel alguno. Sólo que todas
esas relaciones están tan íntimamente entrecruzadas unas
con otras que al principio no es posible desenmarañarlas.
Con esto hemos llegado a las fronteras que le opone a
nuestra razón nuestro desconocimiento. Pero una cosa ha
llegado ya a ser muy clara, y es que lo orgánico está regido
por leyes de Jas que ni sospecha tiene lo inorgánico. Tam­
bién su peculiaridad específica aparece clara hov en día;
la conformidad a ley es lo que caracteriza al sujeto, si por
suíeto queremos comprender un ser que convierte todos los
valores ajenos en valores propios y crea entre esos valores
propios relaciones que no poseen los valores exteriores.
Las genas pueden s°r tomadas com o signos de cada una
de las futuras propiedades, y el enlace de estos signos, "el
lenguaje de los signos” , determina la organización de las
propiedades en el animal adulto. Este lenguaje de signos
sólo tiene validez subjetiva y no está en ninguna relación
directa con los efectos físicoquímicos, que son ejecutados
por las propiedades de las materiales partes del cuerpo unas
sobre otras.
Podemos precisar, según eso, la doctrina nuevamente re­
DE LA NATURALEZA DE LA VIDA 161

sucitada de las leyes especiales de todo lo orgánico, la lla­


mada autonomía de los fenómenos vitales, diciendo que
estas leyes son leyes propias de cada ser, y a cada ser
que tiene sus propias leyes le llamamos sujeto. Estas leyes
subjetivas podremos ahora fundamentarlas de un modo
aun más penetrante y profundo considerando los animales
adultos.
Si echamos una mirada a la vida vegetativa de los ani­
males, las nuevas experiencias de la fisiología digestiva de
los mamíferos nos enseñan que el alimento, que es desme­
nuzado por estos animales con auxilio de los dientes, se
hace fluido en el estómago y es totalmente descompuesto
en el intestino mediante los jugos digestivos, de modo que
de las substancias altamente complicadas sólo sencillos ma­
teriales llegan a ser recibidos por la pared del intestino,
mientras lo indigerible es eliminado. Sangre v linfa con­
tienen después los medios alimenticios en una forma total­
mente mudable y especializada, que cambia de especie en
especie y acaso de individuo en individuo.
De este torrente nutritivo toman las células del cuerpo,
cada una según su especie, los medios nutritivos que le
convienen. Y cada célula los elabora en su interior a su
manera. Así, nuestro cuerpo es un sujeto que se compone
de sujetos.
Del modo más sorprendente se presentan las leyes sub­
jetivas si consideramos las funciones animales de los anima­
les. Cada animal, si lo consideramos superficialmente, está
rodeado de una serie de objetos con los cuales se encuentra
en mutuas relaciones. Los objetos actúan sobre el animal,
y el animal, por su parte, actúa sobre los objetos. Ambas
partes representan alternativamente el papel activo y el
pasivo. La analogía de nuestras relaciones humanas con los
objetos es tan sorprendente que admitirnos, sin más, que
los objetos que representan el papel activo sean al hacerlo
iguales a los pasivos que conocemos por nosotros mismos.
Mas el admitir esto es un error preñado de consecuencias,
que durante lanro tiempo nos ha impedido examinar la ver­
dadera situación.
162 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Para penetrar este error tenemos que considerar separa­


damente las dos especies de relaciones de los animales con
los objetos.
Todos los objetos, mientras desempeñan el papel pasivo,
están en una triple relación con los animales: 1°, como
medio; 2^, com o presa; 3y, com o enemigo. En los animales
superiores se añade aún, en cuarto lugar, la relación sexual.
Según el medio, se dividen los animales en acuáticos, te­
rrestres y aéreos. En relación al medio están especialmente
formados los órganos de movimiento del animal. Según
su presa y sus enemigos, posee el animal especiales órganos
de combate y manducatorios.
Todos estos órganos, con los cuales los animales ejecutan
un efecto sobre los objetos, son llamados órganos efecto-
ricos, y aquellos objetos que en la vida del animal repre­
sentan un papel com o medio, presa o enemigo se conciben
com o el mundo de efectos del animal.
La construcción de los órganos efectóricos requiere siem­
pre una determinada selección, estrecha o amplia, de los
objetos del mundo exterior, de modo que cada animal vive
en un mundo de efectos cerrado por sí mismo. Cuanto
más estrecho es este mundo, tanto más especializados pue­
den estar los órganos efectóricos, y todos los mundos muy
estrechos dan ejemplos altamente -asombrosos de la llamada
adaptación. Sólo necesito recordar aquí los numerosos
ejemplos de la vida de los insectos que se adaptan tan in­
mediatamente a las floraciones.
Pero también las relaciones con los objetos inorgánicos
pueden ser estrechas y amplias. Un animal que sólo vive
en la arena puede poseer órganos de movimiento que con­
vienen más exclusivamente para este medio que los que
posee un animal que vive alternativamente en la arena y en
el agua. Un animal que sólo vive un corto tiempo del año
puede estar construido mucho más especializadamente para
aquella estación que un animal que tiene que vivir en su
edad adulta durante todos los cambios de estaciones. Así,
las desventajas del estrecho mundo de efectos vienen a estar
compensadas por las ventajas de la más íntima dependencia.
fill DE LA NATURALEZA DE LA VIDA 163'

Si consideramos estas dependencias, vuelve a imponerse


siempre el pensamiento de lo preciso que tiene que ser el
conocimiento que posee el animal de los objetos de su mun­
do de efectos. Y si se trata de las relaciones de dos ani­
males entre sí, lo preciso que tiene que ser el mutuo cono­
cimiento hasta de las más íntimas propiedades.
Pero pronto se presentarán dudas acerca de si existe tal
conocimiento, a lo menos en el sentido humano. Si vemos,
por ejemplo, que la composición del veneno de un animal
se rige por las especiales propiedades químicas del sistema
•nervioso central del animal perseguido por él, no sabemos
cómo pudo adquirir este conocimiento. Hasta, por las nue­
vas investigaciones de Fabre, hemos llegado a adquirir idea
del hecho de que el conocimiento de las propiedades de los
objetos del mundo de efectos que revelan por todas partes
los órganos efectóricos de los animales excede a nuestro*
conocimiento de estos objetos. Sólo con ayuda de compli­
cados métodos ópticos y químicos podemos apropiarnos los
conocimientos que un sencillo gusano posee desde su naci­
miento. El que la larva de la cigarra que produce la saliva
de cuco sepa extraer de las plantas más venenosas un zumo
nutritivo totalmente inofensivo va más allá de lo que po­
demos imitar con nuestros conocimientos químicos.
A pesar de eso, ni por un momento dudamos de que los
; objetos que componen el mundo de efectos de un animal
también nos revelarían a nosotros las mismas propiedades si
nos colocáramos debidamente para ello. De donde se deduce
la identidad general de todos los objetos de los mundos
de efectos, desde el animal más ínfimo hasta el hombre,
v ¿Es posible realmente que la íntima acomodación de los
animales a los objetos de sus mundos de efectos se apoye
en un conocimiento que posea el animal de estos objetos?
Entonces las capacidades espirituales de los animales ten­
drían que exceder en mucho a las nuestras.
Pero no necesitamos perdernos en puras suposiciones so­
bre la cuestión de qué conocimientos tienen los animales
délos objetos. Hasta poseemos la posibilidad de responder
a ella experimentalmente. Cierto que los fenómenos do
164 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

conciencia que se dan en los animales son totalmente im­


penetrables para nosotros. Pero podemos comprobar qué
efectos, de los emanados de los objetos, son percibidos por
sus órganos de los sentidos, pues sólo esos llegan a conoci­
miento del animal.
Para ello nos planteamos la cuestión de cuál es el papel
pasivo que desempeñan los animales ante los objetos. Aban­
donarnos para ello el mundo de los efectores, el mundo de
efectos, y nos dirigimos ahora al mundo que se compone
de las percepciones de los objetos recibidas por los órga­
nos de los sentidos o receptores: el mundo perceptible.
De nuevo debe ser el paramecio el que nos dé las pri­
meras explicaciones. Según ha establecido Jennings, al pa­
ramecio le basta en lo esencial con una sola reacción. Si
cualquier estímulo alcanza al extremo anterior del parame­
cio, que presenta su principal órgano de los sentidos, mien­
tras el resto del animal es insensible, entonces ejecuta
siempre la misma serie de movimientos: retroceso, vuelta
hacia un lado, avance. De este modo logra el paramecio
librarse de todo lo peligroso y encontrar siempre un nuevo
camino libre.
Pero ¿cómo alcanza su presa? El extremo anterior del
paramecio es muy sensible a todos los estímulos químicos,
propiedad que se embota con rapidez, ciertamente, pero
que se vuelve a rehacer de prisa puesto el animal en las
circunstancias anteriores. Se coloca al paramecio, en un
portaobjetos, en una débil solución salina, junto a la cual,
una tras otra, se echa una gota de agua destilada y una
gota de agua ligeramente acidulada; el paramecio, al dar
vueltas nadando, llegará pronto al agua destilada, y enton­
ces actúa com o estímulo el agua de sal recién abandonada,
de modo que el animal, a cada aproximación, ejecuta la
reacción de huir y nadar adelante. Llega el paramecio
al a£rua acidulada: entonces actúa com o estímulo el agua
destilada, y el paramecio queda preso en el agua acidulada.
El ácido débil es lo óptimo para el paramecio. Todos los
otros líquidos son estímulos a su lado. Ahora bien: las bac­
terias que forman el principal medio nutritivo del parame-
DE LA NATURALEZA DE LA VIDA 165

ció segregan siempre un poco de ácido carbónico, y éste


se convierte en un cepo para los paramecios que se reúnen
aquí y encuentran su alimento.
En la vida libre, todos los objetos, com o piedras, hierbas,
hojas, etc., con excepción de las bacterias, constituyen una
fuente de estímulos para los paramecios. T odos los pluri-
formes objetos del mundo de efectos sólo penetran en el
mundo perceptible del paramecio en forma de una percep­
ción siempre igual a sí misma, que hace salir huyendo al
animal hasta que alcanza el único lugar sin estímulos y
encuentra allí su sustento.
No puede hablarse de ninguna especie de conocimiento
de los objetos del mundo de efectos con los cuales llega
a estar en contacto el paramecio, ni de ningún conoci­
miento del medio ambiente a través del cual nada con ve­
locidad de flecha, lo mismo que tampoco de conocimientos
de su presa, que ni siquiera le envía estímulos de ninguna
clase. Aunque los finos efectores que forman los aparatos
de pestañas en el canal de la boca hace imaginar el más
preciso conocimiento de las bacterias, no existen, en modo
alguno, éstas en el mundo perceptible de los receptores.
Según vemos, no se corresponden, de ninguna manera,
mundo de efectos y mundo perceptible.
El mundo de efectos se compone de todos los plurifor-
mes objetos vivos y muertos que pueblan la patria de los
paramecios, los aguazales. El mundo perceptible consiste
puramente en un estímulo, que puede ser más fuerte o más
débil, pero que siempre permanece igual en todas las re­
peticiones.
Este mismo abismo entre mundo perceptible y mundo
de efectos nos lo muestran las grandes medusas de alta mar,
cuyos cuerpos están labrados de un modo tan singular­
mente decorativo. Todos los órganos efectores acusan, en
forma y color, el más preciso conocimiento del medio, de
la luz, de las olas, lo mismo que de las finas diatomeas
que le sirven de sustento. El mundo perceptible consiste
sólo en el repetido choque uniforme que los propios m o­
vimientos de natación transmiten a los receptores.
166 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Los erizos de mar muestran una gran riqueza de aguijo­


nes y pluriformes pinzas. Saben clavar con seguridad sus
pinzas venenosas en la piel del enemigo. Pero ¿cuáles son
las percepciones que reciben sus receptores cuando éste se
aproxima? Una simple cadena de estímulos: débil estímulo
químico, fuerte estímulo químico, choque.
N o distinguirá si el enemigo es una estrellamar o un
limacino.
Para librarse de impurezas posee el erizo de mar unos
pedicelos de aseo; para atrapar a los gusanos de nadar más
rápido posee pedicelos de válvula, que se cierran agarrando
con velocidad de rayo-, para coger cangrejos trabajan en
común los cortos pedicelos de resorte y los ambulacros.
Así, el mundo de efectos de este animal es especialmente
rico, ya que se encuentran en él animales de las más diver­
sas especies, com o estrellamares, caracoles, cangrejos v gu-
.sanos. A pesar de eso, en el mundo perceptible sólo existen
débiles y fuertes estímulos químicos y choques.
¿Cómo es posible esta divergencia? ¿Cómo puede un
.animal que por nada es instruido más que por choques y
estímulos químicos regir, sin embargo, con seguridad su
vida, en medio de desconocidos peligros? La respuesta es la
siguiente: sería completamente imposible que un animal pu­
diera defenderse de sus antagonistas sin el preciso cono-
.cimiento de sus propiedades, si él mismo tuviera que
forjarse las armas que necesita para su defensa. Mas todas
las armas han crecido por sí mismas en el curso¡ de su evo­
lución. Ahora, que ya es adulto, le es puesta en la manó la
escopeta cargada, y sólo necesita disparar cuando es im­
pulsado a ello.
El animal adulto sólo necesita utilizar sus órganos, lo
que constituye una misión incomparablemente más senci­
lla que la de construirlos. Vemos así, en todos los animales,
que la misión de los órganos de los sentidos está reducida
a declarar al animal el preciso momento en que debe uti­
lizar sus órganos.
Hasta muy arriba en el mundo de los vertebrados, la
especie de movimiento de los efectores está en alto grado
DE LA NATVRALEZA DE LA VIDA 167

déterminada por una propia maquinaria nerviosa, que sólo


puede ser detenida o acelerada por la influencia de los ór­
ganos de los sentidos, pero no modificada.
Por ello, para la inmensa mayoría de los animales, basta
una serie de los más sencillos estímulos, que sólo tienen que
declarar con seguridad la presencia del enemigo o de la
presa para que todo el aparato de movimiento se ponga
en la correspondiente actividad. Los receptores no necesi­
tan indicar nada acerca del medio ambiente. Por eso sigue
siendo tan completamente primitivo el mundo perceptible
de muchos animales altamente diferenciados, pues no con­
tiene otra cosa que los signos para el comienzo de una
acción, mientras ésta misma está predeterminada con todo
detalle en el animal.
Para mejor comprensión del papel que tienen a su cargo
los receptores y el sistema nervioso en la formación del
mundo perceptible (que es un producto puramente sub­
jetivo), tienen que ser indicadas aquí, brevemente, las fun­
ciones de estos órganos y los límites de su capacidad fun­
cional.
La misión de todos los receptores consiste en convertir
en excitación nerviosa determinados efectos del mundo ex­
terior, que son designados com o estímulos y sirven como
notas de perfección. La excitación es un fenómeno que
corre por los nervios a la manera de una onda en un lí­
quido. La excitación constituye el mismo fenómeno en
todos los nervios, y sólo varía según su intensidad, pero
no según su calidad. Si una determinada calidad de estí­
mulo debe ejercer en el sistema nervioso un especial afecto,
es necesario que excite una determinada persona nerviosa; se
designa aquí com o persona nerviosa a un filamento nervioso
más un centro. Según eso, a diferentes estímulos del mundo
perceptible corresponden siempre diferentes personas ner­
viosas. De esta manera, pone aquí el sujeto su propio valor
en lugar del valor del mundo exterior.
En tanto el animal se gobierna con pocos estímulos para
reconocer al enemigo o a la presa, sigue siendo muy sen­
cillo el mecanismo receptor del sistema nervioso. Las gran-
168 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

des exigencias comienzan solamente allí donde la forma del


enemigo o de la presa es utilizada com o dato perceptible.
Hay animales que ya poseen ojos altamente desarrolla­
dos, que ni para lo más mínimo aprovechan la forma del
objeto que se refleja en su retina, y sólo utilizan como nota
el movimiento de la imagen en su campo de visión (mo-
torrecepción).
La iconorrecepción, o el efecto del estímulo de la forma,
se desarrolla de la siguiente manera, dicho en pocas pala­
bras: la retina del ojo se compone de numerosos remates
de nervios, que constituyen juntos el nervio de la visión.
Si por la imagen del enemigo, que traza el aparato óptico
del ojo en la retina, es excitado un circunscrito número de
nervios, esta suma de excitaciones tiene que ser ella misma
aislada para producir un efecto aislado en el mecanismo
efectórico. Eso sólo puede ocurrir si todas las personas
nerviosas participantes desembocan en un aislado territorio
nervioso, al cual llamamos un esquema nervioso, porque
reproduce esquemáticamente la forma del enemigo en sus
rasgos esenciales.
Así se originan las primeras formas en el mundo percep­
tible, que aun son poco abundantes y muy generales. Pero
abarcando una cierta categoría de enemigos o presas, bas­
tan para hacerlos actuar com o notas y producir la acción
correspondiente (insectos).
Sólo en los animales superiores, cuyas acciones son cada
vez más modificables, en los cuales la influencia del sistema
nervioso receptor se extiende cada vez hasta mayor pro­
fundidad en la maquinaria efectórica, es siempre mayor eJ
número de esquemas y son éstos cada vez más diferencia­
dos. Entonces los objetos que componen nuestro mundo
perceptible humano van sobrenadando también poco a poco
en el mundo perceptible de los animales. Lo que es más
importarte: los propios efectores se presentan en el mundo
perceptible y facilitan con ello a los animales una inter­
vención en sus propias acciones.
N o es difícil, si aplicamos icmal manera de considerar a
los mundos perceptibles de los otros hombres, que com-
;*p. DE LA NATVRALEZA DE LA VIDA 169

prendamos de qué diferentes especies son éstos. De los


mismos objetos que nos rodean son percibidas otras notas
completamente diversas, y estas mismas son reunidas en
muy otros objetos.
Sólo se hace difícil el problema si queremos darnos
cuenta del propio mundo perceptible, pues falta ahí el tér­
mino de comparación, el mundo de efectos, que hasta ahora
nos ha suministrado firme apoyo. El mundo de efectos,
común a todos (en el cual nos movemos nosotros y todos
los animales), era al mismo tiempo la medida objetiva para
todos los objetos, y se ha convertido ahora en nuestro
mundo perceptible. Pero ni un solo mundo perceptible,
según hemos visto, posee ninguna especie de validez ge­
neral, porque en cada uno de ellos son convertidos ajenos
valores objetivos en propios valores subjetivos. Frente a
los mundos subjetivos, con sus propias leyes, podíamos ate­
nernos hasta ahora a la validez general del mundo de efec­
tos, y nos era lícito designar a éste com o el mundo objetivo.
Mediante el reconocimiento de que el mundo de efectos
objetivo es al mismo tiempo nuestro propio mundo per­
ceptible se tambaleó fuertemente esa fe. Cierto que la
validez general del mundo de efectos objetivo sigue sub­
sistiendo, con sus leyes para todos los fenómenos no subje­
tivos; pero ya no constituye una absoluta validez general.
El espacio de nuestra propia subjetividad, de nuestras pro­
pias leyes, abarca sin excepción todos los fenómenos de la
Naturaleza. Por lo tanto, ya sólo se puede tratar de una
objetividad relativa.
Sólo dentro de este espacio nos es permitido tratar de
poner en claro qué es lo que designamos com o vida. La
explicación será por necesidad insuficiente, porque el mis­
mo espacio también es un producto de la vida.
Desde este punto de vista, la vida nos ofrece dos proble-
; mas capitales: el primero es la generación de sujetos, y el
segundo, la concordancia de los sujetos con los objetos.
Hemos visto cóm o de factores inadvertidos hasta ahora,
las genas, que sólo se encuentran en la substancia viva, se
origina la estructura de los adultos, gracias a una propia
170 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

melodía. Esta estructura concierta con los objetos del mun­


do de efectos hasta en lo más nimio, a pesar de que, como
ya nos hemos convencido de ello, no puede, en modo al­
guno, hablarse de un conocimiento de estos objetos por el
animal mismo.
Pero la estructura no sólo se acomoda a las exigencias
del mundo de efectos, sino también a los ajenos mundos
perceptibles. El esmerinto, una mariposa con hermosas
manchas de ojos en las alas, espanta con estas manchas a
sus perseguidores los pajarillos, imitando con ellas los ojos
de pequeñas aves de presa, aunque él mismo no llega a tener
jamás ante su vista estas manchas. A nosotros los hombres
no nos engaña con ellas; para nosotros no hay tampoco
ningún ave de presa que tenga tales ojos. Pero los paja­
rillos, que siempre tienen que resguardarse de gatos, coma­
drejas y otras tales alimañas, para poder huir a tiempo tie­
nen que huir de toda imagen semejante a un ojo que se
mueve. Esta circunstancia la aprovecha la vida para la pro­
tección del esmerinto.
Aquí se pone de manifiesto que la vida no es detenida
por la limitación subjetiva que ella misma ha construido.
La vida adopta un punto de vista hasta el cual no podemos
seguirla. Mientras las genas forman el esmerinto, la vida
se esconde en el germen que se forma a sí mismo, y puede
ser aniquilado por todo brutal daño mecánico. Pero la
vida está al mismo tiempo fuera del germen, y abarca con
su mirada no sólo el mundo de efectos, sino también los
mundos perceptibles. Eso no podemos imitarlo, ya que
nosotros estamos metidos dentro de nuestro sujeto y no
podemos estar fuera al mismo tiempo.
Pero la vida resuelve también jugando problemas de es­
pecie matemática para los cuales hasta ahora nos teníamos
nosotros por Jos únicos competentes. Así, un curculio, jus­
tamente acabado de formar, el llamado torcedora de em­
budo (Trichterivic kler), para construir a sus huevos una
conveniente morada recorta en una hoja de abedul, sin
tandeo alguno, por decirlo así, a mano alzada, una de las
líneas matemáticas más difíciles. Una línea que, en su
DE LA NATURALEZA DE LA VIDA 171

lugar, un hombre sólo encuentra después de delicadas re­


flexiones matemáticas y no podría ejecutar sin el más nimio
conocimiento de la anatomía de la hoja de abedul. Así
adquirimos la certidumbre de que la vida también está más
allá de las matemáticas.
Se trató hasta ahora de ahogar todos estos difíciles pro­
blemas con la palabra adaptación. Ya hacia 1880 indicó
Roux que la adaptación sólo puede referirse a exteriorida­
des que pueden existir o faltar; ésta no alcanza a las esen­
ciales relaciones de las partes con el todo y del todo con
los objetos, que sólo pueden ser así y no de otro modo.
El darwinismo ha extendido en torno nuestro una atmós­
fera de vanidad que durante largo tiempo nos ha impedido
reconocer los verdaderos problemas que ofrece la vida.
Ahora han cambiado las cosas: estamos otra vez mirando
de hito en hito a aquel poder de la Naturaleza que hace
que se originen las formas que aparecen com o conformes
a plan a nuestro punto de vista subjetivo, pero que, com o
no son creadas por un sujeto, sólo desde un punto de vista
colocado fuera del sujeto pudieran ser valoradas rectamen­
te. Por eso será eternamente incognoscible para nosotros
la esencia de ese poder natural al que llamamos la vida.
Y ahora llegamos al punto en que se apartan radical­
mente las dos concepciones del mundo: la monista-darwi-
nista y la kantiana-biológica.
La discusión entre estas dos direcciones es tanto más
necesaria cuanto que por ambas partes son empleadas, en
muy otro sentido, las mismas palabras, com o subjetivo y
objetivo.
Kant fué quien nos mostró que el mundo que nos rodea
es nuestro mundo perceptible, y sólo será reconocido rec­
tamente en sus rasgos fundamentales cuando las formas que
le imprime nuestro punto de vista subjetivo han sido ma­
nifestadas com o necesarias.
El observador no puede abandonar jamás su punto de vis­
ta subjetivo. Los objetos que observa permanecen siem­
pre com o objetos de su mundo perceptible, cuyas leyes
siguen.
172 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Mas para el que obra hay objetos objetivos que siguen


las generales leyes mecánicas. Al que obra le rodea siem­
pre el mundo de efectos, común a todos.
En los animales es fácil separar el mundo perceptible y
el mundo de efectos. Para nosotros coinciden ambos mun­
dos, y cada objeto, con todas sus reconocibles propiedades,
tanto es un miembro subjetivo del mundo perceptible como
un miembro objetivo del mundo de efectos.
Las propiedades de los objetos, que corresponden siem­
pre a determinadas personas nerviosas aisladas, siempre son,
según eso, magnitudes aisladas: duro, frío, blanco y amargo
son cosas completamente inconmensurables; sólo el esque­
ma de espacio que las reúne, por ejemplo, en un cristal de
alumbre es común a todas.
Cada propiedad que partiendo de un objeto actúa en
nosotros tiene una relación espacial con este objeto. Haber
investigado las relaciones de espacio para todas las propie­
dades de los objetos es el imperecedero mérito de la física.
La doctrina de los átomos com o puntos movientes en el
espacio dió la posibilidad de imaginar un equivalente espa­
cial para todas las propiedades de los objetos, y como el
espacio es conmensurable, es decir, que puede ser dividido
en partes iguales, se logró substituir todas las cualidades
por cantidades. De este modo fue posible reducir a una
común medida los efectos realmente observados, en su ma­
yor parte totalmente incomparables, de diversos objetos
unos sobre otros.
Estos grandes éxitos permitieron, sin embargo, columbrar
las fronteras puestas a esta doctrina, que sólo es válida
mientras se trate de relaciones entre objetos espaciales. Tan
pronto com o se trate de relaciones directas entre propie­
dades, sin considerar el espacio, ya no tiene absolutamente
ningún sentido la doctrina atómica. El motivo por el cual
un objeto cuyas mínimas partes han entrado en fuerte mo­
vimiento ya no se encuentra frío, sino caliente, no puede
establecerlo ninguna teoría atómica. Por qué son azules las
sombras de los árboles sobre un amarillo camino de arena,
no puede decírnoslo ningún físico. Aquí rigen leyes que no
DE LA NATURALEZA DE LA VIDA 173

están fundadas en las relaciones de los objetos, sino en las


relaciones de las personas nerviosas.
La doctrina atómica, como doctrina de las puras rela­
ciones espaciales, es totalmente incompetente para juzgar
el problema de si determinadas relaciones espaciales repre­
sentan una traza o un plan. Pues es la doctrina de las men­
surabilidades cuantitativas y no otra cosa.
Fué, por eso, una usurpación inaudita el afirmar que en
el mundo sólo hay cosas mensurables cuantitativamente y
que todo lo demás son apariencias subjetivas. Como hay que
conceder cualidades y conformidades a plan no admiten
ninguna medida cuantitativa, negóse su existencia y se hizo
del átomo, pura ''ficha” que sólo debía su existencia a una
necesidad humana subjetiva, el único objeto del mundo.
Así, fueron fundidas en uno, de una parte, las ideas de
subjetivo, cualitativo e irreal, y de otra, la de objetivo, cuan­
titativo y real. Si se ha emprendido esta simplificación, es
verdaderamente fácil ser monista. Mediante esta arbitraria
simplificación se originó la espantosa confusión de ideas que
caracteriza a nuestro tiempo de todos los otros. Etica, es­
tética, psicología, fisiología, física, química, todo es una
misma cosa, una mensurable danza de átomos.
Me dolería perturbar a alguien en el recogimiento que
hayan suscitado en él los sermones dominicales de Ostwald.
Tampoco deseo en lo más mínimo entrar en discusión con
alguien que tome en serio la solución haeckeliana de los
enigmas del universo; pero, sin embargo, tengo que decir
que el monismo ha extraviado la investigación biológica en
una falsa dirección. Quien busque leyes que alcancen "des­
de la ética hasta la técnica” , sólo encontrará trivialidades o
quimeras. Sólo aquel que examina hondamente las leyes
propias del sujeto encuentra huellas de la actividad de aquel
poder cuya inmediata percepción nos es perennemente ne­
gada a nosotros com o sujetos. Y a este poder le llamamos
la vida.
LA IMAGEN DEL M UNDO DE LA BIOLOGÍA

T od o aquel que en el día de hoy pretenda decir algo


sobre problemas biológicos debe sentirse, ante todo, obli­
gado a expresar claramente lo que quiere entender por
biología. Se llama biología la doctrina de la vida; pero la
vida nos muestra tantas propiedades por las cuales parece
distinguirse de lo que no tiene vida, que la investigación es­
tuvo en duda mucho tiempo acerca de qué nota de la vida
debe ser declarada com o la más importante y esencial.
En el curso del tiempo, la vida nos ha revelado siempre
nuevos aspectos, y pareció cada vez que los aspectos nueva­
mente descubiertos eran los más importantes. Pero pronto
resultó, de más nimias investigaciones, que se trataba de una
equivocación.
Cierto que Jas substancias de que están constituidos los
cuerpos de los seres vivos se distinguen, por su alta compli­
cación, de todas las substancias inorgánicas, y hasta media­
dos del siglo pasado reinó la opinión de que sólo la vida
orgánica podía producir substancias. La química orgánica
actual ha mostrado que hasta los cuerpos albuminosos pue­
den ser obtenidos de material inorgánico en el laboratorio,
sin el socorro de agentes vivientes.
La substancia de que se compone un cuerpo no es, por
lo tanto, ninguna nota decisiva de la vida.
Del mismo modo, el cambio de substancia que se encuen­
tra en todos los cuerpos vivos se imponía com o una nota
decisiva de la vida. Pero después que Helmholtz comparó
la vida con una llama de cirio, que también cambia perma­
nentemente de substancia y sin embargo conserva la forma,
resultó que también esta nota era insuficiente.
1174 ]
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 175

Si ni la substancia ni el cambio de substancia bastan para


dividir lo vivo de lo privado de vida, se esperará encontrar
esa diferencia en la estructura del ser vivo. También esta
esperanza tuvo que ser abandonada después que fueron en­
contradas, especialmente por Bütschli y Rhumbler, estruc­
turas microscópicas en el jabón y espumas que no se queda­
ban atrás ante las más finas estructuras microscópicas en
los seres vivos y eran capaces de ejecutar sencillos movi­
mientos.
En tiempos recientes se han amontonado tan extraordi­
nariamente las experiencias de la químicofísica sobre fenó­
menos en disoluciones, en cuerpos coloides, en membranas
semipermeables, que pasa a ser opinión general la de que
cada uno de Jos fenómenos de un cuerpo vivo es de tal ín­
dole, que con ayuda de métodos químicos o físicos más
refinados llegará algún día a ser imitado.
Por lo tanto, si los fenómenos del cuerpo viviente no son
fundamentalmente otra cosa, en sus caracteres, sino fenó­
menos que también muestra la materia inanimada, la nota
de la vida sólo puede ser buscada en la disposición y en la
especie del trabajo común de los diferentes factores. Y esta
disposición es, en efecto, especial. La designamos com o
conforme a fin.
A la verdad, en los seres vivos adultos distinguimos una
doble conformidad a fin: de un lado, cada organismo está
construido conforme a fin en sí mismo, y del otro, el orga­
nismo está adaptado conforme a fin a su contorno.
La zoología iba ya por el mejor camino para investigar
esta doble conformidad a fin cuando intervino el darwinis-
mo y echó a la zoología por otras direcciones. Precisamen­
te con ayuda de una conformidad a fin acometió la tarea
de rechazar a las otras.
El contorno exterior fué considerado com o un produc­
to de las fuerzas inorgánicas, a que se ha adaptado el ser
vivo capaz de variación, en la lucha por la existencia, me­
diante una selección, siempre repetida, de los adaptados, en
el curso de innumerables generaciones. El interés de los
zoólogos se dirigió cada vez más hacia el estudio de hipoté­
176 IDEAS PARA VNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

ticas series de antepasados, lo que, sin embargo, no podía


llevar a ningún resultado palpable, porque los antepasados
se substraen a la prueba experimental. Especialmente la
cuestión de los antepasados de la especie humana ejerció un
efecto totalmente hipnótico, aunque ya era manifiesto des­
de el principio que todo hallazgo que pareciese mostrar un
intermediario entre mono y hombre era explotable en dos
direcciones. Y así, aun están hoy en ruda oposición las dos
tendencias, una de las cuales afirma la descendencia del
hombre del mono, y la otra la descendencia del mono del
hombre.
El reproche principal que hay que oponer al darwinismo
es la ligereza con que emprendió la tarea de prescindir de
la conformidad a fin del mundo viviente antes de que estu­
viera investigada tal conformidad. De este modo, quedó
sencillamente suprimida la parte más importante de nuestra
vida, la que forma el problema central de la biología.
Ha pasado más de medio siglo antes de que la ciencia de
la Naturaleza se convenciera de la total insuficiencia de la
tesis darwinista en su lucha contra la conformidad a fin.
Pero sólo la generación más joven de los naturalistas con­
temporáneos se dirige de nuevo al problema de la conformi­
dad a fin de la Naturaleza viva, correspondiendo a esta
nueva posición, se complace en definir hoy Ja biología
com o la doctrina de la conformidad a fin de la Naturaleza.
Pero anuí aparece inmediatamente com o obstáculo cier­
ta ambigüedad que se encierra en la idea conformidad a
frn. Esta puede ser definida de dos maneras. Se desig­
na primeramente com o fin la representación de una situa­
ción futura míe lleo-a a ser motivo de una acción. Si la
acción se dirige a realizar esta representación, se llama ac­
ción conforme a fin. Resulta, sin más, evidente que c<*a de­
finición de la conformidad a fin es totalmente inutilizable
en una ciencia natural que investiga las manifestaciones de
la Naturaleza con avuda de nuestros órganos de los senti­
dos. pues una representación es siempre inalcanzable para
los sentidos.
Pero hay además una segunda definición de la conformi­
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 177

dad a fin, que dice de este modo: llamamos conformidad a


fin la disposición de las partes de un todo cuando sus fun­
ciones se completan recíprocamente en una función total.
Esta definición excluye la perturbadora representación de
un fin, y sólo emplea notas de objeto para investigar la
conformidad a fin.
Prefiero, para evitar equivocaciones, poner "conform i­
dad a plan” en lugar de "conformidad a fin” , porque con
conformidad a plan, en estricto sentido, no se dice otra
cosa sino que las partes están ordenadas en corresponden­
cia con una traza o plan, de tal modo que forman en común
un todo con unidad funcional.
Si tomamos a la biología com o una ciencia natural ver­
dadera, también queda inmediatamente definida con ello su
posición respecto a la psicología comparada. Pues esta cien­
cia intenta establecer afirmaciones acerca de las almas de
los animales, que no nos son accesibles directamente, par­
tiendo de la analogía con la propia alma del observador. La
esterilidad de estas tentativas ha tenido nnr consecuencia
que toda la nueva dirección experimental de la biología se
haya apartado silenciosamente de las interpretaciones psico­
lógicas. En realidad, la psicología comparada no existe aún
más que de nombre, mientras que el contenido de los lla­
mados trabajos psicológicos se limita cada vez más expre­
samente a la investigación de la disposición conforme a
plan de corporales fenómenos vitales.
Por esto, si se define la biología com o la doctrina de la
conformidad a plan del ser vivo, están con ello firmemente
establecidas las fronteras con la psicología comparada.
La biología experimental, en todo planteamiento de pro­
blemas acerca de las actividades espirituales de los animales,
tío investiga las sensaciones del alma, sino los fenómenos del
cerebro. La biología se coloca en el punto de vista d* un
técnico oue quiere probar una máquina. Trata de lanzar
una oieada a las funciones de las diversas parces del cuerpo
animal para obtener una idea de la función de conjunto de
todo el animal. Busca el plan de construcción del organis­
mo viviente.
178 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

En este orden de investigaciones no se afirma nada acer­


ca de la existencia o no existencia de un alma animal; sólo
se trazan las fronteras de la investigación conforme a nues­
tra capacidad humana.
Los fenómenos del cuerpo vivo animal, en cuanto son
susceptibles de examen por medio de nuestros órganos de
los sentidos, son lo único de que debemos ocupamos aquí.
Queremos reconocer a los animales com o un ingeniero a
una máquina. ¿Queda ya declarado con ello que los ani­
males son máquinas? De ningún modo. Hasta intentamos
comprobar, justamente, hasta qué punto se conducen como
máquinas y dónde se apartan de ellas.
Sin necesidad de más, es ya seguro que las máquinas no
se originan com o los animales, desarrollándose de sí mismas,
sino que son hechas por unos seres extraños a ellas: los hom­
bres. Tam poco son capaces las máquinas de ejecutar repa­
raciones en su propio cuerpo, de lo cual son en alto grado
capaces los animales. Finalmente, las máquinas son total­
mente ajenas al poder de variar su plan de construcción,
acomodándose a modificadas condiciones exteriores; capa­
cidad que poseen muchos animales y que es llamada regula­
ción. I3e estas diferencias trataremos detalladamente más
adelante.
Por hoy queremos apartar la vista de todos Jos problemas
que se ocupan del advenir y de la transformación de los
animales, y sólo plantearnos la cuestión de hasta qué pun­
to un animal ya hecho, funcionando normalmente, es com­
parable con una máquina.
Cada animal se compone, com o ya nos lo enseña la vista,
de dos partes principales: una parte receptóricay que sirve
para recibir las impresiones del mundo exterior, y una parte
efectórica, que realiza la reacción del animal frente al mun­
do exterior. Según esto, designamos com o electores todos
los órganos de movimiento del animal, y com o receptores
todos los órganos de los sentidos.
Ahora bien: nosotros poseemos aparatos y máquinas que
también sirven para la, función receptórica a modo de
nuestros instrumentos de los sentidos: piénsese solamente
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 179

en un telescopio, una lente, etc.; y por otra parte, aparatos


que prestan auxilio a nuestros efectores, com o, por ejemplo,
una bicicleta o un bote.
¿Qué nos impide admitir ahora que cada animal se com ­
pusiera de dos aparatos amelgados, un aparato receptor y
uno efector?
En realidad, mientras nos ocupamos de la parte efecto-
rica del animal, sus instrumentos de comer y andar, no p o­
demos establecer ninguna esencial diferencia entre esos ór­
ganos y nuestros aparatos. Cierto que concedemos, sin más,
que muchos animales poseen aparatos mejor dispuestos pa­
ra actuar sobre los objetos del mundo en que viven
que los que nosotros les podemos proporcionar. Sin em­
bargo, nos parece por completo cosa pensable substituir
sus instrumentos de movimiento por instrumentos arti­
ficiales.
Pero tan pronto como comparamos los órganos recep-
tóricos con aparatos receptóricos, resultan dificultades in­
sospechadas. Pues mientras que las mudanzas que percibi-
bimos en nuestros órganos efectóricos no tienen com o con­
secuencia ninguna especie de cambio en los objetos que nos
rodean, cada cambio que se presente en nuestros órganos
receptores anula el mundo exterior que nos circunda, para
substituirlo por uno de otra especie.
Este hecho, que se alza con mucha fuerza en el primer
término de toda investigación biológica comparada, se ex­
presa del mejor modo diciendo que cada animal posee su
propio mundo perceptible, compuesto de objetos diferentes
de los de los otros. Un ojo que sólo puede distinguir luz
y sombra le roba al mundo todos los colores. Un órgano del
ofdo que sólo se interesa por la única vibración del aire le
arrebata al mundo todos los tonos.
Esta fundamental diferencia entre la posición de los órr
ganos efectóricos, de una parte, y de la otra de los órganos
receptóricos, con relación al mundo exterior, aun ha sido
hasta ahora demasiado poco considerada. Mientras se tra­
taba más bien de los órganos efectóricos, no había ningu1
na razón para dirigir la vista a las diferencias de los mundos
180 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

perceptibles. Bastaba aceptar que los animales vivían en el


mismo mundo que nosotros, pues sus aparatos efectóricos
se podían comparar fácilmente con los nuestros, ya que
tienen la misma misión de actuar sobre los mismos objetos.
Revélase ahora que cada animal está rodeado de un mundo
que se divide en dos partes: una receptórica, a la que he­
mos llamado mundo perceptible, y otra efectórica, a la
que queremos llamar mundo de efectos.
Y también ahora, sin peligro de ser mal comprendido,
puedo emplear dos expresiones generalmente usadas para
designar estos dos mundos. El mundo efectórico, o mundo
de efectos, es aquel que habitualmente llamamos el mundo
objetivo, y el mundo receptórico, o mundo perceptible, lo
designamos habitualmente com o mundo subjetivo. Como
hemos apartado toda consideración psicológica, no corre­
mos ya el peligro de comprender bajo mundo subjetivo el
alma de los animales, sino aquella parte del mundo que es
percibida por sus órganos de los sentidos.
Antes de ir más adelante tenemos, sin embargo, que lla­
mar la atención acerca de un gran peligro que existe en la
confusión de los conceptos objetivo y subjetivo con los
conceptos real e irreal.
Bajo fenómenos objetivos comprendemos, en general,
aquellos que se realizan entre los objetos sin consideración
a ningún sujeto. Pero tenemos que confesar ahora que no
conocemos absolutamente ninguno de tales fenómenos, pues
siempre es nuestro propio sujeto quien observa Jos fenóme­
nos, y este sujeto nunca puede quedarse fuera. Sólo es po­
sible, por lo tanto, tratar de reducir al mínimo los agrega­
dos subjetivos.
Trátase siempre en los fenómenos objetivos, como ya se
ha dicho, del efecto de un objeto sobre otros. Este efecto
consiste algunas veces en que la misma propiedad de un
cuerpo sea transmitida a los otros, como, por ejemplo, en
el choque de dos bolas de billar el movimiento de la una se
traslada a la otra. Estos son los casos más raros. En general
la propiedad del cuerpo activo produce otra propiedad en el
cuerpo pasivo: así, el choque de una bola de billar suscita
LA IMAGEN DEL MEN DO DE LA BIOLOGÍA 181

calor en una masa de plomo, o un objeto claro puesto en


este sitio calienta en aquel otro a un objeto obscuro.
Esta es la realidad observada.
Ahora bien: es absolutamente imposible poner choque y
calor, o luz y calor, en ninguna especie de correspondencia
comparativa, porque estas propiedades son percibidas por
nosotros mediante diferentes órganos de los sentidos. Fué,
por lo tanto, necesario referir todas a una sola impresión de
los sentidos, o por lo menos a una y la misma representación,
que puede ser colocada com o fundamento de las diversas
impresiones de los sentidos. De esta manera se originó la
doctrina de los pequeñísimos objetos movientes, los átomos.
Con ayuda de este artificio se consigue en realidad, en la
mayor parte de los casos, apartar del juicio y cálculo de un
fenómeno las perturbadoras influencias de las diversas sen­
saciones de los sentidos que entran en la observación. Con
este medio auxiliar se prescinde de las perturbadoras cuali­
dades y se conservan las cantidades únicas utilizables numé­
ricamente. De esta manera se reduce al mínimo la influen­
cia del sujeto observante, y por eso se llama usualmente
objetiva, en la química y física, a esta manera de considerar
los fenómenos de la Naturaleza.
La consideración objetiva de la Naturaleza es dada tam­
bién para los fenómenos del mundo de efectos del sujeto,
porque tan pronto como éste ha confiado su efecto al mun­
do exterior, se trata de un fenómeno que ocurre indepen­
dientemente del sujeto.
Pero no debe olvidarse jamás que los fenómenos objetivos
se realizan en un mundo pensado y no en el realmente obser­
vado. Fuera de eso, tampoco se consigue por completo
transmitir a ese mundo pensado todas las relaciones de los
objetos. Corresponden a éstas, ante todas las cosas, las rela­
ciones conforme a plan, que se burlan de toda interpreta­
ción física y química. Se da por lo tanto un completo tras­
trocamiento de los hechos si, com o hov acontece en todas
partes, se tienen por únicos reales los fenómenos objetivos
pensados y se reputan de apariencia los realmente obser­
vados.
182 IDEAS PARA VNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Si se es consciente de esta significación de los conceptos


objetivo y subjetivo, se puede hablar tranquilamente de un
mundo de efectos objetivo y un mundo de percepciones
subjetivo.
En los hombres no caen uno fuera del otro el mundo sub­
jetivo y el objetivo. Son los mismos objetos aquellos que
percibimos por medio de nuestros órganos de los sentidos
y los que trabajamos con nuestras manos. Pero no es ése el
caso de los animales inferiores; ambos mundos forman allí
oposiciones muy pronunciadas. Una medusa, por ejemplo,
puede poner a su servicio del modo más delicado, con su
aparato motor, las aguas del mar y las algas distribuidas en
ellas. A pesar de eso, sus órganos receptores sólo poseen la
capacidad de percibir el choque de su propia campana. En
este ejemplo, el mundo de percepciones y el mundo de efec­
tos, el subjetivo y el objetivo, se encuentran completamente
separados.
Pero ya que, com o queda dicho, el mundo humano no
parece mostrar esta divergencia —en realidad existe también
aquí: sólo necesitamos pensar en determinados efectores
de nuestros órganos digestivos; por ejemplo, en determina­
dos fermentos, para los cuales están totalmente cerrados
nuestros órganos de los sentidos—, nunca se la ha conside­
rado rectamente, y aunque las palabras subjetivo y obje­
tivo existían siempre, se entremezclaban en ellas otros con­
ceptos de especie psíquica, de modo que no salía a la luz la
clara y sencilla oposición de los dos conceptos.
Ahora comprendemos también por qué no es posible con­
siderar a un animal como una cosa compuesta de dos apa­
ratos humanos. Pues cada animal es, ante todo, un sujeto
cuyos receptores le muestran otro mundo, le forman un
propio mundo circundante.
Los aparatos receptóricos construidos por los hombres no
cambian nada en los objetos del mundo perceptible humano;
sirven puramente para traer más cerca los objetos de su
mundo de percepciones, para facilitar el trabajo de su apa­
rato efectórico. Cada instrumento construido por el hom­
bre no significa en sí absolutamente nada, sino que sólo es
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 183

comprensibJe en relación con los hombres y los objetos de


su mundo.
Ya que tenemos en común con todos los animales el
mundo de efectos, pueden, por lo menos en pensamiento,
ser cambiados entre sí los aparatos efectóricos. Pero como
la misión del aparato receptórico consiste en la busca de
percepciones, y cada animal posee, en su mundo, justamen­
te tantas percepciones como, según su construcción, es
capaz de encontrar su buscador de percepciones, los órganos
receptóricos, según su propia naturaleza, son formadores
de mundo, mientras que los órganos efectóricos sólo son
actuadores sobre el mundo. Si se cambia un órgano ac-
tuador sobre el mundo, se cambia puramente un instru­
mento por otro. Cambiase el formador de mundo y se
cambia el mundo.
Como hemos visto, y com o realmente sabe cada cual, sólo
hay un mundo objetivo, y, por el contrario, cientos de miles
de mundos subjetivos. Por eso también se ha introducido
la opinión de com o si el mundo objetivo significara una
realidad más alta que los mundos subjetivos; como si sólo
se diera un mundo de efectos y los mundos de percepciones
fueran pura apariencia.
N o es milagroso que las ciencias que se ocupan del mundo
objetivo de efectos hayan ganado mucha mayor influencia
que la biología, que se consagró a la investigación de los
mundos de percepciones subjetivas.
Y finalmente se verificó la gran irrupción de las ciencias
objetivas en el territorio de las subjetivas, mediante el dar-
winismo, que destrozó el último escudo de la biología, la
conformidad a plan, y en lugar de leyes subjetivas bioló­
gicas puso leyes físicas objetivas, aniquilando así a la biolo­
gía durante medio siglo.
La conformidad a plan que descubrimos en la función
unitaria del sujeto ejercida por diversas partes diferentes,
sólo es comprensible si esta función se refiere a un objeto
ajeno. Por eso, para la conformidad a plan se requieren
también aquellas leyes que se dan entre sujeto y objeto. Si
son suprimidas, las relaciones entre sujeto y objeto se des­
184 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

moronan también com o vanas, y en lugar de ellas queda


com o única realidad las relaciones entre dos objetos.
Esta ha sido la vía dolorosa de las ciencias de la Natura­
leza en el siglo pasado, que ha llevado al pleno aniquilamien­
to no sólo de la biología, sino también del pensamiento bio­
lógico, después que fué colocada una pura ficción en lugar
de la viva observación.
La misión de la biología actual es desenvolver nuevamen­
te, desde los fundamentos, su ciencia; y para ello, ante todas
Jas cosas, se necesita una irrecusable explicación con las
ciencias objetivas. *
Cada ciencia de la Naturaleza escoge los más sencillos
factores de que se compone su objeto de investigación y
trata de comprender su composición.
El lector no ignora cóm o han resuelto este tema la física
y la química. Estas ciencias, para huir de la perturbadora
influencia de los diversos sentidos, ha descompuesto los ob­
jetos que nos rodean en objetos cada vez más pequeños y
sencillos, para llegar finalmente a un pequeñísimo objeto,
privado de propiedades, que es considerado com o indivisi­
ble, y por eso se llama átomo. El átomo pasa por ser el
elemento primitivo de todos los objetos. Estos pequeñí­
simos objetos deben ser pensados en permanente movi­
miento, y por las diversas especies de su composición y
movimiento se trata de explicar todos los fenómenos físicos
y químicos. La gran ventaja que presenta la representa­
ción de un igual elemento primitivo reside en la posibilidad
de valorar numéricamente todos los fenómenos.
La investigación biológica, en cuanto se ocupe del mun­
do de efectos efectóricos del animal, caminará por vías aná­
logas a las de la química y la física. Pues entonces se ocu­
pa también de la acción de un objeto sobre un objeto, y
desatiende las propiedades subjetivas del animal. Para la
biología objetiva no hay tampoco más que un único mundo
general de efectos, de cuya investigación somos en tan alto
grado deudores a la química y a la física. Por eso los bió­
logos podrán, ante todas las cosas, identificar el mundo de
efectos con la imagen física del mundo, porque los físicos,
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 185

al tratar de las máquinas en la mecánica y Ja técnica, aceptan


la conformidad a plan como evidente. En el mundo de
efectos no existe tampoco otra conformidad a plan que
la mecánica. La investigación biológica se limitará solamen­
te a la investigación de casos aislados, pues cada animal
sólo actúa sobre un pequeño número de objetos. Pero estos
objetos son los mismos para el órgano efectórico del animal
más bajo que para nosotros los hombres.
Muy otras son las cosas para la biología subjetiva. Para
ella, lo que llamamos objeto no es un último dato, sino un
problema. Y verdaderamente podemos decir el problema.
¿Cuáles son los elementos que componen los objetos en
el mundo subjetivo y cuál es la especie de esta composición?,
preguntará el biólogo. La respuesta a esta pregunta no ha
sido encontrada por los investigadores de la Naturaleza, si­
no por los filósofos. Ante todo el genio de Kant ha sido
el que nos ha mostrado el camino. T odos conocemos el
hecho fundamental de que cada propiedad de un objeto
es al mismo tiempo una sensación de nuestros sentidos. Por
ejemplo, el color de la rana verde es verde, y verde es al
mismo tiempo Ja sensación de mis sentidos. Cada objeto se
compone de tales sensaciones de sentidos. Recientemente
ha indicado nuevamente Mach, de una manera penetrante,
que cada objeto de nuestro mundo de percepciones sólo es
un complejo de nuestras sensaciones de los sentidos. Pero
A4ach no ha penetrado en el problema tan hondamente co ­
mo Kant, que nos ha dado explicaciones fundamentales so­
bre la especie de composición de ese complejo: un esquema
de espacio reúne las sensaciones de Jos sentidos. Así, la rana
verde no es sólo verde y de una determinada dureza y puli­
mento, sino que también está caracterizada por una forma
determinada. Cierto que la forma que caracteriza a la rana
verde no se realiza por completo en ninguna rana, pero
suministra el esquema general al cual se ajustan todas las
ranas.
Paréceme ahora —y creo que ésa es también la opinión de
Carl Camillo Schneider— que el esquema del espacio, o la
forma, no basta para Ja formación del objeto rana verde,
186 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

sino que tiene que entrar además el esquema de tiempo, o


la función, para terminar el objeto.
Más tarde tendremos ocasión de entrar en el problema de
descomponer los objetos en sus elementos en el mundo per­
ceptible humano. Por ahora basta la indicación de que los
principios para el análisis del mundo receptórico son total­
mente distintos de los del mundo efectórico.
La descomposición del mundo de efectos en los átomos
de sus movimientos nos deja en el mayor embarazo tan
pronto com o queremos considerar al animal com o sujeto en
sus relaciones con los objetos del mundo perceptible. En­
tonces, mediante investigaciones, tenemos que establecer
qué elementos de nuestro mundo ambiente pasan al mundo
perceptible del animal y de qué manera estos elementos son
resumidos por el animal en objetos. Sólo entonces podemos
comprender rectamente la conformidad a plan de la Natu­
raleza viva, pues animal y mundo perceptible forman jun­
tos una alta unidad de muy escogida armonía.

II
He pretendido exponer en lo que antecede la peculiar po­
sición de cada animal en la Naturaleza. El animal es siem­
pre un sujeto que está rodeado por los objetos de su mundo
perceptible. Desde el punto de vista del animal, ya se aca­
ba el mundo con ello; pero considerado desde nuestro hu­
mano punto de vista, el mundo perceptible del animal es
sólo una mezquina fracción del mundo que nos rodea, y los
objetos de ese pequeño mundo perceptible son totalmente
distintos de los objetos de nuestro mundo. Cierto que al­
gunas notas de nuestros objetos se extienden hasta el mundo
perceptible de los animales. Pero de fijo que esas notas,
mediante otros esquemas de espacio y tiempo, forman obje­
tos de una especie totalmente diversa.
A pesar de eso, los órganos efectóricos de los animales
agarran los mismos objetos que nosotros, y al hacerlo se
colocan en un cambio de efectos con propiedades de estos
objetos que jamás serán percibidas por sus órganos de los
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 187

sentidos. Pero de ello no se origina ninguna escisión en


el animal mismo, pues sus órganos receptóricos son excita­
dos siempre por aquellas percepciones de tales objetos
para las cuales están construidos sus órganos efectóricos.
Si ya presenta grandes dificultades la comprensión de la
triple armonía que se exige de cada sujeto animal, primero
entre mundo perceptible y receptores, segundo entre re­
ceptores y efectores en el animal mismo, y tercero entre
efectores y mundo de efectos, el problema de cómo se
origina tal sujeto es incomparablemente más difícil de com­
prender y acaso insoluble.
Por fortuna, la Naturaleza hace que este fenómeno vuel­
va a aparecer constantemente en mil formas diversas ante
nuestros ojos, de modo que poco a poco aprendemos a se­
parar lo esencial de lo no esencial, y de este modo comen­
zamos a comprender algo de las leyes de este fenómeno
altamente maravilloso.
Mas para ver con toda claridad lo oue queremos com ­
prender tenemos que introducir una distinción abstracta:
por plan funcional comprendemos la descripción de aquella
triple armonía y de los factores que participan en ella.
A la descripción de todos los factores que participan en el
origen de un sujeto la llamamos plan de origen del animal,
y ahora queremos considerar el plan de origen.
Antes de fijar la vista en un ejemplo concreto del origen
de un animal queremos llamar en nuestro auxilio a la úni­
ca analogía que está a nuestra disposición, esto es, el ori­
gen de un producto humano, por ejemplo, una casa, para
que no nos aturda excesivamente la novedad y extrañeza
de los fenómenos naturales.
Para la construcción de una casa se requieren cuatro ór­
denes de cosas: 1^, el material; 2?, las fuerzas; 3°, el plan
de construcción, y 49, la ejecución.
Ahora, si comparamos punto por punto estos factores
con aquellos que intervienen en el origen de un ser vivo,
muéstrase ya una gran diferencia en el wat erial. F.l ma­
terial con el cual construimos nuestras casas, como ladrillos
y madera, no es ciertamente llevado a la obra en su fonna
188 IDEAS PARA DNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

definitiva, pero, sin embargo, posee ya las propiedades


tanto físicas como químicas, que conserva definitivamente,
y existe también ya desde el principio en suficiente can­
tidad.
Muy de otro modo ocurre con el animal. La célula ger­
minal de que se constituye éste consiste en el contenido
celular llamado protoplasma o plasma germinal, que sólo
con el curso del tiempo, por crecimiento y división, su­
ministra la suficiente masa de materia. Sólo en el curso
de la evolución las células originadas en su interior por
división forman parte de estructura, diferenciadas tanto
química com o físicamente, que se constituyen en tejido
muscular, nervioso u óseo.
Igualmente diferentes son las fuerzas que actúan en es­
tas construcciones comparadas. Todas las fuerzas que en­
tran en la construcción de la casa toman el material de
fuera, levantan los ladrillos mediante el funcionamiento
de las máquinas y dan forma a la madera con los golpes
del hacha.
Las fuerzas que entran en la construcción del animal son
interiores. Las más importantes transformaciones acaecen
en el interior de las células, donde se originan partes de
estructura muy altamente diferenciadas, tanto química como
físicamente. Ahora sabemos nosotros que el cuerpo del ani­
mal posee factores especiales que muestran la posibilidad
de juntar o separar unas de otras las moléculas de las ma­
terias más diferentes, a los que podemos imaginarnos como
formando cadenas o anillos, sin que al hacerlo contraigan
ellos mismos ninguna especie de unión. A estos factores
se les llama fermentos. Los fermentos son, por lo tanto,
propios para preparar todos los nuevos procesos químicos
posibles. El material químico del protoplasma es, por su
parte, capaz de todas las posibles alteraciones, y, finalmente,
el permanente cambio de materia suministra las fuerzas
necesarias para efectuar el cerco de las células. Así se nos
aparece el material de que se dispone en la construcción
animal.
Pero el material y fuerzas solos no están en situación de
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 189

ejecutar una construcción. Cada construcción de casa avan­


za según el plan, escrito o no escrito, que existe indepen­
dientemente del material.
El plasma germinal se convierte en un animal acabado
de una manera que el observador del fenómeno no puede
designar de otro modo sino conforme a plan.
Apenas podemos hacernos idea del celo con que han
buscado los naturalistas en la célula germinal la existencia
de ese plan, cuya presencia se revela por el curso firme­
mente regulado de cada una de las manifestaciones.
Constantemente han ido amontonándose hipótesis sobre
hipótesis acerca de la presencia de una secreta estructura
en el plasma germinal. Pues si en éste hubiera existido una
firme disposición de determinadas partes, sería muy sen­
cillo de comprender el plan de origen por la descripción
de una estructura invisible, pero siempre material, como
la descripción de las partes de estructura y su disposición
en el animal desarrollado nos dan, sin más, el plan fun­
cional.
El plan funcional no sólo describe los fenómenos en el
animal ya acabado, sino que también expone la necesidad
con que s* dan estos fenómenos. La pura descripción de
los fenómenos del origen del animal suministra una regla
en el caso mejor; pero su necesidad no puede, en modo
alguno, ser comprendida por esa sola descripción. El fun­
cionamiento conforme a plan de una estructura construida
conforme a plan no ofrece ninguna dificultad a nuestra
facultad de concebir. Por el contrario, el origen de una
estructura conforme a plan sólo -es comprensible si es ima­
ginada una estructura secreta.
Mas ahora ha demostrado Driesch, de un modo irrefu­
table, que no existe una estructura secreta en el plasma
germinal del animal. Como esta demostración representa
una crisis en la historia de la biología, quiero exponer en
pocas palabras el curso de ideas que ha dirigido el expe­
rimento de Driesch.
Supongamos que en un germen, en el tiempo en que
forma un montón de esferillas de células, existiera una es­
190 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

tructura secreta que no es descubierta por nuestros mé­


todos microscópicos, pero tendría, sin embargo, que salir
a luz si se dividieran los montones de células. Como en el
curso de la evolución de cada esferilla de células sale una
determinada parte del cuerpo, la separación de una o va­
rias esferillas de células, tendría que tener como consecuen­
cia la pérdida de uno o varios órganos en la evolución.
Pero no es éste el caso. La pérdida de un pequeño núme­
ro, hasta de la mitad, de todas las esferillas dq células
no actúa perturbadoramente en el resto de las células. Aun
en este caso constituyen siempre un animal completo y
bien formado, aunque de un volumen correspondientemen­
te menor.
El animal imaginado com o constructor no construye una
media casa de la mitad de los materiales de construcción
puestos a su disposición, sino una casa entera de la mitad
de tamaño.
Por lo tanto, al arrebatar las esferillas de células se cam­
bia la masa de materiales, pero no se toca al plan.
Hasta, en casos favorables, logró Driesch desprender de
su enlace las esferillas de células para agruparlas de modo
que, por ejemplo, las células que de manera normal habían
de suministrar la boca del animal fueran llevadas ahora al
sitio de las células cuya misión normal era formar las ex­
tremidades. A pesar de eso no se perturbó el curso de la
formación. Las células aceptaron, sin más, la función atri­
buida a su nueva posición y se originó un animal normal,
aunque hubiera sido cambiado el material original de todas
las partes del cuerpo del animal.
Exactamente de este modo procedería un maestro de
obra a quien hubieran sido derribados los montones de
ladrillos dispuestos para la construcción. Sin reflexionar,
emplearía en la construcción de los cimientos los ladrillos
que en otro caso hubiera utilizado para el piso de arriba,
y al contrario. Pues el plan no es afectado por la remoción
de un material semejante.
Los experimentos de Driesch han sido totalmente confir­
mados, y ahora podemos considerar como firmemente es-
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 191
gil
tablecido que el curso regular de la evolución de cada ani­
mal no es producido por una estructura secreta.
Para presentar del modo más penetrante posible lo asom­
broso de este descubrimiento, quiero describir, en un ejem­
plo muy sencillo, el origen no de todo animal, sino de un
único órgano.
Las más bajas clases de animales, las llamadas amibas, se
distinguen por que no poseen un desarrollo individual que
desde un germen sin estructura los convierta en un animal
de permanentes miembros. Las amibas, durante toda su vi­
da, siguen siendo un montoncito de protoplasma sin estruc­
tura. Mas para poder llevar una vida independiente, como
todos los animales, necesitan también determinados órga­
nos. Estos órganos no se forman por el animal de una vez
para siempre, sino que son formados en cada caso y luego
otra vez disueltos. A estos órganos se les llama seudópodos.
Una amiba que se oculta en una pequeña concha, la
Diffhigia capreolata, muestra el asombroso proceder si­
guiente: al arrastrarse hacia adelante hace crecer de sí un
largo seudópodo, a manera de cuerda, en cuyo extremo se
forman dos protuberancias en arco, que se cierran en círcu­
lo y constituyen un acetábulo, con el cual el animal se
afirma sólidamente en el suelo. Acórtase después el seudó­
podo, con lo que el animal es llevado hacia adelante.
Entonces deja de agarrar el acetábulo, el cual, acompaña­
do de la cuerda, es retirado al cuerpo, donde se disuelve
por completo en el contenido líquido. Pronto se produce
en otro lugar una nueva cuerda, y el funcionamiento co ­
mienza de nuevo.
y Todo esto se presenta com o del todo natural y no parece
absolutamente nada maravilloso. Pero tradúzcase lo aquí
visto al conocido orden de lo inorgánico. Supongamos que
tuviéramos ante nosotros, en un recipiente, un líquido que
en la superficie es un poco espeso, pero que fuera de eso
no manifiesta ninguna estructura. Este líquido comienza a
producir una forma, pero no da de sí ninguno de los ha­
bituales cristales, sino, por ejemplo, unas tijeras, esto es,
un objeto cuya forma es condicionada por su función.
192 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Todos los que participaren en la contemplación de este


fenómeno declararían que era altamente asombroso.
Trátase de investigar las leyes a que obedece este asom­
broso fenómeno, y se manifiesta que sólo este líquido pro­
duce tijeras; por el contrario, otros líquidos emparentados
con él producen cuchillos, y otros, cucharas y tenedores,
respectivamente.
Aproximadamente, otro tanto hemos avanzado en nues­
tros conocimientos acerca de las amibas; sabemos que cada
especie produce los seudópodos propios de ella, y ningún
otro. Pero todos se originan del contenido líquido del cuer­
po y vuelven a disolverse en él.
En todos estos casos, primero es formado conforme a
plan el instrumento de que se sirve el animal, y después
es empleado conforme a plan el instrumento conforme
a plan formado.
También aquí vemos que primero ejerce su misión el
plan de origen y sólo después entra en actividad el plan
de función.
El plan de función puede ser deducido directamente de la
descripción de Ja estructura. Pero ¿qué ocurre con el plan
de origen?
Bien vemos que del contenido líquido de la amiba sólo
se origina siempre uno y el mismo bien diferenciado seudó-
podo; pero no podemos conocer los factores que hacen
necesaria esa especie de diferenciación. Eso se aplica a cada
fenómeno de desarrollo de cada animal. Bien vemos la con­
formidad a ley, pero no vemos la necesidad.
Acaso serán conocidas para muchos las conclusiones que
saca Driesch de sus descubrimientos, quien ha adoptado de
nuevo el antiguo concepto de la e?itelequiay procedente de
Aristóteles, y fundado así el vitalismo, que admite una
especial fuerza vital.
Pero, por suerte, no estamos limitados a empeñarnos en
filosóficos debates, pues el más grande descubrimiento bio­
lógico del siglo pasado nos ha puesto en situación de poder
adivinar algo de estas misteriosas dependencias. Me refie­
ro a la exposición de la ley de Mendel.
L A IM A G E N D E L M U N D O D E L A B IO L O G ÍA 19 3

Mientras allá fuera en el mundo bramaba el combate del


darwinismo, en el tranquilo jardín de un convento de
Brünn uno de nuestros mayores naturalistas, pero que no
vestía toga de profesor, sino hábito de monje, encontró
una ley biológica de una profundidad tal y tan plena de
consecuencias, que llevará su nombre hasta muy lejos en
el porvenir, cuando haga ya mucho tiempo que haya sido
comprendida en general la vanidad del darwinismo.
La significación de la ley de Mendel en la comprensión
del origen de los animales parecerá en seguida evidente si
volvemos otra vez a la comparación con la construcción
de la casa. También en la construcción de la casa no exis­
te el plan en el material, sino que está por completo fuera
de él y de las fuerzas empleadas en la construcción. N o
podría tampoco ejercer la menor influencia si entre él
y lo material no se interpusiera un factor, al que quere­
mos llamar la dirección. La dirección de la obra se encar­
na en el maestro de obras o director de la construcción,
el cual ordena la serie de los trabajos conforme al plan
de construcción. La dirección de la obra está en relación
con el plan extramaterial, de una parte, y de la otra con
los materiales de construcción y las fuerzas empleadas en
ella.
La dirección, según el número de los maestros de obras
existentes, se divide en un número de factores independien­
tes que, aun sin participar de un modo material en la cons­
trucción, dirigen los trabajos que son ejecutados por má­
quinas u operarios.
Resulta ahora de la ley de Mendel que también en el ori­
gen de un animal la dirección es regulada por unos factores
independientes que se llaman genas.
Para comprender el camino por el cual ha llegado Men­
del a descubrir los factores independientes de la construc­
ción, considérese lo siguiente: cada animal y cada planta
forman en sí un todo indivisible e independiente, que es
perturbado por cada intervención anatómica. Constante­
mente están entre sí las partes en la más íntima relación,
y la división, acometida por nosotros, del ser vivo en órga­
194 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

nos diversos puede ser ejecutada en el pensamiento, pero


no en la realidad, sin destruir órganos importantes.
Mendel, por la comparacón deudos plantas de la misma
especie, pero de diferente raza, fué llevado a considerar que
a pesar de eso los seres vivos se construyen de factores
aparte y substantivos. Por ejemplo, si se cruza una planta
que posee hojas de borde liso con una cuyas hojas son den­
tadas, en el curso de las futuras generaciones se originan
descendientes que poseen hojas de bordes lisos o dentados,
pero ninguna forma intermedia. Fué demostrado con ello
que tanto la lisura com o el dentado de los bordes son pro­
piedades independientes que se afirman sin mezclarse.
Mendel demostró después que las células germinales alo­
jan las predisposiciones para estas cualidades substantivas
como factores substantivos, independientes unos de otros.
Pues, por ejemplo, si se cruza una planta de floración azul
con hojas dentadas con una planta de floración blanca
que posee hojas de borde liso, se obtienen todas las posibles
combinaciones de estos cuatro elementos, y, a la verdad,
en la misma proporción que era de esperar según el simple
cálculo de probabilidades.
Mediante la infatigable investigación del siglo pasado es­
tamos en situación de formarnos una clara imagen de la
trascendencia de las predisposiciones o genas de Mendel.
Sabemos que toda planta —com o también todo animal-
conserva inmutable en sus células sexuales el mismo proto-
plasma, con sus predisposiciones, del cual el mismo se ha
originado. Designemos ahora, en una planta paterna, la
predisposición para la floración azul con una a y la pre­
disposición para el dentado de las hojas con una b, y en
la otra, la predisposición para las flores blancas con uña A
y la predisposición para tener hojas de borde entero con
una B.
Tenemos las genas paternas a, b y A, B, enlazadas por
un signo + al unirse unas con otras; a la generación pa­
terna sucede a, b + A, B en la primera generación, que
contiene en su plasma germinal una mezcla de todas las
genas, lo que se escribe ab-AB.
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 195

N o pueden, naturalmente, en un individuo darse al mis­


ino tiempo dos propiedades opuestas en el mismo órgano,
por lo cual, en la inmensa mayoría de los casos, quedará
completamente oprimida una de las predisposiciones, y sólo
llegan a desplegarse las llamadas predisposiciones dovú-
nantes. Mas las células sexuales, a pesar de eso, contienen
el antiguo plasma germinal con^todas las genas a, Z?, A, B,
Verifícase ahora un fenómeno muy asombroso, al que se
llama maduración. Cada célula sexual expulsa la mitad de
sus genas, de modo que sólo conserva en sí una gena para
cada propiedad. Las células sexuales maduras de la pri­
mera generación, que suministran el nuevo plasma germinal
para la segunda, son ya distintas entre sí. Existen gérmenes
tanto ab com o tfB, lo mismo que A b y AB, y todas estas
variantes se presentan tanto en las células sexuales femeni­
nas com o en las masculinas. Mediante cruzamiento de es­
tas células sexuales se origina el plasma germinal de la se­
gunda generación. Si hay suficientes descendientes, re­
sulta que se realizan todas las combinaciones únicas posibles
de las cuatro especies de genas.
Coloquemos, para descubrir todas las variantes, en el pri­
mer lugar de cuatro columnas las cuatro genas recibidas
del padre y en el segundo las genas heredadas de la madre,
y obtendremos el cuadro siguiente:

6 9 6 9 6 9 6 9
ab — ab aB — ab Ab — ab AB - ab
ab — aB rtB — aB A b - aB AB - aB
ab —Ab aB — Ab Ab — Ab AB - Ab
ab — AB a B - AB A b - AB AB - AB

Esta tabla se ha revelado com o un consejero infalible


en toda especie de cría de animales y cultivo de plantas.
La enorme significación práctica de las leyes de Mendel
no ha dejado madurar plenamente hasta ahora las conse­
cuencias teoréticas. Pero también ellas serán comprendi­
das algún día en todo su alcance, y entonces se reconocerá
qué mundo las aparta de las especulaciones darwinistas.
196 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MONDO

¿Qué es una gena? La comparación con la casa nos lo


aclarará. Mientras se creyó que había una estructura secre­
ta en el germen, se buscaban pequeñísimas partes materiales
que, por aumento en número y crecimiento, debían llegar
a constituir el animal completo.
Esta suposición, trasladada a la construcción de la casa,
afirmaba que existen en miniatura en el germen un ladrillo,
un peldaño de escalera, una hoja de ventana, etc. Ahora se
muestra que tal suposición es falsa. Después del descubri­
miento de Mendel tenemos que admitir que en el germen
existen en miniatura la altura de los muros, la pendiente
de las escaleras, el color de las hojas de las ventanas, etc.
Eso parece completamente irrazonable, porquie se trata
de puras propiedades formales, en modo alguno químicas,
que jamás pueden ser extraídas sin más del material. Hasta
se puede decir que también las propiedades formales son
siempre condicionadas por determinadas propiedades quí­
micas o físicas del material.
La aparente locura de afirmar que todas las propiedades
de un material aun no existente están ya formadas en el
germen disminuye tan pronto com o piensa uno que en el
germen sólo existe el material originario, al cual los fer­
mentos pueden prestar todas las posibles propiedades por
ia introducción de procesos específicos. Se trata, pues an­
te todo, de recoger estos procesos en grupos unitarios,
a fin de que se originen propiedades unitarias. Esta es la
misión de la dirección de la obra, y esta dirección de la
obra reside en las genas.
Pero en la construcción de cada una de las propiedades
del material no se origina aún ningún producto como los
que presentan los órganos. Para ello es necesario también
que las propiedades del material sean recogidas y agrupa­
das localmente. Ocurre esto gracias a determinados facto­
res ordenadores, de los que no sabemos otra cosa y a los
que podemos llamar supergenas. La cualidad de tener los
bordes completos y la de la azul floración tienen que ser
reunidas localmente para que, en unión con otras propie­
dades, resulte un pétalo azul y de borde completo.
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 197

Según esto, si pueden ser consideradas las genas com o di­


rectores inferiores, que están por todas partes en la obra
para cuidar de que los morteros sean mezclados com o es
debido, talladas debidamente las piedras, tienen que existir
también directores de obras superiores, que vigilan la eje­
cución de cada una de las secciones de la casa, alguno para
la construcción de las escaleras, otro para la construcción
de las habitaciones, del tejado, etc.
Los trabajos de Braus han mostrado que existen realmen­
te en la evolución tales factores independientes. Braus
halló que la privación de una parte del material de un de­
terminado territorio germinal, por ejemplo, del que forma
el hueso del brazo de un animal vertebrado, tiene com o
consecuencia que se origine un hueso de brazo completa­
mente organizado, pero sólo de la mitad de su tamaño. A su
lado, sin preocuparse de ello, se origina un hueso normal
de hombro, con el cual ya no se corresponde el hueso del
brazo. Cabeza y cavidad de la articulación de hombro no se
corresponden después una con otra en el animal adulto.
Esto demuestra en primer lugar que los factores directo­
res de construcción para la formación de órganos, las su­
pergenas, son tan independientes unas de otras com o las
genas mismas, mientras se encuentran en gérmenes indi­
ferenciados, y en segundo lugar, que las subgenas ocupadas
en la construcción de un órgano construyen debidamente
el órgano según sus propiedades formales y químicas, in­
dependientemente de la cantidad de material, porque un
factor más alto las domina.
Si queremos formarnos idea de la dependencia de los
diversos factores, más adivinados que conocidos, que inter­
vienen en la construcción del animal, tenemos que consi­
derar com o grado supremo la supergena formadora de ór­
ganos, bajo la cual se hallan las formadoras de propiedades,
o las genas. Las genas, por su parte, rigen a los fermentos,
y los fermentos atan y desatan las moléculas del material
primitivo del plasma germinal forma un fermentante mon-
tra en un permanente cambio de substancia y energía.
Esta construcción de los factores materiales y extrama­
198 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

teriales de la más diversa especie en una única unidad es


el plan de origen.
Resumiendo brevemente, la eficacia del plan de origen
del animal se representa de la siguiente manera: el material
primitivo de plasma germinal forma un fermentante mon­
tón de materia que perecería abandonada a sí misma, pues
los fermentos y fuerzas que la rigen son totalmente desor­
denados, y tarde o temprano, por lo tanto, tienen que llevar
a la descomposición.
La primera ordenación tiene lugar por la primera gena,
que recogiendo determinados fermentos, introduce la pri­
mera parte del proceso. Mientras dura la acción de la pri­
mera gena se efectúa el proceso de segmentación, la gene­
ración de células perfectas de la misma clase, que a volun­
tad se pueden cambiar unas por otras.
Entonces intervienen las genas inmediatas y efectúan la
organización del montón de células en tres láminas germi­
nales, cuyas células varían de lámina en lámina, pero son
plenamente semejantes dentro de cada una de ellas.
Se presentan nuevas genas y separan las láminas germina­
les en territorios germinales, que ya representan la dispo­
sición de los órganos. Sólo ahora comienza Ja actividad
de las supergenas, las cuales determinan en qué células
las diversas subgenas deben introducir la formación de teji­
dos dependientes de ellas: aquí, tejido muscular; allí, te­
jido óseo, etc.
Se ha logrado recientemente aislar en vida Jas células en
que se desarrolla el tejido nervioso. Entonces sigue origi­
nándose auténtico tejido nervioso, ciertamente, piero los
nervios crecen hacia fuera sin regla alguna, ya que les
falta la dirección.
Finalmente, se origina un organismo acabado, cuyos ór­
ganos armonizan conforme a plan y trabajan en común,
esto es, poseen un plan de función.
Si se considera el curso de Jas cosas, sin ligar a ello nin­
guna posterior teoría, no puede negarse que queda puesto
de relieve en ello un hecho que se da directamente de gol­
pes con la dominante concepción materialista. Es el en­
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 199

grane de factores vitales en la rueda motriz fisicoquímica.


Como se recordará, una gran dificultad de pensamiento
de las ciencias naturales de medida y número consiste en
que en lugar de los fenómenos realmente observados se co ­
loca una ficticia, pero útil, imagen del mundo, en la que
no hay ninguna cualidad, sino sólo cantidades. Ningún
naturalista querrá impugnar la legitimidad de este proceder;
pero lo que sí tiene que ser impugnado muy enérgicamen­
te es, en primer lugar, la integridad, y en segundo, la rea­
lidad de esta hipótesis auxiliar.
Es evidente que en todas las imágenes cuantitativas del
mundo faltan todas las relaciones que' ligan las diversas
cualidades en una cualidad superior, porque las cantidades
puestas en lugar de las cualidades no pueden, en modo
alguno, entrar en tal unión. Así, por ejemplo, es imposi­
ble expresar por medio de cualquier combinación de ondas
del éter la ley del efecto complementario de los colores
según la cual cada par de colores se ligan en una unidad
más alta, el blanco. Lo mismo puede decirse de los so­
nidos. En músicai designamos como notas los sencillos
factores fundamentales. A pesar de eso, ya el sonido sen­
cillo es una alta unidad, que tendríamos que llamar reso­
nancia, ya que se compone de tonos armónicos, etc. Un
oído musicalmente muy educado acaso puede oír separados
los sonidos parciales que componen la alta unidad, mien­
tras que hasta ahora aun no ha habido vista tan fina que
haya entresacado los factores que forman el blanco. Esta
es la única diferencia. Físicamente, la unidad de sonido pue­
de ser representada por una onda de aire tan escasamente
como el blanco por una onda de éter.
Naturalmente, en el mundo de ideas físicas falta toda in­
dicación de una conformidad a plan de las estructuras,
porque también ésta es de naturaleza puramente cualitativa
y en modo alguno puede ser expresada cuantitativamente.
Aun más incierto se alza el famoso mundo de los átomos
cuando se trata de la reproducción de unidades cuyos fac­
tores se suceden en el tiempo, com o por ejemplo, la melo­
día abarca una serie de notns en una cualidad nueva.
200 IDEAS PARA ÜNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Si ya la misma existencia de un objeto construido con­


forme a plan es inalcanzable para la consideración física
del mundo, ¡cuánto más lejos de su horizonte se halla el
origen conforme a plan de un objeto conforme a plan!
Estos fenómenos, realmente observados por nosotros, per­
tenecen única y exclusivamente al territorio de la biología
y sólo pueden ser tratados según leyes biológicas. La ley
superior de la vida, la que abarca según plan toda confor­
midad a plan en el tiempo, ha sido llamada por Karl Emst
von Baer la aspiración a un fin. Su actividad es por todas
partes la misma; sus efectos, por todas partes distintos.

III
Según hemos visto, cada ser vivo se caracteriza por no
estar obligado, com o un objeto muerto, a recibir y trans­
mitir sin selección cada efecto del mundo exterior, sino
que posee la capacidad de oponerse al mundo exterior,
com o sujeto que recibe los efectos del mundo exterior que
se le acomodan y suprime los que le perturban. El sujeto
animal posee además la capacidad de transformar, sin ex­
cepción, las formas de energía del mundo exterior en la
forma de energía sólo a él correspondiente: la excitación.
Por su parte, la excitación pone en actividad los órganos
efectóricos del animal.
Los órganos efectóricos son instrumentos acabados que
conciertan siempre con los objetos del contorno, por muy
especializados que estén, com o los innumerables instrumen­
tos de los insectos, o, por el contrario, poseen la posibilidad
de acomodarse a las formas de todos los posibles objetos,
com o nuestra mano.
El sujeto vivo introduce en el desierto de los hechos
físicos de los cuerpos sin vida, que sólo están señoreados
por la ley de causa y efecto, su ley propia, que es la con-
jormidad a plan.
Las tres capacidades necesarias para formar un sujeto
construido conforme a plan son: primero, la selección de
estímulos; segundo, la transformación de los estímulos en
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 201

excitación, y tercero, el ponerse en movimiento la activi­


dad efectórica. Ya en las simples amibas, que sólo se com­
ponen de una gota de protoplasma, encontramos estas tres
funciones, que se diferencian com o irritabilidad, transmi­
sión de la excitación y movilidad. Las tres funciones, que
están ligadas entre sí como los miembros de una cadena,
son designadas en común con el nombre de reflejo. Se en­
cuentran en todas partes donde existen órganos indepen­
dientes en cuerpos vivos.
Trátase, en último término, de referir al reflejo la acti­
vidad vital de todos los animales. Es muy práctico designar
el funcionamiento de cada animal com o un reflejo com ­
pleto, pues la cadena del reflejo con sus tres miembros nos
suministra el único medio fisiológico de división utilizable
en la actividad total del animal. Distinguimos, según eso, en
el sujeto animal una actividad receptórica, una central y
una efectórica.
Comenzamos por la consideración del miembro final de
la cadena, que se realiza en los órganos efectóricos o efec-
tores. T odos los innumerables órganos efectóricos de la
serie animal, ya sirvan para volar, correr, arrastrarse, na­
dar, comer o para lo que sea, muestran una nota común.
Es la movilidad. Y su movilidad la deben todos al mismo
órgano, la fibra muscular. Se puede decir, por lo tanto,
que la fibra muscular es el órgano m ccánico-efectórico por
excelencia. Hay además órganos químico-efectóricos, las
glándulas, pero cuya significación no nos toca en este mo­
mento.
La fibra muscular es aquel órgano del cuerpo del animal
que menos se distingue del sencillo protoplasma, pues cada
fibra muscular muestra en sí todos los miembros de la ca­
dena del reflejo. La fibra muscular es irritable, es decir,
entra en excitación ante determinados influjos exteriores;
la excitación se reparte por toda la fibra v realiza en todas
partes un movimiento de contracción. Estamos por com ­
pleto a obscuras acerca de los fenómenos micromecánicos
y microquímicos, respectivamente, de la contracción del
■músculo, aunque no se dejó de aprovechar ninguna ocasión
202 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

para enunciar una teoría acerca de tales cosas. Por eso


reina en los últimos tiempos alguna mayor claridad acerca
del papel que está llamada a representar la función de la
fibra muscular en el cuerpo del animal. Así, queremos
considerar algo más de cerca esta parte del problema.
Cada una de las fibras musculares es una cuerda que no
sólo puede contraerse, sino que también, durante su con­
tracción, está en estado de vencer resistencias y levantar
pesos. A veces estas dos funciones están divididas entre
dos diferentes especies de músculos, com o también nos­
otros, al elevar pesos, a la máquina que mueve el peso le
añadimos un trinquete que sostiene el peso en alto e im­
pide que se deslice hacia abajo. En lugar de un trinquete
puede imaginarse intercalada una segunda máquina, que
con su trabajo sostiene el contrapeso de la carga de modo
que el peso levantado no se encuentra en un equilibrio
estable, sino en uno inestable.
Por eso siempre se distinguen en los músculos un aparato
de contracción y un aparato de inhibición. Ambos apara­
tos trabajan juntos, de modo que la excitación fluye pri­
mero al aparato contractor, trata de ponerlo en movimiento,
y sólo cuando éste es impedido de trabajar por el peso de
la carga se desliza al aparato de inhibición, el cual, después,
entra en actividad lentamente hasta que sostiene la carga
del contrapeso, y entonces el aparato de contracción es
capaz de levantar el peso.
Por lo tanto, dos especies de cosas son capaces de hacer
las fibras musculares, contraerse y vencer resistencias; pero
eso es todo. Para poner en el debido movimiento al aparato
exterior de los efectores, con frecuencia muy complicado,
de modo que cada una de las partes se inserte con su acti­
vidad en la serie debida, no basta la musculatura sola. Para
hacer los movimientos del cuerpo de las contracciones
musculares se necesita la intervención del sistema nervioso.
¿Cómo ocurre eso? L o mismo que en la máquina de
escribir cada una de las letras es golpeada por su propio
macillo, cada fibra muscular posee su propia fibra nerviosa,
lo que hace posible que cada fibra muscular sea hecha fon-
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 203

donar en común con las otras fibras musculares en todas


las imaginables relaciones.
Con esto conocemos el segundo órgano importante del
cuerpo animal: la fibra nerviosa. Esta se ha especializado
mucho más que la fibra muscular; sólo es capaz de entrar
en excitación ante un estímulo y de transmitir la excitación
más adelante: no posee ninguna otra movilidad. Cada ner­
vio se compone de innumerables fibrillas finísimas que c o ­
rren separadas unas de otras y que también conducen la
excitación aisladamente. Lo que sabemos de las propiedades
microquímicas y micromecánicas de la excitación, a pesar
de los aparatos extraordinariamente perfeccionados que mi­
den la forma de expresión eléctrica de la excitación, no
basta aún, ni con mucho, para proporcionarnos una apro­
vechable representación física; cierto que ante todo, por­
que esos aparatos sólo son propios para conocer la ex­
citación en movimiento, y, a decir verdad, en una muy
determinada forma vibratoria, una especie de ondulación.
Pero carecemos de todo aparato para medir la excitación
en reposo o en cambios lentos.
Por eso, si queremos formarnos una idea del papel que
representa la excitación en el cuerpo animal tenemos que
atenernos a la grosera analogía con los movimientos de
líquidos en tubos.
Quienquiera formarse una superficial imagen de cómo
están relacionadas las fibras musculares con el sistema ner­
vioso central, que se represente que cada fibra muscular
está ligada por un tubo de goma con un globo de goma
dotado de autoactividad, que contiene el desconocido lí­
quido de la excitación.
Este globo de goma, o más bien el órgano central que
nos hemos presentado bajo tal imagen, tiene dos misiones
que desempeñar: primeramente, enviar a los músculos ondas
de excitación, que convierten la excitación existente en el
músculo en una onda análoga de movimiento, la cual, por
su parte, pone en actividad los aparatos de contracción e
inhibición; en segundo lugar, mantenerse en un permanente
cambio de efectos con las excitaciones musculares. Cierto
204 IDEAS PARA DNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MONDO

que no se realiza ningún directo tránsito de la excitación


nerviosa a la excitación muscular, y al contrario; mas, sin
embargo, el órgano-globo que se halla en el extremo central
de la fibra nerviosa refleja exactamente, en su grado de
plenitud, el estado de excitación (masa y presión de exci­
tación) del músculo. Por eso he llamado a este órgano el
representante del músculo.
Imaginémonos ahora enlazados por una red de tubos to­
dos los representantes de los músculos: así hemos adquirido
una imagen bastante acertada del sistema nervioso central
más fácil que cabe imaginarse.
¿Cómo funciona tal sistema nervioso central? Resulta
que los músculos, si no están inhibidos al máximo, pueden
ser llevados a enervación por extensión. La enervación es
la expresión para designar un estado fuertemente rebajado
de excitación. Este estado de excitación influye en el
grado de plenitud del representante del músculo. Si desde
fuera, esto es, desde la parte de los receptores, fluye ahora
a la red central una onda de excitación, ésta sólo podrá
entrar en los representantes de los músculos enervados.
Sólo éstos, según se dice, son acordes con la nueva exci­
tación; los otros representantes son discordes. A conse­
cuencia de eso, sólo se contraen los músculos extendidos,
En ima sencilla red nerviosa, la excitación corre siempre
hacia los músculos extendidos; ésta es la ley más general
de la dirección de la excitación. Donde se presente este
fenómeno, podemos estar seguros de que nos encontramos
ante una sencilla red nerviosa. Pero reconoceremos en se­
guida otras disposiciones que impiden la aparición de la
regla general.
Pero antes hay que llamar la atención hacia una conse­
cuencia muy importante de la ley general de excitación.
La mayor parte de los músculos, en cada cuerpo animal,
están colocados de tal m odo que cada par de músculos
trabajan siempre en oposición. Se llama entonces a uno
de los músculos el agonista, y a su contrincante, el anta­
gonista. Si se contrae el agonista, se extiende al mismo
tiempo el antagonista. Ahora, si en la red central fluye
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 205

siempre la excitación hacia el representante del músculo


entonces extendido, se deduce de esto la más sencilla es­
pecie de ritmo de movimiento, que sirve a innumerables
animales para ejecutar su marcha, pues provoca una osci­
lación de las piernas a uno y otro lado, que, con una apro­
piada construcción de las extremidades, lleva a un movi­
miento de carrera. Del mismo modo se pueden referir a
esta sencilla imagen los plurales movimientos serpenteantes
de los largos animales sin pies. Hasta los movimientos de
la cola del gato obedecen a esta ley.
La representación de la red central, que liga los repre­
sentantes de los músculos, se ha mostrado com o muy apro­
piada para percibir intuitivamente, mediante la introducción
de toscas imágenes mecánicas, una porción de fenómenos de
naturaleza central de los cuales no se poseía la más mínima
representación intuitiva.
Quizá se me objete que tal imagen sólo puede tener un
valor muy dudoso, ya que los fenómenos del sistema ner­
vioso central se realizarán, seguramente, sobre base muy
distinta de la que aquí hemos adoptado. ¿N o es acaso me­
jor apartar la vista de toda comparación hasta que las in­
vestigaciones micromecánicas hayan progresado tanto que
puedan ofrecernos un seguro fundamento para los fenó­
menos del sistema nervioso central, en vez de entregarnos
a imágenes y comparaciones falsas e imprecisas, que es po­
sible que nos hagan caer en el error?
A esto se responde que toda comparación empleada sin
precauciones tiene que llevar forzosamente por falsos ca­
minos; pero que una imagen usada con precaución contri­
buye mucho a la claridad y precisión.
Pero hay una razón decisiva por la cual la biología no
podrá prescindir jamás de tales imágenes. Su misión, pre­
cisamente, es representar la conformidad a plan de los or­
ganismos. Pero la conformidad a plan no puede, en modo
alguno, ser concebida mediante un pensamiento lógico, sino
sólo por intuición. Por lo tanto, es necesario hacer com ­
prensible, mediante una imagen intuitiva, los papeles que
está llamada a representar cada parte del cuerpo animal,
206 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

para no perder nunca de vista la dependencia de todo el


mecanismo. Sólo cuando los biólogos han ordenado cada
hecho nuevo en la dependencia intuitivamente concebida
no corre peligro la biología de ser asfixiada por el sobre­
amontonamiento de hechos.
El sistema nervioso central es el asiento del mecanismo
de las excitaciones. Para desentrañar, hasta cierto punto,
la manera de ser de este mecanismo y reducir a una com­
prensible dependencia los fenómenos de los receptores con
los movimientos de los efectores sirve la bosquejada imagen.
Bastarán algunos ejemplos para convencer a todos de la
utilidad de esta imagen. Hay casos en los cuales también
se presenta un ritmo entre músculos que no están uno con
otro en ninguna relación antagónica; donde, por lo tanto,
el ritmo tiene que ser atribuido a las disposiciones del sis­
tema nervioso central; donde ya no se tiene que hablar de
un antagonismo de los músculos, sino de un antagonismo
de los centros. En este caso, lo más cóm odo es imaginarse
a los representantes de los músculos en cuestión puestos
en una anatómica relación antagónica. Como los músculos
antagónicos se extienden recíprocamente, así también pue­
den extenderse recíprocamente los representantes, a los que
se atribuye forma armónica.
En el caso del antagonismo de los centros ya no puede
considerarse com o sencilla la red central y la ley general
de excitación ha perdido su sentido.
En animales u órganos alargados se designará igualmente
com o alargada la red central. En estos animales aparece
con frecuencia una manifestación característica. La exci­
tación, sea producida por el estímulo que quiera y en el
sitio del cuerpo que le parezca, corre siempre hacia el ex­
tremo anterior y causa allí los primeros movimientos rít­
micos; después sigue recorriendo al animal en línea recta.
Esta manifestación es llamada cuenca de excitación e indi­
cada por una mayor difusión de la red. En casos raros, la
cuenca de excitación se encuentra también en otras partes
del cuerpo.
Hasta ahora sólo habíamos considerado aquellos casos en
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 207

los que todos los centros estaban coordinados unos con


otros, com o ocurre en muchos animales inferiores. Nada
cambia en ello la ocasional aparición de divisiones en Ja red.
Por el contrario, pronto aparecen sistemas nerviosos en
los cuales la división de la red va de acuerdo con una
subordinación de los centros. Si echamos una ojeada a los
: equinos, que poseen una red central exterior y una interior,
se pone de manifiesto que sólo en la red exterior se asientan
los representantes que están en relación con los músculos.
Por el contrario, en la red interior se encuentran órganos
completamente análogos que también pueden ser represen­
tados com o globos y que sirven com o activos depósitos de
excitación. Su actividad consiste principalmente en que,
gracias a su posición central, les es posible mantener al
mismo nivel el estado de excitación de los representantes
en todo el animal.
Mientras en los equinos estos depósitos centrales sirven
para alimentar con excitación a los representantes a ellos
subordinados, en los caracoles los depósitos centrales que
se encuentran en el ganglio pedal sirven para absorber la
excitación excesivamente grande que se encuentra en la red
de representantes subordinados.
En caso de más amplia perfección de los animales se
pierde cada vez más el carácter original de la red en el sis­
tema central nervioso; los diversos representantes de aque­
llos músculos que tienen que ejecutar un movimiento co­
mún son colocados por grupos bajo un único depósito de
excitación, que llega a ser su comandante. Grupos de co ­
mandantes están a su vez sometidos a un super comandante.
Esta es la situación que encontramos en los calamares.
Acaso se haga uno la pregunta de cóm o es posible tratar
tan al detalle los fenómenos del sistema nervioso central
sin considerar los órganos receptores, de los cuales, sin em­
bargo, salen las eficaces excitaciones.
La razón de ello es fácil de comprender. Mientras el
sistema nervioso central forma una simple red es comple­
tamente indiferente por qué receptor es enviada una exci­
tación al sistema nervioso central. Ya sea que un estímulo
208 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

de luz hiera a un fotorreceptor, o un estímulo de tacto a


un tangorreceptor, o un estímulo químico a un químico-
rreceptor, siempre se producirá igualmente en el nervio una
onda de excitación. Esta onda de excitación se derrama en
la red general y allí se pierde toda diferencia de cualidad.
El nervio, de cualquier especie que sea, no puede recibir
ni conducir otra cosa más que excitación. Según la especie
de construcción del animal, el extremo libre del nervio que
desemboca en la piel, y que, com o tal, está abierto a todo
estímulo de mediana intensidad, estará provisto de aparatos
de protección, para cegarlo a estímulos inútiles, o poseerá
aparatos especiales llamados transformadores, que tienen la
posibilidad de convertir ineficaces influencias del mundo
exterior en eficaces estímulos nerviosos. Análogas trans­
formaciones las vemos, por ej.emplo, en nuestros fósforos,
cuya masa inflamable prende fuego a la madera con un
suave frote, mientras que la madera sola, sólo muy difícil­
mente llega a encenderse por frotamiento.
Diversos animales inferiores, gracias a sus receptores pro­
vistos de transformadores, poseen ya un mundo perceptible
muy finamente concordado, pero cuyos efectos se pierden
en la red central sin dejar huella. Tales animales son ya
capaces de reaccionar ante muy especiales estímulos, pero
no poseen ningún medio para separar unos de otros estos
estímulos.
Este medio sólo es ofrecido por la división de la red cen­
tral en diversos territorios. Uno de los casos más sencillos
lo ofrece la anémona de mar, que posee una red especial
para los representantes de los músculos longitudinales y
otra para los representantes del anillo muscular. Ambas
redes están en relación con diversos receptores, y así re­
sulta que un estímulo mecánico no es confundido en ellas
con un estímulo químico, sino que ambos estímulos provo­
can efectos opuestos.
La división de la red ofrece, por lo tanto, la principal
posibilidad de separar cualitativamente los estímulos del
mundo ambiente; pues no se olvide que cada estímulo, de
cualquier clase que sea, jamás puede hacer otra cosa que
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 209

provocar una excitación en un nervio, en nada distinta de


la excitación del nervio vecino, y que, sin embargo, gracias
a su receptor específico, es excitada por muy otro estímulo.
Por Jo tanto, sólo la persona del nervio, y no la especie
de excitación, es lo que hace que diversas cualidades de
diversos estímulos puedan ser percibidas en el animal. Para
asegurarlos permanentemente, cada nervio tiene que des­
embocar en una red separada, que no esté en relación con
las redes de otros receptores.
Pero la introducción de redes receptores ofrece además
otra posibilidad, que es Ja de separar cualitativamente los
estímulos de igual especie, si afectan a otro lugar del cuerpo
del animal. Esta posibilidad es utilizada ante todo por los
ojos, cuya retina se compone de pequeñísimas esferas sen­
sibles a la luz, cada una de las cuales posee su separada
fibra nerviosa. Si todas las fibras nerviosas desembocan en
una red común, entonces un objeto mayor provocará, cier­
tamente, una excitación más grande que uno más pequeño;
pero si no, no se presenta ninguna diferencia. Del mismo
modo, un objeto moviente, que excita una después de otra
todas las esferas de luz, producirá mayor efecto que uno
en reposo. Esto se llama motorrecepción. En este caso, la
forma del objeto no puede ejercer, sin embargo, ningún
efecto específico. Un efecto de imagen, o iconorrecepción,
es imposible en caso de una red única.
La jornia de los objetos se refleja suficientemente en la
diversa combinación de Jas excitadas esferas de luz. Si en
una retina ha de dibujarse un objeto triangular, será exci­
tado otro grupo de esferas de luz que por uno cuadran-
gular. Es del todo indiferente el que la red central sea o no
capaz de percibir esta diferencia.
Imagínese ahora que haya varias redes centrales de for­
mas sencillas, triangulares o cuadranglares, existentes desde
el principio en el sistema nervioso central, y estas redes se
interesarían, según las reglas de la inducción eléctrica, si
algunas esferas de luz eran excitadas en los grupos triangu­
lares o cuadrangulares (en lo cual intervendría siempre la
electricidad); así, esto prestaría al animal la posibilidad de
210 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

reaccionar de distinto modo ante objetos triangulares y


cuadranglares.
Con esto la forma llega por primera vez a ser un estímulo
eficaz. Un animal que sólo alberga escasas redes receptoras
en su sistema nervioso central ordenará esquemáticamente
todo el mundo visible según esas pocas redes. Por eso se
llama propiamente un esquema a esa red de formas repro­
ducidas.
Mediante la aparición de estas redes receptóricas o esque­
mas ha cambiado de repente la posición de todo el animal
con relación a su mundo perceptible. Mientras antes cada
estímulo de los receptores, transformado en excitación,
obraba inmediatamente sobre la red de representantes, ahora
se inmiscuye un factor entre los receptores y la red de
representantes: un nuevo órgano que agrupa las ondas
de excitación de cada una de las fibras y las liga en formas
fijas. Este órgano tiene parecido con un espejo, el unido
aparato que es también propio para reproducir las formas
del mundo exterior. Pero el espejo es un instrumento físico
que, sin distinción, reproduce todas las formas. En el ór­
gano receptórico no llega a estar vivo un mundo físico
espejado, sino un anthmmdo biológico. En éste sólo existe
una selección de aquellas formas que son importantes para
la vida del animal, y, a la verdad, con el grado de precisión
que es conforme a fin para el animal.
En el "ver” formas (iconorreoepción) hay que distinguir
1?, el objeto en el mundo exterior; 2?, la imagen en la re­
tina; 3°, el esquema en el antimundo.
Sólo en éste se enlaza la zona efectórica con los coman­
dantes y representantes.
La investigación del antimundo es ciertamente un difícil
tema de la biología experimental, pero altamente laudable.
La práctica, también en esta com o en tantas otras cosas, ha
ido delante de nosotros y nos ha mostrado el camino que
debemos tomar al construir el pescador de caña sencillos
modelos de moscas, que son precisamente lo bastante para
hacer que en el mundo perceptible del pez se presente una
verdadera mosca a la que el pez atrape con la boca.
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 211

El antimundo es el que, en los animales superiores, puebla


de objetos el mundo perceptible y les presta con ello una
gran superioridad sobre los animales inferiores. Mientras
en los animales inferiores les competen los temas principa­
les a los órganos efectóricos yf su vida se desenvuelve prin­
cipalmente en el mundo de efectos, en los animales supe­
riores los órganos receptóricos representan los papeles di­
rectores, gracias al antimundo, con lo cual es atribuida al
mundo perceptible una significación cada vez más grande.
Y, finalmente, en el hombre el mundo perceptible vence
por completo, en su desarrollo, al mundo de efectos, pues
hasta sus propios efectores llegan a ser objetos de este mun­
do perceptible.
4

Quien haya adquirido una noción de la vida interior de


los animales habrá reconocido que, a pesar de todas las di­
ferencias de esta vida interior, predomina un plan funda­
mental relativamente sencillo, que señala a los diferentes
órganos sus funciones efectóricas, centrales o receptóricas.
Estas tres funciones fundamentales tienen que existir en
cada animal para que pueda desempeñar su papel en el
mundo com o sujeto independiente.
Como cada una de las tres funciones fundamentales
no es comprensible sin las otras, ya que las tres reunidas
forman una sola unidad, el papel de todo animal como
sujeto no es comprensible sin los objetos a ello correspon­
dientes.
Cada animal, com o sujeto, se compone de tres órganos
tipo, dos de los cuales, el efectórico y el receptórico, están
siempre en contacto, con el mundo exterior. El mundo ex­
terior con el cual se relacionan los órganos efectóricos y
receptóricos no es absolutamente el mismo. Como ya queda
expuesto, tenemos que distinguir entre un mundo de efec­
tos, correspondiente a los órganos efectóricos, y un mundo
perceptible, correspondiente a los órganos receptóricos.
Hasta qué punto caen uno fuera del otro estos dos mundos
212 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

quiero aclararlo con un ejemplo que tomo de mi propio


libro Unweit und Innenwelt der Tiere:
"La medusa Rhizostomapulma.
” La superficie del mar es un pastizal único cubierto de
abundantes plantas. Como en los pastizales terrestres se
alimentan las ovejas, así se alimentan las medusas en los pas­
tizales marinos. Tan distintos com o son los dos mundos,
así son también distintos los animales que viven en ellos.
Pero, en cada caso, pastizal y pastantes armonizan de un
modo igualmente perfecto.
” La vegetación del mar abierto consiste en innumerables
algas monocelulares, especialmente diatomeas, que, en di­
verso espesor y hasta variable profundidad, penden como
finísimos puntitos. Pueden seguir sin resistencia cada mo­
vimiento de las olas sin cambiar de sitio, com o el agua
misma. Para coger este fino polvo alimenticio, el animal
que pasta necesita un estómago palpitante que recoja el
agua sin filtrar y la devuelva filtrada. Sólo de este modo
puede ser reunido polvo alimenticio en cantidad suficiente
para alimentar a un animal grande. Al mismo tiempo, ne­
cesita el animal, si es más pesado que el agua, realizar mo­
vimientos de natación, que lo mantengan en la superficie.
” La consideración del Rhizostomapulmo, una de ’las
grandes medusas del libre mar Mediterráneo, nos enseña
de qué ingeniosa manera están relacionados entre sí los dos
movimientos necesarios de la aprehensión del alimento y la
natación. Una Rhizostoma en reposo se asemeja aproxima­
damente a un paraguas abierto, fabricado de gelatina elás­
tica. Muestra tanto el mango com o la umbela. El mango,
por su parte, se parece a un pesado carámbano pendiente
hacia abajo. Está surcado por canales longitudinales, en los
cuales se abren finos poros que sirven para la toma de agua.
El mango está sujeto con cuatro elásticas presillas a la parte
inferior de la igualmente elástica umbela de gelatina. Entre
las 4 presillas hállase extendido el membranoso estómago, en
el que desembocan los canales longitudinales del mango.
” Se trata, ten primer lugar, de poner al estómago en pul­
sación rítmica, y en segundo lugar, de ejecutar movimientos
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 213

de natación con la umbela. Ambas cosas son realizadas


por medio de unos finos músculos anulares que van asen­
tados en el borde interior del paraguas, y que con su con­
tracción aumentan fuertemente la convexidad del elástico
paraguas. Si los músculos ceden en su acción, vuelve a
achatarse la umbela, gracias a su elasticidad. Como el golpe
del paraguas hacia arriba dado por los músculos es más
enérgico que el golpe elástico hacia abajo, se produce con
ello un movimiento de todo el animal hacia arriba. El pe­
sado mango cuida de que la posición del paraguas con la
umbela en lo alto quede mantenida permanentemente y
vuelva a ser tomada después de perturbaciones exteriores.
” Con ello está dado el movimiento de natación. En cada
contracción del borde del paraguas se aumenta la convexi­
dad de la umbela, com o hemos visto, y la cima es empujada
hacia arriba. De este modo se produce un tirón sobre el
mango. Este no puede obedecer al tirón inmediatamente,
porque la resistencia de fricción en el agua es demasiado
fuerte. Entonces se extienden las elásticas presillas y la
charca del estómago se dilata. Después de terminado el gol­
pe del músculo vuelve a achatarse la campana, las presillas
se encogen, el mango se acerca a la umbela y estrecha la
charca del estómago. De esta manera, con una sola activi­
dad muscular están resueltos el movimiento de la umbela
y el del estómago. Las pulsaciones del estómago impulsan
por su parte el alimento a los canales digestivos, que se
extienden por la parte inferior de la umbela, a manera de
radios. Al mismo tiempo impulsa por este camino fresca
agua respiratoria a los tejidos interiores. De este modo,
por la contracción de los músculos del borde son realizadas
todas las funciones de movimiento de que necesita el cuerpo.
” La actividad de los músculos del borde es, por lo tanto,
incomparablemente más importante de lo que lo son, por
regla general, los movimientos de las partes periféricas. Pues
en el Rhizostoma las funciones del nadar, comer, digerir y
respirar son ejecutadas o, por lo menos, iniciadas por los
músculos anulares. N o es milagroso que toda la vida ani­
mal del animal se concentre en estos músculos. Aquí se
214 IDEAS PARA VNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

asientan los únicos órganos de recepción, los llamados cor­


púsculos marginales; aquí se asienta todo el sistema nervioso.
’’Los corpúsculos marginales del Rhizostoma forman sa-
quitos, que contienen una piedra y un almohadillado ner­
vioso. Se deduce de aquí que el choque de la piedra y el
almohadillado nervioso produce un estímulo nervioso.
” Si a un Rhizostoma se le cortan todos los corpúsculos
marginales menos uno solo, prosigue latiendo a pesar de
eso. Pero si se detienen esos corpúsculos con un palito fino
y se impide que participen en las oscilaciones del margen
de la umbela, Ja medusa se queda instantáneamente quieta.
Sólo cuando se han hecho oscilar artificialmente los cor­
púsculos comienzan otra vez los movimientos de natación.
El corpúsculo marginal se conduce} com o una campana
cuyo badajo fuera sujetado de repente, y por eso no puede
sonar más.
’’Cuando desde a bordo del barco se contempla la cen­
telleante superficie del mar azul y vense, en innumerable
muchedumbre, las silenciosas campanas de las medusas, que
se acercan flotando com o flores maravillosas de un jardín
encantado, nos sobreviene involuntariamente un sentimien­
to de envidia. Poder flotar de un lado a otro, libre y sin
ansias, llevado por las sonoras olas, en medio de toda esta
magnificencia de colores, en el centelleante día y la res­
plandeciente noche de luna, tiene que ser un destino mag­
nífico. Pero la medusa no percibe nada de eso. Todo el
mundo que nos rodea está cerrado para ella. Lo único que
llena su vida interior es la rítmica excitación que, produ­
cida por ella misma, nace y se extingue en su sistema ner­
vioso en una serie siempre igual.
’’Así, este maravilloso organismo está constituido para
resolver las más precisas necesidades. El plan de construc­
ción asegura al animal su alimento y el necesario movi­
miento, sin que eso corresponda a ningún estímulo del mun­
do exterior. Un mundo perceptible que llene el sistema
nervioso con ricas excitaciones no existe para el Rhizosto­
ma; sólo un contorno, del cual extrae el alimento su es­
tómago.”
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 215

Como ejemplo de cuánto se apartan de los nuestros los ob­


jetivos que se presentan en el mundo perceptible de los
animales, querría presentar las pinzas venenosas del equino.
Las pinzas venenosas, que son un órgano independiente
del cuerpo del equino, se alzan tan pronto com o son afec­
tadas por un débil estímulo químico. Se abren ante un
fuerte estímulo químico y adelantan, al hacerlo, sus cabe­
llos táctiles, los cuales, al estar en contacto con alguna cosa,
excitan por reflejo el músculo de cierre, y las pinzas aprie­
tan instantáneamente.
Para el mundo perceptible de las pinzas venenosas sólo
hay una cadena de estímulos, cuyos miembros se presentan
sucesivamente en el tiempo. Para nosotros, esta cadena de
estímulos tan pronto es un Jimáceo com o una estrellamar
que se acercan al equino. Ambos se acercan lentamente;
ambos echan al agua materias en extremo activas química­
mente; ambos producen, por último, un estímulo de con­
tacto. Estas son las solas notas que utiliza el equino. Por
eso, en el mundo perceptible del equino, limadnos y estre­
llamares forman el mismo objeto, mientras que para nos­
otros, hombres, son objetos fundamentales distintos.
Mediante la exclusiva consideración de los animales su­
periores se ha deslizado en nuestro pensamiento un error
casi inextirpable: el convencimiento de que en la cadena
de funciones fundamentales la central es la más importante.
Hasta se ha enunciado repetidas veces que el desenvolvi­
miento de la función central ha sido el problema de Ja
evolución total de los animales desde la amiba hasta el hom­
bre. Asediante esta exageración del sentido de la función
central se dificulta extraordinariamente nuestra compren­
sión de los animales inferiores y de su posición respecto
al mundo circundante.
Es necesario que la Naturaleza nos dé muy persuasivas
enseñanzas para arrancarnos a este error. Una de tales en­
señanzas nos la comunica la anémone de mar.
La anémone de mar se compone, en esencia, de un saco
de estómago que lleva en lo alto la abertura bucal. Del
borde superior del saco se difunden los tentáculos. Los
216 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

tentáculos son unos tubos huecos, compuestos de una capa


de músculo longitudinal y otra de músculo anular, y lle­
van en su superficie glándulas viscosas.
Tenemos aquí tres distintos factores fisiológicos, cada
uno de los cuales puede pretender distinto fundamento ana­
tómico: Las glándulas que producen el flúido viscoso
tienen que poseer un sistema nervioso propio que las ligue
con sus receptores muy especializados, que sólo reaccionan
ante el estímulo químico del alimento. 29 Los músculos
del anillo, que responde a cada estímulo químico, necesitan
una red nerviosa propia y receptores propios, pero poco
especializados, ya que corresponden a estímulos químicos
de toda especie. 3? Los músculos longitudinales requieren
una red especial de nervios que los ligue con los órganos
del tacto. Estos tres arcos reflejos independientes, que están
dispuestos para estímulos diversos, obran, a pesar de ello,
en común, porque están espacialmente unidos al mismo
órgano. Su labor en común es conforme a fin hasta un
grado asombroso y acomodada a las necesidades de la ané-
mone. Cae una piedrecilla sobre la anemone: los brazos la
dejan pasar tranquilamente; cuando más, se contraen aquí
y allí los músculos longitudinales; si el estímulo de contacto
fué harto intenso.
Acércase a la anémone un animal que no es química­
mente indiferente com o la piedra: se extienden los tentácu­
los por el reflejo de los músculos anulares y tocan al animal
extraño. Si éste produce una materia química perjudicial,
com o quizá un limacino acidificante, al contacto se retiran
rápidamente los músculos longitudinales, porque los órga­
nos del tacto han sido hechos irritables por el estímulo
químico y los mismos músculos han sido accesibles a la
excitación por estar extendidos. De esta manera evita el
daño la anémone.
Si es un animal comestible, por ejemplo un pequeño oc-
topo de Philippi, entonces también se alargan los tentáculos
ante el estímulo químico y se acortan también los músculos
longitudinales al llegar al contacto, pero no tan fuertemen­
te; esto es, se contraen tan sólo en el lugar del contacto.
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 217

De este modo se convierten en zarcillos que envuelven


serpenteando a la presa y sólo retroceden después en una
contracción común. Pero no retroceden vacíos, pues las
glándulas, a consecuencia del estímulo alimenticio, se han
adherido a un brazo de la presa y ésta es arrebatada ahora
con ellos. Si se trata de un bocado fácilmente movible, co­
mo acaso un pedazo de carne de pez, lo arrastra el tentácu­
lo a la boca, según lo describe Nagel. Esto se realiza me­
diante la dominante contracción de un especial cordón mus­
cular, que siempre tiene que^ llevar la presa hacia la boca.
La relación de las anémones de mar con su mundo per­
ceptible es especialmente interesante. Su sistema nervioso
que se descompone en tres redes nerviosas separadas, sólo
posee funciones analíticas. El animal en que hace presa es
dividido por los receptores en sus propiedades físicas y
químicas. N o tiene lugar una síntesis en el sistema nervioso.
Sólo el trabajo en común de las diversas musculaturas y
glándulas en el mismo órgano trae com o síntesis una acción
unitaria. El mundo interior de una anémone de mar no es
una unidad, sino, por lo menos, una trinidad. Tan pronto
entran en excitación separados como en común los diversos
factores y producen una contracción en los músculos que
los siguen. La unidad sólo está en el plan de construcción
del animal total. Esto nos enseña palpablemente que no es
el sistema central nervioso el que logra la unidad del animal,
como con frecuencia parece ocurrir en los animales supe­
riores. El sistema nervioso central es un órgano parcial o
una suma de órganos parciales, Jo mismo que como todos
los demás órganos. Según las necesidades del animal total,
estará mejor acabado uno u otro órgano. El destino del
sistema nervioso central es totalmente indiferente a Ja Na­
turaleza, con tal de que alcance su fin verdadero, que es la
realización de la conformidad a plan.
Sólo desde este punto de vista pueden ser comprendidas
las relaciones con su mundo perceptible de animales más
superiores, como, por ejemplo, los cangrejos.
En el ejemplo de la anémone de mar se presentaba ya,
en oposición a la medusa, una distinción de los objetos del
218 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLOGICA DEL MUNDO

mundo circundante, que en animales superiores es de la


más alta significación. Esta es la distinción entre alimenta y
enemigo.
Dicho muy sumariamente, el alimento es buscado y el
enemigo evitado. Las patas o el órgano de movimiento que
sea, tanto pueden servir para precipitarse hacia un sitio co­
mo para huir de él. Del correr cuidan solos los músculos de
las patas, con sus centros nerviosos. Sólo depende de la
posición que les sea dada el que de ello resulte un correr
hacia el objeto o para alejarse de él.
Aunque el órgano efectórico es el mismo en ambos casos,
los mundos perceptibles se dividen en partes totalmente
distintas. El enemigo sólo es percibido por el ojo; el ali­
mento, por los sentidos del olfato. Cada excitación que pro­
cede del ojo provoca un reflejo de huida o una posición de
lucha. Cada excitación del sentido del olfato provoca un
movimiento de acercarse y comer. Una unión central de
ambas excitaciones no tiene lugar. Al contrario, la separa­
ción de la red central ofrece la posibilidad de distinguir
enemigo y alimento y tratarlos diferentemente.
Se puede decir, por lo tanto, que el reflejo de comer y el
de huir descienden separados desde los receptores hasta los
efectores. Pero no se puede afirmar que ni siquiera los can­
grejos estén regidos por un centro, pues, en realidad, no hay
ningún centro verdadero, sino que la conformidad a plan
rige tanto a los receptores com o a los efectores, lo mismo
que a las redes centrales. Y, a la verdad, es una conformidad
a plan que abarca tanto a los órganos del cuerpo como los
objetos del mundo perceptible y del mundo de efectos.
De los animales situados aún a mayor altura son, ante to­
do, muy interesantes los insectos, porque ya en su género
de construcción se indica claramente la doble relación con
el mundo perceptible y el mundo de efectos. Las patas,
las alas, los instrumentos manducatorios son órganos ya
completos en sí mismos, según la correspondiente parte del
mundo de efectos. Sólo las patas» pueden correr, sólo las
alas volar, sólo los instrumentos manducatorios comer, sin
preocuparse en lo más mínimo de si también existe o no el
fo­ LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 219

resto del cuerpo. Sólo el comienzo, la duración y la direc­


ción, tanto en el vuelo com o en la marcha, son regulados
por el cerebro. Mas el comer se presenta siempre, por ejem­
plo, en las libélulas tan pronto com o cualquier objeto, aun­
que sea el propio extremo del cuerpo del animal, es coloca­
do entre sus mandíbulas. Todos estos órganos poseen una
cadena de estímulos perfectamente cerrada en sí misma,
y ésta no puede, en modo alguno, ser influida desde el cen­
tro en los instrumentos manducatorios, sino que se da siem­
pre de la misma manera.
Por el contrario, cada uno de los órganos de movimien ­
to es influido por los depósitos de excitación del cerebro; y,
ciertamente, se encuentran allí en tal dependencia unos de
otros, que tan pronto com o el aparato de volar ha recibido
su excitación, son privadas de ella las patas. Así, éstas se
relajan cuando comienza el vuelo.
Los depósitos de excitación son dominados por el único
gran receptor: el ojo. La caída de un objeto, sea del color
y forma que se quiera, produce en el ojo de la gran libélu­
la, por su movimiento, un estímulo de clase especial, por­
que todas las esferas de luz son afectadas sucesivamente (mo-
torrecepción). A consecuencia de ello, comienza el vuelo
en la dirección del objeto que cae. Entonces pueden darse
dos cosas: o el objeto es un animal de los que le sirveit de
presa, para cuya forma posee un esquema su cerebro (ico-
norrecepción), y en ese caso se precipita sobre él la libé­
lula lo sujeta y es aniquilado por los instrumentos mandu­
catorios, o, por el contrario, si por el objeto que cae no es
excitado ningún esquema apártase la libélula y se aleja
volando.
Se ve por ello que la libélula distingue claramente en su
mundo perceptible objetos determinadamente formados, los
- animales que le sirven de presa, de otras impresiones ópti­
cas, aunque también reaccione ante éstas, pues la libélula
evita también las más finas ramitas, con la mayor seguridad,
en su vuelo. La dirección de su vuelo es influida notoria­
mente, por lo tanto, por los acusados contornos de man­
chas claras y obscuras.
220 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MONDO

Todos los animales de que se trató hasta ahora, en medio


de todas las diferencias que ofrecían eran semejantes en un
punto. Eran puestos com o sujetos completos en un com­
pleto mundo perceptible. Acaso logró algún animal, por
repetidas experiencias, en el curso de su vida ensanchar en
un único punto su mundo perceptible y de este modo per­
feccionar sus reacciones. Podemos en este caso designarlo
como animal de experiencia.
Pero todos estos animales no tenían más que hacer que
emplear en cada caso sus hechos efectores a la medida de
los diversos estímulos, sin que les haya sido planteado el
problema de producir también por su parte un aparato efec-
tórico.
Pero hay un gran número de animales, especialmente
entre los artrópodos, por ejemplo, las arañas, que se en­
cuentran ante el problema de construir un aparato deli­
cadamente perfecto, y que para ello no usan de sus efec­
tores según los estímulos que actúan en el momento, sino
que tienen que emprender una serie de acciones total y
determinadamente prescritas. A estos animales se les llama
animales de instinto.
Los animales de instinto se distinguen de los animales de
experiencia en que nunca adquieren nada por experiencia,
sino que su primera serie de acciones siempre sigue siendo
la más perfecta.
También los animales de experiencia ejecutan series de
acciones. Pero éstas están condicionadas por la naturaleza
de los objetos exteriores. Pensemos, por ejemplo, en la ci­
tada reacción de las pinzas del equino.
O echemos una mirada a un pequeño perro de mar que
busca una sardina muerta. El escualo es ciego de día, y
sólo percibe la sardina por medio del olfato. También aquí
actúa el objeto extraño com o tres estímulos que se siguen
unos a otros: débil estímulo químico, fuerte estímulo quí­
mico, estímulo mecánico.
Ante el débil estímulo se levanta el escualo y avanza na­
dando. Entonces el olor actúa más fuertemente sobre la
abertura izquierda de la nariz que sobre la derecha. El es­
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 221

cualo se vuelve hacia la izquierda, nada derecho hacia la


presa, y al hacerlo toca el suelo de cuando en cuando. T ro ­
pieza en algo blando y se lo zampa.
La serie de estímulos es en este caso: olor débil, olor
fuerte por la izquierda, blandura.
Tanto en el equino como en el escualo vemos aparecer
una determinada serie de estímulos que está determinada por
relaciones dadas objetivamente.
Frente a esto, consideremos ahora la conducta de un ani­
mal de instinto, el formador de embudos o arrollador de
cucuruchos del abedul, descrito por Wasmann (1).
¿Saben los lectores cómo se forma o arrolla un cucuru­
cho? N o es nada sencillo: tomo, por ejemplo, una hoja de
papel que tiene dos lados paralelos y comienzo a arrollarla
por un lado; en la vida se producirá un cucurucho, sino un
rollo. Sólo cuando por uno de los lados recorto un semi­
círculo lo logro muy fácilmente.
Después de esta observación preliminar ruego que se
preste atención a la siguiente descripción de la actividad
de un animal de instinto.
Un pequeño curculio, que sólo mida algunos milímetros,
hace su primer vuelo. Se posa en una hoja de abedul, y
desde un lugar determinado, no lejos del tallo, comienza a
cortar en la hoja una curva muy pronunciada en forma de
de S, que llega hasta el nervio central. Después partiendo
del otro lado, recorta otra línea también en forma de S, de
curva más suave, igualmente hasta el nervio del centro.
Ahora comienza a arrollar la hoja a lo largo de la primera lí­
nea de corte, de lo cual se origina un lindo cucurucho.
Después arrolla la segunda mitad de la hoja en torno a la
primera y pone sus huevos en la punta del cucurucho diri­
gida hacia arriba. Finalmente, por presión de la punta de la
hoja tapa la abertura del cucurucho. De este modo está
construida para las larvas jóvenes, una linda habitación res­
guardada de la intemperie, que al mismo tiempo les sirve de
alimento.(i)

(i) Der Trichterivickler. München, 1881, Aschendorff.


222 IDEAS PARA DNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

También aquí se ha dado una serie de estímulos, code­


terminada por la especie de construcción de la hoja de abe­
dul; pero la hoja sola no es determinante del curso de las
acciones del curculio, pues vemos al macho del mismo bi­
cho comer muy tranquilamente en Ja misma hoja de abedul
y quizá escoger los sitios más sabrosos, pero sin que jamás se
le ocurra recortar líneas tan artísticas. Tiene por lo tanto,
que añadirse un factor interior, gracias al cual la hembra es
capaz de hacer un cucurucho de la hoja de abedul. A este
factor interior se le llama instinto.
¿Qué es el instinto? ¿Tenemos que admitir una estructu­
ra secreta en el cerebro que determine todo el curso de la
artística serie de acciones? ¿O tenemos que considerar al
animal de instinto, aunque posea todos su órganos, como un
animal no completo antes de que estén acabados también
sus productos o sus firmes acciones, que, com o las amibas
sus seudópodos, vuelve a producir constantemente? ¿Ac­
túan acaso determinadas genas en el cerebro, que hacen
que se originen transitorias formas de estructura que ejer­
cen una determinada influencia en el trabajo de los depósitos
de excitación?
Estas cuestiones no están aún resueltas. Pero, para infun­
dir interés por estos problemas, me permito presentar la des­
cripción que acerca de tales cosas da uno de nuestros ma­
yores naturalistas. Dice Fabre (1): "Una monédula, que se
ocupa ansiosamente en traer alimento para sus larvas, aban­
dona su agujero en la tierra. Volverá dentro de breve pla­
zo con el producto de su caza. Antes ha tapado cuidadosa­
mente la entrada, por precauciones de seguridad, con are­
na, que caminando hacia atrás ha introducido dentro; nada
distingue ahora la oculta boca de la restante superficie del
suelo de arena. Sin embargo, no presenta ninguna dificultad
para el mismo himenóptero volver a encontrar su puerta con
infalible seguridad.” Después describe Fabre sus tentativas
para inducir a error a la monédula, todas las cuales resulta­
ron fallidas, y prosigue luego: "Pocos días más tarde inten-i

i 1) Bilder ans der / nsektenrwelt. Kosmos, II. Reihe Seite 97.


LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 223

to atacar el problema desde nuevo punto de vista. Se trata


de descubrir en toda su longitud la galería subterránea de la
monedula sin qué, por lo demás se cambie nada en ella; es­
to es facilitado por la poca profundidad de aquel pasadizo
bajo la superficie, su dirección casi horizontal y lo débil­
mente compacta que es la tierra en que está abierto. Levan­
to poco a poco simplemente con un cuchillo, las capas su­
periores y convierto así la morada subterránea en un canal,
de forma recta o tortuosa, que en unos cuantos decímetros
de longitud aparece abierto desde -el punto en que se en­
cuentra la puerta de entrada hasta el nicho del extremo
opuesto, donde están las larvas entre sus medios alimenti­
cios. ¿Cómo se conducirá ahora, a su regreso, la madre
cuando encuentre ante sí el interior subterráneo iluminado
por <el sol a la plena luz del día?
’’Después de larga espera arriésgase, por fin, la monédala
a entrar en el canal resto de la originaria galería, y logra,
a lo último, guiada por inciertos recuerdos y acaso también
por el olor de las moscas que ha arrastrado antes al nicho,
llegar hasta el lugar en que se encuentra la larva. Aquí está
ahora la madre con su hijo, al cabo de larga y angustiosa
busca; pero no manifiesta ninguna señal de alegría por ello
ni se afana celosa en torno suyo. La monédula no vuelve
a reconocer a su larva; ésta es para ella una cosa sin valor,
que sólo com o obstáculo se alza en su camino. Pasa más allá
del gusano y lo pisa sin piedad en su precipitado ir y venir.
La larva se pone a la defensiva ante tan torpe tratamiento:
hasta he visto cóm o una larva agarraba a su madre por un
pie hasta que ésta, después de vivo combate, se desprendía de
la aguda mandíbula y corría adelante. Tal escena contrana­
tural sólo rara vez puede ser observada; pero en cada uno
de tales casos puede advertirse la plena indiferencia del hi-
menóptero hacia su prole y el bruta.l desprecio con que tra­
ta al gusanillo que le estorba.
’ ’Esta conducta sólo es un encadenamiento de actos ins­
tintivos, de los cuales el uno provoca los otros en una serie
que no son capaces de subvertir las más graves circunstan­
cias. La monédula no busca otra cosa que su larva; pero
224 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

para llegar a ésta tiene que penetrar por el agujero en


tierra, y para venir a esta galería es inevitable para ella en­
contrar primero su entrada. Y la madre sigue tercamente
empeñada en la busca de esta puerta, mientras tiene ante
sí la galería completamente abierta con las provisiones que
ella ha introducido y la larva misma. Sus acciones son
comparables a una serie de ecos, cada uno de los cuales
despierta al otro en una determinada serie, y de los que no
resuena el siguiente sin que el que va delante haya hablado.
N o a causa de un obstáculo, pues toda la casa está allí ple­
namente abierta, sino porque falta la habitual entrada, no
puede tener lugar la primera acción. Esto basta para que
tampoco ocurran las siguientes acciones; el primer eco
queda mudo y los otros callan igualmente. ¡Qué abismo
vemos entreabrirse ahí entre la inteligencia y el instinto!
Por medio de los restos de la morada en ruinas se precipita
hacia su hijo la madre, conducida por la inteligencia; por
el contrario, guiada sólo por el instinto se detiene terca­
mente allí donde antes se encontraba la puerta.”
*

V
Lo mismo que el animal, también el hombre es objeto de
la biología. Sus manifestaciones de vida siguen las mismas
leyes y tienen, por lo tanto, que ser igualmente consideradas
por nosotros. Pero sólo si nos mantenemos firmemente en
el terreno de la biología com o una ciencia natural experi­
mental lograremos evitar el choque con las ciencias especí­
ficamente humanas de la psicología y la teoría del conoci­
miento. Sólo entonces podremos aportar algo nuevo e ilu­
minar mucho de lo antiguo por un nuevo lado.
La evolución del individuo humano se realiza de la misma
manera que la de los animales. El mismo protoplasma cons­
tituye la base de nuestro cuerpo y de igual manera forman
nuestra estructura las genas, según un plan misterioso.
El resultado es, una vez más, un sujeto que bien puede
ser contado, en general, entre los animales de experiencia;
pero el problema de los efectos de los instintos en la vida
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 225

humana puede decirse que no ha sido investigado en lo mas


mínimo. ¡Quién sabe si la sobresaliente posición de ciertos
genios sobre los otros hombres no descansa en los efectos
conforme a plan de nuevas genas!
La vida del sujeto hombre brota igualmente de la actua­
ción común de los tres órganos fundamentales. Recepto­
res, sistema nervioso central y efectos señorean totalmente
la vida y cuidan también de la aportación del alimento,
cuya elaboración corresponde a los órganos vegetativos.
A consecuencia de la disposición de estos tres factores,
posee igualmente el hombre un mundo perceptible y un
mundo de efectos. Pero, en oposición a la mayor parte de
los animales, los propios órganos efectóricos son al mismo
tiempo objetos de su mundo perceptible. A consecuencia
de eso, la mayor parte de los efectos que brotan de él se
representan también en su mundo perceptible.
Sin embargo, tengo que reconocer que queda la siniestra
sospecha de que pueden brotar de nosotros efectos que ja­
más percibimos.
En cierto sentido, esto acaece en gran extensión, pues los
que nosotros percibimos nunca es otra cosa que los efectos
sobre los objetos de nuestro mundo perceptible, pero no
sobre los objetos de los mundos perceptibles de los otros
hombres. Esta es una consecuencia de que no podemos pres­
cindir en modo alguno: cada hombre es un sujeto con un
carácter propio, y vive por ello en un mundo perceptible
con un carácter propio.
Como ya se ha mostrado, el problema de los receptores
consiste en convertir en excitaciones los estímulos eficaces.
La experiencia cotidiana nos enseña que los receptores de
los otros demás hombres están acordados con los estímulos
de otro modo que los nuestros, y por eso envían excitacio­
nes al cerebro por acción de otros estímulos. En el cerebro,
las excitaciones son ordenadas espacialmente en el antimun­
do, mediante los esquemas de forma. ¿Quién es capaz de
comprobar hasta qué punto coinciden estos esquemas en
diversas personas? Los fenómenos cerebrales, como sabe­
mos por autoobservación, están ligados con los fenómenos
226 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

de conciencia. N o conocemos ninguna regla de esta depen­


dencia. Sabemos sólo que las sensaciones de los sentidos,
para convertirse en objetos, tienen que estar ordenadas espa­
cialmente. Pero las sensaciones ordenadas espacialmente aun
no constituyen en sí ningún objeto. Para eso se necesita
además una prolongación en el tiempo, pues si no sólo ac­
tuarían com o apariencias momentáneas.
Ahora bien: esta prolongación temporal se verifica se­
gún un ritmo determinado o, expresado de otro modo, se­
gún un esquema de tiempo, que designamos con el nombre
de ''función” . Esta función puede significar la pura duración
o una cierta variación durante la duración. Si se trata de la
función de un objeto construido conforme a plan, hablamos
de su "servicio” . La función, que vemos corporalizada en
un objeto, depende totalmente de nuestra experiencia indi­
vidual de cada objeto, y por eso cambia de un modo singu­
lar de hombre a hombre.
Pero com o al designar un objeto con un nombre deter­
minado pensamos precisamente en la función, ocurre con
demasiada frecuencia, en el comercio con los otros hombres,
que bajo la misma palabra entendemos cosas totalmente dis­
tintas.
Todos nosotros, al designar los objetos habituales, como
piedra, árbol, mesa, tenemos aunque confusa, una repre­
sentación de una función totalmente determinada. Pensamos
en un sér-piedra, un ser-árbol, un ser-mesa, com o por ejem­
plo, pensamos en ser llevados de un sitio a otro cuando pro­
nunciamos la palabra coche, pues la función de llevar de
un sitio a otro está corporalizada en el coche.
Esta función, naturalmente no es perceptible inmediata­
mente, sino que es una regla de las variaciones que hemos
observado en un determinado objeto.
Acerca de la formación de los objetos en nuestro mundo
perceptible faltan todavía experimentos. Y o mismo he te­
nido ocasión, por una notable casualidad, de observar inme­
diatamente la formación de un objeto: comía desde hacía
mucho tiempo en casa de un amigo, y siempre había ade­
lante de mi plato una jarra con agua. Un día el criado ha­
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGIA 227

bía roto la jarra y puesto en su lugar una botella de brillan­


te vidrio. Yo buscaba con los ojos la acostumbrada jarra y
no veía la botella. A mi pregunta de dónde estaba hoy el
agua respondieron, riéndose, los presentes: "¡Pero si está
delante de ti!” ; y en el mismo momento pude ver cómo
diversos reflejos, que aquí y allí se posaban sobre platos y
vasos, se desprendían de tales objetos y se reunían justamen­
te delante de mí para formar un objeto nuevo que antes no
había existido en mi mundo perceptible: la botella. La
visión de las diversas luces resplandecientes había existido
ya antes; pero mientras el esquema de espacio, que debía
ligarlas, no podía nacer en mí por la busca de otro objeto,
iban a caer en otros objetos, lo que era posible tanto más
fácilmente, ya que sólo se trataba de un reflejo sin impor­
tancia, que no los cambiaba en nada.
Para poder aproximarse más a esta maravillosa formación
de objetos he preparado el siguiente experimento. Hacía
que me mostraran diversos cuadros en colores, desconocidos
para mí, y los miraba, con un ojo solo, por un agujero cu­
bierto con una pantalla con regulador de tiempo, que abría
una vez única. Cerraba en seguida los ojos y trataba de dar­
me cuenta de la imagen momentáneamente vista, que se
presentaba entonces con mucha claridad delante de mis
ojos. Después comparaba esta imagen momentánea con el
cuadro realmente expuesto, y podía establecer las inmen­
sas diferencias. Objetos de toda especie eran confundidos
unos con otros, porque las diversas notas policromas eran
empleadas en relaciones completamente nuevas.
Si de estos ejemplos resulta muy clara la importancia del
esquema de espacio para la formación de objetos, puedo
aducir un ejemplo de la importancia del esquema de tiem­
po, o de la función, en la formación del objeto.
Un negro massai, joven, inteligente y muy diestro en
ejercicios corporales, que había llevado conmigo desde el
interior del Africa oriental a Dares-Salam, recibió el encar­
go de subirse a una pequeña escalera para limpiar mi acua­
rio. "Señor —dijo—, ¿cómo podré hacerlo? N o veo más que
dos pisos con agujeros.” Sus ojos no guiados por la expe-
228 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO *

rienda, sólo veían agujeros y ningún escalón. Después que


se le mostró una vez cóm o se subían las escaleras, supo para
siempre lo que eran éstas. Por primera vez se alzó entonces
de repente una escalera delante de él. Sólo por el conoci­
miento de la función de subir se desligaba la escalera, como
objeto cualitativamente distinto, de todos los pisos, que po­
seen una función muy diferente.
La capacidad formadora de objetos de la función ha sido
explicada por K. E. von Baer con un ejemplo muy hermoso.
Describe cóm o un papel de música cae, en Africa, primera­
mente en manos de un caudillo negro, después en las de un
comerciante y finalmente en las de un músico, y en cada
uno de estos mundos circundantes llega a ser un objeto
nuevo.
La suposición de que todos los hombres vivimos en el
mismo mundo es fuente nunca agotada de las más graves
equivocaciones y errores. H o y en día esa suposición, ya
que pasa por axioma científico, descansa com o una den­
sa niebla sobre todos nosotros.
Este axioma ha sido establecido por la física, y goza de
ilimitada validez en la general veneración que se rinde hoy
a las ciencias exactas.
Por eso no puede ser designado de mejor modo el momen­
to actual que como el momento de la lucha, justamente aho­
ra comenzada, entre la biología y la física, lucha que se
verificará acerca de la significación del mundo perceptible
y mundo de efectos.
Por ello es indispensablemente preciso tratar de adquirir
plena claridad acerca de las diferencias de estos dos mundos.
Como hemos visto, esta diferencia salta a la vista en los
animales inferiores; por ejemplo, en las medusas. Los efec-
tores están concordados, en su rica estructura y delicadas
acomodaciones, con todos los objetos que rodean al animal.
El mundo perceptible, por el contrario, aun es del todo in­
significante. El estímulo del propio golpe de campana es lo
único que es convertido en excitación por los receptores.
La diferencia entre mundo perceptible y mundo de efec­
tos también es fácilmente reconocible para nosotros en
LA IMAGEN DEL MUNDO DELA BIOLOGÍA 229

animales más superiores, porque, como observadores, adop­


tamos un punto de vista exterior, desde el cual podemos di­
visar las relaciones de los animales con ambos mundos.
Si somos nosotros mismos los observadores de nuestros
propios mundo perceptible y mundo de efectos, se ha di­
ficultado con ello la observación de las diferencias, porque
de los objetos de nuestro mundo de efectos sólo recibimos
noticia en cuanto existen también en nuestro mundo per­
ceptible. A pesar de eso, las notas son bastante claras para
ponernos vivamente ante los ojos las diferencias entre ambos
mundos. A l mundo de efectos pertenece todo lo que es
afectado inmediatamente por nuestros efectores, ya sea por
la acción groseramente mecánica de nuestros músculos, ya
por la delicada acción química de nuestras glándulas. Estas
acciones se continúan por todas partes, y a ellas responden
acciones análogas.
El mundo de las acciones y reacciones es el mundo de
efectos. También a través de nuestro cuerpo —hasta por los
caminos de nuestros nervios— se mueven estas acciones, y
son las fuerzas que ejercen en cada parte de nuestro cuerpo
los existentes efectos.
Afirman los físicos que con su ciencia dominan todas las
acciones y reacciones de las masas, desde las más pequeñas
hasta las más grandes. Según ellos, no debe haber otra cosa
en el mundo de efectos sino pequeñísimos objetos o propie­
dades (átomos) que se mueven en el espacio según la ley
de causalidad.
¡Sólo hay materia muerta y fuerzas! Esta afirmación no
le es lícito aceptarla al biólogo que ha estudiado el desen­
volvimiento individual del animal. Pues hemos podido con­
vencernos de que para la constitución conforme a plan de
un animal no basta la materia muerta, a pesar de sus cambios
de substancia y todas sus micromecánicas y químicas posi­
bilidades. Aun tienen que presentarse otros factores, las ge-
nctSy que, de una parte, engranan en su acción con las subs­
tancias materiales y con las fuerzas, y de otra, obedecen por
completo a un plan extramaterial.
La afirmación bológica de que el plan de origen, que
230 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

encadena factores extramateriales y materiales aproximada­


mente com o la melodía de una serie de notas, no es pura­
mente un añadido subjetivo del observador, del cual bien
se podría prescindir sin perturbar el curso de las cosas, sino
que este plan enlaza con los acaecimientos objetivos del
mundo de efectos, significa una grave ruptura en la concep­
ción material del mundo, y no puede menos de provocar
la más apasionada contradicción.
Pero de una manera aun más comprensiva se desenvuelve
la lucha entre física y biología si ésta pone frente a frente,
como poseyendo iguales derechos, al mundo perceptible y
al de efectos.
T od o se da en el mundo de efectos; pero no ningún su­
jeto, ni cualidades, ni vida, ni conformidad a plan: el efec­
to de cuerpos muertos unos sobre otros y nada más. Los
físicos prescinden, por principio, de todas las cualidades ob­
servadas, porque no se someten a sus cálculos; pero no
por eso sus átomos, pensados por razón de la matemática,
son, sin embargo, más reales que las cualidades observadas.
Por el contrario, en el mundo perceptible domina como ley
general la conformidad a plan. Conforme a plan son resu­
midas por nosotros las propiedades en objetos, mediante es­
quemas de espacio y tiempo.
Si tratamos de analizar los objetos, nos encontramos con
lo mismo por todas partes: el objeto parcial está formado
del mismo modo que el total. Siempre vuelven a ser pro­
piedades cuya disposición espacial y temporal forma el
objeto. Ya empleemos el más fino microscopio o el telescopio
de mayor alcance, en lo pequeñísimo com o en lo más gran­
de vemos la misma ley que construye e] mundo perceptible.
Conforme a plan ligamos nosotros los objetos en espe­
cies y familias, y ordenamos de este modo los objetos bajo
grandes unidades.
Sabemos que la conformidad a plan no es puramente es­
pacial, sino que significa también una ordenación en el
tiempo. Si los propios factores que deben ser ordenados no
son espaciales, com o las notas, entonces sólo entra en vigor
la conformidad temporal a plan, com o melodía.
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 231

Nosotros mismos incluimos según plan a nuestra perso­


na, de cuya conformidad a plan estamos convencidos, en
unidades más altas, com o familia, pueblo, estado.
Mientras que en el mundo de efectos, causal, sólo rige
el '"tener que ser” , en el mundo perceptible, conforme a
plan, domina el "deber ser” . En el mundo de efectos no
hay más que puras causas; en el mundo perceptible, rela­
ciones. Sólo las cosas conforme a plan son capaces de des­
pertar en nosotros sentimientos estéticos y morales. T odo
este lado de la vida del hombre sólo se realiza en el mundo
perceptible.
En la mayor parte de nuestras acciones no nos importa,
en modo alguno, el efecto inmediato en nuestro mundo de
efectos, sino sólo el efecto mediato en el mundo perceptible
de los otros hombres. Si alguien nos dice: "Dame ese li­
bro” , le es completamente indiferente la longitud y la for­
ma de las ondas de aire producidas al hacerlo. Pero quiere
ejercer un efecto sobre mí, com o objeto de su mundo per­
ceptible, que ocasione que este objeto mueva de tal manera
sus efectores que le sea tendido el deseado objeto.
Me reconoce, por lo tanto, com o pleno sujeto; pero como
él no es capaz de separar mundo de efectos y mundo per­
ceptible, y le es asegurado por las ciencias exactas que sólo
hay un único mundo exterior, cree también él que con sus
palabras ha influido inmediatamente en el extraño sujeto.
Prescinde de que tanto él com o sus palabras tienen que ser
traducidas primero a mi mundo perceptible, a fin de que
yo comprenda lo que quiere y, en correspondencia con
ello, ponga en actividad mis efectores* y a consecuencia de
este error cree que todo el fenómeno, desde su palabra has­
ta mi acción, se ha realizado en un mundo único, según la
ley de causalidad. Prescinde, además, de que yo me resis­
tiría hasta el extremo de ser identificado con aquel objeto
de su mundo perceptible al cual ha dirigido la palabra, y
que está compuesto de sus propiedades según un esquema
quizá muy irrazonable.
Tratemos nosotros mismos de recordar nuestras propias
experiencias para llegar a adquirir conciencia de la existen-
232 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLOGICA DEL MUNDO

cía de mundos circundantes de diversa especie en los otros


hombres. ¿Por qué se aburre tan frecuentemente en el cam­
po un habitante de gran ciudad? Porque sólo es capaz de
distinguir unos de otros poquísimos objetos. ¿Qué es lo que
ve cuando va de paseo? Una casa, un perro, un arbusto, un
árbol, que se repiten constantemente. Cuando no se posee
ningún esquema especial para castaños, robles, hayas, abetos,
etc., entonces no se ve más que algo verde, alto, de una
forma general, que se llama árbol, y siempre vuelve a re­
petirse el mismo árbol.
La Naturaleza ofrece a nuestra vista particularidades tan
ilimitadamente abundantes, que si quisiéramos atenderlas a
todas, no llegaríamos a ningún resumen. Por ello tenemos
habitualmente que contentarnos con un esquema general;
por ejemplo, el castaño, aunque hay cien mil castaños dife­
rentes. Pero hay una frontera en el prescindir de particu­
laridades, cuya infracción hace la vida demasiado aburrida.
He presenciado un muy expresivo ejemplo de esto: un
multimillonario, que mediante un férreo e ininterrumpido
trabajo se había elevado desde ser un modesto empleado de
banca, tomó finalmente la resolución de gozar también él
de su vida, ya que tenía medios para ello. ¿Cuál es la más
hermosa ciudad del mundo? Nápoles. Por lo tanto, allá
se fué. Espantoso desengaño: casas, montañas, agua; eso ya
lo conocía; Pompeya, Paestum, que encantan los corazones
de tantos miles de hombres, eran para él montones de casas
deshechas. A l cabo de algunas desesperadas tentativas para
ver en el mundo algo nuevo, encontró en el alcohol su úni­
co consuelo (al cabo de pocas semanas lo llevaron a su
casa atacado de delirium tremens). La deliciosa naturaleza
de Nápoles, que encanta nuestros ojos con su riqueza de
colores y formas, no había existido, en modo alguno, en su
mundo circundante. Montaña, árbol, casa, no había otra
cosa en aquel vacío.
Este ejemplo muestra lo fácilmente que puede languidecer
el mundo circundante si no se le cuida, y por eso es tan
peligrosa la doctrina de un mundo único en el que sólo hay
átomos danzantes, pues paraliza nuestra capacidad de perci­
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 233

bir y convierte en desierto nuestro mundo perceptible.


Según las doctrinas de la física, no hay ningún color, sino
sólo vibraciones del éter; ningún sonido, sino sólo vibracio­
nes del aire; ningún olfato ni gusto, sino sólo átomos quí­
micos de distinta magnitud. Penetrando cada vez más con
el pensamiento en este mundo de los objetos, coloreados,
olientes, sonoros, sólo restan unas cuantas formas sin im­
portancia, que pueden ser sumadas, pero con las cuales no
puede emprenderse ninguna otra cosa.
Un hombre rico que era un gran aficionado a los jardines
y cada mañana inspeccionaba sus plantas favoritas, fue vi­
sitado por sus hijos, que, com o puros habitantes de gran
ciudad, vivían en el mundo físico de efectos. Estos hijos
encontraban simplemente ridículos los paseos matinales de
su padre. "Papá cuenta los árboles” , decían ellos.
En efecto, cuando sólo se poseen unos cuantos objetos
iguales en el mundo circundante, no queda otro recurso
más que contarlos.
Gracias a la construcción de nuestros receptores y órga­
nos centrales, mientras aun permanecemos exentos de pre­
juicios, estamos colocados en un mundo perceptible que
armoniza con nosotros plenamente y en todas sus partes.
Cada guijarro del camino, gracias a sus propiedades, que
son, sin embargo, nuestras sensaciones de los sentidos, es
propia para regocijarnos con su forma, su color y su brillo.
Todas estas propiedades desaparecen si no van a ser más que
un conglomerado de partículas de materia, sólo valorablcs
numéricamente, pero, por lo demás, totalmente enojosas.
Mientras un niño juega con el guijarro, éste es un objeto
Heno de valor y que recibe un trozo de vida de sus rela­
ciones con el sujeto vivo. Si son introducidas causas físicas
en lugar de relaciones biológicas, hasta se llega a dar muerte
a un guijarro.
Con este ejemplo quiero aludir al hecho de que todos
los objetos de nuestro mundo perceptible están en relaciones
personales con nosotros, y por ello poseen también cierto
valor de sentimiento. Pero sólo las relaciones subjetivas pue­
den desprender de sí valores sentimentales. Tan pronto
234 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

como son suplidas por causas objetivas están muertos estos


valores.
El peor daño lo han causado los astrónomos con su furor
de popularización. ¿Qué se ha hecho de las sagradas estre­
llas, por cuyo movimiento adivinaban los caldeos el misterio
del porvenir y en cuyo sereno ritmo entreoía Pitágoras la
armonía de las esferas? Una reunión, del todo indiferente,
de luminosas partes de materia, cuya luz necesita tantos y
tantos cientos de años, meses y semanas para llegar hasta
nosotros. Se han convertido en objetos que, de un modo
por completo privado de significación, giran en torno a
nosotros. Privado de significación, porque sólo las relacio­
nes con el sujeto se la prestan a las cosas.
Los grandes descubrimientos astronómicos sólo tienen
sentido para aquellos que paso a paso llegaron a ellos por
su propia observación. Sólo aquel cuya sed de saber y cuya
fantasía permanecen insatisfechas ante Ja impresión estética
de tranquila excelsitud que ofrece el cielo de las estrellas;
sólo el que se siente impulsado fuera de las fronteras de la
concepción dada es capaz y digno de llegar a conocer los
secretos del cielo. Pero para el hombre normal en cuyo
mundo perceptible jamás se han apartado los planetas de las
grandes llanuras de estrellas fijas, para recorrer, solitarios
y libres, sus caminos invisibles en el espacio vacío, para él
no serán nada todos los descubrimientos astronómicos más
que incomprensibles ejemplos de cálculos en que cree sin
haberlas visto, porque no le despiertan el menor interés.
Lo único que puede alcanzarse popularizando los cono­
cimientos del cielo entre la mayor parte de los hombres es
sólo un irrazonable estupor ante esos claros puntos que pue­
den ser sometidos a la aritmética.
De este modo se ha llevado al agotamiento una fuente
de los más puros y elevados sentimientos que poseemos los
hombres, pues el cielo de las estrellas se ha convertido para
la mayor parte de los hombres en una horrible y confusa
máquina de contar que le es, sencillamente, repugnante.
Este resultado, en extremo lamentable, aun es ponderado
como un gran éxito por algunos fanáticos. Así, exclama
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 235

entusiasmado el ministro francés del Trabajo, Viviani:


A vec un geste magnifique, ?zous avons éteint tons des astres
du del.
Lo mismo que con el goce de Jas estrellas ocurre tam­
bién con el de plantas y animales, si se los trata como puro
objeto del mundo de efectos. Si no son otra cosa que pro­
ductos causales siempre de las mismas leyes químicofísicas,
son también totalmente iguales a indiferentes. Así, Ja con­
cepción materialista del mundo arrebata a los objetos no
sólo sus particularidades y formas diferenciadas, sino tam­
bién su conformidad a plan.
La misma conformidad a plan no es ninguna proposición
mayor de la cual se puedan deducir las consecuencias por
una necesidad lógica, sino que sólo puede ser adquirida por
la intuición de la dependencia de las partes del todo y su
eficacia común. Por eso, su investigación no nos lleva fuera
de la Naturaleza, sino cada vez más profundamente dentro
de ella. Así adquirimos un conocimiento de las cosas cada
vez más íntimamente plurilateral y enriquecemos y ensan­
chamos nuestro mundo perceptible.
En el mundo de efectos no hay conformidad a plan, y
con ella desaparece también nuestra confianza en la Natu­
raleza. Con eso ya se ha contado, según parece. Pero ahora
llega una nueva penalidad. Si sólo existen fenómenos sin
plan, entonces también se convierten, evidentemente, en
inseguras nuestras organizaciones humanas que descansan
en la conformidad a plan.
La familia, por ejemplo, es un producto conforme a plan
de la vida humana. Se origina de la unión de dos sujetos
que con sus dos mundos perceptibles se completan y pene­
tran mutuamente. De ahí se desarrolla una mayor diversi­
dad y se forma un maravilloso jardín, del cual reciben las
primeras excitaciones los mundos perceptibles de los hijos,
para, por su parte, ensanchar y enriquecer el jardín inde­
pendiente de los padres; así crece poco a poco este mayor
ser vivo, más grande y rico que una aislada y limitada per­
sonalidad.
Quien haya conocido alguna vez el asombroso organismo
236 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

que se manifiesta en una vida de familia plenamente flore­


cida, no olvidará jamás la belleza de esta impresión.
La condición para la capacidad vital de este organismo
no está en una autolimitación de cada uno de los individuos,
al contrario, cuanto más ricas son las personalidades tanto
más enriquecen el todo, sino sólo en una desinteresada com­
prensión de los otros sujetos para poder desarrollarse jun­
tos. Pero sólo la común aspiración a fin proporciona este
desarrollo.
Si en tal famila se introduce la doctrina de que no existe
ninguna dirección de la vida internamente conforme a plan,
que no existe ninguna común aspiración a un fin, sino que
sólo debe ser buscada la felicidad del individuo aislado, que
descansa en la satisfacción de sus sentimientos y pasiones
personales, el organismo, bello, pero totalmente delicado,
será con harta facilidad herido en el corazón por la interna
deserción de uno de sus miembros, y languidecerá después
lentamente.
Lo mismo puede decirse de todas las unidades sobreper­
sonales, como, por ejemplo, Estado y pueblo. También ellos
sólo son seres que viven y se desarrollan en tanto sus miem­
bros se sienten unos en el desarrollo con el todo y, cons­
cientes de una común conformidad a plan, son llevados por
una común aspiración a fin.
La doctrina de la existencia de un mundo de efectos úni­
co y sin plan, consecuentemente desenvuelta, tiene que ani­
quilar necesariamente todas estas altas producciones.
Ahora bien: la doctrina de la existencia única del mundo
de efectos no procede, en modo alguno, de hombres a
quienes fueran indiferentes estas consecuencias, o que al
hacerlo buscaran cualquier ventaja personal. N o; son, por
el contrario, hombres que tienen grandes pretensiones en
lo moral y siempre tienen ante los ojos el bien general.
Quieren ser, como, por ejemplo, Haeckel, educadores de
la Humanidad para lo bueno, lo verdadero; y lo bello.
Bien se le puede reprochar a Haeckel, en lo concreto, una
argumentación científica no libre de objeciones; pero de
sus propósitos de felicidad popular aun no ha dudado nadie.
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 237

Nada es más instructivo que contemplar los esfuerzos


que hacen estos modernos educadores de la Humanidad
para salvar la moral traspasándola a este mundo de efectos,
donde ella, aun con la mejor voluntad, no tiene lugar al­
guno.
Haeckel, con su típica cortedad de vista, cree que por el
puro apartamiento del clericalismo, bajo el cual comprende
la indebida esclavización de normas eternas por dogmas hu­
manas, se alcanzará la salud.
Loeb va resueltamente más allá: siente la necesidad de
sostener la moral con medios auxiliares del mundo de efec­
tos, y al hacerlo viene a caer en la química del cerebro.
Ahora se trata de una moral química, pero que es, cierta­
mente, el mismo absurdo que una química moral.
Las mismas desesperadas tentativas hace Ostwald al que­
rer derivar de la energética una idea de Dios.
Estos esfuerzos son ciertamente muy bienintencionados,
pero totalmente faltos de perspectiva. En un mundo que
se compone de choques de átomos no tiene cabida la moral.
Sólo un mundo circundante humano de ascendente confor­
midad a plan hará madurar la moral, com o fruto último y
más bello; no com o medida para las acciones de los otros,
sino com o meta para uno mismo.
Si es destruida la conformidad a plan y desvalorados los
objetos del mundo perceptible al convertirlos en trozos de
materia, pierde, por último, interés para cada hombre el
hecho de que él mismo sea un sujeto conforme a plan.
En lugar de realizar el principal problema del sujeto y
formar un mundo perceptible con una riqueza cada vez
mayor, aprendiendo a conocer cada vez más delicada y
plurilateralmente los objetos mediante la observación de
sus funciones, y de poner su propia persona al servicio
de más altas unidades, comienza a considerarse a sí mismo
como objeto del mundo de efectos y a considerar como
homogéneos a los otros hombres, que ya no son tampoco
sino objetos, y cree seriamente que, lo mismo que en la
física, también en la vida de los hombres el mayor número
proporciona el mayor valor.
238 IDEAS PARA ENA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MEN DO

Se trata hoy, para cada cual, de ver claramente esta


cuestión: ¿Hay un mundo perceptible con fuerzas y ob­
jetos reales? Como se sabe, las reales fuerzas naturales se
distinguen porque no sólo pueden ser reconocidas en la
descripción de Jo pasado, sino que también permiten una
conclusión para lo porvenir. Con la misma precisión con
que sabemos que un huevo de gallina se estrellará si lo
arrojamos a la calle, sabemos también que sus genas, según
un plan determinado, sólo constituirán una gallina y no
otra cosa. Si no dudamos de la gravedad,) tampoco es
lícito dudar de la aspiración a fin.
N i siquiera nuestros instrumentos, que aunque construi­
dos según plan están muy lejos de ser sujetos, se originan
jamás sin plan. Hemos tratado de ir tras el origen confor­
me a plan del sujeto vivo. ¿Puede pensarse que no sólo
el sujeto conforme a plan, sino también el origen confor­
me a plan del sujeto sea un juego de la casualidad? Si
sólo hay un único mundo, el mundo de efectos sin con­
formidad a plan, tiene precisamente que ser pensada esta
cosa inexplicable. De esto no hay escape, y es del todo
inútil que se trate de expulsar esta contradicción filoso­
fando a lo darwinista o de otra manera cualquiera. Si
sólo hay fuerzas físicas y químicas, sólo es una apariencia
la conformidad a plan que vemos nosotros.
Entonces, el mundo que nos rodea, con sus millones de
colores y formas, con su seguridad conforme a plan, con
todas sus organizaciones éticas y estéticas, se disuelve en
una danza de átomos, en la que no rige nada más que el
número.
En lugar de Jehová el malo, que regía el mundo en la
Edad Media, hemos colocado un nuevo ídolo: el número.
Las consecuencias sólo se mostrarán cuando domine ple­
namente a las masas y las ponga en movimiento. Entonces
se salvará muy poco de lo que los hombres han construido
conforme a plan, para ornato y cultura de su mundo per­
ceptible. Donde el mundo de efectos oprime al mundo
perceptible, donde fuerzas físicas y químicas gobiernan
ilimitadamente, se origina necesariamente el caos.
LA IMAGEN DEL MUNDO DE LA BIOLOGÍA 239

Por eso actúa com o una redención el apartar la vista de


la física y dirigirla a la biología, pues sólo ella es capaz de
salvarnos del amenazador infierno de aburrimiento y gro­
sería, destruyendo el feo fantasma del mundo de átomos
y enseñándonos que no sólo nosotros poseemos un propio
mundo perceptible, coloreado, sonoro y oliente, sino que
a nuestro alrededor hay millares y millares! de mundos
perceptibles, investigar los cuales proporciona la más pura
alegría.
Enseña más que la conservación de la energía y de la
materia, que si no somos físicos puede sernos totalmente
indiferente. Nos enseña que hay un poder natural, real,
que gobierna conforme a plan y aspira a un fin.
Nos enseña además a suscitar la cuestión de si el propio
mundo perceptible será el más alto y el último. Si esta
cuestión se plantea, queda contestada con decir que los
mundos perceptibles de nuestros grandes genios, pintores
y poetas, sobrepasan por todas partes al nuestro.
Nos enseña que este mundo, como mundo perceptible
nuestro, es una parte viva de nosotros mismos, que! no
podemos despreciar sin empobrecernos, pero que por el
propio trabajo podemos hacer que sea cada vez más rico
y más vivo, que crezca con nosotros y se extienda y sea
capaz de despertar en nuestro interior sentimientos cada
vez más escogidos.
Y final y definitivamente, la biología nos enseña a cono­
cer las fronteras que son puestas a nuestro saber por la
construcción conforme a plan de nuestra propia persona­
lidad, pues en la debida limitación descansa la conformidad
a plan. Termina así, como toda verdadera ciencia, no con
una respuesta, sino con una interrogación.
C U AR TA PARTE

CUESTIONES ESPECIALES
EL PROBLEMA DE LA MORFOGÉNESIS ANIMAL

A tres factores refiere todos los fenómenos del mundo


la consideración objetiva de la Naturaleza: materia, ener­
gía y estructura.
La materia y la energía son indestructibles y eternas.
Pero la estructura es destructible, y, por tanto, perecedera.
De estos sencillos hechos, la filosofía de la Naturaleza ma­
terialista, que no es capaz de separar estructura y espíritu,
ha deducido que también el alma humana es perecedera.
Pero ¿de dónde viene la estructura? La respuesta a esta
pregunta tiene que darnos también explicaciones sobre la
procedencia del espíritu, del alma.
La estructura del universo con sus estrellas es referida
a causas puramente mecánicas. De la primitiva nebulosa
del mundo podían originarse soles y planetas porque la
estructura que vemos ahora en grande existía ya antes en
pequeño. Del mismo modo se acepta que la estructura de
Jos cristales se origina con necesidad física del agua madre,
porque ya está formada en las moléculas y átomos y me­
diante un sencillo crecimiento llega a hacerse visible.
N o es milagro que se creyera, de un modo totalmente
semejante, que la estructura del animal adulto o de la plan­
ta ya desarrollada existiera igualmente en el germen,
del cual se ha desplegado mediante un aumento de mag­
nitud.
En el siglo xvm se buscaba, muy consecuentemente,
un ya formado polluelo en el huevo y un ya formado ro-
blecillo en la bellota. Se encontró una cosa muy diversa:
simples tejidos que formaban pliegues se dividían, se es­
pesaban y organizaban para hacer surgir, por último, se­
gún un firme plan, la estructura final.
Se originaba lo organizado de lo inorganizado, la es-
[ 243 J
244 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

tructura de lo sin estructura, según firmes leyes. Las


leyes formadoras de estructura comenzaban sus efectos an­
tes de que existiera ninguna estructura. En corresponden­
cia con estos descubrimientos, explicaba Karl Ernst von
Baer que Jos organismos, aparte de las leyes mecánicas,
obedecen también a una aspiración a fin, que está sobre
las leyes mecánicas. La aspiración a fin es independiente
de la materia y de sus formas. Forma la estructura de lo
sin forma.
Esta doctrina, que introducía un factor inmaterial en
las ciencias naturales, tenía que ser suprimida a cualquier
precio para que pudiera triunfar el materialismo. El hecho
de que cada organismo se organizaba y constituía de lo
inorganizado, en el curso de su desenvolvimiento, no po­
día, en verdad, ser negado. T odos los organismos, sin ex­
cepción, se mostraban iguales en esto.
Por ello, pasóse a admitir que en las primeras células
germinales estaba ya contenida, aunque invisible, toda la
estructura del animal adulto, pero en otra forma y orden.
La disposición de la estructura invisible será de tal ín­
dole que sus diversas partes estén firmemente ligadas entre
sí, de modo que sólo llegue a desarrollarse lo más inmediato
cuando ya lo anterior esté desarrollado. Esta problemática
estructura germinal tiene aún que ser mucho más compli­
cada que la estructura del adulto, pues no sólo contiene
la disposición de las partes en el adulto, sino que también
determina la sucesión de tiempo en el cual tienen que des­
arrollarse los órganos.
Antes de que entremos más inmediatamente en la cues­
tión de una estructura invisible tenemos que darnos cuenta
precisa de lo que hemos de entender por estructura. Si
una vivienda humana se viene abajo, sólo queda un mon­
tón de piedras. N i la materia ni la provisión de energía
sufren con ello pérdida. Sólo la estructura ha desapare­
cido. Por ello, la estructura no es ni una parte de la ma­
teria ni de la energía, sino que es una determinada dispo­
sición espacial de diversas partes en un todo unitario.
Un montón de arena se puede dividir como se quiera
EL PROBLEMA DE LA MORFOGÉNESIS ANIMAL 24o

y cambiar com o se quiera sus partes sin dañar a la natura­


leza del no estructurado montón de arena. En un cuerpo
que posee estructura, como, por ejemplo, una casa, eso es
imposible. Pues la naturaleza de la estructura consiste en
una determinada disposición de cada una de las partes, que
no puede ser perturbada a voluntad sin que reciba daño
el todo. Tenemos de ese modo posibilidad de decir si
existe o no una estructura invisible en un todo, si logramos
separar cada una de las partes o substituirlas, a voluntad,
por otras. Si al hacerlo perece el todo, es que poseía una
estructura que hemos destruido. Por el contrario, si el
todo sigue sin daño a pesar de esta violencia, es que no
posee ninguna estructura.
Weissmann ha realizado el más meritorio trabajo dejan­
do agotada por todos lados la doctrina de la estructura
germinal invisible. Mostró qué propiedades tiene que po­
seer por lo menos la estructura invisible para que le sea
atribuida justamente la misión que se le encomienda de
desarrollar todo un organismo.
La evolución de todo animal comienza por la segmenta­
ción que consiste en que el huevo fecundado se divida en
dos esferas. Ahora bien: se sabía que en la rana la mitad
de la derecha y la de la izquierda de todo animal se pro­
ducen de estas dos primeras esferas. Era, por lo tanto, po­
sible plantear el problema de la estructura invisible ma­
tando una de las dos esferas de segmentación. Entonces,
de la esfera que había quedado sólo podía producirse una
media rana, si realmente se hubiera destruido una mitad
de la invisible estructura germinal. Con este primer expe­
rimento fundamental ha fundado Roux la nueva ciencia
de la doctrina experimental de la evolución.
Esta primera tentativa decidió por la existencia de una
estructura invisible. Del medio germen se desenvolvió una
media rana. Por lo tanto, por destrucción de la mitad del
germen se había dañado al todo, aniquilando estructura
con ello.
Pero este éxito de la doctrina de la estructura era pura
engañifa. El siguiente animal (el equino) cuyas esferas de
246 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

segmentación fueron experimentadas mostró muy otra con­


ducta: cada una de las dos primeras esferas de segmenta­
ción suministró un animal completo de Ja mitad del ta­
maño. Aquí, según esto, no había sido destruida con la
violencia ninguna estructura; el medio germen realizaba lo
mismo que el completo.
Toda una serie de investigadores comenzaron entonces
a resolver este problema cardinal mediante investigaciones
experimentales. Hay que citar especialmente a los inves­
tigadores alemanes Driesch y Herbst, lo mismo que a los
americanos W ilson y Morgan. Pronto fue evidente que
también el medio germen de rana era capaz de suministrar
todo un animal si se había agitado mecánicamente su re­
fractario protoplasma.
Todos los huevos de todos los animales muestran final­
mente la misma ley: en fases muy tempranas, antes de que
el protoplasma sea refractario, cada parte de germen que
se corta de uno total es capaz d<e suministrar un animal
completo. En esta fase el germen no posee ninguna es­
tructura.
Esta conclusión fué combatida por los adversarios. De­
clararon: hay invisibles estructuras de reserva que sólo
vienen a actuar cuando es destruida la estructura prin­
cipal. Pero Driesch mostró que en un equino, en una
fase posterior, después que ya se han formado varias cé­
lulas, se puede com o se quiera revolver y confundir estas cé­
lulas, y a pesar de que todas sus partes han cambiado de
sitio, se produce un animal totalmente normal. En este
caso no pueden desempeñar papel alguno ni la estructura
invisible principal ni las aun más invisibles estructuras de
reserva. El todo germinal sigue desenvolviéndose tranqui­
lamente a pesar del trueque de pedazos. Estos pedazos no
poseen, por lo tanto, el valor de partes de estructura, ya
que se dejan trocar a voluntad.
La imposibilidad de valerse) de estructuras de reserva
para salir del apuro lo demuestran después, uno tras otro,
los siguientes trabajos sobre regeneración.
Si se le corta la cabeza a un gusano platelminto vuelve
EL PROBLEMA DELA MORFOGÉNESIS ANIMAL 247

a crecerle la cabeza; si el extremo anterior del animal de­


capitado se divide en dos jirones por medio de un corte
longitudinal, cada jirón recibe una cabeza completa. El
resultado es un monstruo de dos cabezas. Córtase en dos
mitades una lombriz de tierra: entonces la mitad anterior
regenera una mitad posterior, y la mitad posterior una
mitad anterior.
Si a una lombriz de tierra decapitada se le injerta una
sección del extremo posterior de otra lombriz de tierra
en opuesta dirección, de modo que ahora quede hacia de­
lante una cara posterior, esta cara posterior no regenera
ya un extremo posterior, sino una cabeza. Con ello queda
probado que en la formación de estructuras no procede el
influjo de Jas problemáticas estructuras de reserva escon­
didas en las superficies de corte, sino de la totalidad del
organismo. ¿De qué especie es este influjo? De ello nos
informan los experimentos hechos con el platelminto. Si
se corta un platelminto en puros discos, colocados uno
tras otro, cada disco regenera siempre las partes de cuerpo
que le faltan y de cada disco se forma todo un animal.
Sólo presenta una excepción Ja sección más anterior. Si
el primer corte ha partido en dos la cabeza, la media ca­
beza vuelve a regenerarse a sí misma, en lugar de lo res­
tante del cuerpo. Se origina una cabeza de Jano.
En este caso era tan fuerte la tendencia a reponer la ca­
beza herida, que no pudo ser impedido que se formara
otra vez hasta lo ya existente. Pero tales casos constituyen
la minoría que desaparece. En la generalidad de los casos
es impuesta a la formación de estructura una oportuna
detención por la estructura ya existente. La estructura ya
formada presenta un obstáculo, cierto que no insuperable,
pero muy eficaz, para la nueva formación.
Con esto hemos avanzado en el conocimiento de la re­
gla más general que rige la morfogénesis. La formación
de estructuras prosigue ininterrumpidamente, de un modo
normal, hasta que la estructura autogenerada estreche cada
vez más el espacio de que dispone y lo generado obligue
al generador al cese de funciones.
248 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

La estructura paraliza la formación de la estructura: con


esta noción quedan rechazadas de una vez para siempre
todas las teorías que pretenden derivar de la estructura la
formación de estructura.
Cuantas menos formas terminadas existan, tanto más li­
bremente se manifiesta la morfogénesis. Así, la morfogé­
nesis, en gérmenes totalmente sin estructura, es capaz de
formar todo el animal de cada parte. Esta capacidad va
menguando en conformidad con la terminación de la es­
tructura. Si está formada la lámina germinal exterior, de
cada una de sus partes sólo puede ser producido un órgano
de la lámina germinal exterior, pero no un órgano de la
lámina germinal interior. Dentro de estas fronteras, la
formación de estructura puede disponer libremente del ma­
terial durante algún tiempo. Plasta que también aquí la
terminación de los órganos le va poniendo fronteras cada
vez más estrechas.
La independencia de la formación de estructura del ma­
terial, mientras éste no posee ninguna organización, apa­
rece del modo más claro en la llamada regulación equi-
final.
Ha y casos en que tres animales de la misma colonia que
han perdido el mismo órgano lo substituyen de tres ma­
neras diferentes. Por tres caminos distintos han llegado
todos al mismo fin. Según la expresión de Roux, los pro­
ductos finales orgánicos son más constantes que la especie
de su generación. Con ello se cierra la cadena experimen­
tal de demostración.
Se puede decir hoy con toda seguridad que la forma­
ción de estructura es en sí mismo un factor natural inde­
pendiente, que no es ninguna estructura. Este factor na­
tural guía la evolución de cada animal de lo general a lo
particular. Se originan primero las formas del tipo; des­
pués, la formas que caracterizan a la familia y al género;
luego, las formas características de la especie, y por últi­
mo, el individuo.
Así, K. E. von Baer tuvo razón en todos los puntos, y
la ley fundamental biogenética de Haeckel, aquel hernia-
EL PROBLEMA DE LA MORFOGÉNESIS ANIMAL 249

frodita semifisiólogo y semihistórico, se disuelve en pura


faramalla.
Al Jado de la materia, la energía y la estructura entra
como cuarto factor natural el formador de estructura.
Sólo la estructura y todo lo que obedece es mortal. El
formador de estructura es independiente de la estructura,
y por eso, indestructible y eterno.
También nosotros, hombres, debemos nuestro advenir y
subsistir a este formador de estructura que no es ninguna
estructura, ni materia, ni energía; que no obedece a la ley
causal, sino que prescribe leyes a las que llamamos con­
forme a fin. Con el reconocimiento de este factor natural,
la investigación experimental de la Naturaleza le trae de
nuevo a la Humanidad un bien que es para ella una ne­
cesidad vital, y que le había sido arrebatada por el mate­
rialismo: el problema de la ^inmortalidad.
MENDELISMO

Si se cruza el guisante de olor vulgar (Lathyrus odora-


tns)y que llega a tener seis a siete pies de altura, con su
forma enana, que sólo tiene de tres cuartos a pie y medio
de alto, se consiguen en la primera generación descendien­
tes que, sin excepción, tienen de seis a siete pies de altura.
En la segunda generación una cuarta parte de la descen­
dencia es enana y tres cuartas partes poseen la magnitud
normal de seis a siete pies. Si se siguen cruzando entre sí
los enanos, no se originan nunca más que enanos —son,
por lo tanto, de raza pura—. De los descendientes gran­
des de la primera generación un tercio es de raza pura;
esto es, su descendencia sigue siendo permanentemente
grande.
Por lo tanto, ya en la segunda generación la mitad de la
descendencia ha vuelto a caer en la raza pura de los padres.
La otra mitad es de raza mezclada; esto es, su descenden­
cia se descompondrá siempre en la misma proporción:
una cuarta parte puramente enana, otra cuarta puramente
grande y una mitad mezclada, y así en adelante de ge­
neración en generación.
A la propiedad que en los ejemplares de raza mezclada
determina el hábito exterior se la llama dominante, y a la
propiedad oprimida se la designa com o recesiva.
En el caso anterior, la forma grande de los guisantes es
la dominante y la forma enana la recesiva.
Si se designa a la dominante por D, a la recesiva por
R, se obtiene para los padres la fórmula D -f- R. En la
primera generación se producen individuos de pura raza
mezclada, a los que se designa por DR.
La segunda generación, por el contrario, muestra todas
las posibilidades de relación que pueden presentarse según
[2501
MENDELISMO 251

el cálculo de probabilidades: DD, DR, RD, RR; DD y


RR representan las formas puras; DR y RD, las mezcladas.
Esta fórmula interpreta exactamente los resultados del
cultivo: la mitad de todos los individuos es de raza mez­
clada, una cuarta parte muestra puras las propiedades do­
minantes y una cuarta parte las recesivas. Según el hábito
exterior, tres cuartas partes son dominantes y una cuarta
recesiva, pues sólo en RR no se da ninguna D.
Acerca de siete pares de propiedades de los guisantes,
que se refieren a la altura del tallo, disposición de Jas hojas
y color del fruto, experimentó y estableció Mendel, en
diez años de trabajos, esta ley fundamental de Ja herencia.
Demostró además que los diferentes pares de propiedades
de los mismos padres siguen esta ley en los descendientes
independientemente unos de otros.
La ola del darwinismo, con sus especulaciones popu­
lares, pasó adelante sin consideración alguna. Sólo treinta y
cinco años más tarde, dieciséis después de la muerte del gran
investigador, en el año 1900, tres sabios independientemente
unos de otros, han vuelto a descubrir a Mendel y su ley.
Desde entonces, una Jabor infatigable, especialmente en­
tre los botánicos, ha demostrado la validez general de
esta ley. También la cría científica de animales se ha apro­
piado la ley mendeliana. Las consecuencias de esta inves­
tigación han sido expuestas de una manera ejemplar por
Bateson en su hermoso libro Mendels Principles of Piere-
dity.
Gracias a él se ha hecho fácil penetrar más hondamente
en la comprensión del descubrimiento mendeliano y han
ganado en conexiones aquellos problemas que agitan hoy
a la biología del modo más íntimo.
Como en el cruzamiento de razas distintas se trata siem­
pre de dos individuos que son claramente distintos entre
sí en ciertos puntos, se trata, pues, de investigar estos pun­
tos para obtener siempre bien definidos pares de propieda­
des. De cada par, naturalmente, sólo puede aparecer una
propiedad en cada uno de los descendientes, mientras que
la otra queda latente o recesiva.
252 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

El individuo joven de la primera generación es, por lo


tanto, un producto de tantos y tantos pares de propieda­
des. Pero en sus células germinales, están disociados los
pares de propiedades, y cada célula germinal no alberga
nunca más que una propiedad de cada par. Sólo en la
nueva fecundación aparece un nuevo apareamiento de las
propiedades.
La separación de los pares de propiedades o, mejor de
las predisposiciones para estas propiedades es el punto
esencial de toda la teoría. Pues sólo bajo esta hipótesis
puede comprenderse que la nueva formación de los pares
de propiedades sigue en la fecundación la regla de pro­
babilidad. Si tanto el germen masculino com o el femenino
poseen por mitad disposiciones D y disposiciones R, tiene
que presentarse la fórmula mendeliana en caso de fecunda­
ción proporcional. Entonces las predisposiciones femeninas
D se conjugarán en partes iguales con las predisposiciones
masculinas D y R en DD y DR, mientras que las disposi­
ciones femeninas R advendrán de la misma manera D R y
RR. Esto da la fórmula DD, DR, RD, RR.
Resulta además de los experimentos de Mendel que si
en los mismos padres se trata de dos pares de propieda­
des, que designaremos com o D -f- R Y d + r, las diver­
sas disposiciones de los dos pares se mezclan en Jos gér­
menes aun no fecundados de la primera generación, tam­
bién según la ley de la probabilidad. Hay en este caso
dos especies de gérmenes femeninos D, esto es, D d y Dr,
y dos especies de gérmenes femeninos R, esto es, R d y Rr.
Si estos cuatro gérmenes femeninos diferentes son fecunda­
dos por cuatro de tales gérmenes masculinos, se dan die­
ciséis combinaciones diferentes, que se pueden calcular en
el papel y realizar en la práctica. Sólo que no es lícito
olvidar que nunca aparecen más que las dominantes D
y d. tan pronto com o existen.
Por los trabajos fundamentales de Driesch sabemos que
en el germen no está, en modo alguno, preformada la es­
tructura del adulto. Esta doctrina es confirmada textual­
mente por el descubrimiento mendeüano. Pues si las pre­
MEND ELISMO 253

disposiciones de las más diferentes propiedades se mezclan


en el germen según la regla de probabilidad, eso no quiere
decir otra cosa sino que no están ligadas entre sí de nin­
guna manera, sino que habitan con toda independencia
unas junto a otras. Las propiedades que, mediante su fir­
me encadenamiento, formaron a cada uno de los padres,
se desparraman en el germen com o las gotas de un surtidor.
Cierto que todas las propiedades que son necesarias para
la constitución de un individuo existen com o predisposi­
ciones en cada germen; pero, en lo que se refiere a su
procedencia, se dan abigarradamente confundidas, ya pro­
cedan del lado materno o del paterno. Y de esta abigarra­
da mezcla, que sigue en su composición la regla de pro­
babilidad, se origina el nuevo individuo.
Jamás se ha podido soñar que la ley de herencia, en­
vuelta aparentemente en impenetrable misterio, obedeciera
a tan sencilla ley matemática.
Pero, ¿por qué los materialistas o monistas no han alzado
un grito de triunfo, ya que, una vez más, obedecía a una
ley matemática un territorio de la Naturaleza viva? ¿Por
qué, por el contrario, se mantuvo tan tercamente en silen­
cio el mayor descubrimiento biológico de los tiempos m o­
dernos? La circunstancia de que el descubridor fuera un
piadoso abad, cuyos trabajos granaban con tan maravillosa
claridad en la paz de un jardín conventual, no puede ser
causa única.
Cierto que los darwinistas que quieran aceptar la d oc­
trina de Mendel están obligados a prescindir de la teoría
de las transformaciones graduales, pues las predisposiciones
de propiedades que se conjugan según la ley mendeliana
son firmes magnitudes y no pueden ser empequeñecidas
a voluntad. Pero, en cambio, la "selección natural” podía
acertar con aquella selección deseada entre las ya dadas
variantes.
De fijo que Darwin mismo no hubiera vacilado un m o­
mento en admitir la teoría mendeliana y en ceder la preemi­
nencia al más grande. Pero el actual darwinismo ya no es
una hipótesis de ciencia natural, sino un sistema de dogmas,
254 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

cuya misión es negar la conformidad a fin en la Natura­


leza. Y en este sistema no cabe, ciertamente, el papel que
las predisposiciones de las propiedades representan en el
desarrollo del germen.
Para adquirir una noción del papel que las predisposicio­
nes de propiedades están llamadas a desempeñar tenemos
que establecer primero qué cosas son las predisposiciones
de propiedades.
Podemos demostrar que las predisposiciones son magni­
tudes fijas, que no se pueden disminuir, ni aumentar ni va­
riar en modo alguno. Plantas de formas grandes cruzadas
con formas pequeñas no producen ninguna forma inter­
media, sino una forma grande o pequeña. También en aque­
llos casos en que aparentemente se producen formas inter­
medias, en generaciones posteriores vuelven a presen­
tarse otra vez las formas fundamentales sin falsificación
alguna.
Las predisposiciones, com o ya se mostró, existen en el
germen totalmente independientes unas de otras. N o per­
tenecen a ninguna especie de estructura secreta. La ad­
misión de una estructura secreta en el germen tiene que
desaparecer definitivamente.
Las predisposiciones están entre sí penetrantemente limi­
tadas, Para establecer este hecho era preciso toda la pene­
tración del genial Mendel. Las propiedades de una planta
ya formada o de un animal adulto no se nos aparecen, en
modo alguno, com o limitadas entre sí, porque se introdu­
cen sin vacíos en un plan general. Para dar con las fron­
teras de las propiedades no hay otro medio que comparar
dos individuos de distintas razas. Si, por ejemplo, la hoja
de una planta muestra liso su borde y otra lo muestra
dentado, en seguida estamos enterados de que el estar guar­
necida de dientes constituye una propiedad aparte. Sólo
de esta manera se puede lograr una representación de los
límites de las propiedades y comprender por éstos la deli­
mitación de las predisposiciones en el germen. Entonces
ya no se nos presenta com o tan incomprensible la indepen­
dencia de las predisposiciones en el germen.
MENDELISMO

Fiemos aprendido, además, que estas magnitudes que se


mantienen constantes, delimitadas unas por otras e inde­
pendientes entre sí, se repugnan mutuamente cuando se re­
fieren a la misma propiedad. Los pares de propiedades
que se originan en la fecundación son desparramados por
la nueva formación germinal. Las dos predisposiciones de
propiedades que se refieren al desarrollo de la casta no
se toleran jamás una a otra en el germen, aun cuando ambas
puedan tener com o consecuencia el desarrollo grande o
pequeño o pueda una de ellas producir el pequeño y la
otra el gran desarrollo. Esto puede ser expresado de este
modo: "Las predisposiciones de propiedades para las mis­
mas partes de estructura se repugnan mutuamente.” En
los fenómenos que llevan a acabar la formación del germen
se ofrecerá a las predisposiciones de propiedades ocasión
para esta mutua repugnancia. Desde este punto de vista
alcanza alta significación el fenómeno, histológicamente
muy bien estudiado, de la maduración del huevo, en el
cual siempre es expulsada la mitad del material de la se­
milla.
Finalmente —y ésta es la mayor ventaja de este nuevo
conocimiento—, podemos afirmar que las predisposiciones
no son magnitudes materiales, sino formales.
Para acabar toda la significación de este hecho hay que
representarse que todas las teorías de la herencia, que ope­
raban con predisposiciones preformadas en el germen, ad­
mitían, sin excepción, que se trataba de partículas materia­
les que, por su cambio de magnitud y aumento, debían
crecer hasta constituir órganos completos o partes de ór­
ganos.
Estas teorías tienen que desaparecer totalmente.
Si queremos servirnos de una comparación, nos será lí­
cito decir: las anteriores teorías admitían que en el ger­
men de una casa existen en miniatura una piedra de muro,
una teja, un peldaño de escalera, una vidriera, etc., de los
cuales, por crecimiento y división, se produce la casa.
Mendel nos informa de algo mejor: en el germen de la ca­
sa preexisten, como predisposiciones ya formadas, la altu •
256 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

ra de los muros, Ja forma de las ventanas, la pendiente


del tejado, la anchura de la escalera, etc.
Esto parece totalmente sin sentido mientras sólo tene­
mos ante la vista las formas de un objeto inanimado, que
no se pueden separar del conjunto com o factores indepen­
dientes. Pero no debemos olvidar que las formas de los
animales y plantas no son otra cosa que acciones termi­
nadas; que para producir una hoja dentada se necesita otro
proceso que para la generación de la hoja de forma lisa.
Estos procesos de la morfogénesis muy bien pueden ser
considerados aisladamente, y las predisposiciones para estos
procesos es lo que preexiste en el germen.
N o es muy correcto por ello hablar de predisposiciones
de propiedades; sólo es lícito hablar de predisposiciones
para propiedades. Tenemos, por lo tanto, que ocuparnos
de factores aislados de la formación de propiedades, que
existen en el germen com o firmes magnitudes, mutuamente
delimitadas e independientes entre sí. Permanecen libres
e inactivas en el germen hasta que cada una de ellas, a su
turno, entra en actividad en el curso de la evolución.
Se las puede designar abreviadamente com o "formado-
res” , para evitar la pesada expresión de "predisposición para
la formación de propiedades” . Con la palabra formador
se expresa claramente, al propio tiempo, que no se trata
de una substancia, sino de un factor que forma a la subs­
tancia.
Por lo tanto, ¿hay que considerar a los formadores como
fuerzas fisicoquímicas? Muchos investigadores se sienten in­
clinados a colocar los formadores en la misma línea que
los fermentos. A mí esto me parece un subterfugio, aJ
que sólo se puede acudir porque no sabemos nada de la na­
turaleza de los fermentos.
Pero de los formadores sabemos enunciar algo positivo
que los coloca completamente fuera de Ja serie de las fuer­
zas fisicoquímicas: no siguen la ley de causa y efecto.
En el curso del desarrollo individual del ser vivo, los for­
madores se relevan unos a otros en su actividad "conforme
a plan” . Como no existe ninguna estructura secreta que los
MENDEL1SM0 257

enlace, este hecho significa que tenemos que habérnoslas


aquí con un factor natural que no conocemos en todo el
mundo inanimado.
En el mundo inanimado, todas las fuerzas se relevan se­
gún la ley de la causalidad y jamás se origina algo confor­
me a plan, sino sólo algo sin plan, mientras que los forma-
dores generan siempre algo conforme a plan.
Ya de los trabajos de Driesch resulta evidente la efica­
cia de un factor sobremecánico en el desarrollo individual,
al cual se le puede llamar "formador de estructura” . Des­
pués que conocemos a Mendel, nos es lícito afirmar que
existen muy numerosos formadores de estructura que tra­
bajan en común según un plan unitario. De este modo
nos acercamos a la teoría vitalista de Reineke.
Si queremos hacernos patente el papel del formador, que
interviene en el origen de una estructura capaz de funcio­
nar conforme a plan, no nos es lícito prescindir del mate­
rial que tiene a su disposición el formador. El protoplas-
ma no es ninguna materia habitual, sino una mezcla de
substancias que se encuentran en permanente cambio de
materia y fuerza, de la cual puede ser hecho todo, sobre
poco más o menos. Están a disposición del formador tanto
materias com o fuerzas en rica plenitud.
En el germen animal comienza su actividad el primer
formador al prestar su primera forma al joven ser vivo. Es­
te es una esfera hueca, cuyas paredes se componen de puras
esferillas de células. Si, mediante una violencia exterior,
es partido en dos mitades el germen, el primer formador
prosigue tranquilamente su interrumpido trabajo en cada
una de las mitades, hasta que quedan hechas dos esferillas
huecas que se desarrollan hasta constituir dos animales com­
pletos, pero de la mitad de tamaño. En este ejemplo lle­
gamos a conocer claramente las fronteras de la indepen­
dencia del formador de material. De una parte, la magni­
tud del animal formado depende de la masa del material ger­
minal utilizable; de otra, es completamente indiferente al
formador tener que desarrollar al mismo tiempo uno o dos
animales.
258 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Una vez que el primer formador ha llenado su misión y


dado al germen la primera forma diferenciada, aparece en
el plan el segundo formador y, generalmente por invagina­
ción, convierte la sencilla esfera hueca en una de dps pa­
redes. Entonces la esfera llega a tener tres láminas, se
alarga y descompone en segmentos. Tan pronto como exis­
ten varios segmentos se hace patente que ahora trabajan
al mismo tiempo diversos formadores, uno distinto en cada
segmento.
Por medio de los bellos trabajos de Braus hemos llegado
a ver con toda claridad este difícil orden de cosas. Se puede
quitar de un segmento la mitad del material, cosa que tiene
por consecuencia, por ejemplo, el que de él se origine un
hueso del brazo completamente acabado, pero de la mitad
de su tamaño, mientras que el inmediato segmento ha
producido en el mismo tiempo una cavidad de hombro
de magnitud normal que no conviene, en modo alguno,
con el pequeño hueso de brazo. Como se ve, cada uno
de los formadores ha conservado la gran independencia
que poseían en el germen. Sólo están ligados a la igual­
dad de tiempo. Esta independencia se pierde tan pronto
se ha establecido la función; entonces las perturbaciones
introducidas en formadores vecinos se compensan también
en común según la magnitud, de modo que vuelven a ori­
ginar un miembro capaz de función.
Si se quiere fijar bien en una imagen la manera de actuar
de los formadores de estructura, compárese el protoplasma
con un piano mecánico, que tiene la posibilidad de tocar
por sí mismo todas sus teclas. En el piano están encerradas
las notas de una determinada melodía. Estas notas están
completamente libres hasta que la primera de ellas hiere
su tecla. Entonces siguen las otras notas, siguiendo la nece­
sidad de la melodía.
Cualquiera que sea el ejemplo que se pueda elegir, siem­
pre queda lo principal, que es reconocer sin reservas la
existencia de factores sobremecánicos en la Naturaleza vi­
va. N o falta mucho para que declare el avestruz: "Quiero
que todo el mundo brote, con fuerza y materia.,,
MENDELISMO 259

La ''ciencia libre de prejuicios” pondrá también su or­


gullo en ensayar las hipótesis vitalistas. Una vez roto el
hielo materialista que cubrió todo nuestro pensamiento
con su capa de muerte, se reconocerá que el darwinismo
ha retrasado en medio siglo el progreso de la biología.
Por fortuna, son tan enormes las consecuencias prácticas
que el mendelismo alcanza en el terreno de la cría de ani­
males y cultivo de plantas, que ya no puede quedar perdi­
do. Pero aun pasará algún tiempo antes de que también
la teoría haya reconocido la enorme trascendencia de la
doctrina mendeliana. Pero entonces la orden del día del
porvenir será: N o darwinismo, sino mendelismo.
PENSAMIENTOS
SOBRE EL ORIGEN DEL ESPACIO

Si en el día de hoy un naturalista fuera invitado a inter­


pretar, en nuestra usual manera, de hablar, lo esencial de la
doctrina de Kant, tendría que responder: "Kant nos ha
enseñado que nuestra alma es un organismo.’ ’
Cierto que un organismo inmaterial, que se aparta de
todos los conocidos en muchos rasgos fundamentales; pero,
sin embargo, un organismo. En todo organismo* vivo encon­
tramos tres elementos fundamentales, que engranan entre
sí según un plan común. Son: lv la s partes de estructura
permanentes; 2?, las fuerzas actuantes; 39; las impresiones
exteriores. Pues el problema que tienen que resolver todos
los organismos consiste en recoger impresiones exteriores
y elaboradas.
Kant ha demostrado también la existencia de estos tres
elementos fundamentales en nuestra alma. Encontró una
fuerza originaria en todas partes activa, a la que, por razón
de sus productos, designó com o imaginación productiva.
Según nuestro lenguaje actualmente usual, la llamaremos
la fuerza plástica productiva. Esta fuerza posee la capaci­
dad de resumir en un nuevo todo unitario numerosas y
diversas partes.
Del modo más claro se muestra este efecto en la forma­
ción de los objetos. Los elementos de los que, sin excepción,
se forman todos los objetos son nuestras sensaciones de los
sentidos. Tienen que ser tenidas com o el elemento funda­
mental externo; son las impresiones que debemos elaborar.
Las sensaciones de los sentidos; son cogidas por la fuerza
plástica, que forma de ellas una nueva unidad.
Como el metal en fusión necesita un molde preparado
donde verterse para adquirir forma, así hay en el alma re-
[260]
PENSAMIENTOS SOBRE EL ORIGEN DEL ESPACIO 261

glas fijas según las cuales avanza esta nueva formación de


las sensaciones de los sentidos, a fin de que adquiera forma
un objeto determinado. Estas reglas fijas son parte perma­
nente integrante del alma. Es lícito compararlas con las
partes de estructura de los organismos materiales.
La manera com o se producen en el niño estas partes de
estructura del alma es un problema en sí mismo del que
aquí no debemos ocuparnos. Aquí sólo tenemos que ver
con las reglas de formación ya hechas que son utilizadas por
la fuerza plástica productiva para la construcción de los
objetos.
Las reglas de formación poseen la mayor semejanza con
melodías, sólo que no forman tonos en una nueva unidad,
sino sensaciones de espacio.
De que las reglas do formación sólo se refieren a las sen­
saciones espaciales presencié un ejemplo muy caracterís­
tico. Una niñita, aun no de dos años completos, que había
pasado la mayor parte de su existencia terrena en un bos­
que de abetos fué con su padre a la orilla del mar. El pri­
mer día le fué dado al almuerzo un lenguado asado. La
pequeña contempló atentamente la disección del pescado,
y cuando apareció la espina exclamó: "¡U n abeto!” Ni la
magnitud ni el color eran decisivos, sino sólo la relación
espacial del tronco con las ramas: la espina del pez no for­
maba ningún objeto nuevo, sino que era un pequeño y
blanco abeto.
El número de reglas de formación empleadas por nos­
otros denuncia también el número de especies de objetos
que somos capaces de distinguir. Sin embargo, el número
de diversos objetos de una especie no queda, en modo al­
guno, limitado por ello. Si éstos pudieran penetrar en nues­
tra conciencia sin regla alguna, llenarían de confusión
nuestra alma.
¿Qué medios emplea nuestra alma para evitar eso? Si
miramos alrededor en nuestro medio ambiente advertimos
que todos los objetos que nos rodean están puestos delante
o detrás de nosotros, arriba o abajo, a la derecha o a la
izquierda. Cada objeto, por su situación, evoca en nosotros
262 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

tres sensaciones de dirección, que, más o menos fuertes,


resuenan al mismo tiempo en nuestro interior. Por todas
partes llevamos siempre con nosotros los tres pares de sen­
saciones de dirección, que acomodan dentro de sí todos los
objetos que vemos o sentimos.
La fuerza plástica productiva enlaza éstas como todas las
sensaciones de los sentidos, según una regla muy general,
en una nueva unidad, que no es ningún objeto, porque cada
objeto requiere una demarcación. Pero esta unidad, sin em­
bargo, es una intuición con realidad objetiva: la llamamos
espacio.
El espacio precede a toda formación de objetos. Existe
siempre tan pronto com o dirigimos nuestra atención a nues­
tro medio ambiente. Tom a a su cargo el ordenar los objetos
según su situación. Por eso Kant explicaba el espacio como
un elemento estructural de nuestra alma, originado inde­
pendientemente de toda influencia exterior sobre nuestros
órganos de los sentidos y que sirve sólo com o medio de
distribución de los objetos.
Consecuencia de esto era que a las ciencias que se ocupan
de puras magnitudes de espacio, les fuera señalado un puesto
aparte de toda experiencia. Pues para la experiencia se re­
quiere siempre un influjo exterior que engendre en nos­
otros sensaciones de los sentidos. Parecía hasta ahora que
la intuición del espacio era un fenómeno puramente aními­
co; que las sensaciones fundamentales de las tres direcciones
del espacio, existen totalmente preformadas en nuestra al­
ma y no necesitan de ocasión alguna exterior para origi­
narse.
Esta concepción ya no puede ser sostenida desde que
Cyon ha logrado probar que las sensaciones de dirección,
con las cuales se construye el espacio, son auténticas sen­
saciones de los sentidos. A Cyon le debemos el bello des­
cubrimiento de que una parte del laberinto del oído posee
la capacidad de evocar en nosotros, al ser excitado, las co­
rrespondientes sensaciones de dirección.
Se trata de los notables conductos semicirculares del oído.
Son tres pequeños anillos excavados en el hueso, que, como
PENSAMIENTOS SOBRE EL ORIGEN DEL ESPACIO 263

las tres superficies que coinciden en el vértice de un dado,


son perpendiculares unos a otros y se tocan por el vértice.
Sabido es que nuestra cabeza puede ser descompuesta por
tres planos que son condicionados por su construcción
anatómica: uno sagital, que hiende la cabeza de arriba abajo
y que corriendo por delante entre los ojos, a lo largo del
perfil de la nariz, separa una mitad derecha de una izquier­
da; uno transversal, que, yendo igualmente de arriba abajo,
divide la cabeza en una mitad anterior y una posterior: uno
horizontal, que descompone la cabeza en una mitad superior
y una inferior.
Los planos descomponen la cabeza en pares de cuatro
sectores, cuatro superiores y cuatro inferiores, cuatro a la
izquierda y cuatro a la derecha, etc., que se juntan en
el medio com o ocho dados en sus vértices rectangulares.
En la superficie de los dos sectores anteriores de los cuatro
superiores, se piensa que están situados los conductos semi­
circulares. Entonces, a cada lado se obtiene un triple sis­
tema de conductos, que está formado por un canal sagital,
uno transversal y uno horizontal. Estos dos sistemas de
conductos no se encuentran en realidad uno con otro, sino
que se abren lateralmente dentro del oído, sin que, por lo
demás, cambien sus relaciones con los planos de división.
La excitación de estos tres canales debe, según Cyon,
despertar en nosotros las tres sensaciones de dirección. Es
indiferente observar uno u otro oído: la excitación del
canal sagital debe provocar siempre las sensaciones de de­
lante y atrás; la excitación del canal transversal desprende
las sensaciones d-e arriba y abajo; la excitación del canal
horizontal da las sensaciones de derecha e izquierda.
Los conductos semicirculares sirven, cmn grano salís,
como un sistema de coordenados en cuyo centro está apos­
tado nuestro " y o ” . Lo mismo que cada punto en el espacio
matemático está determinado por sus relaciones con tres
coordenadas, así se establece firmemente la posición de cada
objeto en el espacio real por las sensaciones de tres direc­
ciones que suenan al mismo tiempo, pero con distinta in­
tensidad. Si, por ejemplo, decimos de un objeto que está
264 IDEAS PARA VNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

muy hacia adelante, un poco a la izquierda y abajo, su


posición queda descrita por completo.
¿Cómo llegamos precisamente a tal aparato y cómo se
valen sin él los seres vivos que no lo poseen?
A esta pregunta no podemos responder jamás por com­
pleto, porque nos son desconocidas las almas de los ani­
males. Pero podemos proyectar la propia alma dentro del
animal que se quiera, y veremos cóm o se puede valer con
los primitivos efectos de sentidos. Imaginémonos, por
ejemplo, dentro de una libélula, cuyo cerebro aun está
tan simplemente constituido que sólo ofrece la posibilidad
de la generación de muy pocas reglas de formación, y en­
tonces también nuestra alma sólo podrá percibir muy pocos
objetos. Fuera de algunos animales que le sirven de presa
y de los propios compañeros de especie, sólo divisamos en
lo restante algo herbiforme, arbustiforine y agua. (Cierto
que también hay hombres que no ven mucho más.) Estos
objetos quedan fácilmente ordenados. Un movimiento ho­
rizontal de la cabeza y uno vertical enlazan cada objeto
con dos sensaciones de movimiento. Con eso queda esta­
blecido el necesario orden. Para percibir la dirección ade­
lante y atrás tiene que servirse del libre vuelo.
Nosotros ordenamos los objetos de nuestro medio am­
biente por los movimientos de nuestros ojos; pero en lugar
de las sensaciones de movimiento entran inmediatamente
las mucho más precisas sensaciones de dirección de los con­
ductos semicirculares. Hay que imaginarse el mecanismo
que enlaza nuestro ojo con los conductos semicirculares, de
modo que cada contracción de los músculos del ojo pro­
voca, por vía nerviosa, una excitación! en el correspon­
diente canal, el cual, por su parte, provoca en nuestra alma
la específica sensación de dirección ligada con el canal. Se
desliza el globo del ojo hacia la izquierda: entonces el
músculo izquierdo contraído, al hacerlo, estimula a los ca­
nales horizontales. Se desliza hacia arriba: los músculos su­
periores estimulan a los canales transversales. La tensión de
los músculos que reúnen los ejes ópticos en la percepción
de la profundidad sirve para la excitación del canal sagital.
PENSAMIENTOS SOBRE EL ORIGEN DEL ESPACIO 265

Mediante la intervención de los conductos semicirculares,


que a la vista de un objeto anotan la disposición del globo
del ojo, se establece inmediatamente la posición del objeto
en el espacio. Por este medio queda muy notablemente
substituido el aparato óptico. El orden de los objetos, que
en otro caso queda entregado a los músculos del ojo y a
las sensaciones de movimiento producidas por ellos, es
ahora tomado a su cargo por otro órgano de los sentidos,
que puede engendrar sensaciones altamente específicas apro­
piadas para la ordenación.
Si le son arrebatados a un animal sus conductos semi­
circulares, los movimientos del ojo tienen otra vez que
volver a ser empleados com o único medio auxiliar orde­
nador. Hácese esto al principio mediante violentos movi­
mientos de péndulo de la cabeza y de los ojos en la dirección
que hasta entonces era suministrada por los conductos se­
micirculares que faltan ahora. Si a una paloma se le quitan
los seis conductos semicirculares, lleva su cabeza con la
tapa del cráneo hacia abajo. De este m odo consigue que
las imágenes de los objetos en su retina vengan a estar de­
rechas con relación a sus cuerpos. Esto puede servir como
demostración de que las invertidas imágenes de la retina
son puestas derechas habitualmente por intervención del
aparato de los conductos.
La disposición que experimentan los objetos en el espacio
mediante las sensaciones de dirección de los conductos se­
micirculares es puramente subjetiva. Sólo refiere la situa­
ción de los objetos al espectador, y a nada fuera de él. Es
evidente, por ello, que la sensación de dirección arriba o
abajo es tan subjetiva com o la sensación izquierda o dere­
cha. Arriba y abajo se dice con referencia a mi persona en
la dirección de mi cráneo a los pies. Si estoy acostado, este
arriba subjetivo ya no es arriba en sentido objetivo, esto es,
si arriba se refiere al centro de la Tierra.
Hay, por lo tanto, dos sensaciones para la dirección arriba:
una subjetiva y otra objetiva, que puedo separar muy bien
entre sí, si con los ojos cerrados, en una posición inclinada
de la cabeza, dirijo mi atención, ya a la una, ya a la otra.
266 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Esta dualidad de la sensación arriba, según mi parecer, no


ha sido suficientemente tenida en cuenta por Cyon.
Si el arriba subjetivo se lo debemos a los canales trans­
versales, procede el arriba objetivo de los llamados estato-
Utos o cuerpecillos de Goltzschen. Son éstos unas pequeñas
piedrecillas que se balancean sobre finos cabellos y que,
por su peso, oprimen siempre aquel cabello que queda de­
bajo en la posición de la cabeza en cada momento.
El estatolito, al cual se le puede llamar un compás del
centro de gravedad, está mucho más extendido en la serie
animal que los conductos semicirculares. Pero también falta
en los animales más sencillos, cuyos órganos dq los sentidos
y sistema nervioso central mismo no ofrecerían a nuestra
alma la posibilidad de formar ningún objeto. Sólo se ori­
ginarían en nuestra alma sensaciones sueltas que no nece­
sitan de ninguna ordenación espacial de especie subjetiva
ni objetiva. Para el equilibrio del peso del propio cuerpo
en los animales que se arrastran o andan, basta con los
músculos que poseen un delicado aparato regulador, que
actúa automáticamente para soportar pesos.
En los animales que nadan libremente se asocia en general
un estatolito, que ayuda a los músculos en el balanceo del
cuerpo. Más tarde se pone en relación con los músculos
del ojo, y de este modo, además de influir en la posición del
propio cuerpo respecto al centro de la Tierra, influye en
la posición de la retina respecto a los objetos. Esta es la
disposición de muchos cangrejos. En los insectos bastan
sólo los ojos, pues su retina posee la capacidad de utilizar
el cambio de lugar de una imagen com o estímulo de los
músculos del cuello, que cuidan entonces de una nueva y
clara fijación de la imagen. Los músculos, en especial del
aparato volador, bastan para el equilibrio del cuerpo. De
este modo, pueden carecer de estatolitos los insectos. Los
vertebrados más inferiores poseen, además de los ojos y de
los estatolitos, primero uno y después dos conductos semi­
circulares. Pero la inmensa mayoría se vale del bien dis­
puesto sistema de triples conductos. El estatolito entra
ahora en la más íntima relación con el sistema de conductos.
PENSAMIENTOS SOBRE EL ORIGEN DEL ESPACIO 267

Este sirve, com o ya se hizo notar, para substituir el apara­


to de movimiento de los ojos, cuya situación es anotada
al mismo tiempo por los tres conductos semicirculares, a la
manera de un sistema de coordenadas. De este modo es
anunciada al cerebro la posición de cada objeto por una
nueva combinación de excitaciones nerviosas. El estatolito
da noticia al mismo tiempo de la inversión de todo el sis­
tema de coordenadas con relación a la plomada. Nuestra
alma conoce, según eso, cuatro especies de sensaciones de
los sentidos que se refieren al espacio. Son: 1^, los signos
locales; entre ellos se comprende aquellas precisas sensacio­
nes de dirección que siempre resuenan cuando nuestra re­
tina nos comunica una sensación de luz o de color. Sirven
para la construcción de los objetos; 2^, las sensaciones de
movimiento de los músculos del ojo; 3*, los tres pares
de sensaciones generales de dirección, que son engendra­
das por los conductos semicirculares y de cuya productiva
fuerza formadora se forma la intuición "espacio” ; 4*, la
sensación de dirección comunicada por el estatolito refe­
rente al "arriba” objetivo.
Como ha de imaginarse, el trabajo en común de estas
diferentes sensaciones he intentado ya analizarlo, y también
el papel que los conductos semicirculares representan en
ello. Pero este problema de los conductos semicirculares
no queda, en modo alguno, agotado. Los conductos semi­
circulares son capaces de servir como aparato general del
sentido del espacio para toda la voluntaria musculatura del
cuerpo al anotar tan detalladamente com o la del globo del
ojo la dirección del movimiento de toda masa de miembros.
De este modo son puestas en directa relación la posición de
nuestro cuerpo y de nuestros miembros con la de los ob­
jetos.
En realidad, siempre efectuamos nuestros movimientos
corporales mediante un rodeo por el aparato del sentido
del espacio. Jamás contraemos voluntariamente determina­
do músculo, sino que siempre ejecutamos movimientos de
masas de miembros en las tres direcciones del espacio. Me­
diante el aparato del sentido del espacio estamos orientados
268 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

sobre la posición de los objetos en el espacio, y dentro de


ese espacio describimos nosotros nuestros movimientos.
Este órgano de los sentidos, en extremo notable, nos su­
ministra el campo común en que viven los objetos y en que
se realizan nuestros movimientos: el espacio.
NUEVOS PROBLEMAS DE NUTRICIÓN

La llama pasa desde la antigüedad com o imagen de la


vida. Pero sólo en el siglo pasado se logró demostrar tam­
bién en el ser vivo los mismos fenómenos que producen la
llama. Y nada menos que Helmholtz ha comparado nuestra
vida humana con la llama de un cirio.
La llama, como es en general sabido, constituye el último
acto del gran drama del átomo de carbono. El primer acto
comienza en el tiempo en que el átomo de carbono está en
íntima relación con el átomo de oxígeno que forma el
ácido carbónico del aire. Por la materia verde de las plan­
tas, la clorofila, es extraído el ácido carbónico, y con ayuda
de los rayos del sol es arrancado a su combinación el áto­
mo de carbono. Una vez libre, manifiesta sus ricas capaci­
dades de entrar en combinaciones hacia todos lados.
Ahora es utilizada por las plantas para que les suministre
materiales de construcción cada vez más diversos, cada vez
más escogidos. Verdaderamente miserables parecen nues­
tros materiales de construcción, com o la madera, la piedra
y el hierro, al lado de la plenitud y pluralidad de formas
de estos diminutos materiales químicos, que para todos los
fines ofrecen una selección de propiedades elásticas, quími­
cas y eléctricas como ni siquiera pudo soñarlas aún la fan­
tasía de ningún constructor.
Pero esta pluriforme plenitud de material de construcción
es necesaria, porque ahora comienza la construcción mecá­
nica de las células vegetales con ayuda de estos materiales
químicos. Y de la célula se origina la estructura de la
¡Santa.
Estos asombrosos materiales, com o su tejido interior se
sostiene por medio de fuerzas de tensión químicas, forman
al mismo tiempo la rica provisión de fuerza de las plantas.
[ 269 ]
270 IDEAS PARA VN A CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MONDO

Mientras que por ruina del organismo se pierde, sin dejar


huella, la estructura mecánica, los materiales químicos res­
tituyen la energía en ellos almacenada. También en el in­
cendio de una casa de madera el calor procede de la madera
y no de la casa.
La más rica restitución de energía tiene lugar cuando el
átomo de carbono logra volver a combinarse con el átomo
de oxígeno en ácido carbónico. Entonces vuelve a presen­
tarse la totalidad de la energía prestada por los rayos del
sol y, a la verdad, en todas las posibles formas: como mo­
vimiento en los animales que consumen las plantas para su
alimento, o com o luz y calor en la llama del cirio.
Con esto termina el drama del cambio de materia, en el
cual el átomo de carbono desempeña el papel principal.
Este drama es tan pluriforme com o la vida misma. Hasta
es lícito decir que sin cambio de materia no hay vida. ¿Es,
por lo tanto, la vida el cambio de materia? La comparación
con la llama del cirio casi nos induce a esta creencia. En
la llama del cirio cambia permanentemente la materia, y, sin
embargo, siempre queda subsistente la forma. También
cambia la materia de nuestro cuerpo, pero la forma per­
manece.
Y, sin embargo, sería muy de miope querer tomar al
cambio de materia com o vida. Pues a la llama le falta un
factor muy esencial, que es la estructura mecánica confor­
me a plan, que caracteriza a todos los seres vivos.
Durante largo tiempo hubo tendencia a menospreciar
este factor y poner sólo en primer término el cambio de
substancias. Ocurrió así que el cambio de materia que su­
fren las substancias alimenticias en nuestro cuerpo, fué tra­
tado com o problema independiente, sin preocuparse de las
funciones del cuerpo en la alimentación.
También se puede, en realidad, tratar com o problema
independiente la transformación del agua en vapor y del
vapor en agua en las modernas máquinas de buque; pero al
hacerlo no se averigua nada acerca de la cosa principal,
el buque.
Sabemos ahora, mediante muy minuciosas investigaciones,
NUEVOS PROBLEMAS DE NUTRICIÓN 271

que (com o en toda máquina) será gastada exactamente


tanta energía por nuestro cuerpo como fué introducida en
él por los manjares.
Pero es dudoso si esta determinación física corresponde
en general a un problema de la vida.
El gran fisiólogo ruso Pawlow ha sido el primero que
rehabilitó el planteamiento de problemas puramente bioló­
gicos en la doctrina de la nutrición. Pawlow vuelve a pre­
ocuparse nuevamente de la£ acciones activas de nuestro
cuerpo y no sólo de la conducta pasiva de la materia ali­
menticia.
En este planteamiento de problemas ha vuelto a mani­
festarse la conformidad a plan de nuestra construcción cor­
poral y de sus funciones, de una manera que tiene que
producir asombro general. Una breve ojeada sobre los co ­
nocimientos recién adquiridos lo demostrará.
Nuestra cavidad bucal alberga diferentes glándulas sali­
vares, las cuales dan tres especies de saliva: 1?, una saliva
clara y acuosa, que es propia para lavar la boca limpiándola
de todas las partículas de manjares; 2?, una saliva viscosa,
que envuelve los grandes pedazos de alimentos y facilita
con ello su subsiguiente deglución; 39, una saliva rica en
albúmina, que se combina químicamente con los ácidos per­
judiciales y los hace inactivos.
Nuestro estómago suministra un jugo gástrico que con­
tiene ácido clorhídrico libre y un fermento al cual se le
llama pepsina. Por fermento se entienden materias explo­
sivas microquímicas que son propias para hacer saltar los
fundamentos químicos de los productos alimenticios.
En la primera parte de nuestro intestino desemboca el
canal eferente del páncreas, que vierte en el intestino un
jugo alcalino y un fermento que actúa muy violentamente:
la tripsina. Como la tripsina es peligrosa para el propio
tejido vivo, está provista de medios químicos de defensa.
Primero tienen que ser volados los medios de defensa por
un fermento auxiliar, antes de que esté libre la tripsina.
Este fermento auxiliar es suministrado por la mucosa in­
testinal.
272 ¡DEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

Cerca del canal eferente del páncreas desemboca, tam­


bién en el intestino, el conducto biliar, que viene del hí­
gado. La bilis posee la capacidad de esparcir la grasa de
los alimentos en partículas muy pequeñas. De este modo
la tripsina obtiene una extensa superficie de acción y la
grasa puede ser atacada por todos lados.
PawJow ha logrado acechar el trabajo en común de todo
este laboratorio químico en Ja digestión de los más diversos
alimentos.
Primeramente se pudo establecer el hecho asombroso de
que cada alimento encuentra ya en la boca la saliva que le
conviene, cuando ha llegado a ella.
Este enigma ha sido resuelto por Pawlow, quien pudo
demostrar que las manifestaciones complementarias de un
manjar, com o olor y color, actúan sobre los órganos de los
sentidos com o estímulo específico antes de que el alimento
haya llegado a la boca. Así se produce, por vía refleja,
mediante el sistema nervioso central, la secreción de la sa­
liva conveniente al alimento. Logró convertir en estímulo
específico secretor cualquiera manifestación complementa­
ria, si se producía regularmente al tiempo del suministro de
un alimento determinado. Un toque de campana, un color
rojo, un olor extraño, hasta el enfriamiento de partes de la
piel, llegaron a ser estímulos secretores que, según al vo­
luntad del experimentador, provocaban una clase de saliva
completamente distinta.
Las manifestaciones complementarias, naturales o artifi­
ciales, de los alimentos actúan también reflectóricamente
sobre las glándulas del estómago, y el estómago, ante de
que lleguen a él los alimentos, se llena de un conveniente
jugo que, según sea necesario, contiene más ácido o más
pepsina.
Así llegan al estómago pedazos de pan envueltos en vis­
cosidad y son esperados allí por un jugo rico en pepsina,*
mientras que la carne flota en el estómago en una saliva
acuosa y es esperada allí por un jugo ácido, en el que se
empapa para que actúe sobre ella una cantidad de pepsina
suficientemente proporcionada.
NUEVOS PROBLEMAS DE NUTRICIÓN 273

En el estómago comienza la digestión; esto es, tiene prin­


cipio la división de los elementos químicos del alimento.
Del estómago, Jos productos de la digestión, acidificados,
pasan al intestino por una puerta musculosa cerrable, y
ahora se verifica todo un concierto de acciones conforme
a fin engranadas unas con otras:
19 Los ácidos del estómago, llegados al intestino, esti­
mulan los nervios de la pared intestinal, con ello se cierra
reflectóricamente la puerta del intestino, y sólo vuelve a
abrirse cuando el ácido del estómago está neutralizado por
el jugo alcalino del páncreas. Así, sólo pasan del estóma­
go al intestino pequeñas porciones de la papilla alimenticia,
unas tras otras.
29 Mediante el efecto del ácido del estómago, una ma­
teria existente en la pared intestinal, la prosecretina, se
transforma en secretina (cosa que Bayliss y Starling logra­
ron demostrar).
39 La secretina penetra en el curso de la sangre y conti­
núa flotando en él. Ahora bien: las células del cuerpo se
asemejan a un rebaño de ovejas puestas todas en fila al bor­
de en un torrente y bebiendo. Pero en la sangre, al con­
trario de lo que ocurre en el arroyo, nada una infinidad
de las materias más diversas. Cada materia sólo estimula un
número totalmente determinado de células y ninguna otra.
De este modo, cosa que sería difícil en las ovejas, se logra
producir una reacción en cuerpos celulares totalmente de­
terminados, con arrojar sencillamente en el torrente sanguí­
neo una específica materia estimulante. La secretina es una
de tales específicas materias estimulantes, que sólo excita las
células del páncreas.
49 El páncreas entra en actividad por el estímulo de la
secretina y vierte el jugo alcalino que neutraliza el ácido
del estómago. En éste se encuentra también la tripsina, con
su instalación química protectora.
59 El fermento auxiliar ha sido suministrado ya por la
excitada mucosa intestinal y se desprende la tripsina.
69 La tripsina y la bilis se arrojan en común sobre la pa­
pilla alimenticia. La tripsina es la principal materia expío-
274 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

siva para la grasa, difícilmente digerible, mientras que los


cuerpos albuminosos, ya descompuestos en el estómago,
son destruidos por un fermento especial de la mucosa in­
testinal (encontrado por Cohnheim), la erepsina.
Así ocurren las cosas en la máquina digestiva que alber­
gamos en nosotros mismos. Realiza la misión de desparra­
mar los elementos químicos de nuestro alimento orgánico
después que los dientes han destrozado la estructura me­
cánica.
El modo com o procede en adelante nuestro cuerpo con
el digerido alimento está aún en la obscuridad. Cierto que
sabemos que una parte de los productos digestivos llegan a
ser elementos de nuestro propio cuerpo; otra suministra el
material calórico de la máquina muscular. Pero la cuestión
del ser y destino de nuestro material de construcción no
nos satisface ya en el día de hoy. Como tampoco satisfa­
rían al ingeniero o arquitecto que quiere conocer una má­
quina o una casa.
Sólo el conocimiento del plan de construcción de nuestro
cuerpo, que se manifiesta en acciones conformes a fin, con­
duce a la investigación de la vida.
ÍNDICE

PRIMERA PARTE

LOS N U E V O S PROBLEMAS

Nuevas cuestiones ...................................................................................... 15


Nuevos p r o p ó s i t o s ......................................................................................31

SEGUNDA PARTE

EL N U E V O P U N T O D E V ISTA

Sobre lo invisible en la N a tu r a le z a ...................................................... *19


El mundo perceptible del a n i m a l .............................. . 60
Mundo animal o alma a n im a l............................................................. 69

TERCERA PARTE

LA N U E V A IM A G E N DEL M U N D O

El acuario t r o p i c a l.................................................................................... 93
El a c u a r io ...............................................................................................100
Las lu c h a s ............................................................................................... 107
E v o lu c i ó n ............................................................................................... HO
Bosquejo de una venidera concepción del m u n d o ..............................U -
La anatomía subjetiva de los o b j e t o s ..........................................l^2
La fisiología subjetiva de los o b je to s ............................................... 134
[2 7 5 ]
276 IDEAS PARA UNA CONCEPCIÓN BIOLÓGICA DEL MUNDO

PÁfi i

D e la naturaleza de la v i d a .......................................................................141
I ................................................................................................................................. 141
I I .................................................................................................................. . 157
La imagen del mundo de lab io l o g ía .................................................. 174 #
I ...............................................................................................................................174 *
I I .............................................................................................................. 186
I I I ........................................................................................................................ 200
I V .........................................................................................................................211
V .................................................................................................................................224

CUARTA PARTE

C U E S T IO N E S E S P E C IA L E S

El problema de la morfogénesis a n im a l.......................................... 243


M e n d elism o ..................................................................................................... 250
Pensamientos sobre el origen dele s p a c io ..........................................260
Nuevos problemas de n u tr ic ió n ...................................................... 269

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