Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Los Cristianos y La Renuncia Sexual
Los Cristianos y La Renuncia Sexual
EL CUERPO
y
LA SOCIEDAD
los cristianos y la renuncia sexual
PETER BROWN
EL CUERPO
Y LA SOCIEDAD
L o s hombres, las mujeres y la renuncia sexual
en el cristianismo primitivo
T r a d u c i d o del inglés p o r
Antonio Juan Desmonts
M U C H N I K E D I T O R E S S A
Colección dirigida por: Enrique Lynch
© 1988 by C o l u m b i a U n i v e r s i t y Press
© 1993 by M u c h n i k E d i t o r e s , S. A . , A r i b a u 80, 0 8 0 3 6 B a r c e l o n a
Cubierta: J & B
I l u s t r a c i ó n : H a n s B r o s a m e r , Vanitas, x i l o g r a f í a (detalle)
I S B N : 84-7669-178-5
D e p ó s i t o legal: B - 1 4 . 5 9 4 - 1 9 9 3
I m p r e s o en E s p a ñ a - Printed in S p a i n
EL C U E R P O Y LA S O C I E D A D
100 d. de C. 200 d. de C.
100 d. de C. 200 d de C.
300 d. de C. 500 d. de C.
Juliano
361/3 Justiniano 527-565
Constantino 306-337
Constancio II 337-361 Teodosio I
379-395
303* Gran persecución Romano el Meloda ± 490- ± 554
Jerónimo + 342-420
300 d. de C. 500 ± de C.
Prefacio
9
EL CUERPO Y LA SOCIEDAD
10
PREFACIO
11
EL CUERPO Y LA SOCIEDAD
12
PREFACIO
Me será necesario, en el c u r s o de la p r e s e n t e o b r a , d e t e n e r m e
e n m a y o r m e d i d a d e l o q u e y o desearía e n c u e s t i o n e s relacio-
n a d a s c o n esta virtud... L a m e n t o p o n e r e s t o s t e m a s ante los
o j o s del lector, p e r o es i m p o s i b l e escribir u n a historia de la
m o r a l i d a d sin hacerlo. 1
13
EL CUERPO Y LA SOCIEDAD
14
PREFACIO
D e s p u é s de t o d o , ¿cuál sería el v a l o r de la p a s i ó n de s a b e r
si s ó l o r e d u n d a r a en u n a cierta s a b i d u r í a ... y no, de u n a m a -
nera u otra, ... en un cierto extravío del q u e c o n o c e ? H a y m o -
m e n t o s en la v i d a en q u e la cuestión de s a b e r si u n o es c a p a z
d e p e n s a r d e f o r m a distinta d e c o m o p i e n s a , y d e percibir d e
f o r m a distinta d e c o m o ve, e s a b s o l u t a m e n t e i m p r e s c i n d i b l e
p a r a p o d e r seguir p e n s a n d o y r e f l e x i o n a n d o . 1
15
EL CUERPO Y LA SOCIEDAD
16
PREFACIO
17
EL CUERPO Y LA SOCIEDAD
Peter Brown
Princeton
25 de marzo de 1987
18
PRIMERA PARTE
De Pablo a Antonio
1. Cuerpo y ciudad
I U N A M U R A L L A PARA LA C I U D A D
21
DE PABLO A ANTONIO
22
CUERPO Y CIUDAD
personales, puesto que debía procurar ser todo lo fértil posible para tan
sólo sobrevivir».
6. Keith Hopkins, «The Age of Román Girls at Marriage», pp. 309-
327. Pero véase ahora Brent Shaw, «The Age of Román Girls at Marria-
ge: Some Reconsiderations».
7. Las conclusiones de B. W. Frier, «The Demography of the Early
Román Empire», aparecerán en el importante volumen de la nueva edi-
ción de The Cambridge Ancient History. Estoy en deuda con el autor por
haberme mostrado el manuscrito.
8. Polibio, Historia 36.17.5-10, sobre el despoblamiento de Grecia:
«A este respecto no servía de nada pedir a los dioses que propusieran al-
gún medio para librarse de tal desgracia. Pues cualquier hombre normal
le dirá que la cura más eficaz han de ser las acciones de los hombres».
23
DE PABLO A ANTONIO
24
CUERPO Y CIUDAD
25
DE PABLO A ANTONIO
I n m e d i a t a m e n t e d e s p u é s d e c u m p l i r los c a t o r c e a ñ o s , las m u -
jeres s o n l l a m a d a s « s e ñ o r a s » p o r los h o m b r e s . Y d e ese m o d o ,
c u a n d o v e n q u e n o tienen o t r a p o s i b i l i d a d q u e l a d e ser c o m -
p a ñ e r a s de lecho de los h o m b r e s , c o m i e n z a n a e m b e l l e c e r s e y
a p o n e r t o d a s sus e s p e r a n z a s en ello.' 6
26
CUERPO Y CIUDAD
27
DE PABLO A ANTONIO
28
CUERPO Y CIUDAD
29
DE PABLO A ANTONIO
30
CUERPO Y CIUDAD
31
DE PABLO A ANTONIO
32
CUERPO Y CIUDAD
33
DE PABLO A ANTONIO
34
CUERPO Y CIUDAD
35
DE PABLO A ANTONIO
36
CUERPO Y CIUDAD
37
DE PABLO A ANTONIO
38
CUERPO Y CIUDAD
39
DE PABLO A ANTONIO
bre más viril era aquel que había retenido la mayor parte de
su espíritu vital, es decir, el que había perdido poco o nin-
guna semilla. De ahí la ambivalencia que envuelve la figura
del eunuco pospúber, como los autocastrados devotos de
Atis. Lejos de desintegrarse en una condición presexual in-
forme, como ocurría con los castrados de jóvenes, el hom-
bre maduro que se ha convertido a sí mismo en eunuco, li-
gándose cuidadosamente los testículos, se convierte en un
asporos, en un hombre que no desperdicia nada de su espí-
ritu vital en los demás.68 Galeno creía que si se castraba a los
atletas olímpicos de tal modo que sus reservas de calor no
fueran afectadas por la operación, se volverían más fuertes.69
Sorano estaba de acuerdo: « L o s hombres que se mantienen
castos son más fuertes y mejores que los demás y tienen me-
jor salud durante su vida». 70
Para conservar la voz varonil cuyo resonar gustaba de
escuchar Quintiliano en las salas de los tribunales que ro-
deaban el foro, «fuerte, rica, flexible y firme», el activo abo-
gado debía practicar, entre otras cosas, la «abstinencia se-
xual». 71 Artemidoro escribió sobre un atleta:
40
CUERPO Y CIUDAD
41
DE PABLO A ANTONIO
42
CUERPO Y CIUDAD
43
DE PABLO A ANTONIO
44
CUERPO Y CIUDAD
45
DE PABLO A ANTONIO
46
CUERPO Y CIUDAD
47
DE PABLO A ANTONIO
48
CUERPO Y CIUDAD
III B A R R O I N G E N I O S A M E N T E AMASADO
49
DE PABLO A ANTONIO
50
CUERPO Y CIUDAD
51
DE PABLO A ANTONIO
52
CUERPO Y CIUDAD
53
DE PABLO A ANTONIO
54
CUERPO Y CIUDAD
55
DE PABLO A ANTONIO
56
CUERPO Y CIUDAD
123. Actos de Judas Tomás 31, A. F. J. Klijn trad., The Acts of [Ju-
das] Thomas, Suplementos al N o v u m Testamentum 5:80.
57
2. Del apóstol al apologeta:
orden sexual y renuncia sexual
en la Iglesia primitiva
I VIVIR C O N S E N C I L L E Z DE C O R A Z Ó N
59
DE PABLO A ANTONIO
M u c h a s p e r s o n a s , l o m i s m o h o m b r e s q u e m u j e r e s , entre se-
senta y setenta años, q u e han s i d o d i s c í p u l o s de C r i s t o d e s d e
su juventud, mantienen una pureza inmaculada... N o s o t r o s
n o s e n o r g u l l e c e m o s de p o d e r exhibir a tales p e r s o n a s delante
de la e s p e c i e h u m a n a . 4
4. Ibid. 15.1-5.
60
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
61
DE PABLO A ANTONIO
62
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
63
DE PABLO A ANTONIO
64
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
65
I)H PABLO A ANTONIO
66
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
67
I)H PABLO A ANTONIO
68
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
69
I)H PABLO A ANTONIO
Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer para de-
searla, ya adulteró con ella en su corazón.40
70
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
71
DE PABLO A ANTONIO
72
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
73
I)H PABLO A ANTONIO
II « L A NUEVA CRIATURA»
74
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
75
I)H PABLO A ANTONIO
76
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
77
I)H PABLO A ANTONIO
72. Urbach, The Sages, pp. 422-430, es una clara exposición de có-
mo Pablo discrepaba de las posteriores opiniones rabínicas; véase ahora
E. P. Sanders, Paul, the Law and the jewish People, pp. 72-81.
73. Romanos 7:7-10.
74. Romanos 7:18 y 23-24; véase Sanders, Paul, pp. 76-81.
75. H. D. Betz, Galatians, p. 8.
78
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
79
I)H PABLO A ANTONIO
80
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
81
DE PABLO A ANTONIO
82
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
83
I)H PABLO A ANTONIO
84
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
85
DE PABLO A ANTONIO
86
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
87
I)H PABLO A ANTONIO
88
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
89
I)H PABLO A ANTONIO
90
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
91
I)H PABLO A ANTONIO
92
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
93
I)H PABLO A ANTONIO
94
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
95
I)H PABLO A ANTONIO
96
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
97
I)H PABLO A ANTONIO
98
DEL APÓSTOL AL APOI.OGETA
99
I)H PABLO A ANTONIO
Para bien o para mal, ésta no era una decisión que los
dirigentes de la nueva religión estuvieran preparados para
adoptar. Un pequeño número de hombres y mujeres cris-
tianos utilizaba sus cuerpos para burlarse de la continuidad
mediante el gesto drástico de la castidad a perpetuidad.
Creían que el tiempo iba a acabarse pronto. Sus vidas irra-
diaban un mensaje distinto del de los líderes emergentes del
judaismo. No hablaban de la fe de una sociedad capaz de
aprovechar y disciplinar el flujo interrumpido de una natu-
raleza humana sexual que hacía que la vida prosiguiera de
generación en generación. Lejos de eso, para ellos el cuerpo
casto representaba el principio de reversibilidad; podía pa-
rarse el flujo mismo de la vida. La renuncia al matrimonio
ponía al descubierto la fragilidad de un orden aparente-
mente inamovible. Los medios mediante los cuales se con-
tinuaba la sociedad podían abandonarse. La castidad anun-
ciaba la inminencia de la «nueva criatura».
No obstante, nada es más sorprendente para un obser-
vador de las iglesias cristianas del siglo II que la diversidad
de los significados que ya se habían aglomerado en torno al
hecho mudo de la renuncia sexual. En esta época, las co-
munidades cristianas estaban dispersas por todo el mundo
romano, tan separadas como Lyon en el oeste y la ciudad
fronteriza de Dura Europos, que dominaba el Eúfrates, en
el este.147 Estas comunidades distaban, como mínimo, ocho
días de viaje. Los diversos cristianismos que ahora se en-
cuentran pulcramente, uno al lado del otro, en los libros de
las estanterías de las bibliotecas modernas eran a menudo
desconocidos entre sí en aquel tiempo. Cada uno de ellos de-
lataba la presencia silenciosa de su paisaje social y religioso
característico. Ahora, con objeto de sopesar la novedad de las
ideas que se habían ido acumulando detrás de la algo insulsa
alabanza de la castidad cristiana, con la que Justino, el inte-
lectual excéntrico, había considerado prudente dirigirse al
emperador filósofo, debemos estudiar la gran variedad de
significados que se atribuye a la continencia en los prime-
ros círculos cristianos.
147. Véase ahora Robín Lañe Fox, Pagans and Christians, pp. 267-335.
100
3. Martirio, profecía y continencia:
de Hermas a Tertuliano
Y después de esto
derramaré mi espíritu sobre toda carne,
y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas,
y vuestros ancianos tendrán sueños,
y vuestros jóvenes verán visiones.2
101
I)H PABLO A ANTONIO
102
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
103
I)H PABLO A ANTONIO
104
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
105
I)H PABLO A ANTONIO
106
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
107
I)H PABLO A ANTONIO
108
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
109
I)H PABLO A ANTONIO
34. Hermas, Pastor, Símil 9.78(1).2 y 91(14).2, en Joly, pp. 288 y 322.
35. Símil 9.78(1).4, en Joly, pp. 288-290.
36. Símil 9.88(11).4, en Joly, p. 314.
37. Símil 9.88(11).3-8, en Joly, p. 314.
38. Símil 1.50.1, en Joly, p. 210.
39. Símil 8.73(7).4 y 87(10).6-7, en Joly, pp. 278 y 312.
40. Símil 9.99.2, en Joly, p. 338.
41. Mand. 11.43.1-9, en Joly, pp. 192-198.
110
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
111
I)H PABLO A ANTONIO
112
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
113
I)H PABLO A ANTONIO
114
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
115
I)H PABLO A ANTONIO
116
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
117
I)H PABLO A ANTONIO
118
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
119
I)H PABLO A ANTONIO
120
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
121
DE PABLO A ANTONIO
122
MARTIRIO, PROFECÍA Y CONTINENCIA
123
4. «Deshacer las obras de las mujeres»:
Marción, Taciano y los encratitas
Una sola hazaña poderosa bastaba para nuestro Señor: dar li-
bertad a la persona humana.2
125
I)H PABLO A ANTONIO
126
«DESHACER LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
127
I)H PABLO A ANTONIO
128
« D E S H A C E R LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
129
I)H PABLO A A N T O N I O
130
« D E S H A C E R LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
131
I)H P A B L O A A N T O N I O
132
« D E S H A C E R LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
133
I)H PABLO A A N T O N I O
134
« D E S H A C E R LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
29. Elze, Tatian, p. 92 ss.; W. Cramer, Der Geist Gottes und des
Menschen in frühsyrischer Theologie, pp. 48-55, con H. D. Hauschild,
Gottes Geist und der Mensch, p p . 196-206.
30. Cramer, Geist Gottes, p. 52.
31. Taciano, Oratio 15 y 13, en J. E. Ryland trad., The Ante-Nicene
Fathers 2:71.
32. Ihid. 13.
33. Ihid. 29.
135
I)H P A B L O A A N T O N I O
136
« D E S H A C E R LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
137
I)H P A B L O A A N T O N I O
138
« D E S H A C E R LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
139
I)H P A B L O A A N T O N I O
140
« D E S H A C E R LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
141
I)H PABLO A ANTONIO
142
« D E S H A C E R LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
143
I)H PABLO A ANTONIO
144
«DESHACER LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
145
I)H P A B L O A A N T O N I O
146
«DESHACER LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
147
I)H PABLO A A N T O N I O
148
« D E S H A C E R LAS OBRAS DE LAS MUJERES».
149
I)H P A B L O A A N T O N I O
150
5. «Cuando los dos os hagáis uno»:
Valentín y la guía espiritual
de los gnósticos
151
I)H P A B L O A A N T O N I O
152
« C U A N D O LOS DOS O S H A G Á I S U N O »
153
I)H P A B L O A A N T O N I O
154
« C U A N D O LOS DOS O S HAGÁIS U N O »
155
I)H P A B L O A A N T O N I O
156
« C U A N D O LOS DOS OS HAGÁIS U N O »
157
I)H PABLO A A N T O N I O
158
« C U A N D O LOS DOS OS HAGÁIS U N O »
159
I)H P A B L O A A N T O N I O
160
« C U A N D O LOS DOS OS HAGÁIS U N O »
161
I)H PABLO A A N T O N I O
162
« C U A N D O LOS DOS O S HAGÁIS U N O »
163
I)H PABLO A A N T O N I O
Simón Pedro les dijo: «Que María nos deje, pues las mujeres no
merecen la vida». Jesús dijo: «Yo mismo la conduciré y la con-
vertiré en varón».36
164
« C U A N D O LOS DOS O S HAGÁIS U N O »
165
I)H P A B L O A A N T O N I O
166
« C U A N D O LOS DOS O S HAGÁIS U N O »
167
I)H PABLO A A N T O N I O
el sexo era «la frotación impura que procede del fuego terri-
ble que surge de la parte carnal».49
Pero los gnósticos, y más concretamente los valentinia-
nos, escribían en general para los irredentos. En los textos
que se ocupan del estado de los irredentos, la extinción del
fuego del deseo sexual se consideraba un signo de la profun-
da mutación que lentamente podía sobrevenirle al creyente.
Al presentar la tentación sexual como un mero símbolo de
males más arraigados, y al proclamar la trascendencia del de-
seo sexual como nada menos que una «resurrección» de la
personalidad, la guía espiritual de los gnósticos de la escue-
la de Valentín se orientaba hacia la sabiduría de los Padres
del Desierto. La aparición y caída del deseo sexual permitía
al guía espiritual sondear las vastas interioridades del alma
del iniciado.
Para Valentín, el alma humana estaba habitada por una
hueste de espíritus levantiscos, los pneumata, criaturas me-
nesterosas e incompletas que utilizaban a las personas para
perseguir su propia satisfacción, en algo así como un esta-
do permanente de posesión semiconsciente. Los pneumata
eran, por así decirlo, falsos syzygies. Al igual que los syzy-
gies, también se esforzaban por alcanzar la indivisión primi-
genia. Pero esta unidad no se conseguía mediante la vincula-
ción íntima al espíritu sino mediante lo contrario: ataban el
alma aún más estrechamente a la carne. La presencia inquie-
tante de estos pneumata, cada uno de los cuales busca per-
petuamente su realización en una pareja invisible, explica la
fuerza del instinto trastocado hacia la unidad que busca ex-
presarse en el amor sexual. El deseo sexual delataba el anhelo
de integridad de algunas partes del alma.50
No todos los oyentes de Valentín podían confiar en ser
capaces de integrar los vórtices que se arremolinan en las re-
giones inestables del alma. Los valentinianos parecen haber
aceptado el hecho de que muchos creyentes seguían atrapa-
dos en la vida inferior del alma: eran llamados los psychikoi,
168
« C U A N D O LOS DOS O S HAGÁIS U N O »
169
I)H PABLO A A N T O N I O
170
« C U A N D O LOS DOS OS HAGÁIS U N O »
171
I)H PABLO A ANTONIO
63. William Keats, Ode to a Grecian Urn: «Por siempre cálido y aún
por disfrutar».
64. Clemente, Strom. 3.6.45; Evangelio de Felipe 58.28, p. 135.
65. Evangelio de Tomás 108, p. 129.
66. Evangelio de Felipe 59, p. 135.
172
«CUANDO LOS DOS OS HAGÁIS UNO»
67. Evangelio de Felipe 86, p. 151; sobre el pastos, véase C. Vatin, Re-
cherches sur le mariage et la condition de la femme rnariée a l'époque
hellénistique, pp. 211-228.
68. Evangelio de Felipe 86, p. 151.
69. Minucio Félix, Octavio 9.4, G. H. Rendall ed. y trad., p. 337.
173
I)H PABLO A A N T O N I O
174
6. «Una imagen desvaída
de la Divina Providencia»:
Clemente de Alejandría
175
I)H P A B L O A A N T O N I O
176
. . U N A IMAGEN DESVAÍDA DE LA DIVINA PROVIDENCIA»
177
I)H P A B L O A A N T O N I O
178
..UNA IMAGEN DESVAÍDA DE LA DIVINA PROVIDENCIA»
179
I)H PABLO A A N T O N I O
180
. . U N A IMAGEN DESVAÍDA DE LA DIVINA PROVIDENCIA»
181
I)H PABLO A A N T O N I O
182
. . U N A IMAGEN DESVAÍDA DE LA DIVINA PROVIDENCIA»
183
I)H P A B L O A A N T O N I O
184
. . U N A IMAGEN DESVAÍDA DE LA DIVINA PROVIDENCIA»
185
I)H P A B L O A A N T O N I O
186
. . U N A IMAGEN DESVAÍDA DE LA DIVINA PROVIDENCIA»
187
I)H PABLO A ANTONIO
188
. . U N A IMAGEN DESVAÍDA DE LA DIVINA PROVIDENCIA»
189
I)H P A B L O A A N T O N I O
190
. . U N A IMAGEN DESVAÍDA DE LA DIVINA P R O V I D E N C I A »
191
I)H PABLO A A N T O N I O
192
. . U N A IMAGEN DESVAÍDA DE LA DIVINA PROVIDENCIA»
193
I)H PABLO A ANTONIO
¿Cuál de ellos anda de un lado a otro como Eliú, vestido con una
piel de borrego y un cinturón de cuero? ¿Cuál, como Isaías, des-
nudo a excepción de un trozo de arpillera, y sin zapatos? ¿Cuál
de ellos imitará la terrible forma de vivir de Juan el Bautista?81
194
..UNA IMAGEN DESVAÍDA DE LA DIVINA PROVIDENCIA»
195
I)H P A B L O A A N T O N I O
196
. . U N A I M A G E N D E S V A Í D A D E L A D I V I N A PROVIDENCIA»
197
7. «Hermandades promiscuas»:
hombres y mujeres
en las Iglesias primitivas
199
I)H PABLO A A N T O N I O
200
« H E R M A N D A D E S PROMISCUAS»
201
I)H PABLO A A N T O N I O
202
« H E R M A N D A D E S PROMISCUAS»
203
I)H PABLO A ANTONIO
204
«HERMANDADES PROMISCUAS»
205
I)H PABLO A A N T O N I O
206
« H E R M A N D A D E S PROMISCUAS»
207
I)H PABLO A ANTONIO
del amor libre, puedan haber servido para fomentar que los
padres cristianos permitieran a sus hijas moverse con más li-
bertad entre los feligreses, como novias:
208
«HERMANDADES PROMISCUAS»
209
I)H PABLO A A N T O N I O
210
« H E R M A N D A D E S PROMISCUAS»
211
I)H PABLO A ANTONIO
212
«HERMANDADES PROMISCUAS»
213
I)H PABLO A A N T O N I O
214
« H E R M A N D A D E S PROMISCUAS»
215
I)H PABLO A A N T O N I O
216
« H E R M A N D A D E S PROMISCUAS»
63. Passio Perpetuae 7-8, en Musurillo ed., pp. 114-116; véase Peter
D r o n k c , Medieval Women Writers, pp. 11-12; véase ahora C. Mertcns,
« L e s premiers martyrs et leur reves», p. 24. He aprendido mucho en
N a n c y C h o r o d o w , «Family Structure and Female Personality», Woman,
Culture and Society, pp. 43-66, en especial 54-62.
64. Tertuliano, ad uxorem 2.4.2 y de pudicita 22.1.
65. Y. Tissot, «Encratisme et Actes Apocryphes», en Les Actes Apo-
217
I)H PABLO A A N T O N I O
218
« H E R M A N D A D E S PROMISCUAS»
219
I)H PABLO A ANTONIO
73. 6, p. 355.
74. 18, p. 358.
75. 20, p. 358; 42, p. 364.
76. 20, p. 358.
77. Martirio de Pionio 10.2, en Musurillo, p. 149.
78. Hechos de Pablo y Tecla 40, p. 364.
79. G. Poupon, «L'accusation de magie dans les Actes Apocryphes».
En F. Bovon et al. eds., Les Actes Apocryphes, pp. 71 -93; véase Brown, The
Making of Late Antiquity, p. 24.
80. Hechos de Pablo y Tecla 10, p. 356.
81. 5, p. 357.
220
«HERMANDADES PROMISCUAS»
221
I)H PABLO A A N T O N I O
222
«HERMANDADES PROMISCUAS»
223
8. « Yo te lo imploro: transfórmate»:
Orígenes
Entre mayo del año 200 y mediados del 203, Leto, prefecto
augustal de Egipto, detuvo a un grupo de cristianos proce-
dentes de Alejandría y de Egipto propiamente dicho. El pa-
dre de Orígenes era uno de ellos. Orígenes tenía por enton-
ces dieciséis o diecisiete años y era el primogénito de una
familia de siete hermanos. Su madre le escondió la ropa, no
fuera a escapar en pos de su padre, presentándose él mismo
ante las autoridades. «Era», escribió Eusebio de Cesarea un
siglo después, «una ambición poco habitual en alguien tan
joven». 1 Orígenes entró en la edad adulta endurecido por la
proximidad con la muerte. Para él, la apasionada antítesis
entre paternidad «auténtica» y «falsa», la contraposición en-
tre las continuidades derivadas de la guía espiritual y de la
mera reproducción física, que tanta actualidad tuvieran en
los círculos de enseñanza cristiana del siglo II, se habían con-
vertido en una amarga realidad de la vida. La lealtad del
joven a un padre que tanto había esperado de él quedó fuera
225
I)H P A B L O A A N T O N I O
226
«YO TE LO IMPLORO: TRANSFÓRMATE»»
227
I)H P A B L O A A N T O N I O
228
«YO TE LO IMPLORO: TRANSFÓRMATE»»
229
I)H P A B L O A A N T O N I O
230
«YO T E L O IMPLORO: TRANSFÓRMATE»»
231
I)H PABLO A A N T O N I O
232
« Y O T E L O IMPLORO: T R A N S F Ó R M A T E » »
233
I)H PABLO A A N T O N I O
234
«YO TE LO IMPLORO: TRANSFÓRMATE»»
235
I)H P A B L O A A N T O N I O
43. Eusebio, Hist. ecle. 6.8.2-3; véase Pierre Nautin, Lettres et écrivains
des iiém et iiiém siécles, pp. 121-126. El lector debe saber que Chadwick,
Early Christian Thought, p. 67, no está convencido de que el incidente ocu-
rriera. Yo creo que las fuentes son de suficiente confianza, que nada tiene de
imposible un hecho así en el siglo III y, por lo tanto, que —en ultimísimo
término— Orígenes desde luego que p u d o ser tenido p o r alguien que se
había castrado a sí mismo.
44. Aliñe Rousselle, Pomeia: de la maitrise du corps a la privation
sensorielle, pp. 158-164, nos traslada a un mundo que p o c o se imaginaba la
mayor parte de los comentaristas.
45. Eusebio, Hist. ecle. 6.8.2.
46. Justino, I Apología 29.2; H e n r y Chadwick, The Sentences of Sex-
tas, p. 111, demuestra lo habitual que era la castración dentro de los cír-
culos cristianos de los siglos III y IV.
47. In Matt. 15.1, pp. 346-353.
48. Véase Basilio de Ancira, de virginitate tuenda 61, Patrología Grae-
ca 30:769C, para las fechorías de los eunucos en los círculos cristianos.
236
«YO TE LO IMPLORO: TRANSFÓRMATE»»
237
I)H P A B L O A A N T O N I O
53. Sentencias de Sexto 346, Chadwick ed., p. 5; véase pp. 114-115 so-
bre Orígenes y «Sexto».
54. A s í los peces tienen un cuerpo escamoso adaptado a su ambiente
acuático y los ángeles cuerpos resplandecientes adecuados a su vida dentro
del fuego etéreo: Orígenes apud Metodio, de Resurrectione 1.22.4-5; véase
H. Chadwick, «Origen, Celsus and the Resurrection of the B o d y » .
238
«YO TE LO IMPLORO: TRANSFÓRMATE»»
239
I)H PABLO A A N T O N I O
240
«YO TE LO IMPLORO: TRANSFÓRMATE»»
241
I)H PABLO A ANTONIO
62. Hom. in Cant.Cant. 2.9, p. 134. Del mismo modo, los dolores del
infierno resultarán mucho más torturantes para el espíritu, lo mismo que
los golpes dan más directamente sobre el cuerpo desnudo que sobre el
cuerpo vestido: véase la cita en Pánfilo, Apología para Orígenes 8: Patro-
logía Graeca 8: 602D-603B, traducción de Nautin, Origéne, p. 274.
63. In Job. 19.4.1, Sources chrétiennes 290, pp. 22-25.
242
«YO TE LO IMPLORO: TRANSFÓRMATE»»
243
I)H PABLO A A N T O N I O
244
«YO TE LO IMPLORO: TRANSFÓRMATE»»
245
I)H PABLO A A N T O N I O
246
« Y O TE LO IMPLORO: TRANSFÓRMATE»»
74. C. Cels. 4.23, pp. 199-200; compárese Plotino, Enéadas 2.9: Con-
tra los gnósticos.
75. Ibid. 4.26, pp. 201-202.
76. in. Jud.6.5, Orígenes Werke 7:503.
77. In Exod. 13.5, pp. 277-278.
78. in Jes. Nave 5.5, Orígenes Werke 7:319.
247
I)H P A B L O A A N T O N I O
250
«ANDAR S O B R E LA TIERRA»
251
I)H PABLO A A N T O N I O
252
«ANDAR SOBRE LA TIERRA»
14. Porfirio, Contra los cristianos, fragmento 33, Harnack, p. 60; véa-
se J. M. Démarolle, « L e s femmes chrétiennes vues par Porphyre», p. 45.
15. Porfirio, On Abstinence from Animal Foods, T h o m a s Taylor trad.;
J. Bouffartigue y M. Patillon eds., Porphyre: De 1'Abstinence.
253
I)H PABLO A A N T O N I O
254
«ANDAR S O B R E LA TIERRA»
255
I)H PABLO A A N T O N I O
256
«ANDAR SOBRE LA TIERRA»
257
I)H PABLO A A N T O N I O
donde el verde oleaje está mudo en los puertos y lejos del vai-
vén del mar.38
258
«ANDAR SOBRE LA TIERRA»
259
I)H PABLO A A N T O N I O
43. Peter Brown, The Making of Late Antiquity, pp. 16-18; The Cult
of the Saints, pp. 2-3; y « T h e N o t i o n of Virginity in the Early C h u r c h » ,
pp. 427-433, en especial pp. 432-434.
44. Metodio, El festín 8.1.171, p. 200.
45. H o m e r o , Ilíada 4.443, en Plotino, Enéada 4.3.12, MacKenna,
p. 270-271.
46. Metodio, El festín 1.1.11, p. 54.
260
«ANDAR S O B R E LA TIERRA»
261
I)H PABLO A A N T O N I O
262
« A N D A R S O B R E L A TIERRA»
263
10. Iglesia y cuerpo:
Cipriano, Manes y Eusebio
265
I)H PABLO A A N T O N I O
266
IGLESIA Y C U E R P O
267
I)H PABLO A A N T O N I O
268
IGLESIA Y CUERPO
269
I)H PABLO A A N T O N I O
270
IGLESIA Y CUERPO
271
I)H P A B L O A A N T O N I O
272
IGLESIA Y CUERPO
273
I)H PABLO A A N T O N I O
274
IGLESIA Y CUERPO
275
I)H PABLO A ANTONIO
276
IGLESIA Y CUERPO
277
I)H PABLO A A N T O N I O
278
IGLESIA Y CUERPO
279
I)H PABLO A A N T O N I O
280
IGLESIA Y C U E R P O
281
I)H PABLO A A N T O N I O
70. Martirio de san Teodoto 13-19, ed. de' Cavalieri, pp. 69-73; véa-
se ahora Stephen Mitchell, « T h e Life of Saint T h e o d o t u s of Aneyra»,
pp. 102-103.
71. Véase en especial W. M. Calder, «The Epigraphy of the Anato-
lian Heresies», en W. H. Buckler y W. M. Calder eds., Anatolian Studies:
Presented to W. M. Ramsay, y los datos, reunidos a partir de una gran va-
riedad de fuentes, p o r G. Blond, « L ' " h é r é s i c " encratite vers le fin du qua-
triéme siécle».
72. Afraates, Demostratio 6: «Sobre los hijos de la Alianza», en J. Pa-
risot ed., Patrología Syriaca, 1:243-312. Este texto combina unos magnífi-
cos exhortos con unas reglas notablemente moderadas.
282
IGLESIA Y CUERPO
283
I)H PABLO A A N T O N I O
984
IGLESIA Y CUERPO
285
I)H P A B L O A A N T O N I O
286
IGLESIA Y C U E R P O
287
I)H P A B L O A A N T O N I O
288
IGLESIA Y C U E R P O
289