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Místicas Medievales
Místicas Medievales
326 páginas ; 24 cm
Incluye referencias bibliográficas (páginas 309-326).
ISBN: 978-958-781-109-4
Goethe
CONTENIDO
Introducción 9
Capítulo 1
Las maestras místicas en la Edad Media 31
1. La Edad Media 32
1.1 ¿Qué significó la Edad Media? 34
1.2 La Alta Edad Media 36
1.3 La Baja Edad Media 40
2. Aproximación a la mujer de la Edad Media 44
3. La mujer medieval 48
4. El concepto de mística 53
4.1 La mística como conocimiento del amor de Dios 57
4.2 La mística como experiencia del ser humano 60
4.3 Mística medieval y teología 63
5. El movimiento de las beguinas en la Edad Media 66
5.1 Las beguinas y su organización 67
5.2 Las beguinas y su camino de emancipación 74
5.3 Las beguinas y su relación con las órdenes mendicantes 78
6. Tres maestras que hacen historia en la mística medieval 85
6.1 Matilde de Magdeburgo 90
6.2 Margarita Porete 96
6.3 Hadewijch de Amberes 102
Consideraciones finales del capítulo 107
66 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
81
McGinn, en su obra The Flowering of Mysticism: Men and Women in the New
Mysticism (1200-1350), desarrolla ampliamente el contexto y la historia del misticismo
medieval. Asimismo, Ruh, en su obra de dos volúmenes titulada Storia della mistica
occidentale, presenta un estudio detallado de lo que fueron las escuelas de espiritualidad
y las corrientes del misticismo, destaca la presencia y el aporte de la mística femenina.
Raitt, McGinn y Meyendorff realizan un estudio histórico, Christian Spirituality.
II. High Middle Ages and Reformation, sobre la espiritualidad cristiana que va del siglo
XII, alta Edad Media, a la Reforma y Pos-Reforma. Otros estudios, realizados por de
Pablo Maroto, Espiritualidad de la baja Edad Media (siglos XIII-XIV) y Espiritualidad
de la alta Edad Media (siglos VI-XII), presentan también un amplio estudio histórico
del surgimiento de las espiritualidades, especialmente de las mendicantes y otras
escuelas renano-flamencas. Cabe citar otros autores que abordan aspectos históricos
de la mística medieval: Guarnieri, Il movimento del Libero Spirito; Petroff, Body and
Soul: Essays on Medieval Women and Mysticism; Haas, Visión en azul; Courtenay,
“Espiritualidad y escolasticismo tardío” (en Espiritualidad cristiana II, dirigido por
J. Raitt, B. McGinn y J. Meyendorff); Walker, “Mujeres religiosas de fines de la Edad
Media” (en Espiritualidad cristiana II) y “El cuerpo femenino y la práctica religiosa
en la baja Edad Media” (en Fragmentos para una historia del cuerpo humano. Tomo 1.
Editado por Michel Feher); Johnston, Teología mística; Underhill, Mysticism: A Study
in the Nature and Development of Spiritual Consciousness; en castellano, La mística:
estudio de la naturaleza y desarrollo de la conciencia espiritual; Martín Velasco: El
fenómeno místico y La experiencia mística; Moliner, Espiritualidad medieval: los
mendicantes; Lossky, Teología mística de la Iglesia de Oriente; Egan, An Anthology
of Christian Mysticism; y Katz (ed.), Mysticism and Philosophical Analysis.
las maestras místicas en la edad media 67
82
Alarcón Herrera, La maldición de los santos templarios: la estirpe de Lucifer,
254-255.
68 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
en medio de los que buscaban el placer eran puras y, en medio del ruido
y la confusión, llevaban una vida serena y eremítica.83
83
Little, Pobreza voluntaria y economía de beneficio en la Europa medieval, 164-171.
84
La etimología de la palabra beata/beato (adjetivo, o sustantivo: el beato, la beata)
equivale al adjetivo latino beatus, -a, -um, que entre sus acepciones incluye las de
‘feliz, dichoso, contento, afortunado, satisfecho, alegre’. El adjetivo deriva del verbo
beo, -as, -are, que significa ‘hacer feliz’. La legislación eclesiástica estimaba como
beatos a los cristianos que habían merecido que Dios les hiciera felices, por ello se
consideran oficialmente beatos los que se encuentran a un paso de la canonización
(Palacios, “Las beatas ante la Inquisición”, 110-111).
85
“Llámense semejantes mujeres: inclusas, reclusas, ermitañas o emparedadas, que
se encerraban entre cuatro paredes, no en castigo de su mal vivir, sino libre y volun
tariamente y con la aprobación de sus confesores, y aceptación de sus parientes para
hacer penitencia, entregarse a la contemplación, y para conseguir otros fines buenos”
(Santoja, “Mujeres religiosas: beatas y beguinas en la Edad Media. Textos satíricos y
misóginos”, 209-227).
las maestras místicas en la edad media 69
86
Borriello, Caruana, Del Genio y Suffi (dirs.), Diccionario de mística, 296-298.
87
Concilio de Vienne, “Regnans in coelis”, Decreto 16.
70 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
88
Balbas Cisneros, Hilando fino: mujeres, un viaje en común, 291.
89
Cirlot y Garí, La mirada interior: escritoras místicas y visionarias en la Edad Media
(2008), 23.
90
Ibíd., 24.
las maestras místicas en la edad media 71
91
Ibíd., 25.
92
Viller, Marcel (dir.). “béguins, béguines, béguinages”, 1344.
72 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
93
Mañón Garibay, “Eckhart y la espiritualidad de las beguinas”, 188.
94
Simons, Cities of Ladies: Beguine Communities in the Medieval Low Countries,
1200-1565, 346.
95
Epiney-Burgard y Zum Brunn, Mujeres trovadoras de Dios: una tradición silenciada
de la Europa medieval, 18.
las maestras místicas en la edad media 73
96
Labarge, La mujer en la Edad Media, 151.
97
Epiney-Burgard y Zum Brunn, Mujeres trovadoras de Dios, 21.
98
Alarcón Herrera, La maldición de los santos templarios, 254.
74 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
99
Cirlot y Garí. La mirada interior (1999), 11.
100
Epiney-Burgard y Zum Brunn, Mujeres trovadoras de Dios, 16.
101
En sus investigaciones, Blanca Garí afirma que Hildegarda de Bingen propiamente
no es una beguina de vida, como las otras maestras. La ubican como beguina en
el sentido de que comparte con ellas su espiritualidad, sus concepciones teológicas, su
manera de relacionarse con Dios y su estilo de vida, aun estando en un convento (Cirlot
y Garí, La mirada interior, 23).
las maestras místicas en la edad media 75
102
De Magdeburgo, La luz divina que ilumina los corazones, 17.
103
Un estudio detallado de todo este proceso de condena y muerte de Margarita lo po
demos encontrar en Cirlot y Garí, La mirada interior, 23.
104
De Amberes, Dios, amor y amante, 84.
76 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
105
De Magdeburgo, La luz divina que ilumina los corazones, 375.
106
Paz, La llama doble: amor y erotismo, 20-24.
107
Epiney-Burgard y Zum Brunn, Mujeres trovadoras de Dios, 22.
las maestras místicas en la edad media 77
108
Raitt, McGinn y Meyendorff, Espiritualidad cristiana, 141.
109
De Vallescar Palanca, Libertades ¿ganadas o perdidas?: la libertad, madre del
sueño, la creación y la energía de las mujeres, 119.
110
Ibíd., 120.
78 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
111
Ibíd., 122.
las maestras místicas en la edad media 79
112
De Pablo Maroto, Espiritualidad de la baja Edad Media (siglos XIII-XIV), 34.
80 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
113
“El primer modo de orar consistía en humillarse ante el altar como si Cristo repre
sentado en él estuviera real y verdaderamente y no solo en forma de símbolo […],
el segundo modo, tendiéndose entero en tierra apoyado sobre la cara, se compungía
en su corazón y reprendía a sí mismo repitiendo, a veces tan alto que se le podía oír, el
texto evangélico: ‘Dios, sé propicio a mí, pecador […]’, el tercer modo, levantándose
del suelo, se disciplinaba con una cadena de hierro […], el cuarto modo, colocado,
delante del altar o en el capítulo, fijo el rostro frente al crucifijo, Santo Domingo lo
miraba con suma atención doblando las rodillas una y otra vez y hasta cien veces
[…], el quinto modo, colocado de pie ante el altar, con todo el cuerpo erguido sobre
sus pies sin apoyarse o arrimarse a nada y en ocasiones con las manos extendidas
ante el pecho como si fuera un libro abierto […], el sexto modo, con las manos y los
brazos abiertos y extendidos con fuerza a semejanza de cruz, cuanto le era posible
manteniéndose en pie […], el séptimo modo, cual saeta lanzada por un arco tenso en
línea recta a lo alto (Is 49,2), con las manos levantadas con fuerza por encima de la
cabeza, enlazadas o un poco abiertas como para recibir algo de arriba […], el octavo
modo, se retiraba a un lugar solitario, en la celda o en otra parte, para leer o rezar,
entreteniéndose consigo mismo y estando con Dios […], el noveno modo, se apar
taba del compañero, adelantándose a él o, con más frecuencia, siguiéndolo de lejos.
Y guardando la distancia oraba y caminaba, y se encendía en su meditación como el
fuego (Sal 39,4)” (Blanco, Los nueve modos de orar en Santo Domingo, 9-35). Otro
autor que comenta la oración de Santo Domingo es Fueyo Suárez, Modos de orar de
Santo Domingo.
las maestras místicas en la edad media 81
114
Reinhardt, Por las rutas medievales del saber, 256.
115
García-Baró, De estética y mística, 49.
82 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
frailes. Por ello hay que andar con gran prudencia para no hacer al
gún estropicio ni invadir un ámbito que no sea el nuestro”116.
La presencia de los dominicos en la vida religiosa femenina,
dada por la cura monialum, y en las organizaciones de vida apostólica
femenina como la de las beguinas tiene un estrecho acercamiento,
como ya se dijo, a la corriente espiritual renana. En los escritos de
las maestras, temas como el alma y Dios, el nacimiento de Dios
en el alma, la Trinidad, la relación de la divinidad con el hombre
o el desasimiento para la unión con Dios hallan similitudes en una
concepción teológica bastante revolucionaria en su época. Eckhart,
muy cercano al lenguaje femenino, considera:
No basta con que el ser humano se haga totalmente receptivo a Dios,
es que Dios se vuelva fecundo en él. Pues hacer fecundo el don no es
otra cosa que el agradecimiento por el don recibido. Y así el espíritu
[humano] se hace “mujer”: en esta gratitud que, en retorno, engendra y
en la cual [el espíritu humano] hace nacer a Jesús en el corazón paterno
de Dios.117
116
De Cos, La espiritualidad de Santo Domingo: fundador de la Orden de Predica
dores, 222.
117
Rivas, Iguales y diferentes: interrelación entre mujeres y varones cristianos a lo
largo de la historia, 19.
118
Llorca Vives, Manual de historia eclesiástica, 346-347.
las maestras místicas en la edad media 83
119
Cuthbert, Vida de San Francisco de Asís, 31.
120
“Dama pobreza era la libertad, era la realización de todas sus aspiraciones, era el fin,
la morada segura de su alma. Pobreza, solo ella y nada fuera de ella […], ella fue la
que le imprimió en su vida su eminente nobleza, el simple amor a Dios y a las criaturas,
los sentimientos de generosidad y compasión, la noción del estrecho parentesco que
une a todos los que reconocen a nuestro Padre que está en los cielos; cosas todas de
poca monta para los que tienen sed de riquezas, honores y poderío” (Ibíd., 31).
84 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
121
Le Goff, San Francisco de Asís, 122.
122
De Acoli, El alma de San Francisco, 145.
las maestras místicas en la edad media 85
123
Cirlot y Garí, La mirada interior, 21.
124
Mañón Garibay, “Eckhart y la espiritualidad de las beguinas”, 194.
125
De Amberes, El lenguaje del deseo, 39.
86 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
126
Epiney-Burgard y Zum Brunn, Mujeres trovadoras de Dios, 14.
127
Cirlot y Garí, La mirada interior, 26.
las maestras místicas en la edad media 87
128
De Amberes, El lenguaje del deseo, 119.
129
Walker, “Mujeres religiosas de fines de la Edad Media”, 140.
88 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
130
Vielhauer, Historia de la literatura cristiana primitiva. Introducción al Nuevo
Testamento, los apócrifos y los padres apostólicos, 505.
131
McGinn, The Flowering of Mysticism, 157.
las maestras místicas en la edad media 89
133
Borriello, Dizionario di mistica, 799.
las maestras místicas en la edad media 91
134
Reinhardt, Por las rutas medievales del saber, 256.
135
De Magdeburgo, La luz divina que ilumina los corazones, 232-233.
136
Para conocer más sobre esta maestra, véanse los capítulos 3 y 4 dedicados a ella en
Epiney-Burgard y Zum Brunn, Mujeres trovadoras de Dios.
137
Cirlot y Garí, La mirada interior, 142.
92 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
138
“La entrada en el monasterio de Helfta, acogido a la regla cisterciense, aunque con
confesores dominicos de Halle y Magdeburgo, debió suponer un periodo de paz en la
vida de Matilde. No hay duda del contraste en el que vivían las beguinas en las ciu
dades, frente a la paz que se respiraba en los monasterios y la seguridad que estos ofre
cían. En varias ocasiones a lo largo de su libro Matilde se lamenta de la persecución y
manifiesta un temor que en el monasterio tuvo que disiparse. La inquietud y angustia
que se refleja en su escritura, contrasta en cambio con la serenidad del convento”
(ibíd., 149).
las maestras místicas en la edad media 93
139
De Magdeburgo, La luz divina que ilumina los corazones, 87.
140
Ibíd., 159.
141
Ibíd., 114.
142
Ibíd., 230.
94 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
143
Ruh, Storia della mistica occidentale. II, Mistica femminile e mistica francescana
delle origini, 266.
144
McGinn, The Flowering of Mysticism, 232.
las maestras místicas en la edad media 95
145
Hollywood, The Soul as Virgin Wife: Mechthild of Magdeburg, Marguerite Porete,
and Meister Eckhart, 60.
146
El término Minnesinger (o Minnesänger) significa lo que en Alemania se denominó
‘poeta cortesano’ en los siglos XII y XIII, quienes crearon una lírica amorosa paralela
a la de los trovadores provenzales. Los poemas se recitaban ante el público con acom
pañamiento de diversos instrumentos de cuerda (Diccionario Enciclopédico Vox 1.
s. v. “Minnesinger”).
147
Graef, Historia de la mística, 198.
148
Ibíd., 199.
96 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
ordena que estas se deben comunicar. Ella afirma que fue Dios quien
la inspiró para escribir su libro.
Fue arrebatado mi espíritu por primera vez entre lo más alto del cielo y
el infierno, y contemplé la humanidad de nuestro señor Jesucristo en su
majestad. Ante su presencia comprendí la eternidad del Padre, la obra
del Hijo y la dulzura del Espíritu Santo. Allí también vi al Ángel de mi
guarda y a Satanás instigador de toda vileza. El Señor me dijo: ‘Retiro de
ti este ángel y te pongo otros dos que te ayuden y te protejan para escribir
estas maravillas’. […] El señor me habló prometiéndome iluminar este
libro mediante cinco lumbreras: Lo esclarece la familiaridad singular
y gran santidad de Moisés, el desprecio que sufrió sin merecerlo, los
gloriosos prodigios por los que resplandeció, la dulce enseñanza que
impartió y el diálogo amable e íntimo con el Altísimo.149
149
De Magdeburgo, La luz divina que ilumina los corazones, 39, 44.
150
Ibíd., 190.
151
Raitt, McGinn y Meyendorff, Espiritualidad cristiana, 147.
las maestras místicas en la edad media 97
152
Borriello, Caruana, Del Genio y Suffi, Diccionario de mística, 1468.
153
En la introducción de El espejo de las almas simples, Blanca Garí, quien además
traduce del francés, presenta detalladamente todo el proceso inquisitorial de Margarita
Porete hasta su condena a muerte (Porete, El Espejo de las almas simples).
154
Ibíd., 9-28.
155
Epiney-Burgard y Zum Brunn, Mujeres trovadoras de Dios, 207.
98 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
Todo lo que sabemos de ella nos viene por los datos del pro
ceso de inquisición. La manera como su escrito fue duramente cen
surado parece indicar que era una mujer muy culta y con una fuerte
influencia social. Presumiblemente, su ejecución tuvo de fondo
intereses políticos. Por un lado, el juego de intereses del Rey de
Francia, empeñado en acabar con la Orden del Temple y en controlar
la política del papado. Por otro, las crecientes reticencias de la ins
titución eclesiástica contra las formas de piedad que destruyen la
frontera bien trazada entre clérigos y laicos, especialmente contra
las mujeres que llevaban una vida religiosa sin haber sido ordenadas
por medio de los votos y que se conocieron con el nombre genérico
de beguinas156.
Los historiadores aportan datos sobre Margarita cuando seña
lan que, al parecer, también había figuras intelectuales, maestros uni
versitarios, que valoraron positivamente su obra, entre ellos Juan
Duns Escoto.
Tres clérigos procedentes de ámbitos de la iglesia bien diversos: el pri
mero, un representante de las órdenes mendicantes, un franciscano Jean
de Querayn del que se ha llegado a insinuar que sea Juan Duns Escoto
y un monje cisterciense […] Es muy probable que ella acudiera a ellos
en la primera condena y hallara aprobación en ellos. Sin embargo, fue
detenida a mediados de 1308 […]. Fue encarcelada pendiente del juicio
[…]. Su libro fue condenado herético. […] Ella se niega a retractarse,
perseverando en su silencio […]. El 10 de mayo de 1310 son condenados
como herejes relapsos 54 templarios […]. Fueron quemados vivos […].
En mayo Margarita es condenada de hereje relapsa y al día siguiente es
entregada al brazo secular y a la hoguera.157
156
Ibíd., 211.
157
Porete, El Espejo de las almas simples, 12.
las maestras místicas en la edad media 99
Por su libro se puede intuir que era una mujer de carácter fuer
te. No se dejaba intimidar por los señalamientos y acusaciones de
herejía. Estaba convencida de su pensamiento y de la sabiduría que
la asistía. Fue una mujer libre, que luchó hasta el final por sus con
vicciones y entregó su vida con libertad, pues habría podido retrac
tarse; sin embargo, no lo hizo y permaneció en silencio, fiel a sus
criterios, plasmados en su libro, pues el alma libre…
Si no quiere, no responde a nadie que no sea de su linaje; pues un
gentilhombre no se dignaría a responder a un villano que lo retara o
requiriera a batalla; por ello, quien reta a un alma, así no la encuentra,
sus enemigos no obtienen respuesta. El alma libre que está con Dios
no necesita de nada […]. La que está así ya no busca a Dios por la
penitencia ni a través de ningún sacramento de la santa Iglesia, ni por
pensamientos, palabras u obras, ni a través de criatura terrestre ni ce
leste, ni por justicia o misericordia, ni por gloria de la gloria, ni por
conocimiento divino, ni por divino amor, ni divino loor.159
158
Guarnieri, Prefazione storica, citado por Saranyana Closa, “La noción de ‘libertad’
en el contexto de la mística neoplatónica. A propósito del Speculum simplicium
animarum de Margarita Porete (†1310)”, 265.
159
Ibíd., 134.
160
Beneito, Piera y Barcenilla, Mujeres de luz: la mística femenina y lo femenino en la
mística, 143.
100 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
161
Ibíd., 146.
las maestras místicas en la edad media 101
162
García y Cirlot. “Poética de la visibilidad del Mirouer des simples âmes de Maguerite
Porete”.
163
“En otros lugares se dice que el autor es la Dama Amor, Dios mismo, hablando a
través del alma aniquilada de Margarita, […] desafió la construcción masculina de
la deidad y ofreció una brillante alternativa del lenguaje ‘Dios-él, él varón’ que tanto
ha prevalecido en el mundo institucionalizado, simbolizado en el Espejo por este per
sonaje de la Razón” (Beneito, Piera y Barcenilla, Mujeres de luz, 150).
102 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
164
Ruh, Storia della mistica occidentale. II, 165.
165
Zolla, Los místicos de Occidente, 249.
las maestras místicas en la edad media 103
166
Borriello, Caruana, Del Genio y Suffi, Diccionario de mística, 821.
167
McGinn, Meister Eckhart and the Beguine Mystics: Hadewijch of Brabant,
Mechthild of Magdeburg, and Marguerite Porete, 17.
168
Epiney-Burgard y Zum Brunn, Mujeres trovadoras de Dios, 131. Al hacer referen
cia a los trabajos de J. van Mierlo, los autores de esta investigación señalan que se
poseen tres manuscritos en neerlandés medio del siglo XIV: Bruselas, Bibl. roy. cód.
2879-80 y cód. 2877-78; y Gante, Bibl. univ. cód. 941 (el más antiguo). Estos tres
manuscritos contienen las cuatro obras de Hadewijch. Un manuscrito de principios
del siglo XVI (Amberes, Ruusbroec-Genootschap, cód. 385) contiene casi todos los
poemas, pero no las cartas.
104 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
169
Cirlot y Garí, La mirada interior, 78.
170
De Amberes, Dios, amor y amante, 51-86.
171
Ibíd., 119.
172
Cirlot y Garí, La mirada interior, 72.
las maestras místicas en la edad media 105
173
Ibíd., 72.
174
McGinn, Meister Eckhart and the Beguine Mystics, 34.
175
Ruh, Storia della mistica occidentale. II, 178.
106 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
176
McGinn, The Flowering of Mysticism, 202.
177
De Amberes, Dios, amor y amante, 73-74.
178
Cirlot y Garí, La mirada interior, 96.
179
Ibíd., 73.
180
“Love is consistently presented as the best and the highest way to approach God,
but here reason is being compared with written authorities and the words of man. The
sentiment of this stanza has an almost modern ring to it and could be an indication that
the author was familiar with the debate in the universities concerning the application of
Aristotelian logic to matters of theology” (McGinn, Meister Eckhart and the Beguine
Mystics, 23).
las maestras místicas en la edad media 107
181
De Amberes, El lenguaje del deseo, 23.
108 místicas medievales. el rostro femenino de la teología
bien mayor. Nos presentaron una teología que compromete todas las
potencias humanas y habla desde el pathos, que no se avergüenza de
expresar lo que se padece en el cuerpo, como lugar teológico, con
sus vicisitudes y deseos infinitos de amor.
Las maestras llegan a expresar con radicalidad que el alma que
ama y se deja amar por Dios puede llegar a abandonar incluso las
prácticas de las virtudes, para entregarse a disposición y servicio de
Dios. Un alma así, dicen ellas, es un alma que no se atormenta, no
se hace reproches por su vida pasada, ni tiene remordimiento por sus
pecados, porque ha comprendido que ha sido creada para ser feliz y
tener un estado de plenitud y de caridad pura.
Ellas son maestras de la libertad, aspecto transversal en sus
obras como una coincidencia y una opción para enseñar. Se trata
de la libertad absoluta y divina de la que disfruta el ser humano, y
es también la capacidad que tiene para no tolerar ni acceder al mal.
Sus escritos nos revelan el deseo ilimitado de Dios que, a la manera
agustiniana, significa estar hechos para Dios y no descansar sino en
él. Por lo tanto, estos son el llamado a encontrarse con la divinidad,
la invitación a ser receptivos, al desasimiento o vaciamiento para
que Dios ocupe por entero la vida humana.
Como se verá en los siguientes capítulos, son maestras del
arte de amar, del amor cortés, delicado, bondadoso, lleno de bellas
palabras; del amor que expresa con fuerza y pasión la relación íntima
y gratuita de Dios. Abordan temas como la Trinidad, la creación,
la encarnación, la imagen y semejanza, la relación de diálogo y de
amistad con Dios. Son maestras del amor excesivo, de la vida en
abundancia, de la ebullitio del amor, de la vida que se derrama, de la
medida del amor sin medida, de los deseos y las pasiones humanas.
Hoy ellas continúan impactando ambientes y lugares donde
se quiere hablar del amor y de la bondad de Dios. Inauguraron
una teología que habla de cómo Dios ha creado a los hombres y
mujeres para el conocimiento, para la receptividad y para la unión
con él. Asimismo, su condición de maestras las lleva a desarrollar
pedagógicamente el tema de la generación del Verbo en la vida
intradivina. Mediante un permanente diálogo de la Trinidad dan a
conocer los movimientos internos del Espíritu. Indican que Dios
actúa de manera diversa en cada hombre y mujer de manera que
las maestras místicas en la edad media 109
Con las maestras místicas hay certeza de que saben qué decir
sobre la vida perfecta, el conocimiento de Dios, su acción en los
hombres y mujeres, la fruición y los itinerarios de vida espiritual.
Ellas enseñaron que no se trata de ir a buscar a alguien que nos diga
cómo es Dios, a no ser que, por su desasimiento o vaciamiento, des
nudo, despojado de todos los seres, pueda decir cómo es él. Se trata
de que cada uno vaya al fondo del alma, allí donde Dios habita y
construye a los seres humanos en su condición divina, para que por
sí mismo pueda saber quién es Dios.
Ellas son maestras porque comparten la experiencia de Dios
en una comunicación clara, fluida y con un lenguaje comprensible
para todos los contextos. Eran maestras porque tenían conocimientos
y sabían enseñar. La sabiduría les había dado el magis para poder
transmitir el conocimiento experiencial íntimo de las cosas de Dios.
También son maestras porque sus enseñanzas perduran en el
tiempo. Son muchos los siglos que nos separan de ellas, pero sus
ideas, aportes y manera de percibir y concebir el misterio se con
vierten para la teología en una fuente inagotable de sabiduría. De la
sabiduría femenina que acerca el misterio como alimento del cual
se nutre el ser humano, en la comprensión de un Dios atento a cada
movimiento y cuidado. De un Dios que se da a conocer y promete
cosas mayores: “Ahora conocerás quien soy, si te confías a mi te
ensalzaré grandemente, y si revelas esto a los hombres, conseguirás
muchos bienes”183.
182
Eckhart, El fruto de la nada y otros escritos, 190.
183
De Magdeburgo, La luz divina que ilumina los corazones, 41.